2. Dos docenas de cupcakes
El domingo por la mañana, abre los ojos como un hombre nuevo de veintiséis años que tiene todo el mundo por delante. A pesar de haber bebido mucho la noche anterior, su cuerpo no tiene ni una pizca de cansancio o deshidratación. Es como si hubiera drenado todas sus penas en una borrachera acompañada de una sesión de belleza porque, aunque tiene ojeras, se siente radiante.
Antes de que su amigo despierte, se asegura de tomar un largo baño y luego ir a preparar el desayuno para ambos, como antes. Él siempre ha sido el madrugador dentro de su amistad, las cosas no han cambiado mucho, pues SeokJin sigue siendo el mismo dormilón de siempre. De hecho, todo alrededor se ve como si solo hubiera tomado una breve pausa de tres años, para reanudarse y volver a darle a JiMin el confort de una vida normal, una vida sin HyunSoo.
Mientras prepara los panqueques y el tocino, tararea algo sin darse cuenta, mueve sus caderas al son de su propio ritmo, haciendo de su espontaneidad una canción que SeokJin disfruta ver a lo lejos, parado en el marco de la entrada a la cocina.
—Hace mucho que no te veo hacer eso —le señala, interrumpiendo el bailoteo adorable del que cocina.
—¿Qué cosa? —titubea y agacha su cabeza, la sonrisa que antes tenía, se transforma en una fingida concentración sobre el panqueque que acaba de voltear.
—Bailotear mientras cocinas. Es como si hubieras vuelto a ser tú.
—Siempre fui yo, solo que... ya sabes, a Hyun... a él no le gustaba que yo hiciera eso, ni siquiera le gustaban mis panqueques, y eso me dolía. Sabes que yo amo cocinar para las personas que son importantes para mí, y él nunca me dejó.
—Lo sé, pero me alegra que al fin lo hayas dejado y ya puedas ser tú de nuevo, solo que ahora eres rubio —hace una mueca de desagrado, pero decide dejar eso atrás y sonríe—. Estoy orgulloso de ti, Mimi, pero espero que no hayas olvidado cómo me gustan los panqueques, porque tienes mucho tiempo sin cocinarme.
—Tostados, casi quemados, con avena y canela.
—¡No sabes cuánto te extrañaba! —lo abraza fuerte por detrás, como si apretujara un oso de peluche. Ambos ríen al unísono, dándole un inicio muy dulce a ese precioso domingo nublado.
Todo ese amor le ayuda a empezar bien la nueva etapa de su vida, que huele a café y a canela; que se ve prometedor y radiante, como la sonrisa de su mejor amigo mientras charlan durante el desayuno y hacen planes para futuras pijamadas, para un viaje, para ir de compras, como antes.
Sí, su esplendoroso presente sin HyunSoo, tiene más color del que imaginaba.
Una de las cosas que sin duda JiMin perdió durante su relación con HyunSoo, fue la espontaneidad. Esto que acabamos de presenciar, el mirar a JiMin bailotear y cantar mientras cocina su manjar más preciado para su mejor amigo, es solo una probada de todas las cosas que tanto amaba hacer, pero que poco a poco, se fueron apagando.
Cocinar siempre fue una de sus cosas favoritas, pero cuando intentó cocinar para HyunSoo, cuando cumplieron un mes de novios, decidió que tenía qué cambiar para poder complacerlo.
"—Usas demasiada azúcar, demasiadas grasas, esto no es para nada saludable. Además, te dije desde el principio que soy vegano. ¿Por qué no me pusiste suficiente atención? Deberías centrarte más en los detalles personales, y no en hacer cosas genéricas que a todo el mundo le gustan, porque yo no soy como todo el mundo."
Y lo intentó, puede jurar que lo hizo, quiso mejorar para el cumpleaños de HyunSoo con una receta de pastel especial, pero...
"—Te dije que soy alérgico a las almendras, JiMin, y esta receta que usaste ni siquiera es vegana, tiene huevo, mejor ni te hubieras esforzado en esto, además te dije que mi cumpleaños no era importante, yo no te pedí ningún regalo."
Estaba claro que, respecto a la cocina, nunca iba a estar a la altura de esas expectativas tan exigentes, así que desistió e intentó con otras cosas para complacerlo.
"—Pareces una prostituta con esa lencería. ¿Quieres que te lleve a la esquina para que te vendas y así te dedicas a algo menos mediocre que la enseñanza?"
Nada parecía complacerlo, ni siquiera en el sexo, pero de alguna manera JiMin amaba a HyunSoo, tenía la extraña idea de que era un ser humano superior y debía aprender de él para ser una mejor persona. El tipo se las había arreglado para hacerse pasar por una persona "culta" y corregir absolutamente todo en la persona de JiMin, hasta que todo lo espontáneo, tierno y romántico, se redujo a cenizas. Durante tres años, JiMin vivió para encajar en un molde demasiado ajustado que oprimía su chispeante personalidad.
Por eso es que ahora, mientras va camino a su casa, está impresionado por lo feliz y entusiasmado que se siente. Ya ni siquiera recuerda aquella amenaza, mucho menos porque el otoño le besa las mejillas con una brisa fresca, acaricia su rubia cabellera e inunda su nariz del exquisito aroma que precede a la lluvia. Su estación favorita del año le abraza, le hace sentir renovado.
Al llegar a su edificio, nota que quien está de guardia es HyeJin y la mira con timidez. Tiene algunos meses sin hablarle.
—Hola, ¿cómo estás?
—¿Me hablas a mí? —ella desvía su mirada de la revista que lee, y la indiferencia en su rostro es casi cortante para JiMin.
—Eh, sí...
—Increíble, me siento honrada —dice con sarcasmo, suspira fastidiada y continúa leyendo—. ¿Vas a quedarte aquí todo el día o vas a irte a tu departamento? ¿O necesitas algo?
—Sí, necesito disculparme contigo —tiembla un poco al hablar, pero se acerca a la caseta y apoya su cuerpo en el borde—. Antes éramos amigos, pero yo me comporté como un idiota, pero no fue mi culpa, es que yo... yo le tenía miedo a mi novio. ¿Lo recuerdas?
—Ah, el imbécil con cara bonita que creía tener el poder sobre cada ser humano en el mundo, lo recuerdo.
—Sí, ese mismo —intenta sonreírle, pero ella lo sigue ignorando—. El caso es que ya terminé con él, y me he dado cuenta de que las cosas que hice por él estuvieron mal. Hye, por favor perdóname. No tienes idea del tormento que sufrí, incluso dejé de hablarle a mi madre porque él me manipuló. Te ruego que vuelvas a ser mi amiga, o al menos no me odies por ignorarte todos los días y mandar a la mierda nuestra buena amistad.
Ella no se impresiona, solo lo mira con fastidio a través de sus lentes redondos y cierra la revista. Ahora, JiMin tiene toda su atención.
—Eras la única persona en este maldito edificio que me agradaba, Park, va a ser difícil considerar perdonarte.
—¿Qué puedo hacer para que me perdones? Haré lo que sea, de verdad.
—¿Qué tal unos cupcakes de zanahoria? —entonces, JiMin se entera de que HyeJin es una muy buena actriz, porque no puede evitar sonreír de lado, y su mirada afilada de dragón, se vuelve suave.
—Te haré una docena, si quieres —suspira aliviado, y cuando ella sale de su caseta para estar de frente, sin alguna barrera, JiMin se lanza a sus brazos para sellar esa reconciliación. Ella lo recibe casi poniéndose en las puntas de sus pies, porque es mucho más bajita.
—No vuelvas a ignorarme de esa manera, o te cortaré las bolas, las pondré en una cadena y te obligaré a usarlas de collar —le apunta con el dedo, sus largas uñas rojas le amenazan a modo de broma, pero ambos ríen y vuelven a abrazarse. La sonrisa de HyeJin le regresa a la vida y siente que el rompecabezas de su vida, va recuperando poco a poco las piezas faltantes.
—Lo juro, gracias por perdonarme.
—¿Cuál perdón? Aún me debes los cupcakes, y supongo que también harás para disculparte con Hobi.
—Justo iba a preguntarte por él. ¿Viene hoy?
—A las ocho, le toca turno nocturno esta semana.
—Bien, entonces haré suficientes y le traeré cuando llegue. Subiré, nos vemos más tarde. ¿Tú pones el café?
—Como siempre, Minnie. Te esperaré paciente, y me contarás todo sobre tu ruptura, ya nos hace falta nuestra dosis de chisme. Por cierto, el rubio te queda muy bien, guapo —le jala una de sus mejillas redonditas al despedirse entre risas, los dos tan alegres como siempre.
Pareciera chiste, pero HyunSoo se ponía celoso incluso de HyeJin, porque es esa clase de amiga que da un tipo de consejos nada favorecedores para los novios como él. Así que JiMin, envuelto en un discurso parecido al que su ex novio le decía sobre su propia madre, cortó la relación con ella hace aproximadamente cinco meses, cuando precisamente JiMin intentó terminar con él, con la excusa de que su amiga, la guardia de seguridad, le había dicho que los celos no eran sanos en una relación.
Era toda una telaraña de mentiras y manipulaciones donde JiMin quedó atrapado, pero ahora que ya no ama ciegamente, ha podido liberarse de ella con todas sus fuerzas, y está levantando el vuelo nuevamente, como una mariposa que acaba de salir de su capullo y tiene todo un mundo por explorar.
Creyó haber olvidado la receta de sus tan amados cupcakes de zanahoria, pero pareciera que los ingredientes se colocan solos dentro del cuenco de la batidora. Hay tanta energía y felicidad en su ser, que al sacar aquellos postres del horno, siente que nunca olió algo más delicioso.
Como siempre, los decora con su exquisita mezcla dulce a base de queso crema y con la misma, le pone un relleno muy generoso. Dos docenas de cupcakes ha horneado, porque ese es el tamaño de la vergüenza que siente y de la necesidad de recuperar a sus amigos.
HyeJin le tiene listo el café cuando baja, las cajas de cartón no pueden impedir que el delicioso aroma se escape, siguen esponjositos y tibios.
—Creí que bromeabas con lo de la docena —se siente un poco apenada, pero lo recibe en la caseta y le sirve su taza de café.
—Sé que le gustan a WheeIn, llévale y así la puedes consentir.
—Ya la consiento demasiado todas las noches con esta lengua —le guiña un ojo y sonríe sugiriendo cosas que hacen a JiMin sonrojar.
—¡Eres una sucia, Ahn HyeJin!
—Hablas como si jamás hubieras tenido sexo en tu vida, Park —al burlarse, le da un pequeño codazo para que se descubra la cara.
—Bueno, ahora me siento incómodo con el tema del sexo...
—Lo sé, supongo que se debe a tu ex, ¿no es así?
Él solo asiente con su cabeza y bebe de su taza, algo incómodo. De pronto, vuelve a sentirse inseguro debido a la amenaza, mira hacia afuera por la ventanilla de la caseta, temiendo que él aparezca de la nada.
Su amiga nota ese miedo, así que le da pie para que le cuente todo lo que pasó. Mientras beben café y comen cupcakes, JiMin se permite contarle todo lo sucedido en los últimos meses. La violencia psicológica, las peleas, todo eso que estaba sufriendo sin darse cuenta hasta que la realidad le explotó en la cara. Ya no llora como lo hizo con SeokJin, pero el desahogo con su amiga le hace bien.
JiMin siempre ha sido de esas personas que tienen tres o cuatro amigos a quienes les cuenta todo, detalles más, detalles menos, pero cada uno siempre tiene el contexto inmediato sobre la vida de JiMin, o al menos así era. Pero cuando la fase de enamoramiento se terminó, cuando HyunSoo dejó de ser perfecto ante sus ojos, el único recurso que le quedó fue utilizar la violencia para manipularlo. Poco a poco, los mensajes constantes dejaron de llegar a los teléfonos de sus amigos y de su mamá, las barreras se instalaron y la manipulación surtió efecto cuando él siguió pensando que HyunSoo era perfecto y los demás estaban equivocados.
Al caer la noche, HoSeok llega para sustituir el lugar de HyeJin, y los cupcakes le esperan, junto con un arrepentido JiMin.
—Bueno, los dejo para que hablen —ella se va, no sin antes apretar la mejilla de JiMin. Registra su hora de salida en la libreta y deja solos a aquellos dos.
La incomodidad es demasiada, porque HoSeok sufrió directamente la ira de HyunSoo.
—No deberías acercarte a mí, él podría llegar en cualquier momento y no quiero que me golpee de nuevo por algo que no hice.
Enfadado, o más bien resentido y triste, cuelga su mochila e ignora el dulce olor de los prodigiosos cupcakes caseros. Registra su hora de entrada y se sienta en la silla giratoria a ordenar el papeleo de los residentes. JiMin sabe que con él, las cosas serán mucho más difíciles. Jamás vio a HoSeok así de enojado, le da miedo, pero está dispuesto a enfrentarlo.
—Ya no estoy más con él, ni lo estaré nunca más.
—¿Ah sí? No te creo, seguro es igual a aquella vez que terminaron casi en frente de mí, y al siguiente día se podían escuchar tus gemidos en todo el edificio.
—HoSeok, perdóname —las lágrimas surgen de pronto, a pesar de haberse prometido que no lloraría más—. Sé que quedé mal contigo, con todos, pero esta vez es definitivo. Si no fuera así, ni siquiera hubiera tenido el valor para acercarme a ti y rogarte.
—No estoy seguro... mejor vete, y llévatelos.
—Los hice para ti —solloza, adolorido del pecho.
—Si piensas que podrás borrar con postres esos días que pasé en el hospital por mi quijada rota, pues te equivocas. Si no lo denuncié a la policía, fue porque pensé que cambiarías y te alejarías de él, pero no fue así.
—¡Pero ahora he cambiado de verdad, Hobi, por favor escúchame!
—No me siento bien todavía, JiMin, deberías respetar el espacio entre nosotros. Por favor....
—Al menos... al menos acepta los cupcakes, no quiero comprarte, solo es una manera de pedirte perdón por lo que HyunSoo te hizo, no espero que me perdones de inmediato.
—No, llévatelos o los tiraré a la basura —JiMin, sintiendo el corazón roto, se arrodilla y agacha la cabeza—. No te humilles delante de mí, entiende, solo necesito que me des tiempo para procesar todo.
—¿Entonces lo pensarás?
—Sí, pero vete ahora, el dueño del edificio vendrá y debo limpiar el desorden que dejaron HyeJin y tú.
—Te ayudaré...
—No —suspira, ya fastidiado en extremo y conteniendo las ganas de gritarle—. Hablaremos otro día, pero hoy no, dame tiempo.
—De acuerdo... —se levanta del suelo y toma la caja, la abre y saca uno de los panecillos—. Dejaré uno aquí, porque al menos quiero que lo pruebes un poco... cambié la receta y sé que te gustarán. Buenas noches, Hobi, y perdón por molestarte.
Sin esperar respuesta, apresura el paso hacia el elevador. A penas queda encerrado entre esas cuatro paredes de metal, deja su llanto salir con rabia e impotencia.
De todas las personas que HyunSoo alejó de JiMin, HoSeok fue quien más sufrió.
Era una tarde de invierno, JiMin llevaba las bolsas de su despensa recién comprada, las cargaba con algo de torpeza al bajar del taxi. Como siempre, HoSeok salió de la caseta para ayudarlo a subir todo, porque eran demasiado pesadas. Pero corrieron con la mala suerte de chocar un poco sus mejillas al momento de agacharse a recoger las mandarinas que JiMin tiró por accidente. HyunSoo lo vio todo porque iba llegando a visitar a su novio. Enfurecido, bajó de su auto y alejó a HoSeok de un golpe, le dijo que se alejara de su novio y luego lo golpeó tan fuerte en la quijada, que se la rompió y no fue JiMin quien llamó a urgencias; fue un transeúnte que se percató de lo que pasaba, porque el otro estaba impactado, sin poder creer que su novio, su perfecto novio, le había roto la quijada a HoSeok solo por un ataque de celos.
Ese fue el evento que detonó el final de la fase de enamoramiento en la que JiMin estaba tan inmerso. Empezó a dudar de la bondad de su novio y de su propia cordura. Le contó lo sucedido a SeokJin, a HyeJin, a su mamá y hasta a su primo. La lucha entre lo que le decían los demás, y el amor que todavía le tenía a HyunSoo, provocaron en su mente una maraña de incertidumbres, autorreproches y de ahí, su autoestima solo se fue en picada hacia abajo.
Ese último año de relación con HyunSoo, fue el más tormentoso, el acabose de su vida que ya había dejado de ser normal, donde ya no sabía cómo recuperar lo perdido y conservar, a la vez, su retorcida relación amorosa. Solo una víctima, dentro de ese ciclo infinito de violencia, sabe bien que no es nada fácil salir, incluso cuando ha visto las peores caras de su pareja y todo alrededor se llena de alertas rojas que le gritan: ¡Corre, sal de ahí!
Se quedó mirando el cupcake por un buen rato, pensando en si debía comerlo o solo tirarlo a la basura para mantener su orgullo intacto. Pero entonces, se preguntó: ¿por qué castigar a JiMin con mi indiferencia, si él no fue el culpable, sino su estúpido novio violento y celoso?
Él suele ser una persona rencorosa solo para las personas que lo merecen. Son contados quienes se han ganado el silencio absoluto de la pacífica persona que es HoSeok, JiMin siendo una de ellas, muy a su pesar. Ellos han sido buenos amigos desde que JiMin se mudó hace cuatro años, aunque no necesariamente son tan cercanos como con HyeJin. Sin embargo, la convivencia siempre fue amena, JiMin jamás lo molestó ni hubo razones para que entre ambos se generara incomodidad, hasta que pasó lo de HyunSoo.
HoSeok se sintió ofendido, más que nada, porque JiMin actuó de manera dócil en exceso, ni siquiera hizo un intento por detenerlo, o por llamar a la policía o a una ambulancia. Cuando regresó a trabajar luego de pasar tres días en el hospital, fue él quien puso la barrera de inmediato, aún cuando JiMin quiso acercarse, a pesar de estar indeciso.
Revisa el postre entre sus manos, algo confundido, mientras recuerda el semblante tan triste que se le veía a JiMin cuando intentó disculparse, cuando se arrodilló...
—Fui demasiado cruel —suspira y se traga su orgullo a través de una mordida de aquel celestial postre que siempre le gustó tanto. El sabor le trae tantos recuerdos que le provocan lagrimear, sonreír y sentirse miserable al mismo tiempo.
Sí, HoSeok, es posible que te hayas excedido un poco al no darle la oportunidad de explicarte todo, pero está bien. Las personas a veces ponen barreras por su propio bien y es sano, pero también es bueno ceder para conservar a las buenas amistades. Pero, lo más importante, es tener empatía hacia una víctima de violencia que está intentando recuperar la vida que su agresor le arrebató.
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