Capítulo 11
Jack y Travis jugaban a la pelota en medio del gran patio mientras papá y los demás planeaban su próxima pelea. Yo no estaría aquí, enviarían a Jack a la casa de la abuela, la madrastra de papá, ya que el abuelo estaría con nosotros en el campamento, todo estaba planeado para el gran día, correría mucha sangre.
Por lo que escuché, uno de los ángeles que papá odia saldrá de la cárcel, las notificaciones en el chat de los Diablos estaban volviéndome loca, me vi en la obligación de poner el móvil en silencio para que no siguiera interrumpiendo la velada, algo sobre un incidente de hace años, algo de no permitir que salga en libertad...
También dijeron que era oportuno que yo no estuviera estos días, es extraño, pero estaba tan embelesada pensando en el desastre que causaría con Travis más tarde, que no le tomé la debida importancia, papá se ocuparía de ello, él es extraordinario, con él aquí, no era necesario que yo me preocupara.
— ¡Lucía! ¡Patea la pelota!
Travis, agitado y divertido, esperó a que pateara la pelota hacia ellos, jugando otra vez con mi hermano, Jack reía fuerte mientras intentaba quitarle la pelota otra vez, Travis fingía haber sufrido un golpe mortal y se lanzó al piso, sujetando su rodilla mientras giraba y narraba lo mucho que le dolía lo que sea que estaba fingiendo tener.
Riendo, regresé con mi familia, tomando una brocheta, ya había algunas listas.
— Es un buen chico, me agrada ¿Por qué nunca traes a nadie a casa?
Preguntó papá, entregándome una servilleta.
— Él y yo no somos novios papá, ni estamos cerca de serlo, somos amigos, nos entendemos, nos llevamos bien — probando el champiñón asado, adoro los champiñones asados— y la razón por la cual no traigo a nadie a casa, es porque no hay nadie que me guste lo suficiente para hacerlo ¿Por qué traería a alguien a quién cortaré en una semana? Es ilógico.
— Pero a este chico no dudaste en traerlo ¿Por qué?
Preguntó tío Oren sin discreción.
— Ya te dije, somos amigos.
— Claro, y yo soy virgen del culo — riendo— Hija, no nos leamos la suerte entre gitanos, bien sabemos que algo se traen entre manos, ambos. Sólo míralo — voltee a ver lo que tío Oren estaba observando— es un idiota, te mira como idiota y sonríe como idiota.
Travis estaba observándome, apenas nuestras miradas se cruzaron, sonrió, lanzado aún en el piso, con Jack encima.
— No sé, no lo conozco lo suficiente tío, pero me agrada también, es... un buen chico.
Citando las palabras de mi padre.
— No seas orgullosa hija — mamá me robo el trozo de carne— Tu padre perdió mucho por su orgullo, lo sabes, así que no te cierres ante las oportunidades, sólo observa como va la situación, ve dónde te lleva la vida.
Oh mamá... si supieras que abierta es cómo más quiero estar... pero de piernas.
— No pienso cerrarme a nada, ya veré dónde me lleva este camino — levantando la mano para saludar a ambos— ¡Jack, Travis, está listo, a comer!
— ¡Ya vamos, Lu!
Respondió Travis, levantándose del piso con mi hermano sobre el hombro, dispuesto a venir hacia nosotros.
— Ya vamos Lu — imitó el tío Oren, riendo— Y crees que es chico no siente nada por ti ¿Por qué no llevan a mi sobrina al oftalmólogo? Jess, Luca, la niña está ciega.
Reí de los nervios, tomando dos brochetas de la parrilla.
— Una para ti, pequeño revoltoso — acariciando el cabello de mi hermano cuando el pelinegro lo bajó al piso— y otra para ti, hay muchas, come cuanto quieras.
Entregándosela a Travis.
— Huele delicioso — sonriéndome— Luca ¿Necesita mi ayuda con algo?
Viendo a papá.
— No, de hecho, estoy bastante satisfecho teniéndote justo dónde estás — cargándose en la pared más cercana— Mi hija parece bastante feliz contigo, sigue haciendo lo que sea que haces.
— Gracias señor, su hija... su hija también es increíble, gracias por permitirme entrar en su casa y quedarme cerca de ella.
Luego de los halagos, las risas y las molestias por parte de tío Oren, logramos llegar al fin de la cena sin mayores impases, llegando la noche más pronto de lo que esperé.
Media noche, ambos nos despedimos, dispuestos a ir a dormir, mañana debemos levantarnos muy temprano para que el abuelo no nos jodiera en el campamento... tanto, porque nos haría sufrir, lo sabemos.
Guie a Travis hacia mi cuarto, cerrando la puerta tras nosotros, poniendo llave.
— Oye... tus padres...
Tiré de su camiseta y posé mi boca sobre la suya, moviendo mis labios con avidez, deslizando mi lengua por su labio inferior, pidiéndole la invitación necesaria para saborear esa boca que anhelé hace horas.
Gemí del gusto cuando me dio lo que quería, devorando mi boca con autentica devoción, acariciando mi cintura en el proceso, acercándome a su cuerpo, permitiéndome sentir su pene que comenzaba a despertarse, pinchando contra mi abdomen.
— ¿Segura que quieres hacer esto?
Deslizando sus manos por mi short, desabrochó el cierre y metió ambas manos dentro, apretando mi trasero.
— Mmgh... ¿Qué tipo de pregunta es esa ahora?
Tirando de su camiseta, quería quitársela.
— Te ayudo con eso, princesita.
Riendo mientras levantaba las manos y me permitía sacar la maldita camiseta de la jugada, viendo ese torso bien trabajado, y esos oblicuos perfectamente definidos, esperando que llegara al final de su camino.
— ¿Te ríes de mí, Angelito?
Carcajeó sin gracia, aprisionándome contra la puerta, pegando su pene a mi estómago, frotándose conmigo, tomó mis manos, las juntó, y sujetándolas con una de las suyas, las apretó con la fuerza suficiente sobre mi cabeza, contra la puerta, para someterme.
— ¿Te parece que quiero reírme ahora, princesita?
Acercando su rostro a mi cuello, depositando húmedos besos por la zona, luego besó el borde visible de mis pechos, utilizando su mano libre para masajear mi pecho derecho de forma sutil, obligándome a soltar suspiros y pequeños gemidos de placer, me gustan los tratos rudos, pero también me gusta que se tomen el tiempo para encender mi cuerpo.
— No me has respondido ¿Te parece que quiero reírme?
Susurrando cerca de mi oído, rozando mi oreja con sus labios, haciéndome temblar.
— No...
— ¿No qué?
— No creo que sea el momento de reír.
Buscando su mirada, perdiéndome en ese par de ojos azules de aspecto felino y astutos que no perdían detalle del movimiento acelerado en el que mi pecho subía y bajaba, o de la forma en la que apretaba las piernas en busca de un poco más de contacto.
— ¿Necesitas ayuda, bonita?
Me gusta la forma en la que los halagos escapan de su boca.
— No voy a rogar — lamiendo mi labio inferior— es tu turno de rogar — quitándome la zapatilla— O no tendrás oportunidad de usar esto esta noche.
Levantando mi pie, apretando su pene sobre la ropa, sintiéndome superior al ver la expresión de dolor que cruzó por su rostro.
— Bien, pues estoy listo para rogar.
Lamió sus labios, soltó mis manos y se arrodilló en el piso frente a mí, sujetó mi short y lo deslizó por mis piernas junto con la ropa interior, viéndome con incredulidad, levantando el montón de hilos que era mi tanga.
— ¿En serio?
Carcajee.
— Me gusta la ropa interior pequeña.
Encogiéndome de hombros.
— Dios... eres una tentación andante — subiendo una de mis piernas a su hombro— ¿Serás tan dulce aquí como tus labios?
Lamiendo los propios.
— No me dirás que piensas...
Tragando grueso, apoyé una de mis manos en su cabello, y la otra bien sujeta a la puerta.
— Dijiste que querías que rogara, pues estoy muy dispuesto a rogar en estos momentos — besando mi bien depilado monte de venus, la depilación laser hizo lo suyo, ahora no me crece vello en ningún lugar— Quiero saborearte completa.
Asentí lentamente, perdida en esos oscurecidos ojos, de un azul más profundo, de aspecto felino. En estos momentos me sentía como la presa de este sujeto, él me estaba acechando y ahora me va a comer.
No me hizo esperar más, se acercó a mi vagina, y lamió ejerciendo la presión suficiente para que me temblaran las piernas, utilizando su lengua plana para aplastar mi clítoris, succionarlo y mordisquearlo levemente.
Jalé de su cabello cuando su lengua comenzó a formar círculos sobre mi clítoris, comenzaba a sentir ese familiar cosquilleo en mi vientre bajo, pero no podía correrme todavía, hablaría muy mal de mí ¿Dónde está la Lucía de siempre que le cuesta conseguir su maldito orgasmo?
— Mierda...
Levantando la cabeza, jalando de los cabellos de Travis, apretando su rostro contra mi vagina.
Solté un jadeo cuando su mano impactó con fuerza contra mi trasero.
— Las princesas no dicen groserías.
Masajeando la zona golpeada después, atracando mi vagina nuevamente, pero esta vez, con su mano libre, acariciando mi muslo, se dirigió directo a mi sexo, deslizó dos dedos por la humedad y luego los hundió sin piedad por mi cavidad, presionando ese punto dulce que me hizo temblar de pies a cabeza, obligándome a maldecir y sujetarme más fuerte de su macizo cuerpo, ganándome otra nalgada por soltar groserías.
— Por favor... más rápido... más... mmgh... joder...
Mordiendo mi labio inferior con fuerza, esto se sentía tan malditamente bien.
Lamentablemente para mi ego, la que terminó rogando, a pesar de ser él quien se mantenía de rodillas, fui yo, pidiéndole que por favor me dejara correrme, porque cada vez que estaba cerca, disminuía sus movimientos, pero esta vez, logrado su objetivo, no dejó de golpear con sus dedos mi interior, mientras su lengua, dientes y boca no dejaban de tocar el maldito timbre sexual que me mantenía en constante agonía, permitiéndome correrme dolorosa y tortuosamente por tanta espera, sintiendo este el mejor de mis malditos orgasmos, prolongado y satisfactorio, es la primera vez que lo siento desde las hebras de cabello hasta los pies, sintiendo como se me erizaba la piel y los pechos se me endurecían dolorosamente dentro del top deportivo.
Por el Diablo... podría hacerme adicta a esto.
— Oh... mierda...
Dije en cuanto levantó su cabeza, dejándome ver esos labios húmedos, inflamados y rojos por la actividad.
— ¿Estás bien?
Preguntó.
Todo un caballero el angelito.
— Estaré mejor cuando esto — aplastando su erecto pene cubierto por el pantalón— tome responsabilidad por lo deseosa que me siento, quítate la ropa angelito, porque necesito un segundo round ahora.
Quitándome el top en un simple movimiento, viéndolo tragar grueso.
— ¿Qué?
Preguntando al ver que no se movía.
— Eso fue tan sexy que casi acabo en la ropa interior ¿Sabes lo vergonzoso que sería eso? Estoy cantando La vaca lola en mi cabeza para evitar correrme.
Reí tomando la mano que hace un par de segundos estuvo en mi interior, tomando esos dos dedos dentro de mi boca, lamiéndolos bien, probando mi propio sabor, quitando todo rastro de mi esencia de aquellos largos, fuertes y gruesos dedos.
Oh mierda...
Podría hacer esto toda la noche.
— Lo haces a propósito — levantándose del piso— ¿Quieres tentarme? Princesita, no sabes con lo que te estás metiendo — desabrochando su pantalón— ¿Quieres poder caminar con normalidad mañana? — quitando el pantalón de la jugada— ¿Quieres que tus padres se den cuenta de lo que hicimos? No soy tan buena persona como crees — quitándose el bóxer, masturbándose sin pudor— La tengo tan dura que me duele como no tienes idea, y tienes un cuerpo tan perfecto que sólo quiero lanzarte a la cama y hacerte llorar de lo duro que deseo follarte.
Apreté las piernas y mordí mi labio inferior, sintiendo los ojos vidriosos debido a la ola de placer que recorrió mi cuerpo por esas palabras.
— ¿Qué estás esperando? No soy fácil de derribar — caminando hacia él— Trátame tan duro como quieras es justo lo que necesito en estos momentos.
Susurré en su oído.
— Tus deseos son órdenes, princesa.
Sujetó mis piernas y me alzó del piso, devorando mi boca en el proceso, golpeó mi trasero, obligándome a abrir la boca para protestar, aprovechó ese momento para meter su lengua para jugar con la mía, todo eso mientras caminaba hacia la cama y me depositaba en ella, acariciando mi cuerpo con sus manos.
Mis caderas.
Mi trasero.
Mi cintura.
Mis pechos.
No quedó ni un solo trozo de piel que no fuese tocada por sus ásperas manos.
— Condón. Necesitamos un condón.
Dijo antes de que ambos perdiéramos completamente el control.
— Tengo en mi mesita de noche, estira la mano, tu brazo es más largo.
Así lo hizo, abrió el cajón y tomó la tira de preservativos que mantengo ahí siempre en caso de emergencia, tomó uno, lo abrió y deslizó por su extensión, apoyado de rodillas en la cama, entre mis piernas, dándome una estupenda vista.
— Tú dijiste que trato especial no querías, así que...
En menos de cinco segundos, mi rostro estaba siendo aplastado contra el colchón, tenía ambos brazos sujetos a la espalda, y luego lo sentí, su pene separando mis carnes sin compasión alguna, sintiendo su gemido de satisfacción cuando por fin lo metió todo, dejándome completamente sin aire.
— Espera un poco, espera... deja... deja que tome aire, deja...
— ¿De verdad quieres eso?
Girando en círculos, obligándome a gemir con fuerza.
Carcajee con malicia, sonriendo de lado.
— No, la verdad no.
— Eso pensé.
Golpeó mi trasero y me penetró con fuerza una y otra vez, aprisionándome contra el colchón, apretando mi culo, dándome nalgadas y sujetándome por las caderas para entrar más profundo.
Estaba volviéndome loca.
Esa noche, me corrí tres veces.
***
A la mañana siguiente, bañados y preparados, caminamos hacia el comedor, dónde mis padres y tíos esperaban ya sentados en la mesa, comiendo su desayuno, Jack no estaba, probablemente ya se fue a la escuela.
— ¡Buenos días!
Dije con naturalidad.
— Buenos días.
Dijo también Travis, por educación.
Todos respondieron al saludo de buena forma, en cambio mi padre, se removió con incomodidad en su silla, esperando a que tomáramos asiento.
— Hija, tenemos que hablar.
— ¿Qué sucede? — recibiendo la taza con leche que preparó mi progenitora— gracias mamá.
— Hija, tú sabes que yo no me meto en tu vida sexual, eres adulta y sabes lo que haces, no es necesario que nos entrometamos — mierda ¿Nos habrá escuchado? — Y... yo pensé que no me importaría, pero anoche no pude pegar un solo ojo pensando que ustedes... que ustedes dos...
Señalándome a mí y a Travis.
— ¿Qué nosotros tuvimos sexo?
Terminé su frase.
— Sí, eso — y sí que tenía ojeras bajo los ojos— no me sentía cómodo con la idea de que mi niñita esté bajo el mismo techo que yo, teniendo sexo con otra persona, por mucho que él me agrade.
— Papá, no hicimos nada anoche ¿Por quien me tomas? Yo respeto la casa, no sería cómodo para mí tampoco tener sexo sabiendo que ustedes están cerca, así que no te preocupes.
Mentí.
porque anoche tuve el mejor sexo de todos.
— Lo mismo yo señor, respeto a su hija y a su familia, no es correcto tener sexo cuando existe la posibilidad de que ustedes puedan oírnos, no se preocupe, anoche solamente descansamos, hoy es un día importante y debíamos levantarnos temprano.
Papá sonrió ampliamente.
— Lucía, sigo pensando que no sé de dónde saliste, porque de haber tenido esa oportunidad con tu madre, yo no la desaprovechaba, pero al escucharlos... este chico me agrada más — carcajeando— come Travis, come, los boxeadores debemos mantener una buena cuota de carbohidratos para rendir como corresponde en las peleas.
— Claro señor, muchas gracias.
Travis y yo intercambiamos miradas cómplices, sonreímos y seguimos comiendo con naturalidad, fingiendo que no dejamos marcas ocultas en el cuerpo del otro, o que nuestras bocas se pasearon por cada trozo de piel del contrario.
Uuf... será difícil no repetir, normalmente tengo esa regla, pero ahora... No sé si pueda cumplirla.
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BUENAS BUENAS MIS AMOREEEES
TRAJE UN NUEVO CAPITULOOOO Y ESTA VEZ SÍ HUBO ACCIÓN DE LA BUENA
TRAVIS NO ERA TAN ANGELITO COMO PENSABAMOS ¿CIERTO? YO QUIERO SER LUCÍA, SIENTO ENVIDIA DE UN PERSONAJE FICTICIO JODER
PLACERES DE LA VIDA QUE SE DA
QUE ENVIDIAAAA
Y LUCA TODO PREOCUPADO POR LO QUE SU HIJA PUDIESE ESTAR HACIENDO JAJAJAJA
LOS DOS LE RE MINTIERON EN EL ROSTRO Y BIEN QUE HICIERON DE TODO
MENTIROSOS PROFESIONALES ESTOS CHICOS
NOS LEEMOS EN UNA PROXIMA OCASIÓN MIS AMOREEES
QUE TENGAN UNA EXCELENTE SEMANA
BESOS PARA TODOS
LOS AMOOO
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