Capítulo 11

Apenas es el comienzo


- ¿Que qué? - pregunto toda confundida y con los ojos como platos.

- No me hagas repetirme, así que tirando a las escaleras - su mano se posa en la curva de mis espalda y me empuja hacia las escaleras.

En la planta de arriba, de las habitaciones, ya no entramos de nuevo en la habitación de antes porque ya se sabe que es la de él. Entramos en la que hay enfrente.

- Está va a ser tú habitación - sigo impactada porque diga que va a ser mi habitación. Osea está dando por hecho de que yo voy aceptar ser su compañera de piso. ¿Sabéis lo que me acarrearía a mí ser su compañera de piso? ¿Tener que verlo a todas horas, minutos y segundos del día? ¿Compartir con él todo, encontrarmelo en todos lados de esta casa? ¿Y qué pasa si me lo encuentro desnudo? ¡Ay dios mío, que a mí me da algo!

- Estás dando por hecho de que voy aceptar ser tu compañera de piso - le digo como quien no quiere la cosa mientras me alejo de él y de su contacto para mirar toda la habitación sin dejarme ningún rincón.

- Sé que vas a aceptar - dice muy seguro de sí mismo. Ahí va una puesta de que era él el desconocido del número de teléfono. Es muy seguro de sí mismo.

- ¿Y eso como lo sabes tú? - me giro para mirarlo de frente y ver su expresión de seguridad y altivez.

- Porque sé que no vas a dejar pasar la oportunidad después de tanto tiempo buscando - joder, en eso tiene todo la razón. No me podría permitir rechazar está oferta así como así con lo que me ha costado encontrar y buscar. Es muy listo -. ¿He dado en el clavo, verdad?

En vez de contestar, aparto la mirada de la suya y le cambio de tema.

- ¿La habitación la puedo amueblar y decorar como yo quiera? - es una pregunta un poco absurda ya que está claro que sí ha a ser mía puedo hacer lo que yo quiera.

- Habrá reglas, bruja - me quedo estupefacta ante su respuesta, no me ha respondido a mi pregunta sobre la decoración, sino que directamente se ha ido a un tema que no tiene nada que ver.

- ¿Cómo que habrá reglas? ¿De que hablas?

- ¿Quieres saberlas? - va dando pasos hacia mí como si yo fuera su presa. Como si quisiera comida.

No te quejarías de ser su comida, habla mi subconsciente.

- Si lo has dicho es porque debo saberlas - le respondo con mucha seguridad aunque no estoy muy segura de querer escuchar esas reglas.

- Está bien. Vamos a ellos - se acerca un poco más hasta que queda bastante cerca de mí. Levanta una mano y baja todos los dedos menos el índice -. Primera, no habrá lloriqueos ni tristeza mientras esté yo que aquí. Nada que tenga que ver consolarte ni mierdas de esas que hacéis las chicas para que nosotros los tíos nos sintamos mal.

¿Pero qué coño dice este?

- No quiero a una compañera de piso que sea una llorica, ni mucho que menos que llores por cualquier desamor - se queda mirando mi reacción ya que estoy con la boca abierta y flipando con sus mierdas de normas. Y eso que sólo es la primera, cuando escuche las demás sé que me voy a querer morir delante de él. No sé si morir sería lo adecuado, pero reírme seguro.

Me quedo callada para dejarle paso a que siga con sus mierdas de normas, que a partir de ahora las vamos a llamar así.

- La segunda norma consiste en que podrás traer a alguna amiga en los momentos que yo no esté en casa.

- Pero, ¿qué coño estás diciendo? ¿Estás bien? ¿Has bebido? - no paro de hacer preguntas, estoy demasiado enfadada y furiosa para quedarme callada.

- Estoy perfectamente. No he bebido nada, solo una botella de agua - que gracioso es vamos.

- Pues son absurdas, puedo traer a quien a mí me de la gama de traer, para eso son mis amigas y amigos - recalco las dos últimas palabras para que le quede bien claro.

- Eso es otra. La tercera, nada de ligues - mi boca se abre más de lo debido.

- ¿¡Pero estas loco!? ¿¡Cómo se te ocurre!? ¡Esto es absurdo, por dios! - grito como una posesa y empiezo a dar vueltas por la habitación con las manos sobre la cabeza. Me estaba volviendo loca. Es que tiene cosas absurdas.

- No, no estoy loco. Bueno, lo soy, pero ahora mismo no es el momento de serlo - explica con un atisbo de sonrisa en sus labios.

- ¿Has terminado con todas tus mierdas de normas o quedan más? - digo exasperada y la saturación de la situación que me venía grande.

- Queda la última - advierte llevando la mano a la mandíbula y masajearla.

Empiezo a mover el pie en el suelo nerviosa y furiosa, esperando a que diga la última estúpida norma.

- Bajo ningún concepto nos vamos a liar.

- ¿Qué quieres decir con eso? - pregunto confusa. Mi pie se para de golpe, las manos empiezan a sudarme, mi respiración se entrecorta y mi aliento se queda atrapado en la garganta.

- Ni nos vamos a besar, ni nos vamos a acostar. Nada de líos entre nosotros - explica muy convencido consigo mismo. Se mete las manos en los bolsillos y ladea la cabeza para mirarme.

- Ah... - intento calmarme ante esa explicación. Giro mi cuerpo y empiezo a mirar a mi alrededor para ver la habitación, hasta que siento que se acerca por detrás de mí.

- ¿Lo has entendido? - susurra muy cerca de mí.

Cierro mis ojos y lo siento con todos los sentidos de mi cuerpo. No llega a tocarme, pero lo siento cerca, muy cerca. Su presencia casi me puede tocar.

- ¿Bruja? - su voz me saca de mis cavilaciones, sacudo la cabeza y me giro hacia a él para tenerlo de frente y encararlo. Me fijo en sus ojos, los tiene oscuros, más oscuros de como los tiene.

- ¿Qué? - pregunto aturdida sin saber qué es lo que me ha dicho.

- Nada, esto apenas es el comienzo - dice con una sonrisa de medio lado y, a la vez, ladeando su cabeza para mirarme mejor.

¿Qué quiere decir con eso?

Me quedo aturdida viéndolo como sale de la habitación.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top