Capítulo 25
Capítulo 25
Voldemort yacía inmóvil en la cama observando al dormido Evan a su lado, quien se había dado vuelta entre sueños así que ahora le daba la espalda. Era una vista tentadora, pero Voldemort sabía que Evan probablemente necesitaba dormir. Por eso cerró los ojos e intentó obligarse a dormir, demasiado consciente de la erección que tenía.
Evan gimió sacando a Voldemort de sus pensamientos. El señor oscuro se sentó, recordando las pesadillas que Evan tenía a veces cuando vivían en la casa. Se sorprendió de no haber visto ninguna ahora. Normalmente aparecían cuando Evan estaba estresado o con las emociones demasiado alteradas, algo que Voldemort no había visto en bastante tiempo. Pero Evan se tranquilizó y Voldemort se apoyó en su hombro. No tenía deseos de dormir.
Evan se giró mientras dormía, una pierna desnuda rozó contra Voldemort para moverse. Éste se alejó un poco para no despertar al joven. Evan era una de las personas más inquietas para dormir que había conocido.
El chico gimió de nuevo y Voldemort se sentó con un suspiro, no necesitaba ser vidente para saber que el sueño no sería parte de su futuro reciente.
Dejando que sus ojos recorrieran el cuerpo de Evan, que ahora estaba completamente libre de las mantas, Voldemort dejó escapar una sonrisa. La erección de Evan se erigía dura y orgullosa, goteando un poco de preseminal. Cuando Evan volvió a gemir, Voldemort vio que movía las caderas para crear algo de fricción. Voldemort sintió que su propio miembro pulsaba por la excitación y no tuvo intenciones de moverse. No había nada en el mundo que lo hiciera renunciar a la primera fila de este espectáculo.
Evan gimió inquieto, separó los labios y una de sus manos rozó su erección. Voldemort considero en silencio si debía mover la mano del chico y reemplazarla con la suya.
En lugar de seguir ese instinto envolvió una mano alrededor de su dolorosa erección. Su respiración se mezcló con el sonido de Evan y se corrió con vergonzosa rapidez mientras mantenía sus ojos pegados en el otro. Contuvo un grito cuando se corrió y todo su cuerpo se tensó. No dejó de mover su mano hasta que pasó por completo su orgasmo. Al mismo tiempo, Evan se vino con un gemido satisfecho.
Con un hechizo sin varita ambas evidencias desaparecieron. Ahora que Evan estaba tranquilo otra vez, Voldemort finalmente sintió que podía volver a dormir. Sin palabras acercó al chico hacia su cuerpo hasta que estuvieron pecho contra pecho y respirando el mismo aire.
Voldemort apoyó la cabeza sobre la de Evan y sonrió. No lejos de allí podía ver la caja que le había dejado la vara de metal después de usarla. Quizá debería visitar el mundo muggle más a menudo para ver qué otro tipo de cosas podía presentarle a Evan.
Con ese pensamiento cerró los ojos y al fin se rindió ante el sueño.
)00(
—¿Estás seguro de que esto es necesario?— preguntó Harry mientras tiraba del cuello de su túnica, intentando que se soltara un poco. Gritó cuando Draco alejó su mano de una palmada. Cuando fulminar con la mirada al rubio no tuvo el efecto deseado, Harry se giró a mirar a Hermione, que había entrado después de que él se puso la túnica.
—Harry, sabes lo importante que esta reunión. Y la gente ahí estará más propensa a respetarte so luces como uno de ellos.
—¡Incluso mi mejor amiga está conspirando en mi contra!— se quejó mientras colapsaba en una silla, estremeciéndose ante las miradas de desaprobación de Draco y Hermione. A veces eran demasiado parecidos para su gusto.
—Deja de sobreactuar, Evan. La señorita Granger tiene razón. Son seres poderosos, te aplastaran si creen que pueden hacerlo, y el señor oscuro no estará allí para protegerte todo el tiempo.
Alejando la mano de Hermione de su cabello, Harry volvió toda su atención al maestro de pociones que estaba de pie en la puerta, vestido en su usual túnica negra.
Cruzando los brazos y negándose a llamar a lo que estaba haciendo hacer un mohín, Harry medio fulminó con la mirada a la gente de la habitación, incluido Severus que sólo estaba en medio del lugar.
—¿Entonces por qué no estás vestido?
Harry tenía la sensación de que la única razón por la que Severus no estaba amenazándolo con algún tipo de castigo era porque el tiempo se estaba acabando. Era consciente de que no era justo de su parte desquitar sus nervios con ellos, pero la única otra opción era ir a la reunión como estaba ahora. Y Harry dudaba ser capaz de detenerse de hacer algo estúpido si hacía eso.
—Porque sólo te escoltaré a la ubicación decidida y no tomaré parte de la reunión. Además solamente soy uno de los seguidores, cuando tú por otro lado se supone que eres igual que nuestro lord. Quizá deberías actuar como tal en lugar de actuar como un niño mimado.
Harry apretó los dientes y se contuvo de responder. Suponía que Severus tenía razón pero no ayudaba con los nervios que sentía desde que había despertado esa mañana.
—Lo siento—. Sin importar qué, ninguno de ellos merecía la manera en que los había tratado y estaba sorprendido de que lo hubiera soportado tanto tiempo.
Ante su disculpa la cara de Hermione se suavizó y aunque ni Draco ni Severus dijeron nada, Harry tuvo la sensación de que habían aceptado su disculpa.
—Ahora ponte de pie para ver si falta algo.
Rondando los ojos, Harry hizo lo que le ordenaron. Draco ya había hecho esto una docena de veces y parecía que cada vez el rubio encontraba algo que no estaba perfecto. No estaba seguro de cuándo Draco estaría satisfecho, pero Harry esperaba que fuera antes de que Voldemort tocara a la puerta demandando saber dónde estaba.
Pensar en su amante hizo que se sonrojara. Cuando ambos habían despertado la mañana después del cumpleaños de Voldemort habían tenido otra ronda de sexo, esta vez sin la vara de metal ya que Harry aún estaba adolorido. Sin deseos de levantarse se habían quedado abrazados simplemente disfrutando la presencia del otro.
Antes de marcharse para unirse a Severus y sus amigos, Voldemort le había informado de una reunión que se llevaría a cabo dos días después, el mismo día en que los estudiantes iban a volver a Hogwarts. Harry estaba sorprendido de que Voldemort le dijera sobre eso, más aún cuando se enteró de que debía asistir a dicha reunión acompañando al otro. El señor oscuro podría sostener fácilmente la reunión sin que Harry se hubiera enterado. Al mismo tiempo estaba nervioso y emocionado. Finalmente podría ver quiénes apoyaban a Voldemort y ser capaz de planear la caída de Dumbledore. Harry suponía que la caída del Ministerio iría de la mano con eso.
Harry deseaba que hubiera una manera más pacífica de cambiar el mundo en el que vivían. Al mismo tiempo sabía que la mejor manera era echar todo abajo y construirlo de nuevo.
Parpadeando, Harry se dio cuenta de que todos parecían estarlo mirando y se sobó la nuca, desbaratando su trenza.
—En serio, Harry, ahora tendré que empezar de nuevo con esto.
Draco camino alrededor de Harry.
—Desafortunadamente no hay tiempo para eso ya que estamos atrasados. Vamos a salir ahora porque si no las protecciones del lugar no nos dejaran entrar.
—Pero, Severus, no puedo dejar que salga así.
Severus interrumpió las quejas del rubio con un rápido movimiento de su varita. Harry sintió que sus cabellos se entrelazaban en la trenza francesa y le dio al hombre una mirada agradecida. No estaba seguro de poder sobrevivir otra vez dejando que Draco metiera las manos en su pelo. El rubio podría ser una verdadera amenaza cuando quería serlo.
—Ahora que está lista podemos irnos. Señorita Granger, espero que usted y la señorita Lovegood hayan empacado y estén listas para marcharnos para cuando regrese— dijo el maestro de pociones y salió de la habitación con su túnica oscura flotando tras él.
Harry abrazó a Hermione.
—Ten cuidado y no dudes en contactarme si necesitas ayuda.
Sonriéndole a Draco, Harry agarró su capa y corrió tras Severus. No quería que Severus lo dejara en la casa. Aunque sería divertido escuchar al maestro de pociones intentando explicarle a Voldemort por qué Harry no había aparecido cuando se suponía que debía.
Alcanzó con facilidad al maestro de pociones cuando salía por la puerta.
—¿Cómo iremos hasta allí?— preguntó temiendo la respuesta.
—Con un Traslador ilegal. De esa manera ni el Ministerio ni nadie será capaz de seguirnos hacia dónde vamos.
Maldiciendo su destino siguió a Severus fuera de la casa hacia las protecciones. Estando tan cerca de Hogsmeade, Harry no podía levantar las protecciones más de lo necesario en caso de que Dumbledore tuviera a alguien vigilando el lugar. El director estaría aquí en cosa de segundos y aunque Harry quería venganza no estaba dispuesto a arriesgar la vida de otros para conseguirla.
De las profundidades de su túnica Severus sacó una pluma bastante sencilla. Al ver la expresión de Harry el profesor dijo.
—¿De verdad esperabas que el Señor Oscuro nos diera una cosa muggle para usar como Traslador?
—Bueno, no es como que haya viajado mucho en Traslador. Es sólo que soy malo con cualquier tipo de transporte mágico que no incluya volar.
—Lily tenía los mismos problemas. Es un efecto de crecer como un muggle.
Harry guardó la información donde escondía toda la otra información que tenía sobre sus padres.
—Si estás listo sugiero nos vayamos ahora.
Aunque nunca estaría preparado para usar un Traslador Harry puso una mano sobre el brazo de Severus. Suponía que no había punto en intentar alargar el asunto. Pero el pensar en Voldemort parado fuera de su puerta con todo un ejército si se atrasaba hizo que Harry sonriera mientras sentía que él y Severus eran llevados en el sol de la mañana.
)00(
El brillo se había ido de los ojos de Albus mientras estaba sentado en la silla de su oficina. Hoy era el día en que los estudiantes regresarían de las vacaciones navideñas. Un sorprendente bajo número se había quedado en el colegio este año y aunque no hubo ataques de Ryddle eso no lo hacía sentir mejor.
La razón para su humor decaído yacía en el escritorio frente a él, burlándose de él abiertamente. El Profeta no sólo lo calumniaba en sus artículos. También traía noticias sobre la fiesta de cumpleaños de Tom Sorvolo Ryddle donde muchos sangrepura y personas de altas posiciones del Ministerio habían asistido. No sólo nadie le creería si les decía que Ryddle en realidad era Voldemort, sino que el hombre en la fotografía no lucía para nada como un mago de más de setenta años. En vez de eso Ryddle lucia tan joven como un lord sangrepura con su túnica negra y verde y su oscuro cabello liso.
Albus frunció el ceño cuando se enfocó en la segunda persona en la fotografía, aquel con quien estaba bailando Ryddle. El chico lucía mucho mejor que la última vez que lo había visto, pero no había dudas de quién era el mago más bajo.
El chico Potter estaba mirando a Ryddle como sí no existiera nada más de importancia. Albus observó cómo el chico giraba de manera agraciada antes de ser envuelto en los brazos del otro hombre. Ésta era una imagen diferente del chico al que había visto en el baile de Navidad en Hogwarts hace unos años. En ese entonces Potter había sido un adolescente torpe que no tenía idea acerca de cómo tomar un par de pasos sin caer sobre sus propios pies. Pero Potter parecía cómodo en los brazos de Ryddle. Para un extraño parecería como si la pareja no tuviera ni una sola preocupación en sus vidas.
El artículo elogiaba la fiesta, a pesar de que había terminado abruptamente. Al mismo tiempo el periodista se preguntaba quién era el mago con quien estaba bailando Ryddle.
Incendiar el periódico no hizo mucho para hacer que Albus se sintiera mejor. Esperaba que nadie averiguara quién era en realidad el chico. Harry Potter se supone que estaba muerto y si la gente se enteraba que ese no era el caso Albus no sabía qué sucedería.
Albus encontró que necesitaba una copa de brandy, un puñado de caramelos de limón y un buen plan.
)00(
Draco se quedó cerca de la ventana hasta que vio que Severus y Harry desaparecían. Tras él escuchaba moverse a Granger, probablemente siguiendo las órdenes de su padrino. Suponía que Lovegood estaría en algún lugar dentro de la casa o en el jardín con Hubert vigilándola. Al menos el fantasma impediría que la chica dejara la seguridad de las protecciones o entrara al laboratorio de pociones. Draco contuvo un escalofrío. Si eso sucedía Draco no tenía dudas de que Severus haría realidad su amenaza de cortarlos en pedacitos y utilizar sus cuerpos en pociones experimentales.
Estremeciéndose otra vez se alejó de la ventana decidido a no pensar más en ello a menos que quisiera perder su desayuno.
Como Draco había asumido Granger estaba ocupada empacando las últimas pertenencias de ella y Lovegood. Cómo dos personas podían hacer tanto lío en un corto período de tiempo era un misterio para él. Cansando de ver a la bruja tratando de conseguir que las cosas que encajaran en los dos baúles, Draco murmuró un rápido hechizo y agitó su varita. Con satisfacción observó cómo las cosas volaron a sus respectivos baúles. No necesitaba comprobar para saber que todo estaba donde se suponía que debía estar.
—¿Qué tipo de hechizo fue ese?— preguntó Granger, dándose la vuelta y para su sorpresa la chica no lo miró enojada porque él la había perturbado o por el hecho de que había realizado magia cuando ella no tenía permitido hacerlo. Más bien parecía sinceramente interesada, pero la forma en que ella lo miraba hizo que Draco sintiera como si fuera una especie nueva que ella había encontrado y quería examinar más de cerca.
—Si realmente quieres saberlo, es algo que nos orgullece a los Malfoy. Después de todo, uno no puede confiar en los elfos domésticos de otro y algunas cosas son muy delicadas para ser manejadas por un mero sirviente. Además, de esta manera es más rápido y no voy a tener que ver cómo maltratas tus cosas, en especial esos trapos que llamas ropa.
Estudiando sus uñas como si fueran de suma importancia Draco mantenía un ojo atento sobre la chica. Quería ver cuán lejos podía empujarla, en especial ahora que Harry no estaba allí para detenerlos. Al mismo tiempo recordaba bastante bien la fuerza tras la bofetada que ella le había dado en tercer año. Debía ser por todo esos libros que siempre andaba acarreando. Eso o sospecharía que había usado algún tipo de hechizo para triplicar su propia fuerza si no fuera porque ella era demasiado Gryffindor para hacer algo así.
—No es como si fuera un hechizo oscuro, es perfectamente legal. Además, los del Ministerio no llegaran corriendo porque yo soy educado en casa y por eso tengo permitido hacer magia cuando lo deseo. Pero sólo puedo usar magia oscura cuando estoy en compañía de un mago o bruja adulto.
—¿Así que aquellos que son educados en casa en realidad tienen oportunidades de aprender más que aquellos que van a Hogwarts?
La chica Gryffindor parecía realmente enfurecida y horrorizada, hace medio año Draco nunca hubiera pensado que iba a ser capaz de aceptar tal pensamiento.
—Sí, ¿por qué crees que los niños de las familias mágicas están mucho más avanzados en su educación que los nacidos muggle y la mayoría de los mestizos? Nos enseñan en casa hasta que tenemos edad de ir a Hogwarts.
—Pero eso es trampa.
—No lo es.
Granger cruzó los brazos y lo miró desafiante.
—Draco, ¿cómo reaccionarias si tuvieras que ir a una escuela muggle sin tener idea de lo que va a suceder cuando llegues allí?
—Que idea tan ridícula, como si existiera un Malfoy que naciera sin magia, y deja de llamarme Draco.
—Entonces supongamos que pierdes tu magia en un accidente. Y no discutas conmigo, porque sé que algo así puede pasar, ya ha sucedido. De repente tienes que encajar en una sociedad de la que no sabes nada, y la única manera que puedes aprender cualquier cosa es de los libros y todos los demás están muy por delante de ti.
—Algo así jamás sucedería.
—Pero piensa que así sucediera. Intenta ponerte en su lugar.
—¿Cómo llegamos a esto?
La pregunta sacó a Granger fuera de su modo de sermoneo y ella puso una expresión perpleja en su cara. Draco estaba casi seguro de que era la primera vez en años que Granger no sabía sobre lo que estaba hablando alguien. Por lo menos si su expresión era algo por qué guiarse.
—Eso no es importante, pero debes admitir que…
No queriendo escuchar más, Draco se acercó y giró a la chica tomándola de los hombros. Cuando estuvieron uno frente al otro, notó que él era unas pocas pulgadas más alto que ella. No era mucho, pero fue suficiente para hacer una diferencia visible, cosa que era suficiente para él.
Aún mirando a los ojos de la chica Draco se inclinó hacia adelante y presionó sus labios contra los de Granger. En vez del rápido beso que había planeado, Draco acercó a la chica hacia él y la envolvió entre sus brazos, como para asegurarse que no pudiera escapar de él.
Si hubiera sabido que esto iba a funcionar tan bien habría utilizado este método para hacerla callar mucho antes. Pero, ¿quién podía saber que una sabelotodo en realidad podría besar tan bien?
)00(
Harry aterrizó en un suelo duro y fue sólo su agarre en el brazo de Severus lo que aseguró que permaneciera de pie en vez de caer al piso. Cerrando los ojos respiró profundamente por la nariz mientras intentaba calmar su estomago. No tenía intenciones de ver su desayuno de nuevo.
Abrió los ojos cuando Severus liberó su brazo y fue entonces que Harry se dio cuenta de lo fuerte que había estado apretando el brazo del otro mago. Murmurando una rápida disculpa Harry volvió su atención a sus nuevos alrededores.
Ojos verdes se abrieron cuando Harry se dio cuenta donde estaban y dio un paso atrás, preparado para huir del lugar lo más rápido posible.
Era el maldito cementerio.
El cementerio había dado lugar a muchas de sus pesadillas y a pesar de que la escenografía era tan diferente de esa noche Harry sintió que su respiración se agitaba al recordar la noche del renacimiento de Voldemort. Estaba feliz de tener de vuelta a su amante pero había sido una experiencia dolorosa y la muerte de Cedric había sido innecesaria.
Sacudiendo la cabeza para aclarar sus pensamientos respiró profundamente varias veces para calmarse. Había pasado hace muchos años y no comprendía por qué lo recordaba con tanta claridad ahora. Ahora no era el momento para hundirse en sus memorias.
—No actúes como lo haría un típico Gryffindor, Evan. Te darán un nuevo Traslador para que regreses a la casa.
Haciendo una mueca Harry asintió.
—Voy a cuidar de mí mismo, Severus, saluda a Luna y a Hermione por mí.
El maestro de pociones sólo asintió antes de desaparecer. Harry suponía que Severus había usado el Traslador ya que le había dejado claro que nadie podía Aparecerse fuera de aquí.
Envolviendo la capa alrededor de su cuerpo tembloroso, Harry comenzó a caminar hacia la casa sobre la colina. Sabiendo lo que había sucedido dentro de esa casa hizo que se sintiera incómodo, también podría ser un efecto posterior del Traslador. Ignoró las tumbas por las que pasó. Probablemente todas eran de muggles, y aunque ese no fuera el caso Harry dudaba ser capaz de reconocer los nombres.
Al llegar a la puerta principal y no ver ningún tipo de guardia Harry vaciló. No dudaba de que Severus lo hubiera llevado a la ubicación correcta. Le parecía extraño que una reunión tan importante estaba a punto de celebrarse aquí y aún así no había nada que impidiera que entraran intrusos. Pero Severus había mencionado algo sobre protecciones, quizá después tendría tiempo para echarles una mirada. Por lo que sabía las trampas podían extenderse por todo el lugar y probablemente debería estar agradecido de no haberse topado con ninguna de ellas
Con ese pensamiento Harry puso una mano en la manija y abrió la puerta.
El pasillo estaba anormalmente oscuro y él entrecerró los ojos un poco con la esperanza de ver mejor. Dando un cuidadoso paso en el interior se estremeció violentamente cuando la puerta se cerró detrás de él, dejándolo en completa oscuridad. Antes de que pudiera reaccionar unas manos se cerraron alrededor de su cintura y lo alzaron hasta que sus pies no tocaban el piso.
Incapaz de ver que se sucedía y quien lo atacaba, Harry instó a su magia a salir, usándola para alejar a su atacante. Cayó de pie justo al oír a la persona que lo había atacado golpear algo que se rompió.
Respirando rápido y sintiendo que el corazón se le arrancaba del pecho Harry caminó hacia atrás hasta que sintió su espalda tocar la pared. Sus ojos recorrieron la oscuridad intentando comprender que sucedía. Severus no lo habría dejado aquí de no ser e lugar correcto. ¿Acaso alguien los había traicionado? Si ese era el caso, entonces, ¿qué le había pasado a Voldemort y los demás?
Una risa baja interrumpió sus agitados pensamientos y la luz en el pasillo se encendió. Harry parpadeó varias y veces y giró la cabeza en diferentes direcciones para ver de dónde provenía la risa.
—Tú— siseó Harry casi hablando en Pársel cuando se dio cuenta de quien lo había atacado.
Lord Sanguini estaba sentado en el suelo con su espalda contra la pared y en su rostro una mezcla de diversión y confusión, como si no comprendiera enteramente que debía sentir. Al lado del vampiro piezas de lo que había sido un florero azul yacían en el suelo.
—Así que este es el pequeño mortal mágico de quien has estado hablando mucho últimamente. Ya veo por qué atrapó tu interés. No todos son capaces de defenderse contra un vampiro de esa manera.
Harry entrecerró los ojos aun más al buscar al que habló. Por lo que podía juzgar era el mismo que había estado riendo cuando había forzado lord Sanguini a alejarse de él.
Desde las sombras lo que parecía ser un simple niño apareció. El niño parecía una persona sacada de un cuadro de la época victoriana. El pelo rubio fresa parecía hacer resaltar los ojos rojos, la única prueba de que el niño era un vampiro. No era el mismo rojo cálido de Voldemort, o el sanguinario rojo de Sanguini, aunque se asemejaba bastante al otro vampiro, sólo unos cuantos tonos más ligero. Aunque el niño era más bajo que él, lucía como de ocho años, Harry tenía la sensación de que el niño vampiro no era alguien a quien cruzar. Podía lucir como un niño pero no se podía decir en realidad cuan mayor era.
—No hablen de mí como si yo fuera un animal que pueden mirar cuando quieran— dijo Harry finalmente molesto y no se movió cuando los dos vampiros lo observaron antes de intercambiar miradas.
—Sólo tú escogerías a un humano que no tiene respeto por nuestra raza.
Rodando los ojos mientras Sanguini se levantaba del suelo Harry respondió:
—El respeto se gana, no se da gratis.
—Te dije que sería divertido. ¿Pequeñín, podrías remover el palo del trasero de mi hermano?
—Alguien tiene que actuar como un adulto, Sanguini, y ya que tú, como el mayor de los dos se rehúsa a hacerlo, es mi deber.
Confundido Harry miró de un vampiro al otro. Los dos no se parecían. Aunque eso no significaba que no estuvieran relacionados, uno podía tomarlo a él y a los Dursley como ejemplo. Estremeciéndose al pensar en que podía parecerse a Dudley, Harry ignoró las miradas que los dos vampiros le dieron. Por lo menos habían dejado de discutir, por lo que estaba agradecido.
—En todo caso— dijo el vampiro aún no identificado—, será mejor que nos pongamos en movimiento ya que a fin llego la última persona.
El vampiro desapareció dejando a Harry y Sanguini juntos.
—Bueno, si eres tan amable de seguirme. Te guiaré a nuestro destino.
Habiendo sólo visto parte de la casa en sueños y sin tener idea de a dónde se llevaría a cabo la reunión Harry decidió aceptar la oferta del vampiro. Cuando salieron del pasillo y entraron a una habitación se detuvo de golpe.
—¿Cómo es que no te estás quemando?—. Harry miró al vampiro que estaba parado bajo un rayo de sol, sonriéndole.
—Es una maravillosa invención llamada protector solar. Te permite estar en el sol sin convertirte en cenizas.
Harry asintió pero guardó silencio mientras Sanguini lo guiaba a través de la casa. Lucía diferente de la última vez que la había visto. Claro que había sido a través de los ojos de otra persona y había estado oscuro en esa oportunidad. Pero alguien, probablemente elfos domésticos, se habían tomado el tiempo de limpiar el lugar y tirar los muebles rotos. Ahora el lugar casi parecía habitable.
Llegaron a un lugar que parecía ser una vieja biblioteca. Aunque no parecía tan vieja como algunas que había visto antes, pero para ser muggle suponía que era bastante impresionante. En medio de la biblioteca había una mesa redonda que lo hizo pensar en el rey Arthur y sus caballeros. Si Harry recordaba correctamente el uso de la mesa era para mostrar que todos eran iguales, incluso el rey. Se preguntó si ese también era el caso aquí.
Los ojos de Harry recorrieron a la gente reunida. Fenrir y Remus estaban sentados juntos al otro lado de la mesa. Ambos estaban vestidos en lo que parecían ser sus mejores túnicas y por la expresión en el rostro de Fenrir, Harry suponía que había sido idea de Remus. A la izquierda de su padrino adoptivo estaban sentadas dos personas altas con cabello blanco y piel pálida. Las orejas puntiagudas de la mujer le hicieron suponer a Harry que ella y el hombre eran elfos aunque era la primera vez que veía algunos. Harry se pregunto dónde podía encontrar a una veela para averiguar cuál de las dos era más hermosa.
Al lado de los elfos Harry reconoció a Ragnok y a la que suponía era una versión femenina de los goblins. Pese a su trabajo con los goblins Harry nunca había visto a una mujer goblin. De no ser por las ropas con facilidad la habría confundido con un hombre. Sanguini ya se había sentado al lado de la goblin y a su izquierda estaba el vampiro sin nombre y al lado de éste estaba Voldemort.
Sólo viendo una silla libre Harry caminó hacía la mesa y se sentó, muy consciente de lo mucho que Voldemort y Fenrir eran más altos que él. Mirando alrededor se dio cuenta de que no estaban los centauros. Quizás era para mejor. A Harry le costaba imaginar a Bane dentro de una casa y escucharlo hablar sobre las estrellas solo les quitaría tiempo importante.
Cuando se sentó una taza con una sustancia blanca apareció en la mesa frente a él. Teniendo sed y no viendo ninguna razón por la que no debería beber Harry probó la bebida. Dejó la taza de nuevo en la mesa y fulminó con la mirada a Voldemort con el rabillo del ojo. Voldemort se había asegurado de ponerle leche como si fuera un niño o un gato. Voldemort reaccionó a la mirada con una sonrisa satisfecha. Al menos parecía que el hombre se estaba divirtiendo con todo esto.
—Ahora que estamos todos reunidos podemos comenzar la reunión. Estamos reunidos aquí porque deseamos cambiar el mundo en el que vivimos. El Ministerio busca controlarnos y sé que todos han sentido esto en algún grado. La mayoría de eso es debido a su política de amistad hacía los muggles— dijo Voldemort, consiguiendo efectivamente la atención de todas las personas en la habitación—. Los nacidos muggle y mestizos son un peligro para nuestra sociedad porque viven pasando entre los mundos.
Pese a las muchas conversaciones que había tenido con Voldemort sobre lo que necesitaba hacerse Harry sintió que se ponía tenso. Hasta ahora Voldemort no le había dicho claramente cuáles eran sus metas para la guerra. Y aunque el hombre había escuchado las ideas de Harry el chico de ojos verdes no sabía si Voldemort las tomaría o no.
—Deben decidir por un mundo u otro y residir allí. Si trabajas en el mundo mágico entonces no debes vivir en el mundo muggle. Somos más poderosos que ellos pero si nuestro mundo es descubierto ellos son mayores en número y tienen tecnología que podría destruirnos. Volverían las cacerías de brujas.
Una mirada alrededor de la mesa le mostró a Harry que todos estaban escuchando con rostros serios antes de volver su atención de vuelta a Voldemort y a lo que el hombre estaba diciendo.
—Los niños nacidos muggle y los mestizos con un padre muggle deberían ser vigilados para asegurarnos de que los muggles los están tratando bien. Los humanos actúan en contra de lo que no conocen. Mientras que algunos pueden vivir con familias felices hay algunos que no tienen tanta suerte.
Aquí Voldemort le echó una mirada significativa a Harry que también lo miró.
—Aquellas familias deben ser observadas de cerca cuando sabemos que un niño tiene magia para que podamos asegurarnos de que el niño está seguro y bien tratado. Si hay alguna señal de abuso el niño debería ser removido, ya sea junto con el otro padre o tomado de ambos y ser colocado con una familia mágica. También el niño debería asistir a una escuela cuando cumpla los cinco años para estar al mismo nivel de un niño que creció en nuestro mundo.
Harry se preguntó lo diferente que habría sido su vida si el Ministerio hubiera sido manejado de esa manera cuando sus padres murieron. Dudaba mucho que los Dursley hubieran pasado esas investigaciones. Pudo haber tenido una infancia normal, o al menos lo más normal posible. Y una escuela antes de Hogwarts sin duda habría sido mucho mejor que ser arrojado de repente a un mundo extraño sin tener idea de lo que sucedía.
—¿Y cómo esto cambiará algo o asegurara que no estemos expuestos?
La atención de Harry se dirigió a los elfos que hablaron por primera vez. Harry se sorprendió al ver que se movían en sincronía e incluso hablaban como si fueran un solo ser. Voldemort no parecía irritado por la pregunta, en cambio, parecía que la había estado esperando.
—Al incluir a los nacidos muggle y a los mestizos en nuestro mundo hay un riesgo menor de que ellos regresen al mundo muggle y por lo tanto el riesgo de estar expuesto es mucho menor del que habría. Pero esto no es algo que sólo podamos hacer los magos. Se ayudaran ustedes mismos al ayudarnos. Piénsenlo, más personas se verán obligadas a reconocerlos por lo que son cuando los vean ayudar a proteger nuestro mundo y a los niños. En vez de enfrentarse a restricciones y desprecio tendrán la oportunidad de recibir respeto por lo que son y por lo que hacen.
Harry vio cómo las palabras parecieron llegarles. El mundo mágico se estaba poniendo en esta situación por cómo eran tratados aquellos con menos de cien por ciento sangre mágica. Y no sentiría pena por ellos cuando eso sucediera.
—Mientras que las palabras tienen méritos no va a ayudar para nada a menos que encontremos una manera de aplastar al Ministerio.
—Pero incluso cuando el Ministerio caiga no habremos ganado la guerra. Mientras Dumbledore siga de pie la gente seguirá peleando contra nosotros. A pesar de lo que se ha hecho para cambiar la opinión de él la gente aún ve a Dumbledore como el gran vencedor del mal. Lo buscaran cuando sientan que están en peligro.
Harry se acomodó en la silla, tratando de ignorar las miradas que se dirigían hacia él.
—Estoy de acuerdo con el pequeño mago— dijo Sanguini, ignorando la manera en que dicho mago se enfadaba ante el apodo, aunque Harry estaba agradecido de que el vampiro hubiera roto el silencio alrededor de la mesa y hubiera alejado el foco de él.
—El cachorro tiene razón. La mejor manera de asegurar nuestra victoria sería deshacernos de ambos al mismo tiempo o al menos muy cerca el uno del otro para que nadie tenga oportunidad de prepararse.
—Lobito, nunca pensé que un aullador de la luna estuviera de acuerdo con alguien como yo—. Sanguini hostigó a Fenrir y Harry comprendió de repente porque no habían sido sentados uno al lado del otro.
—¿Quieres decir a una sanguijuela calva y pálida bebedora de sangre?
Remus y el vampiro no identificado rodaron los ojos e intercambiaron una mirada mientras suspiraban. Era claro que ambos habían estado esperando que esto sucediera. Remus puso una mano sobre el brazo de su pareja para calmarlo, pero también para impedir que Fenrir saltara sobre la mesa para atacar al vampiro. El vampiro sin identificar se puso de pie y agarró a Sanguini de una oreja.
—Por favor discúlpenos pero me parece una buena idea tomar un receso a menos que queramos que empiece una guerra en esta habitación.
—Supongo que un receso de un cuarto de hora nos haría bien a todos— accedió Voldemort y con rapidez Sanguini y Fenrir fueron sacados de la habitación, dejando a Harry, lo elfos, Voldemort y los dos goblins.
Sonriéndole a su amante Harry se levantó de la silla y caminó hacia Ragnok y la goblin.
—Evan, te presentó a mi esposa, Abgork.
Harry hizo una inclinación de cabeza hacia la goblin.
—Que el oro siempre llene sus cuentas.
—Y que sus enemigos teman su espada.
—¿Qué te hizo decidir venir a esta reunión?
Harry estaba de verdad interesado. Le había enviado una carta a Ragnok la mañana antes de salir con Draco en busca de los centauros. Y aunque el goblin hubiera dicho que no Harry confiaba en que Ragnok no le contaría a nadie sobre esta reunión o nada de esto. Parecía correcto haber confiado así en su amigo.
—Si más gente se queda en el mundo mágico estarán más inclinados a usar Gringotts para guardar su dinero en lugar de en bancos muggle. Además a la mayoría de nosotros está cansado de la forma en que somos tratados. Magos y brujas por igual tienden a olvidar quién es el que está protegiendo su dinero. De esta manera Gringotts aumentará la cantidad de oro en nuestras cuentas.
Harry asintió, para nada sorprendido por la respuesta del goblin. Uno siempre podía confiar en que Ragnok o cualquier otro goblin volviera esto en un asunto de dinero y oro. Eso era lo único que realmente les importaba.
Sintiendo a alguien tras él Harry se dio la vuelta y se encontró frente a frente con Voldemort. Al igual que él mismo el otro estaba vestido en una túnica negra aunque era de un material más fino que la de Harry. Pero Draco no había podido hacer mucho con tan poco tiempo.
—Si no les molesta tomaré prestado a su acompañante por el resto del receso.
Ante el asentimiento de Ragnok, Voldemort tomó de la mano a Harry y lo guió fuera de la biblioteca, por una tercera puerta que Harry no había notado antes. Preguntándose qué quería su amante Harry siguió al hombre en silencio. Voldemort caminaba frente a él, mantenido el agarre gentil, sin embargo era lo suficientemente fuerte como para asegurarse de que Harry no puede irse si eso era lo que quería.
Harry de repente se encontró estrellado contra una pared, levantado hasta que sus pies apenas tocaban el piso. Cálidos labios se apoderaron de los suyos y Harry abrió voluntariamente su boca cuando sintió sitio la lengua de Voldemort demandando entrada. Harry puso sus brazos alrededor del cuello de Voldemort mientras envolvía con sus piernas la cintura del señor oscuro. Sintiendo las manos de Voldemort recorrer sus costados Harry se estremeció. Tenía la sensación de que había algo que debía recordar pero ahora encontró que no podía pensar en que era.
Separándose cuando ambos sintieron la necesidad de aire Harry apoyó su cabeza contra el pecho de Voldemort mientras sentía la barbilla del hombre sobre su cabeza.
—Sabes que pese a no haber pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos siento como que ha pasado mucho tiempo desde que estuvimos juntos, si sabes lo que quiero decir.
Voldemort rió, haciendo que el pecho del hombre retumbara de una manera agradable.
—¿Tal vez deberíamos abandonar esta reunión y encontrar un lugar apartado para nosotros dos?
—¿De verdad crees que podríamos ganar la guerra sin ti?— preguntó Harry mientras sus dedos jugaban con los botones de la túnica de Voldemort. Aunque la sugerencia del hombre valía la pena Harry sabía que no era una posibilidad.
—Absolutamente no. Sin nosotros se matarían entre ellos. Viste lo que paso allí, imagina lo que sucedería si no estamos para detenerlos.
Aunque Harry sentía que Voldemort estaba exagerando igual asintió.
—Qué pena.
Tan cerca a Voldemort, Harry con facilidad podía sentir la excitación del hombre pese a las capas de ropa entre ellos y el señor oscuro probablemente estaba en la misma situación. Si no fuera porque temía que alguien los pillara aceptaría la propuesta de Voldemort sin pensarlo dos veces. Pero pesar en que Remus los pillara hizo que Harry no perdiera la determinación. Ya había sido malo que Fenrir y su padrino adoptivo no se hubieran molestado con hechizos de privacidad cuando Harry los había visitado. Y estaba seguro de no poder sobrevivir la vergüenza si era Sanguini quien los pillaba. El vampiro jamás dejaría de molestarlo. Claro que eso significaría que Sanguini tendría que escapar de su acompañante para que eso pasara pero Harry encontraba que era mejor estar seguro.
—Pero después de esto no hay nada que nos impida hacer lo que queramos.
La profunda voz de Voldemort interrumpió sus pensamientos y una vez más Harry asintió, esta vez sin decir nada. En su lugar se acercó más a Voldemort, disfrutando la cercanía que ambos compartían. Deseó poder quedarse así para siempre y sin molestias aunque sabía que era muy poco probable que ese deseo se cumpliera. Pero eso no impidió que lo deseara de todas maneras.
Se preguntó cuánto rato pasaría antes que algunos de los demás vinieran en su busca. O por qué querían hablar con ellos o por qué el dúo estaba atrasado para la reunión. Harry tenía el fuerte presentimiento de que sería lo segundo.
)00(
El Traslador llevo a Severus directo a la sala en la casa de Evan. El hombre aterrizó sin problemas, estando acostumbrado a usar trasladores como medio de transporte desde que era un niño pequeño.
Los ojos oscuros recorrieron la habitación y pese al hecho de que no parecía haber nada fuera de lugar su varita apareció en su mano como si tuviera vida propia. El lugar estaba extrañamente silencioso y sabiendo a quién había dejado aquí cuando se llevó a Evan, Severus encontró suficientes razones para preocuparse. Su ahijado y Granger no podían estar en la misma habitación por más de cinco minutos antes de que comenzaran a discutir. De alguna manera le recordaban a Narcissa y Lucius cuando el par se había enterado de que estaban comprometidos. Habían actuado como perro y gato cada vez que estaban al mismo tiempo en la sala común Slytherin. Severus se preguntó si habrían seguido juntos de no ser porque ambos habían decidido agregarlo a él a la relación.
Entrando en modo espía Severus avanzó en silencio, su varita levantada y lista para lanzar la primera maldición que se le viniera a la mente. Tenía muchas que había creado recientemente que necesitaban un sujeto vivo para experimentar. Aunque no deseaba lastimar a su ahijado no diría que no si eso le daba la oportunidad de probar algunas de sus maldiciones. Muchas de ellas habían sido diseñadas para ser dolorosas.
Severus dejó la sala, ya sabiendo que no había nada que ver allí. Suponía que el mejor lugar para comenzar era donde había visto por última vez a Draco y a Granger. Pero revisaría los demás lugares en camino hacia allá para asegurarse de no recibir sorpresas desagradables
Habiendo recorrido la casa lo suficiente como para conocerla tan bien como su propio laboratorio de pociones, Severus evitó pisar cualquiera de los lugares que podían revelar su posición. La mayoría de las familias mágicas reparaban esos lugares o lanzaban un hechizo de silencio sobre ellos. Pero al parecer Evan había aprendido que eso no le serviría para alertarlo si alguien estaba en la casa. Sin embargo con los normales niveles de ruido que había en la casa Severus suponía que no hacía mucha diferencia.
Oscuro y silencioso como una sombra Severus subió las escaleras. Mantuvo su respiración tranquila, demasiado ligera para ser escuchada por un mago o bruja normal. Al llegar arriba se permitió exhalar más profundo al ver que nada había sucedido. Hasta ahora no había pasado nada excepto por los jóvenes desaparecidos. Narcissa lo mataría si se enteraba que algo le había pasado a su hijo bajo su cuidado.
El maestro de pociones no sabía que sería peor, Voldemort o Narcissa. Ambos le arrancarían la cabeza si algo le sucedía a cualquiera de los dos chicos. El señor oscuro lo torturaría antes de matarlo. Pero Narcissa era su amante y le negaría sexo por un desconocido periodo de tiempo.
Estremeciéndose antes eso decido que no era el momento de pensar en esas cosas. Se preocuparía por su vida sexual después de haber encontrado qué les había pasado a Draco y posiblemente también a las dos chicas. Evan no estaría feliz si algo le sucedía a sus amigas. Preguntándose cuándo había comenzado a temer la reacción de un mero adolescente Severus se detuvo a mitad del pasillo cuando divisó a Hubert, que estaba parado fuera de la puerta que llevaba a la que antes había sido la habitación de Evan.
El fantasma levantó la mirada cuando Severus se acercó y el maestro de pociones estaba seguro de que si el fantasma hubiera estado vivo habría estado tan pálido como lo estaba ahora.
—¿Dónde están los chicos Hubert?
Normalmente no habría sido tan duro con su familiar muerto pero aunque intentara negarlo Severus estaba preocupado por lo que podía haberle sucedido a los jóvenes.
—Luna, creo que se llama, está en el jardín buscando nargles.
—¿Y Draco y la señorita Granger?
Hubert balbuceó pero no dio una verdadera respuesta. Hizo un gesto hacia la puerta cerrada antes de desaparecer a través del piso dejando a Severus solo en el pasillo. Sabiendo que no serviría de mucho buscar al fantasma para saber lo que estaba pasando, Severus decidió tomar el camino fácil.
Con esa decisión tomada Severus abrió la puerta, asegurándose de no meter ruido para no alertar a nadie de su llegada.
Mirando dentro de la habitación Severus decidió que no debería haberse preocupado tanto por guardar silencio. Con la escena que se encontró al abrir la puerta pensó que no se habrían dado cuenta aunque hubiera abierto la puerta de un portazo.
Su ahijado estaba parado de espaldas a la puerta. El rubio Slytherin tenía los brazos envueltos alrededor del cuerpo de otra persona. La única cosa que delataba la identidad de la otra persona era el alborotado cabello castaño que parecía estar por todos lados. Dando un pequeño paso en la habitación los ojos negros de Severus se abrieron cuando vio las dos bocas conectadas.
No sintiendo la necesidad de ser capturado in fraganti viéndolos besándose Severus salió del lugar y cerró la puerta tras él, tan silencioso como había entrado. Con la forma concentrada en que la pareja había estado el uno con el otro dudaba mucho que lo notaran, pero no iba a arriesgarse. La primera vez que había entado en una escena como esta había terminado con él en una relación con dos sangrepura que hasta ese momento no se habían soportado.
Sacudiendo la cabeza Severus decidió mantenerse fuera de esto. Draco podía ser como su hijo, pero dejaría que Lucius lidiara con este desastre. Claro que eso significaría que el lord Malfoy tendría que averiguar que su hijo no era tan inocente como él y su esposa creían.
Sacudiendo la cabeza otra vez Severus salió afuera. Suponía que para cuando encontrará a la señorita Lovegood y la llevara dentro de la casa para empacar sus pertenencias los dos enamorados arriba ya habrían terminado. Aún sabía varios hechizos legales que no había usado desde su tiempo en Hogwarts. Aunque no sirvieran para nada más al menos los haría moverse y cuando fuera a dejar a las chicas a la estación del tren él y Draco tendrían una conversación sobre las aves y las abejas. Con padres como Narcissa y Lucius no estaba seguro si el chico sabía sobre relaciones. Como hijo único podía ver que Draco era un poco malcriado, además era el padrino del chico. Quizás los dos serian buenos el uno para el otro. Al menos usarían su energía en otra cosa que pelear entre sí la mayoría del tiempo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top