¡PROTEGE AL HEROE, HATSUME MEI!
El taller de apoyo estaba en su punto más tranquilo y, a la vez, más lleno de vida.
A pesar de la hora tardía, alrededor de las once de la noche, los sonidos que salían del taller no eran los de una quietud nocturna.
Los martillazos, los zumbidos de los taladros, el chisporroteo ocasional de una soldadura llenaba el espacio, rebotando en las paredes y en los rincones oscuros donde apenas llegaba la luz.
Solo unas pocas lámparas estaban encendidas, proyectando sombras alargadas sobre las herramientas y mesas de trabajo desordenadas, dejando la gran extensión del taller en penumbras. Pero, en un rincón del lugar, la luz más intensa provenía de un escritorio repleto de piezas metálicas, planos y pantallas parpadeantes.
Allí, inclinada sobre su trabajo, estaba Hatsume Mei, inmersa en su propio mundo.
De repente, la puerta del taller se abrió despacio, como si hasta el sonido de la puerta se negara a interrumpir el constante ruido mecánico que llenaba el aire.
El profesor Power Loader se asomó, sus ojos acostumbrándose a la penumbra y buscando la figura que sabía que encontraría allí a pesar de la hora. Con un suspiro leve, entró, cerrando la puerta detrás de él con un leve chasquido que fue rápidamente devorado por los sonidos del taller.
Dio un par de pasos, sus botas resonando sutilmente contra el suelo metálico, mientras dirigía su mirada hacia la joven en el escritorio.
Hatsume ni siquiera se inmutó.
Sus manos, en movimiento constante, trabajaban con precisión en algo que parecía complicadísimo a simple vista, pero que para ella debía ser tan natural como respirar.
El profesor se detuvo unos momentos, mirándola de reojo mientras caminaba lentamente hacia su dirección, sus pensamientos girando en torno a la chica que, una vez más, se encontraba sumergida en su trabajo a una hora en la que ya debería estar descansando.
"¿Cómo sigue aquí a estas horas?" pensó Power Loader, con una mezcla de asombro y resignación.
No era la primera vez, ni sería la última, que encontraba a Hatsume trabajando tarde, tan tarde que la mayoría de los estudiantes ya estarían dormidos. Mei, sin embargo, no conocía límites cuando se trataba de su trabajo. "Siempre ha sido así, desde el primer día que puso un pie en este taller."
Recordaba la primera vez que la vio trabajar.
Aquella chica con una mirada tan entusiasta que casi parecía alocada, tocando cada herramienta, probando cada aparato como si estuviera en su propio mundo, completamente desconectada de todo lo demás. Desde entonces, se dio cuenta de que Hatsume no era una estudiante como las demás. Había algo en su pasión, en su forma de vivir la tecnología, que la hacía diferente.
Mientras otros estudiantes seguían horarios estrictos o se tomaban descansos, ella simplemente seguía, incansable, siempre buscando la perfección en cada pequeño detalle, en cada dispositivo que creaba.
Power Loader llegó a su escritorio, observando de nuevo a Hatsume.
Parecía no estar prestando atención a nada más que no fuera el aparato que tenía frente a ella. Sus ojos se movían rápidamente de una pieza a otra, ajustando aquí y allá, mientras sus dedos ágiles manipulaban pequeñas herramientas con una precisión casi quirúrgica.
"Está completamente sumergida... como siempre," pensó, aunque no había reproche en su tono mental, solo una mezcla de preocupación y admiración. Porque, aunque sabía que Hatsume era una genio en su propio campo, también entendía los peligros de esa obsesión. "Es impresionante... pero también peligroso."
No era solo que ella trabajara hasta el agotamiento, sino que, en su fervor, a menudo parecía olvidar todo lo demás.
Seguridad, descanso, incluso el entorno a su alrededor.
En más de una ocasión, Power Loader había tenido que intervenir cuando Hatsume había trabajado tan intensamente que se olvidaba de comer o de dormir. Se sumergía en sus invenciones de una manera que dejaba poco espacio para cualquier otra cosa en su vida.
"Esta chica... siempre está a un paso de hacer algo increíble o cometer un error por estar tan ensimismada." Sus pensamientos se volvieron más serios. La dedicación y la pasión eran innegablemente buenas, pero cuando alguien era tan joven y desbordante de ideas, corría el riesgo de quemarse demasiado rápido.
Lo había visto antes, estudiantes que brillaban intensamente al principio pero que terminaban agotados por no saber poner límites a su propio entusiasmo.
"A veces, me pregunto si Hatsume siquiera ve el mundo de la misma manera que el resto de nosotros." El profesor observaba cómo ella seguía trabajando sin descanso, su cabello alborotado cayendo en mechones desordenados sobre su frente. "Es como si todo lo que existe para ella fueran las máquinas, los engranajes, los circuitos. Todo lo demás... es secundario."
Y, de alguna manera, lo entendía.
Él mismo había sido un joven apasionado por la tecnología, pasando horas y horas en su propio taller cuando tenía la misma edad que Hatsume. Pero incluso entonces, recordaba que había momentos en los que tenía que forzarse a detenerse, a alejarse, a tomar un respiro. En cambio, Hatsume parecía no tener ese freno.
No tenía una "pausa" en su mente. Era todo o nada.
"Pero eso también es lo que la hace especial..." pensó Power Loader mientras su mirada se suavizaba. "Ella tiene una capacidad que pocos estudiantes tienen, una visión que pocos pueden entender. En sus manos, la tecnología se convierte en algo vivo, algo que respira con su propia alma." Lo que para otros sería un trabajo agotador y rutinario, para Hatsume era pura creatividad, pura invención.
Cada proyecto que tocaba, cada aparato que mejoraba, lo hacía con la convicción de que podía ser la clave para algo revolucionario.
El profesor se cruzó de brazos, inclinándose ligeramente hacia adelante mientras observaba el aparato que Hatsume estaba construyendo en ese momento. "¿Qué estará planeando ahora?" se preguntó, aunque sabía que la respuesta podía ser cualquier cosa.
Con Hatsume, siempre había algo nuevo, algo inesperado. Tal vez estaba trabajando en una mejora para los trajes de los estudiantes, o tal vez era una nueva herramienta para el equipo de apoyo. Fuera lo que fuera, sabía que sería brillante... y probablemente un poco loco. Pero eso era parte de la genialidad de Mei Hatsume.
Finalmente, Power Loader dio un paso hacia ella, rompiendo el silencio que había mantenido mientras observaba.
—Hatsume —dijo, su voz profunda resonando en el taller, aunque sabía que probablemente ella ni siquiera lo había escuchado. Su mente estaba demasiado concentrada en el trabajo.
El profesor soltó un suspiro.
"Esto puede continuar toda la noche..." pensó mientras se acercaba un poco más, decidido a, al menos, asegurarse de que Mei se tomara un descanso pronto. Sabía que pedirle que dejara de trabajar era inútil, pero tal vez podría convencerla de parar, aunque fuera solo por un momento.
Cuando Power Loader se acercaba a Mei, dispuesto a llamarle la atención o, al menos, intentar sacarla de su concentración por un breve momento, sus ojos captaron algo inusual.
Al principio fue solo una mirada rápida hacia las pantallas en su escritorio, algo que siempre hacía por reflejo, pero lo que vio lo detuvo en seco.
Cuatro pantallas encendidas, parpadeando con distintas imágenes, gráficos y videos.
Era habitual ver a Mei trabajando con múltiples dispositivos, pero esta vez, algo era distinto. En tres de las cuatro pantallas, las imágenes estaban centradas en una sola persona.
En la primera pantalla, un video se repetía una y otra vez, mostrando un breve clip de unos diez segundos.
Power Loader frunció el ceño y se inclinó un poco más para observar mejor.
El video, aunque borroso por la lluvia y el fuego, era inconfundible. Era uno de esos videos filtrados de la batalla de Osaka, uno que había circulado por todo internet.
El chico en el centro de la imagen, cubierto de hollín y sangre, con el fuego rugiendo a su alrededor, no era otro que Izuku Midoriya. Avanzaba imparable entre las llamas, empapado por la lluvia, con una determinación que casi podía sentirse a través de la pantalla.
"¿Qué está haciendo Mei con esto?" pensó Power Loader, su sorpresa creciendo.
Mei no era del tipo que se interesara en los detalles de una batalla por simple curiosidad. Si estaba observando algo así, debía tener una razón concreta, una que seguramente estaba relacionada con su trabajo.
Desvió su mirada hacia la segunda pantalla.
Esta mostraba lo que parecían ser registros médicos.
Power Loader entrecerró los ojos y rápidamente captó la esencia de lo que estaba viendo. El nombre en la parte superior del documento lo confirmaba: Izuku Midoriya. "¿Registros médicos? ¿Qué está haciendo con eso?" se preguntó, más perplejo aún. Mei siempre había sido detallista, pero esto era otro nivel de profundidad.
Y luego, sus ojos se posaron en la tercera pantalla.
Allí estaba el núcleo de todo, el centro de la obsesión que parecía consumir a Mei en ese momento. Un programa abierto mostraba los planos detallados de un traje, pero no cualquier traje. "Esto..." Power Loader reconoció de inmediato la forma, las líneas, las configuraciones.
Era un traje para Midoriya, pero no era simplemente una versión más de su antiguo traje. No, este era algo mucho más avanzado, más minuciosamente diseñado que cualquier cosa que Mei hubiera construido antes.
Cada pequeño detalle, cada componente, parecía haber sido pensado hasta el más mínimo nivel.
Las capas de refuerzo, los sistemas de amortiguación, los mecanismos de protección... todo estaba calculado con una precisión milimétrica.
Power Loader, un hombre que había pasado gran parte de su vida diseñando y construyendo equipos, no podía evitar sentir una mezcla de asombro y respeto. Incluso para él, alguien que había visto infinidad de proyectos a lo largo de los años, esto era impresionante.
"¿Cómo es posible que haya llegado a este nivel de detalle?" pensó, observando cómo los planos se desplegaban en la pantalla.
Mei siempre había sido brillante, pero lo que estaba viendo superaba todo lo que había esperado de ella. Esto no era solo el trabajo de una alumna dedicada; esto era el resultado de una obsesión absoluta. "Ha estado trabajando en esto sin parar, ¿verdad? No me extraña que esté aquí a estas horas. No ha dejado de perfeccionarlo..."
El profesor se quedó de pie, inmóvil, tratando de procesar lo que estaba viendo.
Las piezas encajaban lentamente en su mente. Mei no estaba simplemente creando un nuevo traje para Midoriya. Estaba intentando resolver un rompecabezas. Los videos, los registros médicos, los planos... todo estaba conectado.
Ella estaba creando algo que no solo protegiera a Midoriya, sino que fuera capaz de apoyarlo.
"Claro... tiene sentido," pensó Power Loader, sintiendo cómo la admiración por su alumna crecía.
Mei sabía que Izuku era diferente.
Sabía que sus poderes, su peculiaridad, lo ponían en riesgo constante, y ella, en su afán por mejorar su equipo, estaba buscando una manera de asegurarse de que él pudiera seguir luchando sin poner en peligro su propio cuerpo. "Este traje no es solo una herramienta... es una armadura. Una armadura diseñada específicamente para soportar ese poder de Midoriya."
Power Loader se cruzó de brazos, observando más de cerca el diseño del traje en la pantalla.
Había notado algunos detalles que lo habían sorprendido al principio, pero ahora que entendía el contexto, todo encajaba.
Mei había incorporado sistemas de soporte muscular, amortiguadores en puntos clave, y una serie de refuerzos que claramente estaban destinados a distribuir y absorber el impacto del poder descomunal de Izuku. Incluso había añadido componentes que parecían estar diseñados para ayudarle a controlar mejor sus movimientos, tal vez intentando evitar las lesiones que él solía sufrir cada vez que superaba los límites de su poder.
"Ella ha pensado en todo," se dio cuenta, sacudiendo ligeramente la cabeza. "Incluso ha analizado sus heridas pasadas, sus puntos débiles... está creando algo que le permita luchar sin romperse a sí mismo..." Power Loader se detuvo "No, incluso si se rompe a si mismo."
El profesor soltó un suspiro, entre admiración y preocupación.
"Pero esto también puede ser peligroso. Si ella está tan enfocada en este proyecto, puede que esté pasando por alto algunas cosas. Este nivel de obsesión... puede llevarla a cometer errores." Sabía bien cómo era Mei cuando se enfrascaba en algo, cómo todo lo demás desaparecía para ella, como si no existiera otro mundo fuera de sus invenciones. "Si algo sale mal... podría poner en peligro no solo a Midoriya, sino a ella misma. Está tan concentrada que ni siquiera se da cuenta de que se está exigiendo demasiado."
Finalmente, Power Loader rompió el silencio que había llenado el taller, su voz resonando por encima del sonido constante de las herramientas.
—Hatsume... —llamó, con la esperanza de sacarla de su trance de trabajo.
Justo cuando Power Loader abrió la boca para llamar a Mei una vez más, sus palabras quedaron atrapadas en su garganta al escucharla murmurar.
Su voz era suave, casi inaudible, pero en la quietud de esa esquina del taller, él podía captar cada palabra.
Mei hablaba para sí misma, completamente absorta en su trabajo, como si estuviera en un mundo propio. El profesor observaba, fascinado y un poco inquieto, mientras ella continuaba detallando en voz baja lo que estaba haciendo.
—Refuerzo en las extremidades... evitaré que sus huesos estallen por la fuerza, —decía Mei, sin levantar la mirada de los planos en la pantalla. Sus manos se movían con una precisión quirúrgica entre las herramientas y las piezas que tenía sobre la mesa. —El soporte en las piernas... necesita mayor resistencia, especialmente si va a seguir usando esos saltos explosivos... pero los brazos... los brazos son clave. No puede permitirse más fracturas.
Power Loader entrecerró los ojos, acercándose un poco más sin hacer ruido. "¿Está realmente pensando en todo esto?" pensó, sorprendido por la profundidad de su análisis. "No solo está preocupada por su traje... está pensando en la integridad física de Midoriya. Como si lo conociera desde siempre."
Mei continuó murmurando, hablando como si estuviera discutiendo con los materiales frente a ella, ajustando las piezas en su mente antes de implementarlas.
—Los músculos se desgarran fácilmente con tanta tensión... pero si refuerzo los tejidos artificiales aquí... y aquí, —apuntó con el dedo a un esquema detallado del traje en la pantalla—, debería reducir el riesgo. Aunque... no es suficiente. Necesito algo más para estabilizarlo. Quizás... quizás pueda usar un sistema de amortiguación en la columna, algo que alivie la presión de su torso cuando usa su máxima fuerza.
"Amortiguación en la columna," pensó Power Loader, asombrado. "Está diseñando esto como si estuviera construyendo una máquina viva. No solo está preocupada por protegerlo, sino por mejorar sus capacidades físicas, haciéndolo más fuerte, más resistente. Esto va mucho más allá de lo que cualquiera hubiera esperado."
La admiración del profesor crecía con cada palabra que escuchaba, pero también aumentaba su preocupación. "Esta chica está al límite... está trabajando demasiado. Pero al mismo tiempo..." No podía negar el nivel de genialidad que estaba presenciando.
Mei estaba haciendo algo que él mismo no había considerado posible. "Es brillante, pero esto también puede ser peligroso. Está poniendo todo en este proyecto. ¿Cuánto tiempo lleva trabajando sin descanso? ¿Y qué va a pasar si algo sale mal?"
Mei seguía hablando, su voz en un tono más alto ahora, claramente emocionada por sus propios descubrimientos.
—Si añado soporte en los músculos principales y refuerzo las conexiones nerviosas con estos microcircuitos, debería poder soportar un mayor uso de su poder sin dañarse. Pero... ¿cómo hago para que los brazos no sufran tanto? Ah, claro...
Se interrumpió a sí misma y empezó a teclear en su computadora. Power Loader observaba cómo los planos del traje cambiaban en la pantalla, mientras Mei ajustaba algunos de los refuerzos en los brazos y las piernas.
—Necesito mejorar el sistema de amortiguación aquí... y aquí... sí, eso debería ayudar. Pero... —Mei se detuvo un segundo, frunciendo el ceño—. No puedo olvidarme de la velocidad. Si pierde movilidad, todo este diseño será inútil. Tiene que ser rápido, pero resistente. Tiene que poder moverse como lo hace siempre, pero sin romperse en el proceso.
Power Loader estaba boquiabierto. Cada palabra que salía de la boca de Mei demostraba lo lejos que había llegado en su entendimiento de cómo funcionaba el cuerpo de Izuku. "¿Cómo llegó a conocer tanto sobre su forma de pelear? ¿Cuánto tiempo de grabaciones ha visto? Ni siquiera los héroes profesionales piensan en estos detalles cuando diseñan sus trajes."
—Y los brazos... los brazos necesitan estar más protegidos. No es solo cuestión de fuerza, es cuestión de control. Si puedo mantener el equilibrio entre sus movimientos y la fuerza que emite... pero necesitaré materiales más ligeros para no comprometer su velocidad... —Mei murmuraba rápidamente, casi sin detenerse para respirar.
Power Loader sintió que el tiempo se congelaba mientras la escuchaba.
—Las piernas... —Mei seguía—, debo asegurarme de que puedan soportar las ráfagas cuando use su quirk a máxima potencia. No puede fracturarse las tibias de nuevo... esta vez, el refuerzo será más liviano, pero más flexible. Así, podrá moverse sin restricciones, y si se rompe algo... bueno, será fácil repararlo en el campo de batalla.
Power Loader no pudo evitar soltar una breve risa ahogada. "Siempre pensando en las soluciones prácticas, incluso en el peor de los casos."
Finalmente, Mei levantó un brazo para tomar una herramienta, su rostro iluminado por la luz de las pantallas mientras seguía ajustando pequeñas piezas en su creación. No había notado la presencia de Power Loader, y este decidió no interrumpirla más, no ahora.
Mei, en su mundo, ni siquiera parpadeó. Solo continuó hablando para sí misma, ajustando cada minúsculo detalle.
—Midoriya... si lo haces bien, esta vez no tendrás que preocuparte por romperte. —murmuró, y Power Loader notó un leve toque de emoción en su voz—. Te protegeré de ti mismo... y haré que seas aún más fuerte.
Cuando Power Loader escucho esto, simplemente se detuvo. Mei extendió su mano y del escritorio algo cayo. Se dio la vuelta y entonces encontró su mirada con su profesor.
Ambos se miraron cara a cara.
[...]
El ambiente en el salón de clases era típico de un primer día de escuela.
Los estudiantes murmuraban entre ellos, emocionados por el inicio del curso de apoyo, mientras el profesor Power Loader caminaba al frente del aula, dando su presentación introductoria sobre los fundamentos del diseño de trajes para héroes.
Las palabras del profesor resonaban en el fondo, pero una alumna en particular no parecía estar prestando ni la más mínima atención.
Mei Hatsume estaba en su propio mundo.
Sentada en su escritorio, con la cabeza ligeramente inclinada y sus ojos fijos en su cuaderno, Mei dibujaba con una energía frenética.
Cada línea que trazaba parecía llevarla más lejos de la realidad que la rodeaba, su mente completamente absorbida por algún nuevo diseño que solo ella entendía.
Los murmullos de los estudiantes a su alrededor pronto se transformaron en cuchicheos, dirigidos hacia la chica nueva que, al parecer, no tenía ni idea de que estaba en clase.
Power Loader, mientras continuaba su presentación, se dio cuenta de la falta de atención de Mei. En lugar de ver ojos brillantes y atentos, sus ojos detectaron la completa indiferencia de su alumna más peculiar.
"No puede ser," pensó el profesor, frunciendo el ceño. "El primer día de clases, y ya está completamente distraída..." Los murmullos de los estudiantes lo confirmaron.
—¿Qué le pasa a esa chica? —susurraba uno de los alumnos.
—¿Está dibujando? ¿En serio? ¿En la primera clase? —decía otro, con incredulidad.
Power Loader, sintiéndose levemente molesto, aclaró la garganta y trató de captar la atención de Mei de una manera más sutil.
—Hatsume-san... —llamó el profesor, con una voz firme pero calmada. Ninguna respuesta.
Mei siguió inmersa en su cuaderno, completamente ajena al hecho de que todos los ojos ahora estaban sobre ella. Power Loader trató nuevamente, esta vez con un tono más elevado.
—¡Hatsume-san! —llamó de nuevo, pero Mei solo movió una mano para pasar a otra página de su cuaderno, sin levantar la vista.
Los murmullos entre los estudiantes aumentaron.
Un par de risitas se escucharon desde el fondo del aula, mientras otros observaban con curiosidad el intercambio.
Power Loader, al borde de perder la paciencia, dio un paso adelante, casi llamándola por tercera vez cuando finalmente Mei levantó la vista, sus ojos llenos de sorpresa como si acabara de darse cuenta de que no estaba sola en la habitación.
—Oh, ¿sí? —preguntó Mei, con una sonrisa despreocupada—. ¿Dijiste algo?
Power Loader parpadeó, claramente desconcertado por la falta de seriedad de Mei. "No me lo puedo creer..." pensó, algo ofendido por la falta de atención en su clase. "Esta chica no tiene remedio."
—Hatsume-san, —dijo Power Loader, conteniendo su frustración—, es el primer día de clases. Sería bueno que prestaras atención. ¿Sabes de qué estamos hablando?
Mei inclinó la cabeza, y sin perder un segundo, respondió con un tono tan cínico como desinteresado.
—No, ni idea, —dijo sin remordimiento alguno, volviendo la vista hacia su cuaderno, como si la conversación no tuviera más importancia para ella.
Un par de estudiantes se ahogaron en sus risas, mientras Power Loader abría los ojos con sorpresa. "¿Acaba de...?" pensó, sin poder creerlo. "¿Acaba de admitir que no estaba prestando atención y no le importa?"
—Eso no es muy educado de tu parte, Hatsume-san, —replicó el profesor, tratando de recuperar el control de la situación.
Pero Mei, completamente inmutable, alzó los hombros.
—Bueno, tampoco es muy educado hacer que los estudiantes pierdan el tiempo con presentaciones pretenciosas y tontas, ¿no crees? —respondió con una sonrisa inocente, como si acabara de hacer la observación más obvia del mundo.
El aula quedó en silencio.
Algunos estudiantes contenían la respiración, incapaces de creer lo que estaban escuchando. Power Loader, por su parte, sentía una mezcla de irritación y... curiosidad.
—¿Ah, sí? —respondió Power Loader, visiblemente molesto—. ¿Y en qué piensas que deberíamos estar gastando el tiempo, entonces?
Mei, sin levantar la vista de su cuaderno, continuó garabateando, como si la respuesta fuera tan evidente que no necesitaba siquiera reflexionar sobre ella.
—En construir cosas. Diseñar más cosas, —respondió—. ¿No estamos aquí para eso? Mejor usar el tiempo en algo útil.
Power Loader entrecerró los ojos, evaluando las palabras de Mei, y entonces su mirada cayó en el cuaderno sobre el que ella estaba inclinada.
Algo en los dibujos captó su atención. Desde donde estaba, podía ver que Mei no estaba simplemente perdiendo el tiempo; estaba inmersa en el diseño de algo, con detalles tan minuciosos que incluso él, con toda su experiencia, no podía evitar sentirse impresionado.
"¿Qué demonios está dibujando?" pensó Power Loader, acercándose un poco más para observar de reojo. Los bocetos no eran los típicos de un estudiante nuevo. Eran complejos, con líneas que detallaban mecanismos avanzados, diagramas de flujo de energía y posibles rutas de cables y conductores.
—Hatsume-san, —dijo, esta vez con un tono más indulgente—, si quieres una clase de verdad, entonces dime algo. ¿Cómo evitarías las corrientes inducidas en un transformador?"
Mei, sin apartar la vista de su cuaderno, respondió de inmediato.
—Sencillo, —dijo, mientras giraba el lápiz entre sus dedos con destreza—. Primero, usaría un núcleo de hierro laminado para reducir las pérdidas por corrientes de Foucault. Y si el transformador fuera para un dispositivo de alta potencia, incluiría un sistema de enfriamiento por aceite o por aire para evitar el sobrecalentamiento.
Power Loader no dijo nada por un momento, simplemente la observaba.
Mei seguía dibujando, completamente absorta en su trabajo, como si no hubiera notado que acababa de recitar una solución que la mayoría de los estudiantes no podría explicar sin un par de semanas de estudio.
"Ah" pensó Power Loader.
Sin embargo, en lugar de elogiarla, el profesor simplemente cruzó los brazos y asintió.
Power Loader cruzó los brazos y se inclinó levemente hacia adelante, intentando mantener su postura autoritaria frente a la clase. "No puede ser tan fácil," pensaba mientras Mei respondía con soltura a su pregunta anterior.
Sentía cómo se le escapaba el control de la situación poco a poco, y eso lo incomodaba. Era su clase, su terreno, y ahora esta chica nueva estaba transformando lo que debía ser una introducción básica en un juego de ping-pong técnico.
No le gustaba.
Los murmullos entre los estudiantes tampoco ayudaban.
Se escuchaba alguna que otra risa discreta desde el fondo del aula, como si estuvieran presenciando algo que jamás esperaban ver en una clase del taller. Power Loader no estaba acostumbrado a perder el control, mucho menos en el primer día.
Sin embargo, se resistía a dejar que Mei lo derrotara tan fácilmente.
Con un leve carraspeo, decidió que tenía que probar su resistencia. Su estrategia sería lanzar preguntas técnicas cada vez más complejas, no porque quisiera instruir, sino para recuperar terreno.
Tenía que arrinconarla.
—Bien, Hatsume-san, —dijo con un tono que intentaba sonar tranquilo, aunque había una ligera nota de desafío en su voz—. Dime entonces, ¿cómo cuantificarías la resistencia de los materiales? ¿Cómo sabes cuánto puede soportar antes de deformarse?
Mei, sin siquiera levantar la vista del cuaderno en el que seguía garabateando algo, respondió con una velocidad que casi lo hizo tropezar internamente:
—Depende del material, pero si hablamos de metales, podrías usar la prueba de tracción para medir la resistencia a la deformación plástica. Además, puedes considerar el límite elástico para saber cuándo va a dejar de ser elástico y empezar a deformarse permanentemente.
Power Loader sintió que la respuesta lo golpeaba como una ola de agua fría.
"¡¿Eso es todo?! ¡¿Eso es lo mejor que tengo?!" pensó, mientras trataba de no perder la compostura. Aun así, no pudo evitar tragar saliva.
Y como si la situación no fuera lo suficientemente humillante, Mei añadió, sin inmutarse:
—Ah, y claro, también puedes evaluar la resistencia a la fatiga si quieres saber cómo se comportará bajo cargas cíclicas. No querrás que un traje se rompa después de solo un par de misiones, ¿verdad?
Power Loader mantuvo la calma.
O al menos, intentó hacerlo. Su mandíbula se tensó apenas perceptiblemente. "Esta chica no se calla... y lo peor es que todo lo que dice tiene sentido." Sabía que no podía mostrarse vulnerable frente a la clase, así que se enderezó y trató de mantener el control.
Sus brazos se cruzaron con más firmeza, como si eso fuera a reforzar su autoridad en la situación.
—Vaya... lo admito, eso estuvo bien, —dijo finalmente, forzando una sonrisa que era más resignación que orgullo.
Mei, sin despegar los ojos del cuaderno, simplemente murmuró un "lo sé" mientras seguía dibujando.
Power Loader comenzó a sentir un leve tic en el ojo.
La indiferencia de Mei le sacaba de quicio, pero no iba a rendirse tan fácilmente. Necesitaba subir la apuesta.
—A ver, te hago otra pregunta, —continuó, con un leve brillo de desafío en los ojos—. ¿Cómo crees que el flujo dentro de un tubo depende de su diámetro?
Esta vez, Mei alzó un poco más la vista, como si la pregunta comenzara a despertar un poco más de interés. El brillo en sus ojos indicaba que ahora la conversación tenía su atención, aunque probablemente no de la manera que Power Loader esperaba.
—Oh, eso es fácil, —dijo con una ligera sonrisa—. El flujo dentro de un tubo depende del diámetro al cuadrado si es un flujo laminar, pero en realidad, si quieres ser más preciso, depende del radio a la cuarta potencia. Así que, si doblas el diámetro del tubo, el flujo se multiplica por dieciséis.
Mei levantó la vista completamente y añadió con una sonrisa, esta vez provocando más risitas entre los estudiantes:
—¿Algo más?
Power Loader sintió un pequeño temblor de incredulidad recorrer su cuerpo.
"¿Algo más? ¿¡Me está tomando el pelo!?" Había planeado humillar un poco a la chica, o al menos recordarle que había cosas que aún debía aprender, pero la situación estaba completamente fuera de control.
Tomó una bocanada de aire más profunda. "Está bien, Hatsume. Si esto es lo que quieres, lo tendrás."
—Bien, Hatsume-san, —dijo, intentando que no se notara la frustración en su voz—, si te gustan los desafíos, ¿qué tal esta? ¿Cómo afecta la relación de Poisson a la deformación volumétrica de un material bajo carga axial?
Había un murmullo de confusión en el aula.
Varios estudiantes fruncieron el ceño y uno que otro se rascó la cabeza, como si Power Loader hubiera hablado en otro idioma. Pero Mei, nuevamente, no parecía afectada por la complejidad de la pregunta.
De hecho, su expresión se suavizó como si realmente estuviera disfrutando la conversación.
—Ah, claro, —respondió con más entusiasmo que antes—. La relación de Poisson es la razón entre la deformación lateral y la deformación axial. Si aumentas la relación, el material se deforma más en las direcciones laterales cuando lo comprimes axialmente. Depende del material, profesor. Un caucho tiene una relación cercana a 0.5, mientras que en el acero está alrededor de 0.3.
Power Loader apretó los labios, intentando mantener la compostura.
"Por supuesto que sabe eso." Respiró hondo, pero ya no podía disimular su sorpresa.
Mei se inclinó hacia adelante, finalmente apartando el cuaderno y mostrando una sonrisa confiada, como si estuviera invitando a que el juego continuara.
—Bueno, Hatsume-san, —dijo Power Loader, ahora más serio pero con una chispa de desafío en su voz—, si realmente quieres una clase de verdad, ¿qué te parece si me dices cómo optimizarías el diseño de un mecanismo con un punto de falla controlado?
Mei se encogió de hombros, como si la pregunta no fuera gran cosa.
—Depende del mecanismo, —dijo con naturalidad—. Pero si lo que quieres es un punto de falla controlado, podrías diseñar un fusible mecánico. El truco es hacerlo de un material que falle antes que el resto del sistema para protegerlo. ¿Eso es todo?
Hubo un momento de silencio en el aula.
Esta vez, incluso los estudiantes que se habían distraído estaban atentos. Power Loader, sin poder evitarlo, soltó una carcajada que resonó por toda la sala.
—¡De acuerdo, Hatsume-san, lo admito! Eres buena. Muy buena.
Mei, con la misma tranquilidad de antes, simplemente respondió con un simple:
—Lo sé.
El profesor finalmente comprendió que la lucha estaba perdida. Y lo peor de todo: la disfrutaba.
Y entonces....
—————Primer semana—————
Power Loader observaba desde su escritorio mientras Mei colocaba con entusiasmo los toques finales a su último invento.
Se veía increíblemente complejo, lleno de cables que parecían ir en todas direcciones y con una carcasa metálica que vibraba levemente. Mei se frotaba las manos, casi temblando de emoción.
—¿Qué es eso, Hatsume-san? —preguntó Power Loader, alzando una ceja.
—¡Un potenciador de velocidad para los trajes de héroe! —exclamó ella, ajustando una última tuerca—. Solo tienes que ponértelo en la espalda y, ¡boom!, puedes correr a velocidades increíbles.
Power Loader, ya acostumbrado a las extravagancias de Mei, se cruzó de brazos.
—Ajá... ¿Y lo has probado?
Mei sonrió, como si esa fuera una pregunta ridícula.
—¡Por supuesto que no! No quiero estropear la sorpresa.
En ese momento, el dispositivo comenzó a vibrar más intensamente, emitiendo un zumbido agudo que hizo que Power Loader frunciera el ceño.
—Hatsume-san... eso no parece estable...
Antes de que pudiera terminar la frase, el potenciador explotó en una nube de humo y chispas, lanzando a Mei hacia atrás, mientras varios tornillos salían volando en todas direcciones.
Power Loader observó el desastre, su expresión completamente plana, y luego suspiró con resignación.
—Eso es... precisamente lo que esperaba que pasara.
—————Segunda semana—————
—¡Listo! Esta vez no puede fallar —dijo Mei, mientras conectaba una serie de cables al suelo del taller.
Power Loader se asomó desde el otro lado de la habitación, con el ceño fruncido.
—¿Qué estás haciendo ahora, Hatsume-san?
Mei señaló con orgullo un extraño artilugio en forma de casco, que estaba conectado a una serie de baterías y generadores.
—¡Es un amplificador de percepción! Te lo pones, y puedes ver en 360 grados al mismo tiempo.
Power Loader se acercó, mirando el casco con cautela.
—¿Estás segura de que esto es... seguro?
—¡Totalmente!" —respondió Mei con una sonrisa confiada—. Ya revisé todo dos veces... o una vez, no importa. ¡Confía en mí!
Power Loader, sin convencerse del todo, decidió mantenerse a una distancia segura mientras Mei se colocaba el casco. Lo ajustó cuidadosamente, sonrió hacia el profesor y...
—¡Funciona! ¡Puedo ver todo a la vez! Es como tener ojos en la nuca.
Justo en ese momento, el casco comenzó a emitir una serie de chispas y un humo espeso. Mei se tambaleó, sacudiendo la cabeza mientras el casco chisporroteaba.
—¡Oh, no! ¡No puedo... apagarlo! ¡Veo... DEMASIADO! —gritó, moviéndose en todas direcciones como si no pudiera coordinarse.
Power Loader, con un suspiro profundo y las manos en las caderas, sacudió la cabeza.
—Sabía que esto iba a pasar... pero siempre queda la esperanza de que no.
—————Tercer semana—————
El taller estaba más bullicioso de lo normal. Mei estaba ajustando lo que parecía ser un gigantesco cañón de mano mientras Power Loader la observaba con los brazos cruzados. Esta vez, su expresión ya no era de cautela, sino de pura resignación.
—¿Puedo preguntar qué es eso, Hatsume-san? —inquirió con tono cansado.
—¡Un lanzacohetes manual para héroes de rescate! ¡Puede disparar cuerdas de acero a largas distancias para crear puentes improvisados!
Power Loader miró el enorme aparato que Mei sostenía. Parecía más apropiado para una película de ciencia ficción que para un dispositivo de rescate.
—¿Y cómo... lo pruebas?
Mei se encogió de hombros.
—¡Aún no lo he probado! Pero este cañón está cargado con... ¡fuego!
Power Loader frunció el ceño al oír la palabra "fuego", pero antes de que pudiera reaccionar, Mei presionó el gatillo. El cañón soltó un tremendo estallido, pero en lugar de disparar una cuerda de acero, una llamarada se expandió por el taller.
Power Loader apenas tuvo tiempo de tirarse al suelo mientras el fuego cruzaba el aire, dejando un olor a quemado por todo el lugar.
—¡Hatsume! —gritó Power Loader desde el suelo, cubierto de polvo—. ¡¿En qué estabas pensando?!
Mei, de pie entre las ruinas de su invención, sacudió la cabeza con una sonrisa inocente.
—¿Ups? Creo que puse las municiones equivocadas.
Power Loader levantó las manos al cielo, como pidiendo paciencia divina.
—¡¿Cómo es que todo lo que haces termina explotando?!
—————Cuarta semana.—————
Power Loader había tomado precauciones. Tenía un extintor en la mano, un casco en la cabeza y había evacuado a los estudiantes del taller. Mei estaba trabajando en su nueva invención, algo que describió vagamente como "una solución definitiva para todo".
El profesor, con los ojos entornados, observaba con escepticismo cómo Mei hacía los ajustes finales. Después de meses de desastres, había aprendido a esperar lo peor.
—Bien, —dijo Power Loader, su tono plano y cansado—, ¿cuál es la 'solución definitiva para todo' esta vez?
Mei, con una sonrisa entusiasta, mostró lo que parecía ser una pequeña caja metálica.
—¡Un dispositivo que estabiliza cualquier campo electromagnético! ¡Es súper útil para héroes que usan energía en sus trajes! ¡Nada puede salir mal!
Power Loader no tenía la menor esperanza, pero asintió con la cabeza, resignado.
—Claro... claro. ¿Por qué no? Adelante.
Mei presionó un botón en la caja, y para sorpresa de Power Loader, no explotó. Durante tres segundos, todo estuvo en silencio.
El profesor pensó que quizá, solo quizá, esta vez había funcionado.
Pero entonces, un fuerte zumbido llenó la habitación, seguido de una explosión de chispas. La pequeña caja comenzó a flotar en el aire, lanzando rayos en todas direcciones como si estuviera fuera de control.
Power Loader corrió hacia el extintor y lo disparó sin pensarlo dos veces. El dispositivo cayó al suelo, humeante, mientras Mei lo miraba con una sonrisa incómoda.
—Mmm... creo que aún necesito ajustar algunos parámetros."
Power Loader miró el desastre que había causado.
—Hatsume, cada vez me superas. No sé cómo lo haces... pero siempre es peor que la vez anterior.
El aparato se movió y Power Loader volvió a disparar con el extintor.
—Enserio, ¿Cómo?
—————Primer semana... poco después—————
Power Loader observaba desde la puerta del taller mientras Mei, cubierta aún de hollín, limpiaba los restos de su invento.
No había quejas, ni siquiera frustración visible en su rostro. Solo una sonrisa tenue y una mirada fija en las piezas dispersas por el suelo. Con herramientas en mano, comenzó a desmontar lo poco que había quedado intacto, tomando notas en su cuaderno con la misma energía que tenía antes del desastre.
[No se detiene... ni siquiera cuando todo sale mal.]
Power Loader sabía que la mayoría de los estudiantes habrían colapsado tras semejante fallo. Muchos habrían abandonado el proyecto, al menos por ese día.
Pero Mei no.
Ella volvía a las piezas rotas, a los cables quemados, como si el fracaso no fuera más que un paso pequeño hacia el siguiente intento.
[Siempre vuelve a empezar... sin mirar atrás, sin detenerse a lamentar lo que falló. Es una determinación que no se enseña... se tiene o no se tiene.]
El profesor se quedó en silencio, observándola mientras ella ajustaba las últimas tuercas de lo que pronto sería una nueva versión del potenciador. El mismo brillo en sus ojos, la misma pasión en su forma de trabajar.
[¿Cuántas veces se puede caer una persona... antes de que deje de intentarlo?]
—————Segundo Semana... poco después—————
Mei estaba sentada en el banco de trabajo, su cabello aún algo revuelto por la electricidad estática del casco que había creado.
Con una expresión serena, casi tranquila, abrió su cuaderno y comenzó a escribir frenéticamente. Bocetos, fórmulas y notas llenaban las páginas con una velocidad asombrosa.
[La mayoría habría arrojado ese casco a la basura... pero ella está buscando cómo mejorarlo.]
Power Loader estaba a unos metros de distancia, observando en silencio. Aún podía sentir el ligero olor a quemado en el aire, pero Mei parecía no notarlo. En lugar de sentirse abatida, parecía más centrada, más decidida que nunca.
[Ella no se detiene en lo que salió mal. Siempre está buscando lo que puede hacer mejor la próxima vez. Es una forma de ver el mundo que... no muchos pueden entender. No muchos tienen el coraje para vivir.]
Miraba el casco medio desarmado sobre la mesa, sus cables expuestos y la cubierta ligeramente quemada. Pero donde otros veían un fracaso, Mei veía una oportunidad. Sus manos no temblaban; sus ojos no vacilaban.
[Es increíble lo que puede hacer la fe en uno mismo. Cuando todo está en ruinas, ella sigue adelante... sin dudarlo.]
—————Tercera Semana...poco después—————
Los escombros de lo que alguna vez fue un lanzador de cuerdas yacían en el taller. Mei, sin embargo, no había perdido tiempo en quejarse o lamentarse. Estaba en su escritorio, dibujando frenéticamente una nueva versión del diseño.
Tenía manchas de polvo y quemaduras en su ropa, pero su rostro reflejaba una intensidad serena.
[Este taller debería ser un recordatorio constante de lo que no funciona. Pero para Mei... es solo un lugar donde lo que no ha funcionado "todavía" puede volverse lo que funcione.]
Power Loader se encontraba en la entrada, sin hacer ruido, observándola con detenimiento. Sabía que los fallos constantes podían destrozar la moral de cualquiera, pero Mei... Mei seguía.
Y lo hacía con la misma sonrisa con la que empezaba cada nuevo proyecto, como si nada hubiese salido mal.
[A veces me pregunto si está loca... o si es simplemente más fuerte de lo que los demás imaginan. Esa capacidad de no rendirse... es algo que siempre me ha impresionado en ella.]
Veía las notas que tomaba, las fórmulas que corregía, y la concentración absoluta en sus movimientos. No había espacio para el fracaso en la mente de Mei. Solo espacio para intentarlo de nuevo.
[Cada vez que algo explota... no la hace retroceder, no la hace dudar. No entiende la palabra 'rendir'. Para ella, solo es cuestión de tiempo hasta que lo haga funcionar.]
—————Cuarta Semana... poco después—————
El dispositivo aún humeaba en el suelo, y Mei, en lugar de detenerse o lamentarse, ya estaba al pie de su mesa de trabajo, preparando una nueva versión. Sus ojos brillaban bajo la luz del taller, mientras bocetaba en su cuaderno, ajustando medidas, corrigiendo errores. A su lado, un par de herramientas estaban listas para el próximo intento.
[Se ha acostumbrado al fracaso... de una manera que otros nunca lo harían. Pero no lo acepta como final, sino como parte del proceso.]
Power Loader observaba desde una esquina, apoyado contra la pared, con el extintor aún en las manos. Sabía que el ciclo se repetiría: nuevo diseño, nuevo intento, nueva explosión, quizá. Pero lo que lo impresionaba no era el fallo en sí, sino la capacidad de Mei para enfrentarlo una y otra vez, sin que su espíritu pareciera siquiera desgastarse.
[No hay frustración en su mirada... ni una sombra de duda. Sigue creyendo que va a lograrlo, sin importar cuántas veces tenga que empezar de nuevo. Esa es su verdadera fuerza.]
El profesor se enderezó, dejando el extintor en el suelo, mientras Mei seguía trabajando. El taller estaba lleno de los sonidos familiares de las herramientas, del lápiz arañando el papel, y del zumbido suave de las máquinas.
[Esa es la parte que no ves cuando te ríes de sus invenciones fallidas... no ves lo que hay detrás de cada explosión, de cada error. No ves el corazón que sigue creyendo... que siempre encontrará una solución.]
En cada uno de esos momentos, Power Loader no podía evitar sentirse asombrado. Porque mientras las explosiones eran el resultado visible, lo que realmente se destacaba era algo que nadie más en la clase parecía notar:
Mei no tenía miedo al error.
No tenía miedo a volver a empezar, una y otra vez. Y esa resiliencia, esa voluntad inquebrantable, era lo que hacía de Hatsume Mei alguien extraordinaria.
[Yo...]
Power Loader caminaba por el taller al final del día, las luces tenues proyectando sombras sobre las innumerables mesas llenas de herramientas, cables, y lo que quedaba de varios experimentos fallidos.
El aire olía a aceite quemado y metal, una mezcla que ya se le hacía familiar. Y ahí, entre el caos de piezas dispersas y humo negro, estaba Mei.
Cubierta de hollín, con manchas de aceite sobre su rostro y ropa, Mei apenas lograba mantener los ojos abiertos mientras seguía ajustando algo en su última creación.
Parecía que todo su cuerpo había pasado por una trituradora y, sin embargo, sus manos seguían moviéndose. Una imagen tan intensa que Power Loader se quedó un momento en silencio antes de hablar.
—Vaya, Hatsume, siempre me sorprende que después de todo el humo no seas tú la que explota. Aunque... —hizo una pausa dramática, mirando una de las piezas chamuscadas sobre la mesa—, no me sorprendería si un día te convirtieras en parte de tus propios experimentos.
Mei, sin siquiera levantar la vista, respondió con la misma tranquilidad que siempre:
—Si me convirtiera en parte de un invento, sería el mejor invento de la historia —dijo con una sonrisa débil, continuando su trabajo con la misma energía, aunque claramente estaba agotada.
Power Loader levantó una ceja.
—¿Sabes? Hay una fina línea entre ser un genio y estar completamente loca. Y tú... bueno, tú la cruzas de ida y vuelta tantas veces que ya no sé en qué lado estás.
—Si no cruzas la línea, ¿cómo sabes dónde está el límite? —contestó Mei rápidamente, girando una tuerca y haciendo que un engranaje comenzara a moverse. Luego se detuvo, suspirando cuando el mecanismo volvió a fallar—. Aunque, a veces creo que estoy más del lado loco.
Power Loader no pudo evitar soltar una carcajada.
—¿Sólo a veces? Vamos, Hatsume, sé honesta. Has hecho explotar más cosas que un villano con una fábrica de dinamita, y aun así sigues aquí. Eso es un nivel de locura que no se ve todos los días.
—Es parte del proceso —dijo Mei, encogiéndose de hombros, aunque su sonrisa seguía ahí, como si el agotamiento no fuera más que otro obstáculo más que debía superar.
El profesor caminó un poco más cerca, observando cómo sus manos, aunque cansadas, seguían moviéndose con precisión.
Mei estaba exhausta, eso era evidente. Pero aun así, no se rendía. Y entonces, sin saber exactamente por qué, Power Loader decidió hacerle una pregunta que había estado guardando desde hacía tiempo.
Una pregunta que, por alguna razón, siempre había evitado hacer hasta ese momento.
—¿Sabes? nunca me lo has dicho, Hatsume. ¿Por qué te uniste al taller de apoyo? Quiero decir... con todas las cosas que haces explotar y todo el caos que generas... —sonrió de lado, pero su mirada se mantenía firme en ella—. ¿Qué es lo que realmente te trajo aquí?
La pregunta quedó flotando en el aire, mientras Mei, aún con las manos en su invento, pareció detenerse por primera vez en toda la tarde.
Power Loader se cruzó de brazos y esperó, aunque esta vez no con una respuesta rápida o ingeniosa como de costumbre. Sabía que había algo más detrás de la sonrisa despreocupada de Mei, algo que ella había ocultado detrás de cada explosión y de cada invento fallido.
Y en ese momento, quería saberlo.
Mei dejó de ajustar la tuerca y levantó la cabeza, mirando a Power Loader con una expresión de total seriedad, como si estuviera a punto de soltar una revelación importante.
Power Loader se inclinó un poco hacia adelante, preparándose para escuchar algo profundo.
—Bueno, me uní al taller porque... ¡quería construir una tostadora que pudiera volar! —exclamó Mei con total entusiasmo.
Power Loader parpadeó, sorprendido por la respuesta. No podía evitar quedarse mirándola por unos segundos, en completo silencio.
—...Una tostadora voladora. —repitió lentamente, procesando lo absurdo de la idea—. Claro. ¿Y para qué querrías una tostadora voladora? ¿Para atrapar el pan tostado en pleno vuelo?
Mei lo miró, con una chispa de determinación en sus ojos.
—¡Exactamente! Piensa en la eficiencia, Power Loader. Mientras estás en el aire, ¡tus tostadas están listas para cuando aterrices!
El profesor sacudió la cabeza, pasándose una mano por la frente como si estuviera lidiando con un tipo de fatiga mental que solo Mei podía provocar.
—Claro, claro... tostadas voladoras. Porque, sí, eso es lo que realmente necesita la sociedad en este momento. —Power Loader la observaba con una mezcla de diversión y resignación—. ¿Y qué, tu plan maestro es resolver la crisis del desayuno aéreo?
Mei se encogió de hombros, sonriendo con esa despreocupación que la caracterizaba.
—Los héroes también necesitan desayunar. Y si podemos hacer que lo hagan mientras vuelan, ¡es un triunfo!
Power Loader se cruzó de brazos, luchando por no reírse. No porque no fuera divertido, sino porque estaba genuinamente intrigado por hasta dónde llegaría Mei con esa idea.
—Muy bien, Hatsume. Admito que es... original. Pero siendo sinceros, no te imagino dedicando toda tu carrera a voladoras tostadoras. —Power Loader dejó de lado el tono irónico y volvió a mirarla con más seriedad—. Así que, en serio, ¿por qué te uniste al taller?
Mei lo miró, y por primera vez en la conversación, su sonrisa habitual empezó a desvanecerse, dando paso a algo más profundo.
Hubo un silencio incómodo mientras parecía buscar las palabras. Luego, exhaló lentamente, como si finalmente hubiera decidido abrir una puerta que había mantenido cerrada por mucho tiempo.
—Verás, cuando era pequeña, no me interesaban los héroes como a los demás —comenzó Mei, su tono ahora más tranquilo—. Mis amigos siempre hablaban de ellos, coleccionaban figuras y soñaban con tener poderes increíbles, pero para mí, no significaban mucho. Estaba más interesada en cómo funcionaban las cosas, en cómo podía desarmar y volver a armar cualquier cosa que encontraba.
Power Loader la observaba atentamente, notando cómo su expresión cambiaba de esa chispa excéntrica habitual a algo más introspectivo.
—Hasta que un día, un héroe llegó al taller de mi padre. —La voz de Mei bajó un poco, volviéndose más suave—. Estaba herido, su traje destrozado. Recuerdo que tenía sangre en el brazo y el casco roto, pero a pesar de eso, seguía de pie. Mi padre, sin dudarlo, dejó todo lo que estaba haciendo y corrió hacia él. Se puso a trabajar en su traje, arreglando algo que yo ni siquiera entendía en ese momento.
Mei hizo una pausa, recordando los detalles con claridad. Power Loader se quedó en silencio, esperando.
—Cuando terminó, el héroe lo miró y le dijo algo que nunca olvidé "Gracias, sin tu ayuda, no habría podido continuar". Mi padre le sonrió y le dijo que solo estaba haciendo su trabajo. —Mei sonrió, pero esta vez no con la usual energía frenética, sino con una calidez que rara vez mostraba—. Al día siguiente, en las noticias, ese mismo héroe fue el que detuvo a un villano que había estado aterrorizando la ciudad. Y frente a las cámaras, dijo que si no hubiera sido por mi padre, por lo que había hecho por su traje, no habría logrado vencer.
Power Loader tragó saliva, sintiendo el peso de las palabras.
—Fue en ese momento que entendí algo. Nunca me había importado ser un héroe, no como los demás. Pero cuando escuché esas palabras del héroe, supe lo que realmente quería hacer. No quiero estar en el centro de la batalla, no quiero ser quien lanza los golpes o recibe las medallas. —Sus ojos brillaban ahora con una convicción que Power Loader no había visto antes—. Pero quiero ser la que les dé a los héroes lo que necesitan para seguir luchando.
Power Loader sintió un nudo en la garganta mientras la escuchaba. Mei alzó la mirada y dijo, con una voz más firme, llena de pasión:
——————————
[Inventar cosas es la manera en que las personas como nosotros podemos llegar a ser héroes.]
——————————
El taller se llenó de un silencio pesado y significativo, mientras las palabras de Mei resonaban en el espacio entre ellos. Power Loader, por primera vez, no tenía ninguna respuesta rápida ni ingeniosa.
Solo podía mirarla, asimilando lo que acababa de escuchar.
Había estado enseñando a Mei por este tiempo, observando su caos, sus fracasos explosivos, y su energía imparable.
—Así que mientras pueda seguir creando, incluso aunque este cansada. ¡Sere realmente feliz! —Mei le dedico una gran sonrisa a Power Loader—. ¡Por que amo crear!
Ese día, esa sonrisa, ese rostro... esas palabras.
Power Loader veía a Hatsume de frente tal cual la estaba viendo justo ahora, en esa noche donde Mei se veía sumamente agotada.
En el presente, Power Loader observaba a Mei con la misma intensidad que siempre, pero algo en su expresión había cambiado. Había algo más cálido detrás de su mirada. Finalmente, se aclaró la garganta y dijo:
—Bueno, Hatsume... ya me voy. —Se enderezó, revisando sus guantes y ajustando su casco como siempre hacía antes de salir del taller—. Pero antes de irme, le diré a Lunch Rush que te prepare algo y te lo traiga.
—¡No tengo tiempo para comer, Power Loader!
Power Loader frunció el ceño, y sin más, le dio un golpe en la cabeza con un movimiento firme pero no demasiado fuerte. Mei soltó un ruido que era mitad gruñido, mitad queja, similar al rugido de un gato malhumorado.
—¡Oye! —bufó ella, sobándose la cabeza—. ¡¿Qué fue eso?!
—Para que vuelvas a la realidad, Hatsume. —Power Loader se cruzó de brazos, mirándola con una mezcla de exasperación y algo que se acercaba peligrosamente a la ternura—. Hazme un favor y termina lo que estés haciendo, come algo, y luego vete a dormir. No quiero llegar mañana y encontrarte tirada en el suelo... otra vez.
Mei, aun sobándose la cabeza, replicó con su típica energía:
—¡Eso fue solo una vez! ...Bueno, tres veces, pero igual, ¡estaba en medio de algo importante!
Power Loader soltó un suspiro mientras recogía sus herramientas y las guardaba en su maletín.
Sabía que discutir con Mei sobre sus "hábitos de trabajo" era tan inútil como intentar detener una explosión ya en proceso... literalmente.
Mientras se dirigía hacia la puerta, Mei ya estaba de vuelta en su trabajo, tarareando algo indescifrable mientras ajustaba algo, que emitía pequeños chisporroteos poco prometedores.
Cuando Power Loader llegó a la puerta, se detuvo.
Se quedó mirando su espalda, esa figura cubierta de hollín y aceite, con la determinación inquebrantable de alguien que no sabe rendirse. Por un momento, el silencio en el taller fue casi solemne, roto solo por el zumbido suave de las máquinas.
Entonces, en voz baja, casi como si no quisiera que nadie más lo escuchara, Power Loader murmuró:
—Estoy orgulloso de ti, Hatsume...
Se giró hacia la salida, pero antes de dar el último paso, añadió en un susurro más suave aún:
—Y qué suerte tienes, Midoriya, de tenerla a ella...
Con esas palabras, Power Loader se fue, dejando a Mei trabajando incansablemente. Ella, aun sobándose la cabeza, seguía perdida en su propio mundo, donde inventar era su manera de luchar, de ser un héroe, incluso si pocos lo entendían realmente.
Hatsume Mei es una verdadera heroína.
[...]
El traje se ajustaba a Izuku mientras que Mei seguía tecleando aquel panel de control en el interior del bosque.
—Le añadí un revestimiento de fibra de carbono reforzado con polímeros de alto rendimiento. ¡Nada de esos materiales básicos que no resisten ni una fracción de la energía que Midoriya genera! —murmuraba, mientras trazaba con rapidez una línea en un gráfico.
—El núcleo de las botas ahora tiene un sistema de amortiguación basado en fluidos no newtonianos. ¿Quién pensaría que eso sería útil, eh? Pero claro, eso solo es la mitad de la ecuación. —Mei hacía un gesto en el aire, como si estuviera exponiendo un punto en una conferencia ante científicos imaginarios—. Al combinarlo con capas micro flexibles de grafeno, logro que las articulaciones no solo resistan el impacto, sino que absorban y redistribuyan la energía de manera uniforme. ¡Esa fue una de mis mejores ideas!
Mientras hablaba, Mei sacudía la cabeza emocionada, completamente ajena al caos que se desataba en el laberinto.
—Los brazos fueron un reto interesante, claro —continuaba, frunciendo ligeramente el ceño mientras revisaba las especificaciones en su tableta—. Primero, tenía que resolver el problema del torque adicional que genera cuando usa el 30% de ese poder suyo. Así que le puse un estabilizador giroscópico interno que detecta los cambios de presión y ajusta la rigidez de las fibras sintéticas en tiempo real. ¡Nada de brazos destrozados esta vez! No sé cómo nadie había pensado en eso antes... ¡Es perfecto!
Con un suspiro satisfecho, como si acabara de ganar una medalla de oro, Mei se rascaba la cabeza, dejando manchas de aceite en su frente.
—Ah, pero el tema del calor... ¡Eso fue lo que realmente me hizo pensar! —dijo, mientras señalaba algo invisible en el aire—. El traje antiguo solo aguantaba hasta los 700° así que, ¿qué hice? Lo recubrí con capas alternas de polímeros basados en silicio que no solo disipan el calor, si no que lo expulsa ¡Bingo! ¡NO MAS CALOR!
Volvió a sonreír, sus ojos brillando con una mezcla de locura y orgullo. Se giró hacia el maletín, que ya debía estar en camino hacia Izuku dentro del laberinto.
—Midoriya probablemente ni siquiera lo notará, pero le añadí un exoesqueleto integrado que distribuye el peso de manera equitativa en todo su cuerpo. Ahora, incluso si usa el 50% de su poder en sus piernas o brazos, el traje evitará que se desgarren los músculos de inmediato. No más brazos colgando, no más piernas temblorosas. ¡Eso sí es una verdadera mejora!
Mientras Mei continuaba hablando, detallando cada una de las modificaciones que solo una mente como la suya podría entender, la tensión en el laberinto seguía creciendo.
Pero para Mei, todo lo que importaba en ese momento era su creación.
—Incluso los microactuadores en las rodillas están optimizados para funcionar con menor consumo de energía. No es suficiente simplemente ser fuerte; ¡hay que ser eficiente! —Mei asentía para sí misma, como si ya hubiera ganado la discusión con alguien—. Y la guinda del pastel: los sensores de retroalimentación en el traje están conectados directamente con el cerebro de Midoriya a través de un sistema neural no invasivo. ¡Le da información en tiempo real sobre su postura, la fuerza de impacto y la resistencia de los materiales!
Con una última sonrisa, se giró hacia la dirección en la que había lanzado el maletín, segura de que su obra maestra estaba en camino de marcar la diferencia.
—En resumen, este traje no solo es una mejora; es prácticamente una extensión de ti... ¡ES PARTE DE MIDORIYA IZUKU!
Izuku estaba de pie en el centro de una pequeña habitación en el laberinto, su respiración controlada mientras observaba cómo las partes de su traje se ajustaban alrededor de su cuerpo, activándose con precisión.
Los mecanismos diseñados por Mei Hatsume comenzaban a trabajar en perfecta sincronía.
Las botas se ajustaron primero, su sistema de amortiguación ajustando la presión en cada pie, envolviéndolo desde los tobillos hasta las rodillas.
Los brazaletes se unieron firmemente a sus antebrazos, permitiéndole sentir la textura de la tela avanzada, que también funcionaba como un material conductivo que distribuía la energía en cada golpe.
Los paneles del torso, reforzados con una aleación especial que Mei había mencionado, se acoplaron suavemente alrededor de su pecho y espalda, ajustándose de manera precisa a cada respiro que tomaba, como si el traje estuviera vivo, adaptándose a él.
Finalmente, la máscara.
Se deslizó suavemente sobre su cabeza, el material de alta tecnología envolviéndolo con precisión. En el momento en que la máscara se posicionó correctamente, el bozal metálico se conectó con un suave clic, asegurando el conjunto.
El casco y bozal eran una fusión de tecnología y diseño heroico, una imagen que había evolucionado con el tiempo, pero siempre manteniendo la esencia de Midoriya.
—————
[Las personas... nunca me han interesado mucho. Son impredecibles, emocionales, y casi siempre una pérdida de tiempo.]
—————
En su mundo, el único lenguaje que importaba era el de las máquinas. Las tuercas, los engranajes, la tecnología en su estado más puro. Con las máquinas, todo tenía sentido. Todo era lógico. No había complicaciones ni sorpresas desagradables; solo la certeza de que si seguías las reglas y los cálculos correctos, el resultado sería exacto.
Relaciones, emociones, interacciones personales... todo eso siempre había sido irrelevante para ella. Las personas llegaban, pedían cosas, se iban. No había necesidad de invertir más tiempo del estrictamente necesario. Al menos, así era antes. Antes de él.
Izuku Midoriya.
—————
[Al principio pensé que era como todos los demás. Pero era mi primer cliente real, claro, tuve muchos clientes de cosas ambiguas en la escuela media. Pero ahora, él... tenia que diseñar el traje de un aspirante a héroe.]
—————
Sin embargo, Izuku resultó ser diferente.
A medida que pasaba el tiempo, mientras lo veía regresar con su traje destruido después de cada batalla, algo cambió en ella. No era solo que él destrozaba sus creaciones —de hecho, eso era lo normal cuando alguien peleaba tan intensamente como él—, sino lo que Izuku representaba. Mei comenzó a ver en él algo que no había visto en nadie más.
No solo un héroe en entrenamiento, sino alguien que no sabía rendirse, alguien que peleaba no por la gloria, sino por un propósito mucho mayor.
Izuku no buscaba reconocimiento.
No peleaba para ser famoso o para que lo admiraran. Lo hacía porque lo sentía en los huesos, en cada fibra de su ser.
—————
[Él... él necesita ser un héroe.]
—————
Mei podía verlo en sus ojos, esa intensidad inquebrantable, esa llama que ardía incluso cuando su cuerpo ya no daba más.
Y fue entonces cuando recordó las historias de su padre.
Su padre, un inventor humilde que había dedicado su vida a crear herramientas y mejoras tecnológicas para héroes.
Un héroe había llegado a su taller, gravemente herido, con su traje casi destruido después de una feroz batalla. Mei, siendo solo una niña, había prestado atención. Recordaba cómo su padre trabajó para reparar el traje, asegurándose de que el héroe pudiera volver a la pelea.
Esa fue la primera vez que Mei entendió que su trabajo podía marcar la diferencia.
Que sus invenciones no eran solo máquinas; eran herramientas para salvar vidas.
—————
[Y ahora, aquí estoy, años después, frente a mi propio héroe.]
—————
Cuando Mei vio las grabaciones de Osaka, lo supo.
Esa día, mientras la ciudad se desmoronaba bajo el ataque de una bestia descomunal, Izuku estuvo allí. No por la gloria, no por el reconocimiento. Estaba allí porque no podía dejar de pelear.
—————
[Lo entendí en ese momento. Él es el héroe al que debo proteger.]
—————
Izuku era ese héroe.
El que siempre volvía, sin importar cuántas veces cayera. El que luchaba más allá de los límites de su cuerpo y de su mente. Mei, mientras miraba esas grabaciones, finalmente lo entendió.
—————
[No soy una heroína en el sentido tradicional, pero puedo serlo de otra forma. Puedo proteger al héroe.]
—————
Izuku necesitaba un soporte, necesitaba alguien que le proporcionara las herramientas para seguir luchando. Y esa era ella.
—————
[Yo soy la que le da las armas. Yo soy la que se asegura de que pueda volver a levantarse. No soy una luchadora, no soy alguien que pelea en el frente de batalla, pero mi lugar es detrás de él, asegurándome de que nunca tenga que detenerse. Esa es mi forma de ser una heroína.]
—————
La emoción crecía en su pecho al recordar la determinación de Izuku, al recordar cómo, incluso cuando todo parecía perdido en Osaka, él seguía de pie.
El aún estaba ahí.
—————
[Izuku no es solo un chico más. Él es el héroe que mi padre una vez ayudó. El héroe que ahora yo tengo que ayudar. Él es el héroe que necesita mis inventos, mi creatividad, para seguir peleando.]
—————
Y entonces, con una convicción inquebrantable, lo supo: ella estaba destinada a protegerlo. No con palabras, no con gestos vacíos. Sino con cada idea, cada diseño, cada mecanismo que creara.
Esa era su misión.
Su propósito.
—————
[Porque, al final, lo único que realmente importa es que él siga peleando.]
—————
Mei sonrió para sí misma, su mirada fija en el futuro.
——————————
[Yo seré la heroína que lo protegerá. Y él... él será el héroe que protegerá a todos los demás.]
——————————
¡PROTEGE AL HEROE, HATSUME MEI!
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