15. " Cementerio "

En un intento inútil, ella rozó su piel, tratando de arrancarlos.

Cerró los ojos y contó hasta cinco, orando que todo esto estuviera en su cabeza -sólo otro momento de sueño- pero cuando abrió los ojos, las marcas rojas de enojo todavía estaban presentes. Un sollozo exasperado salió de su lengua.

-¡Amity! ¡Amity, ven!- gritó, incapaz de conjurar palabras más allá de eso.

Amity irrumpió en el cuarto de baño, lista para una pelea a juzgar por los puños apretados. Luz se arrojó hacia ella, apenas manteniendo su voz en este lado de histeria. -¡Mira! ¡Mira mis brazos!-.

Ella hizo una mueca mientras sus dedos trazaron su piel. -¿Qué pasó?-.

-¡Nada! ¡No lo sé! ¡Ellos estaban allí!-. Todo era demasiado. Ella había llegado a un punto de inflexión y no podía mantenerlo un segundo más. Todo el trabajo duro que había hecho en el resto de positivo y optimista se había ido en un santiamén.

Lilith Mary la había marcado.

-Oh Dios-. Amity abrió los brazos y Luz se derrumbó en ellos, sus ojos muy abiertos y sin pestañear. Estaba preocupada que si parpadeaba empujaría las lágrimas, y no iba a llorar. Desesperada por calmarse, inhaló el aroma a menta que el suéter de Amity desprendía, llevando su mente a algún lugar lejano, algo parecido a casa.

No era justo. Quería ayuda a Mary, ella realmente lo quería, pero ahora esto.

-¿Por qué está haciendo esto? ¿Qué es lo que quiere de nosotros?- murmuró Luz.

Amity no respondió, pero la abrazó con fuerza.

Media hora más tarde, Luz terminó su sandwich y bebió un poco de Fanta de limón mientras esperaban el autobús.

-¿Mejor?- preguntó Amity.

-Marginalmente-. Luz se sonrojó. El terror se había calmado, aunque los cortes no. Eran todo lo que podía pensar. Una cosa más que añadir a la lista de cosas imposibles que habían sucedido en los últimos tres días. Este fue el peor, sin embargo, este afectó su cuerpo.

Ella se sentía violada, vulnerable e hizo que Lilith Mary se sintiera más real de alguna manera. Ella no era un fantasma gaseoso, ella podía tenerlos.

Amity la había calmado, aceptando su turno como la racional.

Había señalado que, aunque los cortes eran reales, no tenía ningún dolor importante, por lo que podría ser mucho peor. Luz mantuvo sus nuevos temores a sí misma.

-Lo siento por mi crisis. ¿Podemos echarle la culpa a los niveles peligrosamente bajos de azúcar en la sangre?-. Amity sonrió. Hoyuelos.

-Estoy de acuerdo con eso-.

-Bien-. Luz tragó el lagrimeo desarrollándose en su garganta. El llanto es contraproducente, ella misma se lo había dicho a Boo cuando un tipo al azar no había respondido un texto. -Tal vez si tuviéramos dos semanas tendríamos más tiempo para estar alrededor sollozando entre nosotras y lamentárnoslo-.

-Aún así-. Amity se bebió su segundo Red Bull. -Si quieres llorar, llora. Le di a mi almohada un buen golpe esta mañana-.

-¿Eso es un eufemismo?- Luz no pudo resistirse, pero deseaba a la vez no haberlo dicho. Oh Dios, ahora podría pensar que ella era “atrevida”. No había nada peor que ser “atrevida”.

Amity soltó la Red Bull por su nariz. -Lindo. Veo lo que hiciste allí-.

-Lo siento. Eso es súper inapropiado-.

-No, no lo es-. Amity abrió una bolsa de Doritos. -Vamos a hablar de otra cosa que no sea los fantasmas. Eso es, literalmente, todo lo que siempre hemos hablado-.

Era cierto. Ella en realidad no sabía nada acerca de su socia en el crimen más allá del hecho de que ella fue a Radley, que montó una pequeña bici BMX y que salió a un tipo de cita con Grace. Eso fue todo.

-Tienes un punto. Vamos entonces, dime algo más-.

-¿Cómo qué?- preguntó ella.

-Algo de ti-. Tal vez si ella se centrara en Amity, no pensaría en las marcas en sus brazos. Sólo de pensar en ellos la hacían tener los pelos de punta. Solo piensa en Amity.

Comenzó a llover de nuevo; gotas tocando en el techo de la parada de autobús, que estaba medio cubierto con resbaladizas, mojados, hojas naranjas.

-Eh, no sé -dijo. -Soy bastante básica-.

-Difícilmente-.

-Veamos, estoy estudiando Deporte, Arte y Fotografía. Si... ya sabes... si hay un próximo año, estoy destinada a estar libre para ir a hacer Diseño Gráfico.

Los ojos de Luz se iluminaron. Ignoró la parte sobre Mary. Solo piensa en Amity.

-Oh genial. No te tenía como una persona “creativa”-.

-¡Ja! Eso es lo que mi profesor hippy de Arte se llama a sí mismo. ¿Qué te hace decir eso?-. Luz se encogió de hombros, avergonzada.

-Sólo una idea falsa, supongo. Vi la sudadera y el BMX y que eras como... no sé, un chica rebelde o algo así-. Amity sonrió.

-¿Es porque tengo el cabello teñido?- Ella le guiñó un ojo y las dos se rieron. -Eso es la secundaria Radley. Es una escuela muy aplicada. Haces lo que tienes que hacer para salir adelante. Tú solo muestras a la gente lo que quieres que vean, ¿sabes? O eso, o que obtengas tu cabeza pateada. Era lo mismo en Croydon-.

-Sí. Hexside es igual de malo. Todo el mundo en sus casilleros: las chicas de hockey, las chicas del coro y las chicas lindas; incluso las chicas normales son tan parecidas. Puedes elegir cualquier casillero que te guste excepto el que te asignaron-. Ella asintió.

-Yo intento mezclar todo. Mis bocetos, el deporte, Mira- Ella se quito el suéter rosa y le reveló un ceñido top blanco con el diagrama de una rana diseca impresa en el -hice ésto- río.

-Oh, guau, es realmente genial- exclamó Luz, con la mirada descaradamente clavada más en el contorno de sus pechos que en el dibujo. Se sintió como una tonta por pensar en eso, pero al mismo tiempo tan nerviosa, como si las mariposas de su estómago se hubiesen vuelto locas.

Sí, sólo piensa en Amity era realmente funcional. Era el tónico que necesitaba.

-Gracias. Quiero hacer más de ellos, tal vez la venda en línea. Una vez más, eso sí...-.

-Te escuché-.

-¿Que hay contigo? ¿Es todo perder el tiempo y liarse en los pasillos?-.

-¡Ja! ¡No exactamente! Dios, puedo imaginar lo que has escuchado-.

-¿Todo el mundo es rico?-.

-Nop-.

-¿Orgías lesbianas?-.

-Sólo el último miércoles de cada mes- dijo Luz irónicamente.

-Decepcionante. ¿Sexo, drogas, rock and roll?-.

-No, no y sólo las chicas góticas-.

-Mal. ¿Están todas bien elegantes?-.

-Todo es relativo. Tenemos una real menor entre las Inferiores de tercero, por lo que en comparación con ella me siento más o menos una plebeya. Hay una prueba de acceso, por lo que si eres un muerto inteligente puedes obtener becas y esas cosas-.

-¿Qué hay de ti?-.

-¿Obtuve una beca?- Luz tiró de sus mangas abajo donde se subían, no quería recordar las lesiones fantasmas hasta que pudiera desnudarse correctamente y ver el alcance total de los daños. Los recortes constantemente se quejaron en la parte delantera de su sien como si hubiera una mosca atrapada en su cráneo. -No. A pesar de las gafas no soy realmente inteligente. Mi madre era es cirujana bastante, mmm, ¿Solicitada? No tenía tiempo para ocuparse de mí y mis rarezas, así que me envió a un internado por “mi propio bien”.

-Eso es una mierda-. Amity terminó sus Doritos y guardó el empaque en el bolsillo de su suéter. -Eres inteligente. Tu manera de hablar y esas cosas-.

-Gracias. Me gusta escribir- admitió Luz. -No sé si soy buena en eso, apenas puedo utilizar el punto y aparte, pero me gustaría ser escritora. Como un autor-.

Amity sonrió. -¿Una “creativa”?-.

-Sí-. Luz le devolvió la sonrisa.

A través de la oscuridad, el autobús silbó por la calle, rozando y repiqueteando contra los árboles que sobresalían, arruinando el momento. Maldita sea. Ella no quería que su charla con Amity terminara.

Ellas subieron al autobús con un destello de sus insinuaciones y Luz fue golpeada por una pared casi tangible de mal olor. El empañado vehículo húmedo era asqueroso, olía como sacos de abono húmedo que quedaron en el sol.

-Amigo, ésto apesta- murmuró Amity y Luz estaba a punto de responder, cuando vio algo que la heló. -¿Qué pasa?- preguntó Amity.

-Sólo sigue caminando- le dijo Luz, llevándola a los asientos de muy atrás.

En la tercera fila se sentaba un pensionista llamado Elodie Minchin. Dios sabía por qué estaba tomando el autobús a la escuela a casi mediodía, y no importaba. Habían sido vistas.

Amity vio lo que ella vio. -Oh, ¿crees que te delatará?-.

-Una vez más, no es Blight quien me preocupa-.

-¿Amelia?-.

-Amelia- confirmo.

Amity debía haberse percatado de algo, quizás ella estaba haciendo la misma cara que hizo cuando se vio obligada a comer aceitunas o alcaparras temibles, porque espontáneamente dijo:

-Sabes, no hay nada sucediendo conmigo y Amelia-.

Luz fingió desinterés, como si eso no tuviera importancia para ella, aunque hubo un desfile de mariposas bailando en su estómago. La vida es todo acerca de los triunfos menores. Por ahora, sentada en la fila de atrás del autobús 38, se permitió deleitarse con la satisfacción de saber que Amity no estaba interesada en Amelia Brewer-Fay.

-¿Oh, en serio? ¿Ella lo sabe?-.

-Si ella no lo hace, debería. He sido estricta con ella-.

Luz eligió profundizar más en ello, tratando de sonar tan superficial como fuera posible.

-¿Por qué no? Amelia es súper caliente-.

-¿Crees?-.

-¿Tú no?-.

La boca de Amity se volvió hacia los bordes. -Ella es del Equipo Caliente, pero no del Equipo Diversión, ¿sabes a qué me refiero? Ella podría querer probar sonreír algún día-.

Luz ahogó una carcajada. -Arde-.

-Sí. Yo no debería estar a la sombra de ella. Ella está bien, pero... simplemente no-.

-Sé lo que quieres decir. No puedes evitarlo-.

Amity asintió y limpió un poco la ventana empañada. -Algunas personas simplemente resplandecen un poco más brillante que otras y no tiene nada que ver con lo que parecen-.

-Si...-.

En el momento en que llegaron a St. Paul’s, la lluvia había disminuido a un manto de fina llovizna. El cementerio estaba vacío aparte de una señora con un cochecito de bebé dejando flores frescas sobre una tumba y tirando las malas hierbas que invadían su monumento.

Por un momento Luz se preguntó a quién había venido a ver la señora, un marido, tal vez a su madre o padre. De cualquier manera, la pareja pasó a su lado en silencio respetuoso.

Siguieron el camino alrededor de la iglesia a las filas interminables de tumbas que esperaban por la parte trasera.

-¿Por dónde empezamos?- preguntó Amity.

-No tengo ni idea. Supongo que buscamos una lápida con el apellido Worthington en ella...-.

Se separaron para ahorrar tiempo.

Sí, era Horror Film 101, pero en realidad eran una gran cantidad de tumbas para inspeccionar. No había un orden obvio en el cementerio; incluso los trayectos mediante el cementerio eran sinuosas y sin sentido. Robles avecinándose estaban salpicados en medio de las tumbas, bloqueando la luz. Cada pocos cientos de metros había un banco, pero éstas eran las únicas cosas que actuaron como puntos de referencia.

Mientras caminaba a través de las lápidas, Luz podía sentir una sensación de paz, de tranquilidad. ¿Fue morboso pensar que todo el mundo muere y eso está bien? Era la gente dejada atrás las que sintieron la muerte. Esa fue la razón por la que Luz no podía irse por el momento. ¿Quién iba a cuidar de su madre?

Las inscripciones sinceras sobre las lápidas, sólo nombres para ella, hicieron que Luz se preguntara si, una vez que todo termina, vives como una memoria. Algunas de las tumbas tenían homenajes frescos, pero muchos habían caído a la ruina, astillas y musgo, con nadie para poner una cara al nombre de la entidad que decayó a continuación. Luz se preguntó si ese es el tiempo que realmente vives, hasta que la última persona que se acuerda de ti, hasta el último ramo sobre tu tumba.

Un ángel lloró sobre una parcela familiar, sosteniendo una mano de piedra desgastada en su cara. Luz leyó los nombres de los enterrados dentro. Generaciones enteras en una tumba. Pero ni una sola mención de Worthington. Esto estaba empezando a sentirse como una aguja en un pajar. Un leve ruido hizo voltear la cabeza de Luz.

La risa de una chica llevaba en el viento.

Pero el sonido aireado era débil, como si viniera de muy lejos o de hace mucho tiempo. Era tan delicada, tan de encaje, que Luz se preguntó si esta vez ella realmente estaba imaginándolo.

Vio a Amity haciendo su camino por el sendero adyacente. La encontró en el cruce, bajo un macizo de grandes robles nudosos.

-¿Acabas de escuchar eso?-.

-¿Qué?-.

-Nada. No, bueno... Me pareció oír una niña riendo-.

-¿Riendo? No suena mucho a Mary-. Luz asintió.

-Eso es lo que pensaba-.

Un ceño fruncido se dibujó en las cejas de Amity. Era un poco lindo. -Esto se siente todo un poco espeluznante sin embargo-.

-¿Qué? ¿Un cementerio? ¿En serio?-.

Amity sonrió. -No, como principal déjà vu-.

Cualquier otra semana, Luz habría rodado sus ojos, pero en este caso le creyó sin duda. -¿Crees que has estado aquí antes?-.

-He estado aquí antes. Pero esto es diferente-. Se encogió de hombros. -Pero no puedo decir cómo. Es frustrante. En fin, ¿Alguna señal de Worthington?-.

-Nop-.

-Yo tampoco-.

El cielo volvió a oscurecerse y gruesas gotas de lluvia rápidamente convirtiéndose en barras.

-Deberiamos buscar refugio- Luz sostuvo sus manos sobre su cabeza.

Corrieron por el grupo más cercano de árboles, dejando la seguridad de la acera.

Había una luz estroboscópica vertiginosa de un relámpago seguido casi inmediatamente por un trueno que sonó como el cielo agrietándose. Luz recordó que si el trueno seguía al instante de un rayo, eso significa que el ojo de la tormenta estaba cerca. Se lanzaron más en el bosque, en dirección a la cubierta densa. En virtud de las hojas de otoño doradas, estaban protegidas de la peor parte. Luz miró alrededor del pequeño bosque y se dio cuenta de que no estaban exactamente solas. Todavía estaban rodeadas de tumbas.

Casi completamente oscurecido por árboles había un mausoleo de hiedras estranguladas estableciéndose de alguna manera fuera de la ruta principal. Oxidadas hojarascas estaban construidas alrededor de la estructura de piedra. Luz nunca lo había notado antes, escondido en las sombras, pero en algún momento hubiese sido muy hermoso: pasos bajos llevados a pilares que enmarcaban una entrada de metal adornado, con barras de torsión y finamente moldeados encrespándose alrededor de un ángel de la guarda en profunda oración.

Lamentablemente, ahora estaba abandonado y cubierto de grafitis. El arte de la calle no era fabuloso, sino desagradable, onduladas “etiquetas” y representaciones lascivas de la anatomía masculina. Botellas de Coca-Cola y bolsas de patatas fritas descoloridas treparon las paredes con las hojas.

Hacía mucho tiempo que nadie había llevado flores a este monumento, pensó Luz. Sus vecinos, placas conmemorativas planas en el suelo, estaban cubiertas de hierbas silvestres, malezas y aún más basura. Todo este rincón del cementerio había sido olvidado.

-No tiene sentido- dijo Luz, exasperada. La lluvia continuó golpeando en el dosel. -¿Por qué Edalyn está soñando con este lugar?-.

-¿Por qué no? Todos venimos aquí. Tal vez las niñas solían venir aquí en la época de Mary también.

Luz arrugó la nariz. -No es justo. Estamos tratando de hacer lo mejor, estamos siguiendo todas las pistas, pero no estamos llegando a ninguna parte. No hemos aprendido nada hoy que nos pueda ayudar.

-Oye- Amity se acercó y le tomó la mano. Su piel estaba caliente al tacto, calentando sus dedos fríos y húmedos. -Nos vamos acercando. Estamos haciendo todo lo que podamos. Tal vez... tal vez tenemos que descansar-.

-No tenemos tiempo para perderlo-.

-Aún nos quedan dos días. Estará bien-. Ella le dio un apretón y Luz casi le creyó.

Sus cuerpos estaban cerca, demasiado cerca, más cerca de lo que nunca estaría a un amiga. Luz inclinó la cabeza una fracción, hasta que sus ojos se encontraron, y aunque había gemas de lluvia sobre sus lentes, todavía podía ver la forma en que la miraba.

Quería besarla. Ella quería besarla. Ella quería que Amity quisiera besarla.

Siempre se había preguntado cómo sería su primer beso, pero nunca había soñado que sería en un cementerio empapada por la lluvia.

Sus labios estaban a sólo centímetros de distancia, pero incluso eso estaba demasiado lejos. Ella se inclinó, aprovechando el momento, y los segundos que sus labios tocaron los suyos, sintió como las mariposas finalmente tomaban vuelo.

Amity se sorprendió al principio, pero instintivamente cerró los ojos, dejando que sus labios tomarán el control, atrayendo a la otra chica contra ella, moviendo lentamente su boca y capturando otro beso más profundo.

Luz inhalaba el aroma a menta mezclado con el olor húmedo del mausoleo, mientras las hojas de otoño se arremolinaban a su alrededor; un torbellino de marrón, ámbar y rojo, girando, bajando y lanzándose como un vals.

La extraña danza fue acompañada, sin lugar a dudas esta vez, por la risa fantasmal de una niña pequeña.

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