Ok,  ok. Esta es mi primera historia yaoi, veremos que tal me sale nwn
Gracias a Mathiaxcp por darme su permiso para hacer un personaje basado en él en esta novela, te amo hermanitu :'D
Y muchas muchas gracias a todos. Hoy llegue a los 100 seguidores, y por eso dedici subirlo ya hoy, y no mañana como tenia planeado. Los amo un monton, gracias por todo *u*
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-E-espera...¡no estoy listo!-me gritó uno de mis mejores amigos, Camilo, mientras que lo arrastraba hasta la puerta.

-Vamos, vamos. Me prometiste que me acompañarías.

-N-no...No quiero ir. Por favor, suéltame.-suplicó mientras intentaba soltarse. Este chico no tiene nada de fuerza física.

-Me lo prometiste. No puedes arrepentirte ahora.-dije antes de soltarlo. Él retrocedió torpemente unos pasos.

-Lo sé, pero no conozco a nadie...y además...-no lo deje terminar.

-No te lo perdonaré.-Lo miré de manera amenazante y él soltó un suspiro.

-Está bien, está bien. Iré.-salté literalmente sobre él y lo bese en las mejillas, frente y nariz.- Ya, ya. Es suficiente.-dijo, apartándome con un leve empujón.

-¡Vamos!-exclamé con entusiasmo mientras salía por la puerta seguida por Milo.

…

Luego de unos minutos de viaje en autobús llegamos a nuestro destino. Era una gran casa, la entrada estaba cubierta de globos y serpentinas, y había varios automóviles y motocicletas estacionados alrededor de la propiedad. Entramos y nos recibió un chico alto, de pelo castaño oscuro, casi negro, que cubría casi por completo sus ojos color avellana.

-Hola, hermanito.-Lo abracé  y posteriormente él cerró la puerta detrás de nosotros.

-¿Qué tal, hermanita?-me sonrió.

La casa estaba decorada coloridamente, llena de personas de entre 15 y 20 años, unas conocidas y otras no, que bailaban, charlaban, gritaban y paseaban por el lugar, que por cierto apestaba a alcohol y cigarrillos. De pronto recordé la presencia de Milo, que estaba tímidamente escondido a mis espaldas mientras analizaba el lugar con sus inocentes ojos verdes. Era más que obvio que no estaba acostumbrado a este tipo de ambiente.

-Ah, por cierto. Él es Camilo, Milo. Es la primera vez que viene a una fiesta como esta.-le dije al anfitrión.

-Oh, ya veo.-rodeo a Milo con un brazo y le removió el cabello rubio de los ojos.-Mi nombre es Mathías, espero que te diviertas.

-Gracias.-respondió.

-Veo que ya se llevan bien. Iré a buscar unas bebidas del refri.-dije, dejándolos solos.

Me adentre entre la multitud, y regrese con mis amigos unos minutos después con dos latas de cerveza y una de refresco. Milo no tomaba alcohol, y yo solo lo hacía en las fiestas aunque nunca en mi vida me he emborrachado. En fin…los vi sentados en el sofá, haciendo un esfuerzo por ignorar a una pareja que se encontraba al lado de ellos, dándose depravadas muestras de su “amor”. En otras palabras, intercambiando saliva en exceso.

Les di a cada uno su respectiva bebida y me aleje con la excusa de que debía saludar a alguien. Pero en verdad fue porque vi por primera vez en mucho tiempo a Milo platicando alegremente con una persona fuera de nuestra sala de clases, eso me hacía feliz, y aun más sabiendo que ese alguien era mi hermanito, mi mejor amigo, Mathias. Cuando ya los perdí de vista, salude a un grupo de chicos que parecían amigables, charlamos un rato y luego fuimos a bailar. Me estaba divirtiendo tanto que no me di cuenta de lo rápido que paso el tiempo. Ya era tarde, y debía llevar a Milo de vuelta a su casa. Intercambie números con los chicos y fui a buscarlo. Sorprendentemente ya no se encontraban en el sofá. Me arrepentí enormemente de dejar a Milo solo ¿Qué le habrá pasado? ¿Lo secuestraron? ¿Se emborracho y fue a acostarse con alguien? ¿Salió de la casa? Oh, no esto no podía estar pasando. Inhale y exhale aire lentamente, contando hasta diez. “Tranquilízate” me dije a mi misma. Él estaba con Mathias, y confiaba en ambos. Nada malo pudo haber pasado. Volví a respirar con normalidad y pregunte a varias personas si habían visto a mis amigos a medida que avanzaba entre la multitud.
Continuará...