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La enfermera corrió por los pasillos del hospital, se preocupó enormemente cuando reconoció a las personas en la entrada y no iba a perder el tiempo, mucho menos iba a arriesgar al niño de la habitación que solo ella podía atender. Abrió con prisa y se acercó a la cómoda donde había guardado las cosas de Yuuri el mes pasado, las sacó y metió en la pequeña maleta que le había comprado, sin agujeros como esa que tenía cuando le encontró afuera del hospital.

El menor se despertó por el alboroto y vio a la enfermera revolotear frenética en la habitación.

—Señorita Hiroko, ¿pasa algo? —preguntó tallándose los ojos con una mano mientras buscaba a tientas sus lentes nuevos.

—Yuuri—ella se apresuró a su lado y tomó su rostro con dulzura. —Pequeño, ¿cómo va el estudio del italiano?

—Bueno...más o menos, aun no pronuncio bien.

—No te preocupes, aún tienes tiempo de practicarla, en lo que llegas.

— ¿Está todo bien? —preguntó confundido.

—Tus padres están en la recepción—le dijo preocupada, aún estaba muy delgado y con la anemia era muy peligroso dejarlo solo. —Están con tu maestra buscándote.

Reconoció el terror en la mirada de Yuuri y lo abrazó de inmediato para calmarlo, acariciando su espalda.

— ¿Recuerdas a mis amigos, Chris y Roger?

—Ah, sí, me visitaron más temprano y el señor Roger me pidió que no dejara de toma mi medicina, el señor Chris me dio un chocolate—le dijo sonriente, mostrándole la barra que escondió bajo la almohada.

Hiroko sonrió y besó su frente.

—Ellos son de Suiza, pequeño, y esta noche emprenderán el camino de regreso, les he pedido que te lleven a Italia para que no vayas solo.

— ¿D-de verdad? ¿Tan pronto?

—Sí, no quiero exponerte más y los conozco bien de hace tiempo, te cuidaran.

— ¿Usted no viene?

—No puedo—se mordió el labio. —Pero intentaré mantenerme en contacto contigo todo el tiempo, ¿bien? Metí en tu maleta un celular, dinero y los documentos que saqué como si fueras mi hijo, Chris tiene la carta de permiso para que viajes con ellos.

—Señorita Hiroko...aún no quiero irme—dijo algo asustado, abrazándole. —Usted es buena conmigo, quiero quedarme con usted.

—Lo sé, pequeño, yo también quiero quedarme contigo...pero no estás seguro aquí, jamás lo estarás con estas leyes tan absurdas...quiero que crezcas libre lo más que puedas.

—E-está bien—murmuró, dejando que le limpiara las lágrimas. —Gracias por todo.

—No es nada—le sonrió, pegándole a su pecho. —Roger está abajo esperándote, saldremos por las puertas de urgencias.

Asintió poniéndose de pie, Hiroko le puso la chamarra y cubrió su carita con besos dulces, lo envolvió con una manta y le guio fuera del lugar con la mochila en la mano.

-/-/-/-

Se removió un poco inquieto entre los brazos de Roger, la luz en su cara no le dejaba dormir a gusto por lo que buscaba esconderse de nuevo.

—Katsuki Yuuri—escuchó una voz desconocida, algo lejana y difusa. — ¿Tienen el permiso del padre?

—De la madre, es la única a su cargo—dijo Chris.

Entreabrió los ojos y miró alrededor, todo estaba borroso, pero estaba casi seguro que estaba en un aeropuerto.

—Bien, todo está en orden, pueden pasar.

Todo a su alrededor se movió, Roger caminaba a paso lento.

—Buenos días, Yuuri.

Parpadeó cuando le pusieron los lentes y reconoció al hombre rubio que de inmediato pellizco sus mejillas, a él siempre le gustaba hacer eso.

— ¿D-dónde estamos? —preguntó bostezando.

—En Praga—le informó el rubio.

—Creí que íbamos a Zurich—murmuró recargando el mentón del hombro de Roger.

—Viajaremos en tren a Milan donde tu podrás escoger a donde ir, así es más fácil y podrás conocer muchos lugares así, aunque sea visita rápida.

—Gracias, señor Chris—sonrió ampliamente, le gustaba que ellos le consintieran así y que ambos le hablaran en italiano para ayudarle a practicar, aunque aún era muy torpe.

—Puedes dormir un poco más mientras llegamos a la estación de trenes—le aseguro Roger, arrullándole.

—Está bien, he dormido mucho... ¿puedo caminar?

—Claro, es hora de tu medicina, por cierto, ¿tienes hambre? —Roger se detuvo para bajarle despacio, buscando en la maleta el frasco.

—No mucha.

—Tienes que comer después de la medicina, no puedes quedarte así—le advirtió Chris pasándole la bolsa del sándwich a medio comer que le habían hecho en el avión.

Tomó la pastilla y bebió un poco de yogur para comenzar a comer, ellos eran muy atentos, entendía porque eran amigos de la señorita Hiroko.

—Mira—le señaló un mapa enorme que había cerca, Chris lo alzó sin problema para mostrarle donde estaban y el país. —Subiremos al tren y haremos paradas en Brno, cruzaremos Eslovaquia hasta Budapest en Hungría y luego volveremos a Bratislava, después Viena y Liubliana, nos quedaremos un par de días en Venecia para descansar y luego podemos ir a Milán.

— ¿Por qué tantas paradas? —preguntó asombrado por tantos lugares que visitar.

—Hiroko pensó que era buena idea que conocieras lugares, nosotros aún tenemos tiempo de vacaciones así que podemos llevarte, ¿te parece?

—Sí—dijo emocionado, viendo al mayor. —Nunca pensé que podría visitarlos, solo leía sobre esos lugares...

—Te gustará—dijo Roger con una sonrisa. —Ya verás, mientras tenemos que practicar más italiano e inglés, ¿entendido?

—Sí—bajo de los brazos de Chris y terminó de comer.

— ¿Estás listo?

—Sí—tomó su mochila para colgársela a los hombros, contento.

Tomó las manos de ambos cuando se las ofrecieron y empezó a caminar viendo a todos lados con curiosidad, el lugar era brillante y había mucha gente de todo tipo, hablaban en un idioma que nunca había escuchado y veía a omegas, betas y alfas convivir como si nada...era extraño, en Japón los separaban por raza y todo debía ser en áreas diferentes a menos que el alfa permitiera que su omega le acompañara...le gustaba más ese lugar.

Subieron a un taxi y escuchó a Chris hablar con el chofer, les condujeron por la ciudad con él pegado a la ventana, viendo con atención todos los edificios y monumentos que había, todo era tan bonito. Quiso quejarse cuando llegaron a la estación pues el recorrido había terminado, pero se dejó llevar, tenía más y más curiosidad por todos esos lugares que iban a visitar.

Compraron los boletos, tuvo que enseñar de nuevo sus papeles y la carta que la enfermera había hecho, el hombre serio de la taquilla no dijo nada más y le pasó un boleto, guardó todo de nuevo y metió el boleto en el bolsillo de la chamarra, cerrando la bolsa con el pequeño cierre para no perderlo.

Caminaron por la estación hasta llegar al andén que venía marcado en los boletos y subieron en la enorme máquina que parecía algo antigua pero bien cuidada, era tan bonita. Al llegar a sus asientos se acomodaron sin problema y a los mayores no les sorprendió ver a Yuuri pegándose a la ventana de nuevo, en espera de comenzar de nuevo el viaje.

— ¿Estás emocionado? —preguntó Roger, acariciando su cabello.

Asintió sonriendo ampliamente, volteando a verlos.

—Yo siempre creí que viviría en Japón toda la vida...y ahora estoy tan lejos...

—Esto es una buena noticia, ¿no crees? Estás a kilómetros de allá y ya nadie te hará daño.

—Sí...ojalá la señorita Hiroko pueda venir alguna vez.

—Su prometido no es malo—le dijo Chris, con una sonrisa. —Seguro cuando sepa de ti la dejará venir a verte.

—Eso espero—murmuró, un poco más tranquilo, el celular estaba apagado en su maleta.

—Este viaje también es como tu regalo de cumpleaños, cumpliste catorce en noviembre, ¿cierto?

— ¿Cómo sabían?

—Hiroko nos contó, ella esperaba traerte después de casarse, pero cuando supo quiénes eran tus padres y que te estaban buscando nos habló para poder sacarte de allá.

— ¿Y...por qué lo supo?

—Eres el único Yuuri de Hasetsu—se rio Chris. —Tuvo que soltar dinero demás para poder convencer a quien te hizo los papeles, casi les buscan para decirles donde estabas.

—Espero...que nunca me encuentren—murmuró con la cabeza baja. —No quiero volver con ellos.

—Tranquilo—Roger le abrazo, frotando sus brazos. —Estás muy muy lejos, jamás pensaran en venir a buscarte acá.

Suspiró y asintió, volteando a la ventana de nuevo...tenía que calmarse, ellos tenían razón. El tren comenzó a moverse y Yuuri pareció olvidar lo que hablaban parándose de su asiento para ver con atención la ciudad, trataría de disfrutar lo más que pudiera ese viaje.

-/-/-/-

—Sí, el señor que recoge los boletos dijo que llegaremos a Milan en una hora más, casi hora y media—dijo balanceando sus pies con el celular pegado a la oreja.

—Me alegro tanto, ¿Chris y Roger te cuidan bien? —preguntó Hiroko del otro lado de la línea.

—Sí, son buenos y me explican lo que no entiendo, Roger siempre me hace practicar el inglés, aunque me da pena hablar con la gente.

—Es para tu bien, pequeño.

—Lo sé—murmuró y suspiró, recogiendo las piernas para acomodarse en el asiento.

— ¿Dónde están ahora?

—Duermen, caminamos mucho esta mañana, me llevaron a un restaurante muy bueno y luego vinimos acá.

— ¿Te diviertes?

—Sí, ¿vendrá a verme pronto, señorita?

—No sé si pronto...sabes que me casaré en un mes y luego debo tener a un hijo para poder actuar libremente.

Yuuri se desanimó un poco al escucharla, pero lo entendía, era mejor que llevara la fiesta en paz.

—Está bien, cuídese, por favor, espero que su esposo le dé permiso de venir.

—Gracias, pequeño, no has olvidado tomar tu medicina, ¿verdad?

—No, Roger me la da a tiempo todos los días y ya compraron otro frasco para que no me falte.

—Muy bien, se obediente y cuídate mucho, ¿de acuerdo?

—Sí, señorita Hiroko—sonrió, era lindo tener a alguien que se preocupara por él.

—Intenta dormir un poco—le sugirió ella con voz suave. —Si quieres llamar puedes hacerlo a la hora que quieras—suspiró, como si no quisiera terminar la llamada. —Debo irme ahora, pero te llamaré mañana.

—Sí, señorita, hablamos mañana.

—Oye, Yuuri—le detuvo antes de colgar. —Te quiero mucho, eres un niño muy especial, ¿sabes?

Sonrió, emocionado por sus palabras, se había sentido bonito en el pecho.

— ¿De verdad? —preguntó conteniendo su voz.

—Sí, ¿no me crees?

—Sí le creo, yo también la quiero señorita Hiroko, siempre es buena conmigo.

—Porque eres buen niño, muy obediente y dulce...Chris y Roger también te quieren, ¿lo sabes?

—Sí, me lo dicen todo el tiempo.

—Me alegro...hablamos mañana Yuuri.

—Sí, le marcaré más tarde para encontrarla desocupada—cerró los ojos acomodándose en el asiento. —Adiós—murmuró antes de colgar.

Guardó el teléfono en el bolso del pantalón y se quedó dormido para poder descansar también. Supuso que había pasado la hora cuando le llamaron para que bajara del tren. Chris le ayudó a ponerse de pie y vio a Roger echarse la maleta al hombro, sonrió dejándose abrigar y bajo con pasos torpes siendo ayudado por ambos, no iban a quedarse en un hotel esa noche así que le comprarían el boleto a donde quisiera ir.

Se talló los ojos cuando llegaron al tablero de partidas, había un tren a Florencia en una media hora y otro a Ginebra en una hora. Sonrió ampliamente al saberse cerca de su destino, era tan satisfactorio.

—Yuuri, ¿ya pensaste bien a dónde quieres ir? —le preguntó Chris, inclinándose a su altura.

—Sí.

—Antes de que nos digas—interrumpió Roger llamando su atención. —No tienes que irte solo—le dijo tomando sus brazos. —Puedes quedarte con nosotros, no tienes por qué vagar por tu cuenta, sabes que te queremos y no nos molestará llevarte a casa y cuidar de ti.

Yuuri se sorprendió, en realidad no había considerado aquello pues ya tenía un plan, pero tampoco sonaba tan mal... ¿qué podía hacer?

Bajo la cabeza y jugó con sus dedos, nervioso.

—Y-yo...

—No te sientas presionado—Chris le sonrió. —Se hará lo que tú quieras, ¿de acuerdo?

Asintió y tomo aire, abrazando a Roger quien correspondió de inmediato, el hombre rubio sonrió enternecido y revolvió su cabello.

—Me iré a Florencia—dijo decidido, aunque con lágrimas en los ojos. —Los quiero mucho...pero quiero ir...quiero hacer esto.

—Eres el niño más decidido que conozco—se rio y lo apretó un poco contra su cuerpo. —No llores, está bien si no quieres ir con nosotros.

Asintió separándose un poco para verlos, sentirse querido era bueno.

—De igual forma, si sientes que no te gusta estar solo y quieres ir con nosotros puedes llamarnos para que vayamos por ti a donde estés.

— ¿En serio? ¿No están enojados?

—Para nada, Yuuri—revolvieron sus cabellos para calmarle. —Solo prométenos que te cuidarás mucho—el hombre rubio limpió su rostro con dulzura.

—Lo prometo.

—Bien, ahora a comprar ese boleto, podemos conseguirte hotel también.

—No, está bien, lo haré yo, aprendí bien estos días.

— ¿Estás seguro?

—Sí, si no puedo les llamaré.

—Eres un niño muy inteligente.

Tomo las manos de ambos y dejo que le llevaran a comprar el boleto, tenía catorce años y viajaría solo a Florencia para tratar de empezar una vida solo, sabía hacer muchas cosas así que tenía la confianza de que encontraría alguna manera para salir adelante...esperaba...

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Dos capítulos en mas o menos doce horas, not bad(?) xD es en compensación por tardar tanto con el anterior, lo he escrito en el celular durante toda la mañana xD así que espero haya quedado bien

Para las que me dijeron que esos no eran los padres de Yuuri...pues no xD Hiroko era la enfermera, ah verdad? esa no se la esperaban(?) xD emmm ya decidí que tratare de actualizar todos los lunes :) bien? les parece? no? espero que si xD

Ojala el cap haya quedado bien, la verdad se que quedó algo flojo pero así las cosas :/ los eventos pasan como pasaron (eh?) muchas gracias por sus lindos comentarios y votos y vistas :) nos leemos el lunes con el siguiente cap!

Les loveo <3 (es tan lindo cuando me dicen que ustedes tambien o me mandan corazoncitos *se derrite de amors*)

Rave~ :3

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