16. " Consejo amistoso "

Luz retrocedió de repente, sus labios rompiendo aquel primer beso.

-Puedes oír eso, ¿verdad?-.

-Sí...-. El color se apagó en las mejillas de Amity. -¿Qué es eso?-.

Con el hechizo roto, las hojas cayendo en espiral se posaron en el suelo, crujiendo como papel arrugado. Amity le soltó la mano a Luz, quien sentía que ellas causaban esto; que estaban removiendo el pasado.

Amity escaneó el claro. -Creo que deberíamos salir de aquí. Ahora-.

Lo que Luz quería decir era: No, bésame de nuevo, en este momento. Pero en su lugar, asintió. Echó a andar por el camino hacia la iglesia, sin atreverse a mirar hacia atrás.

Primero sobrevivir, luego besar.

De alguna manera, la cuestión de volver a meterse en la escuela realmente no se le había pasado por la cabeza. Lo único que la salvaba, mientras había firmado por enfermedad, era que nadie cuestionaría por qué no llevaba uniforme. Eso, sin embargo, no salvaría su pellejo si era capturada fuera de las instalaciones. Luz pensó en sus observaciones de Elodie en el autobús. "Delatar" era un pecado mortal en Hexside, pero sólo se aplicaba a los profesores. Todo lo que Elodie tenía que hacer era decírselo alguien, y esa persona lo pasaría, y así sucesivamente, hasta el infinito.

Luz regresó a la escuela durante el quinto período habiendo ya dicho adiós a Amity en Oxsley. Como tenían que tomar buses diferentes, no había ocurrido una repetición del beso. Tampoco habían hablado de eso, así que lo ocurrido en el cementerio se añadió a su montón mental de preocupaciones.

El cuento original de Willow se reproducía en su mente. Lilith Mary supuestamente se había visto con un chico de la zona. Un chico del mismo pueblo que Amity.

¿Esa sensación de vértigo que sentía cada vez que la veía, era real o era algún tipo de encantamiento? ¿Simplemente repetían el pasado? Nunca se habían sentido de ese modo, así que no había forma de decirlo. La forma en que se sentía como si su nombre estuviera escrito en su corazón ahora, bien podría ser sobrenatural. Sin duda era extraño.

Esperando hasta que un grupo de chicas de gimnasia saliera de los vestuarios hasta el campo de hockey, Luz se coló por la puerta trasera sin llamar la atención. En esencia, ahora que se encontraba allí, había muchos problemas en los que podía estar. Aún así, evitando tantas personas como podía, caminó de puntillas a través del pasadizo secreto hacia su habitación.

La casa Brontë se hallaba desierta, como era natural mientras todo el mundo estaba en clase. Tan pronto como Luz estuvo de vuelta sobre su cama, se sintió agotada. El día le había dado una paliza y ni siquiera eran las tres de la tarde. Había estado muerta de miedo, sido cortada y besada en solo una mañana. Un gran choque de adrenalina parecía inminente. Se tumbó. Una potente y reconfortante siesta a plena luz del día era infinitamente más atractiva que dormir por la noche, y sus ojos se pusieron soñolientos al segundo que su cabeza golpeó el cojín de piel sintética.

La culpa fastidiaba su cabeza, pero realmente se sentía como si se hubieran quedado sin caminos por explorar. La única ventaja que habían conseguido de Eda era el cementerio, y excepto por el beso-que-nunca-pasó, el viaje fue redundante.

Amity había decidido desaparecer durante el resto del día, pero fue a su casa para asegurarse de que la oficina de la escuela no hubiera dejado un mensaje en el contestador de su madre. No había manera de que pudiera pasarlo bajo las narices de Hexside, de todos modos, ya había coqueteado con todo tipo de problemas hoy.

Pateando sus zapatos, Luz cerró sus ojos cansados. En su cabeza, repitió el casi beso. En su fantástica imaginación, el momento había adquirido proporciones cinematográficas: dramáticos violines; ella derritiéndose en los brazos de esa chica; su espalda grácilmente arqueada como una bailarina con Amity inclinándose sobre ella. Habría sido tan perfecto si no hubiera sido por la interrupción fantasmal.

No.

No permitiría que Lilith Mary arruinara su momento de película. Su primer beso (más o menos). Su corazón se sentía lleno de flores y su cabeza pronto igualó el sentimiento. Se fue a la deriva.

La serenidad continuó en su sueño. Se encontraba abajo en lo que ahora era la sala común de las Inferiores, pero parecía ser una biblioteca entonces.

Luz se sentó en el asiento de la ventana, en su mayoría oculto del resto del mundo por la espesa cortina de terciopelo verde. El cálido sol de primavera rociaba la habitación y se bañó en él, sintiendo los rayos en su cara. Había un libro en su regazo, pero lo ignoró. En cambio, miró por la ventana a las otras chicas en el patio de recreo. Se reían, gritaban y bromeaban, tocándose entre sí en una especie de juego de persecución.

Luz nunca se había sentido tan alejada de nada en su vida.

Esto debe ser lo que se siente ser un pez de colores. Todo en ellas era diferente para Luz. La forma en que llevaban el pelo enrollado en el cuello y la forma en que colgaban sus trenzas, con las cejas perfectamente depiladas. De pronto se dio cuenta de que una chica con magníficos rizos rojizos al otro lado de la ventana estaba mirándola y señalándola, había sido descubierta. De alguna manera sabía que era Susan Fletcher.

-¿La vieron? Está mirándome directamente-. Las crueles palabras eran audibles incluso a través del cristal.

-¡Sólo nos está mirando! ¡Qué extraño!- Se rio otra chica.

Luz cerró el libro, lista para encontrar otro escondite. Sacó las piernas del asiento de lectura y se quedó sin aliento, el libro cayó al suelo y rebotó. No se hallaba sola. Un hombre guapo, supuso que un profesor, la miraba, de pie, con los brazos llenos de libros.

-Oh, lo siento- dijo. -No era mi intención asustarte. Pensé que sabías que estaba aquí-.

Si Mary contestó hace todos esos años, Luz no lo hizo. Nunca había conocido la timidez como ahora, más pesada que una cota de malla. Ni siquiera podía mirarlo a los ojos. El profesor llevaba un simple traje gris con un lazo del color vino tinto, aunque el corte de ambos parecía fuera de moda para el ojo de Luz. Su pelo castaño se encontraba peinado hacia atrás cuidadosamente, un poco revuelto, como la melena acicalada de un león. Tenía una sonrisa amable y la mandíbula fuerte. Era mucho más atractivo que cualquiera de la cosecha actual, inclusive el señor Granger.

-Eres Lilith Mary, ¿verdad? ¿La chica nueva?-. Luz asintió. -¿Qué estás haciendo sola adentro? Es un día hermoso-. Luz tenía la lengua trabada, pero la conversación siguió sin ella. -Ah, ya veo. Déjame adivinar. ¿Algunas de las señoritas han sido menos que amables?-. El tiempo pasaba. Sólo veía la mitad de los eventos, como si Mary no pudiera apartar los ojos de él. -¿Qué estás leyendo? Oh, Moby Dick es uno de mis favoritos...

"Llámame Ishmael", una maravillosa primera frase, ¿no crees? Sí...

y la obsesión de Ahab...

sí, estoy de acuerdo...

mucho, por lo que...-.

Para el momento en que terminaron de discutir la historia, Luz -no, Mary- estaba enamorada.

La ligereza en su corazón todavía se hallaba ahí cuando despertó, y se sintió inicialmente decepcionada de que hubiera sido un sueño, sólo hasta que recordó a Amity, y sintió como si la hubiera traicionado con el magnífico profesor.

El sueño era el más potente hasta ahora, como tener un enamoramiento por una estrella de cine pero diez veces más fuerte. La historia de fantasmas de Willow había omitido un detalle fundamental: no era un chico de la zona, era un hombre de la zona.

Boo la despertó.

-Vete- murmuró Luz, todavía adormilada.

-Hora de despertar, bella durmiente-.

-¿Qué hora es?-.

-Casi la cena. ¿Cómo te fue en el manicomio?-. Luz se enderezó y frotó sus ojos.

-Fue una total pérdida de tiempo. Edalyn no nos dijo nada que no supiéramos y terminé cubierta de cortes. Mira-. Se subió las mangas y Boo inhaló sorprendida, examinando las cicatrices.

-Dios mío. ¿Cómo te las hiciste?-.

-No tengo idea. Simplemente aparecieron-. Luz se desabrochó la blusa para tener una mejor visión. Los rasguños iban por todo el camino hasta los hombros.

-¿Te duelen?- Boo trazó la piel, sus labios curvándose.

-No. Bueno, un poco. Como todo en esta semana, no tiene ningún sentido, ¿verdad?-.

-¿Segura que estás bien?- Boscha hizo una mueca y Luz asintió, dejando pasar otra oportunidad más para enloquecer. -Ahora... te perdiste un montón de cosas mientras estuviste "enferma"-. Hizo orejitas de conejo con los dedos. -¿Quieres las buenas noticias, o las malas?-.

Luz se abrochó la camisa. -Oh Dios, ¿y ahora qué? La buena noticia, supongo-.

Boo cruzó las piernas debajo de su cuerpo. -Bueno. Ya que Willow desapareció hace casi cuarenta y ocho horas, está a punto de convertirse en una investigación oficial de personas desaparecidas, o al menos eso es lo que dijo Jennie Pham y su padre es policía. De todos modos, en el almuerzo, la Dra. Blight entró en el comedor y fue como: "Vamos a extender el Exeat hasta el jueves". Todos se irán el miércoles en la noche-.

-Oh, guau. Me pregunto por qué-.

-Creemos que probablemente es para que puedan hacer el análisis forense y esas cosas-.

-O porque piensan que no estamos a salvo-. Luz se pasó una mano por el pelo, tratando de poner sus pensamientos en orden.

-¿Qué hay de nosotras?-.

Exeat era el primer fin de semana de cada mes, las lecciones del viernes y del lunes eran suspendidas y la mayoría de las chicas se iban a casa, dejando un mínimo personal detrás para cuidar a las estudiantes internacionales, como Boo, y las que no podían ir a casa, como ella.

-Nos vamos a quedar-.

-Pero es cuando...-.

-El tiempo se acaba. Lo sé-.

El brillo de su tarde con Amity ahora parecía un recuerdo lejano y distante. Después de las clases de mañana, se quedarían en una escuela casi desierta con un fantasma acercándose cada vez más.

-Oh Dios. ¿Cómo es que es una buena noticia? ¿Qué vamos a hacer?-.

-Por lo menos habrá policías por todo el lugar-.

Luz resopló. -Me gustaría ver qué van a hacer contra una chica muerta en un espejo.

-Por el lado bueno, si no morimos, es un día de descanso de clases-.

Luz sonrió para su amiga. -¿Y cuál es la mala noticia?
¿Necesitaré un sedante antes de escucharla?-.

-La Dra. Blight quiere verte en su oficina-.

El colchón de repente se sintió como una cama de agua. O tal vez era sólo su cabeza nadando. Brillante.

Sentada en el sofá entre la habitación de la Enfermería y el cuarto de Aislamiento, Luz se rodeó con los brazos como si fuera una camisa de fuerza, a la espera de ser llamada a la oficina de Blight.

Por alguna razón, el ala antigua siempre era diez veces más fría que el resto de la escuela. A la distancia, podía escuchar el parloteo de las chicas que se dirigían al comedor para la cena. Había un zumbido como de Navidad sobre el lugar, ahora que les habían dado el regalo de un día libre de escuela. Aquellas que, como ella, no iban a ninguna parte, no decían nada en absoluto, sin querer aguarle la fiesta a las demás.

-Lucía, ¿te gustaría entrar ahora?-. La puerta se abrió y la Dra. Blight le hizo señas para que entrara. -Lamento haberte hecho esperar, tenía una llamada importante-.

-Está bien-. Con la cabeza gacha, Luz entró en la oficina.

Sólo había estado en la habitación un puñado de veces a lo largo de los años. Con el folleto afirmando que Hexside favorecía la recompensa sobre el castigo, por lo general sólo las chicas metidas en serios problemas visitaban el interior de estas paredes.

La Dra. Blight se sentó detrás de su enorme escritorio, la madera reluciente como un castaño recién pulido, y le indicó a Luz que se sentara enfrente. Encontró sus pies clavados en el patrón de hojas en la alfombra, sin embargo. Había olvidado todo sobre el espejo.

La característica definitoria de la oficina de la Directora era el ostentoso espejo que llenaba la pared detrás de la mesa. Claramente era una antigüedad, aunque a Luz no le importaba decir de cuándo.

Tenía un marco casi vulgar de oro intrincado, como algo salido del Palacio de Versalles. Si la memoria no le fallaba, el espejo había sido un regalo a la escuela por su inauguración. Por supuesto, lo que turbaba a Luz no era la vistosidad del ornamento, sino el reflejo. Toda la sala se reflejaba en el espejo, y sabía que si lo miraba lo suficiente, ella también estaría esperando.

-¿Estás bien, querida?-.

Luz se arrastró hasta el presente, sus ojos evitando el espejo. -Em, sí, todavía un poco mal-. Se hundió en el asiento acolchado.

-Sí, escuché que te hallabas enferma. Es por eso que quería hablar contigo. Me he dado cuenta de que no has sido tú misma en los últimos días-.

El hecho de que Blight supiera cómo era ella normalmente fue motivo de sorpresa. Sus caminos apenas se habían cruzado en cinco años.

-Creo que me iba a enfermar con algo-. No podía mirarla a los ojos.

Blight apoyó la barbilla en sus dedos. Sus uñas estaban pintadas del color exacto que coincidía con la bufanda roja alrededor de su cuello. -Lucía, ¿sabes lo que significa in loco parentis?-.

Luz se sentó sobre sus manos. -Sí, ¿no significa responsabilidad parental o algo así?-.

-Es correcto. Literalmente en lugar de los padres. Sé que no hemos hablado muy a menudo, pero me enorgullezco de conocer a todas mis señoritas. Ya sabes, nunca tuve hijos propios. Nunca sentí que fuera necesario cuando las tenía a ustedes, chicas-.

Su directora hablaba de manera tan personal que era inquietante, por no decir menos. Luz siempre había estado de acuerdo con la idea de que los profesores se iban a dormir en cajas de plástico en la despensa. La noción de que tenían vida sexual era simplemente extraña.

-Así que me doy cuenta cuando algo le preocupa a alguna de ustedes- concluyó.

Luz de pronto sintió demasiado calor, nerviosa. -Estoy bien. En serio. Sólo enferma-.

La Dra. Blight la miró, sus ojos dorados tan listos como un zorro. -Lucía, si esto está conectado a Willow Park, y creo que lo está, tengo que saberlo. Podrías pensar que proteges a alguien... tal vez crees que proteges a Willow, pero cada minuto que sigue desaparecida, las cosas se vuelven más serias. Más serias para ti también, si sabes algo-.

Luz tuvo que fruncir los labios para contener una risa amarga y un sollozo. Como si no supiera todo eso. El tiempo se iba por el desagüe y no había nada que pudiera hacer para detenerlo. Faltaban menos de dos días. Se sentía exhausta, y tal vez era momento de admitirlo.

-No creerá...-.

-¿Qué? ¿Qué no voy a creer?-. Luz se congeló, la frase sin terminar.

Ella se encontraba en la habitación. En el espejo, en la esquina lejana donde terminaba la fila de los armarios de archivos.

Lilith Mary se encontraba presionada en las sombras, sólo la palidez de sus pómulos y barbilla atrapaba la luz de la lámpara de Blight.

-Lucía... ¿qué es lo que no...?-.

Instintivamente se giró en su silla para ver si Mary realmente se hallaba en la esquina. Como era de esperar, no lo estaba, pero mientras se giraba, el armario más cercano a donde Mary había estado se abrió.

Una carpeta de anillos y algunos archivos cayeron del estante superior, aparentemente haciendo que se abriera la puerta y que las hojas de papel se derramaran sobre el suelo de la oficina.

-Oh, qué molestia-. Blight se puso de pie y salió de detrás de su escritorio para poner todo en orden. -Eso es lo que consigues por apilar cosas de cualquier manera-.

Luz cruzó la oficina y se agachó para ayudarla. Vaya, los profesores de verdad tenían que hacer un montón de papeleo, pensó mientras como recogía los registros, que por su aspecto, sabía que eran copias de informes de la escuela.

-Está bien, Lucía, déjamelo a mí, por favor. Estas cosas tendrán que volver a archivarse en correcto...-. Su voz se apagó y Luz tardó un segundo en entender por qué. Distraídamente, se había subido la manga para ayudar, dejando al descubierto las cicatrices. Oh mierda.

-Lucía, ¿qué te pasó en los brazos?-.

-¡Nada!- chilló, sabiendo exactamente lo que debía parecer.

-¿Te has estado haciendo daño?-.

-¡No! ¡Dios no! Juro que no es eso. Lo prometo-.

-Entonces, ¿qué es exactamente?-.

Buscó una excusa que sonara decente. La rueda de mentiras aterrizó en esas terribles que tendría de hacer sonar de forma convincente.

-Un gatito-. En ese instante supo que no podía decirle la verdad. Le harían ver a un doctor o algo y tenían muy poco tiempo para eso, no iba a desperdiciar su potencial último día en la tierra teniendo un examen psicológico.

-¿Un gatito?- la Dra. Blight se enderezó y cerró el armario.

-Sí. Hay una chica. Se llama Amity. Vive en Oxsley. Lo he estado viendo los fines de semana y acaba de conseguir un nuevo gatito. ¡Es muy lindo, pero araña sin misericordia!-. Intentó una sonrisa jocosa.

La Dra. Blight la miró como si estuviera loca. La versión fantasma podría haber provocado una respuesta mejor.

-Lucía. La autolesión es muy grave. Me aseguraré de tu bienestar...-.

-Lo sé. Prometo que no es eso. Nunca lo haría-.

Sin parecer siquiera remotamente satisfecha, Blight regresó a su escritorio. -Lucía, voy a estar vigilándote como un halcón. ¿Entendido?-.

-Sí, señorita-.

Otra mirada penetrantemente astuta. -¿Y estás segura de que no hay nada que te gustaría compartir?-.

-No, señorita-.

-Bien. Será mejor vayas a cenar mientras todavía están sirviendo-.

-Sí, señorita-. Mientras Luz se escurría fuera de la oficina, echó una mirada hacia atrás. Mary no se encontraba en el espejo.

Fijando los puños de su jersey bajo sus dedos, se dirigió hacia el comedor, su estómago apretado del tamaño de un guisante. No había manera de que fuera capaz de comer, aunque hubiera pastel de ruibarbo y crema pastelera esta noche, su favorito.

Tener a Blight respirando en su cuello iba a hacer los próximos dos días aun más duros. Si sólo supiera lo que le tenía reservado el mañana.

La mayoría de las chicas estaban terminando ahora, yendo a las casas en grupos de dos o tres. No vio a Amelia hasta que fue demasiado tarde.

-Oh, hola Luz, ¿podemos hablar un momento?-. La rubia se encontraba aparentemente cubierta de los pies a la cabeza con nombres de hombres: Jack Wills, Tommy Hilfiger y Abercrombie & Fitch-.

Luz se puso al instante alerta. Esta era la primera vez que recordaba que Amelia la hubiera llamado por su nombre y no Liluz.

-Sí, claro-. Inclinó sus gafas por la nariz y sutilmente miró alrededor para asegurarse de que tenían testigos. No los tenían. El pasillo fuera del comedor se hallaba vacío, solo con el eco de los platos y las bandejas golpeando a través de las paredes.

Amelia la miró con ojos impecables llenos de delineador líquido y dijo con voz solemne: -Mira. Sé que hoy estuviste afuera. Elodie Minchin dijo que te vio en el autobús con Amity-.

-Amelia, puedo explicarlo...-.

-De verdad no tienes que hacerlo- respondió Amelia, su voz llena de miel. -Sé que es mi responsabilidad como la Líder el informar de estas cosas a la Dra. Blight, pero por Dios, somos amigas. ¿Qué clase de monstruo crees que soy?-.

Le tomó a Luz cada onza de autocontrol no reírse, mirarla boquiabierta o dar una respuesta sincera. ¿Desde cuándo alguna vez, alguna vez habían sido amigas?

-No es lo que parece-.

Amelia sonrió, pero tal vez su rostro era físicamente incapaz de ser cálido. Los bordes de sus labios se alzaron, pero sus ojos permanecieron inertes.

-Quería hablar contigo porque estaba preocupada, eso es todo-.

-¿Preocupada?-.

-Sí. Deberías saber que Amity sólo está jugando contigo-.

-Ah-.

Aquí vamos. Era fascinante. El hecho de que Amelia no estuviera simplemente amenazándola con daño físico o emocional significaba que, por primera vez, no sólo reconocía su existencia, sino que también la identificaba como competencia. Este era territorio de enemigos cercanos, pero totalmente innecesario dado lo arriba que Amelia se encontraba en la cadena alimentaria, como un tigre charlando tranquilamente con un gato atigrado.

-¿En serio?- Decidió seguirle el juego. -Parece una buena chica-.

-Oh, Luz, todos parecen buenos al principio. Así es como consiguen lo que quieren-.

-Claro-.

Amelia asintió con seriedad. Demasiada seriedad. -Es sólo que no quiero verte humillada-.

-¿Humillada?-.

-Chicas como Amity... ella probablemente hizo una especie de apuesta o algo. A las chicas de Hexside nos ven como trofeos para presumir en Radley. Solo no le des la satisfacción, ¿de acuerdo?-.

No era una pregunta, más bien era una orden.

Luz se encontraba sin palabras. Era el equivalente verbal de un ataque con ácido. -Eh... gracias, supongo-.

-De nada. Las chicas tienen que permanecer juntas, ¿cierto?-. Amelia destelló una sonrisa de tiburón. -Ven, dame un abrazo-. Ella la agarró, aunque Luz dejó deliberadamente sus brazos colgando a los lados.

-Tengo que ir a cenar- murmuró Luz, alejándose. Como si no tuviera suficientes preocupaciones ya.

Blight, Amelia y la chica muerta.

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