12

Matilda, hablas del dolor como si todo estuviera bien.

Puedes formar una familia que siempre te mostrará amor.

No tienes que sentirte culpable por hacerlo por tu cuenta.

Hora antes del almuerzo, tercera clase y para Chuuya le tocaba examen de deporte, mas específico, de voleibol.

Para Chuuya era pan comido, ya lo había jugado, y tenía un equipo con el cual se organizaban bien. Aunque para llegar a la organización que tenían ahora, fue complejo de llegar.

— ¡Rata traidor! —chilló Gogol y se cruzó de brazos.

Fyodor había elegido ser equipo con Chuuya, y Gogol lo había escuchado, se indigno de que no quisiera ser equipo con él, y ahora estaba haciendo un berrinche. Chuuya le intentaba consolar, no podía cambiar la opinión del pelinegro, así que le daba leves palmaditas en la espalda, ambos incados, el peliblanco con las manos tapando su rostro fingiendo algunos sollozos, y a su lado el pelinaranja. Pero de la nada este se levantó, Chuuya le miró confundido aún incado, Gogol le miró y le sonrió divertido.

— Gracias, y esto no es por tí, lindo. —le guiño y se fue de ahí en dirección donde los demás formaban grupos.

 Chuuya aún incado y sorprendido intentaba procesar aquello, hasta que Fyodor llego a su lado, este le tocó el hombro y Chuuya se levantó y miró rápidamente a la persona que le había tocado.

Fyodor, con expresión seria, apunto a dos personas más que hablaban animadamente a corta distancia de ellos.

— Ya forme al equipo.

Chuuya sonrió burlón.

— Con que socializas.

Fyodor le devolvió la sonrisa con ironía, y se inclino levemente al rostro del pelinaranja.

— Más de lo te imaginas.

Chuuya se acercó por igual, sin bajar la mirada, ni cambiar la sonrisa, iba a retarlo, pero el hablar se le fue arrebatado por unos de sus compañeros.

— ¿Me pueden ayudar en vez de... hacer eso? —preguntó tímido.

Su vista y atención fue a donde el chico, la sonrisa se volvio gentil, asintió y se acerco a él.

— ¿En que te ayudo Tachihara?

El pelirojo se puso nervioso, le comenzaba a sudar las palmas de las manos, desvío la mirada del nerviosismo.

— No sé jugar, —miró a los ojos al pelinaranja.— ¿me puede ayudar?

Chuuya asintió un poco incómodo.

— Bien, pero ya no me trates de "usted", por favor.

Tachihara asintió.

— Chuuya.

Se volvio ante el llamado, sonrió sereno, era Scott.

— A mi también me tienes que enseñar, Chuuya~ —se acomodó el cabello a un solo lado.

Chuuya miró unos segundos la pelota de voleibol que tenía en las manos, pensando, levanto sonriente la mirada al rubio.

Materé dos pájaros de un tiro.

— Ven aquí, rubio.

Scott le miró confundido, pero se acercó con curiosidad.

— Les enseñaré ahora, así que presten atención.

Ambos asintieron.

— Las reglas, solo saca el al fondo la derecha. Para devolver la pelota, juntas tus brazos, pones una mano sobre otra y cierras los dedos, así. — hizo una demostración.— También puedes devolver con golpear con la muñeca, tambien cuando la pelota viene muy alto, haces un triángulo con los dedos y la expulsas, cuando la pelota muy abajo, estiras los brazos y juntas los dedos y golpeas con los antebrazos, y por último, sacas así. — puso la pelota en la palma de su mano izquierda, y con la derecha la expulso, la pelota dio un brinco.— ¿Entendieron?

Tachihara asintió y Scott nego.

Chuuya suspiró, y se dedicó con esos minutos de practica a enseñarles. Hablaban, y Tachihara por distraído la pelota le rebotó en la cabeza, el rubio y el pelinaranja rieron, Fyodor admiraba de lejos, en su palido rostro se formo una maliciosa sonrisa.

El silbado del maestro alertó a todos a que se acercaran, formaron un circulo alrededor del maestro.

— Bien, el tiempo acabó y daremos inicio a las evaluaciones, antes de eso daré algunas instrucciones; El juego solo durara cuatro minutos, lo que evaluaré es que si saben sacar y devolver, nada más. Pasemos con el primer grupo.

El momento mas tenso de exámenes así, era si salias elegido. Para el grupo de Chuuya era casi el último, y ahora era su turno, no lo habían dicho, aun, pero su instinto le decía aquello, y así fue.

— Grupo de Nakahara, adelante.

Se levantaron, Chuuya estaba confiado en su grupo, y en su corta enseñanza, pero los nervios pasan por su cuerpo como escalofríos, se posicionaron detrás de una red, el lugar extrañamente estaba en silencio, la tensión se podía sentir. y en un punto, Chuuya juro escuchar la risita irónica por lo bajo del maestro. El silencio se corto por la voz del maestro al decir aquel apellido que hizo abrir como platos los ojos a Chuuya.

— El grupo de Dazai, adelante.

Sentía que no respiraba, su corazón se sobresalto, su mirada buscó desesperadamente los ojos marrones del castaño, no los encontró, ni siquiera cuando caminaba al otro lado de la red. Solo cuando estuvieron de frente, Dazai se digno a mirar al frente, encontrando con los ojitos luminosos y dilatados de Chuuya mirándole con ilusión.

Las emociones se removieron en su estómago ansioso, las palabras se retuvieron en su garganta ahogadas. 

Cuanto necesitaba verte.

Pero los ojos marrones del mayor estaban opacos, inexpesivos, su mirada seria lo extraño. El pocas veces se mostraba así, tan cerrado. Chuuya frunció el ceño por la confusión,  el contrario desvío la mirada, frunció aún más el ceño, se dedico a observar el equipo contrario, eran Dazai, Kunikida, Ranpo y Gogol, ahora lo entendía, el peliblanco le saludo con la mano, correspondió confundido.

— Ya saben como se juega y las instrucciones. — anunció el maestro y seguido sonó el silbato.

Y la pelota fue sacada, venia de un lado a otro, como cualquier juego, todo ameno, hasta que la pelota fue directamente al rostro de Tachihara, este al ver la pelota tan cerca de su rostro solo pudo cubrirselo con los antebrazos, listo para sentir el golpe, el cual nunca llego, ya que Chuuya en el último segundo la saco, este miro retador a quien había tirado la pelota tencional mente, sus ojos azulados se encontraron con un carmín intenso. Fue Dazai, y ahora la pelota venia hacia Chuuya.

De un movimiento rápido la devolvió, ahora el juego era tan solo de ellos, la pelota venía y volvía, venía con una fuerza, como si estuviera frustrado o enojado y se desquitará con la pelota, Chuuya no lo entendía. Chuuya se detuvo por el llamado del maestro determinado el final del juego, y lo siguiente que sintió fue la pelota en su mejilla, lanzada por el castaño, por el impacto tuvo que retroceder.

Por unos segundos todo quedó en un tenso silencio, hasta que Chuuya volvio la cabeza y, con una furia contenida en sus ojos azulados, tomó la pelota y sin piedad la arrojó en el rostro del castaño.

El grito que le dio el maestro lo saco de su trance, enfrente suyo estaba en el suelo el castaño rodeado de muchas personas, preguntando si estaba bien, frunció el ceño. Sentía a su alrededor las miradas críticas de sus compañeros. Lo agobiaba.

Y por ese impulso le costaría caro.


[...]

El sol se escondía entre las grises nubes, para Atsushi aquello le agradaba, le gustaba ver como de a poco las nubes se movian, tan lentamente. Pero ahora no era el momento, estaba un examen junto a otro salon, por unos inconvenientes, y por ello hicieron unos arreglos, le toco en la ventana, por suerte, y a su lado tenía a Sigma, este, había tratado con dos brochas de color morado pastel dejar apartado los cabellos de su frente, para que no le estorbara.

El examen había comenzado, y todo se consumió en un silencio. Así continuo por un largo tiempo, hasta que una pequeña bola arrugada de papel cayo en su meza, la abrió con curiosidad, y en aquel papel decía:

Es la A, tonto.

Frunció el ceño por ese insulto, miro de quien era, no podía ser de Sigma, el estaba concentrado en su examen, y se veía frustrado por ello,  hasta que miro en la tercera fila, y ahí le estaba mirando Akutagawa.

Solo el me puede insultar asi.

Escribio algo en el papel, lo arrugo y lo tiro a donde el azabache, este lo abrió con lentitud, para que no se notara su emocion contenida, pero aquello se fue opacado por la respuesta tan esperada del albino.

Es la C, tonto.

Frunció el ceño, no esperaba que le devolviera el insulto, pero si esperaba que le contradiga, era terco.

Sostuvieron una discusión entre bolas de papel arrugados, hasta que solamente eran bolas de papel sin nada, sus compañeros se emocionaron y uno grito:

— Guerra de pelotas de papel.

Y comenzó una batalla, las pelotas venian y volvían por todo el salón, nadie prestaba atención al examen. Sin embargo, Sigma se encontraba en el centro de ese huracán de papel, él aún está concentrado en su examen, las pelotas de papel pasaban por arriba de él. 

Atsushi no supo como y cuando todo se volvió una guerra, pero si sabe quien comenzó todo esto, y la persona enfrente suyo, Akutagawa. El salón estaba repleto de gritos y papeles.

Hasta que entraron los maestros, y el salón se quedó en un silencio.

Y todos apuntaron al albino y al azabache.

— Ellos fueron. —dijeron al uniso.

Rayos... 


(...)

De castigo, solo le tocaría ordenar el gimnasio, de los auriculares sonaba Michelle, de vez en vez tarareaba la melodía,. Recogía las pelotas de todo tipo de deporte, y mientras la melodía lentamente lo mecía y acurrucaba, boteaba una pelota de Básquetbol de forma suave.

Al terminar de la canción, en ese corto lapso de tiempo escucho un boteo ajeno al suyo, y comienza I love you like an alcoholic - the taxpayers, justo en el momento que se da vuelta.

Con un parche en la mejilla derecha, y su cabellera castaña alborotada, es Dazai.

En silencio se miran, no están tan lejos del uno del otro, el café de los ojos del mayor, se difuminan con el azulado claro del pelinaranja, cada uno tiene una pelota. Chuuya guarda la pelota que tiene en la bolsa junto a las demás de Basquetbol, mirá la pelota que tiene el contrario, es una de Basquetbol, de seguro la última que le queda. Retador, se acerca al castaño dejando a un lado la bolsa con pelotas, mientras el contrario ni se inmuta que se este acercando, solo lo sigue mirando sereno, con la mirada perdida.

Al estar a una distancia cercana, Chuuya le ordena.

—Dame la pelota.

Extiende la mano para que se la dé, pero no recibe nada, a cambio recibe un reto.

—Ven, y quítame la.

Son su sonrisa felina y las pupilas dilatadas embalsamada por el color chocolate en sus ojos. Chuuya hace una mueca, conteniendo una sonrisa.

Hubo una ajetreo por la pelota, venía de aquí para allá, con roces de manos, empujones, hasta que en un punto Dazai supo que en cualquier momento le quitaría la pelota porque se estaba cansando, y el pelinaranja se veía que aún aguantaba, así que, rápidamente sostuvo la pelota y la dejó por sobre su cabeza, quedando ambos de frente.

Chuuya intento ponerse de puntillas, pero aún así no alcanza la pelota. Se cansó de eso, y con fuerza tomó la camisa del castaño obligándolo a agacharse, quedando a centímetros de un roce de narices.

En los ojos profundos azulados se veía su estrés, con voz profunda le habló:

—Dame la pelota, imbécil.

Dazai mantenía su mirada, en sus ojos, pero los bajó a los labios contrarios, se veían deseables, con una manzana roja, un fruto que si lo probará traería consecuencias.

Algo que haría con placer.

Se acercó a los labios, pero tan solo fue un roce, porque Chuuya se alejó a tiempo, y con ello, tomó la pelota, y la guardó en la bolsa.

No miró atrás cuando se alejó, no sé despidió, tan solo recogió sus cosas y se fue.

Dazai suspiró, estando en su soledad.

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