75.SU CAMINO.

A lo largo de la historia de los Shimura, las mudanzas han sido una constante, motivadas por circunstancias que gravitan en torno a uno de sus miembros más singulares: Hanna Shimura, la hija menor nacida un año después de Shimura Tenko.

Desde su nacimiento, Hanna mostró un quirk notablemente diferente al de sus padres y abuelos, así como al de su hermano mayor. Su habilidad inicialmente se centraba en la manipulación y creación de lípidos en su cuerpo, utilizando como base la flora y fauna circundante. Sin embargo, su quirk evolucionó de manera similar a la de Midoriya Izuku, experimentando una mutación significativa. Este cambio se produjo durante un intenso episodio emocional que desencadenó un descontrol en sus habilidades, ganándose el ominoso título de "Podredumbre Escarlata".

La vida de Hanna estuvo marcada por un desinterés aparente pero también por un profundo desasosiego, rodeada de preguntas sin respuesta que finalmente la abrumaron. Creció en un entorno que la alejó de las experiencias cotidianas de una niña normal y, a diferencia de su hermano, Hanna percibía el mundo a través de una lente incapaz de captar su belleza intrínseca. Este sentimiento se intensificó tras verse involucrada en un crítico enfrentamiento entre héroes y villanos, un evento que la empujó más allá de un punto de retorno.

Fue en ese momento crucial que su quirk tomó una forma única y distintiva: como un caparazón o los pétalos de una rosa, emergió como una flor escarlata. Como mecanismo defensivo, su cuerpo comenzó a generar esporas, una amalgama de flores que se transformaron en un polvo capaz de corromper todo lo vivo que tocara.

En una de las mudanzas más recientes de los Shimura, ocurrida hace apenas unos meses, se desencadenó una situación peculiar que marcó un punto de inflexión en la vida de Hanna. Conocida por su aparente desinterés por el mundo que la rodeaba, Hanna se vio envuelta en un desastre provocado por su propia búsqueda de respuestas. Según sus propias palabras, ella anhelaba su catarsis, un duelo moral o quizás una confrontación interna que finalmente le permitiría entender algo fundamental o apreciar la vida de una manera nueva.

La necesidad de esta mudanza se remontaba a un evento pasado significativo: una confrontación intensa que Hanna había tenido con Midoriya Izuku. Esta experiencia había llevado a la familia a trasladarse a un lugar apartado en las afueras de Musutafu, cercano a una parte del bosque en la colina más pequeña de la ciudad. Allí, encontraron una nueva residencia, una espaciosa casa con un hermoso jardín, facilitada por el éxito profesional de Kotarou Shimura en el ámbito arquitectónico.

El impacto de este cambio fue profundo y multifacético para Hanna y su familia. La nueva casa y su entorno tranquilo ofrecieron un espacio para la reflexión y la renovación emocional. Con el tiempo, Hanna comenzó a percibir el mundo con una mirada renovada, sus percepciones y actitudes transformadas por las experiencias pasadas y la tranquilidad del nuevo hogar. Este proceso gradual no solo abrió su corazón a respuestas que antes parecían esquivas, sino que también le permitió comenzar a reconciliarse con sus propios dilemas internos.

El papel crucial de Midoriya Izuku en este cambio no podía subestimarse. Conocido por su quirk "Deterioro", su confrontación previa con Hanna había desencadenado un proceso de transformación personal y familiar que ahora se estaba manifestando en formas inesperadas pero positivas.

Hanna habia encontrado su catarsis.




Las ventiscas en la ciudad no solían ser tan intensas. Aunque de vez en cuando se presentaban ráfagas repentinas de viento increíblemente fuertes, generalmente eran fenómenos pasajeros. Sin embargo, en el lugar donde se encontraban Midoriya Izuku y Rumi Usagiyama en ese momento, los vientos eran verdaderamente aterradores.

Rumi, sentada en la acogedora sala con una taza de té caliente entre las manos, no podía apartar la mirada del árbol que se sacudía ferozmente en el jardín. Las ramas crujían y las hojas volaban de un lado a otro, amenazando con desprenderse en cualquier instante. La escena era tan impactante que incluso Izuku, conocido por su calma, no podía evitar sentirse inquieto.

—De nuevo, siento las molestias, Kotarou-san —mencionó Izuku con sinceridad, rompiendo momentáneamente el silencio tenso que se había instalado en la habitación.

—En absoluto, Midoriya-kun. Siempre serás bienvenido aquí —respondió Kotarou con amabilidad desde su asiento, interesado en escuchar los detalles del reciente escándalo que había involucrado a Izuku.

—Nos has tenido muy preocupados —añadió Nao, la joven madre de Tenko, quien se acercó con otra taza de té caliente para Izuku.

El aroma reconfortante del té llenaba el aire mientras Izuku agradecía y disfrutaba de su calor.

—Gracias —dijo Izuku con gratitud, llevando la taza a su nariz para deleitarse con el olor—. Huele delicioso.

Nao, con un gesto suave de la mano, restó importancia a su gesto amable, centrando la atención en el asunto más importante.

—Entonces... ¿podrías contarnos más detalles? —preguntó Kotarou, con una mezcla de curiosidad y preocupación en su voz.

Izuku mantuvo fija su mirada en el humo caliente que se elevaba desde la taza de té mientras daba un sorbo. Al dejarla con cuidado sobre la mesilla, dirigió su mirada hacia adelante, perdido en sus pensamientos.

—Claro... —Izuku hizo una pequeña pausa—. ¿Tenko está?

—¿Tenko? No tardará en llegar —respondió Kotarou con calma.

El joven consultó el reloj en una de las paredes de la sala y se percató de que eran las 7 de la noche. Aquel horario solía marcar su regreso a casa después de la academia, mientras que Tenko, debido a vivir un poco más lejos, solía llegar un poco más tarde, aunque no siempre por esa razón.

Debido a que Tenko Shimura podía volar a gran velocidad, pero su propensión a distraerse con las cosas a su alrededor a menudo alargaba su tiempo de vuelo más allá de lo necesario.

—¿Hanna...? —preguntó Izuku, volviendo su atención hacia Kotarou.

—Ella salió a comprar algunas cosas de último momento. Parece que quería aprovechar antes de que cerrara el vivero. No debería tardar mucho más... —Kotarou entrecerró los ojos con una leve sonrisa—. ¿Estás nervioso?

Izuku apartó la mirada, reflexionando por un momento.

—En realidad, no —respondió sinceramente—. Solo que me gustaría que estuviéramos todos juntos. Algunas cosas no es algo que me gustaría contar dos veces.

Lo último lo mencionó con un tono apenado, consciente de no querer ser grosero con la pareja que los había recibido con tanta amabilidad.

—Ese árbol se va a caer —dijo Rumi, tomando otro sorbo de su taza de té.

—¿Perdón? —Nao giró hacia la mujer, cuya mirada aún estaba fija hacia afuera.

—Supongo que debo entenderlo. ¿Fue algo difícil, ¿verdad?

—¿All Might no les habló?

—¿Toshinori? Claro. Tuvo que hacerlo, ya que no dejábamos de molestarlo con nuestras llamadas. ¿Él no te dijo nada de eso?

—No mucho, la verdad... bueno, las cosas de las que hablamos fueron contadas. Tenía que recuperarme y tenía muchas cosas en la cabeza. De cierto modo, creo que faltó algo de comunicación entre ambos.

—Es normal. Lo que pasaste no debió ser fácil. De todos modos, si quieres esperar, lo haremos. No te voy a forzar a nada —trato de hablar Izuku pero rápidamente Kotarou siguió hablando—. Y antes de que digas algo, si no tienen dónde dormir, pueden hacerlo aquí sin problema.

—¡N-No quiero...!

—¿Por eso viniste, ¿verdad? —Nao interrumpió—. ¿Acabas de regresar y ya vienes a saludar? Claro, yo hubiera preferido ir a dormir después de una temporada tan agotadora. De hecho... ¿Has podido dormir bien? Te ves agotado.

—I-Yo...

—Nada de peros, Midoriya-kun. Te vas a quedar aquí y la señorita Usagiyama también.

Rumi continuaba observando ese árbol con una expresión pensativa.

Izuku intentó no interrumpir, pero al notar las miradas de Nao y Kotarou, se detuvo. Sabía que no tenía sentido resistirse. Sin embargo, no le molestaba en lo absoluto. Al contrario, se sentía reconfortado. Las miradas de Nao y Kotarou eran cálidas y comprensivas, llenas de una bondad que le brindaba una sensación de paz.

El tiempo pasó lentamente. Primero llegó Tenko, seguido poco después por Hanna. Cuando ambos entraron en sus respectivos hogares y cruzaron el largo pasillo hacia la sala de estar, se encontraron con Izuku esperándolos.

No había pasado tanto tiempo, apenas un mes, pero para Hanna había sido una eternidad.

Fue ella quien reaccionó primero. Caminó con calma y dejó sus bolsas sobre la mesa antes de avanzar hacia Izuku. Pasó entre las miradas de su padre y Rumi hasta situarse frente a él, encontrando su mirada con la suya.

Hubo un instante de silencio cargado de emociones. Entonces, Hanna y Izuku se abrazaron. Cuando ella rodeó a Izuku con sus brazos, exhaló un profundo suspiro de alivio.

Izuku no se quedó inmóvil. Miró hacia adelante y vio a Tenko, quien parecía estar en estado de shock, pero aun así mostraba una sonrisa en su rostro. Extendió su mano izquierda hacia adelante, invitándolo silenciosamente a unirse al abrazo.

Hanna, Tenko e Izuku. Los tres jóvenes se abrazaron con tal fuerza que parecía que nada más importaba en ese momento. No hubo necesidad de palabras ni lágrimas; solo había un profundo sentimiento de alivio y conexión entre ellos.

No pasó mucho tiempo antes de que Izuku comenzara a relatar todo lo que había ocurrido desde aquella fatídica noche. Con voz entrecortada pero llena de determinación, compartió el incidente con Kamui, el angustioso encuentro con los cinco, la feroz batalla con ellos y con Eva. Sin embargo, cuando llegó al punto más difícil, su voz se quebró ligeramente.

Intentó explicarles lo que había visto en aquella oscura dimensión, las visiones y emociones que lo habían abrumado antes de despertar en el mundo real. Habló de la confusa realidad en la que se había encontrado y cómo había seguido luchando a pesar de todo.

Luego, con un nudo en la garganta, mencionó su conversación con Ozda, compartiendo el momento en que finalmente recuperó sus recuerdos perdidos. Entre sus palabras pesadas, habló sobre el doloroso fallecimiento de Ozda y la amarga huida de Nagant. En su voz resonaba un profundo sentimiento de culpa y desconsuelo.

Rumi, aunque distraída mirando el árbol a través de la ventana, no apartó en ningún momento su atención de Izuku. Sus ojos mostraban comprensión y empatía mientras escuchaba cada palabra con atención, como si quisiera absorber todo el dolor y la angustia que Izuku estaba compartiendo.

Aquel árbol sacudió su copa una vez más.

[...]

En aquel instante Izuku estaba pensativo. Ahora mismo habia muchas cosas en su cabeza que le hacían eco.

Aun cubierto bajo las sabanas blancas que amablemente Tenko le dio para dormir, el seguía mirando el techo de la habitación como si no tuviera un fin esa noche.

Habían pasado ya un par de horas desde la reunión de todos en la sala donde Izuku explico con sumo detalle lo que habia ocurrido hace un mes. Tanto los padres de Tenko, los señores Shimura casi quedaron shock después de escuchar todo lo que la comisión habia hecho para que Izuku cayera en sus manos.

La idea de que el chico hubiera sido capturado y tratado como fue tratado los horrorizo tanto que Nao, la madre de Hanna y Tenko no pudo evitar reprimir su frustración, lagrimas he ira. Kotarou por su parte habia sido un poco mas comprensivo con la situación manteniéndose al margen.

Hanna por su parte, ella aun...

*CHIIIIR*

La puerta de la habitación fue abierta de improviso llegando a ser un acto que surco entre los pensamientos mas profundos de Izuku.

Casi enseguida la puerta fue abierta Izuku busco a tientas en la oscura habitación el brillo de la luna que entraba por la ventana para esclarecer su mirada. Después la movió centímetros hacia la derecha y se encontró con una mirada entre la apertura de la puerta y el marco.

El reloj marco le medianoche, Shimura Hanna estaba de pie en el marco de la puerta mirando a Midoriya Izuku quien en el suelo de la habitación, recostado sobre un futon yacía.

Ambos se miraron mientras la luz de luna se agitaba con los vientos rugientes del anochecer.

Casi como el llamado de un ave o quizás de un trágico amante.

Izuku se puso de pie lentamente con intenciones de no despertar a Tenko quien dormía cual roca.

Camino hasta la puerta lentamente donde Hanna lo esperaba. Cuando llego ella retrocedio eh Izuku hecho un corto vistazo hacia su amigo quien no parecía haberse percatado de esto en lo absoluto. Cerro la puerta a su espalda. Tanto Hanna como Izuku caminaron lentamente por el largo pasillo de suelo de madera de aquella enorme casa.

Hanna iba por delante, Izuku iba a su espalda siguiendo a la joven chica vestida de un especie de vestido de noche blanco como las telas de un vestido de bodas. Si alguien la viera de lejos entre los brumos de la oscuridad, juraría que se trataría de un fantasma.

Sacudiendo su larga cabllera oscura y moviendo en la oscuridad aquellas esferas cafes de sus ojos que por momentos parecían brillar en un color escarlata puro.

Pasaron la habitación de los padres de Hanna.

Pasaron la habitación de Hanna donde Izuku pudo ver a Rumi tirada en el suelo con la boca abierta y roncando como un león.

En ese aspecto era parecida a Tenko lo que hizo que Izuku sonriera.

Hanna dio un vistazo hacia atrás y observo a Izuku quieto en la puerta de su habitación Mirando a Rumi. Casi al instante Izuku volvió su mirada hacia Hanna y ella sin darse completamente la vuelta le extendió la mano hacia él.

Primero vio la mano de Hanna, después la vio a ella. Pese a la oscuridad del pasillo, la luz de la noche se escabullia por los pequeños canales de vidrio en el techo.

Podía verla sonreír.

[Hermosa...]

Pensó Izuku.

Tomo su mano.

El sonrio.

Ambos dieron un paso en un umbral de luz lunar mientras su gran escape acababa de comenzar.

Desde la caída de un gota de agua, desde el vuelo de una hoja muerta o el canto de las aves al anochecer. Todos estos momentos tienen algo en común. La gota de agua cae desde un árbol después de una tormenta, la hoja muerta desciende de ese mismo árbol en otoño y en invierno, las aves cantan a sus crías al anocheser para arrullarlas.

Cosas tan simples que rodean al mundo lo hacen tan especial que no necesita nada para que este pueda ser mas brillante.

*TAP,TAP,TAP*

Corriendo por los pasillos, corriendo a través del hogar y cruzando la puerta de entrada dos almas parecen nacer hacia un mundo brillante.

Izuku siente el frio suelo de concreto en la entrada de la casa, pocos segundos después una fría brisa surca su rostro empujando su cabello hacia atrás mientras que siente el tirón de manos de Hanna. Su cuerpo se mueve solo como si no tuviera voluntad pero en el fondo parece sentirse guiado por una fuerza invisible.

El concreto desaparece debajo de él y ahora el pasto se siente mas suave pero también mas frio, húmedo y algo filoso. Sin embargo, quitando sus preocupaciones comienza a correr con Hanna. Corre con ella a través de un camino entre arbustos que lleva a la parte trasera de la casa mientras a lo lejos puede ver un enorme panorama de la ciudad.

Por un momento el tiempo parece congelarse y todas las luces provenientes de Musutafu se mezclan en el esmeralda de sus pupilas. Reflejado en sus ojos aquella enorme ciudad que parece estar viéndolo ahora.

Rápidamente el tiempo vuelve en si y nuevamente la velocidad crece y es apresurado hacia delante. Delante de él, aquella joven dama corre dando traspiés y brincos por encima del camino de rocas incrustadas en el pasto. Los suaves pasos se escuchan en los oídos de Izuku, la piel delgada de los pies de Hanna golpea las losas de roca sin preocupación mientras él se preocupa por saltarlas.

Poco después simplemente se rinde y comienza a seguir el mismo camino de Hanna hasta que ambos finalmente llegan al jardín trasero de la casa de los Shimura.

En la tranquilidad de una noche despejada, el jardín de flores casi mágico se despliega como un sueño hecho realidad bajo el suave resplandor de la luna. Los senderos empedrados serpentean entre macizos de flores exuberantes que parecen brillar con su propia luz.

Las rosas, en tonos desde el rojo carmesí hasta el blanco nacarado, desprenden un aroma embriagador que perfuma el aire fresco de la noche. Sus pétalos delicados parecen captar la luz lunar, reflejándola en destellos plateados y rosados que danzan al ritmo de la brisa nocturna.

Campanillas de color azul intenso se balancean suavemente en el viento, emitiendo un tintineo suave y melodioso que acompaña el susurro de las hojas de los árboles cercanos. Las margaritas blancas y amarillas se abren paso entre el césped verde oscuro, creando una alfombra multicolor que parece cambiar de tonalidad con cada movimiento de la luz lunar.

En el centro del jardín, una fuente de piedra vierte agua cristalina en una piscina circular, reflejando el cielo estrellado como un espejo líquido. Alrededor de la fuente, las lilas florecen en racimos violeta pálido, inundando el aire con su fragancia dulce y fresca.

La magia del jardín se intensifica con la presencia de luciérnagas que revolotean entre las flores, emitiendo destellos intermitentes que parecen iluminar secretos escondidos en cada rincón. El silencio nocturno se llena con el murmullo suave de las hojas y el susurro lejano de los insectos, creando una sinfonía natural que solo puede ser apreciada en la serenidad de la noche.

Así, bajo el vasto cielo estrellado, el jardín de flores casi mágico se revela como un refugio de paz y belleza, donde la naturaleza y el encanto se entrelazan en una danza etérea que cautiva los sentidos y alimenta el alma.


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"...dolor, d-demasiado dolor. Un dolor insoportable. ¿Así es como te sientes?"

Izuku y Hanna se aventuraron juntos en el jardín de flores casi mágico en esa noche despejada, con una excitación palpable en sus rostros juveniles. Tomados de la mano, comenzaron su viaje por los senderos empedrados que se entrelazaban entre las flores brillantes y fragantes.

"¿E-Este de verdad... quieres que sea tu final? Quiero decir, si lo es, supongo que no puede evitarse."

Izuku, con su curiosidad innata, detuvo a Hanna frente a un macizo de rosas rojas y le mostró cómo inhalar profundamente su perfume embriagador. Hanna río suavemente mientras observaba a Izuku inclinarse hacia las flores, sus ojos brillando con admiración por la belleza natural que los rodeaba.

"A-Aunque, antes de que todo esto llegue a su fin... Me gustaría decirte algo."

Continuaron caminando, saltando ligeramente sobre las campanillas azules que pendían graciosamente de sus tallos delgados. Cada tanto, Hanna recogía una margarita y la colocaba en el cabello de Izuku, adornándolo con pequeñas pinceladas de blanco y amarillo.

"Quiero ver el florecimiento de tus flores."

Llegaron a la fuente de piedra, donde se detuvieron un momento para observar cómo el agua cristalina caía suavemente en la piscina circular. Izuku, con su espíritu aventurero, salpicó suavemente agua hacia Hanna, quien respondió con una risa contagiosa mientras intentaba esquivar las gotas.

"Shimura-San me hablo sobre lo mucho que te gustan las flores. Tanto que tienes muchos libros los cuales hablan de ellas..."

Siguiendo su camino, descubrieron un rincón del jardín donde las lilas florecían en abundancia. Hanna se detuvo para recoger una ramita y la ofreció a Izuku, quien la aceptó con gratitud, admirando el color y la fragancia de las flores violetas.

"A-Aun con todo ese dolor en ti... aun así insististe todo este tiempo en querer encontrar algo para ti, ¿No?"

La magia del jardín se hacía más evidente con cada paso que daban. Luciérnagas comenzaron a revolotear a su alrededor, emitiendo destellos intermitentes que iluminaban sus rostros con una luz suave y mágica. Izuku y Hanna se detuvieron un momento para observar maravillados este espectáculo nocturno, compartiendo un momento de silenciosa contemplación.

"Yo te entiendo Shimura Hanna... Por eso no te soltare."

Finalmente, con las manos entrelazadas y sonrisas radiantes, continuaron su paseo por el jardín, disfrutando de la compañía mutua y la belleza de la noche. En ese oasis de paz y color, Izuku y Hanna encontraron un lugar donde los sueños parecían más cercanos, y la magia de la naturaleza los envolvía en su abrazo misterioso y reconfortante.

A medida que Izuku y Hanna avanzaban por el jardín de flores casi mágico, la atmósfera se volvía cada vez más intensa a medida que se acercaban al corazón del lugar. Bajo la luz plateada de la luna, encontraron finalmente un majestuoso árbol centenario. A sus pies, un grupo de flores escarlata brillaba como brasas ardientes en la oscuridad.

[Una magnolia...]

Hanna se detuvo de repente. Izuku, a su lado, observaba con atención cómo sus ojos se iluminaban con un brillo especial mientras contemplaba las flores escarlata. La quietud de la noche envolvía el jardín, solo interrumpida por el suave murmullo de las hojas movidas por la brisa nocturna.

Sin necesidad de palabras, Hanna se volvió hacia Izuku, y en su mirada él pudo leer una mezcla de gratitud y alegría.  A su alrededor, el aire parecía vibrar con una energía que solo el jardín podía inspirar, como si la naturaleza misma estuviera celebrando su presencia y el vínculo especial que habían creado.

Se acercaron juntos al grupo de flores escarlata, sus manos casi tocándose pero sin atreverse a romper el hechizo de ese instante. Allí, bajo la majestuosidad del árbol anciano y rodeados por la belleza efímera de las flores nocturnas, encontraron un silencio compartido que hablaba más fuerte que cualquier palabra.

En el corazón del jardín de flores casi mágico, Izuku y Hanna se encontraron rodeados por la imponente presencia de un antiguo árbol. Sus raíces se extendían como intrincados laberintos entrelazados en la tierra, creando un espacio acogedor y protegido bajo sus ramas extendidas.

Hanna, con los ojos brillantes se acercó cautelosamente a una agrupación de flores escarlata que brotaban cerca de las raíces del árbol. Eran magnolias, con sus pétalos gruesos y brillantes que parecían emitir un resplandor suave bajo la luz de la luna.

Izuku se unió a ella, y juntos se sintieron envueltos por una sensación de paz y quietud que solo el abrazo del árbol antiguo y la fragancia embriagadora de las magnolias podían proporcionar. Sentados entre las raíces que se entrelazaban como manos entrelazadas en la tierra.

"Te dije que me gustaría ver tu jardín cuando este completamente en su temporada. Y eso no fue una mentira."

Hanna arranco una flor a su costado mientras Izuku estaba en silencio.

"Como no se mucho de flores... Ni si quiera conozco el nombre de esta. Pero, creo que va contigo."

Aun observando el gran jardín que lo rodeaba, Izuku no se habia percatado que Hanna quien estaba a su lado le estaba extendiendo una flor.

"¡L-Lo siento...! P-Probablemente no te guste ¿Verdad?"

La noche se mantenía serena y envuelta en una quietud casi sagrada. Izuku se encontraba absorto en la belleza que los rodeaba, perdido en la contemplación de las flores brillantes y las sombras danzantes bajo la luz de la luna.

"No es cierto..."

Sin embargo, de repente, una brisa comenzó a susurrar entre las ramas del árbol anciano. Al principio era apenas perceptible, acariciando suavemente los pétalos de las flores y haciendo que las hojas se movieran con un murmullo delicado.

"Esa flor..."

Poco a poco, la brisa se intensificó, como si la naturaleza misma quisiera participar en el baile nocturno del jardín. Los pétalos de las flores, desde las rosas rojas hasta las lilas pálidas y las campanillas azules, se alzaron hacia el cielo como si fueran alas efímeras llevadas por el viento. Los colores vibrantes se mezclaban en un remolino de belleza que parecía pintar el firmamento estrellado con tonos de sueño.

"La magnolia representa pureza y salud."

Izuku levantó la vista al sentir el cambio en el ambiente, maravillado por el espectáculo natural que se desarrollaba a su alrededor. La brisa juguetona jugaba con su cabello y acariciaba su rostro, mientras él observaba con ojos brillantes cómo las flores respondían al llamado del viento nocturno.

"Sin importar que, no quiero... yo no quiero otra flor a parte de esta."

Cuando el viento empujo un poco mas su cabello, lo hizo con su vista también. Buscando a Hanna casi instintivamente para que ambos puedan ver lo hermoso de aquel momento.

Él se encontró con una escena más poderosa.

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"Amo esta flor."

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En la vastedad de la oscuridad, donde las sombras del mundo parecen haber dejado atrás toda luz y esperanza, un niño y una niña corren sin rumbo, cada uno buscando su propio camino a través del laberinto sin fin. Sus corazones laten con una mezcla de temor y determinación, sus pasos resonando en el silencio de la noche interminable.

"Shimura Hanna. Si dices que te gusta esta flor, yo seguiré trayéndote más. En todo momento, sin importar que."

El niño, con su alma llena de curiosidad y deseo de encontrar algo más allá de la oscuridad opresiva, avanza con valentía entre los callejones sombríos. La niña, con su espíritu resiliente y una chispa de esperanza en sus ojos, sigue el rastro de luz tenue que parece guiarla hacia un destino desconocido.

"Aunque no sepa mucho de flores, hare mi mejor intento por traerte las mas hermosas flores como esta que pueda ser capaz de encontrar..."

Ambos se cruzan en numerosas encrucijadas, a veces separados por el abismo de la desesperanza, otras veces sintiendo la cercanía de la presencia del otro en la penumbra. Sin embargo, continúan su búsqueda sin descanso, cada uno buscando una salida, un atisbo de claridad en medio de la negrura que los rodea.

"Y si, por cualquier razón algún día a no puedo darte más. Durante un largo tiempo, podría tomar una cantidad ridícula de tiempo..."

Hasta que un día, en un rincón olvidado de la oscuridad, sus caminos convergen. Los ojos del niño encuentran los de la niña, y en ese encuentro se reconoce una conexión profunda. En medio de la oscuridad que amenazaba con consumirlos, descubren un nuevo matiz.

"...Pero, aun así, sin importar que tan difícil sea o que tanto tiempo me tome, te prometo que te traer una flor como esta otra vez."

En ese momento, el mundo que los había dejado atrás se desvanece en segundo plano.

"Así que... Shimura Hanna, ¿Por favor podrías esperar por mí? Aunque sea un largo tiempo."

Se dan cuenta de que la verdadera fortaleza no reside en escapar de la oscuridad, sino en encontrar compañía y esperanza incluso en los momentos más sombríos. Unidos, corren hacia el horizonte incierto, pero esta vez...

No están solos.

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"Si, te esperare."

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Sus manos ya no estaban entrelazadas, pero eso no importaba. En medio de la palma de ambos las cuales podrían destruir aquello que tocases yacía una Magnolia tan brillante como el escarlata de los ojos de Hanna, tan destellante como el esmeralda en los ojos de Izuku.

Una flor que ambos habían decidido no destruir, que habían decidido proteger.

El final de esa noche concluyo con una risilla de ambos mientras sus hombros se alcanzaban bajo aquel árbol como aquel día hace tiempo.

Juntos.

[...]

La mañana siguiente al anochecer, Izuku había padecido de un insomnio profundo. No logró conciliar el sueño durante el resto de la noche, en parte debido a la escapada que había tenido con Hanna, la cual se extendió por al menos tres horas; al regresar a casa, el reloj marcaba las 2 de la mañana.

En ese momento, Izuku sentía cómo el mundo se le venía encima. Su cuerpo parecía una carga pesada, sus párpados apenas podían mantenerse abiertos, y sentía como si su alma hubiera abandonado su cuerpo por completo. Para él, haberse desvelado de esa manera iba en contra de su "rutina". A pesar de haber superado esas penurias, su cuerpo siempre estaba acostumbrado a levantarse y dormirse a horas regulares. Ahora, ese reloj interno parecía haberse descompuesto por completo, y ni siquiera podía sostener firmemente los palillos durante el desayuno.

—¡Esto está delicioso! —exclamó Rumi, quien parecía estar disfrutando enormemente del desayuno.

—Es un placer que te guste la comida, señorita Usagiyama —respondió Nao, trayendo unos platos adicionales de arroz antes de sentarse junto a su marido.

Rumi continuaba alabando la comida mientras Nao servía más platos de arroz caliente. El aroma del desayuno llenaba la acogedora cocina, pero Izuku apenas podía disfrutarlo. Sentado a la mesa, parecía estar desvaneciéndose en su silla por el cansancio acumulado de la noche anterior.

—Nao, esto es realmente exquisito. ¿Has agregado algo nuevo a la receta? —preguntó Kotarou con una sonrisa amplia mientras saboreaba otro bocado.

Nao sonrió con modestia, complacido con el elogio de su esposo

—He intentado un par de ajustes pequeños. Me alegra que te guste.

Mientras tanto, Izuku luchaba por mantener los ojos abiertos. Cada vez que intentaba coger los palillos, su mano temblaba ligeramente, y la comida parecía estar a punto de caerse.

—Lo siento, estoy un poco cansado esta mañana —murmuró Izuku, apoyando la cabeza en una mano y cerrando los ojos por un momento.

Kotarou y Nao intercambiaron una mirada preocupados.

—Izuku, ¿no dormiste bien? —preguntó Nao con tono comprensivo.

Izuku asintió levemente.

—Sí, anoche no pude conciliar el sueño.

—¿Te sientes bien? Tal vez deberías tomarte un descanso hoy —sugirió Kotarou con tono de preocupación, dejando de lado momentáneamente su entusiasmo por la comida.

Nao asintió, levantándose de su silla.

—Déjame prepararte algo para que te sientas mejor, Izuku. Un poco de té caliente podría ayudarte a despertarte.

A veces Izuku se preguntaba por qué hacía ciertas cosas, y otras veces simplemente se resignaba a aceptar los resultados de sus acciones previas. Pero en ese momento, lo único que lo separaba del mundo de los sueños era el chico frente a él, que parecía haber elegido la carrera equivocada. En lugar de ser un héroe, debería haber optado por ser un bufón o algo por el estilo.

—¡Shimura Tenko! —el grito vino desde la cocina. Nao, furiosa, parecía estar regañando al chico que Izuku tenía delante, quien parecía tener un talento oculto para meterse cosas en la nariz.

Hanna estaba a punto de estallar en risas mientras observaba a su hermano equilibrar un trozo de embutido en la punta de su nariz, mientras jugaba con dos palillos en ella.

No pasó mucho tiempo antes de que Rumi comenzara a reír a carcajadas, contagiando a toda la mesa. Kotarou miraba asombrado a su hijo como si estuviera aprendiendo de él, mientras que Nao parecía a punto de arrojar algo desde la cocina, lo más cercano que tuviera a su mano derecha. ¿Quizás aquel cuchillo tan afilado como para cortar roca? O ¿tal vez una de las grandes ollas metálicas?

El punto de todo esto era que Izuku, quien observaba de reojo la escena, no pudo contener la risa por más tiempo.

Izuku río desde lo más profundo de su estómago, al igual que todos los presentes. Fue una risa inocente.

[...]

Habia pasado un mes, desde aquella gran entrada estaba por delante de él. Tal vez no haya sido el suficiente tiempo para generar una gran nostalgia, pero...

"Tengo miedo."

Recordó las palabras que cruzo con All Might el mismo día que cruzo esas puertas.

"¡No tengas miedo!"

Por detrás de aquella declaración venían las palabras de poder del hombre quien lo había escogido.

Izuku pensaba hasta cierto momento que tan terco era en aquellos días, pero, también piensa en lo mucho que ha avanzado hasta el día de hoy.

El hecho de como las miradas de las personas a su alrededor dejó de importarle. Que no posee algún tipo de ira hacia el entorno que lo rodea o que no se siente menos. Muchas de esas cosas dejaron de importarle a Izuku y se ha centrado en muchas otras más complicadas.

Su cabeza ahora mismo podría ser algo anticlimático a veces, pero siempre encuentra la luz. Quizás antes era necesario una mano guía, pero las palabras de todas aquellas personas que le habían brindado calor se habían convertido en una gran fuente de poder en su corazón.

Abriéndose paso a través de los pasillos de la U.A no podía evitar pensar en muchas cosas.

Mientras que, al paso, los jóvenes alumnos se le quedaban viendo en shock, su cabello se sacudía con el viento que atravesaba las ventanas de los pasillos abiertas.

"No te voy a mentir, claramente habrá muchas mas opciones. Pero ninguna se compara a ti. por que como yo lo veo, las vidas de las personas y sus avances, todas esas cosas dependen de un poder mayor."

Su brazo sano se sacudía mientras que el que estaba enyesado simplemente seguía pegado a su pecho.

"En esta palma..."

A medida que avanzaba, notaba cómo los estudiantes en los salones y aquellos que transitaban por los pasillos lo miraban con sorpresa. Algunos lo reconocían como un compañero de curso, mientras que otros parecían intrigados por su presencia y la determinación en su paso.

"Todo dependerá de lo que hagas con esta palma.

El sonido de sus propios pasos resonaba ligeramente en el suelo pulido, creando un ritmo constante que contrastaba con el murmullo de voces y el ocasional tintineo de campanas que marcaban el cambio de clase.

Izuku se sentía consciente de las miradas que lo seguían mientras avanzaba, pero no se dejaba distraer. Con cada paso, su mente estaba concentrada en el propósito que lo llevaba por aquellos pasillos.

Los ventanales a su izquierda continuaban ofreciendo una vista serena del exterior, donde el sol brillaba y las hojas de los árboles se mecían suavemente con la brisa.

Así, mientras los estudiantes lo observaban con curiosidad y admiración, Izuku avanzaba con paso firme, dejando una impresión que no se desvanecería fácilmente en aquel ambiente escolar.

No fue que corto esquina con un pasillo que se detuvo para admirar a lo lejos a través de la apertura en el muro de las escaleras el edificio vecino.

[Habia cosas que no entendía, y otras que no quería entender. Pero a pesar de todo lo que habia pasado y lo que tuve que pasar, soy consciente de algo.]

Al mirara más allá pudo ver a Shimura Tenko conversando en la puerta del salón de clases con una chica de cabello castaño.

"Alguien confió en mi..."

Izuku sonrío.

[Muchas personas han confiado en mí. A pesar de las contradicciones en mi corazón, esas personas quisieron extenderme una mano a mí, alguien quien sin dudar podría lastimarlos.]

Siguió su camino hasta el tercer piso de la academia donde continuo su camino por los pasillos de los de tercer año.

[He usado mi quirk muchas veces para lo que fue hecho y lo tengo claro. Soy responsable de las consecuencias que tuvieron esas decisiones. Y fue como All Might dijo, One For All fue a ayudarme.]

Izuku se detuvo un segundo al ver por el pequeño ventanal de una puerta de salón de clases a una joven de cabello celeste.

"No puedo fallar."

[He fallado muchas veces.]

Izuku la observaba pensando en que Nejire seguramente saltaría al verlo, pero no quería causarle un problema con su profesor por eso decidió continuar su camino.

[No sabia si de verdad eran reales mis anhelos ni que debía hacer exactamente. Solo pensaba en corresponder lo que All Might me habia dado, su confianza. Quizás obtener el estatus de héroe fuera suficiente, pero... ya no lo es.]

Ozda Majiro surco la mente de Izuku. Por un momento el remordimiento abrumo sus pensamientos haciéndolo fruncir su ceño.

Ese hombre, el hombre quien murió por ayudarlo. Izuku en parte quería tirarse a una esquina y llorar a mares su muerte, culparse a mas no poder. Odiarse por ser débil y no poder salvarlo.

Pero... no se trataba de eso.

Para Izuku era una culpa de la cual tenía que responsabilizarse. No solo negar lo que ocurrió bastaría, él lo aceptaría con el corazón que tiene, con una fuerza capaz de conllevar el peso de mas muertos en sus hombros.

Y tal como las sombras de los niños y profesores de su pasado que se posan detrás de Izuku, ahora Majiro caminaba junto a ellos.

Izuku levanto su rostro y borro el gesto que tenía. Respiro hondo y continuo sin pesar.

"Por él, por el One For All... por quien debo ser. Este es..."

La puerta al final del pasillo...

[Por mí, por las personas que me necesitan, seré quien quiero ser. Este aun...]

*FSHHH*

La puerta se corrió hacia un lado y frente a ella en el marco de pie estaba él.

Midoriya Izuku.

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[Es mi camino.]

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Nezu estaba ahí sentado, en su oficina mirando al chico que estaba de pie frente a él.












...

Antes que nada, una disculpa por no ser el capitulo que mencione en el anterior. Honestamente las cosas fluyeron para tomar otra forma así que tome una decisión. Como tengo muchas ideas para este momento de descanso de tantos problemas para Izuku. No voy a decir el titulo ni una "Sinopsis" del siguiente capitulo por un tiempo. Quiero que los capítulos sean mas amenos y tomen el transcurso que deben como lo hizo IF en su momento porque—Dato curioso— el arco del segundo volumen de IF donde se continuo la trama de Momo y su "Casamiento" no era algo que digamos tenia muy planeado, simplemente ocurrió.

Quiero otra vez esa sensación, a ver qué ocurre.

Por ahora, gracias por leer a todos los que están y por cierto, encontré a quien podría ser una de las personas precursoras de su servidor. ¿Cómo decirlo? Si no fuera por su fic no me tendrían aquí así que, ¿Por qué no? Échenle un vistazo a "Rescatare tu sonrisa de  x-Flower-x   que me inspiro a Escribir IF y todo lo que vino después.

Sin nada mas que decir, hasta la próxima.

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