Capítulo 3

Pensamientos


Desconcierto.

Eso es lo que siento ahora mismo. Un desconcierto al haberme tropezado con ese hombre, al levantar la vista y ver a un hombre diferente del que me esperaba, al ver como conectaban nuestras miradas, al ver que no se movía para ayudarme a recoger mis cosas que él mismo había tirado al suelo, y lo más de lo más desconcertante de todo para mí: su voz grave, al sentir que se acercó para hablar con esa voz grave. No me la quito de la cabeza.

Me desnudo nada más entrar en la habitación del hotel, pongo música a tope en el móvil que conecto a un altavoz bluetooth y me lo llevo al cuarto de baño. Miro al espejo y veo una silueta detrás de mí. Suelto un grito y salto, me giro y me doy un golpe en la cadera con el lavabo, pero no hay nadie. Jadeo asustada. ¿Qué me está pasando? Por dios, si solo he escuchado su voz y ha sido un simple tropiezo con un hombre que me ha llamado bruja.

Te ha gustado, dice la voz dentro de mi cabeza.

No. Sacudo la cabeza varias veces, paso las manos por el cabello y entro en la ducha suspirando. Activo el agua caliente y cae sobre mi pecho. Suspiro de nuevo y entro del todo para que caiga por todo mi cuerpo. Acaricio mi cuerpo suavemente, y aparece él en mi mente, tan atractivo como lo he visto, guapo, potente a la vista de todos, como un dios griego. Eso, un dios griego. No pasa desapercibido entre la gente. Todas las chicas lo mirarán, vaya a donde vaya. Esos ojos oscuros posándose en los míos, como me miraba de una manera totalmente diferente a como me suelen mirar, como si quisiera mirar dentro de mí, descubrir cosas.

Lo que quería era meterse en ti, dice mi subconsciente, totalmente ido de la cabeza.

Sacudo la cabeza ante ese pensamiento, me doy cuenta de que estoy jadeando, el agua cayendo por mi cabello y por los lados de mi cara. Abrazo mi cuerpo con mis brazos y mis manos, entreabro los labios para coger aire.

Recuerdo sus palabras: "Tendré más cuidado la próxima vez".

¿Acaso habrá una segunda vez? ¿Lo volveré a ver? ¿Y por qué coño estoy haciéndome estás preguntas si ni siquiera he entablado una conversación con él? Solo nos hemos tropezado. No es nadie interesante. Un simple capullo que no miraba por donde iba y se ha tenido que tropezar conmigo.

Tú encantada de que haya sido contigo, mi voz del subconsciente hablando por si sola.

No. Me ha tocado a mí, podría haberle tocado a cualquiera, o incluso ni se hubiera tropezado con nadie.

Salgo de la ducha y enrollo mi cuerpo en una toalla. Con la mano quito el vapor del espejo cómo puedo. Me miro en él, estoy colorada, sonrosada.

Por pensar en él, otra vez mi subconsciente.

Que no. No tengo porqué pensar en él. No tengo motivos.

En ese mismo instante, mi móvil suena. Voy hacia la habitación para encontrar mi móvil por ella. Tras varios intentos en buscarlo, el móvil seguía sonando, y al fin lo encontré en el fondo del bolso.

- ¿Sí? - respondo agitada por todo el agobio de no encontrarlo. Ya pensaba que lo había perdido en el tropiezo con ese hombre. Mi mente vuelve a pensar en ello hasta que la voz de mi amiga me saca de mis pensamientos.

- ¿Cómo que sí? Qué pasa, ¿qué no has mirado la pantalla antes de contestar o qué? - pregunta mi amiga, a lo que yo suelto una carcajada acompañada de una sonrisa.

- Eres tonta. No encontraba el móvil y he querido contestar tan rápido que no me he fijado en la pantalla - explico sentándome en el borde de la cama más tranquila.

- Y ¿se puede saber que estabas haciendo para coger el móvil tan tarde y para que tu voz suene agitada? - dice con un tono de canalla en su voz como si se estuviera imaginando cosas que no son. Efectivamente, se está imaginando lo que llevo tiempo sin hacer yo. Solo lo imagino.

- No vayas por ahí porque sabes que no - advierto a mi amiga con una sonrisa en mis labios -. Estaba en el baño.

- ¿Cagando? Amiga, habérmelo dicho antes, no te hubiera molestado, hija - dice completamente seria, pero sé que por dentro se muere de risa, porque así es ella.

- Estás tonta, de verdad - suelto una carcajada que no puedo parar en muchos minutos y, a la vez, se la contagio a ella, y ya no paramos -. Me estaba duchando y entre pensamientos y pensamientos pues he tardado más de la cuenta.

- Y ¿qué pensamientos son esos? - puedo imaginarme su cara en este mismo momento aunque no la este viendo. Esa cara con una sonrisa de medio lado y con suficiencia.

- Nada... - trato de esquivar el tema del tropiezo con ese hombre. No quiero que vuelva de nuevo a mi mente y volver a pensar en lo mismo. Sé que ya no lo voy a volver a ver, lo tengo claro. Es imposible que, entre millones y millones de personas que hay en esta ciudad, tenga la pura casualidad y coincidencia de volver a encontrarmelo.

- Ese nada suena a que algo es - mi amiga acierta de lleno. Tampoco es que se lo haya puesto muy difícil -. Ya estás soltando lo que tengas que soltar.

- Nada, si no ha pasado nada. Solo ha sido un simple tropiezo con un hombre, pero nada más...

- Espera, espera, espera - me corta de pronto mi amiga -. ¿Cómo que un tropiezo? ¿Y eso del hombre? - hace dos preguntas seguidas.

- Pues si, un tropiezo. Y si, con un hombre. Estaba andando por la calle con los cascos puestos, llevaba un mapa por si me perdía, porque ya sabes que soy muy torpe, y currículums para ir echándolos en diferentes locales...

- Amanda, deja esa historia del mapa, lo torpe que eres y los currículums para más tarde, y ve a lo más importante, que no puedo aguantar más solo de haberte escuchado decir que te has cruzado, o mejor dicho, tropezado con un hombre. Que me estoy mordiendo las uñas y me voy a quedar sin ellas como sigas callada y llevando el tema por un camino más largo todavía - no puedo parar de reír.

- Vale, vale. Esta bien - acepto y me quedo callada unos segundos, en los que escucho a mi amiga bufar al otro lado de la línea, suelto una risa -. Ya, ya, ya. Ahora sí que sí. Serias. Bueno pues que iba andando y me tropecé con un hombre, pues que al parecer tenía mucha prisa. Se me cayeron todos los papeles al suelo, incluso el bolso y por casi no me caigo yo también vaya - escucho a mi amiga reírse al otro lado de la línea -. Tía, no te rías. Que podía haberme caído y hubiéramos tenido una desgracia.

- Si, si. Tienes razón. Ya paro - dice seria, pero no puede dejar de reírse solo por un segundo -. Lo siento tía, es que solo de imaginarme la escena, me parto de risa - suelta una carcajada fuerte y larga, e instintivamente, mis labios se estiran. No se hubiera partido de la risa si hubiera estado en mi lugar, porque yo la conozco y le hubiera dicho al hombre lo más grande.

- Bueno, y pues cuando levanté la mirada para ver quién había sido...

- ¡ERA CHRISTIAN GREY! - grita y tengo que alejar el móvil de mi oreja porque me va a estallar el tímpano del grito que ha pegado.

- Qué dices, loca. Pero era parecido - le digo eso para ver cuál es su reacción -. Nah, mentira. Era muy atractivo, guapo, cabello oscuro y sus ojos igual. Ancho de espaldas y de hombros.

- Y, pues ahora, no puedes dejar de pensar en él. ¿Me equivoco o estoy en lo cierto? - dice mi amiga como si me conociera de toda la vida, y en cierto modo, es así. Como si me hubiera parido, que no ha sido así, pero casi.

- Pues... No, no te equivocas, y si, estás en lo cierto - digo suspirando y tirándome hacia atrás en la cama, tumbandome por completo y mirando al techo con el móvil pegado a la oreja -. Es que después vi que no se agachaba a ayudarme a recoger lo que él había tirado, porque había sido él, y le pregunté que si me estaba vacilando, y que mejor se fuera. Se quedó callado tía, y luego, se acercó a mí para decirme: "Vaya, que carácter tiene la bruja. Lo siento, bruja, tendré más cuidado la próxima vez" - le cito textualmente las palabras de aquel hombre, volviendo a recordar ese momento.

- ¡Ay! ¡No puede ser! Pero si esto solo pasa en los libros tía. ¡Qué fuerteeeeeeee! - me la imagino saltando por su apartamento como una loca.

- Si. Pero tía, que me llamó bruja. ¿Quién es para llamarme así? No lo entiendo - explico mi frustración.

- Le has gustado fijo - dice Colette muy convencida de ella misma.

- Pero, ¿cómo explicas lo de la próxima vez? ¿Cómo lo voy a volver a ver? Es imposible - le hago las mismas preguntas que mi cabeza se hace.

- Seguro que busca la manera de volver a encontrarse contigo. O sino... - deja la frase en el aire.

- Sino...¿qué? - pregunto nerviosa y ansiosa, que hasta me incorporo en la cama para sentarme de nuevo en el borde. No me gusta que la gente deje las frases a medias, me ponen nerviosa.

- Sino, dejalo en manos del destino. Deja que el destino os vuelva a unir.

Me quedo pensando en esas palabras de mi amiga. El destino.

¿Querrá el destino volver a unirnos?

¡Dios! Es imposible. Casi nunca he creído en el destino, pero, ¿y si ahora es el momento de creer en él?

Estos pensamientos me van a volver loca y, sobre todo, las preguntas. Y eso que sólo ha sido un encuentro y no muy favorecido y agradable del todo. Vuelve a mi cabeza su voz y sus ojos.

¡Malditos pensamientos!

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