7. " La desaparición "
Tomó un esfuerzo sobrehumano para Luz arrastrarse fuera de la cama a la mañana siguiente.
Su sueño había sido tan superficial, tan corto, que apenas contó como un descanso. Sin embargo, en la luz del día parecía más seguro cerrar los ojos, y por eso utilizó el botón de siesta tres veces.
Boo ya no se hallaba a su lado y la otra cama estaba vacía, así que Luz supuso que debió haberse deslizado fuera para superar la estampida hacia la ducha.
El desayuno era a las siete y las clases no comenzaban hasta las nueve, así que era su llamada en cuanto a si se duchaba y se ponía su uniforme antes o después de comer. Luz finalmente salió de la cama faltando diez para las ocho, el último minuto posible para poder unirse a la cola del desayuno.
Agarrando un par de leggings, la sudadera con capucha de los Yankees de Boo y zapatillas, Luz caminó hacia el baño.
No fue muy lejos cuando se dio cuenta de que algo andaba mal.
En vez de comer el desayuno, las chicas correteaban de arriba abajo por los pasillos y dentro y fuera de las habitaciones de cada una como abejas agitadas. El aire se sentía cargado con un zumbido de actividad y charla nerviosa. Cat salió de una de las habitaciones en Brontë y se apresuró hacia las escaleras.
-Cat, ¿qué está pasando?-.
-Oh, Dios mío, ¿no te enteraste? Algo está mal con Willow. A nadie siquiera se le permite entrar en Christie. Algunas personas están diciendo que está... está muerta-.
El suelo comenzó a girar hasta que Luz lo obligó a quedarse quieto, la fábrica de rumores trabajaba claramente horas extras. Se agarró a la barandilla en la parte superior de las escaleras por apoyo.
-¿Qué? De ninguna manera-.
-Lo juro. Voy a encontrar a Amelia. Sabrá lo que está pasando-.
Luz bajó por las escaleras de golpe. Sabía cuán rápido podía viajar el chisme alrededor de este lugar. El año pasado Maisie Spence-Guillarme le dijo a una persona que se había acostado con el señor Granger, el profesor de matemáticas vagamente lindo, y dentro de dos horas, los policías se encontraban en la escuela.
Ni siquiera era cierto, pero se notaba que tenías que observar tu boca en una escuela que tenía orejas.
Boo se estacionaba en la zona de relajación, actuando como un nodo de información con las chicas amontonándose a su alrededor. Se separaron para dejar pasar a Luz.
-Boscha, ¿qué está pasando?-.
-Oh, ahí estás. No tenemos ni idea, nadie está diciendo nada. Sólo que algo está mal con Willow-.
Luz soltó un poderoso suspiro de alivio. -Oh, gracias a Dios. Cat dijo que estaba muerta-.
-Podría estarlo- dijo Rose Clarkson fisgoneando. -Nadie ha estado dentro o fuera de su habitación. La Dra. Blight y la señorita Odalia están allí ahora-.
-Se realista-. Boo le dio una mirada sucia. -Si hubiera una chica muerta arriba, ¿no crees que hubiéramos visto algunos policías o una ambulancia a estas alturas?-.
-No necesariamente- se quejó Rose.
La señorita Odalia se inclinó sobre el balcón del rellano que daba a la zona de relajación, viéndose estresada-.
-¡Chicas! La Dra. Blight dice que las quiere en uniforme y en el salón principal en quince minutos. Sin discusiones, sin excepciones-. La manada de chicas alrededor de la mesa de ping pong comenzó a disparar preguntas a la encargada de alumnas en el internado. -¡Sólo hagan eso inmediatamente, chicas! ¡Vayan!-.
Boo puso mala cara. -No pueden estar haciéndonos ir a clases-.
Si Willow ha muerto, por lo menos conseguimos un par de días de descanso, ¿no?-.
Luz levantó una ceja. -Eres toda corazón-. Su apetito para el desayuno era inexistente ahora. -Vamos, consigamos asientos de primera fila en la reunión-.
Por desgracia, todo el mundo quería asientos de primera fila. Una vez que tuvieron puesto su elegante uniforme gris con burdeos de Hexside, Luz y Boscha se conformaron con un asiento en la tercera fila.
El corazón de Luz era un bulto sin tragar en la parte baja de su garganta, negándose a bajar. Era algo más que entrometimiento o curiosidad, Luz necesitaba saber qué había pasado con Willow. Había tantas coincidencias que ella estaba dispuesta a no seguir.
Rumores y especulaciones rebotaban en las paredes con paneles de roble de la sala principal. Retratos con gruesos marcos de los ex directores miraban con severa desaprobación. “Meningitis”, “embarazo” y “suicidio” eran sugerencias populares, aunque Luz se sentía particularmente impresionada con “ella se inyectó heroína que le compró a un vagabundo en Oxsley”. Aún así, no sonrió. Apretó su mandíbula y se mordió el interior de la mejilla hasta que la Dra. Blight entró en la habitación, tan serena como siempre, pero con un brillo duro en los ojos.
-Tranquilícense AHORA-. Todas las chicas se quedaron en silencio. La directora tomó su lugar en el podio y miró a través de un mar de caras con hambre de chisme. -Esto es muy, muy serio. Willow Park no se encuentra en Christie. Nadie la ha visto desde que las luces se apagaron anoche.
Hubo un murmullo entre la multitud. Boo susurró algo al oído de Luz pero ella la hizo callar.
-¡Silencio!- continuó la Dra. Blight, alisando su melena esmeralda. -No me importa lo que esté pasando, lo que se ha dicho, lo que cualquiera ha hecho, legales o no. Todo lo que importa es encontrar a Willow y asegurar que está a salvo. Si alguien sabe algo sobre su paradero, necesito saberlo en este momento-.
Más murmuraciones mientras cada chica preguntaba a su vecina lo que sabían. Luz se hallaba sin de aliento. Ella y Willow no eran amigas del alma ni nada, pero la idea de que algo le suceda era horrible.
Había algo más también, una sensación persistente de que había algo que debía recordar.
-Si no dejan de conversar me voy a poner realmente enfadada, señoritas. No quiero escuchar chismes, ideas o especulaciones. -Obviamente, Willow ha ido a alguna parte y no creo ni por un segundo que no le dijo a alguien a dónde iba-.
Esté era el momento adecuado para que alguien se pusiera de pie y dijera con confianza “se fugó a Nueva Zelanda con su amante lesbiana de internet”. Pero en cambio, la habitación se encontraba tan tranquila como una capilla.
-No es necesario que digan nada ahora, pero si lo hacen, si realmente saben algo acerca de Willow, por favor véanme de una vez. Está claro que voy a estar muy ocupada con esto todo el día y la policía está en camino. Eso significa que el resto de ustedes necesita asegurarse de que estén en el lugar correcto en el momento adecuado. Todas irán al primer período a la vez, ¿entendido?-.
Hubo un zumbido de “Sí, señorita” a modo de respuesta.
Luz hizo su camino a clase en piloto automático. El primer período del lunes, cruelmente, era doble Literatura Inglesa e, inusualmente para ella, no había hecho la tarea de lectura.
Cuando se presentó en clase, escuchó a Amelia hablar con Cat, ambas de las cuales, incluso en tiempos de crisis, se veían bonitas sin esfuerzo y hacían que la falda escocesa y chaqueta se vieran como una declaración de moda en lugar de un uniforme. Amelia siempre mostraba con orgullo la insignia de oro de Delegada en su chaqueta como si fuera la sheriff de la maldita ciudad.
-Dios, es una puta que le gusta tener la atención- se quejaba Amelia. -Debe estar en Oxsley con alguna chica lesbiana de la secundaria Radley que se parece a Justin Bieber. Te apuesto lo que quieras-.
Luz las ignoró y se deslizó en su asiento. La lección era sobre Poe: La caída de la Casa Usher, con la cual debería haber estado entusiasmada, pero no podía concentrarse. Un gusano de preocupación penetraba su cráneo. Tamborileó su lápiz HB en el costado de su libro de ejercicios, sus dedos sobrecargados con energía. Fragmentos de ideas, sonidos e imágenes se derramaron alrededor de su cabeza, nada teniendo sentido.
Las hemorragias nasales, su sueño, la chica en el pasillo... ¿Cómo se conectaba eso a Willow...?
Luego, otro trozo de restos flotantes de memoria derivó hacia la parte frontal de su cerebro, algo que había olvidado por completo.
El lápiz se deslizó de sus dedos y rodó hasta el suelo con un ruido agudo.
Se puso de pie, casi derribando su silla. Las patas de metal hicieron un feo chillido cuando rasparon a lo largo del suelo. Agarrando sus libros, se dio la vuelta y corrió hacia la puerta, casi chocando con la señorita Foster, su profesora de inglés, mientras entraba en la habitación.
-Lucía, ¿a dónde...?-.
-Tengo que hablar con la Dra. Blight-. La mentira se sentía grumosa en su lengua, pero tendría que hacerse. Luz sabía que la señorita Foster asumiría que tendría información sobre Willow y la dejaría ir sin dudarlo. Con la cabeza gacha, se agachó y pasó a la profesora. Esto era tan impropio de ella, pero sabía que no existía manera de que sería capaz de trabajar hasta que supiera la respuesta a la ruidosa pregunta que rugía en su interior.
La primera misión era encontrar a Lottie Wiseman, la confidente de Willow. Ella tenía muchas clases de lenguaje… ¿Dónde estaría?
Luz inicialmente se dirigió hacia donde sabía que Boo tenía español, contando con que Lottie estuviera en la lección con ella, sólo para cambiar de opinión a última hora.
En cambio, Luz dejó la brillante ala Millar, con sus limpias paredes de piedra arenisca y divisiones de cristal, y se dirigió de nuevo al viejo edificio, hacia la oficina de la Dra. Blight. Tenía sentido para Luz que los más cercanos a Willow (incluyendo a Lottie) estuvieran probablemente todavía siendo interrogados.
Había un patio de concreto abierto en el centro de la escuela, y una llovizna fina había vuelto todo de un gris carbón para que coincidiera con la pesada nube que invadía la escuela. Luz se lanzó bajo el refugio de lluvia y se deslizó a través de la escalera de incendios en el lado opuesto del patio. Pocas lecciones se impartían en la parte antigua de la escuela; sólo la sala de música, salón, dormitorios, comedores y oficinas se situaban allí. Como tal, se encontraba extrañamente tranquilo a esta hora del día, con casi todas las chicas ya sea en las aulas o temblando en el campo de juego.
Luz se agachó más allá de las señoras de la cena estableciéndose hasta el comedor y entró directamente en el pasillo de entrada, el cual lucía tan diferente a la luz del día. Su búsqueda de la chica misteriosa parecía mucho más larga que la noche anterior. Ahora, la difusa luz ámbar se difuminaba a través de las vidrieras en las grandes puertas delanteras, brillando sobre el mostrador de recepción.
Lorraine, recepcionista de mucho tiempo en la escuela, levantó la mirada para saludarla.
-Hola...-.
-Lucía Noceda-.
-¡Eso es! ¿Está todo bien, amor?-.
-Sí-. Usó la misma mentira de nuevo. -Tengo que ver a la Dra. Blight-.
-Bueno, está con la policía por el momento, querida. ¿Se trata de Willow?-.
-Algo así. Sí-. Luz se inclinó más allá del escritorio y miró por el pasillo hacia la oficina de la Dra. Blight. Efectivamente, Lottie y Kellie, su otra compañera de cuarto, esperaban en el sofá cerca de donde ayer por la noche había visto la extraña figura de la chica. La imposible chica fantasma.
-Está bien, amor. Ve a esperar con las otras-. Luz le dio las gracias y arrastró los pies por el pasillo, tratando de pensar en una manera de poder expresar esto sin sonar como una loca.
Pobre Lottie, quien se veía demacrada y débil en el mejor de los casos, se veía horrible, ojos rojos de tanto llorar y su cara húmeda y gris. Si Willow había estado planeando algo, su mejor amiga, evidentemente, no había estado al tanto de ello.
-Hola, hola, Luz. ¿Sabes algo acerca de Willow? ¿La viste anoche?-.
-No- admitió Luz. Necesito hablar con Lottie-.
-¿Yo?- Sorbió por la nariz. -¿Por qué?-.
Luz respiró hondo, de repente no estando segura de qué hacer con sus manos. Las juntó delante de ella para mantener sus dedos quietos.
-¿Te acuerdas de la noche de Halloween?-.
-Sí-.
-¿Recuerdas la tonta historia de Willow sobre Lilith Mary?-.
Los ojos de Lottie se agrandaron. -Sí-.
-Bueno, ¿puedes recordar cuando Willow dijo que ya lo había hecho? Dijiste que estabas con ella-. La delgada chica parecía completamente confundida ahora.
-Sí, ¿y qué? Lo hizo frente al espejo en el interior de su armario-.
El pulso de Luz se sentía demasiado rápido. -¿Lo hiciste también?-.
-No-.
-¿Cuándo lo hizo?-.
Lottie pensó sobre ello, su frente arrugada. —Fue el mar… no, la noche del miércoles. Sí, fue después del coro-.
Luz tuvo que alcanzar y mantener su equilibrio contra la pared. Sus pies se sintieron desconectados del suelo. Tal como había temido. Esto no puede estar pasando.
-Eso fue hace cinco días-. La última palabra quedó atrapada en su garganta y salió como un susurro ronco.
El mensaje en el espejo. Cinco días.
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