8. Vulnerable


     Fue como si su cerebro hubiera decidido apagarse para no revivir el trauma. La oscuridad tranquilizante de la inconsciencia, sin embargo, duró poco, pues alguien afuera repite su nombre una y otra vez, con pánico. Luego, un dolor fuerte en la cara interna de su brazo le obliga a reaccionar. Abre de golpe los ojos y se percata de que es YoonGi quien le habla frenético.

—¡JiMin! ¿Te encuentras bien? —angustiado, le palpa las mejillas una y otra vez, hasta que logra sentarlo. Aturdido, logra poner algo de atención a lo que sucede a su alrededor: se encuentra en su sillón, mareado y con la respiración agitada.

—Huh, ¿qué me pasó? —desorientado, se frota el brazo, sin saber de dónde vino ese dolor punzante.

—Te desmayaste, solo estuviste inconsciente como por un minuto, pero entré en pánico, estaba por llamar a una ambulancia. ¿Te duele algo?

—Solo... solo el brazo, ¿por qué me duele el brazo?

—Perdón —suelta su respiración, sonriendo apenado y se sienta a su lado—. Tuve que hacerte reaccionar de una forma, eso lo aprendí en un curso de primeros auxilios, traté de no hacerlo fuerte, espero que no te quede un moretón, pero lo hice para que despertaras. No pensé que funcionaría.

—Ay no, Yoon, lo siento —rendido y avergonzado, deja caer su cabeza en el respaldo del sillón. De pronto, el recuerdo atesta su mente como una ola furiosa contra las rocas. Sus lágrimas de impotencia y miedo salen sin control alguno, cierra sus ojos para llorar, como si así YoonGi no pudiera verlo, se siente avergonzado, acorralado y sin saber cómo explicarle a su amigo lo que acaba de suceder.

—No tienes por qué disculparte, descuida —se acerca a él con sigilo, permitiendo que se tome su tiempo para calmarse. Hay un momento de silencio entre ellos, donde los sollozos de un corazón herido se contienen a un grado que le hace doler el pecho y la garganta.

     Entonces, JiMin mira a su amigo al fin, sus ojos húmedos expresan cada gramo de su dolor, del miedo que impregna su cabeza en este momento. YoonGi lee su cuerpo, percibe una necesidad y, como si pudieran hablarse desde su mente, le ofrece sus brazos y JiMin se lanza a ellos sin pensarlo.

     El desahogo libre llega, a pesar de la vergüenza que siente, pues el abrazo de YoonGi es tan seguro, no le genera asfixia alguna, sino que le brinda una calidez que no sabía que necesitaba en ese momento. Los sollozos llenan la sala y el suave siseo de YoonGi le acompaña. Al abrazarlo, lo mece como si fuera un pequeño que se ha raspado una rodilla, lo acaricia con respeto, su espalda y su cabeza son los blancos que reciben el consuelo. Tras unos breves minutos de mecerse, el llanto cesa y JiMin es quien toma la iniciativa de terminar el abrazo, alejándose a modo de reflejo por lo apenado y ridículo que se siente.

—Perdóname, en serio. No sé qué me pasó. Si quieres puedes irte, ya dejé de llorar, no creo que vuelva a desmayarme —intenta retraerse, evitar tener que hablar por miedo a ser juzgado, pues la razón de su desmayo le apena tanto como le aterra.

—JiMin, no creo que sea buena idea dejarte solo —responde YoonGi, siendo cuidadoso con su tono de voz para no alterarlo—. Es que cuando te desmayaste, parecías estar demasiado aterrado de... de alguien, dijiste que habías visto a alguien y luego te desmayaste.

     JiMin agacha la mirada, juega con las mangas de su suéter, sin saber qué decir. El nudo en su garganta se forma con violencia y sus lágrimas quieren ganarle de nuevo, reprimiéndolas en vano porque sus mejillas se humedecen en segundos.

—No sé qué fue lo que vi —titubea al hablar y se arrincona en el sillón, abrazando sus piernas—. Cuando pasamos al lado del parque creí ver algo... a alguien... Pero tal vez solo fue mi imaginación, probablemente me estoy volviendo loco o algo así.

     JiMin se burla de sí mismo, en un intento por aligerar la carga emocional. Funciona, pues YoonGi le sonríe de vuelta a pesar de que está preocupado.

—Bueno, eh... —titubea un poco, buscando las palabras correctas para poder ayudar, aunque sea un poquito—. En... en terapia me han enseñado que cuando vivimos cosas aterradoras o difíciles, es normal sentirse así, además el cuerpo responde, colapsa. Sé de eso, he sido presa del pánico al igual que tú, por eso te entiendo. Si necesitas hablar, puedes contarme. Ya estamos en la privacidad de un departamento, así que estás a salvo y lo que sea que me cuentes, no lo juzgaré.

     En la seguridad de su caparazón, JiMin duda por un instante si debería o no abrirse con YoonGi. El chico le ha demostrado ser genuino y sabio, pero teme ser señalado por la situación que vivió, por los años en los que le entregó a HyunSoo toda su vida en bandeja de plata y se olvidó de sí mismo, convirtiéndose en su sombra.

—Prométeme, de verdad, que no te vas a burlar de mí —dicta con voz temblorosa y limpia sus lágrimas restantes con la manga de su suéter holgado—. Siento que sonaré como un loco.

—Entre locos nos entendemos, supongo —YoonGi imita la posición de JiMin, acomodándose sobre el sillón y abrazando sus piernas.

—Creo que necesito algo de soju para esta conversación. ¿Qué dices?

—Me parece una buena idea —YoonGi se pone de pie y le ofrece su mano a JiMin, quien la toma y se apoya de la fuerza de su vecino para pararse, agradecido porque aquel desmayo lo dejó débil, con las piernas un poco temblorosas.

     Sin embargo, en cuanto disponen su camino hacia la cocina, el departamento queda en la ya anunciada penumbra, al igual que el resto del edificio. Como primer reflejo, debido al miedo reciente, JiMin opta por aferrarse a lo más cercano que tiene. YoonGi no se niega a abrazarlo, puede notar que su corazón y respiración están acelerados.

—Calma, solo es un apagón, HyeJin nos dijo que probablemente esto pasaría, ¿recuerdas?

—Sí, lo siento —apenado, se aleja de ese abrazo tan repentino y saca su teléfono del bolsillo, lo agita un poco y la linterna se enciende.

—Descuida. ¿Tienes velas?

—Sí, sígueme, ten cuidado, no vayas a tropezarte —advierte, entonces YoonGi también enciende su linterna y siguen su camino hacia la cocina.

     Las manos del chico tiemblan mientras intenta dar con las velas, abriendo uno a uno los cajones, pues estar a oscuras le genera ansiedad en ese momento, su sistema colapsado no puede tolerar una sorpresa más.

—Aquí están. ¿Me alcanzas un par de vasos de vidrio? Están en aquella alacena.

     YoonGi obedece, poniendo sobre la barra de la cocina dos vasos transparentes y con rapidez, JiMin coloca una vela en cada vaso, encendiéndolas con habilidad, tratando de ahuyentar la oscuridad de su departamento.

—¿Estás bien?

—Sí, pero se sintió como cuando era niño y subía corriendo las escaleras del sótano porque creía que un monstruo me iba a atrapar.

—Por suerte, aquí no hay monstruos y tampoco tenemos un sótano lleno de ellos, al menos eso creo, HyeJin no me ha dado el tour completo del edificio —ambos ríen, sus facciones se remarcan mejor con la luz naranja que expiden las velas, incluso se develan las pronunciadas ojeras de JiMin, sirviéndole de nada el maquillaje que usó para ocultarlas.

—Bueno, siéntate. Eres mi invitado, así que te serviré.

     Como buen invitado, YoonGi se sienta en el taburete alto, apoyando sus codos en la barra, a la espera de que JiMin se encargue de preparar todo. Sobre la mesa pone el soju, un plato hondo donde vierte las botanas y también saca de la cúpula de vidrio algunos cupcakes que le sobraron de los últimos lotes que cocinó.

     Al servir la bebida, cada uno toma su pequeño vaso y se miran con complicidad, como diciéndose "después del primer trago, ya no hay vuelta atrás", o al menos eso es lo que JiMin siente.

—Salud —dice el invitado, sonriendo, luego ambos beben al mismo tiempo. La garganta arde al principio, pero el sabor dulce amargo es agradable y el simple acto de beber juntos, convierte ese momento en algo muy íntimo.

—Espero que al menos esto me ayude a dormir, no me siento capaz de hacerlo por mí mismo. Todo se siente... confuso —suspira derrotado, mirando fijamente su vaso como si buscara ahí las respuestas que necesita. Está incómodo, no sabe por dónde empezar.

—¿Quieres hablar sobre lo que pasó?

—¿Quieres servirme otro trago? —La mueca en su rostro hace obvia su inquietud, su dificultad para ser valiente y hablar.

—Otro trago será —ahora es el invitado quien llena ambos vasos, el ambiente se siente más tenso—. No tienes que forzarte a hablar, no te sientas presionado.

     JiMin solo asiente, su mirada sigue perdida y su mandíbula, tensa. El silencio que los invade y la oscuridad a su alrededor, provoca que JiMin quiera quedarse así durante toda la noche, sin conversar, solo mirando cómo la vela se consume y sintiendo el alcohol nublándole la mente, deseando olvidar lo que creyó haber visto. Luego de un trago más, adquiere la ligereza de lengua que un poco de alcohol genera en su sistema.

—Las cosas no han ido bien para mí últimamente, lo de hoy... fue un derrumbe horrible. Todo lo que él me hizo, regresó a mí en un segundo —finalmente, JiMin decide hablar, con la vista ahora nublada por las lágrimas. Se sirve un vaso más, tomándoselo a pecho y preparado para dejarse ir.

—JiMinnie, ¿de verdad quieres hablar sobre eso? Ya te dije que no estás obligado, si no te sientes cómodo, no es necesario, podemos hablar de otra cosa o simplemente beber en silencio, si quieres —frota su mano sobre la de su amigo, para demostrarle su presencia y comprensión en todo sentido.

—Quisiera contarte, pero de todas formas pensarás que estoy loco —ríe con sarcasmo o quizá algo de lástima por sí mismo.

—Loco o no, quiero escucharte. Además, te dije que no te juzgaría.

—Allá en el parque —mira de reojo a YoonGi, luego mantiene su atención en el pequeño vaso de cristal mientras habla con su voz tenue—, creí ver a mi ex novio. Y esa vez que me viste subiéndome al bus, tenía miedo de que él apareciera por algún lado, estaba sintiendo mucho miedo y por eso me porté como un imbécil maleducado, fue porque tuve que salir corriendo. Hoy pasó lo mismo, pero se sintió más real, no sé si mi vista me engañó, pero él estaba ahí, parado como todo un acosador.

—¿Crees que tal vez te esté siguiendo?

—Sí y no —un nuevo suspiro, trata de ordenar las piezas en su cabeza, pero nada tiene sentido—. Él siempre fue amenazante y... malo, en muchos sentidos, pero jamás me siguió o me acosó, nunca fue directo contra mí, pero sí acosó a mis amigos. Las veces que intentaba alejarme de él, él me llamaba y me manipulaba a distancia hasta que me convencía de volver. Durante tres años hizo de mí lo que quiso, me alejó de mis amigos, de mi familia, por poco también me hizo dejar mi trabajo, hasta que lo terminé hace un mes. Me amenazó, dijo que no me iba a librar de él tan fácilmente, pero desde ese día no he vuelto a tener noticias de él. No me ha buscado, ni siquiera mis amigos o familia lo han visto, como si se hubiera esfumado. Y hoy simplemente... ¿Ves? Te dije que sonaría como un loco, quizá ya lo estoy alucinando por el miedo que tengo. Soy tan estúpido y paranoico.

—No lo eres —afianza su mano sobre la de JiMin y le sirve más bebida en su vaso—. JiMin, tuviste un novio violento, quizá un psicópata de película. Te lastimó, hizo mierda tu mundo. No estás loco, no eres estúpido ni paranoico, solo intentas protegerte. No tiene absolutamente nada de malo.

     JiMin no puede evitar el llanto, el soju no es el responsable, sino su miedo y la impotencia que siente. Además, siempre ha sido débil ante ese tipo de palabras de empatía. Le cuesta mucho entenderse a sí mismo, pero lo intenta a pesar de todo. Antes de retomar la conversación, se empina el contenido de su vaso y limpia sus lágrimas con su mano libre, pues no ha soltado para nada esa mano amigable que lo sostiene.

—Lo sé —toma un largo suspiro para reponerse del llanto—. Tú y mi amigo Jin son tan parecidos, me dicen esas cosas y logran hacerme sentir mejor, son tan sabios, yo realmente quisiera poder darme cuenta de esas cosas por mí mismo.

—Con el tiempo lo harás, por ahora lo importante es que estés a salvo.

—El problema es que no me siento a salvo —retira su mano, alterado por las emociones violentas que le atormentan—. Lo de hoy, no sé si fue real o solo lo imaginé. Me da miedo que sea real y él cumpla su palabra. Últimamente tengo la sensación de que me observa desde lejos, de que me persigue o de que me lo encontraré girando la esquina. Odio sentirme así, detesto vivir con miedo.

—No me gusta ser de los que dan consejos, pero... ¿y si pones una denuncia? Tal vez solo por precaución, podrías decir que viste a alguien amenazante en los alrededores de tu vecindario y la policía se encargaría de cuidarte.

—No creo que sea adecuado, eso podría atraer su atención y no quiero que me pase algo, o peor, que te haga daño a ti o a mis amigos. Tiene contactos porque su papá es un funcionario importante que básicamente puede hacer lo que le plazca con el mundo, así que es probable que no me escuchen —no puede evitar hacer una mueca ante tal sugerencia, tal y como reaccionó cuando Jin le habló del mismo tema.

—Ya veo, entiendo. Bueno, si la policía no es una opción, entonces nosotros lo somos.

—¿A qué te refieres con "nosotros"?

—A nosotros, tus amigos y familia —dice eso con orgullo de señalarse como alguien de ayuda—. Si nunca estás solo, él no podrá acercarse, en caso de que sí esté siguiéndote. Solo debemos buscar la manera, yo te acompañaré a donde sea que lo necesites, puedes contar conmigo.

—Gracias, de verdad. Pero en serio me da miedo que él pueda hacerte algo.

—Si lo piensas bien, no le conviene lastimar a nadie porque si es tan influyente como dices, miedo le sobrará de arruinar su reputación, sobre todo si es en público. Pero de verdad, cuenta conmigo. Sé que no confías en la policía, ese puede ser nuestro último recurso, pero no lo descartemos. ¿Bien?

—Bien —finalmente, puede sonreír con más tranquilidad. Con YoonGi se siente tan seguro como con Jin o con su familia, salvo que la forma en que le dice las cosas, lo toca y le sonríe... es simplemente diferente.

—Salud por eso.

     Ellos brindan y beben de golpe un vaso más, quitando uno a uno los filtros y barreras que instalaron en un principio para protegerse. Pareciera que estar en la privacidad de un hogar, les da la libertad de hablar de sí mismos con más transparencia.

     A pesar de las lágrimas derramadas y del miedo a ser juzgado de loco, la noche para JiMin comienza a sentirse más ligera, no solo por el alcohol, sino por la presencia tan reconfortante de su vecino, que ahora es más que eso, es un amigo real.

—Gracias por hacerme compañía y por ayudarme, no sabía que eras un experto en primeros auxilios —bromea, ahora empujándolo de un hombro, el ambiente se ha aligerado luego de soltar esa enorme carga de dolor en su pecho.

—Bueno, sé un poco de todo, una vez fui voluntario en una brigada de salud, aprendí a sacar sangre y esas cosas aterradoras, ahí descubrí que la medicina no era mi fuerte —hace reír al otro con sus caras tontas y su propia risa—. JiMin, ya hablando en serio, cuenta conmigo para lo que necesites. No tengas miedo de mostrarte tal cual eres y contarme lo que quieras, ¿está bien? Soy un chico sensible.

—Ya lo noté, pero no eres más sensible que yo, lloro por todo, por nada, porque sí, porque no y por si acaso.

—¡Oye, yo también soy un llorón, pero no has conocido esa parte de mí!

—¿Y qué esperas para mostrármela? Ya me sinceré contigo, ahora es tu turno de contarme algo turbio, así estamos a mano.

—Otra noche será, ahora creo que deberías ir a dormir, es tarde y mañana trabajamos —tras las risas, JiMin hace un pequeño berrinche, ahora sí producto del alcohol.

—No quiero ir, me reportaré enfermo.

—Enfermo vas a amanecer si no tomas algo de agua y comes algo, anda, bebiste mucho —le acerca el plato de frituras y JiMin come, haciéndose el obligado.

—Quédate —pide con su voz arrastrada, sin una pizca de la vergüenza que tendría si estuviera sobrio.

—¿A dormir? —YoonGi, quien es más resistente al alcohol y apenas se ha medio adormecido, se sorprende ante esa petición.

—Sí, no me dejes solo, si despierto gritando a la mitad de la noche y estoy solo, me sentiré peor. ¿Puedes hacer eso por mí, vecinito?

—Lo haré si te portas bien, anda, a penas has tocado las papitas, te serviré un vaso de agua.

     Un borracho JiMin se queda tendido a medias en la mesa, llevándose perezosamente las frituras a la boca, hasta que un vaso de agua se atraviesa en su campo visual y lo bebe a regañadientes.

—¿Sabes qué nos vendría bien en este momento? ¡Tinker Bell!

—Es una buena idea, pero te recuerdo que no hay luz —YoonGi está deleitado por lo espontáneo que se ha vuelto JiMin al estar ebrio, siente que no puede negarle nada, que tiene que protegerlo.

—¡Ah, me lleva el carajo, que vuelva la luz ya!

     Nuevamente, las risas inundan la cocina y, justo como si fuera magia, la luz vuelve a iluminar el departamento. Torpe, JiMin aplaude y celebra como un niño pequeño, luego sopla las velas. Seguro mañana se arrepentirá de haberse dejado llevar por el alcohol y las emociones, pero ahora solo quiere disfrutar el resto de la noche.

—Ten cuidado, te caerás de la silla si sigues moviéndote así, borrachín.

—Borrachín mis bolas. ¡Vamos a mi cuarto! Ahí está el televisor, pero tendrás que poner la película tú, porque yo no sé usar el control cuando estoy así, mira, mis manos tiemblan.

     El invitado lleva casi arrastrando a un parlanchín y risuelo ebrio, a quien deposita en la cama para que se ponga cómodo mientras enciende el televisor y busca la película favorita de ambos. Se limita a sentarse al lado de JiMin en la cama, sin invadir su espacio. Al principio, el adorable ebrio ríe y se emociona cuando la película comienza, pero luego de diez minutos, ya ha caído en los brazos de Morfeo.

     YoonGi, al notarlo, apaga el televisor y las luces y se recuesta al lado de él, mirándolo dormir, con la tentación de acariciar su rostro debido a lo bello y vulnerable que es. Mientras lo observa y espera a que su propio sueño le venza, lo único que pasa por su cabeza es la necesidad de protegerlo, ayudarlo a resistir mientras pasa por aquello que le atormenta, mientras se deleita con su hermosa compañía que, sin querer, comenzó a gustarle demasiado a partir de hoy. Sin embargo, YoonGi no es consciente del peligro que quizá podría implicar estar con JiMin.

     Porque real o inventado, JiMin está siendo acechado por algo que podría aprovecharse de esa vulnerabilidad, de esos pequeños huecos que está intentando abrir alrededor de su caparazón, permitiendo que los demás lo vean, lo abracen, lo escuchen y así volver a vivir su vida después de tanto tiempo.




Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top