Capítulo 2
Legolas estaba aburrido. Levantó la vista y vio a Niniéth sentada en el sofá de su habitación. La niñera dormía profundamente, con la tela que había estado cosiendo doblada sobre su regazo. El príncipe suspiró mientras miraba hacia abajo a los guerreros de juguete esparcidos a su alrededor. No es divertido jugar solo, pensó.
Keldarion había ido al bosque con el comandante Linden para su entrenamiento diario. Su padre estaba ocupado en su estudio con todos los asuntos que como rey de un gran reino debía supervisar y su tío Maeglin había abandonado el palacio desde por la mañana para atender asuntos personales. Legolas había querido jugar afuera, pero Thranduil se lo había prohibido diciendo que el sol de la tarde era demasiado fuerte para él ese día.
Eso solo dejaba a Dior.
Sonriendo por su nueva idea, Legolas se agachó y sacó la caja en la que guardaba a Gusanote de debajo de su cama. Había visto a su primo volver al palacio hacía unas horas y no había salido de su habitación desde entonces.
Encajando la caja debajo de su brazo, caminó de puntillas hacia la puerta y salió tan silenciosamente como pudo para no despertar a Niniéth. Cuando llegó a la puerta de Dior situada en otra ala del palacio, Legolas tocó una vez antes de entrar. Dior, que estaba de pie en el balcón, se dio la vuelta y frunció el ceño.
"¿Qué estás haciendo aquí, primo?"
Legolas sonrió, ajeno al mal humor de su primo.
"Vine a hacerte compañía –dijo el príncipe alegremente-. Sé que estás aburrido y solo. ¡Y yo también!"
Dior se quedó mirando al príncipe con los ojos entrecerrados. ¿Aburrido? ¿Quién ha dicho que esté aburrido, pequeño idiota? ¡Estoy enfadado! ¡Y todo por tu culpa!
Su encuentro con Luthwen no había ido tan bien como había esperado. No había podido ir a buscarla el día anterior después de la cena porque se había hecho tarde, y cuando la había visto esa mañana, Luthwen había estado tan conmocionada y consternada que había roto a llorar antes de salir corriendo a toda velocidad. Dior estaba confundido al principio, pero luego se enteró de que Luthwen se había enamorado de otro joven, un guerrero novato del Bosque Negro.
Dior estaba furioso desde entonces. ¡Todo es culpa de este estúpido niño, maldita sea! ¡Si él no hubiera nacido no habría ocurrido todo este desastre! ¡La reina Marwana seguiría viva, padre no habría dejado el Bosque Negro y Luthwen seguiría siendo mía!
"Err... ¿Dior? –Legolas estaba inquieto por la larga mirada de su primo. Él se removió en su sitio, pero entonces recordó la caja que llevaba-. ¡Oh, es verdad! Quería enseñarte algo."
Abrió la caja y cogió a Gusanote por el cuello para mostrárselo a su primo. Alarmado, Dior saltó hacia atrás en un instante.
"¿Qué demonios estás haciendo?"
"Yo... quería enseñarte a Gusanote. Es mi mascota."
"¿Tu mascota? ¡Es una serpiente, idiota!"
Legolas frunció el ceño.
"Pero es solo una culebra, no te hará..."
"¡Tírala, niño estúpido!"
El príncipe empezó a enojarse por los insultos y miró al elfo mayor.
"No soy estúpido, tú... ¡tú eres un cobarde!"
El rostro de Dior se puso rojo de furia.
"¿Me estás llamando cobarde?"
"¡Sí! –respondió Legolas con valentía-. ¡Solo un cobarde se asustaría por una culebra inofensiva!"
Dior explotó. Golpeó la mano de Legolas con fuerza, haciendo que el reptil cayera al suelo con un ruido sordo. Entonces sujetó a Legolas por la túnica y arrastró al príncipe hacia un armario.
"Veamos quién es el cobarde aquí."
El príncipe luchó y pateó salvajemente intentando liberarse y gritando indignado.
"¿Qué estás haciendo? ¡Déjame!"
Dior abrió la puerta del armario y empujó a su primo dentro. Antes de que Legolas pudiera reaccionar, la puerta se cerró de golpe en su cara, dejándolo en oscuridad total.
"¡Ahora te quedarás ahí! –gritó Dior-. ¡Es tu castigo por hablarle así a tus mayores!"
Legolas empezó a temblar de puro pánico. La oscuridad y el espacio cerrado revivieron sus recuerdos de la vez que se había perdido en el calabozo.
"¡Abre la puerta! –gritó, golpeando varias veces la madera sólida con sus diminutos puños-. ¡Exijo que abras la puerta!"
"¡No! ¡No hasta que te disculpes conmigo! ¡Este es tu castigo por tu mal comportamiento!"
Para entonces, Legolas se estaba poniendo histérico. La oscuridad era tan terrible para él que cada vez respiraba más rápido y superficial.
"¡Abre la puerta, por favor! ¡Déjame salir! ¡Déjame salir!"
Dior se quedó allí mirando la puerta de brazos cruzados. ¡Le está bien empleado! Pensó con satisfacción. ¡El pequeño príncipe malcriado necesita un poco de disciplina!
Después de un rato, Legolas seguía gritando y golpeando la madera para liberarse. Dior empezó a preocuparse de que alguien escuchara sus gritos, así que abrió el armario rápidamente. Legolas salió inmediatamente y empezó a correr hacia la puerta, pero Dior lo agarró antes de que pudiera dar un paso más.
"¡Se lo diré a Kel y a mi padre!" –gritó Legolas mientras las lágrimas corrían por su rostro.
Dior se burló.
"Escúchame, primo, y escúchame bien. ¡Si se lo dices a tu padre o a tu hermano, los mataré! ¡Recuerda mis palabras, muchacho! ¡Los mataré si se enteran de esto!"
Era solo un farol. No tenía las agallas para cumplir su amenaza, pero para un niño como Legolas sonaba muy real. Tan pronto como Dior lo soltó, Legolas echó a correr sin mirar atrás.
Cuando Keldarion regresó a su habitación por la noche, encontró a su hermano pequeño en su cama, escondido bajo las sábanas y aferrándose desesperadamente a una almohada con el cuerpo tembloroso. Alarmado, Keldarion corrió hacia él.
"¿Legolas? ¿Qué pasa?"
Legolas levantó la vista a regañadientes y murmuró entre sollozos.
"N... nada."
"Eso es imposible. ¡Estás temblando! –Legolas lanzó sus brazos alrededor del cuello de Keldarion y lloró con más fuerza. Keldarion se liberó de su abrazo suavemente e inclinó hacia arriba la barbilla del elfling para mirarlo a los ojos-. Dime."
Legolas tragó saliva, indeciso.
"Bueno... yo... -dijo, buscando una excusa. ¡No se lo puedo decir! Se repetía continuamente a sí mismo. Sabía que si Keldarion se enteraba de lo que había ocurrido, iría a enfrentarse a su primo y entonces Dior lo mataría, así que mintió-. Es... es Gusanote. Se ha... se ha escapado."
Keldarion frunció el ceño. Algo en la voz de su hermano le decía que le estaba ocultando algo.
"¿Gusanote se ha escapado?"
"Err... ¡sí! Yo... creo que me olvide de... poner la tapa y él... err... ¡se escapó y no puedo encontrarlo! –tartamudeó Legolas, no acostumbrado a mentir-. Así que... ¡temo que padre se enfade!"
Los ojos de Keldarion se estrecharon. Él sabía que Legolas no le estaba diciendo la verdad, pero el príncipe aceptó las palabras de su hermano, por ahora.
"Gusanote es una criatura salvaje –dijo Keldarion-. ¿No te he dicho que los animales deben vagar libremente sin ser enjaulados como prisioneros?"
"Sí, Kel. Lo sé. Tienes razón" –Legolas miró hacia abajo y apoyó la cabeza en el pecho de su hermano.
Algo está definitivamente mal, pensó Keldarion. Legolas no suele estar de acuerdo con estas cosas tan fácilmente.
"¿Kel?" –llegó la voz tímida de Legolas.
"¿Sí, mocoso?"
"¿Puedo... puedo... dormir contigo esta noche?"
Keldarion parpadeó, perplejo. Hacía muchos meses que Legolas no le pedía algo así. Los días siguientes de su rescate de las mazmorras, Keldarion y Thranduil habían tenido que quedarse con él por las noches por su fobia repentina a la oscuridad y la soledad. Había pensado que Legolas había superado el miedo después de tanto tiempo. Abrazando a su hermano, Keldarion susurró:
"Claro, enano. Como quieras. Mi habitación es la tuya también."
Él tiene miedo de algo, pensó Keldarion mientras frotaba la espalda de su hermano para calmar sus temblores. ¡Y voy a averiguar qué ha causado esto!
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