Capítulo 9: De imprevistos y otras sorpresas más

—¿Temer yo? Bonita, tú estás muy equivocada—mi grado de sorpresa fue monumental al escuchar mis propias palabras salidas de la boca de mi protegido.

La chica se quedó también rígida como un palo, pero después reaccionó, bastante indignada, por cierto.

—Muy bien Jackie Chan, pues si no temes a nada, ¿por qué no nos honras con tu presencia y prestas declaración a la policía o acaso tú también eres un prófugo de la ley?

—Puede que los míos me vayan a echar una buena regañina por esto, pero a mí vuestras leyes me las trae al fresco—una vez más mis pensamientos fueron pronunciados por el chico.

—¡Joder! ¡¿Es que ahora no puedo pensar en nada o qué pasa aquí?!

(Sí, esa de nuevo era yo).

Nunca había tenido que preocuparme por lo que decía o pensaba porque nunca podía ser escuchada por los humanos pero, de repente, en aquel momento todas mis intimidades eran desveladas por el inútil de mi protegido.

La muchacha nos miraba con estupefacción.

—Esto…¿sabes qué?...estoy pensando que será mejor que te marches —se arrepintió de habernos considerado como unos buenos testigos de lo ocurrido. Obvio, ¿quién iba a querer tomarle declaración a un muchacho que había sido poseído por alguien que hablaba por él?—. Creo que la policía se apañará con mi testimonio.

 —No podría estar más de acuerdo —le dije algo más tranquila al saber que podríamos escapar ya de aquella incómoda situación.

—Gracias de todas formas —atinó a decir a modo de despedida, pues ya le habíamos dado la espalda y nos alejábamos de allí.

—A ver si andas con más cuidadito la próxima vez —le contesté sin girarme siquiera así que no supe si llegó a escucharme o no.

No dudé un segundo en entrar en el primer callejón solitario que nos encontramos. No podía soportar estar más tiempo dentro de aquel cuerpo humano. Quería recuperar mi privacidad, mi agilidad, mis ganas de despotricar del mundo y que nadie se enterase o me mirara como si hubiera perdido un tornillo.

—Bueno muchachito, se acabó ya de actuar. No puedo decir que fuese un gusto invadirte, pero bueno, tampoco me dejaste otra opción. Pero qué más da eso ahora. Esto es una despedida…así que…Adiós.

Qué ilusa fui en aquel momento, lo reconozco. Aún sigo llorando por mi desgracia. ¿Por qué recórcholis tenía que pasarme todo a mí?

Bueno, pero vayamos por partes.

No tuve problema alguno en salir de mi protegido. Me atreví incluso a pensar: ”Aquí no ha pasado nada y todo volverá a la normalidad”. 

En fin, sin comentarios...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top