Capítulo 18
Te quiero
Esperando en el aeropuerto a que venga mi amiga Colette. Por fin la voy a poder ver desde que me fui de mi ciudad para venirme a ésta que es totalmente diferente y, que desde que vine, todo a sido una auténtica locura. Le tengo que contar muchas cosas y tengo muchas ganas de volver a verla.
Han pasado ya 2 días enteros desde que Logan y yo nos besamos. En casa nos hemos estado evitando, aunque no ha sido tanto porque apenas estaba en casa. Siempre estaba en la calle, por las noches estaba en casa porque lo escuchaba llegar y cerrar la puerta de su habitación. Estaría trabajando o con amigos, ni idea. No quiero volver a pensar en eso.
Las puertas del aeropuerto se abren y empiezan a salir gente de los vuelos que acaban de aterrizar. De lejos la veo con su característica maleta amarillo fosforito. Que le gusta llamar la atención allá por donde vaya. Cuando estábamos en la universidad y nos teníamos que ir de viaje a cualquier ciudad para visitar, siempre se llevaba esa maleta. Le gustaba llenar la atención de todo el mundo y no pasar desapercibida. Desde luego que con esa maleta nunca lo hacía.
- ¡PETARDAAAA! - grita Colette desde la puerta del aeropuerto y hecha a correr en mi dirección.
- ¡Ya estás aquí! - grito y voy a su encuentro para darnos un abrazo que nos quita el aliento a las dos, nos apretamos fuerte como si lleváramos 3 años sin vernos, y la realidad es que tan solo llevamos sin vernos semanas. No he llegado a hacer el mes en esta ciudad.
- ¡Siiiiii! - dice alargando la vocal demasiado y se separa de mí para mirar a su alrededor -. Que perfecta es esta ciudad.
- Bueno, esto es poco - le digo mirando también a nuestro alrededor -. Todavía no has visto nada.
- ¿Y a qué esperamos, petarda? ¡VAMOS! - me da un tirón de brazo y me lleva con ella.
Vamos andando hacia la parada de autobús para llevarla a comer.
Sentadas en un bar que pone hamburguesas, costillas de cerdo, sándwiches, pizzas,... estamos mirando la carta para elegir qué vamos a comer.
- ¿Qué van a tomar, señoritas? - pregunta un camarero de nuestra edad más o menos que no para de mirar a mi amiga. Ella no se da cuenta y le doy un toque con mi pie para que se gire a mirarlo. No es nada feo, tiene cara redonda y de bebé. Es muy mono.
Mi amiga y yo nos miramos y ella entiende lo que le digo con la mirada.
- Te pido yo - salta diciendo mi amiga de forma abrupta y poniéndose recta sobre la silla -. Queremos dos hamburguesas con queso, con lechuga, sin tomate y con salsa mayonesa - cuando termina la frase pone su mejor sonrisa y yo tengo que aguantarme la risa.
- Mu...muy bien - dice con dificultad quedándose embobado con su sonrisa -. ¿Y de beber?
- Pues dos Pepsi, por favor - ella educada, en su vida lo ha sido. Le gusta.
- Anotado, en seguida les traigo la comanda.
- Muchas gracias, guapo - le dice ella toda descarada y pestañeando como si fueran alas de mariposa. No puedo aguantarme más la risa y en cuanto se va el camarero suelto una carcajada y ella me sigue.
- De verdad que no puedo - digo limpiándome las lágrimas que han salido de mis ojos a causa de la risa.
- Siempre diva nunca indiva - se aparta el pelo de los hombros y apoya los codos en la mesa con los ojos cerrados, como una actriz de telenovela. La adoro -. Pues cuéntame, ¿qué tal con tu amor platónico?
- ¿Qué amor platónico ni amor platónico, tonta? - le digo limpiándome los dedos mojados por las lágrimas en la servilleta de la mesa.
- Pues con Logan, tu compañero de piso o casa o lo que sea donde viváis - dice y resalta la palabra compañero con socarronería.
- No es mi amor platónico - pongo los ojos en blanco y al mismo tiempo aparece el camarero con nuestras bebidas. Inmediatamente le doy un sorbo a la Pepsi que está fresquita.
- Bueno lo que tú digas - dice recorriendo con su mirada los pasos que da el camarero de vuelta a la barra del bar.
- ¿Y tú con el tuyo? Porque ese sí que es un amor platónico - le digo para devolvérsela por chula.
- No se llama amor platónico, se llama atracción física - me recalca las dos últimas palabras para hacerlas notar.
- Ah, perdone usted, señorita - digo con una sonrisa la última palabra tal cuál la ha dicho el camarero cuando ha venido a anotar nuestro pedido.
- Me pone que lo flipas - dirige su mirada hacia él y se muerde el labio inferior.
- Madre mía.
- Bueno, que no me cambies de tema. Estábamos hablando de Logan - dice respirando normal y tranquila.
- No estábamos hablando de nada, estabas hablando tú - le recuerdo.
- Pero ahora sí que vamos hablar. ¿Qué está pasando en esa casa? - pregunta mirándome fijamente a los ojos, cosa que, inmediatamente aparto la mirada de sus ojos.
- Nos besamos - digo rápido y jugando con el vaso de mi bebida.
- ¡¿QUEEEEEE?! - grita y todos los demás que están sentados en sus mesas disfrutando de su comida, se giran para ver qué es lo que ha pasado en la nuestra.
- No grites por dios. No he matado a nadie - le digo tranquilizandola porque todo el mundo está pendiente de nosotras.
- Es que es muy fuerte. ¿Cómo pasó? - sigue preguntado anonadada. Realmente es para estarlo, si ella me lo hubiera confesado así de rápido sin ninguna explicación más, pues me hubiera puesto igual. Aunque si es verdad que no hubiera gritado ni hubiera dado ningún espectáculo. Ella es que es mucho de llamar la atención, como ya he explicado al principio.
- Pues pasando. En una fiesta en la casa.
- ¿Fiesta? - pregunta confusa por mi respuesta.
- El día que estábamos hablando por teléfono, los ruidos que se escuchaban de fondo eran de la fiesta que estaba montando en la planta de abajo - explico para que sepa cuándo.
- ¿Y cómo fue? ¿Qué hizo? - pregunta exasperada por no obtener demasiadas respuestas a todas sus preguntas.
Le detallo todo lo ocurrido, la situación, de no saber que hacer y, de que ahora, nos evitamos mutuamente. Que no puedo olvidar ese beso, lo tengo siempre metido en la cabeza. Y no puede volver a ocurrir. Tendríamos problemas.
- ¿Por qué tendríais problemas? - pregunta con el ceño fruncido.
- Vivimos en la misma casa, somos compañeros. No saldríamos ilesos - explico ahora jugando con mis uñas. Me las tengo que pintar, anotación mental.
- Tú no lo sabes, Amanda. No te anticipes a nada que no sabes.
- Sí lo sé, Colette. Es sencillo y fácil de saber, se ven en todas las películas de amor que tratan de lo mismo - le digo mirándola a los ojos y ya sin problema.
- No lo sabes - vuelve a repetir lo mismo.
- Lo mío es una simple película, Colette. Viviré partes espectaculares y luego, boom, caeré - hago gestos con mis manos para hacerle ver lo que le quiero transmitir.
- Pues si te caes, yo estaré ahí para ayudarte a levantar. Y si te vuelves a caer de nuevo, otra vez estaré a tu lado para levantarte - dice con sus manos encima de la mesa para ponerlas encima de las mías.
- No quiero sufrir y menos por amor. Y sé que con él lo voy hacer - digo pensativa y con las ideas claras.
- Deja que fluya, Amanda - me dice con una sonrisa amplia.
- Te quiero - aprieto nuestras manos juntas y las dos sonreímos.
La amistad es mejor que el amor. Aunque no creo que con el paso del tiempo diga lo mismo.
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