Único

Sintió como los latidos de su corazón resonaban por sus oídos, mientras un color carmín se acoplaba en su rostro, mientras notaba como los nervios le comenzaban a carcomer lentamente por dentro.

¿En qué momento se le ocurrió que esto era buena idea? Ni él mismo lo sabía, solo sabía que estar con este enamoramiento en su cabeza solo hacía que su nerviosismo al verlo fuera aumentando, diablos, hasta le llegó a pedir a su otro yo que estuviera la mayor parte del tiempo por la vergüenza que sentía.

El tricolor menor se transformaba en un manojo de nervios cuando se encontraba junto al castaño, sentía como el poder del habla se le arrebataba y como simplemente se quedaba mirándolo totalmente embobado y, olvidándose de cualquier cosa a su alrededor.

Por suerte, sus amigos no lo habían notado, no quería peleas con ellos, pero, cada vez que decían algo malo de Kaiba sentía como la sangre el hervía por dentro, él junto a Mokuba parecian ser los únicos que lo entendía,-aún cuando sabía que él en realidad quizá no lo conocía tan bien- pero, cada mal comentario era algo que se quedó guardado en su mente.
Pero, lo peor era recordar aquella vez cuando su otro yo casi lo mata, el pánico que sintió en ese momento fue horrible, sentía como la impotencia de no poder hacer nada se juntaba con el miedo, nunca había sentido una sensación tan horrible...

Pero, de repente, sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escuchó unos pasos acercándose a él, dejó de mirar el cielo estrellado para, girarse con destreza y elegancia, topándose con el oji azul el cual, abrió sus ojos al verlo.
Para Seto, el pequeño chico no podía verse más hermoso a la luz de la luna, su piel nívea y delicada lo hacía ver como una figura angelical, junto a su baja estatura solo hacía que una sensación que llevaba sintiendo hacia el tricolor desde hace un tiempo volvía a salir.

Él se había enamorado de su propio rival, pero, era verlo y simplemente pensar en lo adorable y amable que era el oji amatista, sabía que él no se lo merecía, no se merecía tener a alguien tan bello ayudándolo y preocupándose por él, pero, eso era algo que hacía que el tricolor fuese especial entre su grupo de amigos, era el único de aquella pandilla que se preocupaba y lo trataba-inexplicablemente-bien, y, eso era algo que por mucho que intentara comprender, nunca llegaba a entender.

-¿Yugi?- fue lo único que pudo decir, no se esperaba aquello. Notó como los ojos amatistas del más bajo, los cuales brillaban ligeramente se abrían, y, un sonrojo aparecía en sus mejillas. Simplemente, adorable.

-Kaiba-kun... no esperaba que vinieras.- dice, mientras baja la cabeza, evitando el contacto de visión con el contrario, mientras sentía como sus hombros comenzaban a temblar.

-No tengo tiempo para tus tonterias sobre el destino, Yugi.- dice, con un tono algo serio, él no sabe por dónde va todo, eso quizás le da algo de ventaja.

-¡E-esto no es una tontería! O-o eso creo...- dice, mientras comienza a jugar con sus manos. Él realmente parecía una colegiala enamorada.
Pero, aquello solo hacía que el castaño, se diera cuenta de la belleza que tenia oculta ante sus ojos por más tiempo del que pudo calcular, ¿es que si acaso el tricolor?... No, eso no podía ser posible, a él seguramente le gustaba aquella estúpida llamada Anzu -alias,-"señorita amistad"- entonces, ¿él si acaso quería un duelo?

-Si quieres un duelo, entonces, lo siento te tendrás que esperar a que te derrote en las finales.- dice, mientras comienza a darse la vuelta, pero, sus pasos se paran cuando nota como el más bajo lo para, agarrandolo de su muñeca. Volteó su cabeza, notando como el contrario era una masa de nervios.

-¡N-no e-es eso!- dice, mientras suspira, cuando se imaginó su declaración no pensó que fuera tan vergonzosa, pero, esto era un todo o nada, ya no podía dar un paso atrás, ya no podía tirar la toalla.

-Es porque... porque, ¡tú me gustas!- exclamó, mientras se daba cuenta de lo que había dicho soltó el agarre que tenía en el castaño y simplemente logró taparse la cara, mientras sentía como las lágrimas comenzaban a caer, él definitivamente lo iba a rechazar.

Pero, nunca se esperó que el castaño lo acercara hacia él, mientras retiraba las manos de su rostro delicadamente, cosa la cual hizo que el más bajo lo mirara por un momento, ¿qué estaba haciendo? Solo anotó a sonrojarse cuando sintió como una de las manos del contrario se posó en su mejilla y, poco a poco sus labios fueran juntándose hasta que, se tocaron, cosa la cual deja por un momento sorprendido al tricolor, para después, lentamente comenzar a cerrar sus ojos y disfrutar aquel hermoso momento el cual se iba a quedar siempre en su memoria.

Cuando se separaron, sintió como la dicha y el amor desvordaban por todo su ser, aquello parecía haber sido un sueño, un sueño del cual él nunca querría despertar,de repente, sintió como el contrario lo levantaba, haciendo que sus pies dejaran de tocar el suelo y que, por un momento se sobresaltar ante aquella acción.
-Te amo, Yugi- esas palabras fueron suficientes como para saber que, valía la pena cada acción que había cometido por aquel chico que ahora tenía delante suyo, había valido la pena.

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