5. " Coincidencia "
Muchas cosas sucedieron a la vez.
Cat respondió con un “ew”, colocando sus piernas sobre el ataúd de piedra. Por el contrario, Amelia salió disparado hacia adelante, no incomodada por la sangre y dispuesta a ayudar. Amity se puso sobre sus pies. Le tomó a Luz un segundo para entrar en acción y llegar a su amiga.
-Oh Dios- balbuceó Boo.
-Cállate. Inclina tu cabeza hacia atrás y pellízcate la nariz-. Amelia era sorprendentemente buena en una crisis, se notaba.
-¿Estás segura de que debería hacer eso?- Luz rebuscó en su bolso por unos pañuelos.
Amelia la miró como si acabara de notar que ella estaba presente. -Por supuesto que estoy segura-.
-Está bien, no peleen por mí-. Boo sintió como la sangre empapaba su mejilla. -Solía tener hemorragias nasales todo el tiempo cuando era una niña-.
King se fue alejando calladamente del grupo, luciendo pálido y enfermo ante la vista de tanta sangre. La sangre ahora brotaba de la nariz de Boo, gotas gruesas salpicando en el camino, las manchitas uniéndose con rapidez. Boscha tomó un puñado de pañuelos de Luz y lo acercó a su cara, inclinando la cabeza hacia el cielo.
Luz vio manchas de sangre en su bufanda donde Boo debió haberlos salpicado. Una tercera manchita aterrizó en la lana gris.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que venía de su propia nariz.
-¿Qué...?-. Se volteó para ver Amity limpiándose su nariz también. Un canal de sangre corría de la fosa nasal izquierda hasta su labio superior. Luz sostuvo sus dedos sobre su nariz, pero el cálido y viscoso líquido corría a través de los espacios.
-Dios mío-. El rostro de Amelia se contorsionó. ¿Han estado inhalando una droga o algo? ¿Qué tomaron?-.
-¡Nada!- gritó Luz, llevando su bufanda ya arruinada a su nariz. La sangre se filtró en la lana, un rápido crecimiento de color carmesí.
-Oh, para ya- espetó Amity, limpiándose la sangre con el dorso de su mano. El suyo no parecía tan malo.
-Esto es una cosa- explicó Viney. -Tiene que ver con la presión alta. Una gran cantidad de personas tienen hemorragias nasales cuando una tormenta está en camino-.
Boo alejó los pañuelos de su nariz y examinó el daño. Su rostro estaba cubierto de sangre. -Creo que se está deteniendo-.
Luz toqueteó su nariz y soltó una aliviada respiración. La suya también parecía haberse secado.
-¿Tu sangras por la nariz también?- preguntó Boo.
-Nunca- dijo Luz. -Nunca me ha pasado antes-.
-Yo tampoco- añadió Amity. -Excepto una vez que me golpeé con una pelota de baloncesto-.
-¿Estás bien?- Cat parecía horrorizada, llevando sus rodillas hasta la barbilla y sus ojos oscureciéndose a través de pestañas cargadas de rímel.
-Creo que sí- respondió Boo.
Amelia los miró con recelo. -Esa es la cosa más espeluznante que he visto en mi vida. Nunca he oído hablar de un sangrado sincronizado antes.
-Te lo digo, chica, es el tiempo-.
King se rio y dio un lento aplauso. -Oh, lo entiendo. Muy divertido-.
-¿Qué?- Amity miró a su amigo.
-Es una broma, ¿no? Por lo de anoche. Hermana... me engañaste completamente. ¿Cómo lo hiciste? ¿Rociaste la sangre allí, o conseguiste esas bolitas de pintura roja como en la televisión?-.
Luz soltó la bomba. El desafío.
-Lilith Mary-. Cuando lo dijo, la sangre corrió en su boca. Ninguna otra cosa sabía igual que la sangre: como a cobre.
-Oh, ya veo-. Amelia hizo un mohín. -Muy divertido. Psicótica-. No lucía impresionada.
Un ceño fruncido apareció en el rostro de Amity.
-Amelia, ésto no fue ninguna broma, lo juro-.
Eso casi desapareció la sonrisa de la cara de King, pero sus ojos decían que aún estaba esperando un estridente ¡te engañé! en cualquier momento.
Luz tuvo que admitir, que era una coincidencia bastante grande. Si hubieran sido solo ella y Boo, no habría sido demasiado preocupante pero, ¿las tres? Las mismas tres que habían dicho ese nombre en frente del espejo. Sus ojos de repente picaban.
Se reprendió a sí misma, eso era lo que hacía a la coincidencia una cosa. No obstante, la misma combinación de miedo, incredulidad y la sangre manchada se veía en cada una de sus caras. Incluso Amelia parecía un poco asustada.
-Debe haber sido una simpatía por el sangrado de la nariz-. Luz trató de reírse de ello, usando su tono alegre.
-Oh, eres una buena amiga- dijo Boo, tratando en vano de limpiar su cara. Lucía como uno de los zombis come carne de los libros que le gustaba leer.
-No podías dejarme tener el centro de atención, aunque sea por un minuto, ¿verdad?-. Boo le guiñó un ojo, dándole a entender que era sarcasmo.
-Ven-. Luz tomó la mano de su amiga. -Vamos a la tienda de té para limpiarnos-.
Mientras se alejaban, Luz vio la mirada en los ojos de Amity. Su expresión era sombría. La chico local no podía reírse de ello. Sin decir nada, ella las vio irse y LUZ sintió sus ojos sobre ella todo el camino por el sendero.
En una tarde de domingo, se esperaba que las chicas de Hexside se vistieran con elegancia para el domingo de asado en el gran salón comedor, que también contaba con la presencia del sacerdote de la escuela. Cada semana él dirigía las oraciones, las cuales todo el mundo gesticulaba con los labios o las ignoraba por completo. Él se sentaba con la Dra. Blight, la señorita Odalia y Amelia en la mesa principal. La Dra. Blight sonreía cortésmente y asentía mientras él gruñía sobre la falta de fe en la sociedad actual
Luz, como de costumbre, se sentó con Boo y algunas de las chicas más agradables de la casa Brontë.
Llevaba un vestido vintage con su chaqueta cárdigan favorita -una enorme bestia lanuda que una vez le había pertenecido a su abuelo muerto-.
-Te estoy diciendo- Boo relató su experiencia en el cementerio, -era realmente aterrador. Totalmente pensé que iba a morir-.
-¿Viste un túnel blanco brillante?-.
-Luz sonrió. -Eres una reina del drama. Fue solo una hemorragia nasal-. Luz volvió a llenar su vaso con agua de la jarra de metal abollado. Para el momento en que habían convencido a la anciana que dirigía la tienda de té que no habían estado en una pelea de pandillas (o que querían comer su cerebro) y se limpiaron la sangre, habían tenido que regresar a Hexside para arreglarse cada una para la cena con asado.
-De todos modos. Realmente me asusté. Creo que realmente siento náuseas-. Boo se volteó directamente hacia Luz, abandonando su pegajoso budín de tofi y crema. Ella la miró con sus grandes ojos color chocolate -Lucy, si me muero, ¿te asegurarás de que un montón de gente venga a mi funeral?-.
Luz se rio entre dientes. -Por supuesto que lo haré. ¿Para qué son los amigas?-.
-Eso es como mi mayor temor. Que a nadie le importe si yo muriera-.
Hubo un destello de genuina tristeza en los ojos de Boo. De vez en cuando, la fanfarronería se disipaba y Luz tenía atisbos de cómo era Boscha realmente.
-Pase lo que pase, voy a estar allí, ¿de acuerdo? Y me aseguraré de que toquen todas tus canciones favoritas, incluso las más embarazosas-.
-Eres la mejor-.
Luz fue distraída por Kellie, quien llevaba la más corta y reveladora falda que había visto, acercándose a la mesa superior. Era inaceptable mientras la gente estaba comiendo. La falda era inaceptable en cualquier momento.
-¿Qué pasa con Kellie?- preguntó Boo.
-Shh, estoy tratando de escuchar. Me imagino que su trasero debe estar congelado-.
Mientras Boo reía, Luz trató de descifrar lo que estaban diciendo. Kellie habló con la señorita Odalia y la Dra. Blight al mismo tiempo. -...creo que puede estar realmente enferma-.
-¿Qué pasa con ella?- preguntó la señorita Odalia. Luz adivinó que estaban hablando de Willow, quien compartía habitación con Kellie.
-No lo sé. Parecía enloquecer-.
-¿Enloquecer?- La Dra. Blight medio sonrió. -¿Podrías ser más específica?-.
Luz sabía que Willow no se encontraba bien cuando la habían visto en el desayuno. Kellie continuó: -No lo sé. No va a dejar el dormitorio-.
La Dra. Blight miró a la encargada de los alumnos internos. -La revisaré después de la cena- dijo la señorita Odalia.
El problema de tener cerebro de escritor, pensó Luz, es que empiezas a ver patrones y relaciones donde solo hay hechos aburridos. Willow estaba enferma, ellos habían tenido hemorragias nasales. Todos ellos habían estado en ese baño ayer a la medianoche. De repente, su estómago se encogió como una pasa y no podía seguir comiendo su budín.
Coincidencias. Más coincidencias.
Cuando todo está cubierto de hielo, la gente se resbala. Esto no hace al hielo malvado. El hecho de que todos ellos habían estado yéndose a escondidas alrededor de la media noche probablemente explicaba por qué todos estaban sintiéndose indispuestos hoy. Luz maldijo su hiperactiva imaginación de llegar a la conclusión del “espejo embrujado” antes de descubrir la “explicación lógica”. Siempre había una explicación lógica.
Después de la cena, Luz se puso su pijama y sacó el cuaderno de notas que se encontraba debajo de su cama. Era un cuaderno de gamuza color beige que su madre le había regalado, e incluso el sentimentalismo de la cosa le daba ganas de escribir en él.
Boo estaba tratando de obtener acceso a Willow, por lo que Luz tenía el dormitorio para sí misma. Escribió las mejores notas melancólicas corales de Danny Elfman, que ahora se reproducían en el fondo. El conjunto de instrumentos era melancólico y dramático, muy parecido a su prosa.
Donde yo una vez me sentí caliente, con alegría mullida adentro, ahora solo había una ausencia de vacío. Un abismo de emociones. Sí, eso era todo -un vacío como un agujero negro en la esquina más fría del espacio, escribió. Fue como si una noche, mientras dormía, una mano invisible hubiera retirado un tapón de adentro y toda la alegría se filtró, dejándome vacía. Eternamente drenada.
Luz masticó su pluma. Siempre escribía primero a mano, solo escribiendo a computadora las secciones con las que estaba contenta. Una vez había subido en línea un cuento de colonia y había tenido como seis mil visitas. Tan pronto como saliera de Hexside y no tuviera tanta escritura innecesaria para la escuela, empezaría a trabajar en una novela. El único problema es que tenía más ideas en su cuaderno de lo que alguna vez podría soñar convertir en novelas.
Boo entró en la habitación; sus shorts de pijamas revelando sus hermosas y kilométricas piernas de tez sonrosada. Su interminable cabello rosa chicle estaba retorcido en un moño en la parte superior de su cabeza donde se había lavado la cara.
-¿Qué haces?-.
-Escribiendo...-.
-¿Es del que estabas hablando?-.
-¿El de suicidio? Sí.
-Saca tu Plath interior, chica-.
Luz rio. -Oh, eso intento. ¿Cómo está Willow?-. Descansó su lapicero dentro de su cuaderno y lo cerró, prefería morir antes que mostrarle a alguien su escritura en etapa de proceso.
-Entre tú y yo, parece el peor de los casos de síndrome premenstrual que he visto en mucho tiempo. Está aullando y sollozando y diciendo que quiere ir a casa. La chica necesita una bolsa de agua caliente y una Nurofen, inmediatamente-.
Luz salió de su cama. -La simpatía primaveral te ha dejado verdaderamente drenada, ¿verdad? Iré a lavarme los dientes-. Sacó su bolsa de lavado de su cómoda y salió del dormitorio, las baldosas del suelo frío congelando sus pies descalzos.
El pasillo estaba desierto. La señorita Odalia ya había apagado la luz de la sala por lo que solo un pálido resplandor se filtraba a través de los dormitorios. En los domingos era normal que las chicas se retiraran a sus habitaciones después de cenar. Los restos de la tarea se completaban apresuradamente para tenerla lista para el día siguiente y el temido malestar noche de domingo/lunes por la mañana cayó sobre los dormitorios.
Mientras Luz paseaba por el pasillo, sus pies calientes pegados al suelo hacían un pequeño ruido de succión mientras avanzaba. El baño estaba vacío pero olía a pasta de dientes de menta fresca y gel de ducha de perfume floral.
Como siempre, la habitación estaba húmeda, nunca del todo seca. Alguien debía recién acabado de ducharse. La cabeza de la ducha hacía un constante eco de goteo en el cubículo. Odiando ver agua desperdiciada, Luz metió la mano en la cabina y cerró la manija con bastante fuerza. Frunció el ceño.
El goteo continuaba. Debía ser en algún lugar dentro de las tuberías, fuera de su control.
Goteo, goteo, goteo.
Luz se cepilló los dientes durante los tres minutos recomendados, antes de enjuagarse y lavarse la cara.
Goteo, goteo, goteo. Dios, eso era molesto.
Se quitó las gafas y las descansó junto a su bolsa de lavado. Más temprano, en la farmacia en Oxsley, había comprado una nueva crema espumosa exfoliante y estaba dispuesta a darle una oportunidad. Después de todo, prometía “resultados” después de “solo un lavado”. Quién sabía, tal vez podría transformarla en una supermodelo.
Con sus ojos fuertemente cerrados, empezó a restregar su zona T según las indicaciones antes de limpiar su piel. Con una mano a ciegas tanteó alrededor buscando la toalla. Se palmeó la cara para secarla, asegurándose de haber extraído todo el jabón de sus ojos.
Cuando busco a sus gafas, habían desaparecido.
-¿Dónde están…?-.
La puerta del baño se cerró de golpe.
Luz saltó, botando su bolsa de lavado sobre las baldosas. Su acondicionador rodó debajo del lavabo. -¿Qué...?- Había estado allí hace un segundo. Comprobó el suelo, pero no estaba entre sus artículos de aseo.
Pasando por encima de sus cosas esparcidas, abrió la puerta y se asomó al pasillo. Sin sus gafas, su visión era lastimosamente débil, como si alguien hubiera frotado grasa por encima de su campo de visión. Entrecerrando sus ojos en la penumbra, vio una figura en el extremo más alejado del pasillo, con dirección a la escalera.
-¡Hey! ¿Acabas de llevarte mis gafas?- gritó después de que supuso que era otra estudiante.
La chica no se detuvo. Se dirigió hacia las sombras. Tenía la cabeza hacia abajo, su postura encorvada. Se movió casi como si estuviera sonámbula.
-¡Discúlpame! ¡Esas eran mis gafas!-. Si se trataba de alguna estúpida broma, Luz realmente no tenía la paciencia. Ella era una Avanzada, se suponía que debería atormentar a las Inferiores, no al revés.
-¿Puedes venir de nuevo por favor? No es gracioso-. Luz siguió por el pasillo detrás de la chica. Sus pies golpeando contra el suelo congelado.
La chica parecía dirigirse hacia la casa Austen en el otro extremo del pasillo. Luz se detuvo y frunció el ceño. En vez de dirigirse al otro lado del corredor, la otra chica giró y se dirigió escaleras abajo. Tal vez esto era solo una rivalidad entre Austen y Brontë. No obstante, Luz quería sus gafas. Sin ellas, todo era un borrón desorientado, como si una densa niebla se hubiera deslizado en los pasillos de la escuela. Siguió a la chica.
Luz llegó a lo alto de las escaleras justo a tiempo para ver una cabeza de cabello oscuro, completamente negro en esa luz, deslizándose alrededor de la curva al pie de la escalera.
-¡Oh, vamos!- Luz corrió tras ella, tomando los escalones dos a la vez.
Era la “zona de relajación”: un espacio donde escaparse con algunos sofás, un televisor y un juego de ping pong de mesa. La chica no estaba en ningún lado. Era demasiado tarde para jugar a las escondidas. Lo que es más, sin los otros alumnos congregándose como hormigas y con todas las luces apagadas, ya no lucía como su familiar vieja escuela.
Con largas, extrañas sombras extendiéndose por el suelo, se sentía casi como si las paredes se inclinaran hacia ella. Luz clavó sus uñas en las palmas de sus manos. Cuando tragó saliva, su garganta estaba apretada.
Había otro camino de escalera que conducía hacia abajo a la recepción y salida principal y más pasillos negros a la izquierda y a la derecha.
Por encima de ella oyó una risa débil -algunas chicas de Brontë preparándose para la cama.
-¿Hola?-.
Luz cruzó la zona de relajación hacia la cima de la próxima escalera. Efectivamente, la chica ya tenía una silueta rodeándola por el blanquecino claro de luna inundando la entrada principal. La chica se quedó en medio, frente a la puerta, de espaldas a Luz. Eso era raro. Luz hizo una pausa en el primer escalón. La otra chica estaba mojada... de hecho, estaba goteando sobre las baldosas, un charco negro reluciente como una mancha de aceite sobre sus pies.
Estaba completamente vestida, pero empapada.
-Hey- exclamó Luz. -¿Estás bien?-.
Hubo un ruido y un chillido desde el piso de arriba y Luz giró su cabeza, casi cayendo por las escaleras en shock. Con las palmas sudorosas se agarró a la barandilla.
-¡Devuélvemelas, perra!- gritó una chica, seguido por una risa estridente.
Cuando Luz se giró hacia las escaleras, la niña curiosa ya no estaba frente a la puerta principal. Luz frunció el ceño. ¿Cómo podía haberse movido tan rápido? Luz descendió cautelosamente las escaleras que daban al pasillo.
Bueno, más raro aún. El piso ni siquiera estaba mojado. Luz se inclinó y pasó un dedo por el suelo polvoriento y seco. Había visto a esa chica goteando todos los azulejos. ¿O no? Su vista era realmente terrible sin sus gafas.
Había una sensación de hundimiento en el intestino de Luz, el tipo que obtienes cuando un ascensor desciende demasiado rápido. El pasillo estaba helado, mucho más frío que las escaleras. Su piel se erizó y tenía un poderoso impulso de irse, muy, muy lejos de ese lugar.
Tal vez debería buscar sus gafas mañana por la mañana... Luz se estremeció asustada.
La chica estaba esperando en silencio al final del pasillo más allá de la recepción, hacia la sala de enfermería y la oficina principal. A la espera.
Luz trató de concentrarse, pero era inútil, casi no podía ver más allá de sus manos.
-Mira, ja ja, muy gracioso, ¿pero puedo tener mis gafas de regreso por favor?-.
La niña estaba iluminada por la alta ventana al final del pasillo. Se quedó tan quieta como cualquier estatua, casi antinatural incluso. Luz podía casi distinguir el pelo largo y lacio colgando de su recta y delgada figura. Bueno, al menos ella estaba acorralada ahora.
-Escucha, no te voy a delatar, solo quiero mis gafas de regreso-.
El pálido rostro de la muchacha estaba casi enfocado. Luz se dio cuenta de que algo sobre la chica no estaba bien. Había algo malo acerca de la forma en que estaba de pie. ¿Estaba herida? Tal vez necesitaba ayuda.
-Quédate ahí, ¿de acuerdo?- Luz extendiendo los brazos en frente de su cuerpo, aferrándose a la oscuridad, y se acercó a la chica sombría...
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