Día 2: Dioses griegos
Helios siempre ha admirado la belleza de la diosa Selene, que, a pesar de ser su hermana, no puede ocultar su gusto por la mujer.
Era tan diferente a todo que hasta él mismo duda de que pueda enamorarla. Porque si, ha caído en los encantos de aquella mujer.
Carácter fuerte pero femenina, grosera pero delicada, ruda pero con gracia.
No sabe cómo puede definirla, es preciosa que incluso le hace competencia a Afrodita. Puede que sus intensiones no sean las mejores, pero le ha encontrado gusto al carácter que ella posee.
De todas formas es el único que la entiende. Sabe cómo tratarla, que le gusta y que no, pasatiempos, deportes e incluso entretenimiento.
Ha visto como todos sus semejantes han tratado de conquistarla, pero, todos terminan cayendo en un abismo de rechazo, incluso su hermano Zeus.
Le sorprende pero no le da la importancia suficiente, Zeus corteja cualquier cosa, aunque, está feliz de que ella se haya negado a tremendas propuestas de terceros.
Siempre que la mira cae hipnotizado por semejante escultura hecha y derecha, una mujer como muy pocas, puede que su caracter se asemeje a Deméter, pero esta a fin de cuentas cedió ante el dios mayor.
Selene en cambio ha tratado de mantenerse atada a sus principios y seguir tan pura como la luna. A fin de cuentas, eso es lo que representa.
Una vez cansado de tantos hombres y mujeres acercarse a ella toma la decisión de cortejarla, es un camino lleno de negaciones y odio por parte de la mujer, pero no va a rendirse.
Flores, paseos, presentes y sorpresas, cada una es rechazada de manera olímpica, se siente un poco decepcionado pero continúa.
Poco a poco aquella mujer cae rendida ante él, es entonces donde su legado comienza. Porque si Zeus pudo, no ve porqué él no.
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—Gracias por la lectura, Midoriya —le dice Midnight un poco sonrojada por la historia leída, es bien sabido que el punto débil de la mujer es el romance.
Toma asiento mientras asiente con la cabeza, luego su mirada se postra en el hombre que tiene enfrente, se le hace muy gracioso pensar que en la historia, él y Kacchan son como Helios y Selene.
Izuku es cálido como el sol y Katsuki es tan brillante como la luna.
A decir verdad, también tienen más semejanzas, como que, Izuku es llamativo y de gran corazón dispuesto a ayudar a quien lo necesite.
Katsuki es distante y frío, pero de cierto modo tiene un toque de belleza sin igual, uno que es muy imposible de ignorar.
La campana suena, se ha distraído en la clase, rayos, debe pedir los apuntes prestados.
El almuerzo trascurre con normalidad, hasta el final de las clases donde acuden a los dormitorios del internado U.A, la preparatoria es muy cómoda con cercanía a las casas de los estudiantes.
Tiene muchas ventajas el establecimiento, como: restaurante propio, gimnasio, piscina, zona de deportes y sala de juegos de azar, además de las aulas escolares y las habitaciones.
Sus amigos quieren ir al restaurante pero él no está de humor, prefiere quedarse en su habitación estudiando lo que se perdió por andar en las nubes.
Amablemente le pide su cuaderno a su amigo Iida, este un poco irritado por la desconcentración de su parte se la da, con la condición de no volverlo a hacer, claramente, acepta.
Sus caminos se separan, caminan en diferentes direcciones, posiblemente acepte en otra ocasión, pero ahora debe estudiar un poco y llenar ese espacio en su cerebro.
Al llegar a su recámara se sorprende de ver ahí a Katsuki, acostado y con los brazos detrás de la cabeza con los ojos cerrados, pero luego la sorpresa es remplazada por una amable sonrisa.
—Creí que hoy no vendrías —deja su mochila a un lado de la cama y camina a su clóset para buscar una ropa cómoda y comenzar con lo pendiente.
—Lo haría si tan solo no fueras tan obvio, ¿porqué te la pasaste observando mi espalda? Tu maldita mirada parecía una cuchilla —escucha el ruido del colchón, cierra los ojos un poco nervioso buscando una respuesta correcta, porque sabe que si responde alguna idiotez a Katsuki no le gustará.
Así que, sin ninguna otra salida decide contarle la verdad, en esto pueden ocurrir dos cosas, que al rubio le guste o lo avergüence. Prefiere correr el riesgo.
—La lectura me recordó a nosotros —saca una playera por fin, luego una bermuda—. Prácticamente nos conocemos desde que nacimos, somos como hermanos y aún así, estamos enamorados, rompiendo reglas de la sociedad y otras que prefiero no pensar.
Se gira para ver la reacción del contrario, no es lo que espera, Katsuki está haciendo un puchero, sus mejillas están rosadas muy adorablemente.
Se siente tan afortunado de poder ser el único que puede apreciar esas facetas del rubio. Sonríe enternecido.
Deposita un beso en la frente contraria y de inmediato el aire abandona sus pulmones, su novio le ha golpeado el estómago.
—¡No actúes así, mierda! —frunce el ceño intentado actuar de la forma más ruda posible—. ¿Cuántas veces te he dicho que no hagas eso?
Se refiere al beso, pero Izuku solo vuelve a sonreír.
—Si, definitivamente eres Selene —ríe.
—¿Qué acabas de decir?
Puede sentir la muerte muy cerca, prácticamente le está tocando la playera y lo invita cordialmente a seguirla, aunque, la muerte la ve como una vieja amiga, no es la primera vez que Katsuki actúa así.
Sus horas de repaso se esfuman, solo habla con Katsuki y su fiel parecido a la diosa de la luna, le dice porqué el parecido y además de que, a Kacchan le queda muy bien el papel de dios de la luna.
—Eres frío y distante —dice—. Tranquilo, brillante y lejano, pero —pausa su palabrería, coloca al rubio de nuevo en el colchón, él encima para evitar una huida por parte de Kacchan, al parecer funciona, el contrario está lo suficientemente avergonzado como para moverse, así que continua—. Sigues siendo lo más hermoso que he visto.
Su pareja lo abraza y oculta todo su ser en su pecho, cree que es para hacerse bolita y poder desaparecer si lo hace.
—Puras mierdas, bastardo —la fuerza hace su aparición, sonríe el saber que el rubio está sonrojado y apenado por semejante cumplido, no lo culpa, su naturaleza es así.
—Yo parezco el sol, soy cálido y grande, una gran estrella —se acomoda de mejor forma, ahora es él quien está abajo.
Sus miradas se cruzan, Izuku ríe, Katsuki se molesta y se separa, en un acto de cobardía que prefiere llamar huida estratégica sale de la habitación del pecoso para irse a la suya.
Eso le deja pensando y llega a una conclusión.
—Si, tu y yo somos Helios y Selene.
Observa su reloj, las horas han pasado volando, debe repasar un poco, susurra una disculpa dirigida a Iida. Y pensar que hace nada le había dicho que no iba a distraerse.
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