Deja vu
Elena y Amanda se habían conocido en los primeros días de la universidad. Eran inseparables, dos amigas que compartían confidencias, sueños y risas. Amanda tenía un amigo cercano, Alex, y un día lo llevó a uno de esos encuentros casuales con Elena. Cuando Alex vio a Elena por primera vez, sintió un latido más fuerte en su pecho. Algo en ella, desde sus ojos hasta su risa ligera, lo cautivó de inmediato.
A partir de ese momento, Alex no podía dejar de pensar en ella. Compartían más tiempo juntos, las conversaciones eran fluidas, y las bromas entre los tres eran constantes. Para Alex, esos momentos eran todo lo que necesitaba, y lentamente, lo que comenzó como una simple atracción se convirtió en algo más profundo.
Un día, mientras el sol se ocultaba tras los edificios del campus, Elena y Alex estaban sentados en la hierba, observando cómo el cielo cambiaba de color. -Siempre me ha gustado esta hora del día -, comentó Elena, abrazando sus rodillas. Alex la miró y, sin poder evitarlo, le sonrió. -Yo prefiero las noches... son más tranquilas-. Elena giró su cabeza hacia él, y por un momento, sus miradas se cruzaron de una manera que Alex deseó que fuera eterna.
Sin embargo, todo comenzó a cambiar cuando Esteban apareció. Era un amigo del pasado de Elena, alguien con quien había compartido historias y recuerdos antes de la universidad. Al principio, Alex no le dio mucha importancia, pero pronto se dio cuenta de que algo estaba mal. Elena y Amanda empezaron a distanciarse de él. Las risas compartidas y las conversaciones comenzaron a desvanecerse, reemplazadas por excusas y ausencias.
Un día, Alex encontró a Elena llorando en las escaleras de la universidad. No pudo evitar que su corazón se encogiera al verla así. -¿Qué pasó? -, preguntó, acercándose a ella. Elena levantó la vista, sus ojos enrojecidos y su voz temblorosa. -Es Esteban... se le declaró a otra chica y me dejó en ridículo delante de todos-.
Alex sintió una mezcla de rabia y tristeza. -Lo siento mucho, Elena. No te merece-. A pesar de sus palabras, algo en su interior comenzó a romperse. Los días volvieron a ser como antes, pero el dolor y la incertidumbre seguían presentes. Esteban había terminado su breve relación, pero los sentimientos de Alex por Elena seguían creciendo, aunque trataba de ocultarlos.
Con el tiempo, Alex no pudo seguir engañándose. Sus sentimientos por Elena eran demasiado fuertes. Decidió que lo mejor era confesar lo que sentía antes de que fuera demasiado tarde. Pero el destino parecía tener otros planes. Antes de que pudiera reunir el valor, Elena anunció que había comenzado una relación con Esteban. La noticia fue como un golpe en el estómago para Alex.
Elena le explicó que había aceptado salir con Esteban por culpa, porque él no dejaba de acosarla. Alex intentó aceptar la realidad, pero su corazón se resistía. Un mes después, Elena descubrió mensajes entre Esteban y su exnovia. -Lo terminé, -le dijo Elena a Alex, con lágrimas en los ojos. Alex intentó consolarla, pero todo esfuerzo parecía inútil.
- Elena, no quiero verte así-, dijo Alex un día, intentando mantener la calma. "No te hace bien seguir con él-. Elena lo miró con tristeza, pero no respondió. A pesar de sus intentos, Esteban siguió rondándola, y Amanda, ignorando los sentimientos de Alex, ayudó a que Elena y Esteban se reconciliaran. La relación duró menos de un mes antes de que Elena lo sorprendiera cortejando a otra chica.
Alex finalmente decidió que había tenido suficiente. Ya no podía seguir siendo el paño de lágrimas de alguien que nunca vería lo que él sentía por ella. Antes de que Elena y Estevan retomaran su relación por tercera vez, Alex la citó para hablar. -Necesitamos hablar-, le dijo, su voz más seria de lo habitual.
Elena, preocupada, lo citó en una pequeña cafetería cerca del campus. Había preparado un regalo para su cumpleaños, una pequeña caja envuelta en papel azul. Pero al ver la seriedad en el rostro de Alex, sintió que algo no estaba bien.
-¿Qué sucede, Alex? -, preguntó, intentando mantener la calma.
Alex tomó un sorbo de su café, sin atreverse a mirarla a los ojos. Finalmente, respiró profundamente y levantó la mirada. -Elena, ya no puedo seguir con esto-.
Elena frunció el ceño, confundida. -¿Con qué? ¿Qué es lo que no puedes seguir haciendo? -
-Esta amistad... No puedo seguir siendo tu amigo cuando siento algo más-, admitió Alex, sus palabras saliendo como un torrente que había estado reprimiendo durante demasiado tiempo. -Te quiero, Elena. Desde hace mucho tiempo, y ver cómo sigues volviendo a alguien que te lastima... me está destrozando. No puedo ser solo tu amigo mientras siento esto-.
Elena lo miró, sorprendida. No sabía qué decir. -Alex, yo... no sabía... -
-Lo sé-, la interrumpió Alex, levantando una mano. -Nunca te lo dije, y ese es mi problema. Pero ya no puedo seguir así. Cada vez que te veo con él, me rompo un poco más, y no puedo seguir rompiéndome. Por eso... necesito alejarme-.
Elena sintió un nudo en la garganta. Quería decir algo, hacer algo, pero no encontraba las palabras correctas. -No quiero que te vayas-, dijo finalmente, su voz temblando.
-Yo tampoco quiero irme, pero es lo mejor para ambos-, respondió Alex, con una tristeza que parecía inundar todo su ser. -No puedo seguir viéndote sufrir por alguien que no te merece. Y no puedo seguir pretendiendo que no me duele-.
Elena bajó la mirada, sus manos temblando ligeramente. -Ojalá me hubieras dicho esto antes... -, murmuró, sus ojos llenos de lágrimas.
Alex sonrió amargamente. - Tal vez, pero las cosas son como son. Te deseo lo mejor, Elena. De verdad -.
Elena lo miró fijamente, sus lágrimas comenzando a caer. -Espero que sufras tanto como yo lo he hecho. No puedo creer que estés haciendo esto... pensé que estarías ahí para mí, que me apoyarías como yo lo hice contigo, pero veo que me equivoqué. Me rompiste el corazón, Alex-.
Las palabras de Elena lo golpearon con fuerza. -Elena... lo siento, no era mi intención hacerte daño-.
-Pues lo hiciste-, dijo Elena con voz quebrada. -Espero que algún día entiendas lo que me has hecho-.
Con esas palabras, Alex se levantó y comenzó a alejarse. Cada paso que daba era más doloroso que el anterior, pero sabía que era lo correcto. Al salir de la cafetería, sintió una mezcla de alivio y pérdida. Había dejado atrás a la persona que amaba, pero también a una parte de sí mismo que nunca recuperaría.
Elena se quedó sentada, mirando la pequeña caja de regalo que había preparado para él. No podía creer lo que acababa de suceder. Sus manos temblaban mientras deshacía el lazo y abría la caja. Dentro, había un pequeño colgante en forma de estrella, un símbolo de los momentos felices que habían compartido. Lágrimas silenciosas comenzaron a caer sobre la mesa mientras Elena se daba cuenta de lo que había perdido.
Pasaron los días, y aunque Elena intentó contactar a Alex varias veces, él mantuvo su distancia. Sabía que cualquier intento de reconectar solo prolongaría el dolor. Con el tiempo, ambos siguieron adelante, pero nunca olvidaron lo que había sucedido en esa pequeña cafetería. Alex aprendió a vivir con el dolor, pero siempre quedaría una cicatriz, un recuerdo de lo que pudo haber sido, pero nunca fue.
Fin.
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