Capítulo 4

Travis parecía contento al ver como mi confianza en ellos se derrumbó, sinceramente creo que lo disfrutó, pero lo disimuló bastante bien, ocultando esa sonrisa al segundo en el que aparecía bailando por sus labios, estos parecían no dejar de curvarse hacia arriba con extraña satisfacción.

— Me voy, no quiero estar más aquí.

Empujándolo.

Aún me mantenía cerca de su pecho, rodeando mi cintura y con la mano alzada, entrelazando sus dedos con los míos, esta postura es como si fuésemos a bailar un lento, uno en el que mis pies no respondían y mi cuerpo no deja de temblar, siento el sudor frío en mi espalda y los escalofríos subiendo por mi columna.

Estoy... aterrada, y no entiendo nada.

Realmente no conozco a las personas con las que viví toda mi vida.

— Creo que necesitas un trago, te ayudará con los nervios.

Dejando de sonreír, mostrándose preocupado.

— No bebo ¿Lo olvidas?

— Sólo un poco, un poco no te hará daño — soltando mi mano con lentitud, posándola en mi cintura— estás muy pálida, de verdad me preocupas.

— Un poco es sólo un poco, no creas que beberé un vaso.

— Un poco, lo prometo, un poco es sólo un poco.

Sin soltarme, caminó conmigo hasta un improvisado puesto de alcohol, la barra estaba hecha con una gruesa tabla sostenida por barriles de metal enormes, como los que tenían fuego un poco antes de llegar aquí, los que las personas usaban para calentarse.

Todo parece muy artesanal por aquí.

— ¿Quieres vodka?

Preguntó Travis, sacándome de mis pensamientos.

— Vodka, sí, como digas.

Observando de reojo al sujeto ebrio que no apartaba la vista de mis tetas, me sentía bastante desprotegida.

— ¿Qué tanto me ves, viejo asqueroso?

Perdiendo la paciencia.

— Me gustan tus tetas — sonriendo ladino— ¿Puedo tocarlas?

Lamiendo sus labios, acercándose.

— Oye, Oye, manos fuera, viene conmigo.

Dijo Travis, interponiéndose cruzando su mano frente a mi cuerpo para protegerme del hombre.

— Sal — empujando su mano— deja que hable, quiero ver si es tan hombrecito.

— ¿Ves? Quiere que la toque.

Señaló el hombre.

— Inténtalo, y te arrancaré el brazo.

He tenido un mal día, no puede esperar que responda con amabilidad frente a un bastardo irrespetuoso como este.

— Oye bailarina, tiene un arma, no seas idiota.

Susurró Travis tras de mí, sosteniéndome de la cintura.

— ¿La niña quiere jugar rudo?

Dijo el hombre.

Estirando su mano, directo a tocar mi pecho ¿Qué no entendía?

Rápidamente tomé su brazo, le di la espalda y lo lancé sobre mi cabeza, viéndolo rebotar en el frío y duro suelo, quejándose, y como no quería arriesgarme de más, fui hacia él otra vez, aprovechando su estado de aturdimiento, rasgué un poco más mi jeans, tomando un trozo de tela, sujetando el arma con este, lanzándola lejos, no quería mis huellas en ella y tampoco quería que me disparara con esta.

— No sabes quien es mi padre, hijo de puta, me crío como princesita, pero también me enseñó a pelear porque yo no soy ninguna delicada e indefensa bailarina — pisando su mano— Respétame, o tendremos problemas.

Di media vuelta y regresé con Travis, quien me miraba sorprendido, con un vaso de líquido transparente entre las manos, con hielo.

— Un poquito.

Tomando el vaso, bebí un sorbo y se lo devolví.

— Sí... poquito... ¿Cómo hiciste eso? — sin poder guardarse la pregunta— Mira estos bracitos, parecen fideos.

Moviéndolos con delicadeza.

— Mi padre dice que no importa el tamaño o la contextura, si manejas la técnica y perfeccionas la práctica, puedes con cualquiera. Sólo debes saber cómo y dónde atacar.

Hablando con el ceño fruncido.

Estaba molesta, hice lo mismo que mi padre, sólo que... yo no lo dejé medio muerto.

— Recuérdame no meterme contigo en el futuro — bebiendo del vaso— si tu padre te entrenó, no quiero saber de qué eres capaz.

Bueno... si papá lo hizo por defender a mi madre...

Él debió tener sus razones ¿Cierto? Y quizá le gusta pelear sin reglas en ocasiones, todos aquí lo hacen, y no es como si fuera a ir a prisión, aquí no viene la policía, no hay reglas, no hay orden, no hay nada...

— Bailarina ¿Me escuchas?

Moviendo su mano frente a mi rostro.

— ¿Qué quieres, Travis?

Abrió los ojos con sorpresa, encogiéndose de hombros.

— Te pregunto si quieres más.

Moviendo el vaso de vodka en su mano.

— No quiero, ya te dije que yo no bebo, me iré a casa.

— Pero podemos divertirnos, aquí hay mucho que hacer, aquí...

— Yo no hablo dos veces, Travis.

Sin esperar a que él quisiera llevarme, di media vuelta y comencé a caminar.

En el camino, se me cruzó un ebrio que me tocó el trasero, ofreciéndome un polvo en los baños públicos, estaba tan molesta que sin responder, di media vuelta y lo golpee en la barbilla de lleno con el puño cerrado, noqueando al sujeto.

Palidecí al ver lo que había tras el sujeto, mi papá.

Mierda.

Mi papá.

— ¿Se puede saber qué haces aquí, Lucía?

Estoy en problemas.

Tras él, Travis perdió color y pidió disculpas silenciosas, dando dos pasos atrás, desapareciendo.

Cobarde.

— Un idiota me arrastró aquí, estaba demasiado ebrio para entender negativas, lo golpee y estaba por irme, acabo de llegar — cruzándome de brazos— ¿Qué haces tú aquí?

Tragó grueso e intentó ocultar sus nudillos.

— Demasiado tarde, te vi golpear a ese sujeto.

Dije sin más.

— Lucía, este no es lugar para ti, es peligroso.

— Y también lo es para ti, para mamá y los tíos, y aquí están.

Rodó los ojos, dando un paso hacia mí.

— Lucía, yo... lamento que hayas tenido que ver eso, pero no puedo prometer que no volverá a suceder, así soy yo.

Observé en otra dirección, viendo un tanto nublado.

Es duro ver la imagen de tu héroe desmoronarse.

— Lucía...

Di un paso atrás antes de que pudiera tocarme.

— Hija... hay... muchas cosas que no sabes, cosas que no pienso contarte, sólo intenta entender esto, olvídalo y sigue con tu vida.

— ¿Qué es eso de ángeles caídos y Diablos? ¿Por qué te dicen Diablo?

Se tensó.

— ¿Quién te lo dijo? ¿Quién te trajo?

— No sé, no lo sé, no lo conozco — mentí— sólo dijo que no debía hablar con un Diablo, creo que él era un ángel caído, tenía un extraño tatuaje...

Me tomó los brazos, acercándome a él, viéndome con preocupación y extrema molestia.

— Jamás hables con un ángel caído, maldita sea, Lucía, si ves a alguien con un maldito tatuaje de ángel caído, aléjate, no tienes idea de o que estás haciendo, no tienes idea en dónde metes, son peligrosos.

Apretando al punto de ser dolorosos.

— ¡Me duele! Papá, joder, suéltame.

Empujándolo.

— Mierda — soltándome de golpe, acomodando su cabello de mala manera— Vamos con tu madre, no pienso quitarte la vista de encima joder, y no hay más fiestas para ti ¿Dónde está tu auto?

— Se lo llevó Britt...

Hablando bajo.

Esta es una faceta que no conocía de papá.

— Mañana te acompaño para que vayas por él, no tienes permitido ir a más a esas fiestas, es obvio que no sabes decir que no.

Tomó mi mano y comenzó a caminar a paso firme, abriéndose paso entre la gente, empujando con molestia a todo quien se le cruzaba, llegando dónde mamá y los tíos bebían y reían sin preocupación.

Mamá fue la primera en palidecer apenas me vio.

— ¿Qué haces aquí?

Levantándose.

— Un ángel caído la obligó a venir ¿Te das cuenta lo que ocurre?

Dijo papá.

Mamá comenzó a temblar de forma sospechosa, acercándose a mí, acarició mi rostro y me observó con detenimiento, buscando rastros de no sé qué.

— ¿Estás bien, cielo? ¿Te hizo algo?

Observando cada rincón de mi cuerpo.

— No me hizo nada — sintiéndome mal. Mamá parecía muy asustada— me arrastró aquí, le... dije que me iría a casa, dijo que quería divertirse, mostrarme cosas... yo... di la vuelta para marcharme, alguien me tocó y lo golpee, entonces papá llegó.

— Gracias al cielo — respirando aliviada— gracias al cielo... — abrazándome— Lucía, prométeme que jamás, jamás vendrás aquí de nuevo, es peligroso cariño, es muy peligroso...

Abrazándome con fuerza.

En ese momento me di cuenta de lo que significaba el tatuaje que papá y mamá compartían, todas las personas que los rodeaban llevaban el mismo tatuaje.

Demonios.

Ellos son demonios y Travis pertenece a los ángeles caídos.

Enemigos.

— Lo prometo mamá, no volveré a venir.

Y pensaba cumplir con mi palabra.

Algo me decía que papá no sabía lo que Travis era, de saberlo, jamás lo habría invitado al gimnasio.

— Vamos a casa, se acabó la fiesta.

Declaró mamá.

— Guapa... guapa — Tío Oren rodeó sus hombros— Te recuerdo que don galán aquí presente, tiene negocios pendientes que no creo que puedan ser pospuestos.

Señalando a papá.

— Mierda... es cierto.

Dijo mamá.

— ¿Qué negocios?

Mirando a papá.

— Nada que debas saber — suspiró— quédate tras nosotros, no respires, no hables, no te asomes, nada, tú no existes. Después de esto, nos iremos a casa.

Asentí.

No estoy en posición de exigir nada.

Mamá tomó mi mano con seguridad y me llevó a la mesa dónde estaba sentada antes, un hombre rubio se acercó a nosotras, metiendo un trozo de chocolate a mi boca, eso me sorprendió.

— De cacao, tranquila, no engorda... tanto — sonrió— Probablemente no me recuerdes, pequeña Lucía, soy Sam, tus padres y yo vivimos en la misma casa por mucho tiempo, me fui por trabajo, y regresé, porque la familia siempre regresa dónde pertenece ¿No crees?

Sonriendo cálido.

Parecía un hombre confiable.

— Gracias por el chocolate — cubriendo mi boca para poder hablar mientras se deshacía— Necesitaba algo para calmar los nervios.

— Tengo mucho más de dónde vino ese, si necesitas chocolate para tirar calorías encima de las penas, ven a verme, vivo con tu tío Connor otra vez, muchos de nosotros regresamos a casa.

Tío Connor... no suelo ver mucho al tío Connor.

— Gracias, probablemente nos veremos pronto.

Sin intenciones de ser descortés.

Asintió sin borrar esa sonrisa tranquila, dejándonos solas, papá estaba demasiado concentrado en observar a nuestro alrededor, buscando algo... o alguien.

— Mamá ¿Cómo es el tatuaje de los ángeles caídos?

Vi dos modelos diferentes, necesito confirmar.

— Es como el nuestro — mostrándome su brazo— pero en vez de los cuernos y la lengua, ellos tienen una aureola y alas de ángel, si se te acerca alguien con ese tatuaje, sal de ahí, ellos nos odian Lucía.

— ¿Por qué perteneces a una maldita pandilla? Siempre parecías correcta, siempre estricta, hablando de reglas, de la moral, las consecuencias de nuestros actos y todo eso, y ahora... — observando a mi alrededor— Esto... todo esto...

No sabía que pensar, todo era muy confuso.

— Es... complicado.

— No tengo cinco años, mamá. Y en ese entonces entendía lo complicado ¿No crees?

Suspiró.

— Lucía, yo... no elegí unirme a los Diablos, no al principio al menos, me vi envuelta en esto por ver cosas que no debía ver, estaba muy asustada al comienzo porque no conocía a nadie, no sabía quienes era ni qué hacían, hasta que... me hice amiga de todos ellos, se hicieron mi familia, y jamás me dieron la espalda, los Diablos son importantes para mí, un episodio en mi vida que jamás podría olvidar.

— ¿Por qué en contra de tu voluntad? ¿Qué pasó?

— Blake.

Rodé los ojos.

— Esa zorra...

— Te corregiría, sabes que odio que digas malas palabras — señalándome con el dedo— pero no hay otra forma para referirse a ella. Por lo general no insulto chicas, eso es retrogrado, las chicas deberíamos ayudarnos, siempre, pero ella no merece ni que la volee a ver.

Me asusté de sobremanera cuando unos brazos me levantaron de la banca, alzándome sobre su hombro, el mismo sujeto me dio una nalgada que me hizo saltar del susto.

— ¡¿Qué mierda?!

Grité.

— Carne nueva — dijo el chico— ¿Sabes las reglas del pacto de la calavera, niña? Aquí nadie entra sin invitación, y como estás con nosotros, no puedo permitir que andes por ahí sin ser marcada, elegiste tu bando.

Dispuesto a marcharse.

— Bájala, Levi, o no respondo.

Dijo mi papá, señalando al sujeto.

— Sabes las reglas, Diablo, tu posición será privilegiada, pero reglas son las reglas.

— ¿Qué reglas, joder?

pregunté.

— Si vienes, tienes que elegir bando, tienes que tatuarte ¿Y sabes lo que pasará si un Diablo te ve con un ángel caído?

Mamá se levantó de golpe, temblando de pies a cabeza.

Algo no muy bueno debe ser para que reaccione de esa manera.

Viendo la preocupación de ambos, hice lo que debía hacer.

Clavé mi rodilla en su pecho con fuerza, rápidamente me bajó y llevó ambas manos a la zona afectada, aproveché ese momento de vulnerabilidad, y llevé mi pierna derecha a su cuello mientras mis manos sujetaban cuello y brazo, con ambas piernas en su cuello, lo llevé al piso y comencé a presionar, con este tipo de llave, apretando bajo su axila y cuello con ambas piernas, quitándole el aire.

— Uno. Los respetas o aquí mismo me deshago de tu patética existencia, dos, a mí no vas a obligarme a nada ¿Entendido? — hablando con calma mientras intentaba soltarse, gritando y disculpándose con dificultad— Tres, si son las reglas, me las vas a explicar con calma ¿O qué pensabas? — soltándolo, se comenzaba a poner azul— ¿Que aquí las cosas serán cómo tú dices?

Levantándome del piso, sacudiendo la tierra.

— Diablo — tosiendo y respirando con dificultad— ¿De dónde la sacaste?

— Ella es mi hija — cruzándose de brazos— ¿Qué me decías sobre las reglas y esa mierda?

El chico tembló.

— Lamento haber tratado a tu hija así, lo siento — me observó— pero las reglas... las reglas están ahí por algo, no podemos hacer excepciones sólo porque es tu hija ¿No crees? Además, ya todo el mundo la vio ¿Qué pasará cuando se le crucen por la calle y no tenga a nadie que la respalde?

Papá apretó los puños con fuerza, el chico en el piso retrocedió.

— Está bien, lo hará, pero yo la tatuaré.

— Papá, soy bailarina, no voy a tatuarme.

Hablando.

— Reglas son reglas — dijo— ¿No quisiste venir a meterte dónde no te llaman?

Tragué grueso.

Papá me da miedo en esta faceta.

— No importa Lucía — dijo mamá— Hazlo dónde se vea, jamás lo ocultes, eso es... peligroso.

— Pero mamá... el instructor...

— Hablaré con él, es mi maldito estudio, puedes hacer lo que quieras dentro de él.

Cerré la boca y asentí, parecía haber motivos ocultos tras todo esto, pero papá estaba furioso y mamá demasiado asustada, no creo que sea el momento de preguntar.

— Bien, me lo haré.

Todo el mundo asintió y siguió en lo suyo.

No pasó demasiado tiempo antes de que alguien llegara a hablar con papá, nadie se tomó la molestia de cubrirme ¿Para qué? Si ya estaba dentro, ya metí la pata hasta el fondo, y la cosa se puso fea, bastante fea, papá lo sujetó por la camiseta y comenzó a golpearlo, nuevamente apareció esa sonrisa de satisfacción en su rostro.

Me asustaba.

— No veas... Lucía — mamá cubrió mis ojos— No... veas nada de eso.

Di media vuelta y apoyé mi frente en su hombro mientras ella cubría mis oídos con sus manos.

¿En qué me he metido, joder?

Estoy en serios problemas.

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BUENAS BUENAAAAS

UNA FOTITO PARA QUE RECUERDEN LO FEO QUE ES EL TATUAJE Y LO LOCA QUE ESTOY PORQUE SIENTO QUE IGUAL ME LO HARÍA JAJAJAJA

¿COMO LES VA EN SU LUNES, SEÑORITAS? 

SINCERAMENTE HOY ES UN DÍA DEL ASCOOO, ESTOY EN ESOS DÍAS DEL MES Y SIENTO QUE MORIR SERÍA LA MEJOR ALTERNATIVA, ME DUELEN HASTA LOS PENSAMIENTOS

PERO BUENO, NO HAY BEBÉ, ESO ES BUENO JAJAJAJA

CARAJOOOOOOO

A LUCÍA LA PILLÓ LUCAAAA

TODAS SABEMOS LA DURA QUE LE VA A CAER CUANDO LLEGUEN A CASA, ES QUE LUCA ESTABA MUY MOLESTO, SU PRINCESITA SE METIÓ SOLITA EN EL PELIGRO DEL QUE INTENTÓ SACAR A SU MADRE TIEMPO ATRÁS Y NO FUNCIONÓ, ES MÁS, SU HIJA LLEGÓ SOLITA CON UN DESCONOCIDO

UN DESCONOCIDO QUE LA DEJÓ!! VIO A PAPÁ LUCA Y TRAVIS CORRIÓ!! IGUAL INTELIGENTE DE SU PARTE PORQUE DE QUEDARSE, LO MATAN A GOLPES JAJAJAJA

JESSA DEBE ESTAR ATERRADA, RECORDANDO LO QUE PASÓ ELLA CON LOS ÁNGELES CAÍDOS Y QUE SU PRINCESITA ESTÉ INVOLUCRADA CON ELLOS, DEBE TENER MIEDO DE QUE LA HISTORIA SE REPITA, DE QUE VENGAN POR SU NIÑITA POR LO QUE LES HIZO EN EL PASADO

NOS LEEMOS PRONTO MIS AMORES, LAS AMOOOO

BESOS PEGAJOSOS PARA TODAAAS

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