Capítulo 4

Capítulo 4.

Sr. Tom S. Ryddle:

Como administrador del testamento del Sr. Evan James, es mi deber informarle el antes mencionado lo ha nombrado su heredero. Esto significa que usted recibirá su bóveda y propiedades.

Ya que Gringotts previamente se ha encontrado con herederos que han matado a sus familiares para recibir sus herencias, le informo que si la muerte del señor James no resultara ser por causas naturales, o se sospechaba que usted está involucrado de alguna manera, Gringotts tiene la potestad de retener las pertenecías del Sr. James.

Si se prueba que usted, como heredero del Sr. James, ha tratado de asesinar a su tutor, todo lo que estaba designado para usted será entregado al familiar más cercano del Sr. James. Si no hay otro familiar las pertenecías irán a las arcas a Gringotts.

Que sus cuentas siempre estén llenas de oro.

Ragnok ~ Administrador de la cuenta y testamento del Sr. James.

Voldemort se quedó mirando la carta en sus manos, inseguro de si era una broma. Por otro lado, ¿quién se atrevería a hacerle una broma? Era imposible copiar el papel que usaba Gringotts en sus cartas. Lo hacían los mismos goblins. Y se encargaban de aquellos tan estúpidos como para intentarlo.

Nadie se atrevía a usar ese asqueroso nombre muggle. Después de averiguar por quién había sido nombrado había abandonado ese nombre y en vez de eso había tomado el nombre que su amante le había dado. Esa había sido otra manera de honrar su memoria.

Los únicos que se atrevían a usar ese nombre, y sabían quién había sido antes, eran Dumbledore y el chico Potter. Voldemort pensó que tendría que lidiar con una molestia menos, pero Potter no estaba muerto como lo había creído.

Sus rodillas repentinamente se doblaron después de leer la carta y se sentó de golpe en la cama, sin importarle despertar a Nagini, que siseó molesta antes de seguir durmiendo.

Voldemort ignoró a la gruñona serpiente y tratando de de controlar los pensamientos que giraban como locos.

Sabía que Evan tenía buenas relaciones con uno de los goblin en Gringotts. Esa era una de las razones por las que no había atacado el banco, ni siquiera antes de quedar reducido a una forma espectral. Si recordaba correctamente había sido Ragnok con quien Evan había estado trabajando. Nunca había conocido al goblin pero había oído a él y a Evan conversar por el flú en innumerables ocasiones.

Miró de nuevo el papel y frunció el ceño. ¿Si había sido el heredero de Evan todo el tiempo porque no se había enterado de ello hasta ahora? Sabía que Gringotts contactaba a los herederos cuando cumplían la mayoría de edad.

—Pero la carta debió llegar apenas cumplí los diecisiete, que era la edad en la que me volví un adulto. No ahora, más de cincuenta años después de la muerte de Evan—. No era normal que Gringotts cometiera un error como ese. Mirando nuevamente la carta en su mano, Voldemort frunció más el ceño—. Dice que heredaré cuando Evan muera.

Pero el problema era que Evan ya había muerto. Dumbledore había sido testigo. Y aunque Voldemort se había rehusado a creerle al hombre entonces, cuando Evan no había ido a buscarlo al orfanato se había visto obligado a aceptar la verdad. Eso hizo que odiara al profesor y a los muggles más de lo que ya lo hacía.

Si la carta era verdadera Evan estaba vivo, y había estado vivo todo ese tiempo. Voldemort frunció el ceño, preguntándose por qué su amante no lo había buscado si estaba realmente con vida. Se le ocurrieron varias razones para eso, cada una más improbable que la anterior.

Evan quizás había sido herido en la lucha contra los hombres de Grindelwald o quizás había peleado con el hombre mismo. Entonces él, por alguna extraña razón, se había visto obligado a Aparcerse del lugar hacia alguna locación segura donde esperar mientras sanaba.

Voldemort podía ver los errores con esa idea. ¿Qué razones tendría Evan para dejar Hogsmeade? Su amante había tenido que saber que los Aurores estaban en camino. Quizás había temido que lo mataran antes de que llegaran. Pero había un problema con eso. Voldemort sabía que Evan no había aprendido a Aparecerse. El mago nunca se había tomado el tiempo para que alguien le enseñara.

Y Voldemort no conocía ninguna maldición que demorara tanto tiempo en sanar. A menos que no fuera una maldición si no una poción y alguien había creado una cura sólo recientemente. Pero eso no explicaba por qué Evan no lo había contactado ni una sola vez. Su amante por lo menos debió dejarle saber que estaba vivo aunque no estuviera bien.

Le dolía que Evan no hubiera confiado en él lo suficiente para contactarlo. Para dejarle saber que no estaba muerto. ¿Acaso a Evan le importaba tan poco lo que tenían juntos? lo que Voldemort quería y lo que había soñado tanto desde que se enteró de que su amante estaba muerto.

Dejó escapar una maldición cuando su cajonera explotó. Necesitaba tener su temperamento bajo control antes de destruir toda la mansión. Dudaba mucho que fuera bueno perder a los que estaban dentro de ella; aunque algunos de los mortífagos podían ser reemplazados.

¿Qué sucede, amo?— preguntó Nagini, habiendo despertado por la explosión y levantando la cabeza para mirarlo. Voldemort se obligó a calmarse y acarició a la serpiente en la cabeza.

Parece que debo enviar a los mortífagos a una cacería.

Nagini se enroscó; si la serpiente hubiera podido Voldemort estaba seguro que habría ronroneado.

¿Qué cazaran esta vez?

Sonriendo, Voldemort se levantó de la cama y comenzó a caminar hacia la puerta, sólo para girarse y mirar a la serpiente.

Evan no está muerto como habíamos creído. Haré que me lo traigan. Una vez que este aquí nunca me dejará.

La serpiente siseó.

—No nos dejará; usted no fue el único que sufrió cuando Evan murió.

Voldemort asintió, abriendo la puerta de su baño. Tenía planes por hacer. Y sus mejores planes normalmente ocurrían cuando tomaba un baño.

Sí. Esta vez me asegurare de que no nos deje, aunque tenga que atarlo a la cama.

)00(

Harry salió de la bañera y secó su cuerpo con un movimiento de su mano. No se sentía especialmente limpio después de su visita al callejón sin salida para esconderse de Greyback, pero suponía que no se sentiría mucho mejor. A menos que se sacara toda la piel y la hiciera volver a crecer. Estaba bastante seguro de que debía haber una poción o hechizo para eso. O mejor comenzaba a creer que el baño había logrado quitar el hedor que tenia encima, sin importar lo que le decía su nariz.

Cruzó la habitación mientras se vestía y se sentó en una silla en la pequeña pieza que había rentado. Su túnica ya estaba limpia. Sería inútil bañarse para luego vestirse con ropa sucia.

Aunque estaba el peligro de ser encontrado por los mortífagos de Voldemort, o alguien más que estuviera tras su cabeza, Harry aun estaba en el Callejón Knockturn. Al menos sabía que allí Dumbledore y la Orden del pollo frito no lo encontrarían. Y nadie pensaría que era extraño porque actuaba sospechoso, diablos, era sospechoso que la gente no actuara como si quisiera esconder algo, o huyera de algo.

Había pensado esconderse en el mundo muggle. Nadie iría a buscarlo allí. Pero por lo que había leído en El Profeta, Voldemort estaba atacando muggles diariamente y Dumbledore tenía nacidos muggle en su orden. El riesgo de ser encontrado era tan grande como si se quedara en el mundo mágico. La única diferencia era que en el mundo mágico no se metería en problemas por usar magia enfrente de las personas, a menos que comenzara a usar Imperdonables.

Mirando la mesa y el papel que había puesto allí antes de entrar a bañarse se alistó para trabajar. Tenía varias cosas qué hacer y se maldeciría a sí mismo si no lograba hacer todo antes de morir.

Tomando la pluma y untándola en la tinta Harry comenzó a escribir:

-Visitar a los Dursley.

-Visitar la tumba de mis padres.

-Matar a Dumbledore.

Miró el pergamino, frunciendo el ceño. No parecía mucho, pero sinceramente pensaba que matar a Dumbledore no sería una cosa fácil. Las dos otras cosas sencillamente eran cosas que quería hacer. Quizás estar con Tom había tenido una mayor influencia en él de lo que había pensado. Pero no quería que quedaran libres por lo que habían hecho. Los Dursley sentirían las consecuencias de haber lastimado al hijo y ahijado de los merodeadores. Jamás sabrían qué los golpeó.

Había ubicado a Dumbledore al último de su lista por una razón. Harry dudaba salir con vida después de lidiar con él. Si el Director no lograba matarlo sabía que habrían muchos listos para cobrar venganza. Incluso aunque lograra huir sería perseguido, la luz y la oscuridad estarían tras él y Harry no estaba seguro quién lo atraparía primero. Ellos o la enfermedad. Quizás no lograría ver quien sería.

Se preguntaba por qué nadie lo había llevado nunca a visitar la tumba de sus padres. Harry quería prestarle respeto a sus padres y ver donde estaban enterrados. Él habría pensado que por lo menos Remus lo habría llevado allí. Pero quizás al hombre lobo le había dolido mucho pensar en la muerte de sus amigos. Harry habría estado feliz incluso si Snape se hubiera ofrecido a llevarlo a la tumba de sus padres.

Claro que no tenía idea de donde sus padres estaban enterrados pero suponía que no tendría problemas en averiguarlo. Podría preguntar por ahí si era necesario. Dudaba mucho que las tumbas de los padres del niño-que-vivió fueran difíciles de encontrar.

Con un suspiro se apoyó atrás en la silla. No tenía idea de cómo mataría a Dumbledore. Quizás debería confiar en la famosa suerte Potter. Le había funcionado en todas las ocasiones en las que se había metido en situaciones de vida o muerte, así que no veía por qué no debería funcionar ahora. Por otro lado sería bueno tener una especie de plan para no lanzarse de cabeza al peligro como lo hacía antes. Al ser Evan James había aprendido a pensar antes de actuar, la mayoría de las veces.

La suerte lo metió en el peor tipo de situaciones, pero la suerte también le impidió quemarse.

Mirando por la ventana se preguntó cuánto tiempo le quedaba. Quería todo listo antes de poder descansar en paz, si en realidad había algo así. A él le parecía que el tiempo más pacifico había sido cuando era Evan James y vivía junto a Tom. E incluso entonces siempre había algo que disturbaba su ansiada paz.

Al fin se levantó de la silla, se estiró y luego guardó el papel en su bolsillo. Al parecer tenía más que suficiente qué hacer, así que mejor comenzaba de inmediato.

Dejó la habitación saltando por la ventana como Beleza. Había rentado la habitación hasta el día siguiente, pero no veía razón para quedarse ahora que ya había tomado un baño y estaba limpio. Quería hecho tanto como fuera posible. Como gato no podía correr por el callejón como quería. Ahora que estaba limpio no había nada que alejara a la gente de él. Había sufrido cuando las niñas de Hogwarts lo agarraban. Por lo menos siempre había salido con vida, aunque a veces lo había dudado. Ahora no estaba Tom para salvarlo.

Manteniéndose sobre los techos Harry se movió rápido y con facilidad. No había nada que se interpusiera en su camino, aparte de gatos que de inmediato se hacían a un lado para no pelear con él, por sus tamaños podría creer que algunos tenían sangre de Kneazle en sus venas. No le tomó mucho tiempo alcanzar la seguridad del Callejón Diagon.

Saltó y alcanzó con seguridad en cuatro patas el suelo. Al parecer era verdad que los gatos caían en su patas, la mayoría de las veces. Harry usó un momento para tomar el control de sus extremidades antes de moverse otra vez. Con movimientos que venían por haberlos usado muchas veces antes, evitó las manos que tratan de agarrarlo con facilidad.

Era algo divertido evitar ser atrapado. Era muy similar a las cacerías de Harry, sólo que dudaba que terminara con él siendo golpeado si lo atrapaban.

No entendía por qué nadie pensó en la idea de que pudiera ser un animago. Uno creería que por lo menos la gente pensaría eso. Quizás se volverían locos al pensar que cada animal que veían podía ser un animago. Harry sabía con seguridad que Ron aun no superaba el hecho de que había dormido con un hombre por casi tres años. Por lo menos no la última vez que Harry había hablado con él.

Disminuyendo la velocidad cuando llego al final del callejón, Harry se coló con una pareja de ancianos que al parecer no lo notaron. Cualquier otra persona que lo viera pensaría que era la macota de la pareja y no lo molestarían. Estaba agradecido de haber puesto un hechizo de silencio en la campana alrededor de su cuello o habría llamado la atención más de lo que ya hacía.

Cuando la pareja se dirigió al flú él siguió a un mago solitario que se dirigía a la puerta que guiaba hacia el mundo muggle. Saltó y siguió al mago de cerca para evitar ser pisado por la gente a su alrededor. Harry sabía lo sensible que era su cola y no quería que nadie se la pisara. Con su suerte capaz que se quebraría la cola.

No le tomó mucho tiempo llegar al mundo muggle. Cuando la puerta del Caldero Chorreante se cerró tras él abandonó al mago que había estado siguiendo. Mientras menos tiempo pasara con magos menos riesgo corría de ser encontrado.

Atisbó un rincón para esconderse y después de darse cuenta de que no había nadie alrededor volvió a transformarse en humano. Se miro a sí mismo y frunció el ceño. No podía caminar entre muggles vestido con túnica. El día anterio había sido malo llamar la atención de la forma en que lo había hecho por cómo estaba vestido. Esta vez quería volverse invisible. Mientras menos gente lo notara mejor sería.

Harry pasó su mano sobre su ropa y sonrió cuando su túnica cambió por jeans muggle y una polera verde oscuro. Podía ser un Gryffindor, pero el verde aun era su color favorito. Además, Tom siempre le decía que se veía bien de verde y Harry conocía bien a su antiguo amante para confiar en su palabra. La ropa era un poco apretada para su gusto, pero eran mucho mejor que la ropa usada que había estado obligado a usar durante toda su infancia.

Dejando su escondite comenzó a lamentar haber cambiando su túnica por ropa normal. Comenzó a recibir miradas de chicas y chicos que encontró difícil de ignorar. Harry frunció el ceño, preguntándose por qué le silbaban. ¿No sabían lo molesto que era eso? Meneando la cabeza decidió ignorarlos. No era como si quisiera tener algo que ver con ellos. No, tenía cosas mucho más importantes que hacer.

Alejándose de la multitud se dirigió a calles más vacías. Comenzó a preguntarse lo que supuestamente debía hacer. No tenía dinero muggle así que no podría tomar un taxi o un bus.

…hablando de bus.

Sonriendo Harry levantó su mano, esperando que su idea funcionara. El Autobús Noctámbulo venia cuando uno levantaba la varita. Ojala viniera aunque él ya no tuviera varita. Lo único que tenía que hacer era un poco de luz.

Apuntando hacia el cielo y conteniendo el aliento su dedo comenzó a brillar, inseguro de si funcionaria o no. Por lo menos había tratado. Quizás podía conjurar algo de dinero muggle. Era ilegal pero no impediría que lo intentara. De todas formas las cosas que tenía planeado hacer estaban lejos de ser legales. Podía cerrar los ojos en algo como eso.

El gran autobús rojo, conocido como el Autobús Noctámbulo apareció enfrente de él. Harry metió la mano en su bolsillo como si estuviera guardando su varita. No sería bueno que alguien se enterara que podía hacer magia sin ella. Causaría demasiadas interrogantes y creía que los rumores podrían alcanzar a alguien que a él no le convenía.

—Bienvenido al Autobús Noctámbulo, transporte de emergencia para el mago y la bruja abandonado a su suerte. Mi nombre es Stan Shunpike, ¿y usted es?

—Evan James.

Harry sabía que no era inteligente usar ese nombre pero dudaba que alguien pudiera conectar las pistas y ver que Evan James y Harry Potter eran la misma persona. Pero el riesgo de cometer un error era menor si usaba ese nombre en vez de otro.

—Bienvenido Sr. James. Sólo suba y dígale a Ernie a dónde quiere ir.

Harry subió al bus y saludó con un gesto de la cabeza al conductor.

—Privet Drive número dos… por favor.

Le pasó el dinero y tomó asiento en una de las sillas. Recordando la última vez que había andado en el autobús Harry se sostuvo con fuerza. No tenía deseos de salir volando como lo había hecho en ocasiones anteriores.

El camino a Privet Drive fue corto, o quizás se sintió así sólo por la forma en que Ernie estaba manejando. Sin importar la razón Harry estuvo aliviado de tener ambos pies en el suelo. El bus desapareció después de que bajó pero él no le prestó atención.

Privet Drive lucia igual como lo recordaba. En realidad, Harry no podía recordar que alguna vez hubiera cambiado. Algunas familias se fueron y algunas llegaron pero toda la calle jamás había cambiado. Todas las casas lucían idénticas, y si no hubiera crecido allí no habría sabido a donde ir. Incluso para él las mismas casas aburridas tenían el aspecto de cajas.

Respirando profundamente se dirigió al número cuatro mientras se preguntaba cuál sería la reacción de su familia cuando lo vieran. Dudaba que fuera algo agradable, al menos no para ellos. Él, por otro lado, tendría toda la diversión que quería.

Se paró frente a la puerta y respiró varias veces en un intento de calmarse. Desafortunadamente no pareció funcionar. Miró a la calle y notó que no había nadie a la vista. Era un día cálido que podía ser la razón por la que no había nadie alrededor. Harry suponía que preferirían estar dentro donde estaba fresco o en la playa.

Ahora que lo pensaba él nunca había ido a la playa. Eso era definitivamente algo que tendría que hacer.

Después de hacer sonar el timbre y tocar la puerta Harry esperó. Podía oír movimiento y voces desde adentro de la casa pero la gruesa puerta amortiguaba los sonidos.

Al oír pasos se alejó un poco de la puerta. Quien fuera que abriera la puerta no estaría complacido de verlo. Le molestaba no tener su varita, habría sido una buena manera de asustar a su llamada familia hasta la sumisión.

Para su sorpresa fue Dudley quien abrió la puerta. Al ver que su primo aún era más alto que él Harry frunció el ceño. Por lo menos ahora ya no le temía a su grandote primo.

—No queremos compra na… ¡Se supone que estás muerto!

Harry rió, incapaz de evitarlo y luego trato de asustar al chico.

—¡Buh!

Dudley palideció, más de lo que lo había hecho al ver a Harry. Su primo dejó escapar un grito agudo como de chica y corrió adentro de la casa para esconderse, olvidando completamente cerrar la puerta tras él.

Harry meneó la cabeza.

—En serio Dudley, cualquiera podría entrar si dejas la puerta abierta de esta manera. Creo que tendré que ser un buen primo y cerrar la puerta por ti. Claro que sólo después de entrar.

Mirando alrededor para asegurase que nadie había oído el grito de Dudley, Harry entró a la casa y cerró la puerta silenciosamente tras él. Luego levantó una protección que haría imposible para los curiosos ver lo que estaba sucediendo en la casa y prevendría la salida de cualquier sonido. No necesitaba que la Sra. Figg corriera donde Dumbledore y le dijera al viejo lo que estaba sucediendo. Lidiaría con Dumbledore cuando encontrara que el tiempo era el apropiado y no un momento antes.

El auto estaba afuera, eso significaba que su tío estaba en casa. Por lo menos no tendría que esperar a que el hombre llegara del trabajo. No se preocupó por su tía Petunia, la mujer raramente dejaba la casa, y nunca cuando su Dudders estaba en ella. El mundo se acabaría si ella no estaba disponible cuando su hijo tenía hambre.

Siguiendo el sonido de la voz de Dudley, Harry encontró a los tres miembros de la familia reunidos en la sala. Aunque habían pasado cuatro años desde la última vez que los habíha visto, los Dursley no habían cambiado mucho. Vernon y Dudley habían engordado, al parecer la dieta de Dudley no estaba funcionando, y el cabello de la tía Petunia parecía algo extraño. Harry supuso que había comenzado a teñirse el cabello para esconder las canas.

Luego se dio cuenta de que sólo un año había pasado en realidad. Ese asunto del viaje en el tiempo lo había confundido más de lo normal. Él había cambiado más de lo que ninguno de ellos lo había hecho. Sería una sorpresa que lo reconocieran; había sido un gran shock que Dudley hubiera descubierto quien era. Quizás su primo era más inteligente de lo que pensaba.

El tío Vernon fue el primero en notar la presencia de Harry, quizás porque Dudley estaba presa del pánico y Petunia estaba tratando de calmar a su hijo.

—¿Quién eres? ¿Qué estás haciendo en mi casa y qué le hiciste a mi hijo? ¿Eres uno de esos asquerosos fenómenos?

Harry levantó una ceja sin impresionarse por los reclamos de su tío. Después de haber batallado señores oscuros y otras cosas le era difícil sentir miedo por su tío muggle.

—¿Ya te has olvidado de mí? Querido Vernon, me lastimas, justo aquí—. Harry puso una mano sobre su corazón y trato de no reír ante la expresión de su tío—. Y sobre cómo entre: el zoquete gordo de tu hijo olvido cerrar la puerta así que simplemente decidí entrar.

Vernon fue más rápido de lo que Harry habría creído que un hombre gordo podía ser. Antes de que tuviera tiempo de reaccionar su tío se levanto del sofá y lo golpeó directo en el rostro. Hubo suficiente fuerza en el golpe para enviarlo volando hasta la pared. Cuando Harry cayó al piso sintió sangre correr por su rostro y no podía respirar por su nariz. Probablemente estaba rota pero tendría que encargarse de eso después.

La rabia reemplazó la sorpresa de haber sido golpeado y Harry se levantó del piso.

—¿Sabes, Vernon?, en realidad había considerado dejarte vivir ya que eres familia pero tu reacción me ha hecho cambiar de planes.

Vernon palideció y se alejó de Harry, mirándolo como si no creyera lo que veían sus ojos.

—Tú...pero...tú...el viejo fenómeno… tú…muerto."

Sintiendo rabia Harry caminó hacia su tío.

—No deberías creer todo lo que te dice Dumbledore, tío. Confía en mí; aprendí eso de la manera difícil.

Vernon salió del aturdimiento en el que había estado.

—No importa lo que dijo el viejo loco. No puedes usar tu varita sin que te expulsen de esa extraña escuela. No eres nada más que un fenómeno débil.

Harry interrumpió a su tío con una carcajada.

—¿No lo entiendes? Dumbledore trató de matarme y falló. No volveré a Hogwarts así que no importa si me expulsan o no. Ellos ya creen que estoy muerto. ¿Y sabes que es lo mejor de todo eso?—. Harry sonrió mientras sus familiares se ponían más pálidos con cada palabra—: El ministerio no puede rastrear magia sin varita, que es algo en lo que me he puesto muy bueno desde que desaparecí, aunque lo diga yo mismo.

Como prueba Harry sanó su nariz rota con un movimiento de su mano. Dejó la sangre, gustándole el efecto que tenía en sus familiares.

—Ahora escucha bien, te recibimos por la bondad de nuestros corazones, te vestimos y te alimentamos…

Tío Vernon fue interrumpido por la mirada de odio de Harry.

—¿Bondad de su corazón? ¿Vestirme? ¿Alimentarme? Querido tío, creo que es tiempo de que le des una mirada al mundo real. No es bueno para ti que vivas en un mundo de fantasía.

Harry miró con interés cómo el rostro de su tío se ponía rojo y luego purpura, una clara señal de la rabia que estaba inundando al hombre. Hubo un tiempo en el que Harry habría quedado reducido a un bulto en el suelo, temblando de miedo por lo que vendría. Pero aunque ahora sentía un breve cosquilleo de miedo no era para nada como había sido antes.

Asegurándose de que todos verían lo que haría levantó una mano. Sabía que podía hacer magia sin mover las manos pero debido a que sus familiares están presentes decidió hacerlo así para que vieran.

—Desde el día en que me dejaron en su puerta no tuve nada que pudiera llamar mío. Me dieron la ropa usada de Dudley, la que me hacia lucir como un niño de la calle. Recibí las sobras que ustedes no comían. Dormí en la alacena por diez años. Así que por favor díganme: ¿Cómo se hicieron cargo de mí? Me habría ido mejor en un orfanato.

Respiró profundamente para tratar de calmarse aunque al parecer no funcionó

. "Cuando era un niño soñaba en cómo sería ser parte de una familia. Mi deseo más grande era que ustedes me dejaran ser parte de esta familia, pero eso nunca sucedió—sonrió con tristeza—. Pero encontré mi propia familia, una que me amaba por lo que era y no le importaban los títulos. Él me amaba y yo lo amaba.

—Eso prueba lo que acabo de decir. Dos tipos juntos es algo anormal.

—¡Estúpido muggle!, ¿Cómo te atreves? Tom era perfecto, no había nada anormal en él.

La televisión explotó, Dudley gritó de medio, y Harry respiró varias veces para controlar sus sentimientos. Sintiéndose ligeramente mejor caminó hacia su tío, mientras su mano comenzaba a brillar roja.

—¿Sabes lo que es más maravilloso de ser un mago? Hay tantas maldiciones y hechizos diferentes que puedo usar en ti y los muggle jamás tendrán idea de lo que te sucedió.

Sin querer escuchar más de lo que tenía que decir el hombre, Harry puso una barrera de silencio alrededor. Al mismo tiempo aturdió a su tío para que no tuviera oportunidad de atacarlo cuando su atención estuviera en otra parte. Vio el miedo en los ojos de los tres muggles y suspiró. No comprendía cómo Voldemort podía sin problemas torturar muggles. Quizás podría preguntarle si actualmente se encontraba con el Señor Oscuro.

Harry meneó la cabeza enfocándose en las personas enfrente de él y miró a su tío, que lo observaba con grandes ojos asustados, incapaz de moverse del piso donde yacía.

—Entonces, ¿qué hay de nuevo, gran D?

Su primo gimió, tratando de esconderse tras su madre. Si no hubiera sido por la seriedad del asunto Harry habría reído. Dudley jamás sería capaz de esconderse tras la tía Petunia. La mujer era demasiado delgada y el chico demasiado gordo para eso.

Levantó su mano, listo para lanzar otra maldición, cuando se quedó helado. Tía Petunia estaba parada entre él y Dudley de la misma manera en que posiblemente su madre lo había estado cuando Voldemort había ido a matarlo. Sintiendo un nudo en su garganta Harry tragó varias veces pero eso no pareció ayudar.

—Por favor hazte a un lado, lidiaré contigo después.

Petunia negó con la cabeza; sus ojos brillaban por las lágrimas aunque estaba haciendo todo lo posible por contenerlas.

—No por favor, a mi Dudley no. Harry, te lo ruego. Hazme lo que quieras a mí pero por favor deja en paz a Dudley. Es solo un niño.

—¿Y yo qué? Tú y Vernon no mostraron piedad cuando me pusieron en la alacena. ¿Y cuando Vernon me golpeaba por cosas que no tenían nada que ver conmigo? No trataste de ayudarme entonces. En vez de eso simplemente mirabas. Así que, tía, ¿por qué tengo que mostrarte piedad?

La voz de Harry era fría como el hielo pero estaba verdaderamente interesado. Quería oír con qué clase de excusas saldría su tía.

—Vernon siempre ha sido violento. Lilly tuvo suerte. Ella fue a Hogwarts, consiguió toda la atención de nuestros padres y se casó con un lord. Yo no era tan linda como ella, así que tuve que tomar lo que pude. Vernon estaba dispuesto a ignorar mi apariencia mientras fuera capaz de hacer todo lo que una esposa debe hacer—. Petunia miró al aun silencioso e inmóvil Vernon antes de volver su atención a Harry— ¿Con quién crees que se desquitaba Vernon cuando estabas en esa escuela? Te protegí de lo peor de su ira. No dejé que ninguno de ustedes viera lo que me hacia tras la puerta de nuestro dormitorio. Tu vida habría sido mucho peor si yo no hubiera interferido distrayendo su rabia contra ti. Pero no podía hacer demasiado. Tenía que protegerlos a ambos de su rabia y Dudley es mi hijo.

Harry se mordió el labio inferior, vacilando. Lo que su tía decía podía ser cierto. Hubo días en que ella usaba más maquillaje de lo normal, o cuando usaba mangas largas aun cuando hacía calor. Y suponía que podía entender por qué escogería a Dudley en vez de a él. Después de todo Dudley era su hijo mientras que él era una carga no deseada en sus ojos.

—Lo entiendo—. Tía Petunia y Dudley parecían aliviados—. Pero no significa que estoy dispuesto a perdonarte o dejarte ir sin castigo. Hubo muchas maneras en que pudiste detener todo esto. Y ninguno de los dos tenía que tratarme como lo hicieron cuando Vernon no estaba en casa. Por lo tanto, no están exentos de culpa por cómo fue mi vida.

Harry levantó su mano y envió una maldición dorada a su tía y primo. Cuando la maldición los alcanzó y nada sucedió Petunia lo miró, preguntándole en silencio lo que les había hecho.

—Por un año ustedes sentirán lo que yo sentí en esta casa. Sin importar lo que coman, tendrán hambre. Sin importar lo que hagan, y sin importar a que doctor vean, sentirán dolor. No se preocupen, no habrán huesos rotos, aunque desearan que los hubieran. Ambos estarán cansados y sentirán miedo. Cuando el año acabe, espero hayan aprendido su lección.

Levantó la barrera de silencio de Vernon, que por suerte se mantuvo callado. Harry arrugó la nariz, al parecer Vernon había perdido el control de su vejiga antes que él lo aturdiera. Este hombre ya no era a quien había temido la mayor parte de su vida.

—Tengo planeado un castigo especial para ti, Vernon. Tía Petunia, quizás querrás contactar a Marge después de que termine con él. Estoy seguro de que ella sabrá qué hacer con un bastardo como él. Después de todo, ella hablaba mucho sobre lo que le hace a los perros con mala sangre.

Con eso Harry lanzó un hechizo azul a su tío, mirando cómo su verdugo de la infancia comenzaba a retorcerse y girar mientras el gordo cuerpo comenzaba a encogerse y cambiar. En cosa de minutos un perro grande y fornido con pelaje negro, casi sin cuello y con ojos pequeños estuvo donde antes se encontraba Vernon.

Harry se alejó del perro y se dirigió a la puerta.

—Ya que ustedes son familia les sugiero que se muden del país. El mundo mágico está en guerra y dudo mucho que pase mucho tiempo antes de que ustedes, los muggles, sientan las consecuencias. Al mudarse prolongaran su tiempo de vida, aunque sea un poco.

No se quedó para oír sus respuestas, pero los gritos de su tía siguieron a Harry hasta que salió de la casa. Tenía que marcharse antes que la Sra. Figg averiguara qué sucedía.

En vez de llamar al Autobús Noctámbulo Harry lentamente caminó por Privet Drive, que había sido su hogar por tantos años. Quería echarle una última mirada al lugar que contenía tantas memorias antes de marcharse por última vez. No planeaba regresar si podía evitarlo.

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