Capítulo 28


Capítulo 28

Al sentir el suelo bajo sus pies estremecerse, Harry se tensó en la silla. Su cabeza al fin estaba bien y se sentía normal después de haber consumido el antídoto. Su creencia de que el Veritaserum era similar a la maldición Imperio y por ende debería haber sido capaz de vencer sus efectos no había resultado cierta. La poción no lo había obligado a hacer nada como la maldición Imperio lo habría hecho. En lugar de ello Harry sólo había sido sentido apatía. Un par de veces sintió una oleada de emociones, que lo había animado a hablar más de la respuesta necesaria que solicitaba la pregunta.

Otro temblor recorrió el lugar y los ojos de Harry se abrieron mientras buscaba a Lucius entre la gente levantada, esperando que lord Malfoy pudiera decirle qué estaba sucediendo. Las comisuras de la boca de Lucius se torcieron ligeramente, como si estuviera conteniendo una sonrisa. Los ojos de Harry se dirigieron a la mano derecha del hombre que ahora sostenía una varita familiar, aunque al parecer nadie más la había notado y los ojos de Harry se abrieron aun más en comprensión.

Al parecer Voldemort había decidido que era su turno de jugar al héroe por un día.

—Auror, escolte al prisionero Potter al punto de aparición y llévelo a Azkaban. Sea lo que sea lo que esté ocurriendo no podemos arriesgarnos a que el prisionero escape— ordenó Dumbledore, tomando efectivamente el rol de líder en medio del pánico.

Al ver que el Auror iba a seguir las órdenes Harry decidió que era tiempo de actuar. No permitiría que se lo llevaran a Azkaban, el lugar que había arruinado la vida de su padrino por doce años.

Sin pensarlo dos veces envió magia a través de sus brazos y se liberó de la silla. Un cosquilleo desagradable se esparció por sus brazos ante tal acción y los sacudió para deshacerse de la sensación molesta.

Mirando hacia arriba se encontró con los ojos del Auror. Al parecer el Auror quedó choqueado por sus acciones y estaba temporalmente inmóvil.

—¿Qué puedo decir? ¿Magia?

Avanzando Harry puso sus manos en el pecho del hombre y lo arrojó hacia la pared. El hombre cayó al suelo y no se levantó. Era venganza por haberlo picado con la varita y por molestarlo más que nada.

Mirando alrededor Harry se dio cuenta de que Fudge y Dumbledore habían desaparecido de la habitación mientras estaba distraído. Percy Weasley yacía en el suelo con los ojos cerrados y un hilo de sangre corría de la boca del pelirrojo. Harry no sabía si Weasley estaba muerto o no pero no le importaba. Sólo esperaba que los gemelos no tropezaran con el cuerpo.

Lucius estaba ocupando peleando con Nott. Decidiendo que el rubio lo hacía bien por su cuenta Harry giró su atención a la única bruja del lugar.

Amelia Bones lucía relativamente ilesa cosa que sorprendió a Harry. Suponía que Lucius había sido distraído por Nott antes de poder encargarse de la bruja.

Harry observó la varita que lo apuntaba. Hubo una vez una época en que se habría sentido vulnerable en una situación como esta. Pero había sido cuando aún era un inocente Gryffindor que creía cada palabra de Dumbledore como si las dijera el mismísimo Merlín.

En vez de atacarla como había hecho con el Auror, Harry se quedó quieto y miró a la bruja con atención. Ladeando la cabeza y entrecerrando los ojos podía ver las similitudes entre la mujer y Susan Bones que había estado en su año. Aparte de su cuarto año la niña había sido amable.

—Si se apresura tiene la oportunidad de escapar.

—¿A qué está jugando, Sr. Potter?

Harry negó con la cabeza ante la pregunta de la bruja.

—No tengo nada en contra suya y si mal no recuerdo usted es la única familia con vida que le queda a Susan. Así que si se apresura creo que aun puede escapar—. La bruja entrecerró los ojos aunque bajo la varita un poco—. No espere mucho, Madame Bones. Le puedo asegurar que mis compañeros no vacilarán en matarla. Cuando salga le recomiendo que busque a su sobrina. Si cree que no puede aceptar el régimen de Voldemort sería una buena idea que deje el país. E oído que Francia es muy bonita en esta época del año.

La bruja asintió antes de darse la vuelta apresurándose hacia una puerta que Harry no había visto antes. ¿Quizás Dumbledore había desaparecido a través de una similar?

—¿Te das cuenta de que hay muchas posibilidades de que ella le avise a alguien lo que está sucediendo?

Harry se estremeció al oír la voz detrás de él antes de girarse a ver a Lucius. El rubio tenía gotas de sangre en su cara y en la túnica, pero no lucía lastimado. Mirando alrededor del lord Malfoy, Harry vio lo que suponía era el cuerpo de Nott. Estaba reducido a una pila de cenizas humeantes.

—¿Por qué la dejaste ir?

—Sé cómo es estar solo y créeme, no es algo que le deseo a alguien, no si puedo evitarlo.

Lucius lo miró por un largo minuto inclinando la cabeza en aceptación.

—Está bien, esperemos que tus acciones no regresen para mordernos en el culo.

Harry lo miró con la boca abierta.

—Dijiste una palabrota.

Lord Malfoy levantó una ceja ante su comentario.

—Al parecer tu encarcelamiento ha limitado tu audición. Te sugiero que dejes que mi esposa o Severus te echen una mirada para asegurarnos que no hay daño real.

Parpadeando varias veces Harry tuvo que correr para alcanzar a Lucius, que ya se acercaba a las puertas dobles.

—Sabes, cuando hablas así uno podría casi adivinar que eres familiar de Mortimus.

Lucius se puso teso por un momento antes de continuar hacia la puerta.

—Por supuesto, Evan, él era mi abuelo después de todo y aun vivía cuando yo era joven.

Harry sonrió. Era bueno saber que aunque actuaran como unos tiesos Mortimus aun había logrado influenciar a sus descendientes. En silencio se preguntó qué sucedería con el mundo mágico si pudieran ver este lado de la familia Malfoy. Quizás entonces no tendrían que pelear. Los del otro lado se desmayarían de la impresión y podrían encerrarlos antes que alguien saliera lastimado.

Aunque la idea era tentadora Harry sabía que no sucedería. Dudaba mucho poder convencer a Draco y Lucius de hacer tal cosa. De acuerdo a ellos los Malfoy no perdían sus máscaras en público.

—¡Apúrate, Evan!

Harry rodó los ojos ante el tono de mando pero hizo lo ordenado. Como visitante frecuente confiaba en que Lucius fuera capaz de navegar sin problemas en este lugar. Sin él era muy probable que Harry se perdiera completamente.

Haciendo una meuca al pensar en vagar por los pasillo del ministerio para siempre Harry envío su magia hacia adelante e hizo explotar las puertas dobles hasta sacarlas de sus goznes.

—Knock, knock.

—Evan, parece que tenemos que trabajar en tus modales. Normalmente uno golpea a la puerta antes de pasar a través de ella. Claro que es más normal abrir la puerta que hacerla volar en pedazos.

Harry se encogió de hombros.

—Bueno, la normalidad está sobrevalorada y créeme, Voldemort intentó por años enseñarme modales. ¿Qué te hace creer que puedes lograrlo cuando él fallo?— preguntó mientras admiraba la abolladura que la puerta había hecho en la pared en el lado opuesto del corredor. No había sido su intención poner tanto poder en la explosión.

Giró la cabeza en la dirección de donde podía oír pasos que corrían y gritos. Suponía que la gente o intentaba entrar a la pelea o huir de ella. Duda mucho que los mortífagos o sus aliados hubieran podido llegar tan lejos con tanta rapidez. Aunque para oír los ruidos de pelea debían estar muy cerca o algo grande sucedía.

Lo sacó de sus pensamientos una suave mano que se posó en su hombro. Ladeando la cabeza sus ojos se encontraron con los ojos grises de Lucius.

—¿Estás listo?

—Sólo guía el camino, Lucius.

—Mientras te asegures de mantener el paso.

Asintiendo Harry dejó que Lucius lo guiara. Era en momentos como estos que deseaba poder usar el Mapa del Merodeador en otros lados aparte de Hogwarts. Les daría una ventaja el saber cuánta gente había antes de que ellos doblaran una esquina. Al parecer la mayoría de las personas ya había captado lo que sucedía y habían decidido que una vez un mortífago siempre un mortífago. Y ya que Harry estaba siguiendo a Lucius Malfoy tenía que ser tan malvado como el lord sangrepura.

Encargándose de la quinta persona Harry gruñó molesto, ignorando la mirada desaprobadora que Lucius le envió debido al ruido.

—No estamos yendo a ninguna parte. Si continuamos así corremos el riesgo de ser atrapados antes que lleguemos donde los demás— dijo, limpiándose el sudor de la frente.

—Evan, si tienes algún método que pueda alertarnos si alguien está enfrente de nosotros, eres bienvenido a usarlo. Pero el ministerio tiene protecciones alrededor de todo el lugar para evitar que las personas puedan escuchar conversaciones aquí.

Las palabras murieron en la boca de Lucius cuando de repente vio a Harry con dos orejas felinas encima de su cabeza.

—Bueno, supongo que eso podría funcionar.

—Vamos. Puedo oír pasos que corren tras nosotros y dudo mucho que sea con buenas intenciones.

Al avanzar por los casi desiertos pasillos Harry no pudo evitar comparar esto al ataque de Hogsmeade. Por Salazar, incluso tenía las orejas de gato como en esa ocasión. Y como la última vez Harry estaba consciente del hecho de que Voldemort estaba en algún lugar dentro de este caos, luchando contra alguien.

Y sin embargo, muchas cosas se diferenciaban de la última vez. Él y Voldemort eran más fuertes y estaban mejor preparados ya que este ataque había estado planeado. Además esta vez tenían varios aliados de su parte. Harry podría decir que tenían buenas oportunidades de ganar pero hasta ver cómo iba la batalla esperaría para la conclusión final.

Ambos magos se detuvieron cuando llegaron a una sala que Harry reconoció. La puerta del elevador en el que había llegado estaba abierta y estaba vacío. Al parecer nadie había pensado en usarlo.

—Vamos.

Harry estaba medio dentro del elevador cuando una mano lo agarró del cuello de la camisa y lo sacó fuera del elevador.

—¿Qué estás haciendo? Si esto es sobre los Malfoy siempre entrando primero, no tenemos tiempos para tales cosas.

—¿Te das cuenta de que hay una razón por la que el elevador aún está aquí?

Harry ladeó la cabeza y frunció el ceño. Miró de Lucius al elevador, intentando comprender que quería decir el lord Malfoy. A él le parecía inofensivo pero por la manera en que Lucius había dicho suponía que había una buena razón tras eso.

Viendo que Harry no comprendía Lucius suspiró y comenzó a explicar.

—En caso de que algo sucediera quedaríamos atrapados en el elevador sin medios de escape. Además quienes estén en los niveles superiores con facilidad escucharían nuestra llegada.

Ahora que Lucius lo decía, en realidad sonaba bastante lógico.

—Bueno, Einstein, ¿entonces cómo subiremos? No tengo intenciones de esperar aquí mientras los demás pelean.

—Ya que no reconozco el nombre supongo que me has comparado con un muggle cosa que no aprecio.

—Tonto Malfoy, Einstein fue un genio que vivió en tiempos de Hitler… lo siento, en tiempos de Grindelwald.

—El hecho de que no me importen mucho los muggles no significa que no sé historia muggle, él era de Suiza.

Harry negó con la cabeza y miró hacia el cielo, como pidiendo ayuda superior. ¿Porque tenía él que lidiar con la falta de conocimiento de Lucius del mundo muggle? Si hubieran estado en otra situación Harry con mucho gusto pudo haber comenzado explicando cómo realmente era. Suponía que así era como Hermione se había sentido en el pasado cuando había tenido que lidiar con él y Ron.

—Y preguntaré otra vez, ¿cómo vamos a subir si no podemos ocupar el elevador?

—Tomaremos las escaleras, por supuesto.

Harry miró al mago y parpadeó lentamente antes de mirar a su alrededor, sus ojos buscando.

—¿Qué escaleras?

—Esas que se usaban antes de que construyeran los elevadores.

Harry sentía como si de algún modo un enano se hubiera colado en su cabeza y hubiera comenzado a golpear dentro de su cerebro con un martillo.

—Lucius, creo que podrías estar sufriendo de endogamia por ser tan sangre pura. Porque sin importar a donde mire no veo escaleras.

—Eso es porque están escondidas.

Las orejas de Harry se removieron por la molestia.

—¿Entonces no sería una buena idea encontrarlas para que nos unamos a los demás? No por estresarte o algo así pero déjame informarte que aquellos que venían tras nosotros se están acercando y dudo que tengan intenciones amigables.

Lord Malfoy asintió secamente y marchó hacia la pared más lejana. Harry lo siguió, maldiciendo el hecho de que las piernas de Lucius fueran más largas que las suyas y por eso casi tenía que correr para no quedarse atrás.

Lucius pasó a través de la pared y Harry después de figurar que probablemente funcionaba de la misma manera que la plataforma 9 ¾ siguió al hombre. Habiendo visto las escaleras en Hogwarts Harry no se sintió impresionado al cruzar la barrera. Mientras que las escaleras en la escuela mágica eran amplias y derechas, esta escalera era estrecha y torcida. Cuando Harry tiró su cabeza hacia atrás para mirar hacia arriba estas parecían seguir hasta el infinito.

—Sígueme.

Moviendo su cabeza en dirección de la voz Harry se dio cuenta que Lucius ya había comenzado a subir las escaleras, sin molestarse en esperarlo. Frunciendo el ceño Harry tuvo que correr para alcanzar al mago mayor. No tenía intenciones de que lo dejaran atrás. Necesitaba que Lucius lo sacara de este lugar. Abandonado a su suerte y con su sentido de la orientación Harry estaba seguro de terminar completamente perdido.

Al subir las escaleras el aire entre ellos se puso tenso mientras avanzaban sin encontrarse a nadie en el camino. Todos los sonidos de la pelea que ambos sabían debían estar ocurriendo habían desaparecido y de no ser por los temblores que recorrían las paredes y el piso Harry habría pensado que todo estaba perfectamente normal. Claro, ¿había algo completamente normal en el mundo mágico?

Ya que era quién tenía mejor audición Harry comenzó a caminar adelante. Sus orejas de gato apuntaban hacia adelante, intentando captar cualquier pequeño sonido que los alertara de que alguien estaba al acecho frente a ellos. Tras él podía oír a Lucius respirando más pesadamente de lo normal. Parecía que incluso un Malfoy era afectado por subir tanto malditos peldaños.

De repente Harry se detuvo y Lucius se detuvo a menos de una pulgada de él. Harry podía sentir el calor irradiando del otro mago. Sus orejas se movían de un lado al otro mientras intentaba localizar el sonido que había notado.

Harry estornudó varias veces antes de entrecerrar los ojos y mirar hacia arriba. Ojos verdes se abrieron cuando vio las grietas en las escaleras por encima de ellos. Comenzó como una delicada red pero se esparcía con rapidez. Al parecer había encontrado la fuente del sonido.

Se quedó helado y observó las escaleras de piedra sobre ellos mientras las grietas se extendían. No reaccionó cuando una explosión sonó sobre ellos y aceleró el proceso de destrucción de las escaleras. Escombros cayeron hacia ellos y Harry sabía que sería enterrado si no se movía. Y aun así fue incapaz de hacer que sus pies se movieran. Era como si hubiera perdido todo el control sobre su cuerpo y sólo podía ver lo que sin duda se convertiría en su muerte.

Algo lo golpeó desde atrás enviando a Harry volando hacia arriba. Dejó escapar un grito de sorpresa mientras estiraba sus brazos parar contener su caída. Hizo una mueca al aterrizar sobre unos peldaños, sabiendo que dejarían una marca. Gritó de dolor cuando sus moretones entraron en contacto con los escalones. Al menos sus costillas ya estaban sanas. Harry estaba seguro de eso o si no estaría en mucho más dolor ahora.

Se quedó quieto intentando calmar su respiración. Parecía que su corazón quisiera arrancarse de su pecho por la manera en que estaba latiendo. Oyendo un sonido de dolor tras él Harry se dio la vuelta con cuidado para revisar cuánto daño habían sufrido las escaleras. Sus ojos se abrieron cuando notó que gran parte de las escaleras sobre él habían desaparecido. Habían parecido mucho menos cuando las piedras se dirigían hacia él para aplastarlo.

El sonido de dolor se escuchó otra vez y los ojos de Harry se dirigieron a la escalera bajo él, donde había estado parado sólo un momento antes.

Lucius yacía boca abajo sobre los peldaños. El cabello del rubio estaba alborotado y lleno de polvo por los escombros que habían caído. La mirada de Harry se dirigió hacia abajo, intentando averiguar si Lucius estaba herido. Algo tenía que causar que el lord Malfoy produjera tal sonido.

La expresión de Harry se volvió sombría al ver la pierna de Lucius. La mayor parte de ella estaba atrapada bajo los escombros y aunque Harry no podía ver lo mal que estaba suponía que no era nada bueno.

—Rubio idiota, ¿por qué hiciste eso?

Lucius demostró que aun estaba consciente levantando la cabeza ante las palabras de Harry.

—No podía quedarme parado y ver cómo te aplastaban las piedras. Nuestro lord me mataría si algo te sucede bajo mi cuidado. Además no es algo bueno pasar mucho tiempo con Gryffindors. Su comportamiento descerebrado parece ser contagioso.

Lucius dejó escapar una risa, que se convirtió en tos cuando el polvo entró a los pulmones del hombre.

—Tómalo con calma, Lucius, trataré de liberarte.

Harry fulminó con la mirada los escombros e iba a hacer un intento cuando sintió un jalón en sus pantalones.

—No pierdas tiempo, Evan, es más importante encontrar a nuestro lord.

Rodando los ojos ante las palabras del rubio Harry respondió:

—Al parecer has olvidado algo de nosotros los Gryffindors. Somos testarudos y si tenemos una idea nada nos hace cambiar de parecer.

Harry ignoró la sangre que salía de donde debía estar la pierna de Lucius. No necesitaba pensar en eso ahora, sólo lo distraería de su tarea. En vez de eso se enfocó en su magia y la dejó salir por sus manos, rodeando los escombros y obligándolos a hacerse a un lado. El sudor corría por su frente y cuello. Era la primera vez que Harry intentaba levantar algo tan pesado. Con protecciones él podía estirar su magia, porque no había nada más que magia y aire. Aquí tenía que levantar algo que pesaba muchísimo más que el aire.

Apenas los escombros estuvieron lo suficientemente altos en el aire, Harry los hizo volar a un lado, sin importarle qué podía golpear. Tenía cosas mucho más importantes de las que preocuparse en ese momento.

Ahora que la pierna de Lucius estaba libre Harry pudo ver cuánto daño había recibido. La pierna lucía plana, a falta de mejores palabras. Harry suponía que así luciría un panqueque si estuviera hecho de carne. Así que se sorprendió de que los ruidos de dolor de Lucius hubieran sido esos pequeños quejidos que había oído antes

Mirando al lord Malfoy, Harry llegó a una conclusión.

—¿Hay alguien en la mansión Malfoy?

—Un equipo de magos entrenados que están listos para atender a todos los lesionados cuando termine la pelea, ¿por qué?

—Me voy a asegurar de que llegues dónde ellos. Quizás tengamos suerte y puedan hacer algo por esa pierna.

Por primera vez Lucius miró a su pierna y Harry vio como se ponía más pálido de lo que ya estaba.

—¿Qué estás planeando?

—Soy un hacedor de protecciones y también estoy conectado a las protecciones de la Mansión Malfoy. No debería ser muy difícil para mí mandarte a la Mansión Malfoy donde estarás seguro.

—Evan, si estás pensando en lo que creo que estás…

Las protestas murieron cuando Harry alcanzó con su magia las protecciones que rodeaban el ministerio. Sintió magia antigua aunque suponía que la magia que rodeaba a Gringotts y a Hogwarts era mucho más antigua. Pese al hecho de trabajar junto a los goblins Harry nunca había tenido la oportunidad de poder echarle una ojeada a las protecciones que rodeaban el banco mágico. Harry sólo sabía que magia muy antigua estaba involucrada en las protecciones y a las que estaba conectado ahora no eran nada comparadas a esas. Imaginando su magia como dos grandes manos Harry las usó para crear un agujero lo suficientemente grande para que pasara Lucius y envió al lord Malfoy hacia la Mansión Malfoy con un pop. Respirando pesadamente Harry se dejó caer contra las escaleras, tratando de despejar los puntos negros frente a sus ojos. Lentamente se puso de pie, apoyándose en la baranda.

Sintiendo algo húmedo en sus labios Harry levantó su mano y la llevó a su labio superior. Retirando la mano Harry observó la sangre que salía de su nariz. Al parecer había sido más difícil levantar las protecciones alrededor del ministerio de lo que había pensado.

Lentamente Harry se dio la vuelta y comenzó a subir las escaleras. Quien fuera que había destruido las escaleras quizás aun podía estar por allí y cuando lo pillara lamentaría lo que le había hecho a Lucius aunque no hubiera sido con intención. Necesitaría una cuchara oxidada, algo de mermelada y tres ratones blancos.

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Esto era lo que había soñado desde que había sido estudiante en Hogwarts. Al principio sólo había querido cambiar el mundo, volverlo algo mejor para que los mestizos y nacidos muggle de verdad pudieran ser parte del mundo al que pertenecían. Después de la supuesta muerte de Evan se había dado cuenta que necesitaría métodos muchos más destructivos si quería cambiar el mundo en el que vivían.

Voldemort estaba parado cerca de la chimenea por la que había arribado, viendo la pelea pasar en frente y alrededor de él. Cuando atacaron la gente había estado demasiado choqueada para reaccionar. Vivían en sus propias burbujas y ahora que las había reventado no tenían idea de que hacer. Los primeros de salir del shock fueron los aurores, cosa que no fue sorpresa porque ellos estaban entrenados para enfrentarse a situaciones como ésta.

Parecía que la gente estaba dividida entre correr o defenderse a ellos y los demás. A Voldemort no le importaba. Lidiaría con esos que huyeran si querían revelarse en otra ocasión. Hoy era el día en que caería el ministerio y un nuevo régimen comenzaría. Y aquello que se habían atrevido a poner siquiera un dedo sobre su amante pagaría el precio por sus acciones.

Voldemort sabía que su amante y Lucius estarían en los niveles bajo ellos. Junto a ellos también estarían Dumbledore y Fudge además de otras dos personas más destinadas a morir hoy. No temía nada de Fudge. El ministro de magia probablemente encontraría un lugar donde esconderse bajo el escritorio de alguien en vez de pelear por su gente, no causaría daño.

Era Dumbledore quien era el verdadero problema. Voldemort no tenía garantías de que el director de Hogwarts no intentaría algo mientras él y Evan estaban separados. Pero sabía que no había nada que pudiera hacer al respecto. Sólo podía esperar que Evan aguantara hasta que lo encontrara.

Sintiendo un nuevo temblor recorrer el edificio Voldemort sonrió de medio lado y comenzó a caminar entre los magos y brujas que luchaban.

Levantando su varita Voldemort envío maldición tras maldición a sus enemigos, sonriendo mientras caían. Pese a lo mucho que odiaba admitirlo, ahora no era el momento para alargar sus torturas o dejarlos con vida para que pudieran atacarlo en otra ocasión. Dejar a un enemigo vivo y luego darle la espalda era lo mismo que pedirle que lo matara. No era un riesgo que estaba dispuesto a correr, no que creyera que pudieran tener éxito pero no había llegado tan lejos para ser eliminado por un simple error. Además, estaba seguro de que habría mucha gente que podría torturar después.

Voldemort lanzaba los Avada Kedavra alrededor de él como dulces, encargándose con rapidez de un grupo de aurores que estaban de espaldas a él. Había avanzado incluso antes de que sus cuerpos cayeran al suelo. Se hizo a un lado de una maldición enviada en su dirección antes de volver a quien la había lanzado en piedra y hacer que la estatua explotara en mil pedazos. Sus ojos rojos recorrieron a la gente que peleaba, intentando localizar familiares ojos verdes y una cicatriz en forma de rayo.

Aunque le resultaba dudoso Voldemort no podía evitar buscar a su amante entre la gente que luchaba. Era muy probable que Evan aun estuviera en los niveles inferiores. Lucius había recibido órdenes de asegurarse de que Evan se encontrara con ellos pero podían haberse retrasado. Por aurores, asustada gente del ministerio, o en el peor caso, Albus Dumbledore.

Pese al hecho de que había recuperado su juventud Voldemort sabía que no tomaría tiempo para que lo reconocieran. Después de todo no estaba usando máscara y no había manera que pasara como un empleado del ministerio. Aunque no fuera nada más sus ojos rojos lo delatarían. Normalmente la gente no le prestaba mucha atención al color de ojos de una persona pero Voldemort sabía que los suyos eran inusuales. Y a menudo la gente le prestaba atención a las cosas más extrañas en situaciones de vida o muerte.

—¡Es Quien Ustedes Saben!

Voldemort se detuvo y miró con una ceja levantada a la bruja que lo apuntaba. Algunas veces las personas actuaban como muggles. Sin pensar y actuando de manera irresponsable.

Sabiendo que ya no tenía razones para contenerse, Voldemort apresuró la velocidad de sus hechizos, que venía con la perfección de tantos años de entrenamiento.

Oyendo voces sobre sus cabezas Voldemort miró hacia arriba aunque sabía lo que vería. Al parecer los gigantes habían conseguido romper el techo, lo que envío trozos de piedra volando hacia ellos. Voldemort levantó su varita para protegerse. Sabía que la mayoría de su gente haría lo mismo, a menos que tuvieran deseos suicidas.

Pero el escudo probó ser innecesario. Un brillo plateado se extendió por sobre sus cabezas, protegiendo efectivamente a todos quienes estaban bajo la línea directa de las grandes piedras que caían. Voldemort entrecerró los ojos, reconociendo la firma mágica después de haberla visto tantas veces y sólo conociendo una persona que pensaría en hacer semejante cosa en medio de una batalla y por ende protegiendo amigos y enemigos.

Sus ojos se posaron en el anónimo balcón donde una persona estaba sentada en la baranda, mirando hacia donde había estado antes el techo. Incluso desde esta distancia Voldemort no tenía problemas en reconocer a Evan.

Voldemort comenzó a avanzar hacia Evan. Aquellos que se interpusieron en su camino no tuvieron tiempo para lamentar esa decisión porque Voldemort terminó sus vidas sin pensarlo dos veces.

Vio a Evan observar al grupo de gente que peleaba y sabía que su amante no sería capaz de encontrarlo estando tan lejos. Esa realización hizo que Voldemort intentara avanzar más rápido.

El señor oscuro se detuvo de golpe cuando vio el escudo brillante desaparecer de repente y los escombros comenzaron a caer otra vez. Uno de los trozos más grandes golpeó el balcón donde se encontraba Evan. Sin palabras Voldemort vio cómo el balcón colapsaba bajo el repentino peso y Evan caía.

Sus ojos siguieron a su amante hasta que su cuerpo desapareció entre la masa de gente que llenaba el lugar.

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—¡Trajo gigantes con él!

Harry estaba agradecido de que el ruido bajo él evitara que alguien hubiera escuchado su grito. Sus ojos se dirigieron hacia arriba, viendo como el gigante se abría camino a través del techo como si estuviera hecho de mantequilla. Al menos ahora sabía que había hecho temblar al edificio aunque se encontraba a varios pisos bajo su actual posición.

—Ese idiota, ¿en que estaba pensando? Apuesto que olvidó usar su amado cerebro. ¿Cómo llegaron aquí sin que los muggles notaran algo?

Sacudiendo la cabeza, Harry continuó enviando magia al escudo que había conjurado. Sabía que los escombros probablemente aplastarían a muchos de sus enemigos, pero también estaba la posibilidad de que gente de su bando resultara muerta, y eso no era algo que estaba dispuesto a aceptar.

Harry continuó despotricando para sí mismo mientras observaba desde el balcón en el que de alguna manera había terminado. Suponía que había perdido una puerta cuando subía. Pero con la manera en que funcionaba el mundo mágico quizás nunca hubo otra puerta en primer lugar.

Se apoyó en la baranda mirando a la gente que luchaba bajo él. Gente con máscaras blancas, junto con hombres lobo y manchas borrosas que suponía eran los vampiros, atacaban a los trabajadores del ministerio y a los aurores. Pese a tener vampiros y hombres lobo con ellos, los del ministerio aun predominaban. Los elfos no estaban a la vista pero si Harry recordaba bien ellos deberían estar esperando a los goblin en otra parte de ministerio y comenzarían a trabajar juntos desde allí.

Dándose cuenta de que no podría divisar a nadie desde su actual posición aplanó sus orejas, decepcionado. Quería saber si Voldemort y los demás estaban bien. Pero más que nada quería encontrar a Dumbledore y eliminar al viejo. Pero sin importar lo mucho que mirara Harry no podía distinguir la túnica verde neón con puntos púrpura que Dumbledore había estado usando en su juicio. Por lo que sabía el director ya podría haber huido del lugar.

Frunciendo el ceño Harry se subió a la baranda y miró. Quería ayudar pero más que nada quería encontrar al director y sacarlo del camino antes de que alguien tuviera la oportunidad de hacerlo.

Sumido en sus pensamientos Harry jamás notó cuando el agarre en su magia se soltó. Tampoco notó las piedras cayendo antes de oír los gritos de pánico bajo él. Palideció al ver lo que sucedía. Tan preocupado con lo que pasaba nunca notó el trozo de techo que chocó contra el balcón en el que se encontraba.

Harry sintió la baranda desaparecer bajo sus pies. Girando su cuerpo intentó ponerse en una posición donde resultara menos herido al chocar contra el piso. No se atrevía a disminuir la velocidad de su caída por miedo a que alguien le lanzara una maldición mientras estaba indefenso en el aire.

En vez de sentir el impacto como había esperado fue atrapado en los brazos de alguien antes de alcanzar el suelo. Los brazos lo sostenían con fuerza pero a la vez con delicadeza, como si la persona temiera que pudiera romperse ante la más mínima presión.

Parpadeando lentamente y dándose cuenta de que ya no caía, Harry miró a la persona que había logrado detener su caída.

—Hola pequeñín, que bueno verte. ¿Vienes aquí a menudo?

Harry se frotó los ojos antes de volver a mirar al vampiro que lo sostenía.

—Sanguini, si Voldemort se entera que has estado usando esas líneas conmigo te sugeriría que actualizaras tu testamento. Por si no lo sabes estamos en una relación.

—Por supuesto y no me gustaría de otra manera.

Sacudiendo la cabeza Harry supuso que Sanguini probablemente tenía un significado diferente tras sus palabras. Quizás, si tenía tiempo después intentaría comprender al vampiro.

—¿Te molestaría soltarme?

—Pero, pequeñín, encuentro esta posición bastante cómoda.

Pese a sus palabras Sanguini hizo lo que le pidió y Harry se encontró parado en el piso. El rápido movimiento y el repentino cambio de horizontal a vertical lo hizo sentirse mareado por un breve momento antes que lograra recuperar su equilibrio.

Sanguini se paró a su lado con una gran sonrisa lo que hizo que Harry sintiera el deseo de golpear al vampiro. Sabiendo que lo lastimaría más que al vampiro Harry se abstuvo de intentarlo. Además, este no era el momento para este tipo de cosas. Podrían continuar sus bromas una vez que estuvieran en una situación más pacífica.

Como presintiendo sus pensamientos el rostro de Sanguini se puso serio.

—¿Estas herido? Puedo oler sangre en ti aunque parece vieja.

Dándose cuenta que el vampiro estaba preocupado por él Harry negó con la cabeza, mientras le enviaba una maldición a una bruja.

—No, es sangre de una herida vieja, aparte de unos moretones estoy bien.

Harry se hizo a un lado de una maldición enviada en su dirección antes de enviar una de vuelta, sin quedarse quieto lo suficiente para ver si había acertado. Con tanta gente a su alrededor era casi imposible no alcanzar a alguien. La tarea más difícil era asegurarse que no fuera a ninguno de sus aliados.

—¿Tienes idea de cómo va la cosa en Hogwarts?

Harry se metió bajo el brazo de Sanguini para enviar una maldición hacia un mago. El hombre fue alcanzado justo en el pecho y Harry avanzó sin mirar al hombre a la cara. Sí, odiaba matar gente, pero esto era guerra. Y era muy probable que si él no mataba después podían usar la oportunidad de matarlo a él.

—Lo último que oí era que estaban por entrar a Honeydukes. Le lanzaron una maldición Imperio a los dueños de la tienda para que no alertaran a nadie de lo que suceda. Si todo sale como está planeado estarán dentro de la escuela en quince minutos.

Un rayo de fuego paso sobre su cabeza y Harry sintió que se le quemaba el pelo de la orejas. Siseando aplanó sus orejas contra su cabeza y dejó que Sanguini se encargara de quien había lanzado el hechizo. Evito mirar al auror cuya vida termino cuando el brazo de Sanguini atravesó su pecho.

El vampiro no parecía molesto por el líquido rojo que manchaba su túnica mientras regresaba al lado de Harry.

—¿Dónde está Voldemort?

Entendiendo la pregunta Sanguini hizo a Harry a un lado cuando una mujer que al parecer había perdido su varita pero no su ánimo de pelea saltó hacia ellos.

—Está aquí, en algún lado. Es bastante difícil hacer un seguimiento de las personas cuando esta tan agitado.

Harry sonrió cruelmente antes las palabras de Sanguini. Si Voldemort estaba aquí eso significaba que Dumbledore también debía estar aquí. Después de todo, el plan era que Voldemort debía ir tras el director.

—Veamos quien lo alcanza primero— murmuró Harry y por la mirada que le envió Sanguini, supo que el vampiro lo había escuchado y probablemente sabía lo que quería decir. Por suerte no parecía que Sanguini tuviera planes de detenerlo.

Sabía que Sanguini probablemente estaba actuando como un guardaespaldas. Era la única razón que veía por la que el lord vampiro estaba siguiéndolo como un cachorrito. Aunque Harry no estaba feliz con la idea de tener una niñera, estaba consciente de las veces que Sanguini había detenido un ataque a su persona. Al menos el vampiro no intentaba evitar que peleara.

Harry no iba a permitir que nadie lo tratara como una damisela. En especial no un vampiro que era más viejo que nadie que conociera y que probablemente le sobreviviría.

Harry saltó hacia adelante y comenzó a avanzar entre la gente. Se permitió perderse en la magia, y pronto no estuvo seguro si era un mago que atacaba a quienes lo rodeaban o si era la magia que mutilaba y mataba a la gente que tocaba.

El aroma metálico de la sangre llenaba el lugar y humo salía por el gran agujero en el techo, escondiendo a los tres gigantes y al cielo de la vista.

A su lado estaba Sanguini, que sólo dejaba su lado para matar a aquellos que se atrevían a atacarlos desde lejos. Harry parpadeaba y el vampiro ya estaba a su lado, como si no lo hubiera dejado en primer lugar.

Era más difícil para Harry pelear contra los trabajadores del misterio que contra los aurores. Cada vez que divisaba sus caras asustadas sentía un dejo de culpa. Esas personas no estaban entrenadas para este tipo de peleas y probablemente no tenían más opción que intentar defenderse contra los atacantes. Claro está, matarían a quién se interpusiera en su camino si creían que podían salir de este desastre con vida.

Perdió todo el aire de sus pulmones cuando un rayo azul le dio en el costado. El hechizo no hizo verdadero daño pero sintió moretones del tamaño de un puño formarse en su pecho, haciéndole difícil respirar. Harry en silencio se obligó a continuar. Esto no era nada comparado a lo que había soportado cuando vivía con los Dursley así que esto no podía detenerlo.

Se dirigió a las chimeneas, divisando a algunas de las personas. Maldiciendo se dio cuenta de que la Orden del Fénix había arribado al reconocer algunos de los rostros que había visto en reuniones en Grimmauld Place.

Un grito dolorido se le escapó cuando algo afilado le atravesó el hombro derecho. Harry uso su mano izquierda para remover el objeto. Sintió la sangre correr y transformó el pequeño cuchillo en un pañuelo, usándolo para detener la sangre que caía de su hombro lastimado. Levantando la mirada se encontró con los ojos de Sanguini. El vampira alejó la vista después de observar la herida. Harry suponía que era el status del vampiro como Antiguo lo que impidió que atacara a Harry pese al aroma de sangre tan cerca.

Harry sacudió la cabeza para aclararla. Gritó con fuerza y uso su mano para copiar el hechizo que Ron había usado en él cuando había sido capturado por Dumbledore. Severus le había enseñado el hechizo, explicándole el gran daño que podía causar usado correctamente cuando lo había creado. El hombre frente a él cayó con sangre corriendo por heridas en todo su cuerpo.

Un nuevo sonido alertó a Harry de la llegada de los elfos y los goblins, que eran guiados por Ragnok.

Aunque eran dos razas diferentes ambos tipos sabían cómo vestirse para verse imponentes en una pelea. Harry suponía que habían conseguido sus armaduras en el mismo lugar porque lucían similares. Pero las armaduras de los goblins lucían mas solidas que la de los elfos.

Con la llegada de los dos aliados uniéndose a la pelea finalmente consiguieron la mano superior. Comenzaron a forzar a los de la Orden y del ministerio a ir hacia atrás. Harry vio a algunas personas comenzando a rogar por sus vidas y continuó, ignorándolos. Sabía que no todos serian asesinados. Después de todo necesitaban gente en el mundo mágico británico o si no se extinguiría. Ojala los demás también se dieran cuenta de esto.

Harry se detuvo de golpe cuando al fin logró llegar a las chimeneas.

Cerca de la chimenea estaba un pálido Neville Longbottom que lucía exactamente como lo había hecho ese día en Hogsmeade, aunque más nervioso. El chico aferraba su varita en su mano y Harry notó que temblaba. Era claro, incluso para él, que Neville quería estar en cualquier otro lado que no fuera este.

Ojos verdes recorrieron el lugar pero no pudo divisar la horrible túnica colorida del director. Aun así Harry sabía que Dumbledore tenía que estar por ahí en algún lado y dudaba que estuviera muy lejos. A diferencia de él, Neville no era el tipo de persona que corría de frente a una pelea sin pensarlo. El considerado Gryffindor no debería estar aquí hoy.

Pero Neville era el Nuevo Niño Que Vivió así que Harry suponía que tenía sentido que estuviera aquí. De acuerdo a Dumbledore, Neville era ahora quien supuestamente debía derrotar a Voldemort. Sabiendo la presión que entregaba tal responsabilidad Harry sintió compasión por el otro Gryffindor.

—¿Harry?

La voz de Neville sacó a Harry de sus pensamientos. Harry no tenía idea de cómo había logrado distraerse de tal manera en una situación así.

—Hola Neville.

—Dumbledore y los demás dijeron que estabas muerto.

De todas las cosas que Neville pudo haber dicho esto no era lo que Harry habría esperado.

—Bueno, Dumbledore es conocido por guardar secretos de gente que necesita saberlos aunque sea de vital importancia que cierta gente los sepa. Creo que él dice que es por el bien mayor. Basura, es como yo le digo.

Se sentía extraño hablar con el Gryffindor de esta manera. Como si estuvieran en Hogwarts discutiendo el tratamiento injusto de Severus hacia los Gryffindors.

Mirando a Neville, Harry se dio cuenta de que como en el caso con madame Bones no tenía deseos de pelear con el otro chico. Neville nunca había molestado o intentado lastimarlo. Y Harry sabía que no era decisión propia de Neville estar aquí.

Sabiendo que no tenía que preocuparse por aquellos a su alrededor porque confiaba en que Sanguini se encargara de cualquiera que pudiera interrumpirlos, Harry se acercó al otro chico.

—¿Por qué estás vivo?

Harry se detuvo sorprendido cuando vio la varita de Neville apuntando directamente a su pecho. Pese a su situación Harry bufó.

—¿Por qué tan sorprendido? No es la primera vez que se supone debo haber muerto y no lo hice. Mi suposición es que la Muerte aun no está lista para el engendro de un Merodeador.

—Dumbledore dijo que soy el verdadero Niño Que Vivió.

—Neville, eres una gran persona, pero no tienes que creer todo lo que Dumbledore dice. Estuviste conmigo en el ministerio el año pasado. La profecía sobre el elegido y Voldemort sólo podía ser tomada por aquellos a quienes afectaba la profecía. Y yo fui quien la tomó del estante.

Neville bajó su varita con una sonrisa agradecido.

—No quiero ser el Niño Que Vivió. Todos esperan que haga algo grandioso y no me dejan pasar mi tiempo en los invernaderos. Dicen que el héroe del mundo mágico debe ser bueno en DCAO y no debe jugar con barro y plantas.

Harry se sorprendió por la cantidad de amargura que oía en la voz de Neville.

—Está bien, ya no tienes que soportar esa carga. Me aseguraré de que todos entiendan eso. Estas bajo mi protección Neville y si no quieres, no tienes que pelear. Personalmente pienso que atender las plantas es más útil para calmar la mente. No tienes idea de lo mucho que lo he hecho.

Neville le devolvió la sonrisa y Harry sintió su corazón saltar de alegría. Al parecer menos gente de lo que pensaba de verdad lo odiaba.

—Gracias Harry, yo…

Lo que iba a decir Neville murió en los labios del Gryffindor cuando fue golpeado de lleno en el pecho con una familiar luz verde.

Harry se quedó helado y sólo pudo mirar mientras Neville caía para atrás hacia la encendida chimenea. El fuego mágico se elevó y atacó el cuerpo como una bestia hambrienta. Pero aunque debió ser doloroso Neville no intentó salir del lugar. El chico yacía inmóvil mientras las llamas atacaban su túnica, su cabello y luego comenzaban a destrozar su piel.

Saliendo de su shock Harry saltó hacia la chimenea. Si Neville no se levantaba entonces Harry lo ayudaría. Dos brazos lo agarraron por detrás antes de poder conseguirlo, envolviéndose alrededor de su pecho y levantándolo del piso. Al igual que la vez anterior Harry fue sostenido como si no pesara nada y ninguna protesta fue hecha, para que quien lo sostenía no perdiera su agarre.

—Sanguini, suéltame o te juro por Salazar que vas a lamentarlo. Él tiene que salir de ahí. Tengo que ayudarlo. Se está quemando.

Harry ignoró el dolor en su garganta por los gritos que estaba dando. ¿Acaso el vampiro no veía que el fuego estaba devorando a Neville como si fuera un muñeco de madera?

—Cálmate, pequeñín. La ira no te hace bien. El chico ya está muerto y tú lo sabes. Lo viste siendo alcanzado con un Avada Kedavra. No hay nada que puedas hacer. En vez de usar tu energía en una furia infructuosa, úsala para vengar a tu amigo.

Harry sintió que se calmaba ante las palabras de Sanguini. No estaba menos enojado pero su rabia se había vuelto un fuego helado dentro de su pecho, muy similar al que ahora consumía la parte baja del cuerpo de Neville, ya habiendo consumido todo lo demás.

Al menos sabía que Neville había estado muerto antes de que lo alcanzara y eso ayudaba en algo.

—Sr. Potter, esperaba que ya estuviera muerto.

Fue sólo por su audición aumentada que Harry pudo escuchar las palabras con tanta claridad. Entrecerrando los ojos giró la cabeza hacia donde provenía la voz y siseó con fuerza.

—Dumbledore.

Harry ignoró la forma en que los brazos de Sanguini se apretaron a su alrededor e intentó soltarse para abrirse camino hacia el viejo director.

Parado entre los luchadores, con su varita levantada después de la última maldición que había lanzado Dumbledore lucía completamente en paz con el hecho de que había matado a uno de sus propios estudiantes. Sin prestarle atención al vampiro que sostenía a Harry, Dumbledore se acercó.

—Me gustaría que esto hubiera sido diferente. Aunque el joven Sr. Longbottom no era un héroe aun era útil como esperanza para la gente. Qué pena que se haya dejado corromper por la oscuridad que parece consumirlo, Potter.

Dumbledore mantenía su varita apuntada mientras caminaba y Harry sintió su cuerpo tensarse mientras intentaba calcular lo mucho que Dumbledore había mejorado desde la última vez que habían luchado el uno contra el otro, cosa que fue hace más de cincuenta años. Ese pensamiento no hizo nada para calmar sus nervios.

—Sanguini, suéltame.

—No vas a hacer algo tonto, pequeñín, me temo que no puedo permitirlo.

Harry no hizo nada para cambiar la declaración del vampiro pero se encontró de nuevo en el piso. Sanguini aun seguía tras él, como una estatua, con una mano sobre su hombro para impedir que Harry fuera a alguna parte.

Frunciendo el ceño Harry dejó que su magia atacara a su antiguo director pero Dumbledore movió su varita y la magia cambio de dirección y desapareció en algún lado.

—Ríndase, Sr. Potter. Ya sabemos quién va a ganar esto.

—Feliz de saber que admites tu derrota viejo, pero no creas que eso me hará perdonar tu vida. Tienes mucho por qué pagar.

Harry sintió que la mano de Sanguini se apretaba en su hombro de manera dolorosa en advertencia silenciosa, pero la ignoró. Voldemort no estaba a la vista lo que significaba que Dumbledore era todo suyo y Harry no iba desperdiciar esta oportunidad.

Harry se encontró siendo empujado hacia un lado cuando Dumbledore lanzó una maldición en su dirección. No se molestó con quedarse quieto y averiguar qué tipo de maldición era la que Dumbledore había usado. No reconoció el color del hechizo utilizado pero al parecer Dumbledore era capaz de realizar magia sin palabras porque no había escuchado ninguna.

Intentó enviar maldiciones de vuelta a Dumbledore, pero con la manera en que Sanguini continuaba jalándolo era imposible tener éxito.

—¡Sanguini, detente!— gritó mientras intentaba enterrar sus talones en el suelo, aunque no pareció hacer diferencia.

—Perdón, pequeñín, pero no siento la necesidad de terminar como un pollo asado. Deja que tu lord amante se encargue del vejete. Mi trabajo es simplemente encargarme de que nada malo te pase hasta que él nos encuentre.

Se detuvieron de golpe cuando llamas brotaron frente a ellos. Dándose la vuelta Harry se dio cuenta que estaban rodeados por un anillo de fuego. Desde donde estaba parado podía sentir el calor del fuego contra su piel, inútilmente se preguntó si así era como se sentían los pollos asados.

—Me temo que ya no podrá huir más, Sr. Potter. Verá, esta es una variación de la Maldición Inferno. Este fuego no se apagará hasta que alguien haya caído en las llamas. Hasta entonces nadie puede entrar o salir.

Durante la diatriba de Dumbledore, Harry se mordió el labio inferior. Intercambió una mirada con Sanguini pero fue incapaz de adivinar lo que estaba pensando el lord vampiro.

Sintió a Sanguini darle un apretón en el hombro antes de alejarse un poco de él.

—¿Así que básicamente está diciendo que alguien tiene que morir para que los demás puedan salir de aquí?

—Sí, pero por supuesto primero mataré a uno de ustedes y luego ocuparé al otro para apagar las llamas.

Harry se giró para mirar al vampiro mientras se aseguraba de ver a Dumbledore por el rabillo del ojo. Sabía que si le daba la oportunidad Dumbledore estaría más que dispuesto a lanzarle una maldición.

—¿Qué estas planeando?

Sanguini mostró sus afilados dientes blancos en una sonrisa.

—No preocupes tu hermosa cabecita con eso, pequeñín. Sólo debes saber que espero que sigas haciendo la vida interesante aunque yo no esté aquí para verla.

Paralizado por el horror Harry sólo pudo mirar cómo Sanguini usaba su velocidad de vampiro para acercarse a las llamas.

—¡Sanguini!— gritó incapaz de moverse mientras Sanguini estaba a un paso del anillo de fuego. El lord vampiro se dio la vuelta para mirarlo y le dio una sonrisa de medio lado antes de meterse a las llamas sin vacilar. Las llamas parecieron crecer aun mas por un breve momento antes de desaparecer completamente, llevándose cualquier rastro que pudiera quedar de Sanguini con ellas.

Las lágrimas llenaron los ojos de Harry mientras miraba alrededor. Sanguini tenía que estar en algún lado. No había manera en que el loco vampiro hubiera muerto por culpa del fuego. Al igual que con los hombres lobo sólo había unas cuantas cosas que podían matar a un vampiro. Un fuego como eso probablemente no haría más que darle al vampiro una ligera quemada que sanaría en cosa de segundos. En cualquier momento Sanguini saldría de su escondite y se reiría al ver que Harry se había atrevido a creer que el vampiro podía morir por un truco tan simple. Luego le reclamaría a Sanguini por hacerle semejante broma, pero por dentro Harry sentiría un secreto alivio porque el vampiro estaba vivo, aunque jamás admitiría algo así en voz alta.

Pero sin importar lo mucho que Harry buscaba a Sanguini este no aparecía. El fuego mágico había dejado un rastro en el suelo y había forzado a la gente a alejarse de él y Dumbledore. Aparte de eso no había más rastros de que algo hubiera sucedido. No había señales de Sanguini y Harry supo, aunque no estaba dispuesto a creerlo, que Sanguini no dejaría que la broma durara tanto tiempo. Ni siquiera el humor de Sanguini era tan malo.

Cuando varios segundos más pasaron sin que nada sucediera Harry lentamente se dio la vuelta y miró a Dumbledore. Su magia giraba a su alrededor, vibrando por la rabia.

—Primero mataste a Neville y ahora a Sanguini.

Pese a que la rabia era evidente en su voz no pareció afectar al director en lo más mínimo.

—Ambos estaban en el camino. Era claro que el chico Longbottom no era el adecuado para matar a un señor oscuro y el vampiro sólo era otra criatura oscura. El mundo es un lugar mucho mejor sin esos dos que estorbaban con su presencia.

Habiendo aumentado fuera de control su magia buscó una manera de liberar la presión. Harry ni siquiera se inmutó cuando las cosas a ambos lados de él de repente explotaron. Sintió algo cálido y húmedo golpearlo e hizo una mueca pero no dejó de mirar al director. Harry tomó el control sobre su magia antes de que ésta lastimara a alguien que le importara.

—Hablas de ellos como si fueran patéticos. Pero Neville fue un Gryffindor hasta los huesos y Sanguini era mi amigo. Ninguno de ellos merecía morir. Es una lástima que no se pueda decir lo mismo de Grindelwald.

Harry jadeó y trastabilló cuando de repente la magia de Dumbledore se levantó. Al parecer la magia del hombre había crecido bastante más en el trascurso de estos cincuenta años de lo que Harry había creído posible.

—Gellert fue un gran hombre, y de no ser por ese accidente estaría gobernado el mundo ahora, conmigo a su lado.

En su rabia Dumbledore pareció olvidar que estaban en un lugar público. Su voz se elevó por sobre las voces de las peleas alrededor como si alguien hubiera lanzado un Sonorus sobre él.

—Lamento decirlo, pero los accidentes tienden a suceder y este se llamaba Harry Potter. Además, Grindelwald no era tan leal como te gusta creer. Varias veces me ofreció estar a su lado, aunque lo rechace cada vez.

—"Tu mente perpleja esta escupiendo mentiras. No hay manera de que Gellert me hubiera traicionado. Me prometió que pasaríamos la eternidad juntos.

Harry se apartó del camino de la maldición que le envió Dumbledore y no se demoró en enviar una de vuelta al director. Sin el fuego había mucho más espacio para moverse así que podía evitar ser alcanzado con más facilidad.

Pisó algo suave y perdió el equilibrio. Maldiciendo en voz alta Harry rodó hacia un lado y removió sus piernas del cuerpo que había pisado. Arthur Weasley observaba sin ver el agujero en el techo, mientras yacía en el suelo. Harry sintió deseos de vomitar y con rapidez se alejó del jefe de la familia Weasley. Ya no amaba a la familia de pelirrojos como antes. Aparte de los gemelos no le importaba lo que le pasara a los demás miembros de esa familia. Pero mientras yacía en el suelo el Sr. Weasley se veía espeluznante. Podría tener algo que ver con el hecho de que la mitad de la cara del hombre faltaba.

Demasiado tarde Harry vio la maldición dirigirse hacia él cuando aún estaba en el piso. Incapaz de hacer que sus piernas funcionaran sólo podía esperar hasta que la maldición lo alcanzara. Un delgado escudo plateado apareció frente a él, haciendo que la maldición rebotara y desapareciera.

—Parece que lograste contagiar tus maneras Gryffindor a lord Sanguini.

Una mano pálida agarró la suya y Harry fue ayudado a ponerse de pie. Parado al lado de Voldemort se sintió tranquilo otra vez aunque las palabras del hombre hicieron que apretara los dientes.

—Sanguini ofreció su vida para salvar la mía y una vez que me encuentre con él le voy a patear el trasero por hacerlo.

La conversación se interrumpió cuando de repente tuvieron que defenderse. El escudo que Voldemort había creado colapsó bajo la presión de los continuos ataques de Dumbledore.

Dejando que Voldemort se encargara de la parte ofensiva Harry decidió enfocarse en la defensa. Permitió que la magia recorriera cada célula de su cuerpo, hasta que estuvieron llenas al tope. Casi vibrando por la magia Harry primero dejó que la magia formara un domo protector alrededor de él y Voldemort. Se aseguró de que soportaría alimentándolo constantemente con un flujo de su magia.

A continuación Harry decidió copiar a Dumbledore asegurándose de que ninguna fuerza externa pudiera interrumpir su pelea. Conociendo al director Harry no se sorprendería si el viejo mago tuviera un as bajo la manga. De seguro Neville no sería el único que Dumbledore trajo con él.

Pero en vez del fuego que Harry había planeado conjurar los tres magos se encontraron de repente rodeados por una gran serpiente. Los ojos de Harry se abrieron cuando vio que la serpiente estaba mordiendo su propia cola como si quisiera comerse a sí misma. Encontrándose con la mirada de Voldemort, Harry se encogió de hombros, diciéndole sin palabras que no tenía idea de lo que había pasado.

Su conversación silenciosa se detuvo cuando Dumbledore lanzó una nueva cantidad de maldiciones contra ellos, lo suficientemente poderosas para que grietas aparecieran en el domo que Harry había hecho alrededor de ellos.

Mordiéndose el labio inferior Harry se concentró en forzar más poder hacia el domo cuando sintió que Voldemort le tomaba la mano. Normalmente el señor oscuro no era de aquellos que mostraban su afecto en público a menos que quisiera declarar que el cuerpo y la persona de Harry le pertenecían. Como había hecho en el baile en su fiesta de cumpleaños.

Al sentir la magia de Voldemort tocar su piel antes de avanzar Harry casi perdió el aliento. Había leído sobre esto en los libros que se había conseguido con Mortimus, aunque nunca había tenido la oportunidad de probar la teoría. Si recordaba correctamente Voldemort estaba planeando usar su magia para derrotar a Dumbledore. Si funcionaba Harry no tenía dudas de que Dumbledore no tendría oportunidad en contra de su ataque.

Otro toque le hizo darse cuenta a Harry que había estado sumido en sus pensamientos y Voldemort ya había alcanzado su núcleo mágico y ahora estaba esperando por permiso para usarlo.

Mirando al mago más alto a su lado Harry sonrió. Hubo un tiempo en que había odiado al señor oscuro con todo su corazón. Pero al parecer el dicho muggle era cierto. Había una fina línea entre el amor y el odio.

Con ese pensamiento Harry bajó las protecciones que rodeaban su núcleo mágico, permitiendo que Voldemort tomara cuanto quisiera.

)00(

Voldemort suspiró sin querer cuando de repente se le permitió la entrada al núcleo mágico de Evan. Dudaba mucho que su amante comprendiera completamente las consecuencias de lo que estaba haciendo. Si quería, Voldemort podía drenar a Evan de toda su magia, dejándolo como nada más que un simple muggle. Era considerado un ritual oscuro por esa razón, aunque quien la tomaba tenía que recibir permiso para tomar la magia.

Mirando más de cerca el núcleo mágico de Evan, Voldemort sintió que levantaba las cejas en sorpresa. Mientras que su propio núcleo era oscuro, casi negro por los horrocruxes el de Evan era perfectamente gris. No había ni una mota blanca o negra, solo gris.

Queriendo analizar el color más de cerca pero sabiendo que no tenía tiempo para eso Voldemort con gentileza agarró una banda del núcleo de Evan y lo tomó con él mientras creaba una conexión entre ambos.

De vuelta en su propio cuerpo Voldemort uso un breve momento para apreciar las mejillas sonrojadas de Evan y su falta de aliento antes de volver su atención a Dumbledore.

Con la magia de Evan dividida entre mantener el domo protector y prestarle el resto mientras mantenía a esa extraña serpiente en su lugar, Voldemort sabía que no tenía mucho tiempo. Si tomaba mucho tiempo la magia de Evan se agotaría, dejando al chico con defensas como un bebé recién nacido.

Voldemort dejó su varita caer al suelo, sabiendo que no había manera en que el trozo de madera pudiera manejar la cantidad de magia que iba a usar. Y aunque normalmente no necesitaba varita, él, al igual que cualquier otro mago que se respete, estaba unido a su varita. Había sido su primera prueba real de que de verdad era un mago.

Usando la magia extra Voldemort renovó sus ataques a Dumbledore. Aunque el viejo tenía mucha ms magia no había forma de que Dumbledore fuera capaz de oponerse a las fuerzas unidas suyas y de Evan.

Con profunda satisfacción observó mientras Dumbledore era forzado a dar pasos hacia atrás por el puro poder tras el ataque. Los ataques hacia ellos se habían detenido ahora que Dumbledore estaba demasiado ocupado intentando mantener su escudo.

Al ver gotas de sudor correr por el rostro del anciano e ignorando el hecho de que él y Evan no estaban mucho mejor, Voldemort renovó sus ataques con más magia. Con una sonrisa de medio lado Voldemort vio cómo grietas comenzaron a aparecer en el escudo del viejo, demasiado rápidas para ser detenidas.

El escudo se dispersó y desapareció, dejándolo jadeante por el esfuerzo.

Dumbledore levantó su varita, listo para embestir cuando Voldemort atacó. Tomando otro poco de la magia de Evan, Voldemort envió magia pura hacia Dumbledore con un movimiento de su mano.

Dumbledore, demasiado choqueado para hacer algo, se quedó helado hasta que la ola de magia lo alcanzó.

Al principio nada sucedió y Voldemort comenzó a preguntarse si Dumbledore de alguna manera había logrado conseguir que la magia no lo alcanzara. Luego lo vio.

Una pequeña gota de sangre comenzó a rodar desde la nariz de Dumbledore hasta su barba blanca. Constantemente creció en tamaño. Por la comisura de sus labios sangre comenzó a salir y a tras los anteojos pudo ver lágrimas en los ojos del viejo, sólo que las lágrimas eran rojas.

Mientras Dumbledore comenzaba a caer el domo y la serpiente desaparecieron como si nunca hubieran estado allí en primer lugar. Con gentileza soltó la magia de Evan, sintiéndose repentinamente solitario e incompleto sin la conexión entre ambos.

Dumbledore cayó como un árbol viejo cediendo ante la última tormenta después de vivir miles de años. Aunque no había cariño entre ambos Voldemort aun se encontró inclinando su cabeza en respeto por Dumbledore. Pese a todas las fallas del hombre, tenía que admitir que Dumbledore había sido un gran mago, aunque la mayor parte de la reputación del viejo hubiera sido basada en una mentira.

La sensación de triunfo fue breve. Voldemort sintió que la mano de Evan era arrancada de la suya y se giró para ver lo que sucedía. Un fuerte viento agitó las juncias de las personas alrededor, rompiendo la concentración de muchos.

Su amante aun estaba de pie, pero era claro para Voldemort que algo andaba mal. Evan comenzó a convulsionar como si hubiera estado bajo Crucio por mucho tiempo. Su piel se rasgó y el dolor era evidente en los ojos de Evan aunque ni un sonido escapó de los labios de su amante.

Dando un paso más cerca Voldemort vaciló. No era un sanador y no tenía idea de qué tipo de maldición podía provocar tal reacción. Cualquier cosa que intentara podría empeorarlo.

Se quedó helado mientras Evan fue rasgado en pedazos. De adentro hacia fuera.

Mirando lo que una vez había sido su amante, Voldemort lentamente se dio la vuelta. Al parecer todas las peleas alrededor se habían detenido cuando vieron el cuerpo sin vida de Albus Dumbledore.

La atención de Voldemort se poso en un chico, que era el único que se movía. Un desgarbado pelirrojo, quien, si la descripción del heredero Malfoy era correcta, también había estado tras algunas de las torturas a las que Evan había sido sometido cuando estaba bajo el cuidado de Dumbledore.

—Maté a Harry Potter, maté a Potter. Maté a Harry Potter.

El chico idiota claramente no comprendía que tal declaración solo causaría su propia muerte.

Unos cuantos pasos lo llevaron justo frente al chico que dejo de reír cuando se dio cuenta quien estaba parado frente a él. Voldemort observó cómo la sangre era drenada del rostro del muchacho, dejando las pecas como único color en su cara. Había similitudes a los gemelos pero a él no le importó. El chico había cometido demasiadas faltas para que sus conexiones familiares contaran de manera positiva.

—Nadie, y quiero decir absolutamente nadie, toca lo que me pertenece y vive para contarlo.

Aunque disgustado por el hecho de tener que tocar a un traidor a la sangre la mano de Voldemort se levantó y sus dedos se cerraron alrededor de la garganta del muchacho, cortando efectivamente su suministro de aire.

El más joven de los chicos Weasley comenzó a arañar sus manos pero Voldemort no le prestó atención a las marcas que estaban quedando en su piel. No usaría magia en el chico porque no merecía tal honor.

Después de una última convulsión el cuerpo del chico quedó laxo y Voldemort lo soltó con una mueca de asco, antes de limpiarse las manos en su túnica. Con el cuerpo sin vida a sus pies Voldemort lanzó un Sonorus sobre sí mismo, asegurándose de que su voz se escuchara en todo el edificio.

—Es lord Voldemort quien les habla. Su amado Niño Que Vivió y Albus Dumbledore están muertos. Aquellos que ya no desean pelear están libres de rendirse y no serán asesinados. Pero aquellos que continúen peleando no serán perdonados y no se les mostrara piedad.

Alrededor de él la gente comenzó a bajar sus varitas, pero Voldemort no les prestó atención. Después de patear el cuerpo a sus pies se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia donde yacía el cuerpo de su amante.

El cuerpo de Evan estaba irreconocible y Voldemort cerró los ojos por la pena. Esta era la segunda vez que perdía a Evan y esta vez era claro que no recuperaría a su amante. Esta vez tendría un cuerpo que enterrar. Enderezándose Voldemort lanzó un hechizo de estasis al cuerpo mutilado antes de poner a su alrededor un escudo protector para asegurarse que nadie se acercara al cuerpo.

Ahora no era el momento de lamentarse, tenía todo un mundo mágico que reconstruir desde cero.

)00(

—¿Gred?

—¿Si, Feorge?

—¿Te das cuenta que esto cuenta como una broma de la que se escribirá en los libros de historia?

—Creo que tienes razón mi querido gemelo.

—Por supuesto que la tengo.

Severus se apretó el puente de la nariz por la molestia. Los gemelos habían sido una gran ayuda para entrar a Hogwarts, pero incluso en medio de las peleas habían sido incapaces de callarse por un breve momento. Ya que eran fabulosos duelistas suponía que no hacía mucha diferencia, aunque jamás lo admitiría.

Actualmente estaban en el Gran Comedor. Apoderarse de Hogwarts había sido sorprendentemente fácil. Severus diría que era porque aun tenían muchos partidarios en la escuela aunque la mayoría de los sangre pura habían sacado a sus hijos de Hogwarts al principio del año escolar.

Aquellos que más se habían resistido habían sido los profesores y aquellos del pequeño club de duelo de Evan. Pero no habían tenido oportunidad contra mortífagos completamente entrenados que no vacilarían en mutilar si era lo que necesitaban para asegurar la victoria.

Los estudiantes estaban encerrados en sus Casas, incapaces de salir sin que los guardias fueran alertados de sus movimientos. Mientras tanto los profesores que habían sobrevivido estaban encerrados en la sala de profesores, bajo guardia mucho más pesada que la de los mocosos.

Luchar contra aquellos con quien había trabajado durante quince años había sido extraño. Pero por otro lado Severus sabía que ninguno de los otros profesores le habría mostrado piedad. Para él los mortífagos y por ende él era los malos.

—Oye, Snape.

—¿Dónde está Draco?

Al oír las voces de los gemelos Severus dejó de mirar al techo, que estaba mostrando el cielo oscureciendo y miró a los gemelos que lo observaban.

—Si no estoy equivocado Draco está con los centauros. Después de todo él es uno de sus guerreros junto con Evan, así que es natural que este con ellos.

—¿Quien habría pensado que los centauros lograrían distraer a todos de esa manera?

Uno de los gemelos, suponía que era George, que había perdido una oreja debido a una maldición, preguntó mientras el otro gemelo asentía.

—Sí, lanzar flechas encendidas hacia los invernaderos fue genial. Quizá deberíamos preguntarles si están interesados en el negocio de las bromas.

Severus contuvo un gemido. Dudaba mucho que los centauros le prestaran atención a los gemelos, mucho menos que escucharan sus sugerencias. Pero estos eran los famosos gemelos Weasley, así que no se sorprendería si de alguna manera lograran convencer a esas criaturas de unirse a ellos en su tienda de bromas.

Aun así tenía que aceptar que los centauros habían hecho un trabajo decente con la distracción para estudiantes y profesores mientras ellos se colaban a Hogwarts a través del pasaje secreto que Evan había revisado.

Toda conversación se detuvo cuando un Patronus en forma de lobo apareció frente a ellos. Severus levantó una ceja, reconociendo a Lupin. Habían quedado de acuerdo que a menos que el hombre no sobreviviera sería su trabajo enviar información sobre cómo iba el ataque en el ministerio. Esta era la primera vez que oían algo desde su partida a Hogwarts.

—El ministerio ha caído. Dumbledore murió y hemos ganado.

A su alrededor vítores estallaron ante el sonido de la voz de Lupin y Severus se permitió sonreír mientras sentía la tensión desaparecer de su cuerpo. Al parecer finalmente había terminado.

Pero en vez de desaparecer como se suponía el patronus continuo hablado con la voz del hombre lobo, solo lo suficientemente fuerte para que Severus y los gemelos pudieran oír lo que decía.

—Harry ha muerto.

Severus cerró los ojos, sintiendo una extraña sensación que no había sentido en quince años, no desde ese fatídico Halloween.

Sus ojos negros se abrieron y miraron al techo que ahora mostraba el cielo oscuro.

—Mocoso, por eso haré que los Gryffindor se mantengan en puntos negativos durante los próximos cincuenta años.

Decidió ignorar lo ronca que sonaba su voz mientras los gemelos permitían que sus lágrimas salieran libremente. Por la puerta entraron Draco y Granger, tomados de la mano y al parecer libres de daño, pero luciendo confundidos cuando divisaron a los gemelos Weasley. Severus no tenía ganas de contarles la noticia.

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