9. " Rompiéndose "
-¿Y bien?- El tono frío de la Dra. Blight se vio traicionado por la ira en sus ojos.
Luz trató de hablar, pero su corazón seguía bloqueando su tráquea y sólo un gemido estrangulado emergió. Boo colocó un brazo alrededor de Luz.
-Luz estaba realmente asustada por lo de Willow. Creí que se sentiría mejor si llamaba a su madre-.
-Oh, por todo lo santo, señorita Reed. Esperaría algo así de las Inferiores, pero no de las Avanzadas. Además, el señor Carlos me informó que abandonó la clase de español esta mañana, aparentemente debido a que se lo pedí, ¿cierto?-.
Luz decidió decir algo radical: la verdad. -Realmente lo siento, Dra. Blight. Estaba algo loca debido a lo de Willow. Es mi culpa. Le pedí a Boscha que se saltara la clase de Teatro porque tenía una sesión de estudio-.
-La verdad, Lucía, esto no es nada común en ti. En seis años, nunca me has dado problemas, y esta es la segunda vez en dos días que te encuentro en el lugar equivocado-.
-Lo siento, es sólo que… que… estoy muy preocupada por Willow-.
La Dra. Blight apretó los labios. -Todos lo estamos, por eso es que necesitamos que las de último año les den el ejemplo a las chicas más jóvenes-.
Luz asintió solemnemente, sintiéndose un poco culpable.
Entonces Boo hizo una pregunta y Luz juró que el suelo se tambaleaba, como si hubieran arrancado a la tierra de su eje.
-¿Esto fue lo que sucedió cuando esas chicas se desvanecieron hace trece años?-.
Boom.
La Dra. Blight hizo una mueca. Incluso la directora desalmada había reaccionado ante esa pregunta. Su mandíbula se apretó y sus ojos brillaron con lo que podría fácilmente haber sido pánico antes de que recobrara el control y respondiera con un: -¿Cómo sabes acerca de eso? Pasó hace mucho tiempo-.
-Todas lo saben- dijo Boo con casualidad, como si no fuera la gran cosa.
-Realmente dudo que ese sea el caso-. Su voz se volvió ligeramente aguda antes de que se calmara. Luz podía decir que trataba de quitarle importancia al pasado. Pero, ¿por qué? Por primera vez, Luz se preguntó si el evento había sido de alguna forma cubierto. -¿En serio tengo que explicarte los efectos que tendrían unos cuantos chismes e histeria en estos momentos, Boscha?-.
Luz sintió que sus mejillas ardían, avergonzada. Esa necesidad que tenía en la primaria de complacer a sus profesores nunca se había desvanecido.
-Ahora, escúchenme con atención. Esas chicas se desvanecieron a muchos kilómetros de Hexside. Claramente, lo que pasó, aunque es más que desconcertante, no tuvo nada que ver con la escuela. ¿Está claro? No quiero que vuelvan a mencionarlo o ambas estarán en aislamiento-.
Ninguna de las dos discutió. Luz ni siquiera se arriesgó a mirarla a los ojos por miedo a convertirse en piedra. En los seis años que llevaba en Hexside, Luz sólo sabía de una chica que fue puesta en aislamiento; una que intentó lastimar a otra con un cuchillo en una pelea en el comedor. La Dra. Blight hablaba más que en serio si incluso tocaba el tema.
-Luz. Si quieres llamar a tu madre, tienes cinco minutos.
Estaré esperando afuera. Boscha, te quiero en clase de inmediato y con una disculpa escrita para tu profesor por tu impuntualidad. ¡Ve!-.
Boo no dijo nada al pasar junto a la directora, su cabeza gacha con vergüenza. Luz tomó el teléfono y marcó el número de su madre.
Luz calculó que debían ser las ocho de la mañana en Nueva York; con suerte, su madre no estaría en la clínica. Le contestó al segundo timbrazo y Luz la saludó.
-¡Lucy, preciosa!- Su madre sonaba soñolienta, como si acabara de levantarse.
-Hola, mami-.
-Oh, preciosa. Suenas horrible, ¿qué sucede?-.
-¿Te desperté?-.
-Sí, pero está bien. Atendí citas hasta muy tarde, y no sabes cariño, que te habrías muerto. Luego el Doctor Jared me invitó a un cena en el Soho, ¡Fue tan completamente decadente que no te lo creerías!-.
Luz saboreó las lágrimas en la parte trasera de su garganta. Ni siquiera sabía el por qué, pero tenía algo que ver con la familiaridad en la voz de su madre. Podía imaginársela: con el cabello expertamente desteñido luciendo como un nido de pájaros en la almohada. Las pestañas de anoche todavía apegadas a sus ojos con ojeras.
La idea de que el tiempo se le acababa la consumió, con un reloj de arena de fantasía cerniéndose por encima de su cabeza, y la arena cayendo a una velocidad alarmante. ¿Qué si nunca veía a su madre de nuevo?
-Mamá, ¿puedo regresar a casa?- Las palabras se le escaparon antes de que pudiera detenerlas.
-¿Qué?-.
-Están pasando cosas raras. No puedo explicarlo-.
-No asustes a mamá, cariño. ¿Qué sucede? ¿Estás en problemas? ¿Es por drogas? Es por eso, ¿no? No debería haber sido tan liberal, ¿cierto?-.
-No. No. Dios, no son drogas-. Luz se quitó los lentes y apretó el puente de su nariz, luchando contra la amenaza de lágrimas. Se podía sentir en regresión, convirtiéndose en esa niña pequeña que sólo necesitaba a su madre. -Mamá, estoy asustada-.
Hubo una pausa.
-Cariño, ¿alguien te está molestando? Dime quién es y haré que la Dra. Blight la expulse. Es bastante simple. Ese es tu problema, cariño, eres demasiado agradable. Confías demasiado en los demás y toman ventaja de ello. ¿Qué es lo que siempre te he enseñado…?-.
-Por favor, mamá, es sólo que realmente te extraño. Quiero verte-.
-Luz, si no me dices lo que sucede, no hay nada que pueda hacer. ¿O sí?-.
Luz cerró los ojos. Su cabeza se sentía como si estuviera llena de imágenes ruidosas y mezcladas, como ideas traqueteando al igual que vidrios rotos y uñas. Se sentía impotente, inútil. -No lo entenderías-.
-Claro que lo hago, querida. Todos extrañamos nuestra casa. Extraño mi hogar todo el tiempo. Qué no daría por un poco de tocino ahora mismo. Las vacaciones navideñas llegarán antes de lo que te imaginas-.
La primera lágrima encontró su camino hacia el exterior. Era enorme y cálida, y se deslizó por su nariz, cayendo desde su mejilla hacia el teléfono. No podía decirle a su madre que no habría nada más luego de los siguientes cuatro días. No habría Navidad, ni siquiera podría llegar a la Noche de las Hogueras.
-Mamá, por favor…-.
-Vamos, Lucy. Te quedan menos de dos años en la escuela. Estarás bien. Mamá necesita quedarse en Nueva York por el momento. Creí que lo entendías-.
Secándose las lágrimas, Luz asintió.
-Lo sé-. Se recompuso, sabiendo que nunca la habría convencido de regresar y, teniendo en cuenta el destino de Selene y Skara, escaparse a Nueva York tampoco funcionaría.
Lilith Mary la encontraría sin importar qué tan lejos huyera.
Respiró profundamente. Por más tentador que fuera el comportarse como una niña pequeña, tendría que buscar profundamente en su interior por su coraje. Sólo fue un pequeño titubeo, podía hacerlo, tenía que.
-Lo siento, han sido un par de días difíciles-.
-No eres así, cariño-.
-Lo sé-. Luz cerró los ojos y se imaginó tomando prestada algo de la fuerza de su madre a través de los cables del teléfono. -Estaré bien-.
-¿Estás segura? ¿Necesitas dinero?-.
Si tan sólo fuera tan simple. -No, estoy bien. Solo ignórame-.
-Está bien, cariño. Tengo que marcharme. Tengo programado un masaje de shiatsu a las diez con Chloë Sevigny. Dejaré el teléfono encendido… si me necesitas, sólo llámame-.
Luz puso las rodillas por debajo de su barbilla, sintiéndose decaída. -Claro. Es mejor que vaya a clases-.
-¡Besos, linda!-.
-Adiós, mamá-. Sollozó colgando el teléfono.
Luz asistió a Filosofía por el resto de la tarde, y luego tuvo que hacer sincronización de labios para la práctica del coro. Su mente no pudo enfocarse ni por un segundo; era duro concentrarse con un reloj enorme y ruidoso marcando los segundos. Por primera vez en su vida, cada minuto contaba y se sentía como si los estuviera desperdiciando fervientemente.
Fue a cenar con Boo, pero ni siquiera pudo mirar el trágico tazón de sopa de vegetales. Ni siquiera podía pensar en comer sólidos. Boo parecía tan poco impresionada como ella, jugueteando con alguna clase de gelatina en su plato.
-¿Crees que esto tenga carbohidratos?-.
-Tal vez- respondió Luz con languidez-.
-Girl, me siento asquerosa. Incluso el olor me hace querer vomitar-.
Luz sabía cómo se sentía. El ánimo en Hexside se sentía incluso más serio de lo normal. Los relojes habían retrocedido la semana antes de que la noche cayera justo antes de las cinco de la tarde, y la bruma parecía escaparse del mar incluso antes. Las áreas de afuera se sentían húmedas, frías e inundadas en una niebla impenetrable.
El ambiente en el comedor no era mejor.
Con Willow aun desaparecida, y todos los chismes escandalosos, lo único que quedaba era la ansiedad y la preocupación genuina, ambas debido a la chica desaparecida y la idea persistente de que no todo iba bien con su escuela.
Hexside siempre había sido deprimente, pero ahora también se sentía inseguro.
Las chicas comían en una quietud respetuosa, con susurros solemnes en los oídos de sus amigas en lugar de los chillidos y gritos al final de un día de clases. La Dra. Blight las vigilaba desde la mesa principal, que se encontraba al alcance del oído de Luz. Después de la sesión principal, Amelia y Cat se acercaron a la directora.
-¿Dra. Blight?- dijo Amelia usando, su voz de comentarista seria. -A mí y a algunas de las señoritas- con eso se refería a Las Élites -nos gustaría organizar un equipo de búsqueda por lo de Willow. O tal vez grabar un aviso en YouTube-.
Arpía de doble cara, pensó Luz. Cualquier cosa para ganarse el reconocimiento.
-Qué amable, Amelia- respondió Blight. -Pero creo que la policía tiene todo en las manos-.
-Bueno, déjenos saber si necesita ayudantes-. Amelia y Cat hicieron una reverencia. Luz rodó subrepticiamente los ojos.
Otra regla brillante de Hexside era que no se permitía el uso de internet en los dormitorios, lo que significó que en la primera oportunidad, Luz tuvo que confiar en la recepción vacilante de su móvil una vez que la cena hubo acabado y regresaron al piso de arriba.
Eventualmente, buscó en google el Royal Seahaven. Boo se encontraba en su cama, comiéndose las uñas maniáticamente, incluso más de lo habitual.
-Lo encontré- dijo Luz.
-¿Qué?-.
-Las horas de visita de Seahaven. Mañana, de diez a doce o de dos a cuatro-.
-¿En serio vas a hacerlo?-.
-Sip. No voy a quedarme sentada a la espera de convertirme en polvo o lo que sea. Ya sabes, es bastante obvio que Willow sabía que algo estaba pasando. Tú misma viste lo horrible que se veía ayer-.
Boo no discutió, pero sí que dejó de comerse las uñas.
-¿Cómo vas a salir? Necesitas un permiso escrito para hacerlo en un día de semana-.
Luz se encogió de hombros. -No me importa. Lo peor que Blight podría hacerme sería expulsarme. Si no descubrimos de qué va todo esto… bueno, será mucho peor-.
La esquina derecha de la boca de Boo se curveó hacia arriba. -¿Sabes qué, Lucía Noceda? Como que me gusta esto del espionaje. Es muy sexy-.
Luz se rio. -Yo creo que has estado demasiado tiempo en esta escuela-. Cogió su bolso de lavado de la percha atrás de la puerta. -Voy a ir al baño mientras está lleno. Ese lugar me asusta-.
-Buena idea-.
A esa hora de la tarde, era normal encontrar una fila y ese día no fue distinto. El ánimo sombrío había afectado incluso los salones de la casa Brontë. Y aunque había dos cubículos de regadera en el baño, había dos chicas esperando afuera de las puertas, inclinadas contra los lados opuestos del corredor como sujeta libros.
Perfecto. No tendría que usar la bañera sola.
Las chicas en la fila, dos Inferiores, murmuraban rumores acerca de algún lunático que había entrado al edificio y había secuestrado a Willow.
Al ser más grande e inteligente, Luz les aseguró que no era el caso, pero se negó a mencionar el hecho de que en serio creía que un fantasma tenía algo que ver con la desaparición.
Después de una espera de diez minutos, una chica vestida con un vestido de toalla, y un turbante a juego declaró que la ducha estaba libre. Una vez en el baño, Luz se quitó la ropa y entró al bloque de bañeras. Cuando su vecina derramó champú en su ojo y se quejó en voz alta, Luz no pudo evitar sentirse cómoda. Por primera vez en seis años, se sentía atemorizada de tener que bañarse sin sus compañeras de clase.
Luz se relajó. Recordó esa época antes de ingresar a Hexside, cuando pasaba muchas tardes a solas con la niñera mientras su madre trabajaba. Sólo podía dormir tranquila una vez que oía que su madre regresaba a casa. Igual que ahora; con la chica en el otro cubículo, podía tranquilizarse. Se lavó el cabello e incluso lo acondicionó por los cinco minutos sugeridos antes de enjuagarlo. Los nervios tensos en sus hombros sonaban mientras se aflojaban.
Fue sólo cuando cortó el agua que se dio cuenta de que ya no se oía ningún ruido en el otro cubículo. La otra chica debía de haber terminado y haberse ido en silencio de la habitación mientras soñaba bajo la ducha. Luz se abrazó a sí misma y se negó a sentirse aterrada. Estaba bien. Se encontraba en un baño iluminado brillantemente y rodeado por una docena de chicas.
Nada podría suceder.
Goteo, goteo, goteo.
Había escuchado ese ruido antes. El pesado eco de gotas al caer, resonando como si no estuvieran en todos lados al mismo tiempo.
Luz se envolvió en una toalla tan rápido como pudo, evitando mirar el espejo. Se hallaba lleno de vapor y no quería ver qué había en él.
Recordaba la forma en que el reflejo se había adelgazado como un túnel negro.
Goteo, goteo, goteo.
Las luces titilaron, zumbando y atenuándose. Parpadearon, casi apagándose. Luz se desplazó a través de los mosaicos húmedos, intentando alcanzar su ropa con rapidez. Quería salir de esa habitación.
Goteo, goteo, goteo.
Se congeló. La delgada cortina de plástico cubría el cubículo de la derecha, pero no estaba vacío. Aunque la ducha se encontraba cerrada, una silueta permanecía de pie detrás de la cortina. Brazos colgaban a sus costados, con la cabeza ligeramente inclinada hacia la izquierda, el cabello lacio por encima de sus hombros.
Goteo, goteo, goteo.
-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?- La garganta de Luz se sentía estrecha.
La silueta no respondió, ni siquiera se movió.
Una voz gritó en su cabeza, ¡Sal de aquí! ¡Corre!, Pero sus pies se movieron hacia la ducha.
Luz ya había tenido suficiente cucú con la figura misteriosa.
-¿Qué es lo que quieres?- La voz de Luz se oía como el susurro más pequeño de todos. -¿Lilith?- Extendió una mano temblorosa y húmeda hacia la cortina de la ducha.
Detrás de ella, la puerta se cerró de golpe, atrapándola dentro.
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