El cuarto "no"
Lunes de nuevo.
¡Odio ir al colegio! Por suerte las vacaciones de verano comenzarán un mes. Un largo mes, lleno de trabajos y exámenes.
Entré de mala gana en el salón de clases con los auriculares puestos y me senté en el piso al lado de la silla de Milo, como todos los días. Milo se sentaba atrás, así que en la mayor parte del tiempo permanecía en el piso, los demás me cubrían y yo escuchaba mi música en paz. Me han pillado más de una vez, pero me daba igual, mis notas eran bastantes buenas. Milo estaba garabateando en su cuaderno, con una expresión soñadora, le arrebaté el cuaderno y comencé a reír histéricamente, por suerte el profesor aún no había llegado. Me arrodillé sin dejar de reír y puse el cuaderno en su pupitre.
-¿Me...me puedes...me puedes decir que...significa...esto?- ni podía hablar fluidamente de tanto que estaba riendo.
-¡D-dejalo!-me gritó con la cara completamente roja. Era demasiado lindo. Le estiré una de sus mejillas.
-Si te gusta alguien debes decirmelo. ¿Entiendes?
-S-si, pero sueltame.-solte su mejilla y suspiré.
-Ahora dime.
-¿He?
-¡Dime quién te gusta!-el se puso completamente rojo y abrazó su cuaderno.
-É-él no me gusta.
-¿Quién no te gusta?-amo molestarlo.
-Ma-ma-mathias.
-Ohhh, así que él te gusta...
-¡QUE NO ME GUSTA!-comenzé a reír nuevamente. Dios, era tan entretenido molestarlo, pero ya estaba siendo demasiado mala. Me limpié una lagrima que había dejado caer de tanto reír y lo miré seriamente.
-Milo, tu puedes contarme lo que sea.-le arrebaté el cuaderlo y apunté lo que él había hecho. Era el nombre de Mathias, en una hermosa letra cursiva-gótica. La "s" estaba incompleta ya que le había arrancado el cuaderno de las manos mientras la dibujaba.-Si él te gusta puedes decirmelo, soy tu amiga.-sonreí sinceramente.
-N-no me gusta.-el desvío la mirada, aún estaba sonrojado.
-Deja de negarlo. Es demasiado obvio. Además-susuré- creo que también le gustas.
-¿Qué?-Milo abrío los ojos como platos.-¿E-enserio?
-Sep.-asentí con la cabeza.- El es gay desde que tiene memoria, así que no tuvo problema en aceptarlo. Pero tú -pellizco suavemente su nariz- todavía debes aceptarte.
-¿Aceptarme? ¿A qué te refieres?
-Oh...ya sabes. Aceptarte como gay.
-No soy gay.-hizo un puchero y me golpeó en el hombro, me senté de nuevo en el piso colocándome los auriculares.
-Como digas, pero recuerda que tus frenillos son de color rosita.
-¡Son rojos! Maldita daltónica.
Continuará...
Creo que este capítulo es un poco corto...pero ya ven. Besos~
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