Capítulo 17


Capítulo 17.

—¿Querrías explicarme esto?— logró gruñir Harry mientras arrojaba el periódico a la mesa.

—¿Qué es esto?— preguntó Voldemort sin levantar la mirada de los papeles en los que estaba trabajando.

—¿Por qué no echas una mirada y me dices?

Finalmente Voldemort dejó a un lado su trabajo y tomó el periódico.

Harry observó cómo la cara del otro tomaba una expresión sombría mientras leía el encabezado de El Profeta. Lentamente el Señor Oscuro dejó a un lado el periódico y lo miró. Por primera vez Harry era el más alto de lo dos y habría disfrutado ese hecho de no ser porque tenía cosas más importantes de las que preocuparse ahora.

—Déjame explicarlo.

—Por favor hazlo, porque como yo lo veo, estás tras el asesinato de dos personas que veía como mis amigos.

—¿Veías?

Harry se encogió de hombros.

—No tuve la oportunidad de hablar con Fred y George después de regresar a este tiempo. No tengo idea de lo que pensaban sobre mí, ¡y tampoco tendré la oportunidad de averiguarlo porque tú los mataste!

Las cosas en la oficina comenzaron a vibrar al elevarse la rabia de Harry. El chico se mordió los labios hasta saborear sangre, para detenerse de gritarle todavía más al Señor Oscuro. Si había alguien que podría haber visto a través de las mentiras de Dumbledore habrían sido los gemelos. Ellos lo habían apoyado y lo habían hecho reír cada vez que lo necesitaba. De toda su familia ellos parecían ser los de mente más abierta.

Le dolía pensar que los había perdido. Ya no habría más travesuras donde las personas tendrían que averiguar cuál gemelo era cuál y no crearían nuevas bromas. Como Harry les había dicho en el tren al final de su cuarto año, en la guerra que se aproximaba la gente necesitaría sonrisas y ellos probablemente serian los mejores para el trabajo.

Un dedo liberó su abusado labio y una boca comenzó a succionar la sangre. Harry gimió y entrelazó sus brazos alrededor del cuello del hombre. Al mismo tiempo sintió unos brazos rodear su cintura afirmándolo en esa posición.

Los ojos de Harry se abrieron, recordando de repente dónde estaba y su situación, y se encontró mirando en profundos ojos rojos. Trató de alejarse de Voldemort pero los brazos alrededor de su persona lo mantuvieron en su lugar.

—Suéltame.

—No antes que me dejes explicarte esto, Evan.

Harry prácticamente echaba humo, intentó liberarse pero Voldemort estaba igual de determinado en no dejarlo ir.

—No me toques y deja de llamarme Evan. Ese no es mi nombre. ¡Soy Harry Potter, que es el nombre que mis padres me dieron!

—¡No eres Potter, tu nombre es Evan!

Harry dio una patada en el suelo y gruñó.

—Mi nombre es Harry, al igual que tú eres Voldemort y no Tom. Estamos destinados a ser enemigos. Hay una profecía que dice que debemos matarnos y la mires como la mires, es lo que significa. No hay como escapar de eso, así que quizás sólo deberías hacerlo.

Voldemort palideció y lo abrazó con fuerza.

—Si fueras cualquier otra persona te castigaría por hablarme así. Pero sé que estas molesto y no estás pensando claramente. Pero si no te detienes probablemente haré algo de lo que los nos arrepentiremos ambos.

La voz de Voldemort no era más que un bajo gruñido y Harry siseó. No quería tener nada que ver con este hombre. Había sido un idiota al pensar que podrían superar sus problemas.

Harry se quedó helado cuando una de las manos de Voldemort se metió bajo su ropa y tomó una de sus tetillas. El sólo pensar en el hombre tocándolo de esta manera casi lo hizo vomitar.

Antes de poder pensar Harry había levantado su mano y le había dado una bofetada al Señor Oscuro. Aunque Harry no tenía grandes músculos, la cabeza de Voldemort aun voló hacia un lado y quedó una gran marca roja en su mejilla.

—¡No te atrevas a tocarme, me das asco!— gritó Harry y le dio una patada a Voldemort en la tibia. Ya que Voldemort estaba demasiado ocupado para detenerlo, Harry dejó la oficina y cerró tras de sí con un fuerte portazo.

Viendo que no había nadie en el pasillo comenzó a correr. No le importaba dónde terminara mientas fuera los más lejos posible de Voldemort.

Sus pies lo llevaron afuera por primera vez desde que había llegado a ese lugar. Sintiendo las protecciones alrededor del lugar supo cuán lejos podría llegar antes que Voldemort fuera alertado de dónde estaba.

Cuando sus piernas cedieron bajo él, Harry no hizo nada para apuntalar su caída. Aterrizó de cara en el suelo y sintió crujir su nariz. Incluso cuando sintió sangre corriendo por su rostro no se levantó. Respiró profundamente por la boca, sólo para tragar nieve y toser, luego levantó la cabeza para observar su alrededor y respirar mejor.

Estaba afuera, en el jardín que veía desde la ventana en el dormitorio de Voldemort. Una ligera capa de nieve cubría el terreno. Ya había empapado la parte delantera de su túnica y sus pies estaban entumidos por el frio. El único día en el que le habían permitido usar zapatos fue el día que visitó el retrato de Mortimus en la Mansión Malfoy. Desde ese día los zapatos no habían aparecido con su ropa.

Harry suponía que podía transfigurar alguna cosa en zapatos ahora que no tenía las esposas. Pero hasta que Snape le diera la última de sus pociones Harry le había prometido a Mortimus no usar su magia a menos que fuera en una situación de vida o muerte.

Sabía que debía regresar adentro. Estar afuera vestido así probablemente no había sido una buena idea. Pero no podía soportar la idea de volver a entrar. No después de saber lo que Voldemort había hecho. No era algo que pudiera perdonarle al hombre, aunque no estuviera seguro si los gemelos Weasley habían sido sus amigos o no.

El sonido de pasos que se acercaban hicieron que Harry se tensara. No quería ser encontrado pero con la túnica verde que estaba usando era casi imposible que no fuera notado. Harry dejo caer su cara de nuevo al suelo. Si no podía evitar ser visto por lo menos podía escoger si quería o no hablar con alguien. Quizás tendría suerte y lo dejarían en paz.

Los pasos se detuvieron no lejos de él y Harry continuó ignorando a las personas. Pese al episodio con Bellatrix no se sentía nervioso. Lo que Voldemort le había hecho a la bruja pareció haber asustado al resto de sus seguidores. Ni siquiera se atrevían a mirarlo directamente y le hacían reverencias las veces que Harry se encontraba con alguno de ellos. Se preguntó qué le habría hecho el Señor Oscuro a su loca seguidora, ya que no la había visto ni había oído de ella desde el incidente en la cocina.

El sonido de risitas de niña hizo que Harry levantara la cabeza. Estaba seguro de que ninguno de los seguidores del Señor Oscuro tenían hijas pequeñas. Al menos no que hubiera visto antes. Además, ¿qué hacían dos niñas pequeñas en el jardín del Señor Oscuro?

Harry miró de una niña a la otra. Estaban estrechamente relacionadas, probablemente eran hermanas o algo por el estilo. Ambas tenían cabello castaño, una en coletas mientras que la otra, la mayor, tenía el cabello corto. Estaban vestidas en túnicas rosa suave tomadas de la mano.

Normalmente Harry no tenía nada en contra de los niños, pero no se fiaba de ellos. Era su creencia que un día los niños se apoderarían del mundo. Y cuando lo hicieran él se sentaría y se reiría porque nadie esperaría eso. Pero en estos momentos no estaba con ánimo de lidiar con ningún niño, fuera mágico o muggle.

—¿Que está haciendo nuestro hermano mayor solo aquí en la nieve?

—Nuestra madre nos dice que si queremos salir debemos abrigarnos.

—O ella nos calentará el trasero a golpes.

Harry parpadeó. Las dos niñas sonaban igual a los gemelos e incluso sonreían de la misma manera traviesa, cosa que normalmente no era algo bueno para nadie. Harry gruñó y dejó de mirar a las niñas.

—Genial, ahora estoy aluciando. Váyanse y déjenme solo.

Una vez más las niñas rieron.

—Quizás deberíamos decirle a nuestro hermano quiénes somos en realidad, Gred.

—Feorge.

Volvió a mirar a las niñas pero se encontró mirando los rostros de Fred y George Weasley, a quienes creía muertos, vestidos en apretadas túnicas rosa.

—Mi querido Gred, al parecer lo hemos dejado sin palabras.

—Al parecer así es mi querido Feorge.

Dos pares de manos lo agarraron de los brazos y lo levantaron del frío suelo.

—¿Cómo es que estás aquí afuera solo?

—¿Y por qué la gente anda corriendo adentro como pollos sin cabeza?

—Yo... ¿Cómo…? ¡Se supone que están muertos!

Harry se liberó, sólo para caer y se atrapado por los gemelos antes de que golpeara el suelo.

—Tranquilo, dudo que el señor Oscuro esté feliz de que te lastimes más.

—Por lo que hemos oído está muy feliz por ti.

—¿Cómo lo saben y cómo es que están con vida?—. Harry finalmente abrió la boca para hacer esa pregunta.

Los gemelos intercambiaron una mirada.

—Bueno, si quieres saber, como que nos unimos al Señor Oscuro.

—Después de que Dumbledore te mató, y debo decir que hizo un muy mal trabajo.

—Al parecer tienes razón, Feorge, a mi no me parece muerto.

—En todo caso, nos unimos al lado oscuro y luego nos avisaron que estabas vivo y viviendo con el viejo y querido Voldie.

—Debería sorprenderte lo fácil que fue ponernos en contacto con Voldie, simplemente aparecimos en la casa de los Malfoy un día y le dijimos que teníamos una oferta a la que no podría rehusarse si sabía lo que era bueno para él.

—Y fue su esposa, nuestra nueva persona favorita, junto a ti claro está, quién nos dijo que tú aun estabas vivo.

—Así que fingimos nuestras muertes, usamos uno de nuestros trucos nuevos que nos hace lucir como niñas pequeñas, y para que sepas, todavía no sale al mercado.

—Y no te preocupes por las verdaderas niñas, ellas están vivas y no recuerdan nada de lo que le sucedió a sus padres.

—Y aquí estamos.

Harry no pudo evitarlo. Echó la cabeza hacia atrás y comenzó a reír hasta que le dolieron los pulmones.

—Ahora querido hermanito…

—…¿Vas a decirnos qué estás haciendo aquí afuera?

—…¿Apenas vestido y con la nariz sangrando?

Harry se sonrojó y se miró a sí mismo. La túnica estaba arruinada con sangre y mugre. Sabía que había hechizos que podrían encargarse de ese problema, pero no era razón para tratar así su ropa.

—Me entere de sus muertes hoy y quizás me enojé un poco por eso—. De repente se puso pálido y habría caído de no ser por las manos que lo sostenían—. Por Merlín, le di una bofetada.

—¿A quién? ¿Al Señor Oscuro?— preguntaron los gemelos al mismo tiempo. Harry agachó la cabeza, no podía creer que se hubiera atrevido a hacer algo tan infantil. Deseaba que la tierra se abriera y lo tragara entero.

—¿Estas consiente del hecho, Potter, de que has logrado poner todo el lugar de cabeza? ¿Y qué te has hecho a ti mismo? Quizás deberíamos encerrarte otra vez, de esa manera sería más fácil controlar los daños.

La voz de Snape lo alcanzó antes de que el hombre vestido de rojo y amarillo los alcanzara cuando los tres entraban de vuelta a la mansión. Había sido la idea de Mortimus para castigar a los tres Slytherins por haberlo encerrado junto a Voldemort en el dormitorio. El cuerpo de Harry se tensó mientras miraba el suelo. Sabía que vería decepción en esos profundos ojos negros.

—Levante la cabeza, Sr. Potter, para que pueda ver el daño que se ha hecho—. Unos fríos pero sorprendentemente gentiles dedos se cerraron sobre su barbilla y lo mantuvieron en posición mientras que con la otra mano revisaba su nariz—. Ni siquiera diez minutos sin supervisión y ya has logrado meterte en problemas. Por suerte nada está roto, pero estarás adolorido por varios días. No puedo hacer nada al respecto, ojala eso te sirva para enseñarte a ser más cuidadoso.

Una explosión sacudió la habitación y Harry hizo una mueca. Ya tenía una buena idea sobre quién estaba tras eso.

—¿Que tan malo es?—. Snape iba a responder cuando otra explosión sacudió el lugar e hizo que varios cosas cayeran a sus alrededor—. No importa. Yo mismo iré a revisar. Si tengo suerte lograré calmarlo antes de que todo el lugar caiga a nuestro alrededor—. Se soltó del agarre de los gemelos—. Ustedes se quedarán aquí hasta que regrese. No hagan nada mientras no esté—. Luego se giró hacia el maestro de pociones y sonrió—. Tengo que decirle que me gusta su cambio de cabello, señor. El azul brillante es su color, aunque la túnica no combina.

Con eso Harry comenzó a subir las escaleras. Su cuerpo estaba frio y temblaba pero se forzó a moverse lo más rápido posible, mientras ignoraba sus protestas. Él había causado este desastre y él tenía que encargarse.

)00(

Voldemort frunció el ceño e hizo volar otro librero con una maldición explosiva. Puso toda su rabia en la maldición y sintió sacudirse toda la mansión pero estaba demasiado enojado para que le importaran los daños que estaba sufriendo su hogar.

Evan no debía enterarse de lo sucedido, por lo menos no de esta manera. Quién había dejado el periódico donde su amante pudiera encontrarlo pagaría caro por su error. Haría que esa persona sufriera por esto. El dolor que sufría ahora, esa persona lo sufriría aumentado por diez.

Respiró profundamente, tratado de recuperar el control de sus emociones antes de destruir todo el lugar. Aunque tenía otros lugares para usar como cuartel, le gustaba este.

La mirada de traición y rabia en los ojos de Evan quemaban su mente. Nunca había pensado que su amante podría mirarlo de esa manera. Harry Potter podía pero no su Evan, nunca su Evan. Aunque Evan no era físicamente fuerte aun le dolió la patada y el bofetón. Normalmente Voldemort habría maldecido a cualquiera que hubiera hecho algo así y luego lo habría matado. Pero no podía ni quería hacerle algo así a su amante.

Había maneras más agradables de castigarlo.

Antes de poder explicarle nada a Evan, éste había huido. Voldemort suponía que debía haberlo seguido para asegurarse de que no se metiera en problemas pero decidió no hacerlo. En su estado actual eso haría más mal que bien.

Así que ahora estaba reducido a esto, hacer explotar cosas en su oficina porque su amante creía que había matado a los dos pelirrojos.

—¿Voldemort?

Se dio la vuelta, su mano lista para lanzarle una maldición al intruso. Su brazo bajó al notar la figura parada en la puerta.

—¿Qué te pasó?

La parte inferior de la cara de Evan estaba cubierta de sangre. La túnica estaba rasgada y tenía manchas de sangre y mugre.

El mago de ojos verdes bajo su mirada al piso, pero no antes de que Voldemort viera las lágrimas en sus ojos.

—Lo siento. Debí dejar que me explicaras antes de comenzar a gritar o golpearte. Pero de verdad pensé que estaban muertos y actué antes de pensar. Lo siento, me porte como un niño.

Voldemort sintió como su rabia disminuía durante la lastimera disculpa de Evan. Sus ojos recorrieron el cuerpo ajeno, observando cada pelo fuera de lugar. Una nueva rabia lo envolvió, esta vez contra la persona que se había atrevido a hacer esto. Pensó que después del ejemplo que había hecho con Bellatrix la gente sabría que no debía tocar lo que le pertenecía.

—¿Quién te hizo esto?— gruñó y Evan frunció el ceño.

—¿De qué estás…?—. La comprensión llenó el rostro de Evan y con suavidad tocó su cara ensangrentada—. Nadie me hizo esto—. Contestó el chico sin levantar la mirada, pero se estremeció cuando sintió que se acercaba.

—No trates de engañarme, Evan, ¿quién te hizo esto?

Voldemort estaba parado frente al chico, tomando su barbilla y levantando su cabeza para poder mirarlo a los ojos. De cerca los ojos verdes eran asombrosos y las lágrimas parecían hacerlos brillar.

Lentamente con un dedo recorrió la nariz de Evan y observó cómo el chico hacia una mueca.

—No parece estar rota.

—Snape ya la revisó, dijo que estaría bien y que la dejara tranquila.

Voldemort frunció el ceño. No sabía lo suficiente sobre el tema para formar su propia opinión. Pero no le gustaba pensar en su amante sintiendo dolor, al menos no dolor innecesario.

—Siéntate.

Se sorprendió ligeramente cuando Evan siguió la orden sin protestar y se sentó en una de las sillas frente al escritorio. Sabiendo que Evan no se movería durante un tiempo, Voldemort se dirigió al baño que estaba conectado con su oficina.

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Harry observó nervioso mientras Voldemort dejaba su oficina por una puerta que no había notado. El hombre estaba actuando diferente de lo que había pensado. Entró preparado a ser maldecido hasta el cansancio. En vez de eso Voldemort parecía estar más enfocado en pensar que alguien lo había lastimado. Si no fuera porque lo conocía Harry diría que Voldemort se preocupaba por él.

Meneando la cabeza hizo a un lado ese pensamiento. Pese a la conversación con Mortimus, Harry aun dudaba en poder ver a Tom y Voldemort como la misma persona. Simplemente eran demasiado diferentes.

Y al mismo tiempo eran malditamente iguales.

Harry dejó de moverse cuando Voldemort volvió a entrar a la oficina. Sus ojos fueron a las manos del hombre pero en lugar de algún instrumento de tortura Voldemort tenía un cuenco y una toalla. Cuando el Señor Oscuro se acercó lo suficiente Harry vio agua caliente en el cuenco.

—Severus puede creer que no necesitas atención médica pero aún necesitas que te limpien.

—Pero puedo hacerlo yo mismo.

Una sola mirada de Voldemort fue suficiente para que Harry cerrara la boca. Una pequeña voz dentro de su cabeza le dijo que sería mejor que se quedara callado y dejara que Voldemort hiciera lo que quisiera, al menos por el momento.

Como si fuera un niño, Voldemort le removió la túnica, así que Harry estaba sentado sólo con pantalones y una camisa verde. Se estremeció y envolvió sus brazos alrededor de su torso pese a que no hacía frío en la habitación. Sin la túnica se sentía más vulnerable de lo normal, Voldemort se arrodilló frente a él con la toalla mojada en sus manos.

El hombre fue sorprendentemente gentil mientras limpiaba el rostro de Harry. El chico cerró los ojos mientras el otro lo limpiaba con la toalla húmeda. Harry se apoyó en el toque, disfrutando la cercanía pero sin relajarse. No podía creer que Voldemort dejara el tema de lado así como si nada y estaba esperando que algo sucediera, aunque no sabía qué.

El silencio continuó mientras Voldemort trabajaba y Harry observó al hombre con los ojos entrecerrados. No era a menudo que estaba tan cerca del Señor Oscuro y tranquilo a la vez. Las cosas siempre parecen ocurrir y quería aprovechar el tiempo antes de que se desatara el infierno.

Mortimus había dicho que Harry y Evan eran la misma persona y que también formaban a la persona que era hoy. Harry se preguntó si ese también era el caso de Voldemort. Había conocido al Señor Oscuro y había conocido a Tom. ¿Pero Voldemort era una combinación de eso dos y cuál era el más doméstico?

El Voldemort que había conocido antes de viajar en el tiempo nunca lo habría mirado dos veces antes de matarlo o comenzar la tortura. Ademas, aunque Voldemort no actuaba demasiado amable con muchos, había algunas personas a las que les permitía ver un lado más suave de él.

Harry silenciosamente se preguntó cuántos habían llegado a ver ese lado de Voldemort.

El Señor Oscuro puso los artículos de limpieza a un lado y Harry automáticamente se tensó. Sus ojos viajaron hacia la puerta y las ventanas. A pesar de estar en el segundo piso estaría dispuesto a correr el riesgo con las ventanas si tenía que hacerlo.

Como si hubiera leído sus pensamientos Voldemort puso una mano en su muslo. Harry no estaba seguro si era para mantenerlo en su lugar o para calmarlo, pero él se quedó donde estaba, no queriendo enojar al hombre más de lo que ya estaba. Podía ver la ira en los ojos rojos de Voldemort y lamió sus labios nerviosamente. ¿Por qué se le había ocurrido la idea de ir a la oficina de Voldemort cuando el hombre estaba claramente enojado? Debió ser su lado Gryffindor que una vez más había tomado control sobre su cuerpo antes de que tuviera la oportunidad de pensarlo bien.

—Te lo preguntaré una vez más, Evan, ¿alguien te lastimó?

Harry sintió que se ruborizaba pero se forzó a mirar a los ojos al Señor Oscuro.

—Caí cuando corrí hacia afuera y me rompí la nariz— murmuró, pero supo que Voldemort había oído lo que dijo. Quizás porque vio la sonrisa del bastardo antes que desapareciera de su rostro.

Gracias a la temperatura de la habitación Harry finalmente había dejado de temblar. La parte delantera de su camisa sólo estaba un poco mojada, pero no veía razón para preocuparse por eso. No parecía probable que se enferma con algo tan pequeño después de todo lo que había pasado.

Voldemort todavía estaba serio cuando lo soltó y se levantó. Sin una palabra se alejó y se sentó en una de las sillas frente a la que estaba sentado Harry.

—Ven aquí.

Harry frunció el ceño, tratando de comprender lo que planeaba Voldemort.

—Si sólo vamos a conversar, ¿por qué no puedo quedarme sentado aquí?... ¿Qué estás haciendo?

Voldemort lo agarró de un brazo y lo tiró sobre su regazo y sus pantalones y ropa interior fueron bajados hasta sus rodillas, exponiendo su trasero. Harry fue rápidamente silenciando con una palmada en el trasero.

—Tú mismo lo dijiste. Te portase como un niño y por ende tu castigo será como el de un niño. Y ya que no puedo usar magia en ti tendré que hacerlo de esta manera.

Una de las manos de Voldemort presionó contra la parte baja de su espalda, luchó para liberarse pero con rapidez se dio cuenta de que no servía de nada. Los pantalones alrededor de sus rodillas restringían sus movimientos; Harry trató de alcanzarlos pero no pudo. Y de repente se encontró mirando hacia el piso.

No tuvo tiempo de hacer nada cuando la mano libre de Voldemort lo golpeó en las nalgas. Harry dejó escapar un grito, y una vez más la mano de Voldemort cayó, esta vez en su muslo derecho.

—¡Voldemort!— gritó Harry, tratando de hacer que el hombre se detuviera, pero éste lo ignoró y lo golpeó en el otro muslo. Harry rápidamente supo que luchar no serviría de nada y por la mirada en los ojos de Voldemort que había antes de que lo jalara sobre su regazo supo que no lo haría cambiar de idea.

Harry apretó los dientes y ladeó la cabeza lejos de Voldemort. Trató de mantenerse en silencio durante el castigo, pero cuando el siguiente golpe cayó sobre sus nalgas, enterró su rostro entre sus brazos. Los dos próximos golpes llegaron rápidos y duros en el mismo lugar y Harry se removió antes de ponerse rígido.

—Te estoy castigando, Evan, porque tienes que aprender a pensar antes de actuar. Te has metido en problemas antes y un día tu suerte no será suficiente para mantenerte con vida. Ojala esto sirva para recordarte que no debes cometer este tipo de errores otra vez.

Lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos, pero Harry los apretó con fuerza y se rehusó a emitir algún sonido. En silencio rogó para que nadie entrara y los pillara así. Mientras que probablemente pondría fin al castigo no podía soportar que alguien lo viera de esta manera. El Salvador del mundo mágico sobre el regazo del Señor Oscuro recibiendo nalgadas como un niño travieso.

De repente la represa se rompió y las lágrimas comenzaron a correr por su rostro. Harry sollozó y trato de enterrar su rostro aún más entre sus brazos.

—Lo siento— murmuró en voz baja, en silencio rogando porque Voldemort no lo oyera. No necesitaba que supiera que estaba llorando como un niño.

Harry sintió que le subían la ropa interior y los pantalones. Confundido esperó por lo que sucedería ahora. ¿Acaso Voldemort planeaba continuar, pero esta vez con algo entre su mano y su adolorido trasero?

Harry intentó alejarse cuando la mano se metió bajo su camisa y comenzó a sobar su espalda gentilmente, pero la otra mano aun le impedía alejarse.

Estaba confundido. Él nunca había sido castigado de esta manera, ni siquiera cuando era un niño. Su tía se rehusaba a tocarlo. Vernon había sido el encargado de los castigos. A veces el hombre lo abofeteaba un poco, pero siempre terminaba en su alacena bajo las escaleras.

La mano sobaba con gentileza su espalda y a veces pasaba las uñas sobre su piel, haciendo que Harry se estremeciera. Inseguro de merecer este consuelo empujó hacia arriba para que sus hombros quedaran en el aire, pero la mano de Voldemort le impidió avanzar más y presionó su cuerpo hacia abajo.

Voldemort continuó sobando su espalda y masajeando sus músculos hasta que se relajó. Harry tenía que admitir que se sentía bien. En estos momentos no le importaba que fuera Voldemort quien lo estaba consolando.

—¿De ahora en adelante escucharas lo que yo te diga, y me dejaras explicarte las cosas antes de que saques conclusiones sin haber oído mi lado de la historia?— preguntó el hombre todavía sobando su espalda. Harry se encontró asintiendo, no queriendo dejar escapar la consoladora mano.

—Estas perdonado.

Esas palabras hicieron que Harry sollozara libremente, sin que le importara quien lo estaba mirando. Sentía como si un gran peso se hubiera levantado de sus hombros y finalmente fue capaz de relajarse, aunque sólo un poco.

)00(

Harry salió de la oficina una hora después de haber entrado, convencido de que su rostro estaría atorado en un rubor permanente. No sólo había juzgado mal a Voldemort, el hombre había decidido castigarlo como a un niño dándole palmadas. Y aun peor: Harry se había quedado dormido sobre su regazo.

Al menos de alguna manera estaba seguro de que Voldemort no lo odiaba por lo que había dicho cuando creyó que Fred y George estaban muertos.

Voldemort lo había despertado con un suave beso en la frente. Ninguno de los dos había hablando mientras Harry se lavaba la cara para que nadie notara que había llorado. Había observado su rostro con ojo crítico. Su labio inferior estaba rojo e hinchado por haberlo mordido. Un moretón cubría su nariz y lo hacía ver como si hubiera estado en una pelea. Pero al menos la sangre ya no estaba; Harry imaginaba que había lucido peor antes.

No se atrevió a pensar cómo luciría su trasero. Todo lo que sabía era que sería una mala idea sentarse en estos momentos. Aunque no había sido golpeado así antes, sabía que no debía poner presión en cualquier parte de su cuerpo que hubiera sido golpeada.

Lentamente se dirigió por el pasillo. Haciendo una mueca cuando sus pantalones y ropa interior rosaban su adolorido trasero. No era como si pudiera pedirle a Snape algo para el dolor. El maestro de pociones insistiría en ver qué andaba mal y Harry no estaba seguro de poder sobrevivir la humillación de que Snape supiera que le habían dando nalgadas como si fuera un niño travieso

Agachó la cabeza para esconder su sonrojo cuando bajó las escaleras hasta el vestíbulo donde había dejado esperando a Snape con los gemelos. Se preguntó cómo era que la mansión aun estaba en pie. Quizás el maestro de pociones había usado algo para atontar a los gemelos para que no lograran hacer algo. Aunque a Harry no le gustaban ese tipo de métodos sabía que eran necesarios para impedir que los gemelos hicieran algo estúpido.

Al llegar al final de las escaleras Harry divisó a los gemelos y a Snape. Los tres estaban sentados al otro extremo del vestíbulo, pero de manera que podían observar las escaleras por la que había bajado. Harry suponía que no era coincidencia.

Sabiendo que lo estaban observando, sonrió al caminar hacia el trío. Con cuidado mantuvo sus ojos en cualquier lado menos en Snape. Sabía que no podría mantener el acto si miraba mucho tiempo al maestro de pociones. Snape no era del tipo de persona que tomara bien que alguien se burlara de él.

—Harry.

—Nuestro querido hermano y amigo.

—Has sobrevivido y has logrado con éxito la tarea de enfrentarte al furioso dragón, también conocido como nuestro querido Lord Voldemort.

Antes que Harry tuviera oportunidad de responder los gemelos lo agarraron y lo sentaron entre ellos.

Pese a la suavidad del sofá, Harry aun se puso rígido cuando su trasero entró en contacto con la superficie del sofá. Cómo había esperado, estar sentado no era algo que debía hacer en estos momentos.

—Potter, ¿acaso te lastimaste algo más que la nariz cuando andabas sin supervisión?

Sintiendo tres pares de ojos en su persona, Harry agachó la cabeza así que sus ojos quedaron escondidos por su flequillo, esperando que no notaran lo sonrojado que estaba.

—Sera mejor para ti que no me mientas. Dudo mucho que el Señor Oscuro este feliz de oír que estas sintiendo dolor innecesariamente.

Harry se permitió fulminar con la mirada a Snape a través de su flequillo. El hombre había encontrado innecesario sanar su nariz pero parecía anormalmente interesado en saber por qué se removía en su asiento. Negó con la cabeza. No iba a decirle a nadie que el Señor Oscuro le había dado nalgadas.

—Sabes Gred, me recuerda esa vez en que nuestro querido Ronnikins trato de jugar Qiudditch dentro de la casa.

—Al parecer tienes razón mi querido Feorge. Justo como estaba después de que nuestra madre terminó de calentar su trasero con su cepillo para el cabello.

En el silencio que siguió Harry se preguntó si sería posible morir por sonrojarse tanto. Estaba consciente de los ojos sobre él y se removió entre los gemelos, desesperadamente buscando una manera de salir de esta situación.

—No tengo idea de lo que están hablando.

Ni siquiera para Harry las palabras sonaron convincentes. Frunció el ceño mientras los gemelos reían y con ganas deseó estar en cualquier otro lugar que no fuera este. Diablos, incluso su antigua alacena sonaba como un buen lugar. Al menos nadie lo molestaba cuando estaba allí.

—Potter—. El tono de voz de Snape hizo que Harry levantara la cabeza de golpe y mirara directo en esos ojos negros, viendo la risa que estaba conteniendo el hombre. Recordando que Snape podía usar Legeremancia con rapidez alejó la mirada. No quería que el maestro de pociones viera sus memorias del episodio en la oficina del señor Oscuro. Aunque estaban hablando de las nalgadas sería diferente que Snape realmente viera la memoria de lo acontecido. Harry no estaba seguro de poder sobrevivir eso— ¿Necesitas una poción para el dolor?— la voz del hombre casi fue suave y Harry parpadeó sorprendido.

No había esperado que el profesor Snape le ofreciera algo así. Sin hablar negó con la cabeza pero Snape continuo mirándolo.

—No es tan malo y he tenido peor.

El silencio que siguió fue tenso y Harry de repente encontró muy interesantes sus pies descalzos. Necesitaría un baño para limpiar la suciedad.

—Oye Harry, tienes que decirnos cómo lograste sobrevivir la maldición asesina de Dumbledore.

—Claro que oímos rumores pero es difícil decir qué es cierto y qué están inventando esas pequeñas serpientes.

—Así que cuéntanos todo sin dejar nada fuera.

—Nos enteraremos aunque tengamos que ir donde la gran serpiente.

Pese al dolor por estar sentado Harry no podía dejar de sonreír por las payasadas de los gemelos. Era bueno saber que tenía a los gemelos de su lado. Y si se quedaban en la mansión ya no estaría solo lidiando con todos los mortífagos, los Slytherins y Voldemort.

Como si estuviera leyendo sus pensamientos Snape frunció el ceño.

—Si piensas hacerme otra broma, Potter, o quieres que tus amiguitos la hagan, te advierto que cuides tu espalda. Algunos de los venenos más poderosos son imposibles de detectar hasta que es demasiado tarde y sólo un maestro de pociones podría ayudarte si consumes uno.

Tuvo la sensación de que las cosas serian mucho más interesantes de ahora en adelante.

)00(

Hermione no levantó la cabeza de su tarea cuando alguien se sentó frente a ella. Había comenzado a hacer sus tareas en la biblioteca ya que le daba una buena excusa para mantenerse alejada de la sala común de Gryffindor. Y así no estaba rodeada de bulliciosos Gryffindors todo el tiempo.

—El gatito de ojos verdes está en las buenas manos de las serpientes de corazón de plata.

Lentamente, Hermione levantó la mirada de su pergamino y se encontró con los ojos de Luna. La Ravenclaw de quinto año tenía una sonrisa soñadora y los ojos entrecerrados. Pero por primera vez no tenía la mirada como perdida, sino que estaba observándola directamente. Hermione tuvo que admitir que la ponía un poco nerviosa. Hasta ahora nunca había visto a Luna lucir tan seria.

—Hola, Luna.

Como siempre la loca Ravenclaw estaba usando aretes que parecían rábanos. Hermione miró alrededor de la biblioteca, sin sorprenderse de que sólo estuvieran las dos allí. Ni siquiera se encontraba madame Pince. Era hora de cenar, lo que significaba que la mayoría de las personas estarían en el Gran Comedor, llenándose las bocas de comida.

—La lechuza quiere encontrar al gatito de ojos verdes para poder disculparse por los errores que cometió.

Hermione se movió incómoda en su silla pero se acercó para oír bien lo que estaba diciendo la chica para evitar que así alguien pudiera escuchar lo que hablaban. Al menos Luna no estaba hablando de alguna de sus locas criaturas.

—¿Tú... tú crees que el gatito de ojos verdes aceptará las disculpas de la lechuza?

Luna ladeó la cabeza, como si estuviera oyendo una voz que sólo ella podía escuchar, y frunció el ceño ligeramente.

—Diría que hay una gran oportunidad de que el gatito de ojos verdes perdone la falta de acción de la lechuza, pero ella probablemente se sorprenderá por el compañero del gatito.

Hermione suspiró suavemente. Era una de las mejores cosas que había oído en mucho tiempo. Desde que había tomado una decisión había tratado de encontrar la manera de encontrar a Harry y pensaba en cómo iba a reaccionar una vez que lo encontrara. Había imaginado muchas escenas y no todas se podían llamar agradables. Harry tenía todo el derecho de estar enojado con ella. Pero estaba dispuesta a trabajar por su perdón. Y si estar rodeada de serpientes de corazón de plata era necesario para que lo lograra lo aceptaria.

—¿Luna, sabes dónde la lechuza puede encontrar al gatito de ojos verdes?

Luna tomó una edición del Quisquillo y su mirada se perdió.

—Padre y yo iremos en busca de Snorkacks de Cuerno arrugado durante las vacaciones de Navidad, ¿quizás podrías venir con nosotros?

Hermione asintió lentamente.

—Eso suena interesante. Les escribiré a mis padres, estoy segura que mientras vaya a casa el día de Navidad ellos no tendrán problemas.

Mientras ambas volvían su atención a sus propias cosas, Hermione frunció el ceño y releía su ensayo. Luna había llamado a Harry gatito de ojos verdes. Ella recordaba haber visto uno con los Slytherins unos días antes de ver a Harry. ¿Podría haber una conexión?

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