Epílogo

Max:

—Ten...—Mi madre me extiende la joya que hace unos minutos se encontraba en su dedo.

Ella está sonriendo y espera que lo tome.

—No necesitas...

—Un anillo. —Me interrumpe. —Dar un anillo de compromiso en la familia es muy importante y solo se pasa uno a la persona correcta... y quiero que tú se lo des a la princesa.

Ella viene hasta mí y me lo coloca en las manos.

—Ya decía que no solo extrañabas a tu hijo. —Bromeo y ella me da un suave golpe en el hombro, me rio. —Aunque estoy lejos, eres la más feliz con que pase tiempo con Charity.

—Mi felicidad es la tuya.

—Claro. —Mi puño se cierra en el anillo.

—Pídeselo.

—Aun no.

Mamá suspira.

—¿Aun no has logrado que te perdone?

—Creo que está en su derecho considerar si desea pasar el resto de vida al lado mío, no voy a presionarla. —Respondo. —Y tampoco hemos tenido tiempo para hablarlo, estas semanas Charity ha estado ocupada con los envíos.

—Me alegra que Althea este mejorando.

—Ella lo ha logrado, el merito es suyo, yo solo soy...

—¿Su guardia personal?

Se ríe conmigo.

—Entonces dáselo cuando ella se encuentre lista. —Mi madre pone la mano sobre mi hombro. —Y si hay alguna manera de acelerar esa pedida de mano...

—Madre.

—No te tardes mucho porque quiero un heredero.

—No creo que eso tarde mucho.

—¡Philip!

Respiro profundo y me acerco a besarla en la mejilla.



(***)



Llegando a Althea veo las galeras salir con los cocheros llevando lo que creo son las medicinas, me hago a un lado del camino tirando de Max y dejo que sigan su ruta, me saludan bajando la cabeza al verme y me acerco al último hombre.

—¿Es toda la medicina que parte hoy? —Me detengo al lado del cochero.

—Así es, su majestad. —Responde y pongo los ojos en las cajas selladas. —La princesa se ocupó de proteger todo.

Asiento al escucharlo. 

—Siga su camino y.. —Max relincha cuando tiro de él llevando hacia el camino contrario que lleva a esos hombres. —Protejan esa medicina.

—Lo haremos.

Sigo mi camino hasta llegar al palacio, llevo al caballo en el jardín interior y le doy de beber agua antes de soltarlo y dirigirme a la entrada.

—Bienvenido, príncipe. —Me saludan las criadas, quienes me reciben en la entrada.

Pongo la mirada en la ventana de Charity. —¿La princesa..?

—Esta esperándolo. —Responde una de ellas. 

—Desde el día que se fue.—Menciona otra y la anterior le da un suave golpe con el codo.—La princesa dijo que no dijera...

Una sonrisa curva mis labios, la criada carraspea y dice.—Si, se encuentra arriba, príncipe.



(***)



La puerta de su habitación se abre antes de que yo pueda tocar, me quedo con el puño en el aire, Charity retrocede y trago saliva ingresando.

Escucho como cierra la puerta detrás de mí.

—¿Cómo... estuvo tu viaje?

Me giro en su dirección.

—Tardaste un poco.

—¿Tanto me has extrañado? —Sonrio sabiendo la respuesta.

Ella se sonroja.

—Está bien. —Camino hacia ella y le cojo del cuello, mi mano sube hasta su cabello, el que empujo hacia su espalda antes de subir la mano a su mandíbula. —Yo tampoco puedo estar tanto tiempo alejado de ti, Charity.

Acerco su boca a la mía y poseo sus labios, la boca de mi mujer me devuelve el beso volviéndome loco, a pesar de ya estar aquí para poner a fin mis deseos, pero Charity me hace anhelarla más que esos dos días fuera.

Sus manos forman un nudo detrás de mi cuello, la levanto junto a su vestido sujetándola las caderas y la llevo a la cama, los pies de Charity vuelven a tocar el suelo cuando me detengo en el borde de la cama y empiezo con los nudos que esconden su desnudez de mí.

Nos miramos a los ojos y en silencio me desahogo de cada prenda, odiando como siempre todos los nudos, aunque la espera solo hace crecer el sentimiento que me golpea el pecho, Charity me ayuda con la camisa como yo lo hago también con las prendas interiores, las que dejo caer bajo sus tobillos, le tomo de la mano cuando acabo y me acuesto sobre la cama, llevándola conmigo, le abro las piernas y la subo encima, invitándola a montarme.

Se acomoda mirándome y mueve la pelvis sobre mí, mi erección la roza y me duele cada segundo que estoy afuera, bajo la mano por su vientre deleitándome con su piel.

Es tan hermosa.

Ella se mueve acabando con mi tormento, es tan delicioso y único, retengo el nudo que se forma en mi garganta cuando se desliza por todo el tronco y empieza el primer balance que me hace apretar los labios.

Mojada y caliente.

Sus muslos se presionan y mi carne dura se sofoca dentro de sus paredes sudorosas y apretadas, el gemido es otra maldita delicia y el frenesí que empieza a ejercer me vuelve loco.

Le aprieto los muslos y la meneo contra mí, Charity empieza a elevarse tomando otra postura y clavo los dedos con firmeza recibiendo cada movimiento, en cada subida y bajada me muestra sus pezones erectos, lo voluptuosos que se ven sus pechos cuando esta sobre mí y nunca antes se vio como una diosa como ahora cabalgando mi polla.

Maldita sea.

Se sujeta de mi torso clavando las uñas y continúa meneándose contra mi cadera, echo la cabeza hacia atrás y la levanto solo para mirar lo hermosa que es mi mujer en ese estado de placer y adoro ver el sudor que se forma en su piel porque soy el causante, mi polla es lo que provoca ese rostro agitado y lleno de excitación.

Mi corazón se une al suyo en un solo latido y me sujeto con firmeza de sus caderas cuando con un movimiento me hace correrme dentro de sus paredes.

Charity respira profundo y sé que ha llegado también al verla caer contra mi torso, retiro el cabello húmedo que cubre su frente y deposito un beso sobre su cabeza.

—¿Pasa algo? —Pregunto al ver que mueve la cabeza.

Ella niega. —Solo estoy cansada. —Se baja acostándose a mi lado.

Ya veo.

Me quito las sabanas y se me queda viendo absorta por la sorpresa, pero cuando estoy por levantarme, Charity me retiene el brazo.

—Quédate.—Me pide y no tiene que decirlo dos veces, aunque la orden me deja sin habla.—Quédate esta noche, Philip.

Trago saliva y me acomodo a su lado.—Me quedare.



(***)



Acompaño a Charity a la frontera con Alejandría, en la carretera se ubican las galeras junto a los cocheros y los productos en cajas los hemos bajado para otorgárselo a la gente.

Hay dos largas filas que forman las personas, una con Charity y otra conmigo, no me sorprende que le den obsequios a la princesa y la abracen, debo admitir que en ganarse a su pueblo, ella es mejor que yo.

No aparto los ojos de ella y una sonrisa se instala en mi rostro.

Un carraspeo me hace voltear, es una de las familias pidiendo que siga repartiendo.

—Lo siento. —Me disculpo, mis guardias me acompañan al lado.

La siguiente familia recibe otro paquete y así sucesivamente, me vuelvo hacia Charity, que ahora se encuentra cargando a una niña en sus brazos y pone los ojos sobre mi riendo.

Ambas se ríen de mi descuido, pero lo único que veo es lo feliz que se ve la princesa, mientras empieza a jugar con los niños y la criada sigue repartiendo la medicina.

Suspiro y le entrego a los productos a otra familia.

Tal vez ya sea tiempo de hacer la propuesta ¿No?



(***)



—Ten. —Charity me ofrece un tazón, donde me percato que varias especias de Alejandría.

Lo recibo y ella se sienta a mi lado, la enorme fogata nos calienta a todos y hay personas cantando alrededor de ella.

Ella empieza a cenar y hago lo mismo, probando de la papa y el queso.

—¿Esta bueno, no? —Ella suspira. —Se siente diferente cuando se cosecha en tierras que son destinadas para el producto.

Sonríe.

—Gracias.

—No tienes nada que agradecer, lo mío es tuyo.

Me extiende la mano.

—Vamos a bailar.

Tira de mí y dejo el tazón con la comida al lado del tronco que ocupábamos como asiento, ella me guía hasta la "pista" y bailo con la princesa como esa noche en el jardín.

Hago girar a Charity y la atraigo hacia mí, me mira la boca con una enorme sonrisa, pero cuando voy a tomar sus labios, una de las mujeres de su pueblo toma su mano y le piden bailar con ellas.

Me aparto y me susurra un "Lo siento", sonrio y retrocedo observando cómo se mueven alrededor de la fogata.

—Señor. —Peck se mueve a mi lado. —¿Le digo a los hombres que alisten todo para volver?

—Esta noche no.

Teníamos planeado volver hoy mismo, pero ella está divirtiéndose y disfruto verla reír.

—Acamparemos aquí. —Me vuelvo hacia el guardia. —Prepara...

Un grito me hace sobresaltar, mis guardias se ponen en alerta y corro hacia la fogata, hay gente en el suelo, al lado de la princesa que acaba de caer.



(***)



La tranquilidad no regresa a mi cuerpo hasta que ella abre los ojos y agradezco que no sea bastante tiempo, le pasan alcohol sobre la nariz y la ayudo a levantarse.

—¿Estas bien?

—Aun se ve perdida.

—Sí, solo...

—Te desmayaste, tal vez deberíamos... volvamos a Althea.

—No, estoy bien, no necesito descansar. —Asegura ella. —Solo necesito unos minutos.

—Te has desmayado, no me pidas...

—Lo sé, pero estoy bien.

—Charity...

—Estoy bien, Philip. —Promete con tanto alivio que no sé qué creer.



Charity:

Estoy embarazada.

Me llevo la mano al vientre sabiendo lo que significa, he descubierto mi cama esperando encontrar la señal de mi periodo como lo he ido haciendo hace dos semanas que es la fecha señalada, pero todos los días mi cama amanece igual.

Respiro profundo y mi mirada se encuentra con la de la criada que arregla mi habitación cada mañana.

—Princesa...—Pronuncia con las sabanas en las manos.

Trago saliva y aparto la mirada buscando mi capa, junto al arco y flecha, salgo de la habitación y luego del palacio, encuentro a Max volviendo con los guardias, sin embargo, me apresuro a dirigirme hacia donde se encuentra mi caballo comiendo del pasto.

—¡Charity! —El príncipe grita a mis espaldas.

Subo al caballo y empiezo a galopar alejándome del palacio.

¿Qué voy a decirle al príncipe?

Y si el no....

Te ama, Charity.

Sí, me ama.

¿Y por qué aun no me ha pedido matrimonio?

Tal vez... lo he hecho esperar demasiado.

Sin embargo la otra noche... le dije que se quedara porque deseaba que lo hiciera.

—¡Charity!

Max interrumpe mis pensamientos, atravesándose en medio, mi caballo se detiene y el príncipe me bloquea el paso.

—¿Qué haces? —Pregunta agitado.

—Pensar.

Me observa confundido.

—¿Y puedo saber que hay en sus pensamientos?

Mis manos aprietan las riendas del caballo, separo los labios despacio.

—En nosotros. —Logro decir.

—Nosotros...—El suspira. —¿Pensar en nosotros te hizo huir?

—No huía, solo... sentí una emoción fuerte y...

—Una emoción fuerte.

Max baja del caballo y camina en mi dirección, me ofrece los brazos y trago saliva aceptando, me ayuda a bajar y se mantiene sujetándome cuando mis pies ya han tocado el suelo.

Lo miro a los ojos y mi corazón se vuelve loco, me ama, lo sé.

¿Qué importa si no me lo ha pedido? Sé que me ama, estoy segura que me ama.

Respiro profundo.—Philip, estoy embar...

—Cásate conmigo.

La respuesta me deja perpleja.

—¿Qué?

Noto el rubor en su rostro, lo que me causa más sorpresa a mí.

Sus manos me sueltan y el príncipe retrocede.

—Charity de Althea. —Pronuncia mirándome a los ojos y veo lo que saca de su bolsillo delantero.

Philip se inclina y ...

—¿Me harías el honor de ser mi reina?

Abro mucho los ojos y es demasiada mi sorpresa, que lo primero que salen de mis labios es:

—Estoy embarazada.

Ahora el sorprendido es el.

El príncipe se pone de pie, parpadeando y pienso que se va a desmayar.

—¿Philip...estas bien? —Intento ayudarlo.

—Sí, lo estoy solo...—Hace una pausa y aun con el anillo en su mano, me observa. —Vaya, eso es inesperado.

Los dos nos miramos con una expresión confusa y empezamos a reír, claro que no es inesperado.

Viene hacia mí y me coge de las mejillas, besándome en la boca.

—No es inesperado.

—No, no lo es. —Me rio y vuelvo a besarlo.

Lleva una mano a mi vientre y lo mira, antes de mirarme a mi otra vez.

—¿Huías de esto?

Niego con la cabeza. —Me tomo de sorpresa.

—Entonces si fue inesperado.

—Philip.

Ambos reímos de nuevo.

—Seremos padres.

—Y esposos. —Respondo y sus ojos se abren más.

—¿Tu respuesta es...

—Si. —Le interrumpo. —Sí, deseo ser tu reina, príncipe Philip de Alejandría.

Me besa otra vez y toma mi mano llevándome de regreso al palacio, mientras con la otra acomoda las riendas de los caballos en una sola, para llevarlos juntos.

Me vuelvo hacia el paisaje a mis espaldas, mi bella Althea.

—Amor, vamos.

Le sonrio y sigo sus pasos sin soltarlo, no antes de mirar a mi reino.

De recordar a papá y decirle que Althea volverá a ser lo que era antes.

Solo que ahora lo hará de la mano con Alejandría, así como yo lo hare al lado de su príncipe.

-FIN-



Hola...

Nos leemos en las curiosidades.

>>Yiemir.

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