Capitulo 1

La capital era tan magnífica y rebosante de rica actividad en diferentes locales, entre ellos, los de comida. Justo ahí se encontraba Fabrizio Rosemberg, degustando un delicioso platillo de carne ahumada y deliciosas verduras en salsa de miel.

Aunque claro, este platillo era algo que no había probado antes y por ello decidió quedarse en aquel pequeño puesto de comida. Sin notar la mirada emociona del cocinero, estaba practicando llorando de la emoción al ver a uno de los más reconocidos (aunque el despistado no estuviera al tanto) críticos gastronómicos del continente.

Claro, ese título no va acorde con lo que hace o lo que piensa que el hace pero las personas están al tanto de su influencia en muchos lugares de niveles altos, medios y bajos, incluso más que eso al probar comida casera de gente común y corriente.

Fabrizio saco su libreta, su vieja compañera de viajes y comenzó a escribir al terminar el último bocado.

El cocinero sudo frío y los comensales al lado de el lo hicieron de igual forma. Al sacar esa libreta comenzaba realmente tortura. Si anotaba algo, es por qué lo incluiría en una reseña de sus viajes.

Después de uno minutos el joven dejo de escribir y sonrió al cocinero frente suyo.

- Estuvo maravilloso. La salsa le da un toque algo dulzón pero es agradable al paladar. - las palabras tan sinceras hicieron lagrimear al hombre de mediana edad, este hizo una reverencia exagerada agradeciendo su visita. - No es nada, tiene mucho potencial. Siga así.

Dejo su pago a pesar de la negativa del hombre y salió del lugar sintiendo su estómago satisfecho de comida por el momento. Algunas personas alrededor de el se detuvieron un momento para observarlo estupefactos. La mayoría de promotores de comida no se atrevieron a acercarse para invitarlo a comer a sus locales pues al final, el que decidía ir o no era el.

Bastante raro, si a Fabrizio lo invitan obviamente que iría, ¿Quien diría que no a la comida?

El joven ignorante de lo que pasaba cruzó por la calle principal mirando a todos lados emocionado por lo que veía. Definitivamente vendría para explorará las maravillas del lugar. Tenía un aspecto prometedor por lo que alcanzaba a ver.

Camino un poco más hasta su lugar de hospedaje dónde saludo a todos ahí, principalmente gente mayor y de mediana edad.

— ¡Oh Sir. Fabrizio, hola de nuevo! — un hombre robusto y calvo le dió la bienvenida. Presumiendo a su hermano que estaba a su lado por tener a una persona famosa en su posada. — ¿Le falta algo en su habitación? ¿Sábanas? ¿Jabones?

— Nada de eso Sir. Camel, estoy muy bien, gracias por su amabilidad — sonrió amablemente. El hermano que estaba viendo todo se puso rojo de la ira. El tenía una posada con mejores comentarios y aún así no tuvo la suerte de Camel. — Iré a descansar, por favor, si llega alguna carta para mí no dude en despertarme.

— ¡Claro que sí, descanse todo lo que quiera, estaré al pendiente! — el pelinegro se despidió de ambos y subió por las escaleras, cuando se perdió de vista, Camel y su hermano de manera muy infantil sacaron sus lenguas. — ¡Perdedor!

— ¡Inútil!

El hermano regreso a su posada con grandes zancadas mientras que Camel comenzaba la limpieza al tatarear una melodía.

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— Eso sería todo por hoy, su majestad — el Conde Carl, secretario del emperador, termino de anotar algunas cosas, listo para salir de la habitación e irse a descansar por un rato. —  Regresaré después de una hora, su majestad.

Hizo una reverencia. Al tocar la puerta fue detenido por el emperador.

— Siento interrumpir su descanso Conde, pero tengo curiosidad sobre lo que se rumorea en el palacio. — los ojos grises brillaron con determinación.

— No se preocupe, su majestad. Puedo investigar si le preocupan esos rumores.

— No, no es nada grave, solo...— pareció dudar, pero termino por ceder a su curiosidad. — Los sirvientes hablan de una persona, un crítico de comida.

La comprensión golpeó al secretario. El también había escuchado eso pero no de los sirvientes. Si no de algunos nobles.

El famoso Fabrizio Rosemberg de Castilla está en el imperio de Oriente.

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