7. El mundo exterior
—A ver, Mimi, respira hondo primero, no puedo ayudarte si estás todavía hiperventilando.
—Pero... pero...
—Concéntrate... espera, espera un segundo, déjame pensar... —solo se escuchan las respiraciones de ambos por un segundo, agitadas por el momento repentino de pánico, entonces SeokJin busca frenético en su celular, navegando por alguna cosa que le pueda servir. Cuando lo logra, vuelve a hablar, siguiendo instrucciones de una página web y rogando para que funcione: —Ahora mismo quiero que voltees a tu alrededor y me digas cinco cosas que puedas ver a tu alrededor.
—Eh... el almohadón rojo de la sala... —pudo enlistar aún con la respiración agitada, sentado en el suelo bajo la barra de la cocina, como si se protegiera de un tiroteo.
—Vas bien, continúa.
—Las... las cortinas, la naranja que se me cayó, tus pantuflas y... y el tapete de la entrada.
—Perfecto, muy bien, ahora dime cuatro cosas que puedas escuchar.
—Mi corazón latiendo fuerte, la calefacción, los pasos del vecino de arriba y... y tu voz.
—Muy bien, ahora tres cosas que puedas sentir.
—Calor en mis orejas, mucho calor... comezón en mi mejilla por el sudor y... mi cinturón apretándome.
—Ahora, dos cosas que puedas oler.
—Huelo... mi aliento a soju de mandarina y el perfume de YoonGi, olía a sándalo.
—Una cosa que puedas saborear, por último.
—Pastelitos de arroz —menciona en un solo suspiro, rendido y cansado.
—Perfecto, ¿ya te sientes mejor?
—Sí —suspira al fin, su mente se ha distraído de la ansiedad y puede ponerse de pie para recostarse en el cómodo sillón.
—Ahora explícame de nuevo qué sucede, Mimi.
—Creo que todo es demasiado estúpido, ahora que lo pienso, no tiene caso.
—Park, tuviste un ataque de pánico, luego de un mes de tranquilidad, por supuesto que tiene caso, déjame ayudarte. Dijiste que tu vecino te invitó a salir de paseo al parque. ¿Qué sucedió? ¿Te dio desconfianza? ¿Hizo algo que te incomodara?
—No, fue bastante amable, me agradó mucho, de hecho —recostó su cabeza en el brazo del sofá y puso su teléfono el altavoz para poder estar más cómodo y liberar sus manos.
—Pero algo pasó, cuéntame.
—Es que... de pronto me volvió el miedo de que él esté por ahí, que me vea con YoonGi y le haga algo.
—Amorcito, ya hace un mes que no sabemos nada de él, creo que deberíamos fiarnos de esa ausencia y agradecerla, no te ha vuelto a joder la vida y eso es maravilloso, significa que puedes empezar otra vez y tener amigos nuevos, mientras no los quieras más que a mí, obvio.
—Eso jamás, tú eres mi mejor amigo —sonríe gracias a los tontos celos juguetones de SeokJin, entonces su pecho se destensa y relaja, tanto que es doloroso, pero lo sobrelleva al recordar que no se ha visto ni la sombra de HyunSoo en todo un mes.
—Lo sé, pero hablo en serio. ¿Te sentirías más seguro si yo te veo desde lejos mientras sales de paseo con tu vecino?
—Eso es medio psicópata, pero sería una buena idea.
—Mejor que sea yo el que te observa, ¿no crees? Te cuidaré y estaré alerta, para que te sientas más seguro. Sabes que puedo hacerlo, no es problema para mí, solo dime a qué hora.
—Claro, te diré. Muchas gracias, Jinnie, de verdad, eres mi salvavidas.
—No me agradezcas, sabes que cuentas conmigo.
—No sé que haría sin ti, sinceramente —un silencio un poco extraño se instaló en la línea, hasta que SeokJin habla otra vez.
—Mimi, ¿no has pensado en ir a terapia? Es decir, sabes que yo puedo ayudarte y estar para ti siempre que lo necesites, pero con estos ataques de pánico y el miedo que tienes, siento que sería bueno que un profesional te ayude, incluso un psiquiatra podría ayudarte.
—¿Y que me mediquen para tenerme idiota todo el día? Ni de chiste, Jinnie. Puede que la terapia sí, pero un psiquiatra jamás.
—Tranquilo, Mimi, solo fue una sugerencia, creo que te haría bien. Considéralo, ¿sí? Eso que te puse a hacer para calmarte lo encontré en internet porque entré en pánico por ti, pero para esto creo que alguien experto debería ayudarte.
—Bien, buscaré, pero nada de medicación.
—Te ayudaré a buscar, verás que estarás bien y esperemos que no la necesites.
—Gracias, de verdad.
—Bien, ahora ve a darte un baño relajante, iré más tarde a hacerte algo de cenar y vemos una película.
—Va, nos vemos.
Derrotado, cuelga el teléfono. Siente como si una estampida le hubiera pasado por encima, sus miedos siendo las fieras que le dejaron exhausto y con sensación de pesadez, la cual mejora cuando termina de darse una ducha caliente y se pone su pijama favorito. Es entonces que logra reunir valor para contestarle el mensaje a YoonGi.
Vecino Park:
Claro, mañana estoy libre en la tarde. ¿Tendremos un picnic o solo iremos a congelarnos en el parque?
Vecino Min:
Oops, olvidé el asunto del clima. Cambiemos el objetivo del día: vayamos caminando a buscar algún café o restaurante por aquí cerca.
Vecino Park:
Hecho. Te llevaré a un lugar especial que conozco, es a donde voy a ocuparme de la aburrida parte administrativa de mi trabajo, mientras tomo café.
Vecino Min:
¿Llevo también mis cosas administrativas? Resulta que hay mucho papeleo respecto al salón de yoga.
Vecino Park:
No, solo tú y yo, sin trabajo, no arruines el día o me enojaré.
Vecino Min:
Como usted ordene, vecino, nos vemos mañana entonces.
Quién diría que luego de tan terrible episodio donde sintió que las paredes lo ahogaban, ahora enviar esos mensajes es reconfortante y hasta se siente orgulloso de tener una especie de cita con alguien que acaba de conocer. A pesar de que se siente atraído, lo reprime, no se siente correcto para nada, mucho menos va a permitir que las cosas "fluyan" o "caigan por su propio peso". Lo más que puede permitirse ahora, es solo una amistad casual con su vecino, nada más.
—Entonces recuerda, si te sientes otra vez en pánico, sacas el pañuelo rojo de tu abrigo, lo pones a la vista e iré corriendo a auxiliarte. ¿Entendido?
—Entendido —el pañuelo rojo en su mano se ve como una promesa de seguridad, una en la que confía por completo, así que lo guarda en su bolsillo izquierdo y está listo para partir.
Han quedado a las cuatro de la tarde, cuando el sol de las vísperas del invierno todavía puede calentar la tierra y los alientos no se exhalan tan blancos. SeokJin sale primero, JiMin se queda mirando el reloj analógico de gatitos que está al lado del refrigerador y casi cuenta los segundos, hasta que su puntual vecino interrumpe su concentración en el segundero.
—Hey, vecino, hoy es un día histórico, mi terapeuta se sentirá muy orgulloso de mí cuando le cuente esto —es lo primero que YoonGi dice cuando JiMin le abre la puerta, el chico parece estar tan entusiasmado, sin querer se muerde los labios y juguetea con un pequeño dado en su bolsillo, ese objeto donde canaliza los nervios.
—Bueno, si es necesario que te firme una constancia, solo dímelo y lo haré con gusto —de manera natural, JiMin ríe como si le conociera de toda la vida y cierra su departamento.
—Ya, no es para tanto, vamos —se sonroja, así que le hace señas con la cabeza para que caminen por el pasillo, su vecino le sigue entusiasmado y juntos, bajan por las escaleras, encontrándose con HyeJin en la caseta.
—Veo que ustedes dos, par de ermitaños, por fin decidieron conocerse. ¿Primera cita? —les hace la observación, haciendo que ambos miren al suelo y se sonrojen, entonces ella se suelta riendo como desquiciada—. ¡Yah! No me tomen en serio, yo shippeo todo lo que se mueve, no se sientan incómodos. ¿A dónde van?
—Llevaré a YoonGi a conocer los alrededores, Hye, no es una cita. Shippear todo lo que se mueve puede ser peligroso—le regaña con mirada inquisitiva, pero de todas formas se ríe, pues la palabra "cita" cosquillea agradablemente en sus labios.
—Hasta el día en que me muera, seguiré shippeando todo lo que se me de la gana —con su gran sonrisa, sigue intimidando a YoonGi, entonces detiene su jueguito un poco pesado—. Qué bueno que ya decidiste conocer los alrededores, YoonGi. Creo que no nos hemos presentado formalmente, te veo todos los días al bajar, pero nunca me saludas.
—Lo siento... ansiedad social —contesta aún con su mirada baja, usando su justificación habitual como un escudo—. Eh... ya sabes mi nombre, pero no recuerdo el tuyo, perdón...
—Ahn HyeJin, cariño, pero no solo soy tu guardia, también soy la amiga de Mimi aquí, ahora también puedo ser la tuya, no muerdo, lo juro.
—¿Mimi?
—Sí, este flacucho rubio que te va a sacar de tu cueva, es Mimi.
—¡Hye! —regaña JiMin, sonrojado porque su apodo cariñoso no es algo que todo el mundo sepa, solo sus personas allegadas, pero... ¿YoonGi podría serlo?
—Ya, no los molesto más, váyanse. Les aviso también que va a venir un electricista a reparar algunos cableados, así que probablemente no tengamos luz esta noche, tomen sus precauciones.
—Gracias —contesta YoonGi, su voz no podría ser más baja y tímida.
Cuando se despiden y toman su camino, el vecino ermitaño por fin respira libre, quedó muy saturado luego de esa charla algo incómoda con su portera.
—Disculpa a Hye, ella es muy expresiva a veces, no se controla, mucho menos con las personas nuevas, le gusta llamar la atención, pero es una persona muy adorable, te va a caer bien con el tiempo.
—No es cosa de ella, soy yo, son mis defectos y mi ansiedad, me es muy difícil hablar con gente nueva.
—Pero lo lograste, ayer hablaste conmigo y hoy conociste mejor a Hye, yo no seré terapeuta, pero pienso que lo estás haciendo bien.
—Gracias, pero si te soy sincero, ni siquiera tengo idea de cómo es su rostro justo ahora —confiesa con cierta vergüenza.
—Luego tendrás el valor para mirarla bien y memorizar su rostro, olvídate de Hye ahora, mejor mira a tu alrededor, porque las calles son las que es importante que memorices —le da un empujoncito amistoso con su codo, entonces conectan miradas y al instante prefieren observar mejor las calles que les rodean, la timidez entre ellos es muy grande, sobre todo con HyeJin metiendo entre ellos la duda de "¿esto es una cita?". YoonGi no ha dejado de pensar en esa palabra y se siente un poco culpable de estar considerando eso, incluso hasta piensa que fue demasiado rápido invitar a salir a JiMin.
¿En qué mierda estabas pensando? ¿Quién te crees? ¿El Gran Gatsby, como para andar haciéndote el importante y creerte con el derecho de quitarle tiempo valioso a JiMin? ¿Y si está saliendo contigo solo por lástima? Eres tan patético...
—Oye, ¿todo bien? Te ves... incómodo.
—Estoy bien... solo necesito sentarme a respirar un momento, espera... —angustiado, se sienta en una de las bancas públicas, cierra sus ojos y comienza a contar sus dedos en pequeños susurros que JiMin a penas distingue, se siente ridículo haciendo aquello frente a su vecino, pero solo así logra controlar la ansiedad que de pronto surgió. Su cordura está pendiendo de un hilo, al igual que sus ganas de continuar fuera de casa.
JiMin lo observa y puede verse a sí mismo en ese ser ansioso que está siendo YoonGi, así que se sienta junto a él y se arriesga a ponerle la mano en un hombro, llama su atención. El otro abre los ojos de golpe y se sorprende.
—Mira a tu alrededor —le señala la calle y los parques de alrededor con un ademán—. Juguemos un juego, dime cinco cosas que puedas ver.
Al recibir esa orden, YoonGi se da cuenta de lo que JiMin intenta hacer, se siente cohibido, pero algo dentro de sí, un instinto, le dice que su vecino es una persona amable que solo lo intenta ayudar, así como cuando él intentó hacerlo hace un mes.
—Un auto negro, una niña en bicicleta, los cerezos, esa nube con forma de gato y... una anciana paseando a su perro.
—Bien, ahora dime cuatro cosas que puedas escuchar —JiMin afianza su mano sobre el hombro de su amigo, dándose cuenta de que el ejercicio funciona.
—Un bebé llorando, un... un auto que acaba de sonar su claxon, una motocicleta y... tu respiración.
—Ahora, tres cosas que puedas sentir.
—Frío... pero también calor en mis orejas y... mis manos hormiguean.
—Ahora, dos cosas que puedas oler.
—La tierra húmeda y a ti —por fin, lo mira fijamente y sonríe, agradecido porque su ansiedad está bajando—. Hueles a lavanda, me gusta ese olor.
—Gracias —lo observa a los ojos, con una sonrisa idiota—. Por último, dime una cosa que puedas saborear.
Tus labios, hermoso.
—El algodón de azúcar que está vendiendo ese señor de allá —le señala, JiMin voltea y nota al hombre, pero ahora su mente está enfocada en lo agradable que es estar tan cerca de YoonGi en este momento.
—Bien hecho. ¿Cómo te sientes?
—Me siento mejor, de hecho... tenía mucho tiempo sin hacer ese ejercicio, ya había olvidado que existía, mi psicólogo me lo enseñó hace tiempo.
—Mi amigo Jin me lo enseñó, no es psicólogo, pero hablamos por teléfono y me ayudó a calmarme cuando estaba en una situación parecida, lo encontró en internet y me ayudó mucho.
—Oye, gracias, de verdad, no era mi intención ponerme así, es que... solo he salido al trabajo y a las compras de comida en todo este mes y estar en otro lugar me pone mal —nota la mano cálida de JiMin sobre su hombro y sonríe, no quiere que la quite de ahí.
—Ya, no te preocupes, todo está bien, me alegra haberte ayudado.
Si JiMin pudiera ser sincero con YoonGi en este momento, le confesaría que también se siente extraño, con ganas de aferrarse a su brazo para asegurarse de que todo estará bien. Se da cuenta de que se encuentran ambos en una situación muy similar, así que eso logra hacerle sentir un poco más confiado de quizá hablar sobre sí mismo.
—Y me alegra que hayas estado, la verdad, a veces soy un poco patético —se ríe, logrando que su amigo rubio le siga el juego. Así, la tensión se va, incluso el miedo de que él aparezca.
—Oye, deja de pensar eso de ti mismo o te acusaré con tu terapeuta, quien quiera que sea.
—No me acuses, por favor, solo es una expresión —sigue el jueguito y logran reír una vez más. ¿Por qué reír con JiMin se siente tan bien? Raras veces ha logrado algo así sin sentirse arrepentido justo al instante.
—Ahora vamos, todavía nos falta algo de tramo por caminar —le jala para levantarlo y reanudan su camino por la vereda junto al parque cercano. Entre ellos hay un silencio que solo logra ser opacado por los sonidos del exterior, hasta que YoonGi no soporta más la tensión y decide hablar, aunque no está seguro de si eso saldrá bien.
—Entonces... ¿Mimi?
—¡No lo digas en voz alta! —se avergüenza, pero sinceramente, su apodo se escucha tan bien en esa voz.
—Lo siento, es que me llamó la atención. No todos los días conozco chicos con apodos adorables.
—Es culpa de mi mamá, ella me puso el apodo desde pequeño y mis amigos cercanos se apropiaron de él cuando la escucharon llamarme así, me gusta, pero...
—Perdón, no debería decirlo si te molesta, no te conozco, no es correcto.
—Descuida —al notarlo un poco nervioso, le acaricia el hombro y lo mira con una sonrisa compasiva—. Creo que exageré un poco, solo es un apodo, puedes llamarme así si quieres, pero solo si prometes que serás mi amigo y saldrás conmigo, aunque te dé miedo el exterior.
—Bueno, no puedo prometerte que no me dará miedo y que saldré siempre, pero sí puedo ser tu amigo y quizá mandarte notas por debajo de tu puerta.
—A la antigua, me agrada —ambos ríen, han logrado conectar tan bien, que las amenazas han dejado de cobrar valor alrededor.
SeokJin los observa, caminando tras ellos discretamente a una distancia lejana, pero segura. Lleva puestos sus lentes para que su miopía no le haga pasar detalles por alto. Está orgulloso de JiMin, de verlo interactuar con risas e incluso ayudar al otro. Al observar el comportamiento nervioso de YoonGi, puede deducir que seguramente la pasa mal seguido debido a la ansiedad. Las probabilidades de encontrar a alguien similar a ti y que, además, te entienda y te ayude, son muy escasas, por lo cual SeokJin tiene un buen presentimiento sobre esa relación floreciente entre ambos vecinos.
Al llegar al tan mencionado destino, YoonGi se alegra de que no haya tantas personas. Solo se encuentran ocupadas un par de mesas, ellos eligen ir al fondo, donde hay un poco más de privacidad a pesar de que los espacios no están seccionados, pero estar alejado de los demás les da a ambos una sensación de más intimidad. El lugar es muy acogedor, de colores cálidos, dando la impresión de estar en medio de un bosque. Las series de luces cuelgan del techo y el olor a café y a miel de maple les da mucha comodidad.
—¿Qué me recomiendas? Hay demasiadas cosas en el menú y la verdad me da vergüenza pedir algo que no conozco y que no me termine gustando.
—No te preocupes, vecino, te ayudaré —con un heroísmo un poco exagerado y cómico, JiMin toma la tablilla del centro de la mesa y empieza a buscar entre sus cosas favoritas.
—Eres gracioso, me agrada eso.
—Solo tonteo demasiado —se sonroja un poco ante el halago, pero le distrae con el menú, señalando las opciones con sus dedos—. Mira, si te gusta el café caliente, puedes pedir cualquier cosa que te llame la atención de esta sección, todo lo que hacen aquí es delicioso. Si quieres postre, te recomiendo el pastel de zanahoria, si quieres algo más grande, los paninis y los croissants son buenos.
—Todo se escucha delicioso, es muy agradable todo aquí, me gusta, no había ido a un lugar así antes.
—Por eso es mi lugar favorito, sobre todo por la decoración, lo mío es lo rústico, vengo de una provincia pequeña, así que aquí me siento como en casa.
—Qué lindo, debe ser maravilloso vivir rodeado de naturaleza y en un lugar pequeño donde todos se conocen.
—Bueno, no exactamente, ya sabes lo que dicen, pueblo chico, infierno grande —bromea—. No es que yo tenga algo en contra de los pueblos chicos, pero la desventaja de que todos se conocen, es que se vuelve aburrido con el tiempo. Además, allá no podía estudiar lo que quería, así que mi mamá me dejó desplegar mis alas.
—Bueno, tienes razón, hay pros y contras siempre, para todo. Yo, con mi ansiedad, preferiría vivir en un lugar pequeño, así sabría quién me rodea y no tendría miedo todo el tiempo.
—No lo había visto de esa forma, tienes razón. ¿Algún día te gustaría irte a vivir lejos?
—Sí —responde sin dudarlo—. Ahora no, tal vez más adelante, cuando sea un señor barbón con panza de cerveza y haya reunido suficiente dinero como para no tener que volver a trabajar o al menos hacerme de un negocio para sobrevivir en una provincia pequeña.
—Me agrada esa determinación tuya —ríe con espontaneidad—. Es decir, es como si ya hubieras escrito tu futuro y se ve tan pintoresca esa imagen.
—Mejor no hablemos del futuro —le detiene, riendo con nerviosismo—. Ahora mismo, la verdad me cuesta mucho pensar en qué haré de mi vida y uso esa idea de irme lejos para calmarme cuando mastico demasiado mis pensamientos.
—Voto a favor de no seguir hablando del futuro —como un niño de preescolar, levanta su mano aprobando la idea de YoonGi.
—¿Y de qué quieres hablar, entonces?
—No lo sé, hazme una pregunta y yo decidiré si la contesto o no —le reta con una sonrisa, entonces la camarera interviene y el dulce ambiente entre ellos se interrumpe.
Ellos piden sus alimentos, sándwiches de queso fundido y café caliente, JiMin pide primero su latte con esencia de menta, entonces YoonGi se sorprende al tener ese gusto en común con él y terminan pidiendo lo mismo, cosa que le avergüenza a ese vecino y, cuando la camarera se va, JiMin nota el sonrojo.
—¿Todo bien? ¿Te gustó la camarera y no pudiste controlar tu vergüenza? —le pregunta, solo para molestarlo un poco, entonces YoonGi ríe y le da un pequeño codazo amistoso.
—No, no es eso, es que me acabo de dar cuenta de que, sin querer, terminé pidiendo exactamente lo mismo que tú. No soy un copión, lo prometo, ni siquiera estaba prestando atención cuando ordenaste porque me incomodó tener a la chica tan cerca, no porque me guste, es solo que no me gusta estar cerca de personas que no conozco, así como me pasó con HyeJin...
—Hey, respira —al notarlo exaltado, le toma la mano y enfoca su mirada en el chico—. Tranquilo, no pasa nada, solo es comida. Y si pediste lo mismo que yo, eso está muy bien, significa que tenemos en común esas cosas.
—Lo siento —apenado, esconde su mano—. Es que... las situaciones sociales me ponen así.
—¿Quieres contarme por qué?
—Creí que yo preguntaría primero —ahora, más relajado, le responde, también defendiéndose un poco para evitar hablar de su ansiedad.
—Bueno, adelante, pregúntame lo que quieras.
—Aquel día, cuando estabas teniendo un ataque de pánico, ¿qué fue lo que te sucedió? ¿Tenías miedo de algo? —fue directo al punto, quizá demasiado rápido y JiMin se incomoda, haciendo una mueca. Sin embargo, siente que le debe a su nuevo amigo esa transparencia, después de todo, está más que claro que ambos tienen problemas de ansiedad qué resolver.
—No... no quiero hablar de eso ahora realmente... —se encoge al instante, cohibido y sintiéndose idiota por no poder abrirse de la misma manera que YoonGi lo hace.
—Lo siento, creo que fui muy directo contigo, no tienes qué contarme si no quieres.
—No es que no quiera, es que... —baja un poco su voz y mira de reojo hacia el otro extremo del lugar, donde SeokJin se encuentra bebiendo café y logra serenarse al notar su presencia.
—Está bien, tranquilo. Sé que no me conoces tan bien todavía como para platicarme al respecto, respetaré eso, descuida.
—Perdón —siente un gran nudo en su garganta, son las palabras atascadas que quieren salir, pero su miedo lo detiene—. No es que no te tenga confianza, es solo que me cuesta todavía. Quisiera poder hablar más abiertamente de lo que me pasa, así como tú.
—No siempre es bueno ser como yo —ríe de sí mismo y le toma cuidadosamente de la mano, para mostrarle su apoyo.
—Pero es que... es que es impresionante cómo tú, a pesar de tener esa ansiedad, puedes expresarla y parece que no te da miedo, me haces verlo como si fuera sumamente fácil, pero para mí no lo es.
—La verdad es que no lo hago con intención —le confiesa, llamando la atención de los ojos perdidos de JiMin—. Además de tener ansiedad, también suelo ser muy impulsivo, expreso demasiado y por eso la gente llega a enfadarse de mí o a llamarme pretencioso, a burlarse cada vez que les digo que tengo ansiedad, porque piensan que no quiero hacer cosas y que pongo excusas inútiles. Contigo fue diferente porque me comprendiste y no te burlaste, pero es raro que eso pase. ¿Ves? Sigo hablando demasiado porque estoy nervioso y luego me arrepentiré de haber hablado tanto porque siento que soy molesto para las personas.
—Respira... —JiMin lo nota exasperado de nuevo, así que sonríe con ternura hacia él, YoonGi responde y toma una respiración profunda, hasta que se calma.
—Perdón.
—No te disculpes, no has hecho nada malo, solo estás siendo tú mismo conmigo y eso me agrada. Prometo que te contaré sobre mi problema, pero no aquí, será tal vez cuando estemos solos. ¿Te parece bien?
—Claro, pero no estás obligado a darme esas respuestas, no me las debes, solo cuéntame si de verdad sientes que yo sería un apoyo para ti. Lo seré, aunque sea un miedoso.
—Gracias —responde con voz bajita y una sonrisa, como si estuviera contándole profundos secretos.
SeokJin, al verlo todo desde lejos, no puede evitar sentir su corazón creciendo de felicidad al ver a su mejor amigo teniendo una conexión bonita con otro ser humano, entonces decide tomar algunas fotos furtivas, capturando el momento en que sus manos se rozaron y sus risas se hicieron más anchas.
—Ahora yo responderé una pregunta —dice YoonGi luego de limpiar las lagrimitas que la risa provocó.
—¿Puedo preguntar por tu ansiedad social?
—Sí —responde—. Pero tal vez... el escenario menos ideal para hablar de mi ansiedad social, es precisamente rodeado de personas. Quizá podríamos dejar la charla sobre nuestras ansiedades cuando estemos de vuelta en nuestro edificio, yo invito el soju.
—Es un trato —le ofrece su meñique y el otro le corresponde—. Parece que estamos en más sintonía de lo que pensaba, eres muy agradable.
—¿Tú crees? La gente no siempre piensa eso de mí, generalmente me describen como torpe.
—Bueno, pues que se joda la gente, yo pienso que eres agradable, un chico sensible y amable.
—Gracias —sonríe, muy sonrojado, adorable ante los ojos de su vecino.
Entonces, la camarera vuelve, dejando la comida en la mesa con una lentitud algo desesperante que está utilizando como coqueteo ante cualquiera de los dos. Sin embargo, JiMin mira a YoonGi y YoonGi mira hacia sus manos nerviosas que reposan en su regazo y se pregunta cuánto tiempo más tardará en irse la chica.
Cuando al final se va, pareciera que una cuerda tensa alrededor de su cuello, al fin lo libera y le permite respirar con tranquilidad.
—La próxima vez, pidamos algo diferente, algo que nunca hayamos comido para que podamos probar más variedad del menú —sugiere YoonGi, pero su comentario le genera algo de malestar.
¿Por qué le dices eso? ¿No ves que podría pensar que eres un glotón o que no te gusta lo que acabas de pedir? Te trajo a su lugar favorito y terminas haciendo comentarios así, idiota.
—Me parece una gran idea —responde JiMin, luego da un pequeño sorbo a su delicioso café.
—¿De verdad? —se le nota sorprendido al ver que la reacción de JiMin es opuesta en absoluto a sus pensamientos distorsionados.
—Claro, nunca se me había ocurrido eso. Yo siempre que vengo, pido lo mismo porque es lo confiable, a veces no me da confianza probar algo nuevo y que termine por no gustarme.
—Me pasa igual —bebe un poco antes de hablar, el café dulce le cae muy agradable a su garganta seca—. Mi terapeuta me deja a veces este tipo de tareas donde debo hacer cosas diferentes, porque suelo ser muy rígido, usualmente me cuesta demasiado, pero creo que, si lo hago con compañía, podría ser divertido.
—Creo que tú y yo nos vamos a llevar muy bien, Min YoonGi —alza su taza, ofreciendo un tonto brindis con café, el cual es correspondido por su agradable nuevo amigo.
—Pienso lo mismo, nos felicito por haber salido el día de hoy —halaga YoonGi, con una gran sonrisa que derrite por completo a JiMin.
—Felicidades por nosotros. Sigamos con el juego de las preguntas, pero pregúntame cosas sencillas, clichés, nada que nos haga sentir incómodos. Hay que responder rápido, como si fuera un programa de preguntas, así conoceremos muchas cosas de nosotros en poco tiempo. ¿Sí?
—Me parece una buena idea —asiente YoonGi y se pone a pensar—. Ya sé con qué empezar. ¿Película favorita?
—Quinientos días con ella —responde sin dudar, sorprendiendo a YoonGi—. ¿Y la tuya?
—¿Prometes no burlarte?
—Puedes elegir no responder, pero si es así, te pondré un castigo —juguetea JiMin—. Vamos, no me burlaré, confía en mí.
—Bueno, mi película favorita es Tinker Bell y el secreto de las hadas —contesta sonrojado, mirando hacia su café.
—¡No puede ser! —ríe JiMin, pero se contiene para que el otro no lo mal interprete—. También es de mis favoritas, pero nunca lo digo porque siento que me tacharán de infantil.
—Por eso mismo me apenaba decírtelo, pero creo que no tengo nada de qué avergonzarme ahora.
—Para nada, es una película excelente —agrega JiMin mientras come pequeños bocados de su sándwich—. Va a sonar tonto, pero me parece muy hermosa la idea de encontrar a alguien que ames tanto a pesar de ser tan diferentes, así como en la película, no importa si es un hermano perdido o un amigo o... o algo más, pero siempre que veo esa película, me siento... no sé cómo llamarlo...
—¿Esperanzado? —le complementa YoonGi.
—¡Sí, exacto! —está tan feliz, que sus pies se revuelven un poco bajo la mesa—. Esa es la palabra, siento esperanza, es un sentimiento muy bonito. Cada vez que la veo, me siento feliz y muy vivo.
—Veámosla juntos alguna vez —en secreto, YoonGi se siente tan emocionado porque no puede creer que JiMin esté expresando justo lo que él mismo piensa y siente al ver esa película para niños. Además, puede notar en su vecino una chispa de nostalgia combinada con infinita inocencia y felicidad, cosa que le atrae y le hace querer saber más y más.
—Claro, estaría contento de compartir eso.
—Yo igual... pero acabo de darme cuenta de que esto es más una charla que un programa de preguntas.
—Tienes razón —JiMin se sonroja al notar que se dejó llevar por la emoción—. Supongo que no va a funcionarnos, somos como dos pericos parlanchines.
—Yo creo que sí nos va a funcionar. Yo prometo contestar rápido y sin vergüenza si tú prometes no devolver la pregunta, que sean diferentes, sé creativo.
—Es un trato —nuevamente, levanta su taza para un brindis con café bien correspondido, el tintineo de las tazas da apertura al juego de las preguntas.
—Es tu turno —le incita YoonGi.
—Bien... ¿Comida favorita?
Ambos beben, comen, contestan preguntas hasta que terminan siendo casi el centro de atención en el pequeño café casi deshabitado. Las risas y las miradas, las torpezas y los roces furtivos de sus manos, crean alrededor de ellos una atmósfera tan agradable, pareciera que ninguno de los dos sufre en soledad, que ninguno de los dos llora por las noches ni se avergüenza de expresar su singularidad.
Entre preguntas y risas, se van lanzando una mirada sonriente y cómplice, donde queda implícito el hecho de que volverán a salir, se verán seguido porque la compañía del uno es gratificante para el otro. Mientras eso se maquina en las mentes de ambos, a la par JiMin intenta no pensar demasiado a futuro, porque le aterra pensar en enamorarse, mientras que YoonGi se trata de hacer a la idea de que ahora que ha hecho un amigo nuevo (uno que le atrae demasiado), es probable que se vea en la situación de salir de su zona confortable más veces de las que tenía planeado.
¿Pero no son así las buenas relaciones de cualquier tipo? Surgen de la nada, espontáneas, nadie las intenta forzar. Para YoonGi, este evento es una clase de serendipia. Él solo tocó la puerta de su vecino como un gesto de educación impuesto por su cultura, esperaba solo conseguir una leve relación cordial, donde el uno al otro se podrían pedir una taza de azúcar de vez en cuando, lo típico, mas no contaba con que terminaría sentado frente al chico que, jura para sus adentros, le queda el cabello rubio mejor que a nadie, además es hermoso, divertido, inteligente y, para su sorpresa, tiene con él más en común de lo que esperaba.
Al finalizar su comida y su charla, es momento de regresar a sus departamentos para continuar con la conversación en un lugar más privado. Entre más se acercan de vuelta a su edificio, JiMin va sintiendo la valentía de contarle a YoonGi sobre él, quizá con la esperanza de tener un punto de vista diferente o de drenar el miedo que tuvo al salir ese día.
Paran en la tienda para comprar un poco de soju y frituras, con SeokJin vislumbrando a lo lejos, asegurándose de que regresará sano y salvo a su departamento.
Mientras están en la fila para pagar, tonteando un poco y hablando sobre la comida del café, JiMin de pronto siente un extraño escalofrío en su cuello, a pesar de llevar bufanda y su grueso abrigo.
—¿Estás bien?
—Sí, solo sentí un poco de frío. Ya es nuestro turno, paguemos.
—Yo invito —sin dejarle espacio, saca su cartera y le entrega su tarjeta a la empleada.
—La próxima vez, déjame invitarte —le reclama con sus labios abultados, dándole el aspecto de un pollito enojado.
—La próxima vez, entonces —sonríe al verlo hacer ese gesto, como si hiciera un berrinche.
Tras pagar, salen de la tienda, afuera ha oscurecido un poco, perdieron la noción del tiempo cuando estaban en el café, por lo que ahora enfrentan un poco de aire frío al volver.
Hay un pequeño grupo de árboles, una especie de parque-reserva a un lado del edificio donde ambos viven, donde de vez en cuando se ven animales pequeños. JiMin siempre voltea hacia ese pequeño pedazo de paraíso, por si se encuentra alguna criatura para admirar o alimentar, pero en esta ocasión, cuando gira su mirada hacia la izquierda para husmear entre la naturaleza, ve a lo lejos, debajo de una luz pública, una silueta familiar. Algo que se parece a...
—Corre, tengo frío —le pide a YoonGi, siente de pronto la adrenalina doparlo hasta que lo único que tiene en mente es esconderse.
YoonGi se sorprende por el arrebato, lo nota asustado, puede sentirlo bien por la manera en que JiMin le aprieta la mano y corre desmedidamente, hasta que al final están en la seguridad de su edificio, subiendo las escaleras, abriendo la puerta del departamento del rubio con un frenesí exagerado.
Al entrar, JiMin cierra la puerta con llave y corre a cerrar sus persianas, quedando luego en total oscuridad hasta que YoonGi enciende la luz de la sala.
—Hey, ¿estás bien?
—No.... No puedo... era él.... ¡Yo lo vi, era él! —da vueltas en círculos, su corazón está latiendo como un loco, bombeando tan fuerte que le hace perder el aliento, siente como si fuera a morir en ese momento.
—JiMin, estás teniendo un ataque de pánico, voy a acercarme a ti para ayudarte —le avisa, pero su amigo lo voltea a ver con lágrimas en los ojos y, en un intento de ir a sentarse en el sillón, cae desmayado sobre este, vencido por lo que vio.
O lo que creyó habervisto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top