New memories (1/2)
Sinopsis.
Los antiguos recuerdos todavía estaban empañados por un vidrio roto y sostenido apenas por escarchas de hielo, aferrándose a ellos como un salvavidas. Todavía pesaban. Todavía quemaban. Pero finalmente, ya no se sentía como si estuviera traicionando sus memorias al soltarlos, porque ahora tenía una oportunidad de crear nuevos recuerdos que le permitirían aspirar a un futuro más brillante.
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"Era todavía demasiado joven para saber que la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y que gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado" —Gabriel García Marquez (El amor en tiempos del cólera).
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Hubo una época en que todo lo que necesitaba estaba al alcance de su mano. No existía la necesidad del niño de oro que superaría a Endeavor y estaría un paso más cerca de derrotar a All Might en su propio juego. No había necesidad de crecer lo más rápido posible para tratar de comprender como todo en lo que creía, se rompía en pedazos, mientras evitaba que todos se vinieran abajo con ello. No existían las cenizas de un futuro imposible.Solo había dos niños que no eran lo que Enji Todoroki había aspirado, pero que estaba conforme con eso. Distinto a lo que había pensando inicialmente, el patriarca Todoroki era feliz así.
Sin presiones. Sin sueños inalcanzables. Sin el humo y olor a carne achicharrada acechando y nublando la vista del presente, ofuscando el futuro. Solo una familia. La todavía no infernal familia Todoroki. Lo que pudo haber sido, una familia complicada, pero feliz.
Los recuerdos estaban rasgados, opacos, como vistos desde detrás de un vidrio gastado y a punto de romperse, las grietas distorsionando todavía más la imagen, volviendo imposible saber si era un hecho o un recuerdo creado para causar consuelo en el presente que se derrumbaba; pero que por alguna razón desconocida, continuaba firme, mientras que las estelas de hielo que lo sostenían se volvían cada vez más amorfas, mientras la imágenes se volvían como sueños frívolos y sin valor.
No había nada en el pasado que le causara real consuelo.
Touya los soltó tan rápidamente que Fuyumi sintió indignación. Su hermano había sido privado de la oportunidad de seguir los pasos de su padre para preservar su salud física, pero a su corta edad su locura empezaba a superar a la de Endeavor. La ambición de su hermano mayor fue capaz de superar por completo sus sentimientos por su familia. Su único objetivo era demostrarle a su padre que estaba equivocado con él. Todo lo demás era un obstáculo para eso.
Natsuo era demasiado joven. Su único resentimiento era más bien ser desplazado por su hermano más pequeño, lamentando que su madre ya no le prestara atención y distanciándose cada vez más de un padre aún más ausente, manifestando una especie de pavor hacia él que se concilió lentamente como decepción, frustración y rencor. Aunque Natsuo nunca presentaba el mismo sentimiento hostil que Touya, todavía estaba expuesto a sus momentos de malicia que Fuyumi no podía evitar preocuparse, pero su hermanito seguía siendo el mismo chico travieso que se metía en problemas cuando pensaba que nadie lo veía, que corría de un lado a otro para jugar y que obedecía a su hermana mayor como un pajarito sonriente.
Shōto ni siquiera tuvo la oportunidad de estar presente en un recuerdo familiar. Su vida se limitaba a su madre y a las exigencias de su padre. Todavía mirando de lejos, con ilusión infantil e inocente, a sus hermanos mayores mientras jugaban.
No entendía la mentalidad de sus padres. Pero sabía que su padre estaba demasiado ocupado para detenerse a pensar en lo que estaba destruyendo y su madre no quería detenerse a pensar en nada.
Así que lo lógico sería que Fuyumi tampoco se aferrara a ello. No cuando a nadie más que a ella le importaba, incluso cuando para ella aún se sintieran tan vivos y reales, todavía resguardando un vestigio de calidez. Debía soltarlos como su hermano mayor o concentrarse en otras cosas como sus hermanos pequeños y padres.
El pasado no importaba. Tenía que sobrevivir en el presente.
Pero no pudo.
El fantasma de una sonrisa en un raro semblante suave de Enji Todoroki cuando solamente eran Touya y ella, cuando Touya todavía no manifestaba su Quirk, estaba segura que existía. Que no era solo un sueño o un producto cruel de su desesperación por aferrarse a algo bueno.
La mano cálida de Touya cuando la guiaba a lo largo de una salida familiar, cuando todavía se preocupaba por ella. Los besos helados, pero llenos de cariño de su madre cuando la cargaba, su voz suave y llena de tranquilidad cuando les contaba un cuento para dormir, y su risa cuando su hermano mayor hacía una tontería, sus ojos brillando de amor por su familia en lugar de la expresión congelada y temerosa de no saber qué hacer ante tanta presión exterior.
La risa de su hermano mayor cuando reposaba en los hombros de su padre...
Cuando pensaba en renunciar a esos recuerdos, su pecho se comprimía. Eran la única prueba que tenía de que su padre los amaba. Que su hermano se preocupaba por ellos. Que su madre podía ser feliz. Soltarlos se sentía como si se rindiera con todos ellos. Y tal vez ella no tenía la ambición de Touya de querer demostrarle a Endeavor que era capaz de volverse el héroe que él soñaba, pero ambos eran hermanos, esa terquedad debía existir en ella también.
Así que Fuyumi quería recuperar a su familia. Sabía que estaba ahí, dentro de los corazones de cada uno de ellos, solo necesitaban un empujón. Y no iba a rendirse todavía.
—¡Los quiero a todos juntos!
Su confesión resonó emocionada y sin duda alguna, pocas veces se escuchaba un sonido tan alegre en la cocina de la mansión Todoroki. Pero Fuyumi tenía plena confianza que si quería conseguir que su familia fuese más unida primero tenía que empezar convenciéndolos de pasar tiempo juntos. Todavía la imagen de una cena familiar con Touya y sus padres haciendo cosquillas en su memoria. En ese entonces, todo parecía estar bien, ¿Por qué debería ser tan diferente ahora? ¡Tenía que aprovechar cualquier oportunidad para juntarlos! Además, ¿quién podría negarse a una buena comida y postre? Tal vez, si la comida estaba tan deliciosa ellos decidían volver a juntarse.
Desde que habían nacido sus otros hermanos, Enji se había vuelto cada vez más distante. Su padre no era bueno con los sentimientos, pero si tenía un doble empujón seguro podía hacerlo mejor. Su cumpleaños sonaba como una buena oportunidad de probar su teoría.
Fuyumi trató de no encogerse mucho de hombros cuando la matriarca Todoroki levantó su vista de la comida, el cocinero que acababa de dejar los alimentos en la mesa sintió el ambiente tenso y se retiró rápidamente.
Natsuo detuvo la cucharada de comida en el aire. Y Touya solo contempló a la niña con una expresión aburrida y los ojos entrecerrados.
Rei se aclaró la garganta, la inseparable bolita de carne no estaba hoy con ella, seguramente se había quedado dormida en la habitación que compartía con su madre o solo se quedó obedientemente quieta ante una petición de la mayor; así que Rei había aprovechado para tratar de platicar un poco con sus otros hijos mientras Enji no la veía separándose de Shōto.
El ambiente había sido ameno hasta ese momento, Natsuo estaba silbando de alegría al ser de nuevo el foco de atención de su madre y Fuyumi le había mostrado la nueva técnica de bordado que la niñera le había enseñado. Y aunque Touya no aportaba nada a la conversación, el hecho que se quedará en la mesa hasta el final era bien valorado, normalmente desaparecía sin avisar a nadie.
Se habían puesto tan cómodos que todos hicieron silencio del malestar de que Rei raras veces les prestaba atención. Siempre pendiente de Shōto y su padre, dejando a los demás hijos cada vez más arrinconados mediante el entrenamiento de Shōto se volvía más intenso y él no demostraba aptitud para controlar su temperatura corporal de manera adecuada.
El hecho que existieran momentos donde podían volver a ver a su madre, donde parecía que un peso se le quitaba de los hombros y no tenía que estar preocupándose por nada más y sólo escuchar. Era alentador y al mismo tiempo desgarrador. No era sostenible y más pronto que tarde Rei tendría que volver a encerrarse en sí misma sin que sus otros hijos pudieran hacer algo para evitarlo.
Solo tenían a su madre un momento, para luego volver a perderla. Cada vez más lejos de ellos.
Rei decidió preguntar por su regalo de cumpleaños, siendo el más próximo; ella siempre había hecho un esfuerzo por estar presentes en todos los cumpleaños de sus hijos incluso si no podía poner a Shōto frente de Touya. Al menos, podía darse esa oportunidad y excusa para convivir con sus hijos, y dedicarles tiempo.
Normalmente las celebraciones consistían en una comida casera, ella preparando sus platillos favoritos o comidas de interés que tenían curiosidad de probar, sin la niñera ni el cocinero, ni ninguna otra persona ajena a la familia. Rei pasaba tanto tiempo en la cocina junto al chef si no conocía el platillo y practicaba hasta que le daban el visto bueno para la celebración, aquellos días previos al cumpleaños de sentían más tibios que de costumbre al saber que su madre estaba esforzándose por prepararles algo; un pastel de frutas carísimo digno del salario de Enji como héroe de alto rango y uno que otro regalo extra, como figuras de acción, muñecas o algún otro juguete tradicional o moderno que ellos pedían.
Aunque no había un límite estaba implícito que cualquier cosa relacionada con Shōto o su padre estaba casi fuera de discusión. Desde el incidente con Touya, los otros hermanos habían sido cautelosos con el más pequeño.
Fuyumi era de las mayores, estaba consciente de eso. Pero ella no quería ninguna muñeca ni ningún juego este año, todavía tenía el peluche de pulpo que su padre le había regalado cuando era muy pequeña, ella no lo había pedido, había nacido de él y eso había sido suficiente para ella. Incluso si todavía había pedido y había llenado sus cajones de más animales y muñecas, ese seguía teniendo un lugar especial en su corazón.
Todo lo que quería era una cena familiar, podía renunciar a todo lo demás, a todos esos estantes de peluches y al resto de regalos de por vida si tan solo podía tener una cena familiar. Jugar con su hermano más pequeño, sostenerlo como un muñeco más y abrazarlo, decirle que ya era increíble como era, y salir a jugar los cuatro juntos mientras mamá y papá podían descansar por una vez.
Por la expresión que Rei tenía, no parecía que lo iba a conseguir, pero se desentendió de la sensación de incertidumbre, s, ignoró adrede el silbido de alarma de sus oídos y la dulce petición de detenerse en los ojos grises de la mayor, y se bajó de su asiento de un salto, corriendo a los pies de su madre antes que se esfumara la oportunidad. Quería ser una niña malcriada y mimada por una vez y aferrarse a su esperanza con inocente terquedad.
Levantó el rostro e hizo un puchero inocente en su redonda cara. Sabía la respuesta incluso antes que Rei abriera los labios para excusarse. Los ojos de la mayor se abrieron un poco más de golpe y tembló. Los gestos suaves siempre tocaban una fibra sensible en ella.
—No quiero regalos —empezó Fuyumi, su cara ladeada a un lado y sus ojos brillantes—. Solo quiero una cena familiar, todos juntos, con pastel y canciones. ¿Se puede, mamá?
Fuyumi empezó a sentirse culpable cuando vio a su madre encogerse en su lugar, sintió como la temperatura de la mayor descendió, Rei juntó sus manos en un gesto nervioso.
—¿Segura que no quieres algo más? —Se aventuró la mayor, esbozando una trémula sonrisa—. Hace unos días salió una nueva colección de esas serie de muñecas que sigues. Estoy segura que tu padre puede conseguirla.
—Ya no me gustan esas —mintió, todavía le fascinaban y las nuevas traían aún más accesorios, pero decidió que no iba a rendirse y si para ello tenía que sacrificar las cosas que le gustaban, entonces iba a intentarlo—. Quiero tener mi fiesta de cumpleaños con Shōto y papá también.
El cubierto a un lado resonó al dejarse caer en el plato, por el rabillo de sus ojos notó a Touya con una expresión oscurecida que le causó escalofríos.
—Así que —Fuyumi jaló de la ropa a su madre antes que ella viera a Touya, recuperando su atención—, ¿se puede? —inquirió haciendo la mejor expresión suplicante que se le ocurrió.
De haber sabido que había acorralado a su madre aquel día, probablemente no hubiera insistido tanto.
El calor de las cortinas ardiendo le llevaba hasta donde estaba sentada frente a su pastel de cumpleaños ondeando unas velas todavía encendidas.
Los cojines que usaban para sentarse esparcidos a los lados, una parte de la mesa chamuscada, los gritos de sus padres al fondo del pasillo, los pasos acelerados de Natsuo corriendo detrás de su hermano mayor. La imagen del fuego devorando todo al abrir la puerta mientras que su hermano más pequeño se escabullía en la espalda de su madre.
Touya había corrido hacia su padre en cuanto había entrado, con Natsuo tratando de detenerlo, susurrando algo que no era el momento adecuado, pero siendo incapaz de hacer que el mayor lo escuchara. Y de pronto, todo había explotado.
Fuyumi todavía podía sentir la mano pequeña de Shōto enredándose en sus dedos, el nene temblando de anticipación y emoción de ser tomado en cuenta, sus ojitos brillando de felicidad y la felicitación en la punta de la lengua; y, por un segundo, Fuyumi no había querido nada más que levantarse y abrazar a sus tres hermanos, convencerse que todos estaban juntos y que todo saldría bien.
Pero tan pronto como había sembrado esa sensación cálida, así se había descontrolado. La comida casera que había visto practicar a su madre a lo largo de la semana con especial empeño empezaba a enfriarse, apenas tocada por alguien y el pastel empezaba a desmoronarse como las enormes lágrimas amargas de la niña solitaria en la habitación.
Se sorbió la nariz, caminó hasta la cocina y sacó el extintor, desde que su hermano había empezado a aparecer con quemaduras, Rei le había enseñado a usarlo, le había dicho que de usar su poder de hielo probablemente haría que le quedaran cicatrices. Así que Fuyumi había aprendido diligentemente a usarlo.
Apagó las cortinas en llamas, olvidadas como ella en la sala, antes de que quemaran más cosas, pero no importaba, la habitación todavía se sentía caliente.
Como si todos estuvieran sumergidos en una enorme olla de presión, con su padre y sus hermanos dando fuego, y el resto de la familia hundida en la sopa que paulatinamente empezaba a hervir.
Las burbujas en el fondo ya habían empezado a explotar, lentamente estaban siendo cocinados.
Regresó a la mesa y sopló las velas. La fiesta había acabado.
[***]
¡Heyyyy! Para los que tienen una idea, el cumpleaños de Fuyumi en realidad es el 6 de diciembre, y he estado trabajando en esto desde noviembre, pero la idea simplemente no calaba en mi mente. Tenía ganas de experimentar con la familia infernal Todoroki, pero estos eran escritos Huwumi, así que sentía que cada idea sin balance... ¡se equilibrará en episodios posteriores de esta corta entrega! 💖
Así que bien, ya es la última semana de diciembre, y es el mes de Fuyumi y Keigo, ya que ambos cumplen años en está temporada. Además que está Navidad y Año Nuevo. ¡Y yo aquí con extraño bloqueo de no poderme sentar a escribir por la temporada familiar!
✨En fin, ahí va mi primera contribución, ¡nos leemos pronto! ✨
Recuerda comentar, dejarme una estrellita, compartir, si el escrito es de tu gusto, ¡además que adoro leer sus reacciones!
He escrito esto en el celular, porque no me encuentro en casa, así es muy probable que alguno que otro error (o muchos) se me hayan escapado. ¡Así que los editaré luego cuando tenga una computadora a mi alcance!
Edit Febrero 2023. Finalmente pude editar lo que me hacía falta, perdonen los deslices que se me escaparon, cuando lo escribí no pude revisar en la computadora todo con más atención y me cegó la ilusión de publicarlo, ¡muchas gracias al apoyo hasta ahora! ¡OMG! ¡Nunca imaginé que llegaría a las 100 lecturas en esta primera parte! ¡Muchas gracias! ¡La segunda parte viene muy pronto! 💖
¡Mil gracias por leerme! ✨
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