Capítulo 7: Allanamiento de morada
Cuando escuché el sonido del disparo supe que situaciones como aquellas requerían de acciones desesperadas, aunque aún hoy me arrepiento enormemente de aquel estúpido acto reflejo.
La chica se encontraba fuera del alcance de la bala, pero mi protegido sí que tenía las de perder. No había que ser un gran cazador para saber que aquella presa era pan comido.
Superé la velocidad del proyectil y alcancé al muchacho esperando que mi plan funcionase. Era la primera vez que intentaba algo así, no porque nos lo hubieran prohibido (que lo estaba) sino porque nunca se me había presentado una situación propicia para saltarme las reglas de aquella forma. Sin embargo en ese momento la ocasión lo merecía.
Cuando sentí que mis movimientos eran más lentos y torpes de a lo que acostumbraba supe que había logrado meterme en el interior de mi protegido.
Sí, habéis leído bien. Yo también me sorprendí de mis increíbles habilidades para completar con éxito aquel arriesgado plan. En ese momento podía controlar los movimientos de aquel cabeza de chorlito para poder sacarlo del aprieto en el que se había metido el solito.
No lo tenía nada fácil. Con mi apariencia normal podía moverme a velocidades mucho mayores que la de aquel adolescente patoso, pero debía hacer lo posible para adaptarme cuanto antes a aquella situación. La bala no tardaría en impactar en el muchacho y entonces sí era verdad que yo también quedaría atrapada en su cadáver de por vida. Aquello era algo que no iba a consentir bajo ningún concepto, así que no me quedaba otra más que acabar con esos malditos matones de una vez por todas, aunque solo tuviera como herramienta aquel cuerpo.
Me sentía como si estuviera dentro de un enorme robot como los de las películas de Transformers, con la diferencia que yo ni siquiera sabía donde estaban los mandos de control.
Por fortuna mis instintos no se habían apagado como consecuencia de estar en un humano y podía notar la bala acercándose peligrosamente a su espalda.
Tenía que hacer que mi protegido se agachara como fuera así que empecé a mandar órdenes como una loca. ¿Como resultado? Nos caímos de bruces al suelo. Pero bueno, pude respirar algo más tranquila sabiendo que la bala había pasado nuestra posición sin tener que lamentar ningún daño, bueno quizás algún rasguño en las rodillas y las manos, pero nada de mayor envergadura.
El siguiente paso fue intentar levantar a aquel cuerpo del suelo. Puede que sea una acción la mar de sencilla, pero en ese momento era un auténtico “reto” para mí. Mi querida amiga “La lluvia” de nuevo se empeñó en hacerme la vida más difícil. Aún no controlaba la fuerza que debía tener para mover sus piernas y brazos y encontrarnos encima de aquellas resbalosas baldosas no era algo que ayudara mucho.
—De verdad que eres una vergüenza de hombre —se mofó esa maldita voz ronca al presenciar la patética escena.
Lo más que conseguí fue darle la vuelta al muchacho para que así yo también pudiera ver a nuestro atacante.
—No mereces si quiera que gaste mis balas en ti —nos confesó con ese aire de superioridad que me sacaba de mis casillas.
“Venga chico, pon un poquito de tu parte y démosle a este tío el premio que se merece. No quiero pasar el resto de mis días metida en tu cuerpo, así que más te vale que me empieces a obedecer” le dije con seriedad. No sabía si él seguía consciente o si mi presencia automáticamente eliminaba toda su voluntad, pero no perdía nada por intentarlo.
“¡Oh, no! ¡Patada a las tres, chico!” le grité viendo que el hombretón nos iba a atestar una paliza de las buenas si no nos protegíamos como era conveniente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top