Capítulo 9

Capítulo Nueve.

—¡Maldición, Snape! ¿Cuánto tiempo crees que puedes mantenerme aquí?

La voz de Harry comenzaba a sonar ronca por todo lo que había gritado durante los últimos cuatro días. Al parecer cada vez que Snape se cansaba de sus intentos de escape, hacia que el elfo doméstico lo trasportara a la cama y Harry yacía allí hasta que recuperara el control de su cuerpo una vez más.

Cuando nada sucedió Harry cerró la boca y comenzó a fulminar con la mirada la puerta. Había recuperado el movimiento de su cuerpo hacia quince minutos, sólo para encontrar la puerta cerrada. Y eso significaba que era incapaz de dejar la habitación.

Claro que podía hacer volar la puerta en mil pedazos, pero algo se lo impidió. Hasta ahora el tratamiento de Snape había sido decente, si podía llamarlo así. En vez de encerrarlo en el sótano, el profesor le había dado una habitación para él. También estaba el hecho de que el laboratorio de pociones de Snape estaba en el sótano. Pero además recibía tres comidas al día y no había sido torturado. Era mejor que su estadía en la mansión Malfoy.

Harry se paró de la cama y empezó a recorrer la habitación como un animal enjaulado. Ya había desperdiciado cuatro días en la casa de Spinner's End. Gracias a Flubby averiguó que era el hogar de infancia de Snape. Una pequeña voz en su cabeza le informó que esa habitación probablemente había sido de Snape cuando fue un niño. Pero sin importar cuánto trataba Harry, simplemente no podía imaginar a Snape acostado en esa cama, leyendo uno de esos libros, o jugando con sus juguetes mientras sus padres lo observaban.

Frunció el ceño y se acercó a la ventana para apoyar su frente en el frío vidrio. Aunque aún no había podido salir de la casa, sentía como si conociera cada centímetro del jardín. Una cosa que había notado sobre el pequeño jardín era que habían varias macetas con lilis. La misma flor por la que había sido nombrada su madre. Se preguntó si era una coincidencia o si Snape había plantado él mismo las flores.

Ahora podía ver a Flubby en el jardín, sacando las malas hierbas de las macetas. Parecía ser una rutina. Cada día Snape trabajaba en su poción, Flubby hacia las labores de la casa y Harry trataba de encontrar una manera de huir de ese lugar cuando pensaba que nadie le prestaba atención. Hasta ahora no había tenido éxito

Por lo menos sabía que estaban en un pueblo no mágico ya que había visto pasar varias personas en ropa muggle. Extrañamente parecían no notar al elfo trabajando en el jardín. Harry suponía que habían protecciones alrededor del lugar que impedían que alguien viera algo de naturaleza mágica.

Cuando Flubby levantó la mirada Harry se quedó helado. Aunque no estaba haciendo nada malo esta vez, no pudo evitar sentir como si lo hubieran pillado haciendo algo que no debía. No podía evitar sentirse culpable por todo el trabajo que le había dado al elfo doméstico con sus intentos de escape.

Se alejó de la ventana. Al menos ahora sabía por qué el elfo no había reaccionado a sus gritos. Snape probablemente había mandado a Flubby afuera mientras él usaba el sótano, así ninguno de los dos podría oírlo.

Frunciendo el ceño todavía más, Harry volvió a sentarse en la cama sin saber qué hacer. Ya había tratado de leer los libros pero ninguno de ellos había llamado su atención, había leído la mayoría de ellos en la segunda habitación de Dudley. Ahora estaba tan aburrido que de verdad ansiaba hacer sus tareas. Ya que no tenía ninguno de sus libros de escuela, comenzó a pensar.

Aun no sabía en qué bando de la guerra estaba Snape. Aparentemente el profesor no le era leal a nadie o si no, suponía Harry, ya habría sido entregado a Dumbledore o Voldemort. Pero eso no explicaba por qué el hombre no lo dejaba marchase. Snape al parecer quería sanarlo, pero Harry no podía entender la razón de por qué y eso lo estaba volviendo loco.

Sabía que no serviría de nada preguntarle a Snape, ya lo había tratado y no había funcionado. La única reacción que consiguió fue una ceja elevada y la orden de no meter su nariz en los asuntos que no le incumbían, o se arriesgaba a perderla.

Después de eso decidió no tocar el tema de nuevo. Conocía bien a Snape para saber que el hombre podía muy bien cumplir con su amenaza.

—Así que por fin has decidido dejar de ser un histérico— dijo Snape arrastrando las palabras.

—No, simplemente decidí usar mi energía en algo más útil.

Ni siquiera necesitó darse la vuelta para saber que Snape había levantado una ceja.

—¿Y eso qué puede ser? ¿Destruir mi casa sin usar magia?

Sonriendo se dio la vuelta y miró al maestro de Pociones.

—Planeo la muerte de Dumbledore. Mi último plan involucra un dragón, la mafia rusa y una manzana.

—Ni siquiera voy a preguntar de que se trata el plan. Ahora siéntate en la cama y sácate la polera, ¿o tengo que llamar a Flubby otra vez?

No queriendo estar indefenso en presencia del profesor, Harry hizo lo que le dijeron. Se estremeció ligeramente pese a la temperatura en la habitación cuando se sentó en la cama con el torso desnudo.

Se mantuvo perfectamente quieto mientras Snape le lanzaba el hechizo diagnóstico. El profesor ya lo había hecho varias veces antes, aunque él no entendía para qué. Seriamente dudaba que Snape fuera a encontrar algo de importancia. El hechizo se lo habían lanzado tantas veces que ya no le molestaba la sensación de hormigueo que recorría su cuerpo. Después de todo, no era nada comparado con la maldición Cruciatus.

—Chico idiota, ¿no te dije que me avisaras cuando tuvieras otro de esos ataques?

Harry levantó la cabeza de golpe y entrecerró los ojos.

—No pude hacerlo.

—Quieres decir que eres demasiado arrogante y pensaste que podías lidiar con eso solo.

Ya cansado de la discusión, Harry negó con la cabeza.

—No, tuve el ataque después de que usted hizo que Flubby usara su magia en mí. Aunque hubiera querido, no habría podido pedir ayuda.

Snape se puso casi tan pálido como Malfoy y no dijo ni una palabra. Harry se quedó en silencio y ladeó la cabeza, tratando de averiguar que andaba mal con el profesor.

—Profesor Snape, ¿sucede algo malo? ¿Llamo a Flubby? Puedo asegurarme de que él le traiga cualquier poción que necesite.

El pocionista seguía sin decir nada y Harry comenzó a preocuparse realmente. Era la primera vez que lo veía así.

Lo que estuviera mal Snape pareció sacudírselo mentalmente.

—Bueno, Potter, estoy seguro de que estarás feliz de saber qué ahora tendré que encontrar otra manera de asegurarme que no huyas mientras estoy trabajando en mis pociones. Siéntete orgulloso—. La voz de Snape sonaba molesta, pero además había algo que Harry no pudo definir. Si no fuera porque lo conocía habría dicho que Snape sonaba preocupado.

—¿Y por qué va a dejar de usar a Flubby? No es que me guste ese método, pero no es como si hubiera sucedido algo.

Harry no le iba a decir lo asustado que estuvo cuando comenzó el ataque y se había visto inhabilitado de moverse.

—¿De verdad eres tan estúpido, Potter? Pudiste haberte ahogado al no poder moverte. No permitiré que mueras mientras estás bajo mi cuidado. Dañaría mi reputación como maestro de Pociones el que no pueda encontrar una cura para ti.

—¿Por qué molestarse? Nadie se enterará si es que muero, nadie sabe que estoy aquí.

Lo que iba a decir Snape fue interrumpido por un fuerte gruñido proveniente del estómago de Harry. Éste se sonrojó y se abrazó la barriga sin mirar a Snape.

—Creo que ya es la hora del almuerzo, así que considérate con suerte, Potter. Después de que comas tomarás una poción que preparé. Será el primer paso en tu cura. Sé feliz, serás el primero en quien voy a probarla, y luego tendré que vigilarte de cerca para ver qué efectos tiene en ti.

Un escalofrío recorrió la espalda de Harry, no estaba seguro de qué era peor: ser el sujeto de pruebas de Snape o tener que soportar su mal genio más del que ya había soportado.

—¿Vienes, Potter? ¿O de verdad esperas que la comida sea servida mientras estás en cama?

Harry salió presuroso de la habitación y siguió a Snape, asegurándose de mantener su distancia. Aunque el hombre no había mostrado intenciones de lastimarlo hasta ahora, sabía que no debía confiar en él de inmediato. Mucha gente lo había traicionado o le había dado la espalda como para no ser precavido.

Llegaron a la pequeña cocina. Bueno, se suponía que debía ser pequeña pero Harry pensó que Snape había usado algún hechizo para agrandar el lugar. No había otra manera de explicar cómo todo cabía en la diminuta casa. No se sorprendió de ver que la mesa ya estaba puesta. Pequeños sándwiches estaban en un plato al centro de la mesa, donde ambos podrían alcanzarlos. Ya habiendo probado la comida de Flubby, Harry se preguntó cómo Snape lograba mantenerse tan delgado cuando tenía un elfo doméstico que le cocinaba.

Sin una palabra tomaron asiento y comenzaron a comer. De vez en cuando Harry le echaba una ojeada al profesor, sólo para alejar la mirada cuando notaba que el hombre seguía mirándolo con esos penetrantes ojos negros y expresión pensativa.

Apenas terminaron de comer Harry siguió a Snape a la sala.

—Siéntate, Potter.

Mirando con cautela al profesor Harry hizo lo que le pidió y se sentó en el sofá. Snape, aparentemente de la nada, sacó un frasco con una gruesa poción gris en su interior. Harry ya sabía que no sería una experiencia agradable beberla.

—Esta poción no te curará; es el primer paso en lo que espero sea la cura. Con la poca información que me has dado, tendré que ir ajustando la poción con el paso del tiempo, y esperemos avanzar en la dirección correcta.

Harry tomó la poción de la mano de Snape.

—Gracias, aunque todavía creo que está perdiendo su tiempo. No tengo planeado quedarme tanto.

Snape lo miró molesto pero Harry lo ignoró y bebió la poción. La última gota tocó su lengua y soltó el frasco cuando una sensación de fuego se propagó en sus pulmones. Gritó y se hizo un ovillo; jadeó y presionó sus manos contra los ojos. No permitiría que Snape viera sus lágrimas.

Finalmente el dolor desapareció y Harry pudo respirar libremente una vez más.

—Por Merlín, ¿que fue eso? Pensé que se suponía que esto me ayudaría, no que empeoraría el dolor— jadeó mientras fulminaba con la mirada al hombre vestido de negro.

—Potter, por una vez trata de escuchar lo que te digo. Si hubieras esperado un poco habrías sabido lo que sucedería, en vez de marchar adelante sin pensarlo dos veces. La poción está hecha para restaurar las células destruidas. Al igual que la Poción Crece-huesos reconstruye los huesos—. Harry asintió sintiéndose cansado e incapaz de mantener los ojos abiertos—. Un efecto secundario es que estarás cansado, porque aun con la poción, tu cuerpo necesita mucha energía para sanarse. Y te recomiendo que no uses magia los próximos días. Confía en mí, no te gustaran las consecuencias.

Harry quiso gritarle a Snape por no decirle aquello antes, pero estaba demasiado cansado.

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Voldemort se sentó en su silla y fulminó con la mirada la horrible cosa en su escritorio. Si hubiera sabido que tanto papeleo se desarrollaba al ser un Señor Oscuro, habría escogido otra carrera. Pero fue sobre todo culpa de Dumbledore. Él había estado dispuesto a entrar en la política para conseguir los cambios que quería, pero el viejo había bloqueado cada uno de sus intentos.

Otra razón por la que encontraba difícil concentrarse en su trabajo era Lucius Malfoy. Desde que les había prohibido a todos ir donde Severus mientras preparaba poción, los dos Malfoy habían sido una molestia. Habían tomado turnos quedándose con él, así que ahora raramente tenía un momento a solas, tratando de hacer que cambiara sus órdenes. Tenía que admitir que escuchar a Narcissa chismosear sobre las otras familias sangrepura y contarle sobre sus últimas compras lo estaba volviendo loco. Por lo menos Lucius era mejor, aunque fuera un poco; después de todo podía ignorar la voz del hombre la mayor parte del tiempo.

Habían pasado cuatro días desde que Evan había desaparecido de su vida una vez más. Al menos esta vez no se rendiría y lo daría por muerto. Tenía la oportunidad de encontrar a su amante. Voldemort quería respuestas y las conseguiría, de una manera u otra.

Le mostraría a Evan que nadie huía de él. Una vez que lo tuviera no permitiría que se marchara. Lidiaría con el problema de que Evan y Potter eran la misma persona una vez que se asegurara no lo dejaría otra vez.

Había tratado de que Lupin le dijera dónde podía estar escondido Evan, pero nada aparate de tortura haría que el mago abriera la boca. Desafortunadamente Fenrir no le permitiría hacer eso, y Voldemort honestamente dudaba que Evan lo perdonara si lastimaba al hombre lobo. Así que tendría que encontrar otra manera de convencer al hombre lobo de que le diera la ubicación.

Recordando el encuentro con él en las mazmorras de la mansión Malfoy, Voldemort frunció el ceño. No le gustaba que Evan hubiera tosido sangre. Recordaba haber viso esto antes, pero Evan había logrado obliviarlo antes de poder hacer algo. Esta vez no dejaría que algo así pasara. Una vez que Evan estuviera con él encontraría la manera de curarlo. Podría hacer que Severus preparara algunas pociones y que Narcissa lo ayudara ya que ella estaba estudiando para ser sanadora.

Sabiendo que Evan estaría en buenas manos sólo tenía un problema. Tenía que encontrar a su amante antes de que el chico hiciera algo estúpido y se lastimara. Sus fuerzas ya estaban divididas. La Orden del Fénix era como una mosca molesta y aun tenía que gastar gente en ellos. Y apoderarse del Ministerio y las redadas le quitaban recursos y tiempo. Y ahora también tenía a gente buscando a Evan. Era una pena que Severus estuviera ocupado o si no le habría pedido que preparara una poción rastreadora. Ninguno de los hechizos, ni siquiera los más oscuros, habían funcionado. Donde quiera que estuviera Evan, el lugar estaba fuertemente protegido.

—Y todos sabemos que Severus olvida cuidar de sí mismo cuando está trabajando en una poción nueva. Al final, si alguien no lo cuida él podía olvidar de sí mismo y arruinar sin querer la poción, y tendría que comenzar de nuevo. Piense en eso. Tendría que esperar otro mes antes de que la poción esté terminada, incuso mas porque tendríamos que buscar nuevos ingredientes.

Voldemort suspiró, trabajar con uno de los Malfoy alrededor era algo imposible. Además sabía muy bien que lo que Lucius decía era cierto. Severus era malo al cuidar de sí mismo. Cuando trabajaba en una poción era igual que un niño con un juguete nuevo, simplemente se olvidaba de todo a su alrededor.

—Está bien, tienes permitido visitar a Snape para asegurarte de que está bien y cuidándose como corresponde. Pero no lo interrumpas de su trabajo en la poción o tú y tu esposa tendrán que pagar las consecuencias—. No había terminado de hablar cuando Lucius salió de la habitación. Cuando la puerta se cerró tras el rubio volvió su atención al papeleo frente a él—. Ahora sólo somos tú y yo, y sólo uno de los dos saldrá de aquí con vida.

Pudo jurar que los papeles le sonrieron malignamente.

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Harry despertó por el sonido de alguien usando el flú. Sintiéndose mareado se sentó y se frotó los ojos mirando alrededor. Aún estaba en la sala de Snape donde se había quedado dormido después de tomar la poción. Snape no estaba a la vista pero supuso que estaba en su laboratorio de pociones una vez más. Hasta ahora el maestro de pociones había esquivado artísticamente responder en qué poción estaba trabajando. Harry suponía que no le gustaría saber qué era, pero eso no le impidió seguir preguntando.

Hasta ahora no había visto a Snape dejar la casa. Probablemente el hombre creía que cuando volviera encontraría toda su casa destruida si lo dejaba sin supervisión.

—¡Potter!

Sintiéndose repentinamente despierto la cabeza de Harry se giró en dirección de la voz. Sus ojos se abrieron cuando divisó cabello rubio. Sólo podía pensar en una familia sangrepura con ese cabello que podría visitar a Snape, y no significaba nada bueno para él.

Observó a Lucius y a la mujer a su lado. Ambos estaban vestidos en finas túnicas y tenían el blasón Malfoy en sus capas. Harry sabía que sólo habían tres Malfoy. Y ya que dos de ellos eran hombres suponía que la mujer era Narcissa Malfoy antes Black. La madre de Draco, hermana de Bellatrix y prima de Sirius, aunque no podía ver el parecido con él. Por suerte lo mismo podía decirse de él y Dudley. Harry se estremeció al pensar en parecerse a su primo muggle.

Narcissa Malfoy era una mujer alta, delgada, buena moza y bastante pálida, ojos azules y cabello rubio como el de su esposo y muy diferente a los demás Black.

Antes que alguno de ellos tuviera oportunidad de hacerle algo, Harry salto sobre el sofá para que el mueble estuviera entre él y los dos Malfoy. Debió suponer que los padres de Draco podrían visitar a Snape. Draco siempre había actuado como si fuera cercano al maestro de Pociones y recordó haber oído el rumor de que Snape era el padrino de Draco.

Con razón el rubio Slytherin podía salirse con la suya con todo lo que hacía en clases de Pociones.

Mirando desde su escondite tras el sofá encontró a Lucius y Narcissa parados frente a la chimenea con sus varitas en la mano apuntadas hacia él. Se preguntaba por qué no comenzaban a maldecirlo; no era como si pudiera hacer algo para impedírselos. Para salir de la sala tenía que pasar por entre los dos y Snape le había advertido que no usara magia. Deseaba poder conocer las consecuencias para ver si valía la pena correr el riesgo.

—Potter, nuestro lord desea hablar contigo. Prometemos no matarte, si vienes con nosotros.

Harry estuvo seguro de que su corazón se detendría cuando Narcissa habló, y se acurruco tras el sofá una vez más. No tenían razón para no querer matarlo a menos que supieran la verdad. Un escalofrío recorrió su cuerpo al pensar en eso. Podía imaginar muy bien la reacción de Voldemort al enterarse de quién había sido. Era muy extraño que no hubiera sentido nada a través del vinculo, desde que había huido de la Mansión Malfoy la conexión entre él y Voldemort había estado extrañamente tranquila.

—Y porque debo confiar en la palabra de un mortífago? Por lo que yo sé ustedes me entregaran a Voldemort esperando poder participar en la tortura.

—El Señor Oscuro sabe quien eras y ya no desea matarte.

Harry se mordió el labio queriendo creer en las palabras de la mujer. Sería tan fácil si sólo pudiera volver a ser el amante de Tom. Meneando la cabeza sacó a la fuerza el pensamiento de su cabeza. Tom ya no estaba y en vez de él estaba Voldemort. Tenía que recordar eso.

—Si no confías en la palabra de mi esposa, entonces créeme a mí, Potter. Tú, de toda la gente, deberías conocer el peso de la palabra de un Malfoy—. Sintiendo una varita en su cuello Harry maldijo en voz alta por distraerse. Mientras Narcissa lo distraía Lucius se había colado tras él y ahora lo tenía atrapado—. Ahora levántate e iremos a la chimenea. Estoy seguro de que el Señor Oscuro estará más que feliz de verte otra vez.

Harry bufó y fulminó con la mirada al rubio mientras se ponía de pie.

—Seguro. Estará tan feliz que accidentalmente moverá su varita hacia mí y me matara.

Lucius suspir+o como si estuviera lidiando con un niño problemático.

—Potter, ya te he dado mi palabra de que no te matare, ¿acaso mi palabra no es suficiente para ti?

Salieron detrás del sofá sin que Lucius moviera la varita que tenia presionada contra el cuello de Harry.

—Tú no lo harás, pero Voldemort sí. ¿O eres tan estúpido para no notar lo que pasa cada vez que Voldemort y yo nos encontramos? Ese hombre estaba decidido a matarme incluso antes de que naciera. Y dudo que alguna cosa lo haga cambiar de opinión.

Mientras hablaba Harry miraba alrededor esperando ver algo que lo ayudara a salir de esa situación. Desafortunadamente para él no había nada útil.

—Quizás, ha averiguado que eres…

—Querido, no creo que al Señor Oscuro le guste que cuentes sus secretos sin su permiso.

Lucius palideció ante la interrupción de su esposa, y Harry decidió usar la oportunidad lo mejor que pudo.

—¡Flubby!— gritó y se alejó con rapidez de la varita de Lucius. Un fuerte "plop" le avisó del arribo del elfo doméstico.

—¿Que desea el amo joven mago Potter que Flubby haga ahora?

Harry esquivó el hechizo que le arrojó Lucius y escuchó algo tras él quebrarse, maldiciendo el hecho de no poder usar su magia.

—Flubby, encárgate de ellos, no sería bueno que el duro trabajo de Snape se desperdiciara, ¿no es así?

No tuvo que mirar al elfo para saber que los ojos de Flubby se habían vuelto imposiblemente grandes

—Los amantes del amo maestro de Pociones no tienen permitido lastimar al paciente del amo maestro de Pociones. Flubby se asegurara de que el amo joven mago Potter no sea lastimado—. El elfo doméstico chasqueó los dedos y Narcissa y Lucius salieron volando hacia el sofá, donde Harry había estado dormido hacia unos momentos, incapaces de moverse—. Flubby le informara al amo maestro de Pociones que los amantes del amo maestro de Pociones han venido a visitarlo pese a las órdenes del amo del amo maestro de Pociones.

Con eso Flubby desapareció, dejando a tres humanos solos en la sala. Harry miró a los dos Malfoy, que estaban observándolo incapaces de creer lo que había sucedido. En cierta forma Harry podía comprender cómo se sentían. Después de todo él nunca se habría imaginado que Snape tuviera amantes, y en especial los dos Malfoy. Se preguntó brevemente si Draco sabía sobre ello. Aunque no tendría la oportunidad de decirle al otro chico y aunque la tuviera no lo haría. A los ojos de Harry había cosas más importantes de que preocuparse, y no era algo que le incumbiera.

Las caras de Narcissa y Lucius estaban rojas y su cabello todo desordenado. Ni siquiera Mortimus había estado así. Harry deseó tener una cámara con él. Una fotografía del par en estas condiciones habría sido invaluable.

Sin dudarlo se dirigió a la chimenea y tomó un poco de polvo flú de una jarra. Hasta ahora no había tenido la oportunidad de usar el flú y no iba a perder su oportunidad.

Con el polvo en la mano se dio la vuelta y encontró la mirada de ambos Malfoy.

—Por favor no sean duros con Snape, él aun es uno de ustedes, pese haberme acogido un tiempo. Y díganle a Voldemort… — se detuvo al oír a alguien que se acercaba corriendo. Al parecer Flubby de verdad le había alertado a su amo sobre la llegada de sus amantes—. Díganle a Tom que Beleza se encargará del vejete. Guarida de los merodeadores— concluyó y entró a la chimenea justo cuando Snape entró a la sala.

Fue arrojado fuera de la chimenea en la sala de la casa de Remus y aterrizó en el suelo de trasero. Temiendo que lo siguieran se alejó de inmediato de la chimenea. No deseaba terminar aplastado bajo el peso de alguien.

Estaba de pie y listo para correr, mientras trataba de controlar su respiración. La casa parecía abandonada pero Harry no quería correr el riesgo de relajarse demasiado pronto. La poción que había tomado lo hacía sentirse cansado y no quería ser atrapado debido a no estar atento.

Respirando pesadamente y dejó la pequeña sala. El lugar era más pequeño que la casa de Snape pero eso no le molestaba. Eso significaba que había menos lugares donde podían esconderse sus enemigos. Desafortunadamente también significaba que él también tendría menos lugares donde esconderse si aparecían dichos enemigos.

Al parecer nadie había visitado el lugar desde que él y Remus fueron capturados por Fenrir y su banda de felices hombres lobo. Aun había un gran agujero en la pared de la cocina y trozos de escombro estaban esparcidos por el piso. Harry se estremeció cuando vio la pared con la que había sido arrojado, donde aun había una marca por el impacto. Con razón había estado tan adolorido hasta que Snape lo había sanado.

Ojala Voldemort no matara a Snape porque el Maestro de Pociones lo había tenido en su casa sin informarle. No tenía dudas de que Snape sería castigado, y se sentía mal porque el profesor no había tenido que ayudarlo, pero aun así lo había intentado. Era por eso que había dejado el mensaje. Esperaba que eso disminuyera la ira del Señor Oscuro, aunque Harry dudaba que algo de Tom quedara dentro de Voldemort, pero de todas maneras podía esperar en ese caso.

No debió hablar de Beleza y Dumbledore. Si Voldemort hubiera tenido alguna duda de quién era con eso se disiparían. También dejar que el hombre supiera sobre sus planes le daba la oportunidad de encontrar una manera de detenerlo. Sin importar que sucediera, Harry no dejaría que nadie lo detuviera. Después de consiguiera su venganza no le importaba lo que le pasara.

Moviéndose lentamente por la casa finalmente se permitió respirar. La casa estaba vacía y sólo quería salir de ella lo más pronto posible. Esperando que lo que buscaba aún se encontrara allí decidió apresurase.

Oyendo activarse el flú en la sala Harry maldijo. Sólo podía pensar en tres personas que sabrían donde buscar por él en estos momentos.

—Potter, deja de huir como un cobarde. No tienes razón de temer. Te prometo que el Señor Oscuro no quiere matarte.

Al parecer Snape había liberado a Lucius y Narcissa antes de lo que Harry había esperado. Eso significaba que tendría que apurarse a menos que quisiera ser capturado.

Apresuró el paso mientras trataba de mantener el silencio, ojala pudiera alcanzar el garaje sin que Lucius lo viera. Después de eso podría marcharse sin problemas. Cuando una luz amarilla voló sobre su cabeza se esquivó y comenzó a correr. Al parecer las cosas no iban como quería.

Al oír al rubio moverse tras él comenzó a correr. No tenía intenciones de dejar que lo atraparan. Saltó del camino de una maldición que cayó justo donde había estado un segundo antes. Entonces comenzó a sentirse más lucido. Parecía que el efecto de la poción que le había dado Snape estaba disminuyendo.

Torció el cuerpo para evitar ser alcanzado por un cuadro que había sido sacado de la pared e iba directo a su cabeza. Aunque Malfoy decía que no quería lastimarlo o matarlo al parecer no se detendría ante nada para atraparlo.

Con Lucius acercándose Harry corrió por el pasillo, dirigiéndose a la puerta que lo llevaría al garaje. Por suerte la puerta estaba abierta, ya que había olvidado cerrarla ese día que habían sido atrapados. Sólo podía esperar que nadie hubiera sacado nada de la casa. Si no estaba allí, no estaba seguro de qué podría hacer.

Años de correr de Dudley y la pandilla de su primo le sirvieron mucho. Pese a que Lucius tenía piernas más largas que él, todavía era más rápido. Era una de las cosas buenas de no haber crecido con magia a su alrededor. Había aprendido a vivir sin ella. Había perdido la cuenta de cuántas veces su rapidez lo había salvado de una paliza.

Lucius no estaba muy atrás pero probablemente tampoco estaba tan cerca como imaginaba. Harry sabía que no tenía que mirar hacia atrás. Había cometido ese error en el pasado y había sido atrapado por tropezar con algo en su camino.

Entró volando por la puerta del garaje y la cerró con fuerza sin disminuir su carrera. Se dirigió hacia donde había dejado la motocicleta. No fue difícil de encontrar, después de todo la moto era lo suficientemente grande para que Hagrid la manejara, y con el sidecar tomaba una gran cantidad del garaje.

Le tomó un momento localizar el interruptor que abría la puerta de la calle antes de apresurarse a la motocicleta. Podía oír a Lucius intentando abrir la puerta, sonaba como si el rubio tuviera problemas, pero no sabía cuánto tiempo resistiría la puerta. Había una razón por la que la casa se llamara Guarida de los Merodeadores, como Remus le había explicado.

Sirius había vivido en la casa un breve periodo de tiempo cuando había estado huyendo, y ni siquiera Dumbledore sabia del lugar. Ya que el animago no había tenido nada qué hacer y había temido que los Aurores lo encontraran ubicó varias trampas alrededor de la casa. Remus había pasado su tiempo encargándose de la mayoría de las trampas, pero había dejado algunas en caso de que algo sucediera. Era raro que ninguna funcionara cuando Fenrir y los demás hombres lobo los habían atacado, pero Harry no tenía planes de quedarse para averiguar la respuesta.

Alcanzó la motocicleta justo cuando la puerta se abrió. Salto sobre la maquina y giró la cabeza para mirar al rubio, incapaz de contener una sonrisa al verlo. Plumas de pollo amarillas se divisaban en el cabello del mago; sus piernas estaban pintadas de rojo y tenía un pico que dominaba la mayor parte de su rostro.

Incapaz de contenerse, Harry le cerró un ojo.

—Por favor, no sean duros con Snape. ¡Cógeme como quieras!

La expresión de Lucius fue demasiado buena para ser cierta cuando la motocicleta rugió a la vida. La puerta del garaje se abrió lo suficiente para salir y Harry decidió usar el estado de shock del rubio para hacer su escape.

Como Remus le había dicho, no tuvo que preocuparse por manejar la motocicleta. Sólo se tiró un poco hacia delante y partió hacia las puertas del garaje con la misma velocidad que si hubiera estado en su antigua escoba. Tocó la bocina y se fue rápido por la calle, notando que Lucius ya no estaba tratando de detenerlo. Cuando muriera y se encontrara con Sirius en la otra vida le agradecería a su padrino por esa contraseña. No sólo alteraba a las personas, también salvaba vidas… ¿Quién lo hubiera creído?

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Sabía que era una idea muy estúpida permitir que Narcissa y Lucius visitaran a su amante. Pero había necesitado descansar de los dos Malfoy y era la única cosa que se le había ocurrido que le aseguraría algo de paz.

Ahora Voldemort estaba sentado en su habitación privada, con un vaso de vino en la mano mirando las llamas de la chimenea, perdido en memorias del pasado. Su mano libre bajo el cuello de su túnica aferrando el collar que había usado desde el día que lo recibió de Evan en San Mungo. Muchas veces había pensado en botarlo a causa de un ataque de ira por la muerte de Evan, pero cada vez algo se lo había impedido: la sensación de que Evan querría que conservara el regalo. Y Nagini de alguna manera no lo dejaba un segundo a solas.

La serpiente yacía frente al fuego, aparentemente dormida ya que roncaba con fuerza. Era suerte para él que ella ya hubiera comido o si no aun estaría oyendo sus demandas sobre que saliera en busca de Evan. Aunque no había nada más que quisiera hacer, tenía que permanecer oculto por el momento. El Ministerio había reconocido su regreso y casi todos conocían su rostro ahora. Claro que podría usar un glamour pero veía como algo inferior a él hacer algo así.

No pudo evitar preguntarse qué estaría haciendo su amante en esos momentos. Ojala Evan fuera inteligente y se mantuviera escondido donde Dumbledore no pudiera encontrarlo. Desafortunadamente eso haría su propia búsqueda más difícil de lo que ya era. Tenía la sensación de que Evan tenía aliados que no conocía y que lo estaban ayudando a esconderse.

Sin importar nada no pararía hasta que Evan una vez más estuviera a su lado.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de alguien tocando a su puerta. Voldemort frunció el ceño. Sólo unas pocas personas tenían acceso a sus habitaciones privadas y sabían que no debían molestarlo a menos que fuera algo importante.

Con un movimiento de su mano abrió la puerta con magia sin varita para que sus visitantes pudieran entrar. Suponía que lo que tenían que decir era algo importante, porque nadie se atrevía a molestarlo en esa ala de la casa si no era así.

Para su sorpresa vio a Lucius, Narcissa y Severus entrar a la habitación. Los dos Malfoy estaban atrás de su amante con sus varitas presionadas contra la espalda del maestro de Pociones. Brevemente se preguntó si acaso este era un nuevo juego de ellos o si algo le había pasado a la poción en la que Severus estaba trabajando. La mirada en sus rostros era lo suficientemente grave como para que algo así hubiera sucedido.

Severus, por otro lado, lucía como si estuviera cargado por la culpa. Voldemort conocía al hombre y sabía que no muchas cosa lo harían reaccionar de esa manera y eso lo preocupó más de lo que quisiera admitir.

El trio se detuvo frente a él y, mientras Lucius y Narcissa inclinaron la cabeza, Severus fue obligado a arrodillarse. Voldemort levantó una ceja inexistente, preguntándose en silencio de qué se trataba todo eso. Algo le dijo que era algo que no le gustaría.

Como si sintiera su ira creciente, Nagini despertó y levantó la cabeza mientras se deslizaba hacia él. Mientras pasaba junto a los visitantes rozó a Severus, que no pudo contener un escalofrío. Esa era una de las razones por las que dejaba a Nagini asistir con él a las reuniones. Incluso sus personas más leales y de confianza le temían a la gran serpiente de una manera u otra. Ayudaba el haberlos hecho observar cómo ella comía una de sus presas después de cazar.

—Mi lord— dijo Lucius con una reverencia, y el ceño de Voldemort se frunció aun más. No era a menudo que esos tres usaran ese título. Algo grave debía suceder para que Lucius estuviera tan formal. Decidiendo ver de qué se trataba todo eso le hizo una señal a Lucius para que continuara—. Después de que usted nos dio su permiso, Narcissa y yo fuimos donde Severus. Como siempre no avisamos nuestra llegada, no queriendo molestarlo si él se encontraba trabajando en la poción cuando llegáramos. Desafortunadamente no contamos con que él tuviera un invitado.

Voldemort bebió de su copa, preguntándose en silencio quien había sido el invitado de Severus. No podía ser ninguna de su gente ya que les había prohibido a todos visitarlo mientras trabajaba en la poción. Y sabía que el viejo le había dado tiempo libre en el colegio.

"Imagine nuestra sorpresa cuando llegamos y encontramos a Harry Potter en el sofá de Severus, al parecer habiendo despertado recién de una siesta. El chico no mostro ningún miedo hasta que nos vio, así que suponemos que estuvo allí un tiempo.

Voldemort entrecerró los ojos que se posaron en Severus. Nunca habría creído que el maestro de pociones, el niño al que había acogido, lo traicionaría de esa manera. Si no supiera que Dumbledore quería muerto a Evan habría creído que Severus de verdad era un espía para la Luz.

—¿Y dónde está el chico ahora?

Mientras no supiera cuánto sabía Severus, mantendría la información al mínimo. Después de todo a Severus no le habían dicho nada sobre que Evan y Potter eran la misma persona, y todos sabían que Severus sería incapaz de matar al hijo de Lily Evans.

Severus pareció encogerse en sí mismo, como sabiendo que estaba en profundos problemas. Pero entonces el maestro de pociones enderezó la espalda y lo miró directamente a los ojos. Voldemort se encontró con la mirada del otro mago, si ver ningún remordimiento en los orbes negros.

—No podía dejar que usted matara al chico Potter, así que lo lleve a mi casa cuando lo encontré fuera de la mansión Malfoy. Supuse que vería que hacer con él una vez que despertara—. La voz del maestro de pociones era monótona, como si no le importara lo que le fuera a suceder a él. Voldemort no iba a interrumpirlo porque quería saber que lo había llevado a esconder a Evan de él—. Encontré que Potter estaba enfermo, tosió sangre cada día así que decidí trabajar en una cura para él mientras trabajaba en su poción. Mientras tanto Ha… Potter me contó todo lo sucedido durante el tiempo en que estuvo desaparecido.

—Te lo dijo todo— dijo Voldemort mientras se inclinaba en su silla, Severus asintió.

—Sí, me dijo del pasado.

No necesitó decir más para que Voldemort le creyera y se echara atrás en la silla cruzando una pierna sobre la otra.

—¿Encontraste una cura para él?

Por un breve momento Severus pareció choqueado, pero luego asintió lentamente.

—Eso creo. Me tomó un tiempo averiguar qupe estaba mal con él, pero después de oír su historia y pensarlo bien, finalmente tuve un gran avance.

Una vez más Voldemort se adelanto en su silla, había llamado su atención.

—Explícate.

Severus respiró profundamente, preparándose para un discurso más largo.

—El chico fue alcanzado primero por la maldición asesina cuando usted lo atacó ese Halloween. En lugar de morir usted fue reducido a un estado espiritual y Harry fue proclamado como el Niño Que Vivió—. Severus se lamió los labios, una clara señal de que estaba nervioso, algo que Voldemort no había visto en bastante tiempo—. La siguiente vez que fue alcanzado por la maldición fue enviado al pasado y, al mismo tiempo, comenzó sufrir de ataques, aunque sólo comenzó a toser sangre después de que Dumbledore intentó nuevamente atacarlo con la maldición y fallo. La próxima vez que fue alcanzado por la maldición volvió a este tiempo y ahora los ataques son más frecuentes.

—¿Así que la maldición es la razón de estos ataques?

Severus asintió lentamente, como para asegurase de que Voldemort lo comprendiera.

—Sí, al parecer está destruyendo las células en sus pulmones, cosa que resultara en una muerte lenta y dolorosa. Había esperado detener eso pero dado que la cura fue interrumpida, ahora el chico está sin defensa y sin cura.

—Él puede hacer magia sin varita.

Sólo Narcissa y Lucius parecieron sorprendido por esa noticia, lo que significaba que Severus sabía sobre ello.

—No, no hasta después de unos días de tomar la poción. Va a perturbar su magia y los resultados son algo que ni yo puedo predecir, si tiene suerte sólo se drenara a sí mismo y después estará muy cansado. Si no tiene suerte probablemente terminara matándose más rápido.

Voldemort sintió que la sangre dejaba su rostro. Nunca había pensado que su Evan estaría indefenso y solo. Desde el tiempo en que lo conoció siempre había sido fuerte y capaz de defenderse si algo sucedía. Ahora no era el caso, y eso significaba que tendría que encontrarlo, pronto.

—Envíen gente a buscarlo. Quiero que busquen en todos lados, y nadie tiene permitido maldecirlo. Lo quiero aquí apenas sea encontrado. ¿Entendido?—. Los dos Malfoy asintieron mientras Severus agachaba la cabeza—. No olvido lo que has hecho, Severus. Continuarás con mi poción y también con la cura para Evan. Tu castigo será que estarás bajo el cuidado de Lucius y Narcissa y te mudaras con ellos. Sal de mi vista.

Lucius hizo una reverencia.

—Antes de marcharme, mi lord, el chico dejó un mensaje para usted. Dijo que Beleza se encargaría del vejete y pidió que no fuera muy duro con Severus.

Voldemort asintió, aunque no explicó lo que Evan había querido decir, él ya tenía una idea de que se trataba.

Miró en silencio mientras se marchaban apresuradamente. Sabía que probablemente debería haber escogido algo diferente como castigo para Severus, como tortura o algo similar. Pero lo necesitaba para su poción y para la cura de Evan. Él no confiaba en nadie más para que preparara una poción para él y su amante.

Además, quedar bajo el cuidado de Narcissa y Lucius era más cruel que cualquier tortura en la que pudiera pensar en esos momentos.

)00(

Aterrizar la motocicleta fue más difícil que aterrizar una escoba. Harry no lo llamaría estrellarse pero estaba feliz de que no hubiera nadie cerca para ver su aterrizaje sin gracia. Se puso de pie y se apoyó contra la motocicleta, esperando que la sensación regresara a sus piernas. Conducir todo el día no le hizo nada de bien. Por suerte había encontrado un aparato muy similar al que estaba en el automóvil de Arthur Weasley que lo había mantenido oculto de los muggles. De esa manera también evitaba al Ministerio.

Levantó la mirada y divisó la casa en la tenue luz. El lugar había cambiado bastante en el tiempo en que no había estado. Se veía descuidada y Harry supuso que nadie había vivido allí desde que supuestamente había muerto.

Con un suspiro pesado dejó la motocicleta después de lanzar un hechizo en ella que la protegería del clima y la naturaleza, y se dirigió hacia la casa. Lucía igual a como la había dejado ese día que salió corriendo a Hogsmeade debido al ataque de Grindelwald. Pero notó que había mucho trabajo que hacer antes de que el lugar regresara a su antiguo ser. Era una pena que él no sería quien lo hiciera.

Se giró y miró hacia Hogsmeade y luego hacia Hogwarts. Recordaba haberse parado de esa manera antes. Se ponía a adivinar en qué lado del castillo se encontraba Tom aunque sabía que era algo imposible a menos que hiciera trampa y usara el Mapa del Merodeador.

Con un suspiro se dio la vuelta y entró a la casa.

Era tiempo de saludar a un viejo amigo.

Esquivó un jarrón arrojado en su dirección. No recordaba haber comprado eso pero quizás había estado allí cuando se mudó y simplemente no le había prestado atención.

—¡Oye, podrías parar por favor!— gritó dándose la vuelta para ver si podía divisar al fantasma, que no estaba a la vista.

—Deja este lugar. Me han ordenado proteger este sitio y no permitiré que nadie entre.

Harry suspiró y pasó una mano por su cabello mientras salía del paso de otra pieza de loza voladora. Esto no era lo que había imaginado cuando pensó en como lo saludaría Hubert.

—Lo sé, después de todo yo fui quien te pidió que cuidaras de este lugar cuando me marché—. Otra pieza se quedó congelada en el aire y Harry supo que Hubert estaba observándolo, aunque no podía ver al fantasma en ninguna parte—. Mira, soy yo, Evan James. Me mudé a esta casa y traje a Tom Ryddle a vivir conmigo. Compre a Ares y Nagini, y te molestaba golpeando la cabeza en la pared diciendo que estaba aburrido.

Cerró la boca y esperó. No estaba seguro de donde ir si Hubert no lo dejaba quedarse en la casa. Suponía que cincuenta años solo habían vuelto al fantasma un poco loco… bueno, más loco de lo que Hubert ya había estado.

—¿De verdad eres tú?

La voz sonó a su izquierda y Harry se giró sólo lo justo para ver a Hubert.

—Sí, soy yo, Hubert.

—Es bueno tenerte de vuelta— dijo Hubert y finalmente apareció a la vista. Si hubiera podido probablemente habría llorado. Parecía cercano a hacerlo por lo que Harry podía ver— ¿Tienes idea de lo preocupado que he estado? Me dijeron que habías muerto pero yo no les creí. Los fantasmas saben cuando alguien a quien conocen ha muerto. Es un sexto sentido, pero nadie me creyó y todos me dejaron solo porque no los dejaba entrar debido a tus ordenes de proteger la casa.

Harry sonrió.

—Yo también te extrañé, y te prometo que me vengaré de quien separó nuestra pequeña familia.

Hubert pareció contento con eso.

—Así que, ¿qué quieres hacer ahora que volviste?

Era obvio que a Hubert no le importaba lo que había sucedido en el tiempo en que había estado desaparecido y Harry suponía que era algo bueno. No tenía ganas de contar la historia completa una vez más.

—Bueno, en realidad creo que dormiré un poco. Ha sido un largo viaje y estoy cansado. Te prometo que hablaremos mañana.

—Está bien, pero no creas que podrás librarte de eso. Un fantasma nunca duerme, así que no podrás evitarme.

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