13. " Edalyn "

Le tomó un momento a los ojos de Luz ajustarse a la penumbra. Gruesas cortinas colgaban por encima de una simple ventana, permitiendo que solo una luz grisácea se colara por los bordes.

Luz pudo distinguir unas cuantas formas irregulares: una cama, un escritorio vacío debajo de la ventana, una silla de plástico, y un armario funcional. Era como tratar de encontrar un espécimen en la casa nocturna del zoológico; tuvo que volver a mirar para incluso darse cuenta de que había una figura en la habitación.

Edalyn se encontraba presionada contra la esquina donde su cama se unía a la pared, sentada con las rodillas metidas bajo la barbilla, de la misma forma en que Luz se hallaba acuclillada junto al baño en su sueño. Sólo lo blanco de sus ojos fue visible inmediatamente. Miraba a través de cortinas de cabello Naranjizo y grasoso, que colgaba por encima de sus hombros. Luz se preguntó cuánto tiempo había pasado desde que vio el sol, su rostro lucía tan pálido como el de un fantasma, con círculos oscuros alrededor de cada ojo hundido.

-Hola, Eda, tienes vi…- comenzó la Dra. Kahn.

-La llamaron, ¿no?- murmulló Eda. Era difícil decir qué edad tenía; por una parte, lucía demacrada, más allá de sus treinta años, pero al mismo tiempo parecía una pequeña niña aterrorizada, acurrucada en una bola en la cama. Los ojos de Luz se ampliaron y se aferró a Amity con más fuerza. Ella la apretó de regreso.

La Dra. Kahn habló de nuevo. -Eda está tomando unos antipsicóticos bastante fuertes, por eso está tan adormilada-.

Parecía que a Edalyn le tomaba un montón de esfuerzo mantener la cabeza alzada. Colgaba de un lado, su postura para nada parecida a la silueta que Luz vio en el corredor hacía dos noches.

-Déjenos a solas. -Edalyn miraba fijamente a la Dra. Kahn.

-No estoy segura de que sea…-.

-Está bien- le aseguró Luz a la doctora.

-¿Estás segura?-. Luz asintió. -Bien. Estaré afuera por si necesitan algo-. la Dra. Kahn salió, cerrando la puerta detrás de ella.

-¿Quieres que encienda la luz?- le preguntó Amity a Eda.

-No-.

Luz señaló la silla de plástico. -¿Puedo sentarme?-.

-No importa, ¿no?- Edalyn apretó la esquina de su almohada con sus uñas mordidas. -Sólo te queda un día y medio, puedes hacer lo que quieras-.

Había un lavabo enorme en la silla, con una bacinilla y una jarra dentro. Luz se dio cuenta de que Eda nunca dejaba esa habitación, y menos para ir al baño. Los baños tenían espejos. Sin armar tanto revuelo, puso los aparatos bajo la silla y se sentó. Amity se cernía a su lado, sin estar segura de qué hacer con su mano ahora que se la había devuelto.

-Vimos tu blog- comenzó Luz. -Por cierto, soy Lucía, y ella es Amity-.

-Ella me dijo sus nombres-. Levantó la vista hacia Amity. -Ya sabe quiénes son. La dejaron entrar. Puede ver en su interior. Los conoce. Siempre los mira a través de las ventanas-.

Tragando con dureza, Luz dijo -La invocamos. En Hexside. Eda se rio.

-¿Por qué más estarían aquí? Sabía que sucedería cuando todos se olvidaron de nosotras. Si la gente hubiera recordado lo que nos sucedió, nadie sería lo suficientemente estúpido como para decir su nombre. Supongo que somos noticias viejas ahora, migajas del pasado. Es tiempo de la próxima generación-.

-¿Olvidarse de quiénes?- preguntó Amity, aclarándose la garganta.

-De Selene, Skara y yo-.

Tal vez se debía a la oscuridad, o quizás los medicamentos, pero las pupilas tumefactas de Edalyn lucían como hoyos negros en su rostro, atrayendo a Luz.

-¿Qué les pasó?- preguntó Luz. -Lamento preguntarlo, pero si existe alguna forma de detener lo que nos está sucediendo…-.

-No pueden-.

-Por favor…-. 

-Cinco días- soltó. -Tienen cinco días y eso es todo. Todo está decidido, y luego sólo son tictacs hasta que el tiempo pase. Tú la invocaste y no puedes detener el reloj-.

-Por favor, Edalyn. Cuéntanos lo que pasó. Te creeremos-. Pareció reaccionar ante eso, saliendo de su entumecimiento-. Cuando habló, sonaba animada, al borde de la locura.

-Hubo una fiesta en Oxsley. Alguna chica, en serio tenía un rostro puntiagudo, nos contó por qué tenía tanto miedo de Hexside, una historia acerca de un fantasma con una chica llamada Lilith Mary que se lanzó de los acantilados hacia el mar. Había una leyenda urbana, aunque nunca entendí por qué es urbana siendo que la escuela está en medio del campo, que decía que si decías su nombre cinco veces, aparecería en el espejo. Por supuesto, pensamos que era un montón de mierda, pero cuando regresamos a Hexside, Selene pensó que sería divertido intentarlo. Así era Selene, nada era demasiado estúpido para intentarlo… Recuerdo que una vez inhaló polvo azucarado porque había oído que te drogabas con él. Juro que estornudó como por una hora después de eso-.

Edalyn se rio incontrolablemente ante el recuerdo.

-Lo hicimos en los baños de la sala común del piso superior. Sólo estábamos nosotras tres, incluso encendimos una vela, al igual que en la historia. Skara tenía el peor ataque de risas de todos los tiempos, nos tomó como un año decir su nombre…-.

Amity la interrumpió. -¿Lili…?-.

-¡NO LO DIGAS!-. Por primera vez, Edalyn se movió. Se lanzó a través de la cama tan ágil como un gato, y plantó una mano sobre la boca de Amity. Sus ojos se ampliaron con sorpresa. -No lo digas- susurró. -Nunca digas su nombre. ¿No lo has comprendido? Ella siempre está escuchando-.

Se apartó y Amity retrocedió con una respiración temblorosa.

-¿Qué sucedió después?- preguntó Luz. Edalyn se arrastró en la cama, regresando a su guarida como Gollum.

-Lo dijimos una vez, luego dos veces, luego tres veces, luego cuatro veces… y entonces me detuve. Vi algo en mi mirada periférica. Justo en la parte trasera del espejo, algo se movió. Como si hubiésemos despertado algo. No seguirías molestando a un oso durmiendo, ¿no? Así que me detuve en la cuarta vez. Sin embargo, Skara y Selene dijeron su nombre una quinta vez. No lo vieron. No se detuvieron-.

-¿Tú sólo lo dijiste cuatro veces?-. Edalyn asintió.

-Pero fue suficiente. Suficiente como para que entrara. Está esperando por la quinta-. La chica comenzó a balancearse suavemente. Sus pies comenzaron a tamborilear. -Siempre esperando a que diga su nombre-.

Luz no podía permanecer sentada por más tiempo. Se unió a Eda en la cama y puso una mano en su rodilla para que se detuviera. -Eda, está bien. Eso fue hace años… No va a venir por ti-. Todo tenía sentido. Llevaba viviendo con eso por tres días, mientras que Edalyn por más de catorce años. No era raro.

-La veo en mis sueños. Veo el cementerio. No se ha olvidado de mí… Está esperando que cometa un error-.

-¿Qué sucedió después de que la invocaran?- preguntó Amity. -¿Comenzaste a ver cosas?-.

-Nos separamos para las vacaciones de Semana Santa al día siguiente. Todas fuimos a casa. Yo estaba en Italia y no había pensado demasiado en ello, hasta que recibí un mensaje de Selene. En ese momento, no pensé mucho al respecto… ¿Por qué lo haría? No tenía idea… una estúpida en frente de un espejo… Digan su nombre cinco veces-.

-¿Qué decía el mensaje?-.

-Decía: “Hola, cariño, ¿cómo estás? ¿Sucede algo raro?” Lo ignoré y luego ambas se desvanecieron. Ahí fue cuando miré en un espejo… y la vi esperando-.

Luz se mordió el labio, pensando. No había nada en su historia que ya no supieran, y nada que pudiera ser de ayuda. -Eda. Cuando ves a Mary en tus sueños… ¿te muestra cosas?-.

-Sólo el cementerio-.

-¿Qué cementerio?-.

-El de St. Paul’s. Se está riendo de mí. Puedo oírla riéndose en el cementerio-. Luz tembló como si hubiera hielo en sus huesos.

-Creo… creo que está tratando de decirme algo. Así podemos detener esto. Ayudarla-.

-¡No!- Edalyn agarró la muñeca de Luz. -¿Por qué? ¿Por qué querrías ayudarla?-.

-Creo…-.

-No la ayudes. Mantenla en su celda. Un perro encadenado. Es como un perro encadenado, atada a la escuela-.

Luz miró a Amity en busca de apoyo, pero ella sólo se encogió de hombros.

-Creo que Li… creo que ella necesita ayuda… creo que está pérdida… triste-.

Eda se rio mordazmente. -La miseria ama la compañía. Nos está llevando a su tumba-.

¿Eso era todo? Mary lucía tan triste, ¿quería que ellos también se sintieran así? Sabía con certeza que era más que eso. De una forma rara, desearía poder hablar con el fantasma de frente.

-No voy a  rendirme- dijo Luz en voz baja. Se quitó los dedos de Edalyn de la muñeca.

-Yo tampoco- añadió Amity.

-Todavía tenemos dos días. Podemos detener esto-.

La risita continuó. Edalyn habló con una voz femenina y cantarina. -No lo entienden, ¿no? Ella no se rendirá. No ha renunciado a miiiiiiiiiiiiiií…-.

Luz frunció el ceño. -¿Qué quieres decir?-.

-Mira por la ventana-. Susurró Edalyn, volteándose y apoyando la cabeza contra la pared de yeso.

Luz sintió que su piel temblaba una vez más, los vellos en la parte trasera de su cuello erizándose. Se levantó de la cama y caminó lentamente hacia la ventana. Afuera, podía ver las motas de lluvia salpicando el vidrio. Golpeaban el alféizar con gotas gruesas y pesadas.
Abrió las cortinas, sin estar segura de qué esperar. Soltó un jadeo involuntario ante lo que vio.

-¿Qué pasa?- preguntó Amity, entrecerrando los ojos cuando la luz grisácea del día fluyó dentro de la celda estéril.

La lluvia goteaba por la ventana, pero dos huellas se distinguían claramente donde un par de palmas habían sido presionadas contra el cristal.

-Huellas-. Luz pasó un dedo por el vidrio.

-¿Y qué tiene?- preguntó Amity. Luz se volteó hacia ella.

-Están por fuera y estamos en el tercer piso-.


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