YAYOROZU MOMO.

En la biblioteca de la U.A., en una tarde tranquila, Momo Yaoyorozu dejó caer su libro de golpe sobre la mesa. Sus ojos se abrieron con sorpresa, y su voz, normalmente serena, escapó en un tono más alto de lo habitual.

—¡¿Qué nunca has celebrado tu cumpleaños?! —exclamó sin poder contenerse.

El sonido resonó en la silenciosa sala, y varios estudiantes que se encontraban dispersos entre las estanterías levantaron la vista, sorprendidos por la inesperada explosión de emoción. Momo, dándose cuenta de su repentino arrebato, se sonrojó intensamente y bajó la cabeza.

—L-lo siento mucho... —murmuró en voz baja, inclinándose levemente en señal de disculpa hacia los demás estudiantes que la miraban. Algunos volvieron a sus tareas, mientras otros continuaron observándola con curiosidad antes de regresar a sus libros.

La biblioteca de la U.A. era un lugar imponente, con altos estantes de madera oscura que se alzaban hasta el techo, repletos de libros que abarcaban desde temas académicos hasta manuales heroicos. Grandes ventanales permitían que la luz natural se filtrara, creando un ambiente cálido y acogedor, ideal para el estudio y la reflexión.

Momo, todavía avergonzada, volvió su atención a Izuku, quien la observaba con una mezcla de sorpresa y confusión. Él estaba sentado frente a ella, su expresión algo incómoda.

—Ah... bueno, es que... no lo recuerdo —dijo Izuku, rascándose la nuca mientras evitaba el contacto visual. Su voz se llenó de una leve tristeza, como si el peso de esa realidad finalmente se hiciera evidente incluso para él.

Momo lo miró con incredulidad, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. "¿Cómo es posible que alguien tan increíble no haya tenido la oportunidad de celebrar su vida?", pensó, apretando las manos sobre la mesa. Ella sabía que Izuku había pasado por muchas dificultades, pero esta revelación le pareció especialmente dolorosa.

—Pero... ¿ni siquiera una vez? ¿Nadie ha celebrado tu cumpleaños?

Izuku negó con la cabeza, encogiéndose de hombros.

—Mi mamá lo intentó un par de veces, pero... las cosas siempre parecían complicarse. —Hizo una pausa, y su mirada se volvió un poco más distante, como si estuviera intentando recordar detalles borrosos de su infancia. —La verdad es que no tengo muchos recuerdos de celebraciones... o al menos, no como las que he visto hacer a los demás.

Momo sintió una punzada en el corazón.

—Midoriya-san... eso no está bien —murmuró, su voz temblando ligeramente. —Todo el mundo merece celebrar su cumpleaños... ¡y tú no eres la excepción!

Izuku la miró, sorprendido por la intensidad en su voz.

—Pero no es gran cosa, Yaoyorozu. Estoy bien, de verdad. No es algo que me haya molestado mucho.

—¡Pero debería! —insistió Momo, con una determinación renovada brillando en sus ojos. —Tu cumpleaños es un día para celebrar que existes, que estás aquí con nosotros. No es solo un día más, es tu día.

Izuku bajó la mirada, sintiendo el calor en sus mejillas.

—No estoy acostumbrado a pensar en esas cosas...

Momo lo observó en silencio por un momento, sintiendo una mezcla de tristeza y compasión por él. Decidió que, de alguna manera, cambiaría eso. Pero, por ahora, sabía que no debía presionarlo demasiado.

—Entonces... —dijo, tratando de suavizar el ambiente— tal vez podríamos empezar por celebrar el próximo. Podríamos hacer algo sencillo, si te parece bien.

Izuku la miró, sorprendido por la idea.

—¿De verdad harías eso? ¿Solo por mí?

Momo sonrió suavemente.

—Por supuesto, Midoriya-san. Eres nuestro amigo, y mereces tener un día especial.

[Él estaba tan feliz...]

Izuku, sorprendido, levantó las cejas y sonrió levemente.

—¿De verdad crees que se necesita una fiesta de cumpleaños? —preguntó Izuku, aun intentando asimilar la idea.

Momo, sin poder contener su emoción, comenzó a hablar rápidamente, casi como un perico:

—¡Sí, absolutamente! ¡Es una oportunidad perfecta para celebrarte! No puedo creer que nunca hayas tenido una fiesta de cumpleaños. ¡Eso es inaceptable! Vamos a hacer algo increíble, algo que te haga sentir realmente especial.

Con una mirada decidida, Momo continuó:

—Primero, necesitamos una decoración adecuada. ¡Globos, guirnaldas, y tal vez incluso algunas luces! Y para la comida, podríamos tener tus platos favoritos. ¡Un pastel, por supuesto! Tendremos que asegurarnos de que sea perfecto.

Momo se perdió en sus pensamientos por un momento, mordiéndose el labio mientras trataba de imaginar los detalles perfectos para la celebración.

—Quizás deberíamos invitar a todos los miembros de la clase 1-A para que te acompañen, y no puedo olvidar la música. ¿Qué tipo de música te gusta, Midoriya-San? ¡Podemos hacer una lista de reproducción especialmente para ti!

Al darse cuenta de cuánto se había entusiasmado hablando, Momo se sonrojó y miró a Izuku, quien la observaba con una gran sonrisa en el rostro. El brillo en sus ojos era palpable, y eso hizo que el corazón de Momo latiera más rápido.

—Lo siento, me emocioné un poco —dijo Momo, su rostro aún enrojecido—. Solo quiero que tengas una celebración que recuerdes con cariño.

Izuku, conmovido por la sinceridad de Momo, le respondió:

—No, no tienes que disculparte, Yaoyorozu-San. Me hace muy feliz escuchar todo esto. No sé cómo agradecerte.

Momo, aún sonrojada, sonrió tímidamente:

—No es necesario agradecerme, Midoriya-San. Solo quiero verte feliz y celebrar tu día como se debe.

Izuku asintió, claramente emocionado por el gesto de Momo. La idea de tener una fiesta de cumpleaños, algo que nunca había experimentado, lo llenó de una calidez inesperada.

—¡Hagamos esto! —momo se apresuro hacia delante—. ¡Que sea una promesa!

—¿Promesa? Una promesa de ¿Qué?

—De tu cumpleaños tonto —dijo con los ojos en blanco—. ¡Yo prometo hacer tu fiesta de cumpleaños la más increíble de todas y tu prométeme que la disfrutaras como ningún otro!

Izuku arqueo su ceja. Aunque Momo era bastante serena y seria, ahora mismo parecía otra chica y no por eso estaba mal. Izuku estaba feliz de ver esa faceta de Momo aunque se sentía extraño.

Al final el sonido asintiendo.

—Lo prometo.

—¡VIVA!

Salto Momo de felicidad a lo cual Izuku pensó en la palabra "Viva" no sabía que Momo podría hacer ese tipo de reacciones.

—Espera —reacciono Momo—. ¿Cuándo es tu cumpleaños?

La pregunta más básica de todas y la menos interesante para ambos hasta ahora. Izuku sonrió divertidamente abriendo su boca y contestando.

[Yo estaba feliz.]

Después de la animada conversación sobre la fiesta de cumpleaños, el resto del tiempo en la biblioteca pasó rápidamente. Izuku se concentró en su práctica de escritura con la mano izquierda, moviendo el bolígrafo con cuidado y esfuerzo. Cada trazo era una lucha contra la torpeza de su mano no dominante, pero estaba decidido a mejorar.

Momo, mientras tanto, lo observaba con atención y admiración, su mente ocupada en una ola de pensamientos sobre la sorpresa que estaba planeando.

El espacio de la biblioteca estaba lleno de un ambiente tranquilo y acogedor, con estanterías de libros que se extendían hasta el techo y mesas de estudio esparcidas por el lugar. La luz natural entraba a raudales por los grandes ventanales, creando un brillo cálido sobre los libros abiertos y las hojas de papel.

A pesar de su propia concentración en la planificación de la fiesta, Momo se sentía contenta de estar allí con Izuku, contribuyendo a su crecimiento y, al mismo tiempo, ideando algo especial.

Mientras Izuku luchaba por controlar su letra, Momo se encontraba sumida en la planificación de la fiesta. Cada vez que miraba a Izuku, no podía evitar pensar en cómo sorprenderlo.

Imaginaba el pastel perfecto, decoraciones coloridas y cómo cada detalle se alinearía para hacer que ese día fuera inolvidable. La visión de ver a Izuku feliz y sorprendido la llenaba de una emoción contagiosa.

El tiempo pasó rápidamente y, antes de que se dieran cuenta, llegó el momento de despedirse. Izuku se levantó de su silla con un suspiro de alivio y una sonrisa en su rostro, visiblemente agradecido por la ayuda de Momo.

—Gracias por todo, Yaoyorozu-San. No solo por ayudarme con la escritura, sino también por... ya sabes, por la fiesta —dijo Izuku, su voz llena de gratitud.

Momo, con una sonrisa radiante, respondió:

—¡No hay de qué, Midoriya-San! ¡Estoy segura de que será un día fantástico!

Ambos se dirigieron hacia la salida de la biblioteca. Momo sintió una oleada de felicidad mientras veía a Izuku alejarse por el pasillo. Se quedó allí un momento, observándolo hasta que su figura se desvaneció a lo lejos. Le envió un saludo alegre y una gran sonrisa, sintiendo una mezcla de emoción y satisfacción por el plan que había comenzado a gestar.

Izuku, con un saludo amistoso, se dirigió a la salida del campus. Momo se encaminó hacia el vestíbulo principal, donde el elegante auto con su mayordomo la esperaba. El mayordomo abrió la puerta del auto con una sonrisa cortés y, al subir al vehículo, Momo se acomodó en el asiento, aun pensando en los detalles de la fiesta.

Durante el trayecto hacia su hogar, el mayordomo, con su habitual cortesía, le preguntó:

—¿Cómo le fue el día, señorita Yaoyorozu?

Momo, no pudiendo contener su entusiasmo, comenzó a relatar con fervor:

—¡Oh, fue increíble! ¡Te cuento todo! Estuvimos en la biblioteca, y descubrí que Midoriya-San nunca ha celebrado un cumpleaños. Entonces, decidí organizarle una fiesta sorpresa. ¡Ya tengo tantas ideas! Primero, pensaba en un pastel temático, tal vez con un diseño que refleje su héroe favorito. Y luego, tenemos que pensar en juegos y actividades divertidas. Quizás una búsqueda del tesoro o algún tipo de competencia amistosa. ¡Quiero que sea un día que realmente lo sorprenda y lo haga sentir especial!

El mayordomo escuchaba atentamente, pero el diálogo se cortó cuando llegaron a la entrada de la mansión. Momo se despidió rápidamente del mayordomo y salió del auto con una sonrisa radiante en el rostro. Subió rápidamente las escaleras hacia su habitación, su mente aun corriendo a mil por hora con ideas y planes.

Al entrar en su habitación, Momo se dirigió directamente a su escritorio. Sacó papeles, bolígrafos y cuadernos de planificación con una energía vibrante. Se sentó frente a su escritorio, su mente zumbando con detalles sobre la fiesta. Comenzó a hacer una lista de invitados, considerando quiénes podrían ser parte de esta sorpresa y cómo hacer que todos se sientan bienvenidos.

"¡Tengo que asegurarme de que todo esté perfecto! No solo el pastel, sino también la decoración. Tal vez debería hacer un tema basado en héroes, algo que a Midoriya-San le encantaría. ¿Y los juegos? ¿Qué tipo de actividades le gustarán más? ¿Debería incluir alguna sorpresa especial?"

Desarrolló ideas sobre la decoración, visualizando cómo podría transformar el espacio en un entorno festivo y alegre.

Hizo esbozos de cómo debería ser el pastel, con decoraciones que reflejaran tanto la personalidad de Izuku como el tema general de la fiesta. Pensó en actividades que podrían entretener a los invitados y, al mismo tiempo, sorprender a Izuku. Cada pensamiento que cruzaba su mente la hacía sonreír más ampliamente.

"Aunque no lo pueda creer, ¡estoy tan emocionada por esto! No puedo esperar a ver la cara de Midoriya-San cuando vea todo. Tengo que asegurarme de que sea un día inolvidable para él."

A medida que avanzaba en la planificación, Momo se perdió en un mar de detalles. Se imaginaba a sí misma organizando cada aspecto con precisión, asegurándose de que todo estuviera perfecto para ese día especial.

La idea de hacer algo tan significativo para alguien a quien consideraba un amigo cercano la llenaba de una felicidad inmensa. Pasó el resto de la noche inmersa en su tarea, cada vez más emocionada por lo que estaba creando.

Durante los días que siguieron a la animada conversación en la biblioteca, la rutina en la U.A. continuó como de costumbre para la mayoría de los estudiantes. Izuku, con su perseverancia habitual, seguía asistiendo a las clases y practicando con su mano izquierda bajo la atenta mirada de Momo.

Ella estaba siempre a su lado, animándolo y dándole consejos mientras él luchaba por mejorar su habilidad de escritura. Su presencia constante y apoyo incondicional eran invaluables para él.

En sus tiempos libres, Izuku y Momo pasaban mucho tiempo hablando sobre la fiesta de cumpleaños que ella estaba organizando.

Momo se mostraba cada vez más entusiasmada mientras detallaba las ideas que había planeado para la celebración. Hablaban de los pequeños detalles, como el tipo de pastel que Izuku podría disfrutar, la decoración que haría que el lugar se viera festivo y las actividades que podían hacer que el evento fuera especial.

Cada conversación sobre el cumpleaños parecía avivar la emoción en Momo, quien no podía esperar para ver la sorpresa en el rostro de Izuku. Hacía listas y esquemas, y a menudo compartía sus pensamientos con él, solicitando su opinión sobre algunas ideas mientras mantenía en secreto la mayoría de los detalles para sorprenderlo.

Izuku, por su parte, estaba agradecido por la atención y la amistad de Momo, disfrutando de las conversaciones y de la emoción que ella irradiaba.

El entusiasmo de Momo por el cumpleaños de Izuku no hacía más que crecer. Ella estaba completamente inmersa en el proyecto, dedicando tiempo a planificar cada detalle de la fiesta.

Los días pasaban sin contratiempos hasta que llegó un sábado por la noche.

Momo estaba en su habitación, sumergida en el mundo de las ideas para la fiesta. Mientras examinaba diferentes decoraciones y posibles menús, no pudo evitar lanzar una broma a sí misma.

— ¡Vaya, me estoy volviendo una experta en organizar fiestas! —murmuró con una risa nerviosa, imaginándose a Izuku rodeado de adornos festivos.

De repente, su madre la llamó desde el pasillo. Momo se levantó rápidamente, su mente aún centrada en los preparativos del cumpleaños.

— ¡Momo! —la voz de su madre llegó desde el final del pasillo.

Sin pensarlo, Momo salió corriendo de su habitación y se dirigió por el largo pasillo de la mansión. Al llegar a la gran sala, encontró a sus padres de pie frente a la enorme televisión, que estaba sintonizada en un canal de noticias.

La pantalla mostraba imágenes de una intensa batalla en Osaka, y el rostro de Izuku se veía claramente en una de las imágenes.

— ¿Ese no es tu amigo? —preguntó su madre, señalando la pantalla con una expresión de sorpresa.

Momo se detuvo en seco, su corazón se aceleró mientras miraba fijamente la televisión. La batalla en Osaka, que ella había escuchado en fragmentos pero nunca había visto en su totalidad, se desplegaba ante sus ojos.

—¿Qué...?

La preocupación comenzó a apoderarse de ella mientras trataba de comprender el alcance de lo que estaba viendo.

"¿Osaka...?" pensó Momo al ver algunas edificaciones y ver aquella tormenta ceñirse sobre las cámaras.

Sintiendo un nudo en el estómago recordó algo que Izuku habia dicho.

"No hay mucho que me gustaría recordar de esa pelea. Lo único que se es que estaba ahí. Que a pesar de todo... Aún estaba ahí"

La imagen de Izuku, luchando con intensidad y rodeado de caos, la hizo sentir una mezcla de preocupación y confusión. Aunque ella sabia debido a que Izuku le conto de Osaka por encima, jamás vio algo así.

Se volvió hacia sus padres, que estaban igualmente atónitos ante la noticia. La pantalla seguía mostrando imágenes del enfrentamiento, y Momo se dio cuenta de que su entusiasmo por la fiesta de cumpleaños se había visto eclipsado por la gravedad de la situación.

—¿Qué significa esto? —preguntó Momo con voz temblorosa, sin poder apartar la vista de la pantalla.

"Siempre me sorprende lo rápido que recuperas la concentración después de un combate."

"Bueno, creo que es importante mantener el enfoque... además, hay tantas cosas en las que quiero mejorar. De hecho hay algo que estoy comenzando a aprender."

"Midoriya-San... hay algo de lo que he estado queriendo hablar contigo, algo que mencionaste muy brevemente sobre Osaka."

"¿A qué te refieres?"

—En realidad, no se mucho sobre lo que te paso. Solo volviste y tus brazos..."

"Fue... complicado. La situación se salió de control muy rápido. La señorita Miruko era muy fuerte, yo estaba enojado, ocurrieron un montón de cosas."

"Ya veo..."

"Quizás lo que mas recuerdo es esa sensación de impotencia. Estaba derrotado, ese hombre era bastante feroz y cada vez que intentaba avanzar las cosas empeoraban más. A veces pienso que podría haber hecho mas pero en otros momentos creo que hice lo que pude. Yo..."

——————————"...aún estaba ahí."——————————

Los ojos de Momo estaban muy abiertos, su mente intentando procesar las imágenes que desfilaban ante ella en la pantalla. Los videos de las cámaras de seguridad se mezclaban con las voces temblorosas de las personas que hablaban mientras las grabaciones cambiaban de una escena a otra. Primero, mostraron una plaza destruida, luego una gran torre en ruinas, y finalmente, un parque que había sido destrozado por la batalla.

El tiempo pasaba y las grabaciones continuaban, llevando a Momo de un escenario devastado a otro. Cada cambio de escena parecía más caótico que el anterior. Finalmente, las grabaciones de seguridad dieron paso a otro tipo de videos. Personas comunes, sentadas en sillas de madera frente a la cámara, relataban lo que habían visto.

Había miedo en sus voces mientras describían cómo el chico de cabello verde se había enfrentado a la monstruosidad que amenazaba con destruir todo a su paso. Una mujer de orejas de conejo, que Momo reconoció como Rumi, luchaba ferozmente junto a él, ambos enfrentando aquella cosa que parecía indetenible.

Lo que más impactaba a los testigos era la presencia del chico. Antes de que el colapso se sintiera, antes de que el eco del desastre llegara a ellos, todos coincidían en un detalle: la figura del joven de cabello verde, su espalda erguida frente a ellos, como un muro inquebrantable que los protegía del caos que se desataba.

Momo continuaba viendo la pantalla, sus ojos fijos en las imágenes mientras su corazón latía con fuerza. Las entrevistas continuaban, y cada relato parecía agregar más peso a la figura de Izuku en su mente. Lo veía a través de las palabras de personas que habían presenciado su valentía, pero no era suficiente. Necesitaba más, una conexión más personal.

Finalmente, la imagen en la pantalla cambió una vez más. Apareció una mujer de apariencia amable, con el rostro marcado por la preocupación. Sentada junto a ella había una joven, de aproximadamente la misma edad que Momo, con una expresión de miedo y asombro.

―Estábamos en la tienda de la plaza Shinsekai ―comenzó a relatar la mujer, mientras su hija se aferraba a su brazo―. Era un día normal, estábamos comprando algunas cosas cuando, de repente, todo cambió.

La voz de la mujer temblaba ligeramente mientras continuaba hablando, sus ojos llenos de recuerdos que claramente la perturbaban.

―Primero escuchamos un estruendo, como si algo enorme hubiera golpeado el suelo. No entendíamos lo que estaba pasando. Y entonces, en medio de todo el caos, irrumpieron dos figuras en la tienda. Una de ellas... era un monstruo. Gigantesco y aterrador. Pero la otra... ―hizo una pausa, buscando las palabras―. Era un chico, un muchacho joven con cabello verde.

Momo sintió que su respiración se detenía por un momento al escuchar esas palabras. La mujer continuó su relato, detallando cómo Izuku había aparecido de repente, sin dudarlo ni un segundo, interponiéndose entre el monstruo y las personas atrapadas en la tienda.

―El monstruo era enorme, pero ese chico... ―la mujer cerró los ojos por un momento, recordando la escena―, él no se echó atrás. Se lanzó contra esa cosa con una determinación que nunca había visto antes. Intentaba alejar al monstruo de nosotros, protegernos. Cada vez que esa cosa intentaba acercarse a alguien, él estaba ahí, bloqueándolo, empujándolo lejos.

La joven a su lado finalmente habló, su voz apenas un susurro.

―Él nos miró, nos dijo que todo estaría bien... ―recordó la joven con un hilo de voz―. No había miedo en sus ojos. Sólo valor. Sabía que estaba arriesgando su vida, pero aun así lo hizo.

La madre asintió con la cabeza, sus ojos llenos de gratitud.

―No sé cómo lo hizo, pero nos salvó. Sin él, no estaríamos aquí para contar esto.

Momo sintió que las lágrimas se acumulaban en sus ojos mientras escuchaba. La imagen de Izuku, enfrentándose a un monstruo para proteger a aquellos que ni siquiera conocía, se grababa en su mente con una fuerza abrumadora. Las palabras de la mujer y su hija resonaban en su interior, alimentando una mezcla de orgullo y angustia.

Ambas, se inclinaron hacia delante.



INTRODUCIR: ASHES OF DREAMS - KEICHI OKABE

[¡GRACIAS MIDORIYA IZUKU!]

Esa noche, el país entero fue sacudido por la noticia. Las imágenes y testimonios de la batalla en Osaka se esparcieron como un incendio por todos los medios de comunicación, desencadenando una ola de sorpresa y preocupación.

La figura de Izuku Midoriya, hasta entonces conocida como Laughing Boy para la mayoría, se convirtió en el foco de atención. Los noticieros, foros en línea y redes sociales se inundaron con discusiones sobre lo que había ocurrido en Osaka y sobre el joven que había arriesgado su vida para salvar a tantos.

En la enorme mansión Yaoyorozu, Momo no pudo dormir.

Las palabras de la madre y su hija resonaban en su cabeza, cada relato era una pieza más del rompecabezas que trataba de armar en su mente. Se sentó frente a su computadora, su mente agitada y llena de preocupación.

"¿Qué estabas haciendo, Midoriya-San? Esto era lo que nunca quisiste contarnos...", se preguntó mientras tecleaba frenéticamente, buscando cualquier información adicional sobre lo que había sucedido.

Cada nuevo foro, cada nuevo video, añadía una capa más de preocupación y desconcierto. Vio imágenes de la destrucción, escuchó relatos de personas que lo habían visto, y en cada uno de ellos, Izuku aparecía como una figura central, siempre al frente, siempre luchando para proteger a otros.

Las horas pasaron, y Momo apenas se dio cuenta de que la noche se había desvanecido, dando paso al amanecer. El cansancio pesaba sobre ella, pero no podía apartarse de la pantalla. Había algo en el aire, una sensación de inquietud que no la dejaba tranquila.

De repente, mientras revisaba los últimos informes y comentarios en línea, apareció una nueva alerta. Una lucha había estallado en Tokio. El corazón de Momo se detuvo por un instante al leer la noticia, y sus manos comenzaron a temblar sobre el teclado.

"¿Tokio...? ¿Qué está pasando?", pensó con creciente pánico. Continuó leyendo, y entonces, ahí estaba su nombre, en medio de todo el caos: Izuku Midoriya.

Sin poder contener el miedo que comenzaba a apoderarse de ella, Momo se lanzó hacia la televisión en su habitación, buscando sintonizar algún canal de noticias que le diera más información.

Ese domingo Momo no pudo encontrar nada.

Llegado el lunes, Momo estaba con una sensación de agotamiento que no podía sacudirse. Todo el domingo lo había pasado frente a su computadora, buscando desesperadamente cualquier noticia sobre la batalla en Tokio. Sin embargo, cada búsqueda, cada clic, la llevó a un callejón sin salida.

No había ninguna actualización, ninguna pista sobre lo que había ocurrido después de esa nota. La preocupación y la incertidumbre la habían mantenido despierta toda la noche, y ahora, mientras caminaba hacia la academia, sus pasos eran pesados y su mente estaba nublada por la falta de sueño.

Al llegar a la U.A., Momo se dio cuenta de que algo inusual estaba ocurriendo. El ambiente en los pasillos estaba cargado de energía, y a medida que avanzaba, escuchaba fragmentos de conversaciones a su alrededor.

—¿Viste esos videos de Osaka? —preguntaba un estudiante con tono asombrado.

—No puedo creer que haya sido él... Midoriya, ¿verdad? —respondía otro, mientras un pequeño grupo se reunía a su alrededor.

Momo sintió una sensación de déjà vu.

Hace un año, cuando aún estaba en su academia de chicas, había escuchado a sus compañeras hablar emocionadas de un chico apodado "Laughing Boy". pero ahora, las voces a su alrededor resonaban con un tono similar. Sin embargo, había una diferencia clave: los estudiantes de la U.A. hablaban de Izuku con admiración y respeto.

—¿Escucharon lo que hizo en Osaka? Salvó a un montón de personas, y luchó contra esa bestia casi él solo. —Una estudiante de primer año comentaba con entusiasmo.

—Dicen que no se rindió ni por un segundo, incluso cuando las cosas se veían mal. ¡Es increíble! —añadió otro.

Momo sintió una mezcla de alivio y confusión.

La misma persona de la que había escuchado rumores vagos y despectivos hace un año ahora era elogiada por sus compañeros de la U.A. Era extraño, casi surrealista, escuchar cómo Izuku se había convertido en un héroe a los ojos de sus compañeros, especialmente después de todo lo que él mismo le había contado sobre su tiempo antes de la U.A.

Momo se sintió renovada al ver a casi todos los alumnos en los pasillos hablando sobre Izuku. Sus comentarios variaban desde la sorpresa hasta la admiración, y esa energía positiva la impulsó a correr hacia su salón de clases.

Al llegar, se encontró con varios de sus compañeros de pie, discutiendo acaloradamente con Aizawa, quien se mantenía imperturbable como siempre.

—¡Aizawa-Sensei, tiene que decirnos algo! —exigió Kirishima, sus manos en puños, claramente frustrado por la falta de información.

—Hemos visto los videos, ¡sabemos que es él! —agregó Mina, con un tono que mezclaba preocupación y ansiedad—. ¿¡Por qué no está aquí?! ¡El ya debería de haber llegado!

—No podemos simplemente ignorar lo que está pasando, Aizawa-Sensei —dijo Iida, ajustando sus lentes con seriedad—. Midoriya-Kun es nuestro compañero, tenemos derecho a saber si está bien.

Aizawa permanecía en silencio, su expresión no revelaba nada, lo cual solo aumentaba la inquietud en el aula.

—¡Por favor, díganos algo! —imploró Uraraka, su voz quebrándose levemente mientras miraba a Aizawa con ojos llenos de preocupación.

Momo, al ver a todos tan alterados, sintió una mezcla de emociones. La adrenalina que la había impulsado a correr hasta el aula ahora se mezclaba con la incertidumbre y la preocupación que impregnaba el ambiente.

—No podemos solo quedarnos aquí sin saber nada... —murmuró Tokoyami, su voz grave reflejando la tensión que todos sentían.

Momo, con su corazón acelerado, intentó analizar la situación, pero las palabras de sus compañeros resonaban en su mente. La imagen de Izuku en los videos, su lucha en Tokio, y ahora la incertidumbre sobre su paradero, la abrumaban. Pero antes de que pudiera formular sus pensamientos, Sero rompió el silencio:

—¿Está en peligro? ¡Díganos algo, Sensei!

Aizawa suspiró, finalmente apartando la mirada del suelo para ver a sus estudiantes, sus ojos reflejaban una dureza que no solían mostrar.

—Todos regresen a sus asientos —ordenó con voz firme.

Pero la tensión en el aire no desaparecía, y Momo, como el resto de sus compañeros, sabía que, aunque Aizawa no respondiera sus preguntas, algo muy grave estaba ocurriendo.

Antes de que todos pudieran moverse hacia sus asientos, Momo dio un paso adelante, su voz temblando ligeramente mientras trataba de controlar su nerviosismo.

—¡Espera! —dijo, atrayendo la atención de todos—. Yo... yo vi algo anoche. Una nota en un foro... mencionaba una lucha en Tokio. Decían que Izuku estaba allí.

El silencio que siguió a sus palabras fue breve, roto rápidamente por el murmullo de sus compañeros.

—¿Tokio? —repitió Kaminari, sus ojos abriéndose con sorpresa—. ¿Estás segura, Yaoyorozu?

—¿Qué clase de lucha? —preguntó Jirou, su expresión se tornó seria mientras giraba para enfrentarse a Momo.

—No había muchos detalles —respondió Momo, sintiendo que todos los ojos en el aula estaban puestos en ella—. Solo mencionaban que había ocurrido algo grande y que Midoriya-San estaba involucrado. Pero no pude encontrar más información...

— ¡Eso tiene sentido! —exclamó Mineta.

— ¿Podría ser otra cosa? —dudó Asui, sus ojos grandes parpadearon con preocupación—. No hemos sabido nada de él desde entonces, ¿verdad? ¿Ochako-Chan tu y él viven cerca...?

—No lo vi esta mañana —dijo Uraraka, su voz temblorosa—. Tampoco pude encontrarlo el domingo en la tarde...

—Eso explicaría por qué no vino hoy —añadió Iida, asintiendo con gravedad—. Pero si está en Tokio, ¿por qué nadie nos ha informado?

El bullicio en el salón creció, todos compartiendo sus teorías, sus voces llenas de ansiedad y confusión. La sensación de incertidumbre que flotaba en el aula se hacía cada vez más densa, y todos parecían hablar al mismo tiempo, tratando de encontrar respuestas entre ellos.

Fue entonces cuando Kirishima, que había permanecido en silencio, frunció el ceño y miró alrededor del aula.

— Oigan... —su voz cortó el murmullo de los demás—. ¿Alguien ha visto a Bakugou?

El aula se quedó en silencio de nuevo mientras todos miraban hacia el asiento vacío de Bakugou, la ausencia del explosivo héroe en entrenamiento solo aumentaba la inquietud que ya colgaba en el aire.

[Pasaron al menos unas horas hasta que se nos fue informado todo. El medio de las clases el director Nezu vino personalmente. Nos explico todo. O al menos lo suficiente para que las dudas que teníamos fueran disipadas aunque, surgieron más y más.]

La mayoría estaban devastados después de que Nezu salió del salón de clases. Tenían sus miradas sobre sus mesas.

[Hablo sobre como la comisión fue tras Midoriya-San. Miruko, Bakugou-Kun, Mount Lady y Kamui fueron al rescate. Dijo que no diría todos los detalles. Que al paso de los días nos iríamos enterando de todo. Es fue... injusto.]

Y así fue. Poco a poco la noticia de Tokio finalmente fue refinada, aunque saltándose muchas cosas, Momo y compañía finalmente armaron el rompecabezas. El viernes Izuku fue atacado, lucho y perdió. Fue secuestrado y llevado hasta Tokio. Miruko como Bakugou Katsuki junto a Mount Lady y Kamui fueron en rescate y comenzó una disputa con todos los miembros de la comisión dando como muertos a dos personas y desaparecidas a otras dos.

Ryuji Kinoshita junto con Ozda Majiro habían muerto.

Lady Nagant y Fobos habían desaparecido.

Durante las cuatro semanas que siguieron a los eventos en Tokio, Momo vivió días llenos de ansiedad y preocupación constante. Cada mañana, al despertar, su primer pensamiento era sobre Izuku, y el ritmo de su vida se veía marcado por la incertidumbre que le envolvía.

El tiempo parecía haberse detenido para ella, con el cada vez más presente deseo de recibir alguna noticia, cualquier indicio de que Izuku estaba bien.

Cada día, Momo se encontraba frente a la ventana de su habitación, observando el calendario con una mezcla de esperanza y desolación.

La fecha del incidente se había convertido en un recordatorio constante de su preocupación. Su mente estaba llena de preguntas sin respuesta: ¿Dónde estaba Izuku? ¿Qué había pasado después de la pelea en Tokio? ¿Cómo estaba él?

A lo largo de las semanas, sus conversaciones con compañeros y profesores sobre Izuku fueron cada vez menos frecuentes.

Las noticias sobre él eran vagas y fragmentarias. Momo intentaba mantenerse informada, pero las actualizaciones eran escasas y, a menudo, desalentadoras. La falta de información alimentaba su ansiedad, y la incertidumbre se apoderaba de ella cada vez más.

Cada día, Momo asistía a clases con una determinación de hierro para no dejar que su preocupación afectara su rendimiento. Sin embargo, las noches eran una batalla constante contra el insomnio. A menudo se despertaba en medio de la noche, el corazón acelerado y la mente llena de inquietudes.

El ritmo de los días pasaba lentamente.

A pesar de sus esfuerzos por mantenerse ocupada, el vacío dejado por la ausencia de Izuku era palpable. Sus interacciones con sus compañeros de clase y los entrenamientos en la U.A. eran interrumpidos por momentos en los que su mente se desviaba hacia pensamientos sobre él.

Cada conversación sobre el incidente, cada rumor que llegaba, parecía aumentar su preocupación en lugar de aliviarla.

La esperanza de ver a Izuku regresar comenzaba a decaer.

Momo trataba de mantenerse positiva, recordando las palabras de aliento que había compartido con él antes del incidente. Sin embargo, a medida que los días se convertían en semanas, esa esperanza se desvanecía lentamente.

Finalmente, el 5 de julio llegó con un peso abrumador.

Momo miró el calendario con ojos apagados, su corazón sintiendo una presión constante. Era el segundo fin de semana desde que Izuku había desaparecido de Musutafu, y el paso del tiempo se había vuelto aún más doloroso.

El vacío que sentía en su pecho se hacía cada vez más grande, y su esperanza de un regreso inminente se desmoronaba ante la dura realidad de la ausencia prolongada.

Ese día, Momo se sentó en su habitación, rodeada de los mismos elementos que solían ofrecerle consuelo: libros, notas, y recuerdos de tiempos mejores. Sin embargo, ninguno de estos podía llenar el vacío dejado por la ausencia de Izuku. Sus pensamientos estaban nublados por la preocupación y la tristeza.

El silencio en su habitación era abrumador, y el peso de la incertidumbre se sentía como una losa sobre sus hombros. Las horas pasaban lentas, y cada minuto parecía alargarse en una espera interminable. En ese 5 de julio, la angustia de Momo se volvió tangible, y el futuro parecía más incierto que nunca.

Y finalmente el diá se acabó.

En la tercera semana después del incidente en Tokio, un lunes por la mañana, Bakugou Katsuki regresó a clases.

Desde su asiento, Momo observaba con atención cómo sus compañeros de la Clase A se agolpaban a su alrededor, ansiosos por obtener respuestas sobre lo que había ocurrido.

Las preguntas fluían, cada una cargada de preocupación y confusión, pero Bakugou se mantenía en silencio, con una expresión dura y cerrada.

Momo, desde lejos, apretó los puños sobre su escritorio. "¿Por qué no dice nada?" pensaba con creciente irritación.

La frustración se acumulaba en su pecho con cada segundo de silencio por parte de Bakugou. "Él estuvo ahí, él sabe lo que pasó. ¿Por qué no puede simplemente decirnos algo, cualquier cosa?" Su mirada se endureció al ver cómo él se alejaba de los demás, sin dignarse a darles una sola respuesta.

Mientras sus compañeros murmuraban entre sí, aún más confundidos por el silencio de Bakugou, Momo sentía una mezcla de enojo y desamparo. "¿Qué le cuesta decirnos? ¿Acaso no entiende que estamos preocupados por Midoriya-San?" La irritación la consumía, y en ese momento, una pequeña parte de ella deseaba poder enfrentarlo, exigirle respuestas.

Pero Momo se contuvo, sabiendo que confrontar a Bakugou no sería fácil ni probablemente efectivo. En su interior, la incertidumbre y la preocupación por Izuku solo crecían, mientras su paciencia con Bakugou se desvanecía, dejando tras de sí pensamientos cargados de resentimiento.

Dos semanas después del regreso de Bakugou a la escuela, el ambiente en la clase A seguía siendo tenso y cargado de incertidumbre.

Momo, aunque intentaba concentrarse en sus estudios, no podía evitar que su mente divagara constantemente hacia la figura de Izuku Midoriya, preguntándose si volvería y cuándo.

Era un lunes, y la rutina diaria se desarrollaba con normalidad hasta que, de repente, Tenko Shimura irrumpió en la clase con una sonrisa traviesa en el rostro. Se plantó en el centro del aula, atrayendo las miradas de todos, y con un tono teatral, anunció:

—¡Chicos, escuchen bien! ¡Izuku volvió! ¡Y saben qué! ¡Ayer durmió en mi casa!

Las palabras de Tenko cayeron como una bomba en la clase. Momo sintió un latido acelerado en su pecho, una mezcla de alivio y emoción que casi no podía contener. "¡Finalmente ha vuelto!" pensó, mientras una cálida sensación de alegría la invadía. Sin embargo, externamente, se mantuvo en su lugar, tratando de controlar la gran sonrisa que amenazaba con aparecer en su rostro.

El resto de sus compañeros no pudo contenerse.

Con una mezcla de incredulidad y entusiasmo, todos se levantaron de sus asientos y corrieron hacia Tenko, rodeándolo como si fuera el portador de la mejor noticia del mundo. Él, adoptando una postura de líder, comenzó a relatar con gestos exagerados y una actitud cómica cómo Izuku había llegado a su casa la noche anterior, completamente exhausto, y se había desplomado en su sofá.

— ¡Lo juro! — exclamó Tenko con una carcajada—. Se durmió tan rápido que ni siquiera se dio cuenta de que estaba roncando como un oso. ¡Nunca había visto a alguien caer tan rendido!

Tenko, aun disfrutando de la atención de la clase, hizo un gesto dramático con las manos antes de anunciar con un tono triunfal:

— ¡Y por lo que me dijo esta mañana, Izuku va a venir a la escuela en cualquier momento!

El ambiente en la clase cambió en un instante. El corazón de Momo dio un vuelco, latiendo con una fuerza que casi la desestabilizó. "¿Va a venir... hoy?" pensó, sintiendo una mezcla de emoción y ansiedad.

Trató de mantener la calma, de no parecer demasiado ansiosa, pero la idea de ver a Izuku después de tanto tiempo era abrumadora. "Tengo que encontrarlo... Necesito asegurarme de que está bien", se dijo a sí misma, intentando controlar su impulso. Sin embargo, la necesidad de verlo era demasiado fuerte.

Disimuladamente, Momo se levantó de su asiento, asegurándose de que nadie estuviera prestando atención, y salió del salón de clases con pasos ligeros. Su corazón seguía latiendo con fuerza mientras recorría los pasillos de la U.A., buscando algún indicio de su presencia. La idea de verlo la llenaba de una mezcla de alegría y preocupación, pero también de determinación. "Debo hablar con él, debo saber cómo está realmente."

Sin que Momo lo notara, dos de sus compañeros también salieron del salón.

Sin embargo, Momo estaba tan concentrada en encontrar a Izuku que no se percató de nada. Recorrió varios pasillos, su mente llena de pensamientos y emociones que la mantenían en un estado de alerta. "¿Dónde podría estar?"

Finalmente, después de un rato de búsqueda, escuchó una voz familiar que resonó en el pasillo a su izquierda. El sonido hizo que se detuviera en seco, reconociendo inmediatamente el tono inconfundible de Izuku.

Su corazón dio un salto, y casi sin pensar, se preparó para correr hacia él. Pero justo antes de girar la esquina, se detuvo abruptamente. Izuku no estaba solo.

"¿Quién...?" Momo se quedó en silencio, escuchando con atención. Había otra voz, una que no reconocía del todo, y de repente sintió una oleada de incertidumbre. Su impulso inicial de correr hacia él se vio frenado por la duda. "¿Qué debo hacer...?"

La duda y la emoción se entrelazaban en su mente, mientras se debatía entre seguir adelante o esperar.

Era Bakugou.

Momo se quedó paralizada detrás de la esquina del pasillo, su corazón latiendo desbocado mientras escuchaba las voces de Izuku y Bakugou llenando el aire.

La intensidad de la conversación la atrapó de inmediato, incapaz de moverse o alejarse. Había algo en las palabras de ambos que la mantenía inmóvil, sintiendo que estaba presenciando un momento demasiado personal, algo que no debería escuchar, pero no podía evitarlo.

Izuku hablaba con un peso en su voz que Momo nunca había oído antes.

Había dolor y arrepentimiento en sus palabras, una carga invisible que parecía aplastarlo. Momo se preguntaba qué era lo que lo había llevado a este punto, qué estaba tratando de expiar.

Su mente intentaba comprender el significado detrás de lo que Izuku decía, mientras su corazón se apretaba al darse cuenta de cuánto sufrimiento había en él, sufrimiento que ella no había percibido antes.

Por otro lado, Bakugou estaba lleno de ira, un enojo que Momo no entendía del todo.

Sus palabras eran crueles, cortantes, y parecían destinadas a herir a Izuku en lo más profundo.

Momo sentía una mezcla de enojo hacia Bakugou por su dureza y una inmensa compasión hacia Izuku, quien, a pesar de todo, seguía tratando de hacer lo correcto.

Izuku estaba desesperado por reconciliarse, por mitigar el dolor de Bakugou, pero parecía que nada de lo que decía lograba atravesar el muro de resentimiento que Bakugou había levantado.

Momo escuchaba, atrapada en la tormenta de emociones que se desataba entre los dos chicos. Las palabras de Izuku, cargadas de sinceridad y tristeza, la hacían querer correr hacia él, decirle que no estaba solo, que todos estaban allí para apoyarlo. Pero Bakugou, con su rechazo y dureza, hacía que Momo sintiera una tristeza profunda, una tristeza que se mezclaba con la desesperación de Izuku por ser comprendido.

Quería intervenir, pero sabía que no podía. Este era un momento entre ellos, algo que debían resolver por sí mismos. Sin embargo, eso no evitaba que su corazón se rompiera un poco más con cada palabra.

Momo sintió las lágrimas amenazando con brotar, mientras la desesperación en la voz de Izuku resonaba profundamente en su propio corazón. Quería hacer algo, pero estaba atrapada en su lugar, impotente. "Midoriya-San... Bakugou-Kun por favor, no se destruyan el uno al otro..." pensó, mientras apretaba los puños con fuerza, su preocupación y angustia creciendo con cada segundo que pasaba.

Paso de todo hasta que Momo escucho con voz suplicante a Bakugou quien le pedía a Izuku que se lajeara de él.

Algo se quebró en Momo al escuchar a Izuku gritar el nombre de su amigo. Ella se asomo por la esquina del pasillo vacío y vio a Izuku de pie golpeando sus piernas.

[A pesar de todo ni si quiera tuve el valor de plantarte cara en ese momento de necesidad. Debí de haberte apoyado pero no lo hice...]

Momo salió de aquel sitio alejándose.

[Yo tuve miedo...]

El tiempo paso casi volando. Izuku habia vuelto a la U.A, recibido por abrazos de sus compañeros, recibido por el amor de todos ellos pero, en el fondo... el aún estaba mal.

[Me sentí culpable conmigo mismo durante mucho tiempo. No solo por no apoyarte en esa vez, si no por todas esas veces en que no te apoye. Desde secundaria cuando escuché acerca de Laughing Boy comencé a preguntarme que tipo de persona era, que fue lo que lo hizo actuar de esa manera.]

Momo trato de acercarse a Izuku pero este cuando observo a la chica solo le sonrió como siempre lo hacía. Pero ella, ella noto algo que el chico habia pasado por alto. Ya casi era agosto he Izuku jamás dijo algo, ni si quiera en los días posteriores a su llegada.

[Siempre me pregunte sobre Laughing Boy pero creo que la verdadera pregunta jamás la hice en verdad. ¿Quién era Laughing Boy? Jamás me pregunte por el tipo de vida que Midoriya Izuku habia tenido que vivir. Fui egoísta, me forje a base de tu sufrimiento y ni si quiera pude tenderte una mano en algunos de tus momentos más difíciles, y aun así tu... ahora mismo me estás tendiendo la mano con una sonrisa a pesar de lo mal que te trate.]

Momo estaba molesta, Izuku habia olvidado su promesa pero, ella habia olvidado algo mucho más importante.

[Tu dolor... ]

Su corazón se agrando, su respiración se llenó de pesadez.



[Izuku, perdóname...]

Habían pasado casi los dos minutos. Momo estaba de pie frente a Izuku quien estaba en shock por la pregunta que acaba de recibir. El finalmente lo habia recordado.

Izuku se sintió tonto, un idiota pero, al ver a Momo, se sintió fuerte.

[Momo, perdóname.]


INTRODUCIR: BELIEVE IN YOU - NONOC

Él sonrió.

—No... —respondió. Momo alzo su rostro y vio a Izuku—. Pero una linda chica me prometió celebrar mi cumpleaños conmigo.

Casi como el destino...

Casi como una plegaria...

Casi como una bendición...

Con sus manos tomadas con una suavidad casi reverente, el momento se convertía en un retrato peculiar de un chico y una chica.

En medio de un entorno caótico, donde muros salvajes se alzaban y plataformas temblaban al ritmo del viento, su conexión parecía ser el único refugio.

A pesar del entorno turbulento, lo que realmente importaba eran sus miradas, fijas la una en la otra, como si el mundo exterior no tuviera más relevancia que el instante compartido entre ellos.

—Celebremos mi cumpleaños, ¡Yaoyorozu-San!

Con un sonido decisivo, ese mundo finalmente llego a su fin. La jaula solitaria de la chica, ese mundo solitario conocido como su propia culpa fue devorado por la sonrisa brillante de un chico quien pese a todo el dolor del mundo en su interior, su corazón aun sigue brillando, junto con el de ella.



——————————[¡Si, Midoriya-San!]—————————



Pero justo después de que aquel sonido resonó, los dos minutos se habían completado. Los muros que formaban la ilusión de aquel mundo único comenzaron a derrumbarse. A un costado de ambos, el muro que se había sacudido hacia la derecha cerró los carriles delante de ellos, revelando dos siluetas que Izuku reconoció al instante.

Tanto él como Momo giraron sus miradas hacia las dos figuras que aparecían frente a ellos.

Bakugou Katsuki estaba allí, su expresión endurecida como siempre.

Momo frunció el ceño al ver al rubio, claramente molesta por su presencia. Junto a él, Todoroki Shoto se destacó con una mirada igualmente intensa. Sin dudar ni un segundo, Todoroki alzó su brazo hacia adelante.

El aire gélido comenzó a emanar de entre sus dedos, formando una capa de hielo que se extendía como un velo.

De repente, el sonido de una explosión se oyó en el pasillo del laberinto, y la escena se tornó frenética.

*¡ZONK!*

Izuku dio un paso hacia adelante, flexionando sus rodillas en preparación para el enfrentamiento. Los relámpagos esmeralda que rodeaban su cuerpo se vieron interrumpidos por las llamas que estallaron alrededor de él.

"¡One For All...!" La energía se concentró en su cuerpo, resonando con un poder. En respuesta, Todoroki lanzó su ataque con una intensidad glaciar.

"¡GRAN OLA GLACIAR!" Un torrente de hielo se disparó a lo largo del pasillo, llenando el estrecho camino del laberinto con una oleada congelante.

El sonido del viento abriéndose se mezcló con el estruendo de un estallido atronador cuando el ataque de Izuku y el hielo chocaron con una fuerza colosal.

*¡CRASH!*

La ola de hielo lanzada por Todoroki fue destruida en un instante, dando paso a una gran ola de viento que se desató con furia.

El viento cortante atravesó el pasillo del laberinto, arrastrando a Bakugou y Todoroki, quienes se vieron empujados hacia atrás.

Ambos se tambalearon, sus cuerpos fueron golpeados con tal fuerza que se vieron obligados a caer de rodillas, sus rostros mostrando el impacto de la poderosa ráfaga.

Cuando el aire comenzó a disiparse lentamente, más allá del pasillo cubierto de escarcha y el frío penetrante, Izuku se mantenía de pie con una expresión que equilibraba la seriedad y la confianza.

Su postura, firme y decidida.

*¡WHOOOOSH!*

Aún quedaba una brisa de viento que barría el pasillo helado, formando una estela en el aire frío.

En medio de la escarcha y el resplandor de la batalla, Momo permanecía de pie junto a Izuku.

Una fibra de aquella flama esmeralda se sumó al alrededor de Izuku mientras que su pierna izquierda dejaba de brillar.

*¡CLAN-ANK!*

La primera carga habia sido disparada.

—Parecen muy decididos —dijo Izuku—. Ese ataque fue con todo, ¿No es así Todoroki-Kun?

Con la mitad del rostro cubierto por su cabello, Todoroki se puso de pie mostrando una fracción de su mirada rabiosa hacia Izuku.

—Cállate.

El hielo que habia creado se rompía lentamente, y su mirada era un reflejo de su frustración acumulada.

Bakugou, por su parte, se estaba levantando del suelo con una calma inquietante. A pesar del viento gélido que había sido liberado por el ataque de Izuku, que aún se sentía en sus huesos y arrastraba pequeñas partículas de hielo por el aire, su rostro se mantenía tranquilo.

Con una determinación que se reflejaba en su postura, Bakugou cruzó sus brazos y abrió sus palmas, preparándose para el siguiente movimiento.

*TST, TST, TST*

El sonido de sus palmas se hacía eco en el pasillo, mientras el lado derecho de Todoroki comenzaba a helarse, creando una cortina de hielo que se extendía lentamente por la sala. La tensión en el ambiente parecía estar alcanzando un nuevo nivel de intensidad.

Momo, observando desde un costado, no perdió detalle de la escena.

La determinación en los ojos de Izuku y la intensidad en el aire se mezclaban con el espectáculo que estaban presenciando. Mientras tanto, con una sonrisa que reflejaba su creciente confianza, Momo se giró hacia Izuku.

—Yaoyorozu-san... —dijo él, reconociendo su presencia.

—¡Te tengo! —exclamó ella con entusiasmo—. Es una prueba en parejas, ¿no?

—¡Bien!

Dio un paso hacia el frente.

*BAM, BAM, BAM*

El corazón de todos estaba palpitando con fuerza.

"Llegados a este punto..." Bakugou pensó mientras cerraba sus ojos y endurecía sus brazos. "Midoriya..." Todoroki estaba temblando no por el frio. Su mirada estaba como la de un toro. "Supongo que las palabras son inútiles, ¿No" Izuku también adopto una postura.

Todos en la sala de transmisión estaban centrados en aquella cámara.

*¡BABMP, BABMP, BABMP!*

El corazón de los tres se encendió.

"¡CLUSTER!" Bakugou abrió sus ojos y sonrió como un loco.

"¡TE ACABARE!" Todoroki abrió un nuevo manto gélido a su derecha.

"¡...NOX LUNAR!" la postura de Izuku era la misma que Miruko, era un maldito conejo.

En un destello decisivo el ataque de los tres sacudió el laberinto.

...






Sobre la Promesa y el Laberinto de Dédalo.Después de estos dos capítulos, siento que he dado el contexto necesario para la promesa. ¿Por qué me he extendido tanto en esto? Porque, como ya mencioné, lo que sigue después de Tokio se centrará en dos personajes: Todoroki Shoto y, bueno, ya saben quién más.


El mini arco "El Laberinto de Dédalo" será el momento de Shoto. Al principio, Izuku no podía ayudar a los demás si no se ayudaba a sí mismo primero. Pero ahora que ha avanzado, está en una posición para apoyar a otros. Así que decidí que este arco girara en torno a Shoto, quien se convertirá en el protagonista. La relación entre Izuku y Shoto es crucial para ambos y para la historia en general.


Sobre el cumpleaños, la idea es que sirva para fortalecer los lazos entre Izuku y otras personas importantes en su vida, especialmente con Momo. Aunque la trama con Momo pudo parecer relleno, en realidad ayuda a dar más profundidad a su relación y prepara el terreno para lo que viene.


Así que sí, algunos elementos pueden parecer relleno, pero son importantes para el próximo arco. En el siguiente capítulo, nos centraremos en Shoto Todoroki.

PD: La trama de Momo fue algo de relleno, aunque sirvio para ver un poco mas alla sobre el tema de como el mundo persibio lo de Laughing Boy en sus vidas y tambien me ayudo a mi a ver como deberia hacerlo para un futuro ya que lo de Laughing Boy es algo que hace que la historia siga. Esto sera un tema recurrente como siempre, ademas sirve para enriquecer el próximo arco. ¡Gracias por leer!


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