Capítulo 21
Capítulo 21
Fue una situación caótica la que recibió a Harry cuando aterrizó en el vestíbulo de la mansión de Voldemort. Cuando un hechizo de color rojo pasó sobre su cabeza y pudo oler cabello quemado, se arrojó al piso para salir de la línea de fuego. Rodó y luego se puso en cuclillas, su ojos escanearon la situación a la que había llegado inesperadamente.
La entrada estaba en caos. Había cuadros en el piso vacíos ya que sus habitantes habían huido, probablemente apenas había comenzado la batalla. Los muebles habían sido volcados o habían volado en pedazos por la multitud de hechizos y maldiciones que parecían llenar el aire.
El sofá en el que había buscado refugio estaba de espaldas y resultó ser el lugar más apropiado para esconderse, desafortunadamente no estaba abandonado como había creído.
—Hola Harry, los Wrackspurts me dijeron que volverías hoy, aunque creyeron que volverías antes de tu visita donde el amigo del Ciervo y del Grimm.
La expresión choqueada de Harry desapareció y se alejó un poco de la rubia Ravenclaw aunque se aseguró de mantenerse protegido por el sofá. No tenía deseos de ser alcanzado por una maldición. Se veían bastantes desagradables aunque no del nivel usado normalmente por los mortífagos.
—Luna, ¿qué estás haciendo aquí?
—Buscando a algún Umgubular Slashkiters, intentamos buscarlos en una sala de cine pero no había. Así que pensé que tú podrías haber visto alguno. Pero la lechuza inteligente vino porque quería ver al gatito de ojos verdes.
Harry se sonrojó.
—¿Cómo sabes cuál es mi forma animaga?
—Los Wrackspurts me dijeron.
Parpadeando, Harry asintió.
—Los Wrackspurts, ¿por qué no pensé en eso?
Luna colocó una mano en sus brazos.
—¿Sabes?, si abrieras tus ojos, serias capaz de ver todo un nuevo mundo.
—¿Te importaría decirme qué es lo que sucede?— preguntó Harry. Guardó las palabras de Luna para analizarlas en otra ocasión porque ahora tenía otras cosas en que pensar. Los ojos de Harry revisaron el rostro de Luna por algo que le dijera si ella era el enemigo. Odio, rabia, disgusto, lo que fuera. En vez de eso sólo vio la sonrisa soñadora de Luna, haciéndolo desear poder usar Legeremancia para buscar en su mente ese conocimiento. Pero sabiendo lo que sabía de Luna, Harry supuso que era mejor confiar en su instinto con lo relacionado con este asunto. Por la manera en que ella hablaba quizás no era bueno saber qué tenía en su mente.
Mientras esperaba que Luna respondiera su pregunta, Harry dio una ojeada por encima del sofá. Por lo que podía ver la pelea aún seguía. Al otro lado del vestíbulo, donde comenzaban las escaleras que llevaban al segundo piso, divisó el familiar cabello rubio de Draco. Lo que significaba que quien fuera que estuviera peleando contra el rubio estaba en este lado de la habitación. Pero sin importar lo mucho que mirara, Harry no pudo ver a nadie más que a ellos.
—La lechuza inteligente ha superado su breve confusión sobre quiénes eran sus verdaderos amigos, pero la lechuza teme que sea demasiado tarde para disculparse con el gatito de ojos verdes. Desafortunadamente parece que las serpientes plateadas no están dispuestas a perdonar a la lechuza por lo que le hizo al gatito, y esa es la razón por la que nos encontramos en esta situación.— Harry asintió, repitiendo lo que Luna había dicho dentro de su cabeza, tratando de comprender lo que ella quería decir.
—Luna, Draco no tiene razón para reaccionar de esa manera contra ti. Tú no me has hecho nada.
Entre el ruido de la pelea que aún seguía, Harry pudo oír con claridad como reía la chica rubia.
—Tontito, yo no soy la lechuza.
Agachándose con rapidez tras el sofá cuando algo exploto enviando trozo por todos lados Harry se giró para mirar a la chica que estaba en cuclillas tarareando una suave melodía que no reconoció.
—Luna, ¿a quién trajiste contigo?
Trató de imaginar las posibilidades en su cabeza pero no llegó a ninguna parte.
—No traje a nadie conmigo. Los Wrackspurts nos dijeron a mí y a la lechuza inteligente dónde ir y sólo seguimos órdenes.
Harry sintió el deseo de golpear su cabeza contra algo duro pero se contuvo. Dudaba que eso ayudara con la jaqueca que estaba comenzando en su cabeza pese a lo que le decían sus instintos. Además dudaba que Voldemort estuviera feliz de ver más daños en la mansión y sólo la añadiría leña al fuego si el hombre averiguaba que se había lastimado.
—Luna, ¿necesito que me digas quién es la lechuza? ¿Es un peligro a las personas que están aquí?
Aunque dudaba que Luna hiciera algo que pudiera lastimarlo, Harry había aprendido a ser cuidadoso. No quería cometer los mismos errores dos veces. Al mirar los ojos de Luna parecían brillar traviesos.
—Si miras ahora veras quien es la lechuza.
Haciendo lo que le dijeron Harry hecho una ojeada una vez más, rogando en silencio que ninguna de las maldiciones lo alcanzara mientras escaneaba la habitación. Si era posible la habitación lucia peor de cuando había llegado. Harry apagó un pequeño fuego que había comenzado cerca de su escondite y que nadie había notado. Por otro lado suponía que la gente tenía otras cosas de que preocuparse.
Los ojos verdes se abrieron y luego se entrecerraron al divisar una familiar cabellera castaña. Apretó sus puños, sin quitar sus ojos de Hermione, quien, al igual que Luna, estaba vestida en ropa muggle, aunque las de ella eran más normales que la vestimenta de la Ravenclaw. La bruja se movía de un lado al otro lanzando hechizos defensivos hacia el otro lado de la habitación donde estaban los Slytherin.
Él no había visto a la bruja Gryffindor desde ese día en que había despertado en una celda en Hogwarts. El recuerdo de cómo Hermione se había quedado parada a un lado sin hacer nada mientras Ron le gritaba todo tipo de cosas aún estaba fresca en sus memorias. Harry había pensado que ella era su amiga. Incluso cuando Ron y todos los demás lo abandonaron a través de los años en Hogwarts Harry siempre había podido confiar en que Hermione estuviera allí para él. Perderla había dolido, y había hecho que la rabia creciera dentro de su pecho haciéndole casi imposible respirar.
Como si sintiera sus ojos taladrando su espalda Hermione de repente se dio la vuelta y lo miró. Ella tenía la varita en la mano y una maldición lista en sus labios cuando de repente se quedó helada. Hasta ahora Harry no se había dado cuenta que ya no estaba atrás de la protección que le proveía el sofá. Al parecer aún tenía que pensar antes de actuar.
Viendo a Draco que se movía con rapidez hacia ellos desde su posición al otro lado del vestíbulo Harry hizo una seña para que el Slytherin se quedara atrás. Esto era algo con lo que tenía que lidiar por sí mismo. La mano de Hermione cayó pero Harry se dio cuenta que ella mantuvo la varita en un costado en vez de guardarla en un bolsillo. Ella ya le había dado vuelta la espalda al enemigo. Si Harry no hubiera estado allí, ella ya habría sido capturada.
—¿Que estás haciendo aquí, Granger?
La bruja se estremeció y Harry se preguntó si había sido el tono duro o el uso de su apellido lo que había provocado tal reacción. Y en todo caso, ¿qué le importaba a él?
—Harry…
—Es Potter para ti, Granger. El uso de mi nombre de pila está reservado para aquellos que considero mis amigos y tú no estás incluida.
Una vez más Hermione se estremeció y Harry frunció el ceño. Su antigua amiga nunca había sido muy buen actriz cosa que le dijo que su reacción era probablemente real. Pero él aun no entendía porque ella reaccionaria de esa manera. Hermione puso una mirada de determinación en su rostro, una que Harry conocía muy bien y la chica de repente se enderezo como un soldado. Al parecer estaba a punto de recibir uno de sus sermones.
—Harry, lo…
—¿Acaso no oíste lo que él te dijo, sangresucia? Sólo sus amigos pueden llamarlo por su nombre de pila y creo que tú no caes en esa categoría.
Ambos Gryffindor miraron a Draco que se había acercado a ellos después que Harry había salido de su escondite.
—Hola Draco, ¿dónde están los demás?— Preguntó Harry, sabiendo que tenía que calmar los ánimos antes que más cosas resultaran destruidas.
—El Señor Oscuro y mis padres fueron a una reunión con un clan de vampiros y el tío Severus está abajo en el laboratorio de pociones. Ya que la poción en la que está trabajando ha llegado a una etapa muy crítica estamos bajo órdenes de no molestarlo a menos que sea el fin de mundo.
—¿Y el dúo?
Harry sabía que no debía hablar de los gemelos con Hermione presente, al menos no por nombre. Después de todo se suponía que los dos pelirrojos estaban muertos, y era mejor que solo unos cuantos supieran la verdad. Disminuía el riesgo de que alguien que no debía se enterara de todo. Pero aún quería saber cómo estaban sus amigos.
—El Señor Oscuro los envió a una misión ya que estaban aburridos sin ti aquí y habían comenzado a molestar a todo el mundo.
Harry lo observó pensativo. Para que los gemelos fueran tras Voldemort con una de sus bromas de verdad debían estar muy aburridos. Quizá también podía ser su manera de lidiar con el hecho de que era su primera navidad lejos de su familia.
Dándose cuenta que se había olvidado que Hermione estaba en la habitación el cuerpo de Harry se puso tenso. No temía nada de Luna. Si la chica hubiera querido atacarlo ya lo habría hecho. Pero aunque Hermione nunca había levantado su varita en su contra había permitido que otros lo hicieran. ¿Y si ahora ella estaba lista para el siguiente paso?
—¿Que estás haciendo aquí, Granger? Mejor apúrate en explicar. Como Draco dijo Voldemort volverá en cualquier momento y dudo mucho que esté feliz de verte.
Harry vio lágrimas en los ojos de la chica, ella asintió y guardó su varita. Harry levantó una ceja, sin creer lo que estaba viendo. O Hermione era muy estúpida o quería mostrarle que de verdad no tenía intenciones de lastimarlo. Harry no estaba seguro de qué creer.
—Cuando Ron me llevó a las mazmorras, yo no tenía idea de lo que sucedía. Él había estado con el director y me dijo que el profesor Dumbledore tenía una sorpresa para nosotros en las mazmorras—. Hermione habló lento mirándolo directamente a los ojos, era obvio que ella había pensado mucho en lo que estaba diciendo. —Al oír lo que me dijiste y al ver lo que el director y Ron te hicieron me hizo pensar. El Profesor Dumbledore siempre nos había dicho lo importante que es mostrar compasión y darles a las personas una segunda oportunidad. Y aún así lo que él te hizo no fue mejor de como los mortífagos tratan a sus prisioneros.
—Granger, lo que hacen los seguidores del Señor Oscuro no puede ser comparado a lo que le sucedió a Harry. Al menos los matamos con rapidez y los torturamos hasta que conseguimos la información que queremos. Y cuando la tenemos los matamos. Lo que le hicieron a él fue torturarlo por gusto. Si alguien es un bárbaro son ustedes los Gryffindor.
Harry observó con interés el intercambio entre Hermione y Draco. Ambos parecían atacarse mutuamente usándolo a él. Sólo escucharlos era suficiente para darle una jaqueca.
—Harry es mi amigo. He estado a su lado muchas veces, cuando tú sólo tratabas de complicar las cosas para nosotros.
—Eso puede haber sido así, sangresucia. Pero tú lo abandonaste cuando Harry más te necesitó. ¿Qué razones tiene él ahora para confiar en ti y cómo sabemos que no correrás donde tu preciado director a la primera oportunidad?
—¡Suficiente!
Finalmente los dos se callaron y volvieron su atención hacia él, como si esperaran que él tomara un bando en la discusión. Pasando una mano por su cabello, Harry suspiró con frustración.
—Ustedes actúan como niños peleando por su juguete favorito.
—Tonterías, un Malfoy jamás se dejaría caer tan bajo para algo así.
Harry silenció las protestas del rubio con una mirada que sabía que Draco reconocería. Después de todo la había usado cada vez que le había dicho a Draco todo lo que había visto que un Malfoy podía hacer. Viendo que el heredero Malfoy comprendió el mensaje, Harry le asintió brevemente antes de volver su atención a Hermione, sorprendido de ver la mirada triste que ella le dio.
—¿Cuándo fue que creciste tanto?— preguntó ella en voz baja y Harry decidió ignorar el bufido de molestia de Draco y responder la pregunta.
—Uno no sobrevive tener a un maniático tras de ti sin crecer.
—Pero pensé que Quien-Tu-Sabes ya no estaba tras de ti, ¿entonces…?
—De verdad, sangresucia. Para alguien que se supone es tan inteligente, en realidad eres muy estúpida. Harry está hablando de Dumbledore.
—Draco, apreciaría que dejaras de interrumpirme cuando hablo, y no uses esa palabra. Mi madre después de todo era lo que tú llamas una sangresucia.
Pese al tono calmado que uso mientras hablaba Draco captó la advertencia en su voz. El rubio cerró la boca de golpe y asintió, mientras seguía fulminando con la mirada a la chica. Harry lo dejó. Sabía que no podía obligar a Draco a que dejara de lado el rencor, Harry también tenía dentro de él mucho rencor. Pero debía contar las pequeñas bendiciones y detener el uso de la palabra sangresucia era de una de ellas. Quizá debería conversarlo con Voldemort. Si pudiera lograr que los mortífagos se contuvieran de usar la palabra y que aceptaran que no eran los únicos con buena sangre. Harry sabía que no podía contar con milagros pero no costaba nada soñar.
Dándose cuenta que había estado mirando por bastante tiempo Harry dejo de divagar y volvió su atención a Hermione.
—Explícame qué estás haciendo aquí. La última vez que nos vimos estabas más que dispuesta a lavarte las manos de mí—. Cuando Hermione abrió la boca para hablar Harry interrumpió a la bruja antes que pudiera comenzar. —No quiero oír cualquier discurso que tengas preparado de antes. Dime lo que de verdad piensas.
Hermione vaciló, sus ojos se desenfocaron y Harry esperó con paciencia. Era la primera vez que veía a la bruja actuar así pero era necesario. Necesitaba averiguar qué era lo que ella quería y había aprendido que cuando Hermione hablaba sin un discurso preparado era más fácil saber si estaba mintiendo o no.
—Te extraño, Harry. Extraño al niño que me salvó del troll en primer año y que era mi amigo. Extraño escucharte hablar sobre Quidditch y arrastrarme contigo tras locas aventuras cada año. El niño que era el primero en saltar en defensa de las personas. Y lamento no haber hecho nada en ayudarte. Cuando al fin me di cuenta con quien estaba mi lealtad tú ya no estabas. No sabía cómo contactarte pero Luna me dijo que me mostraría cómo. Así que la seguí y vine aquí en tu busca para pedirte disculpas y de verdad lo siento mucho, Harry. Haré lo que sea para compensarte. Te juro que nunca he estado tan arrepentida en toda mi vida.
—Yo también— respondió tranquilo, mirándola a los ojos. —El niño que tu conocías ya no existe. Él murió la primera vez que Dumbledore intentó matarme—. Ante la mirada afligida en el rostro de la chica Harry se encontró continuando, sin importarle quién estuviera escuchando su conversación. —Tú me traicionaste. Tú, quien de todas las personas era la que esperaba escuchara mi versión de la historia, ignoraste como si nada cinco años de amistad. Así que soy yo quien lo lamenta porque tú rompiste mi confianza y esa ya era difícil de ganar. Pero supongo que tendré que seguir uno de los consejos de Dumbledore y darte una segunda oportunidad.
Harry hizo una mueca ante sus palabras pero de repente encontró su cara cubierta de pelo castaño mientras era abrazado con fuerza. Suponía que siempre acarrear tantos libros pesados le había dado bastante fuerza a Hermione.
—Gracias Harry, te prometo que nunca más te decepcionare de esa manera.
—Muy bien, pero recuerda, si vuelves a hacer algo así, no tendrás otra oportunidad. No permito que la gente que me pisotee quede sin castigo.
—Merlín, ya se volvieron un par de Hufflepuffs. Creo que voy a vomitar.
La voz de Draco los hizo detenerse y Harry y Hermione se sonrojaron.
—Gracias Harry.
Observó con horror a Hermione que parecía que se pondría a llorar. Podía lidiar con muchas cosas, pero chicas que lloraran no era una de ellas.
—No vas a llorar, ¿cierto?
Harry se estremeció cuando el horror fue claro en su voz pero pareció hacer reaccionar a Hermione.
—Claro que no, es sólo que estoy feliz.
Harry le envío a Draco una mirada desesperada pero el rubio parecía contento de observar desde lejos.
—Tú lidia con ella, Harry. Sólo quiero saber cómo planeas decirle de esto al Señor Oscuro sin que ella termine muerta.
Con un gruñido Harry se dejó caer al suelo. Al parecer cada vez que terminaba de lidiar con algún problema otro aparecía. Desde atrás escucho la voz de Luna.
—Al parecer el gatito de ojos verdes está sufriendo los efectos de la mordida de un nargle. Que alguien vaya en busca del nido antes que alguien más resulte mordido.
Al menos sabía que Luna siempre seguiría igual.
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—¿Dónde está?
Voldemort cerró de un portazo la puerta de su habitación privada y entró. Tras él la puerta se cerró con seguro, haciendo que así nadie pudiera entrar o salir si no lo deseaba.
Había vuelto de su misión donde los vampiros, que había sido un éxito, sólo para ser informado por uno de los elfos domésticos que su Evan había regresado. Normalmente habría estado feliz pero Voldemort se había enterado que su amante tenía una visita y eso hizo que su temperamento explotara. Había decidido encargarse primero de la traidora Gryffindor antes de ir tras la otra bruja que había venido con ella. Saber que la otra persona estaba con Draco tranquilizó a Voldemort. Al menos así sabía que la chica no desaparecería mientras lidiaba con este problema.
Los dos adolescentes, que estaban sentados en el piso frente a la chimenea, lo miraron. Voldemort entrecerró los ojos al ver a la sangresucia sentada tan cerca de su Evan. Su mirada se endureció cuando la vio moverse tras su amante, usando a Evan como escudo, pero eso no la salvaría. Voldemort había leído lo que había dicho la chica sobre su amante en los periódicos. Ella lamentaría haber dicho una sola palabra sobre su preciado Evan.
—Hola Tom, ¿ya terminó tu reunión con los vampiros? Me sorprende que hayan querido reunirse contigo, pensé que los vampiros dormían a esta hora del día. Y gracias por el regalo. Me encanto ver a Remus otra vez, aunque dudo que Greyback esté dispuesto a dejarme visitarlo tanto tiempo una segunda vez.
Normalmente Evan no le hablaría así con otras personas presentes y Voldemort estaba curioso de oír que le había hecho su amante al alpha hombre lobo. Pero ahora tenía otras cosas de las que encargarse.
Voldemort continúo fulminando con la mirada a la chica tras su amante.
—Hazte a un lado, Evan.
Aunque sabía que podía maldecir a la chica con facilidad no quería arriesgarse a que Evan quedara en el medio de una pelea. Y corría el riesgo de que Evan fuera alcanzado por alguna maldición. Además le molestaba demasiado que ambos estuvieran tan cerca. Nadie tenía permitido estar tan cerca de Evan más que él.
—No— la voz de Evan era firme y no pudo notar ni un rastro de incertidumbre. Viendo en los ojos de Evan, Voldemort vio el desafío en ellos.
—Evan, sólo diré esto una vez más de manera amble. Aléjate de la sangresucia.
Voldemort iba a decir algo más cuando el sabor a jabón lleno su boca. Fulminando a Evan con la mirada uso el contra hechizo pero desafortunadamente el sabor a jabón continúo en su boca.
—¿Por qué hiciste eso?— dijo con voz baja, sabiendo que Evan sería capaz de oírlo. La habitación estaba tan silenciosa que se podría oír el sonido de un alfiler cayendo.
—No uses esa palabra.
—¿Cuál palabra? ¿Hazte a un lado o sangresucia?— Voldemort no había terminado de hablar cuando tuvo que usar el contra hechizo otra vez. —¿Podrías parar de hacer eso?
Evan se levantó del piso con la barbilla en alto.
—Dejare de usar ese hechizo cuando dejes de usar esa palabra.
Voldemort se acercó y miro con enojo a Evan que no cedió.
—Muévete.
—Y si no lo hago, ¿qué harás entonces? ¿Usaras Cruciatus en mí?
—Si eso hace que escuches...
Por la manera en que los ojos de Evan se entrecerraron Voldemort supo que probablemente no debió decir eso. Estaban parados, frente a frente, jadeando. El único sonido que se oía en la habitación era la de su respiración.
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Harry fulminó a Voldemort con la mirada sin poder creer lo que oía.
—Si es así como lo quieres, entonces sólo tengo una cosa más que decirte, Voldemort.
—¿Qué es? ¿Qué debería para esta guerra?
Una gran tristeza llenó a Harry mientras continuaba mirando al otro mago. Harry hizo a un lado a Voldemort con un empujón de su magia.
—Adiós Voldemort.
Agarrando a Hermione de la mano Harry se llevó a la chica con él mientras que con su magia abría la puerta. Apenas salieron de la habitación Harry comenzó a correr, obligando a que Hermione lo siguiera o cayera.
—No corras Harry.
—No Mione, nos vamos ahora.
Alcanzando las escaleras Harry no se molestó con bajar de manera normal. Sosteniendo a Hermione cerca de su cuerpo saltó por encima de la barandilla, ignorando la manera en que la bruja se tensó contra su cuerpo y el grito que escucho tras él. La caída fue corta y Harry fue cegado por el pelo que volaba a su alrededor. Juro hacer algo al respecto. Aunque le gustaba su cabello no iba a permitir que fuera un obstáculo para él.
Usando su magia Harry suavizo la caída y aunque el aterrizaje fue duro estaba seguro que ninguno de los dos fue lastimado. Levantó la mirada y vio que Luna y Draco estaban a un lado de la gran chimenea. Al menos le salvaba la molestia de ir en busca de ellos. El heredero Malfoy lucía aburrido mientras que Luna estaba tarareando en voz baja observándolos con una sonrisa de complicidad y Harry no se sorprendería si ella supiera todo lo que estaba pasando. Jaló del piso a Hermione para que siguiera moviéndose. Necesitaban marcharse antes de que Voldemort bloqueara todas las salidas.
Al alcanzar a los dos rubios notó que Draco al fin había captado que algo sucedía. El Slytherin observó a los Gryffindor con expresión pensativa. Harry notó que la entrada ya estaba una vez más reparada sin rastro de que algo hubiera sucedido allí hace sólo tres horas.
—¡Draco, Luna, nos vamos ahora!— habló con una fuerza en su voz que no había utilizado desde ese día en que Hogsmeade había sido atacado por la gente de Grindelwald. Aún así se sorprendió de ver que Draco seguía sus órdenes.
Luna ya tenía polvos flú en la mano, aunque no entendía cómo los había conseguido. No le sorprendería que ella tuviera guardado en el bolsillo. Quizás él debería seguir su ejemplo de ahora en adelante. Le aseguraría tener una conexión abierta al flú cada vez que lo necesitara.
Llevándose a los otros tres adolescentes con él, Harry se arrojó a las llamas verdes. Lanzando una última mirada sobre su hombro vio a Voldemort a mitad de las escaleras. Ojos verdes se encontraron con orbes rojas y por un momento pareció que el tiempo se detuvo. Entonces Harry se forzó a romper el contacto visual mientras se marchaban lejos de la mansión del Señor Oscuro.
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Los cuatro adolescentes salieron disparados de la chimenea mientras él aun trataba de comprender lo que sucedía. La chica Lovegood lo había arrastrado por horas en la mansión buscando algún tipo de criatura de la que Draco nunca había oído antes. La única razón por la que no la dejo sola fue porque Harry le pidió que la cuidara. Ambos sabían qué tipos de peligros estaban escondidos en la mansión del Señor Oscuro. Pero Draco habría preferido estar con Harry. No le agradaba la idea de dejar al Gryffindor solo con la sangre… con Granger.
Luego, cuando habían vuelto al principio, por suerte los elfos domésticos ya habían arreglado todo después de la pelea, la chica se había rehusado a moverse del lugar.
Y de repente los dos Gryffindor habían llegado corriendo como si el mismísimo señor oscuro viniera en su persecución. Draco no había sido capaz de protestar cuando alguien lo había agarrado de la muñeca, arrastrándolo hacia el flú sin advertencia.
Y esa era la razón por la que Draco se encontraba en una situación en la que ningún Malfoy había estado antes. Su tío abuelo de Francia lo había estado pero él no contaba porque había sido desheredado por tener una aventura con un centauro. Por lo que Draco había podido averiguar el hombre había vivido una larga vida en el bosque con los centauros.
—Alguien saque el codo de mis costillas— dijo, tratando de averiguar si algo había sido alterado o le faltaba. No se suponía que le gente usara el flú de esa manera. Era un arte que los Malfoy habían aprendido a dominar desde que eran pequeños y ahora dos malditos Gryffindor y una loca Ravenclaw habían logrado destruir su puntaje perfecto.
Había dos cuerpos sobre él y uno abajo. Rodando, Draco empujó a las dos chicas de encima suyo al mismo tiempo liberando a Harry, que había contenido al caída con su propio cuerpo. Claro que eso era algo típico que haría un Gryffindor, sacrificarse por la seguridad de otros.
—¿A alguien le molestaría decirme qué sucedió? Juro que ustedes los Gryffindor no pueden estar solos ni por un momento sin que se metan en problemas.
—Cállate, Malfoy, y aléjate de Harry.
Draco iba a protestar cuando escuchó a Harry gemir cerca de su posición. El Gryffindor estaba entre Draco y las dos chicas, yaciendo boca abajo. Aparte de la suave respiración no había ninguna otra señal de que aún estuviera vivo.
De repente Harry se sentó y miró hacia la chimenea. Draco observó como Harry murmuró unas cuantas palabras y la chimenea brilló de color azul antes de volver a la normalidad. Al parecer satisfecho, Harry se dejó caer otra vez al suelo, sin importarle el desastre en la habitación.
—Así que, Harry ¿qué sucedió y dónde estamos?
—Mi casa— fue la suave respuesta que recibió.
—Casa, la última vez que lo comprobé, tú fuiste criado por tus familiares muggle. Dudo que tuvieran una conexión al flú.
Draco encontró ojos verdes enfocados directamente hacia él, ardiendo con una fuerza que envío un escalofrió por su espalda.
—¿Cómo sabes dónde crecí?
—Nadie sabe dónde creciste. Pero no es un secreto que creciste entre muggles. Y has dicho en varias ocasiones que no quieres regresar donde tus familiares. Así que no hace falta un genio para figurar dónde viviste. Y si alguien hubiera puesto manos a la obra el señor oscuro te habría encontrado hace mucho tiempo.
—Acéptalo. No los he visto hace tiempo.
Granger se movió hasta quedar sentada al lado de Harry, ignorando la mirada de enojo que Draco le envió.
—Pero Harry, ¿por qué podemos ver Hogwarts desde aquí?
Draco giró la cabeza con rapidez y miró por la ventana. Como Granger había dicho se podía ver Hogwarts e incluso más cerca se podía ver Hogsmeade. El heredero Malfoy finalmente supo dónde estaban. Pansy le había mostrado a él y a Blaise fotografías de este lugar en Historia de la Magia.
—Estamos en la casa de Evan James— dijo mirando alrededor de la habitación que parecía un desastre.
Harry sonrió y se froto la frente.
—Lamento el desorden pero la última vez que estuve aquí no tuve tiempo para limpiar.
El rostro de Harry se oscureció y se levantó de repente dirigiéndose hacia la puerta mientras les hablaba.
—Díganle a Hubert que están aquí con mi permiso. Estaré afuera si me necesitan—. Tras esas palabras, Harry salió.
Cuando Harry dejó la habitación fue como si una tensión desconocida desapareciera. Draco se levantó y limpio su túnica con un movimiento de su varita. Mientras tanto sus ojos grises recorrían el lugar, observando cada detalle. Había hablado con Pansy y Blaise sobre visitar la casa de Evan James y Tom M. Ryddle cuando aún asistían a Hogwarts. Nunca lo habían hecho porque ese día habían encontrado al gatito en Hogsmeade. Draco gruñó y se habría golpeado a sí mismo de no ser porque tenía una audiencia. La chica Lovegood había llamado a Harry el gatito de ojos verdes con pelaje negro. Beleza calzaba con esa descripción. Draco no se sorprendería de saber que Beleza era en realidad la forma animaga de Harry. Con todas las cosas que habían sucedido en los últimos meses algo demasiado grande debería suceder para que se sorprendiera.
Sus ojos se abrieron ligeramente al darse cuenta que eso significaba que Harry había estado en la sala común de Slytherin. No solo eso sino que Draco había transfigurado juguetes para el gatito y había jugado con el maldito gato por horas junto a sus compañeros hasta que el animal se había quedado dormido en el suelo. Se preguntaba por qué Harry no había hablado de eso ni una sola vez.
—¿Cómo lograron pasar las protecciones?
La voz cautelosa hizo que Draco aferrara su varita al girar a ver a quién había hablado. Con el rabillo del ojo notó que Granger había hecho lo mismo mientras que Lovegood estaba mirando directo a la persona, o quizás debería decir fantasma. Hubert, porque Draco supuso que este era el Hubert del que había hablado Harry, era el fantasma de un niño, demasiado joven para haber asistido a Hogwarts o alguna otra escuela mágica. Cabello largo que le llegaba hasta los hombros y una nariz demasiado grande para ese pequeño rostro. Quizá si hubiera tenido la oportunidad de crecer habría lucido mejor.
—¿Puedo preguntar si eres Hubert?— dijo Draco. Pese a que había crecido en el mundo mágico los fantasmas todavía lo perturbaban. Era algo sobre el asunto de estar muerto.
—¿Cómo sabes mi nombre?
El fantasma miró de persona a persona asegurándose de mantener su distancia. Era claro que no confiaba en ninguno de ellos.
Para sorpresa de Draco fue Granger quien hablo primero.
—Buenas tardes. Mi nombre es Hermione Granger, conmigo están Luna Lovegood y Draco Malfoy.
El fantasma volvió toda su atención hacia él y Draco esperó, queriendo saber lo que sucedería.
—Te pareces mucho a Abraxas Malfoy. Tom solía traerlo aquí junto a los dos Black para sus reuniones. No he visto a ninguno de ellos hace mucho tiempo. ¿Cuál es tu relación con él?
—Abraxas Malfoy fue mi abuelo, murió de Dragón Pox cuando yo era pequeño.
El fantasma, Hubert, asintió con expresión pensativa.
—Qué pena. Él era un verdadero Malfoy, no como su padre, tu bisabuelo supongo.
Draco observó al fantasma, pensando en alguna pregunta que hacerle sobre su abuelo y su bisabuelo cuando Granger decidió hablar otra vez.
—No es por ser mal educados o algo así, pero ¿quién eres? Aún no respondes esa pregunta.
El fantasma flotaba cerca de la puerta mientras los observaba a los tres.
—Mi nombre es Hubert Prince y esta es la casa de mi familia. Mi familia se mudó poco después de mi muerte y nadie más vivió aquí hasta que Evan llegó.
Hubert casi sonaba orgulloso al decir el nombre de Evan. Pero de los tres al parecer sólo Granger no sabía quién era el verdadero Evan James.
—Díganme cómo lograron entrar aquí. Sé que Evan cambió las protecciones para que pueda entrar gente a la que les de permiso.
Draco le hizo una leve reverencia al fantasma, habiendo reconocido el nombre. Y aunque la familia Prince había sido una de las pequeñas familias sangrepura y este miembro de la familia llevaba muerto hace mucho tiempo había reglas que debía seguir.
—Nuestras disculpas por haber perturbado tu paz. Pero fuimos traídos aquí por aquel que conoces como Evan James.
El fantasma se animó ante la mención del alias de Harry.
—¿En serio?, creí haber oído su voz pero no estaba seguro. ¿Dónde está? No lo veo.
—El gatito de ojos verdes está afuera. Él ya se ha asegurado de que los amigos de la serpiente de plata no puedan seguirnos por el flú y ahora se está asegurando de que no puedan entrar por otros medios.
El fantasma miro a la chica Lovegood con expresión desconcertada.
—Harry está afuera— explicó Draco. Se giró un poco para mantener a las chicas en su vista. Pese a que Harry parecía haberlas aceptado no significaba que Draco iba a dejar de sospechar de ellas. Después de todo él era un Slytherin, no un confiado Gryffindor.
—Ya veo, como el fantasma de la casa les doy la bienvenida a todos.
Draco le asintió al fantasma.
—Y yo como heredero de la familia Malfoy agradezco tu hospitalidad.
Ahora que las formalidades ya habían pasado Draco se permitió mirar alrededor una vez más. Parecía como si un Griffin hubiera corrido por la habitación y una corazonada le dijo a Draco que el resto del lugar no estaría mucho mejor. Quería averiguar por qué todo estaba así pero primero tenía que averiguar porque habían dejado la mansión con tanta rapidez.
Draco palideció de repente. El señor oscuro lo mataría por haber dejado que Harry dejara la mansión sin permiso. En el calor del momento Draco no había pensado en eso. Pero ahora estaba seguro de haber firmado su pena de muerte.
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Cuando Harry bajo sus brazos estaba sin aliento y todo sudoroso. En silencio se juro volver a trabajar en protecciones. Desde que había sido rescatado de Hogwarts se había puesto flojo. Si quería sobrevivir tendría que endurecerse. Y luego tendría que comenzar a proteger propiedades para los clientes de Gringotts una vez más. Eso sería si Dumbledore o Voldemort no lograban matarlo primero.
Pensar en el señor oscuro hizo que el temperamento de Harry destellara. No podía creer lo que había sucedido. Y había pensado que significaba algo para él. Y claro que sabía que Voldemort no cambiara de repente como lidiaba esta guerra, ya habían tenido esa discusión. Pero no había razón para que Voldemort amenazara con maldecirlo. Todo lo que Harry le había pedido era que dejara de usar esa palabra. Aunque no debió usar ese hechizo contra Voldemort, en especial conociendo el temperamento del hombre pero pensó que quizás así sería más fácil que Voldemort comprendiera el mensaje que estaba tratando de darle.
Bufando, Harry le dio una patada al suelo, sintiendo el deseo de golpear algo. Sin molestarse en contenerlo se volvió para mirar un árbol grueso junto a él y lo golpeó tan duro como le fue posible. Sin importarle el dolor que sentía, Harry continuó golpeando el árbol, imaginando que era la cara de Voldemort en la que estaba desquitando su rabia.
—¿Y qué te ha hecho el árbol para que lo castigues de esta manera?
Harry se detuvo ante la conocida voz tras él.
—Vete.
—¿O vas a golpearme?
Las palabras le recordaron mucho lo que él le había dicho a Voldemort y la respiración de Harry se entrecortó.
—No, pero ahora quiero estar solo.
—Y yo quiero saber por qué dejamos la mansión del señor oscuro. ¿Así que por qué no me lo dices? O aún mejor, ¿por qué no regresamos a la mansión? Ya estamos en muchos problemas por habernos marchado.
Golpeando el árbol una vez más Harry hizo una mueca.
—No tengo planes de volver a ver a ese idiota, cabeza dura, de mente estrecha, hijo de puta con demasiados nombres.
Una pálida mano se apoyó en su brazo y un jalón hizo que Harry trastabillara hacia atrás y se alejara del árbol. Cuando Harry trato de avanzar una vez más dos brazos envolvieron su pecho e impidieron que se moviera.
—Draco, suéltame.
—Ahora que estamos claros de que no vas a lastimarme, voy a impedir que tú te lastimes. En serio Harry, ¿has visto tus manos? Tienes suerte que no te hayas quebrado nada. En todo caso igual necesitas que alguien las cure.
Siguiendo la línea visual de Draco, Harry hizo una mueca al ver cómo estaban sus manos. Estaban llenas de sangre y comenzaron a doler al darse cuenta del daño que les había causado. Trato de moverlas sólo para terminar haciendo una mueca de dolor.
—Quizá tienes razón.
—Por supuesto que la tengo. Soy un Malfoy después de todo. Ahora entremos. Mientras tanto puedes decirme qué estamos haciendo aquí en lugar de estar en la mansión del señor oscuro bebiendo algo caliente.
Asintiendo, Harry dejó que Draco lo llevara de vuelta a la casa. De repente se sintió cansado y sin energía. Si no fuera porque Draco lo sostenía Harry estaba seguro que sus piernas ya habrían cedido.
—Estaba sentado en la habitación de Voldemort con Hermione, estábamos hablando sobre diferentes cosas cuando entró de golpe. Se veía enojado y dispuesto a maldecir a Hermione o incluso matarla en el lugar. Cuando la llamó sangresucia me enojé y use un hechizo que he visto utilizar a la Sra. Weasley en sus hijos. Da la sensación de burbujas de jabón en la boca. Y déjame decirte que no es una sensación agradable.
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Draco no estaba seguro de si estar horrorizado o divertido por el hecho de que alguien había usado ese hechizo en el señor oscuro. Era un hechizo común e incluso Draco había sentido sus efectos en su infancia.
—En todo caso, comenzamos a gritarnos y cuando le pregunté si también me maldeciría, me dijo que lo haría si con eso conseguía que siguiera órdenes.
El heredero Malfoy no necesitó escuchar la voz de Harry para saber cuánto le molestaba eso.
—Dijiste que ambos estaban enojados. ¿No podría ser que el señor oscuro sólo estuviera hablando por hablar?
—Puede ser, pero eso no significa que tenía razón para actuar así con Hermione.
A veces Draco no comprendía porque tenía que lidiar con Gryffindors. Parecían ser más problemas de lo que valían. Al mismo tiempo sabía que algo tenía que hacerse. No sería nada bueno que el señor oscuro y Harry estuvieran enojados.
—Trata de entender como debió sentirse. Cuando fuiste rescatado de las garras de Dumbledore estabas al borde de la muerte. Sabíamos que eso era culpa del director y de tus antiguos amigos. Y tú no nos habías dicho nada.
—Maldita sea Draco, Hermione no hizo nada.
—¿Y cómo se supone sabríamos eso?
Draco se sorprendió cuando Harry sacudió su cabeza con expresión derrotada en el rostro.
—Lo que quiero decir es que ella no hizo nada de nada. Ella no me lastimó pero tampoco me ayudó. La única vez que ella se presentó sólo me miró y yo deje de hablarle.
Draco se preguntó si debería insistir que le pagaran por esto. Cuando había liberado a Harry no había esperado que las cosas tomaran este rumbo. Si esto pasaba la cantidad suficiente de veces podría comenzar una carrera como sicólogo. Aunque su padre lo mataría antes de que algo así sucediera. Si un Malfoy quería trabajar tenía que ser en algo que calzara con sus estándares y en especial no en algo muggle.
—Por lo que he visto tú no tienes razones para confiar en ella. Por lo que sabemos ella puede estar aquí esperando la oportunidad de apuñalarte por la espalda apenas pueda. Diría que no valió la pena una pelea con el señor oscuro.
—Quizá, pero Hermione me dio un Juramento Inquebrantable, además es mi amiga. No digo que confió en ella o algo así, pero necesito toda la ayuda que puedo conseguir. Hermione es la bruja más inteligente de nuestro año y estoy seguro de que será de gran ayuda. Ella sólo tiene que dejar de lado algunos de sus prejuicios sobre lo que es bueno y lo que es malo.
—Quizás aun hay esperanzas para ti, Harry— sonrió Draco cuando Harry se largo a reír. Quizás no terminarían todos muertos por las acciones del Gryffindor.
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—¿Dónde está?— Voldemort maldijo.
Pettigrew, que tuvo la mala suerte de entrar en la habitación cuando Voldemort descubrió que no podía seguir a Evan a través del flú, yacía en el suelo gimiendo. Voldemort miró con desprecio a la patética excusa de mago. La única razón por la que mantenía a Pettigrew era por la forma animaga del Gryffindor que le permitía la entrada donde otros no podían. Aparte de eso no tenía más uso que como entretención para Nagini de vez en cuando.
Ignorando al quejoso desastre en el suelo Voldemort se dio la vuelta y subió por las escaleras. Su anterior buen humor se había evaporado y ahora sólo quería maldecir a alguien. Al llegar a la parte alta de las escaleras se detuvo y miró hacia abajo. Evan había saltado desde esta atura sin vacilar. Era una sorpresa que no se lastimara pero Voldemort suponía que debía agradecerle a la magia por eso.
Sacudiendo la cabeza, continúo hasta su habitación. Quería encontrar a Evan, pero al mismo tiempo tenía que volver a sus negociaciones con los vampiros. La única razón por la que había regresado era porque habían accedido a un breve descanso. Tendría que regresar pronto, pero al mismo tiempo Evan tenía que ser encontrado antes que algo le sucediera.
Encontrar a Severus dentro de su habitación forzó a que Voldemort se calmara. No quería desquitar su rabia con alguien que no tenía nada que ver en el asunto. El hombre de cabello negro hizo una pequeña reverencia antes de retomar su calmada postura.
—Severus, tengo una misión para ti— Vio como el maestro de pociones levantaba una ceja de manera interrogadora. Era claro que el mago esperaba hacer otra poción para él.
Quitándose el collar que Evan le había dado hace tantos años, Voldemort, con reluctancia se lo paso al hombre.
—Evan ha huido con Draco, una chica sangresucia y otra chica que reportaron los elfos domésticos. Los encontraras, si no puedes traerlos de vuelta, te reportaras conmigo y yo me encargare de ellos.
Las preguntas estaban claras en el rostro de Severus cuando tomó el collar de manos de Voldemort, pero no las hizo y Voldemort no dio ninguna explicación.
—Encárgate de eso a la brevedad. Recuerda reportar cuando sepas algo.
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Harry ignoró las miradas de enojo que Draco le enviaba mientras seguía limpiando la habitación con magia. Al parecer el rubio pensaba que tal labor estaba bajo los estándares Malfoy ya que normalmente tenía elfos domésticos que hacían el aseo por él. Harry por otro lado estaba más que feliz de hacer este trabajo. Y de no ser porque Hermione había vendado sus manos y le había ordenado no usarlas mucho, feliz lo habría hecho a la manera muggle.
Por eso Harry ya había estado trabajando por horas, haciendo que la casa luciera cada vez más como antes. Había enviado a Hermione y Luna afuera, al ser menores de edad e incapaces de realizar magia sin varita no podían hacer magia fuera de Hogwarts y por lo tanto sólo se interpondrían en su camino. Desafortunadamente no había logrado que Draco se les uniera. Cuando le había sugerido al rubio que debía ir afuera, éste le había dado la primera de las miradas molestas proclamando que hasta que regresaran donde el señor oscuro él no dejaría el lado de Harry.
Con el rabillo del ojo Harry pudo ver a Hubert observándolos. Al parecer tenía dos perros guardianes ya que Hubert parecía tener toda la intención de acecharlo durante todo el tiempo que estuviera aquí.
Una palmada en su cabeza sacó a Harry de sus pensamientos y se giro enojado hacia el rubio que tenía una expresión molesta.
—¿Has oído algo de lo que te dije, Harry?
Sonriendo ligeramente Harry ladeó la cabeza.
—¿Entonces era tu voz la que oí? Lo siento, pensé que era una mosca molesta. ¿Qué fue lo que dijiste?
—Te pregunte qué has pensado sobre regresar a la mansión del señor oscuro.
—No regresaré.
El silencio que siguió convenció a Harry de que la conversación había terminado y se giró para continuar su trabajo. Una mano en su brazo detuvo a Harry de seguir con esa idea.
—No puedes decir en serio que nos quedaremos aquí. Está sucio, es pequeño y no hay elfos domésticos. Y qué hay de la comida, ¿y dónde dormiré?— el tono de pánico en la voz de Draco hizo que Harry frunciera el ceño.
—Pensé que Luna y Hermione podían dormir en mi vieja habitación hasta que regresen a sus casas.
—¿Y yo? No creas que compartiré habitación con alguien. Soy un Malfoy.
—Supongo que puedes quedarte en la vieja habitación de Tom.
Por alguna razón a Harry no le gusto la idea de que alguien se quedara en esa habitación pero no podía evitarse. No había otra habitación en la casa que pudiera usarse para dormir.
—Muéstrame la habitación.
Asintiendo, Harry guió a Draco por las escaleras. Aún no había visto la habitación pero Harry ya sabía lo que vería. A diferencia de las demás habitaciones Voldemort ya había sacado sus cosas de aquí, dejándola vacía. Por suerte aun estaba la cama y un par de muebles. Usando un hechizo de limpieza Harry consideró al habitación lista y se giró para mirar a Draco que estaba parado en la puerta.
—Supongo que esto es aceptable. Pero aún no respondes mi pregunta sobre la comida.
Harry cerró la boca. Estaba bastante seguro de que Voldemort estaría buscándolos lo que significaba que no podrían salir de las protecciones porque si no serian encontrados. Pero todavía necesitaban conseguir comida de alguna manera.
—Draco, ¿cómo compra comida tu familia?
—¿Cómo puedes hacer una pregunta tan estúpida? Ningún Malfoy se rebajaría tanto como para comprar comida. ¿Para qué crees que tenemos elfos domésticos?
Harry podría haberse golpeado. Debió saber que un sangrepura jamás compraría comida. Y aunque Harry no tenía dudas de que Dobby no tendría problemas en ayudarlo no podía arriesgarse a que Dumbledore se enterara. Eso le dejaba solamente una posibilidad.
—¡Kreacher!
En el tiempo de espera Harry se removió nervioso. Aunque Sirius lo había nombrado su heredero eso no significaba que el elfo doméstico escucharía su llamada. Era muy probable que el elfo decidiera ignorarlo antes que seguir una orden suya.
Un pop resonó y el sucio y viejo elfo doméstico apareció en el medio de la pequeña habitación.
—Asqueroso mestizo amante de sangres sucias. El ama de Kreacher estaría avergonzada de saber que Kreacher se ve obligado a servir a un indigno.
Compartiendo una mirada con Draco, Harry aclaró su garganta, haciendo que el elfo se diera cuenta de su presencia. Kreacher le hizo una reverencia a Draco, reconociendo a un Malfoy cuando lo veía, antes de volver su atención a Harry. Harry se quedó quieto mientras dejaba que Kreacher observara su nuevo look. Harry sabía que ahora lucía muy diferente de la última vez que se habían visto. En ese entonces había sido un chico ingenuo que confiaba en todo el mundo. A Harry le gustaba pensar que ahora era más inteligente. No sólo eso, su apariencia había cambiado. Aunque no era mucho Harry sabia que con el cabello largo y sin anteojos era más difícil de reconocer.
Mientras Kreacher lo observaba Harry estaba tratando de idear una manera para que el elfo doméstico siguiera órdenes. En especial las suyas.
—Como tu nuevo amo, seguirás todas mis órdenes de ahora en adelante, Kreacher.
El elfo doméstico lo miró con desprecio y estaba más que dispuesto a expresar su opinión sobre el asunto.
—¿Y porque Kreacher tiene que seguir las palabras de un mestizo? El ama estaría horrorizada de saber a quién está obligado a servir el viejo y pobre Kreacher. Mestizos y traidores de la sangre. Lo próximo que veré será un sangresucia.
La paciencia de Harry se acabó después de escuchar a Kreacher lo suficiente.
—Escucha bien, Kreacher. No soy un mestizo. Ya que mis padres eran mágicos yo soy un sangrepura de primera generación. Mi nombre es Harry James Potter-Black lo que significa que tengo todo el derecho de actuar como un lord. Y conocí a Walburga y Orion Black cuando ellos aún asistían a Hogwarts. Este es mi hogar y ellos a menudo se reunían aquí con Tom y Abraxas para hacer planes para el futuro. Y si todavía no crees que es suficiente puedes contactar a Walburga y preguntarle quien era Evan James. Cuando por fin te des cuenta que eres mi elfo doméstico te encargaras de preparar comida para mí y para mis invitados.
Kreacher desapareció sin decir palabra y dejó a Harry y a Draco solos en la habitación.
—Nunca me dijiste que eras el heredero de dos familias sangrepura.
Encogiéndose de hombros, Harry salió de la habitación viendo que no había nada más que pudiera hacer allí.
—En realidad soy el lord de dos familias sangrepura y no sólo el heredero. Normalmente no podría llamarme lord porque soy menor de edad pero ya que cumplí la mayoría de edad en el pasado Ragnok amablemente se hizo cargo de esos detalles. Con todas las cosas que han pasado creo que lo olvidé.
—Sólo tú, Harry.
—Por supuesto, si fuera otra persona no sería yo.
Bajaron las escaleras y Harry estuvo complacido de ver que la cena ya estaba puesta sobre la mesa. Hermione estaba parada cerca de la mesa, como insegura de sentarse o no mientras que Luna ya se había sentado y estaba esperando que los demás siguieran su ejemplo.
Harry tomó asiento en la pequeña mesa, Draco se sentó a su derecha al lado de Luna y al otro lado, mas lejos estaba Hermione. Al ver como se habían sentado Harry frunció el ceño pero no comentó. Suponía que era mejor no tener a Draco y Hermione sentado juntos. Quizás era algo que la casa no sobreviviría. Y Draco había dejado claro que no confiaba en Hermione así que Harry suponía que tenía sentido que el rubio quisiera sentarse a su lado.
Después de revisar que Kreacher no había envenenado la comida, Harry comenzó a comer. La forma en que el elfo doméstico había seguido sus órdenes lo hizo desconfiar. Aunque esto continuara Harry suponía que le costaría un tiempo no sentirse inquieto sobre eso.
La cena transcurrió en silencio. Harry podía sentir que los demás adolescentes lo observaban, probablemente esperando que se quebrara o algo así y Harry los ignoró mientras repasaba los acontecimientos en su cabeza.
Después de discutir con Voldemort no había pensado en mucho aparte de huir. Sabiendo que no podía dejar a Hermione y Luna allí se las había llevado con él. Y ya que Draco también había estado allí Harry sólo siguió la corriente y también se había llevado al rubio. Su casa era el único lugar seguro que tenia así que para Harry fue natural ir allí.
Ahora se encontraba con tres adolescentes bajo su cuidado, aunque dos eran mayores que él y enemigos. Por lo que sabía Voldemort probablemente lo quería muerto, después de todo el hombre había matado gente por menos de lo que Harry había hecho. Y aun tenía que lidiar con el problema de Dumbledore.
Al levantar la mirada los ojos de Harry se encontraron con los de Luna y sintió que una idea lo asaltaba.
—Luna, tu padre aun tiene su periódico, ¿cierto?
—Sí, Harry. Si estás interesado puedo conseguirte una edición.
—Eso sería muy amable de tu parte. Pero pensaba, ¿qué opinaría tu padre si ponemos un artículo sobre Dumbledore?
—Estoy seguro que estaría interesado. Pero debes saber que El Quisquilloso sólo escribe la verdad.
Sonriendo e ignorando las miradas de confusión que recibió de un Slytherin y una Gryffindor, Harry volvió la atención a su comida.
—Créeme, la verdad es la única cosa que tengo planeada decir.
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