3. Alexandria.
—Hey, ¿estás bien?—la llamada serena de aquel chico con el sombrero me hizo abrir la boca dispuesta a decir un par de cosas por las cuáles no estaba para nada bien, entre ellas, la más importante era que el ballestero habia vuelto a poner su arma en mi cabeza con un sentimiento lleno de furia que yo pude reconocer al instante—Detente Daryl, ella no tiene la culpa de nada—ordenaba nuevamente casi de forma autoritaria mientras el sujeto lo observaba atentamente—Baja tu arma y déjala en paz.
—¿En dónde estabas?—soltó Daryl señalandolo, parecía ser casi cómo un regaño—Te busqué por todas las zonas posibles durante toda la noche y no encontré ni una pista tuya. ¿Sabes qué tuviste a todo el grupo preocupado por ti?
—Perdónenme por eso—había respondido el tal Carl con rapidez y sin una pizca de burla, parecía tenerle respeto al hombre que poseía la ballesta y viceversa, era extraño presenciar aquella actitud ya que conmigo se había comportado de otra forma—Tuve que refugiarme en una cabaña del oeste durante la noche y traje un par de cosas para la despensa, perdón por haberlos preocupado.
Mi mirada prácticamente se enfocó en Rick Grimes, se suponía que él era su padre, sin embargo se había mantenido callado durante la conversación que el ballestero estaba manteniendo con su hijo, el hombre tan solo tenía una expresión tranquila en el rostro y parecía no estar enojado.
—Tu y yo—decía con orden Rick mirando a su hijo de forma seria, descartando lo que yo había dicho hace unos instantes, ahora si lucía muy enojado—Hablaremos luego de todo esto, que no se te olvide.
—Vayamos al grano de una vez por todas—solté interrumpiendo al sujeto mientras estos volvían a observarme—No conozco a ningún grupo llamado los Salvadores, esas armas las robé de un puesto abandonado cerca a un río. Y mira, tu hijo ya está aqui—señalé al recién llegado y solté un suspiro—Así que devuelvanme mi mochila para así poder largarme de este lugar. ¿Entienden?, Es algo muy simple.
—Becka dime—llamaba el mismo hombre esta vez de forma calmada mientras una mujer morena se colocaba detrás de él—¿A cuántos caminantes has matado?
—¿Eh?, no lo sé, pues cientos supongo—respondí con confusión sin saber porqué ahora me hacia esta clase de pregunta—¿es posible llevar la cuenta?
—Quizás—había dicho Carl.
—¿A cuántas personas has matado?—soltaba nuevamente Rick, todos allí parecieron enfocar su concentración en mi y por un segundo me sentí perturbada por la mirada de todos puesta solo en mi—Dime.
—¿Para qué demonios necesitas saber eso?—espeté con molestia, la habitación estaba repleta de gente que no conocía, gente que me había traído a la fuerza hasta aquí, gente que me miraba con desconfianza, gente que había estado totalmente dispuesta a dañarme—No le diré algo tan personal a personas cómo ustedes, tu amigo estuvo a punto de matarme y...
Estuve a punto de decir algo más, tenía todo a mi favor, esta vez nada estaba en mi contra. Yo no pertenecía a ningún grupo, el chico al que tanto buscaban ya estaba aquí, yo podía irme de ese lugar tranquilamente. Sin embargo, el dolor en mi cabeza comenzó a retumbarme nuevamente haciendo que cogiera con mi mano mi rostro tratando de aliviar mi dolor.
—No te encuentras para nada bien—decía Rick otra vez—Tu cabeza está sangrando y seria un peligro que salgas de esa forma, si nos respondes esa pregunta podrás quedarte aquí el tiempo que quieras.
—Tu amigo me golpeó en la cabeza con su arma—delaté con molestia y la mujer morena observó al ballestero con rapidez y parecía estar sorprendida casi como el resto—Me culparon de matar y quedarme con las cosas de ese chico de alli—murmuré con molestia señalando al tipo del sombrero—Me trajeron hasta este asqueroso lugar, me encerraron y casi vuelven a matarme, ¿esperan que les diga algo tan personal cómo eso después de todo lo que me hicieron?
Daryl se alejó de mi y salió de la celda situándose con todos sus demás amigos, casi detrás de él quise salir yo, analicé el alrededor por un momento buscando una salida, tratando de escapar, pero no había ni una minúscula oportunidad para mi, eran 6 personas las que estaban allí, seis personas que podían matarme, claramente sin contar con la presencia del chico con el sombrero de sheriff, su novia y Tobin, estos tres últimos eran los únicos que parecían estar de mi lado.
—Solo responde, ahora.
La pregunta y el tono frío en cómo había ordenado que le respondiera ya estaba comenzando a cansarme, yo no quería responder, no queria recordar a quién habia matado, no quería recordar que había sucedido aquel horroso día. Tobin estaba aquí, si decía cómo había muerto ella, él no me lo perdonaría, de eso estaba muy segura.
—Papá—pude oír que llamaba el chico observando a su padre con serenidad—No creo que sea bueno preguntarle algo así de esa forma, está herida, deberíamos llevarla a la enfermería con Carol.
—Responde—ordenaba con una voz autoritaria esta vez el pelirrojo viéndome. Desde mi sitio, solté un suspiro mientras sentía que mi cabeza daba vueltas, tuve que respirar tres veces intentando estabilizarme pues mi cuerpo estaba fallandome y quería caer al suelo ahora mismo—Solo será eso y después te dejaremos en paz.
Mis ojos se cerraron por un momento y tuve la impresión de caer mientras veía como mi mano estaba manchada ligeramente con sangre que caía de mi cabeza, tuve que quedarme de rodillas flexionando solo una pierna para tragar saliva intentando soportar el dolor que se albergaba en mi cabeza, justo en ese instante sentí como alguien se acercaba con rapidez a colocar su mano en mi hombro.
—¿Estás bien?—preguntaba una vez más, era ese chico nuevamente, el muchacho estaba casi tan cerca de mi rostro cómo si eso fuera algo normal y tuve que levantarme con rapidez empujándolo lejos de mi. ¡Claro que no estaba bien!, yo estaba sangrando por culpa de unos de sus amigos—Oye yo solo...
—Alejate de mi—espeté con molestia y éste pareció obedecerme pues se volvió a situar con su grupo fuera de esta celda—No necesito tu ayuda.
—Confia en nosotros—decía el coreano con una suave voz y solo me centré en observar cómo éste le daba mi mochila a la chica castaña que estaba a su lado—Solo dinos a quién mataste, se qué es difícil para ti decirlo, puedo notarlo, pero solo respondenos eso y seremos capaces de ayudarte.
—Si te soy sincera, solo a mi madre.
La respuesta corta y normal que di pareció tomar a todos por sorpresa pero en especial a Tobin y me golpeé mentalmente por ser tan directa, de todas formas era cierto, ella ya había dejado de estar aquí conmigo desde hace 5 años, casi un año después del brote de la pandemia que terminó por arruinar el mundo entero.
—¿Por qué?—preguntó nuevamente el coreano.
—Ella estaba embarazada—respondí—una noche una fiebre repentina acabó con ella, tuve que verla sufrir hasta que por fin tomé las malditas fuerzas para matarla, hace cinco años atrás.
—¿Haz sobrevivido sola todo este tiempo?—preguntaba la mujer morena esta vez, yo asenti—¿Cómo?
—Demonios—susurré molesta por todo el cuestionario que estaban haciéndome responder—Fue muy fácil para mi, supongo que la suerte siempre estuvo de mi lado. Mi padre se largó de casa antes de que el virus empezara, pero antes de eso me enseñó cómo usar armas, vivíamos en el campo y aprender a disparar me era muy útil ya que cazabamos a diario. Durante todo este tiempo jamás me uní a ningún grupo pues me parecía detestable preocuparme por otros, serían tan solo un estorbo más para mi. ¿está bien?, ¿eso querían oír?—murmuré con cansancio, eso era lo único que sentía ahora, estaba totalmente cansada de estos tipos de aquí porqué me habían echo soltar algo que era personal—Todos ustedes son unos idiotas.
—Escuchanos—pude oír que decía el tal Rick y ahora parecía verse mucho más confiable que antes pues me había hablado con gentileza—Puedes quedarte, Enid tiene tu mochila y el resto de tus armas están en un lugar seguro. Quizás si...
—He dicho que no quiero quedarme aquí—interrumpi—Quiero irme ahora así que trae mis armas hasta aquí y dame mi mochila.
No sabia en qué estaban pensando estos tipos, no sabia con qué clase de gente se habían topado, no sabía porqué pretendían ser tan buenos ahora que les había revelado algo tan personal cómo eso, yo desconfiaba de ellos, no sabía porqué estos pretendían que yo confiaría en ellos después de todo lo que me habían hecho. Estos sujetos no tenían ni la menor idea de con quién se estaban metiendo.
—Hey escuchame Becka—pude oir la voz de Carl—Aquí estarás mejor, nosotros...
Sin previo aviso me limité a correr, ya que la puerta de mi celda estaba semi-abierta solo tuve que escapar del lugar con rapidez, mi acto pareció tomar desprevenidos a todos allí ya que ninguno me había atrapado y gracias a mi rapidez, pude empujar a la castaña quitándole mi mochila. Justo antes de salir completamente de la estancia, el pelirrojo se situaba frente a mi y tuve que sacar mi navaja de mi cintura, la cuál siempre ocultaba para casos extremadamente graves y me atreví a rasgar mi cuchillo en el brazo del sujeto llamado Abraham con cólera, en parte por el golpe que éste le había propinado a Tobin.
Cuándo el tipo me soltó, salí del lugar y al instante la luz del sol me cegó los ojos, tuve que recomponerme con velocidad para buscar una salida, lo único que apareció en mi campo de visión fueron las grandes casas, todo parecía estar dentro de una comunidad que tenía barreras, una comunidad realmente muy grande si lo comparaba con los pequeños árboles en los que había estado durmiendo.
—¡Demonios!—espeté, escalar sería un desgaste de tiempo debido a que la barrera era muy alta y yo no estaba en condiciones cómo para hacerlo, mi escape de la celda no había servido de nada ya que ahora no sabia cómo salir de este gran lugar y probablemente los sujetos que venían siguiéndome ahora si tenian plena libertad para acabar conmigo—Tanto para nada, ¡Maldición!
Desde mi lugar buscando cómo rayos salir pude sentir mi cuerpo caer casi con fuerza hacia el suelo mientras el dolor en mi cabeza era tan grande que ni yo misma había podido aguantarlo, mis ojos se cerraron en ese mismo segundo y, tirada desde alli en el frío piso aún podia oir los pasos apresurados de esos tipos siguiéndome, mi respiración comenzó a ser rápida y luego de unos segundos ya no pude oír nada más.
[...]
La voz de una mujer me hizo prácticamente recuperar la conciencia, podía oírla cantar, la melodía la conocía perfectamente debido a que era una canción de cuna que mi madre solía cantarme cuándo yo era pequeña y la gran similitud en su voz me hizo soltar un suspiro solo para levantarme de golpe para abrir los ojos, con la única finalidad de averiguar quién estaba a mi lado.
—¿Tu nombre es Becka, cierto?—preguntaba la mujer, se acercó con serenidad hacia mi y colocó una bolsa fría de hielo en mi cabeza casi con rapidez—¿Sientes que estás bien?—su mirada se enfocó en mi rostro y yo negué sabiendo que no era nadie conocida para mi—No intentes escapar, no podrás, aún te encuentras en muy mal estado y si lo haces será inútil, podrías morir.
—Yo...¿dónde estoy?
—Este lugar se llama Alexandria.
—¿Eh?, ¿Alexandría?—solté con confusión, no conocía este lugar para nada, ni siquiera a la mujer que estaba ubicada frente a mi, y no me apetecía conocerla, tan solo quería irme—Sigo en la misma comunidad de ese sujeto que me dejó en este estado, ¿cierto?
—Así es—respondió cómo si nada—Si ya conoces al resto de nosotros debes saber que no estamos para juegos—me limité a asentir volviendo a recostarme en la camilla sintiendo mucho cansancio—No te ha ido para nada bien siendo un lobo solitario.
La mujer examinó mi cuerpo de pies a cabeza y pude intuir que se refería a mi peso o tal vez a mi estatura, lo que sea que estuviera pensando esa persona de todas formas tenía razón. No me había ido para nada bien, ayer me habían despertado dos patéticos adolescentes, les había prestado mi ayuda, luego hoy mismo un tipo de su misma comunidad me había golpeado en la cabeza creyendo que era una asesina.
—Así es—imité su tono al hablar y ella solo me observó—Verás, ayudé a dos de los tuyos y luego me lo agradecieron de una forma espectacular. Ya deberías saberlo.
Tuve que cerrar mis ojos para presionar con más fuerza la bolsa de hielo en mi cabeza, quería recuperar mís pertenencias ahora pero sabía perfectamente que en estos momentos yo ya no me encontraba en el perfecto estado para escapar, además de eso, la mujer que estaba frente a mi me causaba una intriga tremenda pues era la única que había sido muy directa conmigo.
—¿Cuántos años tienes?
—18—solté en un susurro.
—No luces cómo alguien de 18.
—¿Por qué estás intentando saber más sobre mi?, ¿tus torpes amigos te lo pidieron?—pregunté con molestia abriendo los ojos, ésta tan solo se cruzó de brazos y esbozó una sonrisa intimidante, quizás pensando que yo caería en su juego. Aunque viéndolo por otra parte, parecía ser una mujer muy ruda—¿Crees que eso me intimida?
—No estoy buscando intimidarte—soltó—Si realmente lo quisiera tu ya no estarías aqui—dejando de poner la bolsa de hielo en mi cabeza cerré los ojos levemente reconociendo que era muy interesante la forma en la que esta mujer se comportaba—Mis amigos no saben sobre esto, pero te devolveré tu mochila y tus armas si respondes lo que quiero saber.
—Vaya, me lo hubieras propuesto desde antes—comenté intentando averiguar qué haz tenía bajo la manga aquella mujer—¿Eres amiga del ballestero, verdad?, ustedes dos se parecen mucho.
—Lo soy, conozco a todos los de aquí.
—¿A Tobin también?—pregunté con interés, ella asintió—¿Él esta bien?
—Tiene un par de golpes, solo eso, no está herido de gravedad—respondió—Dime algo, lo que les dijiste a ellos allí en esa celda, ¿todo fue cierto?
—Claro que si—murmuré con cansancio—¿Por qué no pueden creerme?
—Es muy difícil para nosotros creer que alguien de tu edad haya sobrevivido sola durante estos años.
—Ya—interrumpí cruzándome de brazos—Quiero mi mochila de vuelta ahora, ¿Qué es lo que necesitas saber de mi?
—En tu mochila tan solo estaban un par de armas del siglo x, tambien algunos cómics, ¿por qué en lugar de llevar alimentos llenabas tu mochila con armas inservibles y libros sin sentido?
—Los libros son un pasatiempo, y las armas son de colección, ¿sabes?—agregué despectivamente, pude oír que la mujer reía demostrandome una cara que me decía que no me había creído para nada, así que tuve que soltar un suspiro dispuesta a decir la verdad—A tus amigos les dije que mi padre abandonó a mi madre antes de que el virus diera inicio y eso fue cierto, lo que más solía disfrutar con él era cazar. Él coleccionaba armas antiguas, así que decidí continuar con su trabajo, esa colección es lo único que tengo de él.
—¿Que hay de Tobin?, ¿Desde cuándo se conocen?
—Conozco a Tobin desde que tengo uso de razón, él era un buen amigo de mi madre, vivía muy lejos pero solía visitarnos muy seguido a mi madre y a mi. Lamentablemente cuándo todo el mundo se estropeó nos vimos expuestos a separarnos. Hoy ha sido la primera vez que lo veo después de 5 años.
—Las armas con esos sellos de los salvadores, ¿dónde las encontraste?
—Bueno...—tuve que pensar un poco y recordar exactamente el lugar, troné los dedos y cuándo por fin el lugar vino con exactitud a mi mente, la observé—Hay un puesto vacío en el Río Hyland de la zona sur, o bueno, lo que queda de él, de allí robé muchas cosas, lamentablemente cómo yo carecía de municiones solo llevé un par de armas, hay más allí y todas tenían esos sellos.
—¿Sabes el lugar exacto de memoria?
—Si—respondí con serenidad y una pizca de curiosidad—¿Por qué todos ustedes tienen tanta curiosidad con esos sujetos que se hacen llamar Salvadores?—pregunté—Desde el poco tiempo que llevo aquí lo único que escuché es que hablaban de ellos casi con rabia, ¿qué les hicieron esos tipos?
—¿Por qué debería decírtelo?—cuestionó la mujer imitando mi voz—De todas formas cuándo estés sana te irás de aquí, ¿verdad?
—Oye—me quejé y por fin durante todo este tiempo sentí una pizca de diversión por cómo ella me había respondido, quizás no me vendría nada mal conocerla—Eres muy directa, me caes mucho mejor que ese ballestero—solté, levanté mi vista solo cuándo vi cómo una sonrisa se asomaba en su rostro—¿Cómo te llamas?
—Carol Peletier.
—Con qué tu te llamas Carol, ¿eh?, bueno, tienes un nombre muy lindo—me atreví a decir cruzándome de brazos—Tienes razón, de todas formas me iré de aquí cuándo esté completamente sana, no quiero que algo malo vaya a pasarme.
—Sé que uno de los nuestros te hizo daño pero sigo sin entender porqué quieres irte de este lugar, hay muros, aquí no tendrás nada de que preocuparte—comentaba la mujer—Nos ayudarás, y de la misma forma nosotros lo haremos, podrías llegar a integrarte fácilmente.
—No quiero—interrumpí.
—¿Por qué?
—Tengo mis razones y son muchas—respondí observándola—Empezando porqué todos ustedes causan que yo tenga una desconfianza gigantesca, tu amigo es un ejemplo digno de eso. Y con respecto a lo demás, es algo personal de lo que no me gusta hablar.
La mujer tan solo me observó, sin embargo no pude deducir si me miraba con confusión o curiosidad pues su semblante me había echo confundir demasiado, se veía como una mujer ruda, alguien con quién realmente se podía entablar una buena conversación, no era cómo esos dos adolescentes con los que yo me había topado, y también era muy diferente a ese tal Rick y su amigo.
—Tengo entendido de que lograste escapar de Abraham con mucha rapidez, casi nadie ha podido creer eso. Puedo darme cuenta de que eres hábil.
—¿Eso fue un halago de tu parte?—cuestioné con interés intentando descubrir cómo hacerla enojar—¿Qué es lo que estás intentando hacer?
—16 años—soltó ella, se alejó por unos segundos y luego regresó con una mochila en sus manos—estoy segura de que tienes esa edad—me entregó aquel objeto y yo solo verifiqué que todas mis cosas estuvieran aquí, y así fue, todo estaba en su lugar—Eres muy inmadura para tener 18.
No iba a quejarme, de echo tenía razón, pensara lo que pensara aquella mujer había dado justo en el clavo. Quizás lo había descubierto por mi actitud retadora y a la defensiva, lo que era clásico en los adolescentes según los libros que yo habia leído en mi tiempo libre durante la pandemia. O quizás lo había descubierto porqué en mis cosas tan solo habían cómicd y una patética colección de armas antiguas. Además, no iba a reprocharle nada, no se me apetecía hacerlo pues ella era la única que me había caído bien de aquí.
—¿Cómo lo supiste?—pregunté aunque sinceramente estaba muy agradecida porqué ella había cumplido con lo que me había prometido sobre mi mochila—Seguramente ese muchacho extraño de cabello largo te lo dijo, era él quien sabía mi edad además de su novia.
—Deberías descansar—soltó dejándome con la palabra en la boca, asentí—Tu estadía en la enfermería no será eterna y pronto decidirán en dónde te quedarás.
—Entiendo—me dispuse a susurrar cerrando los ojos y acomodandome sencillamente en aquella camilla—Te obedeceré solo porqué me caíste bien.
Los sonidos estruendosos de alguien abriendo la puerta me hizo prestarle atención a quién estaba entrando a esta estancia. Y cómo por arte de magia, cómo si yo lo hubiera invocado, el chico de cabello largo se adentraba al lugar mientras llevaba en sus manos a una pequeña bebé rubia, la cuál estaba sobando sus ojos y llorando cómo nunca. Otra vez, alguien más llegaba a interrumpir mi tiempo de descanso.
—Vamos Judith, vamos—decía él mirando a la bebé así que cerré los ojos sin prestarle atención, seria muy fácil reconocerlo desde ahora, el sombrero y su cabello largo castaño era lo más llamativo que él poseia—¿Que te está pasando, Judith?—decía con tono preocupado mientras la bebé en sus brazos lloraba aún más—Tranquila.
—Carl, ¿Qué esta sucediendo?
—Supongo que tiene hambre, no lo sé—soltaba el chico con rapidez—De casualidad...¿tienes tiempo para quedarte con ella por un rato?
—No tiene hambre—espeté con molestía y abriendo los ojos—Mira la forma en la que bosteza y cierra los ojos, ella está aburrida—interrumpí sin prestarle atención a ninguno de ellos, a excepción de la pequeña—Ella quiere jugar y divertirse, te aseguro que solo cargandola no vas a lograr calmarla.
—¿Cómo sabes eso?—pude oír que cuestionaba Carol.
—Libros—respondí con rapidez—he leído muchos.
—Veo que te sientes mucho mejor—comentaba el chico, lo observé por un instante sintiéndome confundida—Por cierto, también vine aquí a pedirte perdón, todo lo que te pasó es culpa mía. Estás en ese estado debido a mi, realmente lo siento.
—Genial, las acepto—añadí con sarcasmo, éste solo sonrió levemente—Vas a necesitar más que un "lo siento" para convencerme, además sonreirme de esa forma no solucionará nada, niño torpe.
—¿Qué es lo que harás?, ¿Quieres golpearme?—cuestionaba éste de forma burlona—Ni siquiera puedes levantarte—abrí la boca dispuesta a decir algo más al reconocer que estaba molestandome—Ademas de más eso, aún recuerdo que ni fuiste capaz de mantenerte en un árbol por culpa de una simple araña.
—¿mantenerme en un árbol?, ¿a qué te refieres con es...—dejé de hablar solo cuándo comprendí que estaba molestandome por la caída que yo había tenido frente a él y su noviecita después de salvarlos—Cuándo esté en perfecto estado te será muy difícil lidiar conmigo, te arrepentirás de lo que dijiste. Ya lo verás.
[...]
La enfermería estaba repleta de personas que yo no conocía, Daryl estaba aquí, el tal Abraham también se encontraba en esta estancia al lado de dos mujeres, y el tal Rick se encontraba junto a Tobin y Carol. Era un poco estresante sentir todas las miradas puestas en mi mientras cada uno hablaba soltando razones por las cuáles debería quedarme en un lugar como éste, para empezar, lo que más me molestaba era la mirada furiosa de esa mujer que estaba al lado del pelirrojo.
—Puede ser un peligro—había dicho ella—Para nosotros y para todos los Alexandrianos.
—Calmate Rosita—contestaba una mujer morena—Sé que lo dices por lo que le hizo a Abraham, pero ha de tener sus razones.
Dos grandes dudas se asomaron en mi cerebro, ¿Qué creían que era?, ¿de verdad pensaban que yo era una asesina?, realmente estaban empenzando a discutir armando todo un lío nuevamente solo por mi, ¿qué clase de grupo era este?. Destacaba que la mayoría ni me conocía, ni yo a ellos, entonces, ¿por qué se esmeraban tanto en temerme?. Todo esto ya estaba hartandome.
—Miren, yo solo le hice daño porqué él había golpeado a Tobin—respondí con molestia—No voy a pedir disculpas por eso.
—La descición está en tus manos Rick—decía la misma mujer morena que había intercedido por mi—¿Qué tienes en mente?
—Ella vivirá conmigo—pude oír que Tobin decía casi con enojo—No pienso dejar que viva en tu casa—el hombre sonrió ligeramente observando a Rick y a todos alli—Confío en todos ustedes Rick, eso tenganlo por seguro—su vista viajó por toda la habitación, asintió mirando a Carol y le dedicó una sonrisa para después dirigir su mirada hacia el ballestero y hacia el pelirrojo—pero por el momento creo que todos debemos calmarnos, aún hay cosas que debemos procesar.
La forma en la que Tobin hablaba de manera comprensiva me había echo reconocer que su actitud no había cambiado nada durante estos 5 años. Por otro lado, Rick, quién parecía ser el líder de este lugar, se limitó a colocar su mano en su quijada cómo si estuviera pensando en algo, tuve que bajar mi rostro sintiéndome un poco abrumada pero al oír cómo éste avanzaba supe que ya había tomado su decisión.
—Vivirá en mi casa por esta semana, debo asegurarme que podamos confiar cien por ciento en ella.
__________________________________
Aquí les he traído el cap 3, espero que les haya gustado.
Ah, por cierto, solo para aclarar, cómo ya lo han leído, Becka será una persona distinta, puede que en ocasiones llegue a caerles mal y más adelante entenderán el porqué odia confraternizar con las personas.
¡Cuídense mucho! 💚
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top