95.UNA MANO QUE SE EXTIENDE A OTRA.
Izuku~
Cuando era niño, siempre pensé que la gente a mi alrededor simplemente se movía en direcciones al azar, como si fueran hojas llevadas por el viento. Creía que las personas entraban y salían de mi vida de manera natural, sin ningún tipo de orden, como olas que vienen y se van sin motivo.
Pero no fue así. En algún punto, sin que yo lo notara, comenzaron a formar un círculo a mi alrededor. No fue inmediato, ni abrupto, sino algo gradual, como la forma en que las raíces se entrelazan bajo tierra. De niño, nunca me di cuenta de que ese círculo existía.
Al principio, no parecía haber ninguna razón para ello. Eran miradas ocasionales, comentarios murmurados, gestos que me dejaban al margen de conversaciones. Parecía una coincidencia, como esas casualidades que no piensas dos veces.
Pero el círculo se cerraba lentamente, hasta que, un día, cuando me percaté, ya no había forma de salir.
"Eso es normal", pienso ahora.
Si asesinas a alguien, la gente no te perdona.
Si tomas una vida, los que quedan detrás sienten el peso de tu acto, y ese peso se transforma en algo inevitable: odio.
Es como si cada alma que se pierde a tus manos dejará un hilo invisible que alguien más recogerá, y con ese hilo tejerán una red de desprecio a tu alrededor. Es simple, directo. Si alguien matara a alguien que amas, ¿cómo podrías no odiarlo?
El odio es un río que fluye en una sola dirección, sin desviaciones, arrastrando todo a su paso.
Recuerdo los primeros momentos en los que la verdad empezó a hundirse lentamente en mí. Al principio, fue como una idea vaga que apenas se asomaba en los márgenes de mi mente.
No fue algo inmediato, sino más bien una acumulación de pequeños momentos: las miradas cada vez más largas, las palabras que dejaban de decirse, los silencios que crecían como malas hierbas en las conversaciones.
Era como si cada uno de esos momentos dejara una muesca en mi piel, hasta que finalmente entendí que la suma de esas pequeñas heridas formaba una sola verdad: yo era un asesino.
"No importa cuán justificado pueda parecer", me digo. "No importa si creí que no tenía otra opción. No importa si fue un error." Porque, al final, lo único que importa es el hecho: alguien dejó de existir por mi mano. Y eso nunca se borra.
No es una mancha que puedas limpiar ni una herida que pueda sanar. Es más como una sombra que, sin importar hacia dónde camines, siempre estará un paso detrás de ti.
La realidad es más simple de lo que me gustaría admitir.
El odio es una reacción natural, casi instintiva. Es como el frío en invierno: no puedes evitar sentirlo, solo puedes aprender a soportarlo. ¿Y quién podría culparlos? Si alguien me hubiera arrebatado a alguien cercano, ¿qué otra cosa podría sentir sino odio?
No es complicado. Es humano. El odio es la respuesta más honesta ante la pérdida.
Por eso, con el tiempo, dejé de sorprenderme.
Yo acepte lo que habia hecho. Pese a seguir sin recordarlo.
Las miradas de desprecio, los murmullos en los pasillos, la forma en que las conversaciones morían tan pronto como yo entraba en la habitación: todo eso se volvió parte de mi rutina. Como la forma en que la lluvia moja tu ropa; no puedes detenerla, solo puedes acostumbrarte a ella.
A veces me pregunto si el odio es como el hambre.
Algo que nunca desaparece del todo, que solo se adormece por un rato pero siempre vuelve, más tarde o más temprano. No importa cuánto tiempo pase, no importa cuántas cosas hagas para tratar de compensarlo.
El odio que siembras en el corazón de alguien sigue creciendo, como una planta a la que nadie riega, pero que, de alguna manera, sobrevive.
"Tal vez eso es lo que somos", pienso. "Jardines de resentimiento, donde cada semilla que plantamos es otra razón para que alguien nos desprecie." Y yo... yo he sembrado muchas de esas semillas.
Pensé que salvar a alguien era suficiente.
Creía que si lograba proteger a unos cuantos, entonces estaría bien. Que eso bastaría para borrar cualquier error del pasado.
Pero la realidad es que no hay un equilibrio.
No puedes poner vidas salvadas en un lado de la balanza y vidas tomadas en el otro, esperando que las cosas se igualen. Cada vida perdida pesa por sí sola, sin importar cuántas vidas hayas rescatado después.
Es un peso que nunca desaparece, una deuda que nunca puedes pagar del todo.
Y así, con el tiempo, aprendes a vivir en ese círculo. No lo peleas; simplemente lo aceptas. Como aceptar la noche después de un largo día.
Aprendes a moverte dentro de él, a respirar dentro de esa atmósfera pesada de resentimiento y culpa. Y tal vez... tal vez eso también sea normal. Porque, después de todo, si alguien me hubiera quitado a alguien que amaba, yo también lo odiaría.
No hay nada más humano que eso.
Y entonces, en el gran mundo lleno de eventos de desgracias y bendiciones, es en este espiral en el que me encuentro.
Luchando día a día con aquello que cometí. Mi pecado.
Mi única redención, luchar y compensar. Convertirme en un héroe y después, evitar que mas gente como yo sufra esto.
Crear un mundo donde no se tenga que sufrir por una catarsis.
El humo se disolvía lentamente, mezclándose con la niebla que aún flotaba en el aire, densa y fría, como una cortina entre los escombros.
Pedazos de hielo roto y fragmentos de piedra ennegrecida estaban esparcidos por todas partes.
Cada tanto, se escuchaba el eco de algún derrumbe distante, seguido del resonar apagado del metal cediendo ante las grietas. El aire era pesado, cargado del olor a ozono, roca quemada y un rastro metálico difícil de ignorar.
Allí, entre las ruinas, el silencio se extendía.
A lo lejos, un bloque de hielo se derrumbó con un crujido seco, rompiendo la quietud momentánea.
La tormenta había terminado. Pero, en medio del caos, dos figuras permanecían quietas, respirando con dificultad en la calma posterior a la batalla.
Todoroki Shoto estaba sentado, su espalda apoyada en un muro helado que había levantado como último refugio durante la pelea.
Su cuerpo se sentía pesado, el cansancio recorriéndolo hasta los huesos.
Frente a él, Midoriya Izuku seguía de pie.
La bruma lo envolvía parcialmente, pero era inconfundible: estaba agotado, sí, pero aún firme.
Los mechones verdes de su cabello estaban húmedos, pegados a su frente, y su respiración era irregular, como si cada inhalación fuera un pequeño triunfo.
Los dos permanecieron en silencio por unos instantes, recuperando el aliento, escuchando solo los ecos lejanos del laberinto desmoronándose sobre sí mismo.
El hielo que antes cubría gran parte del entorno ahora se derretía lentamente, formando pequeños charcos que brillaban bajo la escasa luz.
—Sigo de pie... —murmuró Izuku, como si la afirmación fuera más para él que para Todoroki.
Shoto alzó la vista lentamente, con los ojos entrecerrados, todavía sintiendo la quemazón en los músculos.
—Sí... ya me di cuenta —respondió con una exhalación pesada.
Izuku se pasó la mano por el rostro, limpiando el sudor y la suciedad.
—¿Estás bien?
Todoroki soltó una risa corta, seca.
—Podría estar peor. He tenido días más complicados.
Izuku lo miró con una sonrisa suave, pero había una fatiga evidente detrás de sus ojos. Dio un paso adelante, tambaleándose un poco, y se dejó caer junto a Todoroki, apoyando la espalda en el mismo pilar helado.
—¿Sabes? —dijo Izuku tras unos segundos—. Esto es ridículo.
Shoto giró levemente la cabeza hacia él, con una ceja arqueada.
—¿"Esto"?
—Todo. —Izuku hizo un gesto amplio con la mano, señalando el desastre a su alrededor—. Este laberinto, la pelea, nosotros aquí sentados como si todo esto tuviera algún tipo de sentido.
Todoroki se quedó en silencio un momento, dejando que las palabras de Izuku flotaran en el aire.
—Supongo que tienes razón. Pero creo que ya estamos acostumbrados a cosas sin sentido, ¿no?
—Sí... —Izuku dejó escapar una pequeña risa—. Pero eso no lo hace menos agotador.
Shoto apoyó los codos sobre las rodillas, mirando las pequeñas gotas que caían del hielo derretido y formaban charcos a sus pies.
—¿Alguna vez pensaste en lo absurdo que es todo esto? Pasamos la mitad de nuestras vidas entrenando, luchando, y la otra mitad intentando no colapsar. Todo por algo que ni siquiera sabemos si vale la pena.
Izuku lo escuchó en silencio, asintiendo despacio.
—A veces me pregunto lo mismo. Pero... siempre termino volviendo al mismo punto: ¿qué otra opción tenemos?
—Podríamos dejar de intentarlo. —Todoroki lo dijo sin dramatismo, como si fuera una opción más—. No ser héroes. Vivir... no sé, una vida normal.
Izuku inclinó la cabeza hacia un lado, como si realmente considerara la idea por un momento.
—¿Crees que podríamos?
—No. —Shoto suspiró, dejando caer la cabeza hacia atrás, tocando el hielo con la nuca—. Pero es bonito imaginarlo.
—Sí... lo es. —Izuku sonrió con melancolía, perdiendo la mirada en algún punto distante del techo colapsado—. Aunque creo que incluso en una vida normal encontraríamos la manera de complicarlo todo.
Todoroki soltó una risa suave, casi inaudible.
—Probablemente. No somos muy buenos para mantener las cosas simples.
Se quedaron en silencio otra vez, pero esta vez la quietud era más cómoda, como si ambos disfrutaran de ese breve momento de tregua entre el caos.
—Midoriya... —dijo Todoroki de repente, con la voz baja, casi como si dudara en hablar—. ¿Tú alguna vez... te has arrepentido?
Izuku parpadeó, sorprendido por la pregunta.
—¿De qué?
—De todo. De ser quién eres, de hacer lo que haces. De no detenerte cuando podrías haberlo hecho.
Izuku se quedó pensativo, mordiéndose el interior de la mejilla mientras buscaba una respuesta. Finalmente, habló en voz baja.
—A veces sí... pero también creo que el arrepentimiento es solo otra forma de quedarnos atrapados en el pasado. Además, no creo que deba detenerme. ¿Sabes no?
Shoto lo miró de reojo.
—Eso suena como algo que diría All Might.
Izuku rió, un sonido suave que iluminó momentáneamente su rostro cansado.
—Probablemente lo aprendí de él. Pero... tiene sentido, ¿no? Si nos quedamos anclados en lo que podríamos haber hecho diferente, nunca avanzamos.
Todoroki asintió lentamente, dejando que esas palabras se asentaran en su mente.
—Supongo que sí. Aunque a veces avanzar también se siente como una condena.
—Lo sé. —Izuku lo miró con seriedad, sus ojos reflejando una comprensión profunda—. Pero al menos no estamos solos en esto.
Todoroki dejó escapar un suspiro largo, cerrando los ojos por un momento.
—No, supongo que no.
Un derrumbe lejano sacudió ligeramente el suelo bajo ellos, pero ninguno de los dos se movió.
Permanecieron sentados, compartiendo esa pausa fugaz en la que la lucha, el agotamiento y las dudas parecían más llevaderos por el simple hecho de no enfrentarlas solos.
—Deberíamos levantarnos pronto —murmuró Todoroki, sin demasiada convicción.
—Sí. —Izuku sonrió, sin hacer el más mínimo esfuerzo por moverse—. En un minuto.
El silencio se había vuelto un tercer acompañante entre ellos, un espectro que llenaba cada rincón del laberinto con su presencia.
Era un silencio denso, casi táctil, como si flotara en el aire junto al polvo y los ecos distantes de las paredes desmoronándose.
Entre el resplandor tenue del hielo que cubría algunas estructuras y los restos carbonizados del metal retorcido, el contraste entre calor y frío aún impregnaba el ambiente, como el rastro final de una tormenta.
Izuku seguía observando la gotera.
La pequeña gota se formaba en el techo, hinchándose hasta caer en cámara lenta, rompiéndose en un diminuto anillo en el charco.
*Plop... plop...*
Algo tan insignificante, pero constante, una especie de metrónomo natural marcando el paso del tiempo.
"¿Cuánto rato llevamos aquí?" se preguntaba. El laberinto estaba en ruinas, al igual que su mente estaba enmarañada con pensamientos dispersos.
Nezu no tardaría en aparecer por alguna puerta secreta, con una sonrisa enigmática, listo para anunciar que lo suspenderían por destruir otra infraestructura costosa.
Izuku soltó una risa breve, interna, que se sintió fuera de lugar.
"¿Qué clase de excusa podría darle? Le prometí no causar más problemas y ahora..." Le pareció tan absurdo que por un segundo creyó que quizá Nezu no se molestaría, sino que lo vería como una especie de experimento inesperado.
Justo cuando estaba por distraerse más con estas ideas, una voz baja rompió el silencio.
—...Perdón.
Izuku parpadeó, desconcertado.
La palabra atravesó el aire como un cuchillo inesperado, haciendo que sus pensamientos se detuvieran en seco.
Giró lentamente hacia Shoto, esperando encontrar en su rostro alguna pista, alguna expresión clara que explicara lo que acababa de decir.
Pero no encontró nada de eso. Todoroki se había encogido sobre sí mismo, abrazando sus rodillas, y con las manos cubría su rostro como si quisiera desaparecer.
—¿Eh...? ¿Perdón por qué? —preguntó Izuku, sin saber si debía sonar preocupado o simplemente curioso.
Pero Shoto no lo miró. No había terminado. Su voz, aunque baja, seguía fluyendo, como si hubiera abierto una compuerta dentro de sí mismo y ya no pudiera detener las palabras.
—Perdón... por todo. —Todoroki respiró hondo, y su siguiente frase salió apenas como un murmullo—. Por lo que soy. Por lo que podría ser...
Izuku sintió que el ambiente cambiaba. Era un tipo de confesión con la que no sabía muy bien cómo lidiar, pero no dijo nada, dejando que Shoto continuara.
—Hay cosas que me aterrorizan, Midoriya. Cosas tan tontas que me da vergüenza decirlas en voz alta. —Todoroki soltó una risa sin alegría, un sonido hueco que apenas escapó de su garganta—. Como... fallar en cosas pequeñas. Como si alguien me pidiera un favor sencillo y yo lo arruinara. Como si no importara cuán mínimo sea el error, siempre hay alguien esperando para señalarlo.
Izuku frunció ligeramente el ceño, pero se obligó a permanecer en silencio, sintiendo que Todoroki estaba apenas empezando a desentrañar algo mucho más profundo.
—Pero luego... están los miedos más grandes. —La voz de Shoto bajó aún más, casi como si temiera que las paredes del laberinto lo estuvieran escuchando—. Las llamas de mi padre. Cada vez que pienso en ellas... es como si ese calor pudiera devorarme por dentro. No importa cuánto trate de dejarlo atrás... ese miedo siempre está ahí, esperando.
Izuku lo escuchaba atentamente, cada palabra de Shoto resonando en su mente como piezas que iban encajando en un rompecabezas más grande del que jamás imaginó.
—Y luego está Touya. —El nombre salió con una mezcla de dolor y resignación, como si pronunciarlo fuera abrir una herida que nunca había cerrado del todo—. A veces pienso... ¿qué lo llevó a convertirse en lo que es? ¿Dónde comenzó a romperse todo? ¿Y... qué pasa si yo ya estoy en el mismo camino, sin darme cuenta? ¿Qué pasa si mi madre me dice que soy un fracaso al igual que Touya?
Shoto dejó escapar una respiración temblorosa y bajó la voz hasta casi un susurro.
—¿Qué pasa si... si ya soy ese fracaso?
Izuku sintió un nudo en la garganta.
No era fácil escuchar esas palabras, y menos viniendo de alguien como Todoroki, que siempre parecía tan sereno, tan contenido. Había algo profundamente desgarrador en verlo así, desmoronándose en silencio, sin saber si era capaz de sostenerse a sí mismo.
—No eres un fracaso, Todoroki. —Izuku finalmente rompió el silencio, su voz suave pero firme.
—¿Y cómo lo sabes? —murmuró Shoto, sin levantar la cabeza, como si dudara de todo, incluso de la posibilidad de que hubiera esperanza.
Izuku soltó una risa suave, esta vez sin sarcasmo ni resignación.
—Porque los fracasos no se preocupan por las cosas que tú te preocupas. No sienten miedo de convertirse en algo que no quieren ser. No piensan tanto en los demás... ni se preguntan si lo que hacen es suficiente.
Todoroki no respondió de inmediato, pero Izuku podía ver que sus palabras habían hecho algo. Algo pequeño, como la grieta de un muro que comienza a abrirse lentamente.
—Y si... —Shoto tragó saliva, su voz todavía vacilante—. Si al final... no puedo evitarlo. Si termino siendo como él.
—Entonces no será porque no intentaste lo contrario. —Izuku inclinó ligeramente la cabeza, observando la gota que volvía a caer del techo.
—¿Crees que eso sea suficiente? —preguntó Shoto, con una mezcla de duda y esperanza.
Izuku le dedicó una sonrisa pequeña pero sincera.
—No lo sé. Pero es lo único que tenemos. Y creo... que a veces es suficiente.
El eco del silencio permanecía entre ambos como una tercera presencia. La tensión flotaba en el aire, pero no era incómoda, sino densa, como si todo lo que no habían dicho hasta ahora finalmente estuviera a punto de salir a la superficie.
Shoto pasó una mano por su cabello, despeinándolo con frustración. Durante unos segundos, pareció que estaba debatiéndose internamente, hasta que al fin explotó:
—No lo entiendes, Midoriya. Lo que hice fue lo mismo que él... —Sus palabras salieron con un rencor profundo, como si fuera difícil para él admitirlo—. Le puse una carga a alguien que no tenía por qué cargarla. Te culpé por algo que no era tu culpa.
Shoto apretó los dientes, su mirada fija en algún punto indeterminado del suelo. Parecía que estaba acumulando años de frustración en cada palabra.
—Te culpé por la muerte de Touya —confesó, y esas palabras sonaron como un martillo contra piedra—. Te puse sobre los hombros esa responsabilidad... solo porque necesitaba a alguien a quien odiar. Y quise destruirte por eso.
Izuku lo escuchaba en silencio, su rostro tranquilo pero alerta. No era la primera vez que alguien proyectaba su dolor sobre él, y probablemente no sería la última. Así que, con una calma casi desconcertante, repitió lo que ya había dicho antes.
—Está bien.
Shoto alzó la vista, incrédulo, con las cejas fruncidas.
—¡No, no está bien! —soltó, y su voz subió un tono, llena de frustración—. ¿Cómo puedes decir eso? ¿No entiendes lo que estoy diciendo? Estoy haciendo lo mismo que mi padre, ¡estoy repitiendo sus errores!
Izuku se limitó a esbozar una pequeña sonrisa.
—Y está bien, Todoroki.
Shoto lo miró como si hubiera perdido la cabeza.
—No... no está bien. —Las palabras salieron casi como un ruego, con una mezcla de incredulidad y desesperación—. No puedes decir que está bien. Estoy siendo igual a él, Midoriya. Igual a ese hombre.
Izuku inclinó ligeramente la cabeza, su expresión serena pero empática.
—Todoroki, está bien porque lo estás reconociendo. —Hizo una pausa, dándole peso a sus palabras—. Muchas veces, la única forma de querer cambiar es aceptar dónde estás y qué hiciste.
Los ojos de Shoto temblaron por un segundo. Izuku aprovechó ese instante para continuar, con una sinceridad suave pero contundente.
—Si no sabes dónde estás, ¿cómo se supone que vas a seguir adelante? Todos caemos, Todoroki. Pero lo importante no es cuántas veces caemos... sino cuántas veces nos levantamos.
El silencio volvió, más ligero esta vez, como si las palabras de Izuku hubieran barrido parte de la pesadez que cargaban. Shoto bajó la vista, dejando escapar un suspiro cansado. Pero entonces, algo en el rostro de Izuku lo hizo fruncir el ceño.
—Te lastimé —murmuró, enfocando su mirada en las quemaduras rojizas que marcaban la piel de su compañero.
Izuku parpadeó, como si recién se diera cuenta. Llevó una mano a su mejilla y la tocó suavemente, sintiendo el ardor bajo sus dedos.
—Oh, sí... —dijo con un tono casi despreocupado—. No pasa nada. Estoy acostumbrado.
Shoto lo miró como si acabaran de decirle algo inconcebible.
—Eso no debería ser normal.
Izuku soltó una carcajada corta, sincera.
—Bueno, no lo es... pero aquí estamos. —Se encogió de hombros, todavía sonriendo—. Desde que entré a la U.A., he estado en peligro de muerte tantas veces que, honestamente, parece más cotidiano pelear que hacer los quehaceres de mi casa.
Shoto arqueó una ceja, incrédulo.
—¿Pelear es más normal que limpiar tu cuarto? —preguntó con ese tono seco característico suyo.
Izuku se rió más fuerte esta vez, sin poder evitarlo.
—Sí... es raro, ¿verdad? Pero la pelea contigo fue diferente. —Hizo una breve pausa, como si intentara encontrar las palabras adecuadas—. Fue divertida.
Shoto lo miró con los ojos entrecerrados, intentando determinar si Izuku estaba bromeando o si simplemente había perdido la cabeza.
—¿Divertida? —repitió lentamente, como si estuviera probando la palabra.
Izuku asintió con entusiasmo.
—Sí. Por primera vez en mucho tiempo sentí que estaba peleando en un entrenamiento y no en una batalla desesperada.
Shoto frunció ligeramente el ceño.
—¿Te estás burlando de mí?
—¡No, no! Para nada. —Izuku levantó las manos rápidamente, riendo nervioso—. Lo digo en serio. Pelear contigo me ayudó a aclarar muchas cosas.
—¿Qué cosas?
Izuku respiró hondo, mirando a Shoto con una mezcla de determinación y gratitud.
—Gracias a nuestra pelea, me di cuenta de que puedo hacer las cosas de forma diferente. Para personas como nosotros.
Shoto lo miró con curiosidad, aunque todavía algo desconfiado.
—¿Personas como nosotros?
Izuku sonrió, pero esta vez su expresión tenía un matiz más serio.
—Personas que sufren.
Shoto se quedó en silencio, dejando que esas palabras resonaran en su mente. Durante un momento, no supo qué responder. Había algo en la forma en que Izuku lo dijo, con tanta sinceridad, que era imposible ignorarlo.
—Yo... —Izuku se detuvo por un segundo, buscando las palabras adecuadas para hablar—. Luche con una mujer hace tiempo. Ella... era diferente en muchos sentidos. Mas que la propia pelea recuerdo mucho sobre las palabras que ella me dijo.
Izuku bajo su mirada, contrajo sus piernas y cruzo sus brazos en ellas.
—¿Quiénes somos para decidir el valor de una vida? Fue lo que ella me pregunto. Hablo de un ciclo infinito de dolor. Ella hablaba de como nacemos y morimos atrapados en la desesperación de la vida. Vivimos un tiempo y luego desaparecemos. ¿En donde esta el valor en eso?
Izuku pensaba en Eva más que nadie. Quizás, tal vez un poco en Fobos. Pero, Eva habia marcado algo profundamente en él.
—Conocer quien eres, saber tu nombre, no olvidar tu valor, comprender lo encantador que eres. Incluso hoy, mañana o en diez años seguirán las mismas cosas. Continuar un viaje en una vida a pesar de las lagrimas y soledad. Aun sobre todo continuamos moviéndonos hacia delante en este mundo lleno de dolor y oscuridad.
Cerro sus puños, Izuku fue capaz de formar un puño con su mano derecha gracias al traje de Mei.
—Eva era como yo, no... Hikari Misayama es igual a mí. Tiene miedo, se siente como la persona mas horrible del mundo y siempre ha pensado en rendirse y huir. No es diferente a nosotros —Izuku abrió su mano derecha y observo su palma—. Sin embargo, nosotros no tenemos que terminar como ella.
Mas allá de su propia palma se vio a él mismo en aquel mismo sitio bajo la ciudad de Tokio, en aquel enorme sitio de drenaje donde la pelea con Eva concluyo.
Podía verla, podía ver a Eva delante de él.
—Ella... —Izuku sintió un nudo en su garganta—. No pude hablar con ella después de perder. Pero, no creo que haya sido un error.
En el pleno sitio, Izuku tenia muy firme la imagen de Eva que poco a poco se iba desvaneciéndolo, trayéndolo al presente una vez más.
—Todoroki. El mundo no siempre fluye a la voluntad de uno mismo. Puede que nos sintamos culpables de algo, puede que merezcamos el infierno, pero, aun así... tenemos un camino por delante —el volvió su mirada hacia Todoroki quien aun estaba ocultando su rostro—. Todos tenemos una salida.
El tuvo el valor de mirar aunque sea un poco.
El silencio que siguió a las palabras de Izuku era denso, pero no incómodo.
Shoto aún mantenía la cabeza baja, los mechones de su cabello ocultando parcialmente sus ojos. Pero algo en la voz de Izuku, en la crudeza y vulnerabilidad que compartía, lo obligó a levantar la mirada.
—¿Hikari Misayama...? —Shoto murmuró, probando el nombre con un tono cauteloso.
—Sí. —Izuku asintió, su voz más suave ahora, como si decir el nombre de esa persona fuera invocar un recuerdo doloroso pero necesario—. Ella estaba atrapada en su propia oscuridad. Y pensé que yo podría ayudarla. Pero al final, fue ella quien me enseñó algo.
Shoto permaneció inmóvil, pero en su mente las piezas comenzaban a encajar. Esa lucha, esa persona... Podía verlo claro en los ojos de Izuku: las cicatrices no siempre eran visibles. Y esa historia resonaba con una familiaridad inquietante.
—¿Y tú? —preguntó Shoto al cabo de un momento, su voz más baja, casi como si dudara de sus propias palabras—. ¿Tú también piensas en rendirte a veces?
Izuku dejó escapar una risa suave, sin burlarse, sino con la empatía de alguien que ha estado allí.
—Cada día —confesó con una sonrisa cansada—.A veces pienso que no soy suficiente. Se que soy incapaz de salvar a todos. Eso lo se con una gran certeza.
Shoto lo miró en silencio, sintiendo que esas palabras resonaban demasiado cerca de casa.
—Entonces... ¿cómo sigues adelante? —preguntó finalmente, sin disfrazar su duda.
Izuku dejó escapar un suspiro y apoyó su mentón sobre sus brazos cruzados, su mirada perdida en el suelo.
—Porque no se trata solo de ganar. Se trata de elegir continuar, incluso cuando no hay garantías de que todo saldrá bien. Es como dijo ella... —Izuku cerró los ojos un momento, recordando las palabras de Eva con una claridad dolorosa—. "Incluso en medio de la oscuridad, seguimos caminando." No porque sepamos qué nos espera al final, sino porque lo único peor que caer... es dejar de intentarlo.
Shoto apretó las manos, sintiendo un leve temblor en sus dedos.
Había una honestidad brutal en las palabras de Izuku. Una parte de él quería rechazarlas, quería aferrarse a su rabia, a la frustración que había estado cargando por tanto tiempo. Pero, al mismo tiempo, no podía evitar sentir que lo que Izuku decía tenía sentido.
—A veces odio que hables así —dijo Shoto en voz baja, mirando hacia un punto indeterminado del laberinto.
Izuku soltó una risa leve.
—¿Por qué? —preguntó con genuina curiosidad.
—Porque es difícil seguir odiando a alguien que... entiende todo esto. —Shoto se mordió el interior de la mejilla, como si admitir eso lo dejara más expuesto de lo que estaba dispuesto a estar.
—No tienes que dejar de odiar de inmediato —dijo Izuku con calma—. No te estoy pidiendo eso. A veces, el odio es lo único que nos mantiene en pie. Pero... también tenemos que aprender a dejarlo ir, poco a poco. No para los demás, sino por nosotros mismos.
Shoto lo observó en silencio, dejando que las palabras se asentaran en su mente. **Izuku no estaba pidiendo perdón ni exigiendo reconciliación. Solo le estaba mostrando una salida.**
—¿Y si no encuentro esa salida? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Izuku sonrió, una sonrisa suave y llena de comprensión.
—Entonces yo te ayudaré a buscarla.
El corazón de Shoto se detuvo un segundo. Todo su mundo se habia reducido a un solo lugar, un solo momento... una sola persona.
—Tú me...
Izuku lo habia decidido. Extender su mano como All Might le habia extendido su mano a él. hace tiempo, Izuku habia tomado esa decisión. Poniéndose de pie, mirando hacia Shoto.
Izuku extendió su mano.
—No debes tenerme aprecio, puedes seguir odiándome por lo que soy, por lo que quizás el símbolo de Laughing Boy representa. Pero al menos trata de apoyarte en mí. Quizás suene algo contraproducente pero, ya he caminado por ese lugar Todoroki. Está lleno de obstáculos que impiden caminar bien. Duele, duele mucho. Pero creo que si logras apoyarte en alguien más, podrás caminar tu solo.
El aire entre ambos era pesado, cargado de palabras no dichas y emociones difíciles de nombrar.
Shoto permaneció quieto, con la mirada fija en la mano que Izuku le ofrecía.
No era solo una mano estirada: era una invitación, un recordatorio de que no estaba solo en ese abismo que lo consumía. Una promesa, sin condiciones ni exigencias.
—¿Apoyarme en ti? —repitió Shoto, sin saber si esas palabras le resultaban ridículas o reconfortantes.
Izuku asintió lentamente, sin retirar su mano.
Había una calma serena en él, una especie de certeza tranquila que parecía incomodar más a Shoto que cualquier cosa. ¿Cómo podía estar tan seguro? ¿Cómo podía decir esas cosas con tanta convicción cuando todo parecía desmoronarse?
—Sí —dijo Izuku, su voz baja pero firme—. No tienes que hacerlo ahora, ni mañana. Pero cuando lo necesites... yo estaré aquí.
Shoto respiró hondo, intentando contener las emociones que comenzaban a agitarse dentro de él.
Frustración. Rabia. Confusión. Todo se mezclaba de manera abrumadora, pero también había algo más.
Una sensación pequeña y tenue, casi imperceptible: alivio.
—Eres realmente irritante, ¿sabes? —murmuró Shoto, apretando los dientes.
Izuku soltó una risa ligera, aunque sin la intención de burlarse.
—Jeje~ claro... —respondió con una leve sonrisa.
Shoto bajó la mirada, sus manos temblando ligeramente a los costados.
—¿Por qué haces esto? —preguntó finalmente, alzando la mirada hacia Izuku. Sus ojos, aunque endurecidos, tenían un brillo casi suplicante—. ¿Por qué te importa tanto?
Izuku guardó silencio por un momento, dejando que la pregunta resonara entre ellos. Luego, con una serenidad, respondió:
—Porque sé lo que es estar solo. Y sé que tú también lo sabes.
Esas palabras golpearon a Shoto más fuerte que cualquier ataque que hubiese recibido en su vida.
Sintió como si todo el aire hubiese sido arrancado de sus pulmones. No había compasión ni lástima en la voz de Izuku. Solo una comprensión sincera, nacida de la experiencia compartida.
—No siempre sabré qué hacer o qué decir, —continuó Izuku—, pero no quiero que tengas que cargar con todo tú solo. No tienes que pasar por esto como yo lo hice.
Shoto sintió que sus manos dejaban de temblar.
Era un gesto simple, una oferta sencilla, pero estaba cargada de todo lo que nunca había tenido.
—Tú no eres yo —murmuró Shoto, aunque su voz ya no tenía la misma dureza que antes—. Y yo no soy tú.
—No —admitió Izuku, aún con la mano extendida—. Pero ambos estamos aquí, ahora. Y eso es suficiente.
La decisión era suya.
Nadie más podía tomarla por él.
Podía aferrarse a su ira, a su dolor, y seguir caminando solo por ese camino oscuro. O podía aceptar esa mano, aunque fuera solo por un momento, y permitirse un respiro.
Finalmente, Shoto alzó la mano con lentitud, como si cada movimiento le costara más esfuerzo del que estaba dispuesto a admitir. Y, en un gesto que lo sorprendió incluso a él, tomó la mano de Izuku.
El contacto fue firme, cálido, pero sin presión. Izuku no intentaba tirar de él ni arrastrarlo hacia ningún lado.
Simplemente estaba allí, ofreciendo su apoyo sin condiciones.
Shoto sintió que una parte de su carga, aunque pequeña, se aligeraba.
Sentía como aquel fuego... se apagaba.
Todo fue confusión, pero, también serenidad.
INTRODUCIR: THAWING -YUKI HAYASHI
[Alimentando ese odio irracional que, de alguna manera, habia encajado a Izuku en cada una de las tragedias de su vida. Ese símbolo que se formo en base a su más grande tragedia formo parte de la creencia de mi odio por todo lo malo que ocurrió en mi vida.]
El agarre de la mano de Izuku seguía ardiendo en su mente, incluso después de soltarla. Cada movimiento de su corazón era como un retumbar. Como una piedra que se hunde en aguas turbias.
[Era más fácil culpar a alguien mas que enfrentar el vacío, ¿Supongo? Avanzar, constantemente con una resiliencia que parece imposible. Representando algo que jamás podría ser.]
Alguien que luchaba con el peso del mundo sobre los hombros pero sin romperse. O al menos eso era lo que habia estado viendo durante los últimos segundos antes del choque de poderes.
[¿Cómo lo deje ir tan lejos? ¿Cómo habia dejado que una idea tan simple, tan injusta lo controlara tanto tiempo? Midoriya no tiene la culpa de la muerte de Touya. Odiarlo no resolverá nada, pero no puedo evitar seguir odiándolo por alguna razón, pero también me siento culpable.]
El recuerdo de su hermano, de su cuerpo en llamas consumido por su propia desesperación atravesó su mente como una daga. Touya habia querido escapar, pero nunca encontró una salida.
Shoto se preguntaba si algún día terminaría igual. Si el odio terminara consumiéndolo como lo habia hecho con Touya.
[Pero ahí estas tu... ofreciéndome tu mano sin reproches ni condiciones. Alguien que tenia todo el derecho de odiar todo el mundo y destruirlo a placer. Tu, con un quirk que forja tu rol en una sola dirección. El caos.]
Sin embargo...
[Sin embargo...]
Algo hizo eco en él.
[Algo hizo eco en mí.]
Shoto quería creer en Izuku.
[Quiero creer en ti.]
Quería bajar a Izuku de ese maldito pedestal distorsionado donde el era el villano de su historia.
[Durante tanto tiempo habia proyectado en ti toda mi frustración y mi rabia. No por que fuera justo, sino porque era más fácil culparte a ti que enfrentarme a la realidad de que mi familia estaba rota por su propia cuenta.]
Y ahora que mira Izuku, solo puede sentirse indefenso, desnudo ante él en todo sentido. No habia muros, no habia excusas. Solo estaban ellos dos en silencio, compartiendo un espacio.
Uno que Shoto no sabía cómo llenar.
[Perdóname.]
Shoto apretó los puños, sintiendo el eco del contacto de la mano de Izuku todavía en su piel. Era incomodo, pero al mismo tiempo una parte de él se sentía un poco mas segura, mas ligera. Quizás no era mucho, apenas un susurro de diferencia, pero era suficiente para notar que algo habia cambiado.
[Quizás...]
Shoto habia aceptado.
[Quizás no deje de odiar por ahora, pero al menos me permitiré mirar en otra dirección.]
Ese era el primer paso.
Las llamas que rugían con furia, amenazando con consumirlo por completo, igual que lo habían hecho con Touya. Durante años habia mirado fijamente ese fuego paralizado, creyendo que era su destino quedar ahí atrapado, cargando con el odio, el dolor y la culpa.
Pero ahora, por primera vez, dejo que su mirada vagara más allá de las llamas. Allí, al otro lado, no habia respuestas inmediatas ni redención.
Solo un camino vacío, incierto, que esperaba a ser recorrido.
Y aun así, ese vacío no lo aterraba tanto como antes. Pues el calor del fuego seguía allí, quemando su espalda, pero ya no era el único que podía ver. La voz de Izuku resonaba en su mente, suave pero firme, como una promesa silenciosa:
"Entonces yo te ayudare a buscarla."
Tal vez por ahora, eso era suficiente. No necesitaba perdonar, no necesitaba olvidar, pero podía dar ese primer paso. No hacia el fuego, sino hacia una dirección diferente.
Shoto exhalo despacio y, por un momento, se permitió imaginarse fuera del incendio. Quizás, todavía cargando con la sombra del odio, pero avanzando, aunque fuera con pasos pequeños.
Y al lado de él, siempre, siempre...
—————Siempre esa mano extendida.—————
[Gracias Midoriya Izuku...]
[...]
Los dos avanzaban por los estrechos pasillos del laberinto, con el eco de sus pasos resonando en el aire frio. El ambiente estaba cargado de un silencio incomodo, uno que Izuku no soportaba por mucho tiempo.
Pero Todoroki era diferente. Tranquilo en su burbuja de introspección, como un gato que se niega a mirar a su dueño aunque le sacudas la bolsa de premios.
—Entonces... ¿Qué crees que nos hagan? ¿Crees que nos expulsen? —pregunto Izuku con normalidad
Shoto giro la cabeza apenas, lo justo para mirarlo con esa cara de "¿Qué clase de pregunta es esa?"
—Tal vez. Quizás lo hagan conmigo. Fui yo quien comenzó todo.
—Bueno, déjame decirte que yo lo continue así que quizás es un ¿Cincuenta, cincuenta? —Izuku hizo una pausa para darle dramatismo al momento—. Así que...
—Pareces muy tranquilo con ese hecho Midoriya.
—Bueno, no taaaan tranquilo como quisiera ¿cierto? Aunque no lo notes, si estoy algo preocupado. Ya habia hablado con el director Nezu sobre hacer cosas "Malas" —dijo con un gesto en sus dedos—. Dije que ya no causaría tantos problemas y heme aquí. ¡El preámbulo del espectáculo!
Shoto arqueo una ceja.
—Supongo que podías terminar todo de un solo y evitarte los problemas, ¿No?
—Si.
*Gehh...*
Shoto al menos esperaba que dijera que no. En cierto modo se molesto por tal sinceridad como si ni si quiera le preocupara que Todoroki haya usado todo lo que tenía.
—¿Al menos usaste todo lo que tenías? —le pregunto.
Izuku se detuvo a pensar tocando su mentón.
—Algo.
*Gehh...*
Shoto lo miró fijamente, con esa expresión neutral que solo él podía convertir en un "¿Me estás tomando el pelo?" silencioso.
Izuku, en cambio, parecía demasiado satisfecho con su respuesta vaga, como si la gravedad de la situación no fuera suficiente para arrugarle el entrecejo.
Era frustrante.
—¿Algo? —repitió Shoto, su tono apenas mostrando un atisbo de irritación—. Me reprendiste burlándote de mi por que no usaba todo mi poder, y tu no usaste todo tu poder, ¿Eh?
Izuku encogió los hombros, como si no estuviera hablando de haberse enfrentado a un laberinto mortal sino de elegir entre dos marcas de ramen instantáneo.
—Bueno, tampoco es que hubiera tenido que usar todo desde el principio. —Dibujó círculos en el aire con las manos—. Es una cuestión de gestión de recursos, ¿sabes?
Shoto lo observó en silencio. No tenía palabras para eso. De hecho, sentía una mezcla rara entre admiración y ganas de darle una bofetada. ¿Cómo demonios podía ser tan... casual?
—¿Sabes? —continuó Izuku como si nada—. Siempre he tenido esta teoría loca. Si te guardas un poco de esfuerzo para el final, técnicamente nunca fracasas del todo. Porque... bueno, siempre puedes decir que no lo diste todo.
—...Eso es una estupidez.
Izuku asintió con energía.
—¡Exacto! Pero funciona.
Shoto suspiró, sintiendo cómo una leve jaqueca comenzaba a instalarse en su cabeza.
Era como hablar con un filósofo caído en desgracia que, en lugar de buscar la iluminación, había terminado volviendo loco a todo su vecindario.
—¿De verdad piensas así? —preguntó finalmente.
Izuku inclinó la cabeza hacia un lado, con una sonrisa tranquila. No era una sonrisa arrogante ni despreocupada, sino una que escondía cierta dureza detrás de su amabilidad.
—A veces. —Hizo una pausa y luego añadió, con un toque más honesto—, Pero la mayoría del tiempo estoy improvisando y espero que nadie se dé cuenta.
Shoto soltó un leve suspiro, pero por dentro sentía que esa respuesta era demasiado real. No podía decidir si le molestaba más la sinceridad de Izuku o lo reconfortante que resultaba escucharla.
Ambos siguieron caminando en silencio por unos momentos, hasta que Izuku, por supuesto, no pudo resistirse.
—¿Tú qué haces cuando no sabes qué hacer?
—¿Te refieres a cuando me enfrento a un laberinto que debería haber terminado conmigo y un compañero que no usó todo su potencial? —replicó Shoto sin cambiar su tono.
Izuku se rió suavemente.
—Sí. Algo así.
Shoto lo pensó un momento.
—Supongo que hago lo mismo que tú.
—¿Improvisas?
—No. —Shoto lo miró con total seriedad—. Espero que nadie se dé cuenta.
Izuku soltó una carcajada, genuina esta vez.
El sonido resonó en los pasillos del laberinto como una pequeña chispa de vida en medio del frío.
Izuku respiraba un poco agitado tras la pequeña carrera, pero aún llevaba una sonrisa tranquila en los labios mientras caminaban hombro a hombro por los pasillos del laberinto.
El eco de sus pasos los envolvía, y aunque seguían sin encontrar la salida, la conversación fluía con una naturalidad inesperada.
INTRODUCIR: YOU BECAME A HERO- YUKI HAYASHI
—Oye, Todoroki. —Izuku miró al frente, todavía con esa sonrisa serena—. Antes dijiste que no usé todo lo que tenía en la pelea, pero... en realidad sí lo hice.
Shoto giró levemente la cabeza hacia él, entre curioso y desconfiado.
—¿Ah, sí?
—Sí. —Izuku soltó una pequeña risa gentil—. Puede que no haya usado "todo" mi poder, pero usé todo lo que tenía al alcance en ese momento. Igual que tú. No te quedaste con nada, ¿verdad?
Por un segundo, el silencio entre ellos se volvió casi cómodo, como si esa simple afirmación hubiera aliviado alguna tensión que Shoto llevaba arrastrando. **Shoto sonrió, apenas un gesto discreto que le suavizó el rostro.**
—Hm.
El silencio volvió por unos momentos, hasta que Shoto lo rompió, con ese tono de curiosidad desapegada que siempre usaba.
—Aunque... ese traje tuyo. Te dio mucha ventaja.
Izuku alzó una ceja, confundido al principio.
—¿Mi traje?
—Sí. Resistió todos mis ataques de fuego. —Shoto lo miró de reojo—. ¿Fue algo que pediste tú?
Izuku se rascó la nuca, un poco avergonzado.
—No exactamente. Después de mi primera pelea con Kacchan, Mei comenzó a recopilar datos por su cuenta. Desde ese día, el traje ha ido evolucionando hacia... bueno, algo así como protección absoluta contra explosiones y fuego.
Shoto lo miró como si esa fuera la cosa más evidente del mundo.
—Tiene sentido. —Se detuvo un momento antes de añadir—. **Siempre terminas peleando contra gente con ataques a distancia.**
—Sí, es como si fuera una maldición rara... —Izuku rió suavemente, aunque había un toque de resignación en su voz—. Honestamente, si no fuera por el traje, hubiera perdido.
Shoto entrecerró los ojos, irritado por la confesión tan directa.
—No es cierto.
—Claro que sí. —Izuku asintió con seriedad, pero la expresión en su rostro era tan despreocupada que se sintió como una provocación para Shoto.
Shoto apretó los dientes. ¿Por qué siempre era así? Cada palabra de Izuku, por más genuina que fuera, le sonaba como si lo estuviera menospreciando o burlándose de él.
—A veces pienso que lo haces a propósito —murmuró Shoto, casi sin querer.
—¿Eh? ¿Qué cosa?
—Olvídalo.
Avanzaron un rato más en silencio, con el frío del laberinto colándose por los huecos entre las paredes.
—Por cierto, ¿eres fan de All Might? —preguntó de repente, con una sonrisa traviesa.
—¿Eh? —Izuku arqueó una ceja, sorprendido por la pregunta.
—Bueno, es que uno de tus ataques dijiste... "Smash".
Izuku se quedó en silencio un momento, procesando la acusación, antes de soltar una pequeña exhalación que podría haber sido una risa ahogada.
—...Sí.
Shoto lo miró con una mezcla de sorpresa y satisfacción, como si acabara de descubrir un pequeño secreto.
—¿Entonces es por él que usaste esa frase?
Shoto se detuvo por un instante, su mirada enfocándose más en el pasillo vacío frente a ellos que en Izuku.
—No. No fue por "Smash". —Shoto lo miró de reojo, su expresión más relajada de lo habitual—. Fue por otra frase.
—¿Cuál?
—"Aún estoy aquí."
Izuku parpadeó, sorprendido. Se quedaron quietos en medio del laberinto, el aire frío envolviendo la pausa.
Shoto observó la espalda de Izuku, esa postura determinada pero ligeramente encorvada por el peso invisible que siempre cargaba.
—Midoriya.
Izuku se giró rápidamente, sus mejillas sonrojándose.
—¡N-no tiene nada que ver con All Might!
Su voz se convirtió en un torrente de explicaciones torpes, hablando demasiado rápido como para ser convincente.
—Simplemente... se me ocurrió en medio de la pelea en Osaka. Estaba peleando contra Six, y no sé por qué, pero... en ese momento, cuando ya estaba herido y agotado, me di cuenta de algo. A pesar de todo, aún seguía allí.
Shoto lo miró en silencio durante unos segundos y, para sorpresa de ambos, comenzó a reír.
Izuku se quedó congelado, sus ojos muy abiertos. Era raro ver a Shoto reírse de esa manera, como si algo dentro de él se hubiera liberado, al menos por un momento.
—¿Eh...? ¿Por qué te ríes? —preguntó Izuku, aún desconcertado.
Shoto recuperó la compostura, aunque su sonrisa se mantuvo.
—No es nada. Solo... me parece que esa frase te queda bien.
—¿Te refieres....?
[Aun estoy aqui.]
Izuku parpadeó, procesando lo que acababa de decir. Por alguna razón, las palabras de Shoto no sonaron como un cumplido casual, sino como un reconocimiento silencioso.
—...Gracias, Todoroki.
Shoto asintió, y ambos siguieron caminando, el silencio entre ellos esta vez más ligero, como si finalmente hubieran encontrado un pequeño resquicio de entendimiento en medio del laberinto.
El aire se volvía más pesado a medida que Izuku e Shoto avanzaban por el interminable laberinto. Ambos intercambiaron sonrisas leves, casi tímidas, como si, de manera silenciosa, estuvieran aceptando que caminar juntos no estaba tan mal después de todo.
Pero entonces, un sonido resonó a lo lejos.
Unos pasos.
Primero, suaves y distantes, pero con cada eco se volvían más claros.
Ambos chicos detuvieron sus pasos, sus miradas cruzándose por un breve segundo de comprensión. Instintivamente, ambos se giraron hacia la fuente del ruido, sus cuerpos tensándose en sincronía.
El pasillo delante de ellos se extendía como un abismo que ocultaba el peligro al acecho.** Y en ese instante, lo vieron.
Al final del estrecho corredor, una figura apareció, deslizándose desde las sombras como si no le perteneciera a este mundo.
INTRODUCIR: MORE THAN WORDS -HITSUKI BUNGAKU
Tenko Shimura.
Su presencia era imponente, cargada de una calma inquietante.
El cabello desordenado caía en mechones oscuros sobre sus ojos, pero estos estaban fijos directamente en Izuku, como si no existiera nadie más en ese laberinto que él.
Izuku sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
No necesitaba activar su sensor de peligro para saber que la situación acababa de cambiar radicalmente.
A unos pasos detrás de Tenko, Minoru Mineta se posicionaba con sigilo, como una sombra tras él. Aunque intentaba no ser notado, su pequeña figura se mantenía alerta, con los ojos bien abiertos como los de alguien que sabe que acaba de meterse en algo grande, pero ya no puede dar marcha atrás.
—Izuku...
—Tenko...
———————————————
[Me pregunto, en este mundo lleno de desgracias y felicidades, ¿Qué hubiera pasado si...?]
———————————————
Ambos murmuraron.
El peso de su mirada cayó como una losa sobre Izuku.
Ambos intercambiaron un instante de reconocimiento, como si en ese momento el pasado, el presente y un destino incierto se entrelazaran en un único segundo silencioso.
Izuku tragó saliva, sin apartar la mirada.
A su lado, Shoto Todoroki avanzó un paso más hacia el frente, plantándose con calma. La frialdad en sus ojos se volvió aún más pronunciada, pero esta vez no era para Izuku. Era una advertencia silenciosa dirigida hacia Tenko.
Por un momento, el tiempo pareció detenerse. El pasillo frío y angosto los envolvía como una trampa, dejando solo un camino por delante: el enfrentamiento.
Izuku, siempre analítico, podía sentir cómo cada músculo en su cuerpo se preparaba para lo inevitable. Aún no sabía qué iba a pasar, pero una cosa era segura: este encuentro cambiaría el curso de todo.
Y entonces, Tenko sonrió, un gesto apenas perceptible pero tan peligroso como un filo escondido.
—Vaya... —dijo, sus ojos brillando con algo entre burla y curiosidad—. Esto se va a poner interesante.
Shoto giró levemente la cabeza hacia Izuku, como para confirmar que ambos estaban listos para lo que fuera que estaba por venir. Izuku, por su parte, apretó los puños y sonrió, esa sonrisa característica suya que decía: "Aún estoy aquí."
Y, justo en ese instante, el verdadero juego comenzó.
*¡KRAKUM!*
———————————————
[¿Tú y yo hubiéramos peleado en aquel instante? ¿Cuál hubiera sido el resultado? ¿Algo hubiera cambiado de lo que es ahora? ¿Qué sentido tendría este momento para nosotros en este instante tan caótico?]
———————————————
El muro al costado derecho del pasillo se resquebrajo, agrietándose lentamente hasta que, con un estruendo atronador que resonó como un trueno, un enorme brazo de Minotauro emergió del desmoronado concreto.
El sonido del derrumbe fue abrumador.
*¡WROOOOM!*
Sacudiendo el suelo que los hizo caer hacia atrás.
—¡¿Qué?! —gritaron en unisonó todos.
Sus voces mezclándose en una cacofonía de sorpresa y terror. Se quedaron mirando el brazo masivo cubierto de cortes y hollín que parecía un tanto averiado pero aun poderoso, como un vestigio de aquella verdadera bestia mítica.
———————————————
[Respóndeme, Tenko... ¿Algo hubiera cambiado para nosotros? En este punto tan alto donde cada decisión que tomamos en el pasado dio peso a nuestros castigos... ¿En que sentido seriamos capaces de alcanzar una redención? Hmph... creo que ya no importa, ¿Verdad? Ahora donde estoy... no, no importa.]
———————————————
Y justo cuando pensaban que todo habia terminado, los gritos de sus compañeros se hicieron presentes, rompiendo la tensión.
De repente, los miembros de la clase A comenzaron a caer de diferentes puntos, deslizándose a través de los escombros del laberinto hasta que la gran sala se revelo ante ellos.
La luz del lugar ilumino sus rostros de asombro y temor.
La clase A finalmente habia llegado al centro del laberinto donde un gran minotauro los esperaba.
Con su cuerpo masivo y su mirada feroz, parecía tener un aire de desafío propio, como si hubiera estado esperándolos.
El caos se desato en la sala, mientras todos se preparaban para lo que se avecinaba. Las sonrisas se desvanecieron y se reemplazaron por la determinación de luchar, y que en un instante, la camaradería y los lazos formados en el laberinto se convertirían en su mayor fortaleza.
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[Yo... aun pienso en las palabras que me dijiste una y otra vez. Una y otra vez les doy vueltas preguntándome si abre respondido bien. Si quizás en algún momento se habrá vuelto fácil decir la verdad. Aun si ríes, aun si dices que no te importa... aun quiero saberlo, ¿Tenko? Tu aun...]
———————————————
Tenko estaba a su lado, Shoto estaba a su lado. Izuku estaba en medio mirando a aquella gran cosa mientras pensaba en una sola cosa.
[¡Que divertido es esto!]
Con esa sonrisa en su rostro...
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[¿Aun estas ahí... Tenko?]
———————————————
Con esa sonrisa en su rostro, el que toma todo... Tomura.
...
Creo que el capitulo que viene es el final de este "Mini" arco.... Aunque resulto mas largo de lo que esperaba. Y aunque pueda parecer mas complicado, siento que con este Izuku es mas facil de trabajar. Al comienzo de la historia me era muy dificil ya que tocar tanto el tema "Oscuro y depresivo" me resultaba complicado. Pero ahora que Izuku tiene mas amor propio y valor, siento que puedo trabajar felizmente con este chico.
Como sea, muchas gracias por leer y por cierto, creo que ya van tres años de la historia y estamos por llegar a los 100 capitulos en un solo volumen y como van las cosas al parecer creo que el volumen terminara con unos 130 o algo asi. Parecen muchos pero realmente, aunque me gustaria terminar ya este segundo volumen, no puedo.
El volumen 3 es algo... especial. No puedo tocar temas actuales ahi asi que... seguiremos en el segundo volumen lo que sea necesario para que el volumen 3 sea un antes y despues en Decay. Y particularmente en todos mis fics, aunque solo son dos ¿no? jejeje.
Espero les haya gustado.
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