MIDORIYA IZUKU... IDIOTA.
Habían transcurrido ya dos semanas desde que Izuku regresó a Musutafu, y durante este tiempo, su vida había dado un giro significativo. A lo largo de estas semanas, numerosos eventos habían alterado drásticamente su rutina. Una de las transformaciones más notables fue la creciente atención que recibía de quienes lo rodeaban.
Antes, Izuku era como un simple arbusto en medio de una bulliciosa metrópolis; casi invisible y desapercibido. Ahora, parecía como si un pedazo de oro brillante hubiera cobrado vida y caminara libremente por la ciudad, atrayendo la mirada inquisitiva de todos a su paso.
El principal motor de esta repentina notoriedad fue el intenso debate mediático que había surgido en torno a él.
Las transmisiones y discusiones morales impulsadas por una facción del gobierno habían desencadenado una batalla campal en los medios de comunicación. A lo largo y ancho de Japón, la opinión pública seguía hablando apasionadamente sobre las injusticias que se le habían hecho a Midoriya Izuku.
La controversia en torno al encubrimiento de los eventos en Osaka y el propósito de las acciones en Tokio seguían sin resolverse, y la falta de respuestas concretas solo alimentaba el escándalo.
Aunque el nombre de Izuku ya había ganado notoriedad tras los incidentes del USJ y el festival deportivo, estos eventos pasados palidecían en comparación con los recientes sucesos, que habían convertido su vida en un espectáculo constante y una fuente de constante escrutinio.
A pesar de todo, Izuku logró sobrellevar la situación de manera relativamente normal. No era como si no estuviera acostumbrado a ser el centro de miradas, y, en ciertos aspectos, su vida se volvió más llevadera.
Uno de los cambios más notables fue que, por fin, había dejado de encontrar palabras e insultos pintados en la puerta de su hogar.
Este problema, que había disminuido desde que Miruko se mudó al departamento, se había solucionado en parte gracias a la presencia de esta mujer, conocida por ser una especie de tormenta viviente en su vecindario.
Ahora, en medio del torbellino de atención mediática, las personas parecían más amables o, al menos, menos crueles con Izuku.
Las miradas que antes denotaban desdén y repulsión ahora se habían transformado en una expresión de comprensión y empatía. Ya no era visto como un "asesino sucio y asqueroso", sino como un joven incomprendido que había pasado por sufrimientos considerables.
En algunos casos, incluso, las personas lo miraban con admiración.
Este cambio en la percepción se debía en parte al reconocimiento que Izuku había recibido en Osaka.
La gratitud expresada por aquellos que él había ayudado había generado un gran revuelo, y esto resonó en Musutafu. Muchos en la ciudad se sintieron avergonzados al ver cómo una comunidad vecina mostraba más apoyo hacia un chico de su ciudad que ellos mismos. Esto generó una mezcla de sentimientos: algunos experimentaban celos o envidia, mientras que otros se enfrentaban a una confrontación moral con su propia actitud.
Aunque algunos podrían ser llamados hipócritas por su cambio repentino de actitud, había quienes genuinamente habían reconsiderado su postura y estaban intentando ajustar su perspectiva.
La situación había provocado una reflexión colectiva que, aunque lenta y a veces ambigua, había dado lugar a un cambio en la forma en que se veía a Izuku.
En conclusión, por fin veían a Midoriya Izuku por encima de su título de Laughing Boy.
Y en medio de toda esta transformación, Izuku encontraba un punto de satisfacción que realmente apreciaba. Este cambio en la percepción pública no solo le había facilitado la vida en términos de seguridad y respeto, sino que también había acelerado varios aspectos importantes de su vida.
Gracias a la disminución de las hostilidades y al creciente apoyo que recibía, pudo avanzar más rápidamente con los trámites relacionados con su hogar.
Además, uno de los cambios más significativos fue la integración de Rumi en su vida de una manera más formal. Ahora, su nombre figuraba en el contrato de arrendamiento del pequeño departamento de Izuku. Esto no solo simbolizaba un avance en su relación, sino que también representaba un cambio tangible en la forma en que compartían su vida cotidiana. La presencia de Rumi en el contrato era una prueba de que ella ya no era solo un apoyo circunstancial, sino una parte integral y oficial de su vida.
Un cambio notable en la vida de Izuku fue el hecho de que Rumi comenzó a asumir el pago del alquiler. Esto le permitió a Izuku descubrir que ella contaba con una fortuna considerable, algo que se hizo evidente al revisar el folleto bancario de Rumi. Al comparar sus cuentas con las suyas, notó una cantidad de ahorros que se asemejaba a la herencia que había recibido años atrás.
La revelación no solo le sorprendió, sino que también le provocó una oleada de frustración.
Durante varios días, Izuku no pudo evitar mirar a Rumi con una mezcla de desconfianza y exasperación.
La mujer, en su particular estilo, justificaba su comportamiento diciendo que simplemente estaba "tomando prestado" el dinero, ya que le molestaba ir al banco. Según sus propias palabras, "Es más fácil tomar el dinero que tienes ahí que caminar hasta ese sucio vertedero de oficinistas". Esta actitud hizo que Izuku recordara todas las veces que él mismo se había visto privado de comida para que Rumi pudiera disfrutar de su estilo de vida despreocupado.
La incongruencia entre el esfuerzo que él había puesto en su vida económica y la actitud despreocupada de Rumi le generaba una mezcla de rabia y desconcierto.
Aunque apreciaba la ayuda y el apoyo que ella le ofrecía, no podía evitar sentir que la situación resultaba algo injusta e hiriente.
Como compensación por sus constantes préstamos, Rumi no tuvo reparos en cederle la administración de sus ingresos a Izuku. En sus propias palabras, le dijo: "Tienes más paciencia para esto, así que encárgate tú." Izuku no estaba seguro de si debía ver esto como una oportunidad o algo más. En cierto modo, se sentía más ofendido que agradecido, y una sensación de inquietud le invadía al pensar que algo no estaba del todo bien en la situación.
Además, Izuku descubrió cuánto ganaba un héroe de la categoría de Rumi cada mes, y la cifra le dejó completamente asombrado. La magnitud de los ingresos era tan desmesurada que no tardó en compartir su sorpresa con Uraraka durante sus charlas matutinas en el camino a la escuela.
La reacción de Uraraka fue igualmente de asombro, con los ojos tan desorbitados como los de Izuku. "Es mucho dinero," repetían en un tono casi ritual, como si trataran de procesar la magnitud de la cifra mientras avanzaban por las calles.
La revelación del sueldo de Rumi no solo dejó a ambos estudiantes con una expresión de incredulidad, sino que también abrió una conversación sobre el contraste entre sus propias situaciones financieras y las de los héroes profesionales.
La disparidad era tan pronunciada que parecía casi surrealista, y el descubrimiento generó una serie de reflexiones sobre el valor del trabajo y el impacto que los héroes tienen en la sociedad.
Aunque esto fue más pensamiento de Uraraka que Izuku.
Durante este tiempo, Rumi disfrutó de lo que se podría considerar un "tiempo sabático", lo que causó una gran controversia en la opinión de Izuku.
Acostumbrado a su rutina de patrullar y enfrentar villanos con Rumi inmediatamente después de la escuela, el cambio fue abrupto. Ahora, al llegar a casa, se encontraba con una mujer relajada en el sofá, viendo televisión —un televisor que, por supuesto, ella misma había comprado.
Este nuevo estilo de vida trajo consigo una serie de problemas inesperados. En primer lugar, Rumi había ganado peso de manera notable.
Izuku estaba convencido, casi dispuesto a jurar con sangre, que cada tarde que regresaba a casa, notaba un aumento en la papada de Rumi.
Era como si estuviera viendo a ese conejo de la televisión, regordete y sonriente, que te saluda con un "¡Qué hay de nuevo, viejo!" Las comparaciones se hacían inevitables, y los ojos de Izuku se quedaban estáticos, sin comprender del todo la transformación de Rumi.
La mujer, completamente ajena a la inquietud de Izuku, disfrutaba de su tiempo libre sin preocuparse por las críticas o los comentarios de su compañero.
Esta desconexión entre sus expectativas y la realidad de su situación contribuyó a un creciente malestar en Izuku, quien se encontraba en una encrucijada entre la preocupación por el bienestar de Rumi y la frustración por el cambio inesperado en su vida compartida.
Era evidente que Rumi necesitaba recuperarse, pero el hecho de que Izuku ya pudiera caminar con normalidad llevó a cuestionarse si realmente se estaba tomando el tiempo para recuperarse de manera legítima. Y sí, lo estaba haciendo, pero de una manera que sorprendió a Izuku: Rumi no solo estaba evadiendo sus responsabilidades laborales, sino que estaba prácticamente escapando de su vida adulta.
Durante los últimos días, Izuku descubrió que Rumi había estado recibiendo varias llamadas de una agencia que preguntaba por ella. Esta información reveló que, lejos de estar en una recuperación legítima, Rumi estaba eludiendo sus deberes. Su vida se había convertido en una rutina de excesos: comía en grandes cantidades, dormía hasta tarde y pasaba horas jugando a videojuegos que Izuku apenas comprendía.
Recordaba cómo, en una parte de su vida, lo habían llamado "nerd" y "friki" por sus intereses. Aunque no entendía del todo por qué, ahora se preguntaba si lo que enfrentaba era precisamente lo que algunos llamaban "friki". Cada noche, durante la cena, Rumi se entregaba con entusiasmo a relatar sus aventuras digitales, con una pasión que contrastaba con su comportamiento pasivo durante el día.
—¡Fue un final grandioso! Cuando pensé que mis datos se habían borrado y el protagonista no iba a regresar, solo tuve que escribir el nombre del héroe en la pantalla de inicio y ¡PUM! Mis datos volvieron. De repente, una música super fuerte comenzó a sonar, y explotaron cosas por todos lados: ¡BAM, PUM, CHAS! ¡Un final increíble!
Rumi reía descontroladamente mientras compartía estas historias con Izuku, a quien le resultaba difícil comprender el entusiasmo de la mujer por sus aventuras virtuales.
Cada noche, el contraste entre su comportamiento en el mundo real y sus desbordantes relatos de videojuegos creaba una sensación de desconcierto en Izuku.
Cada vez le resultaba más difícil reconciliar a la mujer que solía obligarlo a combatir villanos cada tarde con la que ahora se encontraba en casa, levantándose tarde, descuidando su higiene personal y llevándola a una vida de completo relajamiento. La transformación era tan marcada que parecía que Rumi se había convertido en una versión a tiempo completo de sí misma, solo que ahora disfrutaba de una vida que, en comparación con la anterior, parecía más enfocada en el ocio.
Izuku solo podía suspirar y aceptar la nueva realidad. Aunque, en retrospectiva, el estilo de vida de Rumi podría parecer perjudicial para su salud, era evidente que ella estaba disfrutando por primera vez de los placeres simples de la vida. La mujer parecía genuinamente feliz, y aunque eso le resultaba extraño, Izuku no podía sino desearle lo mejor. Si ella estaba feliz, entonces él también debía encontrar una forma de serlo.
El cambio en su rutina también trajo beneficios para Izuku. Al no tener que salir cada tarde con Rumi, descubrió que tenía más tiempo libre. Esto se tradujo en mejores comidas caseras, un hogar cada vez más limpio y, por primera vez en años, la posibilidad de adquirir ropa decente. Administrar el dinero de Rumi le permitió manejar el suyo propio de manera más eficiente, lo que resultó en la compra de nuevas prendas y objetos útiles para el hogar.
Desde hacía tres días, Izuku había desarrollado una obsesión con un cepillo para el cabello que había comprado.
Este cepillo le facilitaba enormemente las mañanas, y aunque no quería admitirlo, había empezado a disfrutar del proceso de peinarse. Su cabello, que siempre había sido rebelde y difícil de manejar, ahora se presentaba de una manera más ordenada, y el simple acto de peinarse se había convertido en una parte agradable de su rutina diaria.
También una cosa a destacar, Izuku Midoriya fue por primera vez a lo que se conoce como una tarde de "Karaoke" al no tener responsabilidades con Rumi o tener que ahorrar cada centavo para la comida del día siguiente, pudo cumplir uno de los sueños que no pensaba cumplir jamás.
Junto a Tenko y Uraraka fueron a un Karaoke a inicio de semana lo cual trajo consigo muchas experiencias nuevas y también un descubrimiento.
Izuku es bastante bueno para la ópera. Demasiado se diría debido a que varios vecinos de las salas circundantes caminaron hasta la ventanilla de le puerta para ver a Izuku cantar.
¿Tal vez habia escogido la profesión equivocada? Pensó Tenko en conjunto a Uraraka quienes ambos no pudieron evitar llorar al escuchar semejante voz.
En retrospectiva la vida de Izuku durante estas dos semanas se habia hecho mas amena. Recupero la movilidad de su cuerpo casi al 80%, olvido el bastón y podía caminar con normalidad. Lo único restante era aquello que estaba en su brazo, aquello que finalmente hoy arrancarían de él.
Ese yeso metálico.
—Es un espagueti...
—¡Toshinori!
El sonido metálico resonó cuando un pedazo de la estructura que sostenía el yeso del brazo de Midoriya Izuku fue lanzado sobre la cabeza de All Might. La causa de este inesperado ataque: un comentario inapropiado sobre el estado del brazo de Izuku.
—Pues en verdad lo es —respondió Izuku con una sonrisa mientras sacudía su brazo derecho—. ¿Lo ves, All Might? Mis dedos se mueven como fibras de papel.
—¡Lo veo, lo veo!
Desde una esquina de la sala, Recovery Girl observaba con una mezcla de decepción y frustración. La escena ante ella era todo menos la gravedad del asunto; los dos héroes estaban demasiado entretenidos con la peculiaridad del brazo de Izuku, tratando el incidente con una ligereza que ella encontraba preocupante.
En contraste con la actitud desenfadada de los jóvenes, la anciana no podía ocultar su descontento. Su mirada severa era el único recordatorio de que, había una verdadera preocupación por la recuperación de Izuku y la seriedad de la situación.
[Son estúpidos.]
Desde el punto de vista de Recovery Girl, la escena era absurda. Los dos héroes frente a ella parecían dos niños traviesos, ajenos a la seriedad del caos que los rodeaba. La situación era como observar un río desbordado que se vertía despreocupadamente en un lago, sin entender las consecuencias inminentes.
—No quiero ser la aguafiestas, niño —dijo Recovery Girl, su voz cansada y tensa mientras sostenía unos papeles con mano temblorosa desde su escritorio—. Pero te ves terriblemente despreocupado dado el estado en el que está tu brazo. Ya ni siquiera puedes sostener un lápiz.
Izuku, con una sonrisa que parecía desafiar la gravedad del momento, movió su brazo derecho con una fluidez inquietante.
—Lo sé —respondió con una tranquilidad desconcertante—. ¿Lo ves, All Might? Mis dedos se siguen moviendo como fibras de papel.
—¡Lo veo, lo veo! —All Might se esforzó por sonar animado, pero su risa sonaba nerviosa y apagada. Sus ojos, sin embargo, mostraban una preocupación que no podía ocultar.
El rostro de Recovery Girl se endureció mientras observaba la escena. La sala, que minutos antes había sido un lugar de camaradería y ligereza, ahora parecía estar envuelta en una nube de tensión. La anciana sintió cómo su paciencia se desmoronaba.
—¿Lo sabes? ¿Realmente entiendes lo que eso significa? —su tono se volvió cortante, las palabras cargadas de un reproche reprimido—. A pesar de las advertencias, persistes en usar ese brazo de manera irresponsable. ¿Qué parte no entiendes? ¡Lo perderás!
La atmósfera cambió drásticamente; la ligereza que había caracterizado la conversación se transformó en una presión palpable. La energía en la sala se volvió densa, cargada con la frustración de Recovery Girl y la indiferencia de los jóvenes héroes.
—Aun cuando dije que no quería volver a involucrarme en esto —continuó con una voz que apenas contenía el enojo—, Toshinori me arrastró a esta situación. Esa es la única razón por la que ese trozo de carne inservible aún está unido a tu cuerpo.
Izuku, con la calma que parecía desafiar la gravedad del momento, miró a Recovery Girl con una expresión serena.
—Y por eso te lo agradezco, señorita Recovery.
—¡¿Me lo agradeces?! ¡Cómo me exasperas, niño! ¡Parece que no entiendes la magnitud de la situación! —Recovery Girl agitando sus papeles con un gesto desesperado, los papeles volando por el aire—. ¡Tus articulaciones están hechas un desastre, tus huesos se han fusionado como piezas de rompecabezas y mucha de tu carne se ha amalgamado con la piel de las cicatrices! La sangre apenas circula, y estás al borde de una posible necrosis. ¡No sirve, absolutamente nada de tu brazo derecho sirve! Careces de yemas, uñas y la capacidad de formar un puño. ¡Es solo un trozo de carne colgando, y tú me agradeces!
En un arrebato de frustración, giró su silla con un movimiento brusco, el sonido de las ruedas chirriando en el suelo de la sala.
—¡Y tú, Toshinori, parece que no te importa en lo más mínimo...!
Antes de que pudiera continuar, Recovery Girl se detuvo en seco. Izuku estaba sentado en la camilla, su sonrisa inmutable, mientras All Might se encogía detrás de su mano, mostrando un rostro lleno de vergüenza. La contraposición entre la seriedad de Recovery Girl y la tranquilidad de los dos héroes.
—Recovery-san... perdóname si te hice pasar un mal rato. Perdóname si se te obligó a ayudarme. No era mi intención enojarte. Te pido perdón otra vez.
El tono de Izuku era suave, casi reverente, mientras se dirigía a Recovery Girl. Su voz cargada de sinceridad parecía buscar un puente hacia la comprensión, mientras All Might a su lado intentaba ocultar su rostro, su expresión llena de vergüenza y preocupación.
Recovery Girl, con las manos temblorosas y los papeles desparramados a su alrededor, se quedó paralizada por un momento. El enojo en su rostro se mezclaba con una inquietante tristeza, su paciencia a punto de agotarse.
—¡¿Entonces...?! —La palabra estalló de sus labios como una demanda de respuestas, una pregunta llena de frustración y exasperación.
Pero antes de que pudiera continuar, Izuku levantó una mano en un gesto conciliador, su rostro reflejando una calma casi dolorosa en contraste con el tumulto a su alrededor.
—Y cómo te pido perdón, te pido que me comprendas —interrumpió, su voz con firmeza tranquilizadora—. Hice lo que tenía que hacer a pesar de las consecuencias. Lo hice sabiendo que perdería mi brazo.
Sus palabras flotaban en el aire. La sala parecía contener la respiración, el silencio mientras Recovery Girl absorbía el peso de sus palabras. La tensión en el ambiente era casi palpable, como si cada rincón de la sala estuviera temblando con la intensidad de la confrontación.
La anciana dejó escapar un suspiro profundo, su expresión cambiando lentamente de enojo a una comprensión más resignada.
—Entiendo que tomaste una decisión —dijo finalmente, su voz más suave, aunque aún cargada de preocupación—. Pero eso no cambia el hecho de que has puesto en riesgo tu futuro y el de tu brazo... o lo que queda de este.
Izuku reflexiono por un segundo pero no le basto mas que eso para simplemente volver a mirar con firmeza a la mujer.
—Quizás hubiera habido un mejor camino. No puedo negar que fue imprudente lo que hice y quizás si no lo hubiera hecho tal vez habría podido alcanzar... —se detuvo un segundo entre pesar—. Alcanzar a más personas.
Al tratar de cerrar su puño, ya ni si quiera sus dedos respondían correctamente. Simplemente se quedaban estancados a la mitad del proceso.
—Pensando las cosas que he tenido que vivir hasta ahora y las cosas que ocurrieron, creo que mi brazo es un precio bastante poco a pagar. ¡Además aun me queda el otro! Y mas importante, ¡LAS PIERNAS! —agito Izuku con gran alegría—. Rumi no me ha golpeado como lo ha hecho para que simplemente me rinda así sin más. Y sobre todo esto cuando pueda dominar algunas cosas acerca del One For All creo que mi brazo derecho no será tan necesario.
—¿Es de eso que me hablaste? ¿Nox Lunar? —pregunto All Might interesado.
—¡Hmph! Aun me quedan algunas cosas que perfeccionarle pero aprendí mucho al usarlo contra esa mujer. Tiene mucho potencial así que solo debería preocuparme en pedirle a Hatsume que me ayude a hacer algo de soporte. Debería ser fácil para ella.
Con una gran sonrisa Izuku declaro, a diferencia de aquellos dos adultos en la habitación que se miraron uno contra si con miradas nada esperanzadoras.
¿Cuál era la razón?
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Midoriya Izuku sigue siendo un idiota.
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Durante le lapso de estas dos semanas Izuku no es que haya arreglado todos sus asuntos o haya intentado zanjar algunos problemas. Durante este tiempo ha estado concentrado en recuperarse y ponerse al día con el mes que falto a la escuela lo que lo llevo a un desinteresado, desinterés por sus compañeros.
Un idiota como ningún otro.
Desde qué el volvió no ha dirigido su palabra o su atención a un punto clave de la escuela que directamente afecto con el final de aquella batalla o quizás fue la parte mas fundamental de que Izuku pudiera resistir la paliza que se le dio esa noche.
¡Hatsume Mei!
Mientras Izuku caminaba por los fríos y silenciosos pasillos de la escuela, el peso de sus pensamientos parecía hundirlo aún más.
Su ánimo estaba por los suelos, y cada paso resonaba como un eco lejano de sus preocupaciones. Fue en medio de esa penumbra de desánimo que notó algo que había pasado desapercibido hasta ese momento. Como se suele decir, mejor tarde que nunca, pero a veces, este proverbio no resulta tan efectivo como se desearía.
El despistado de peliverde, perdido en sus propios problemas, había ignorado muchas señales que se le presentaron.
Mensajes sugerentes de All Might sobre su traje de héroe se le habían pasado por alto; para Izuku, lo verdaderamente importante era ponerse al día con sus estudios, recuperarse y concentrarse en un cepillo de cabello que parecía consumir su atención.
La vida en la academia se había vuelto un torbellino de prioridades confusas.
Al regresar a la escuela al día siguiente de la acalorada discusión con Bakugou y el breve pero intenso encuentro con Shoto, Izuku se encontró en medio de una marea de miradas curiosas. Era como si hubiera regresado de una larga y dura batalla.
Sus compañeros lo rodearon como si él fuera un sobreviviente de la guerra, con rostros preocupados y llenos de preguntas. Querían saber cómo estaba, con quién había peleado y todos los detalles sobre los eventos en Tokio. Y, por supuesto, las grabaciones filtradas en las redes sociales también alimentaban las dudas sobre lo sucedido en Osaka, un tema que él no había aclarado hasta ese día.
En todo este torbellino de preguntas y miradas ansiosas, Izuku se dio cuenta de algo crucial: había perdido de vista a una persona fundamental en su vida, alguien que le había salvado en momentos críticos.
Hatsume Mei, la ingeniera detrás del traje que había sido su salvavidas durante aquellos tormentosos días en Osaka y Tokio, había sido fundamental. Su diseño, aunque a regañadientes y con dificultades, le permitió a Midoriya seguir adelante a pesar de las graves lesiones. Mei había creado un sistema que le permitió mantenerse en pie, a pesar de tener las piernas rotas.
En medio de todo el bullicio y las preguntas, Izuku sintió una mezcla de gratitud y culpabilidad. Había olvidado a la persona que, en su momento de mayor necesidad, le había dado la oportunidad de seguir luchando. La sensación de haber pasado por alto a Mei se le hizo más aguda en ese momento, y la realidad de su importancia en su vida se hizo más clara que nunca.
Pero, como la vida es un subibaja... a veces puedes estar arriba y otras debajo. Tan abajo como aquella mirada de Izuku que habia caído en picada al suelo luego de haber visto un cartel plantado por todo lo largo de la puerta y, acompañado de pequeñas pancartas de al menos un metro de anchura colgados a los costados del muro que decían "PROHIBIDO EL PASO A MIDORIYA IZUKU" con un mal dibujado pero comprensible intento de rostro de Izuku.
Pensar si estaba enojada era uno de esos pensamientos estúpidos que usualmente Izuku suele tener.
[¿Prohibido?]
Izuku levanto su mirada.
Era gracioso, Izuku le dio la sensacion de que no era la primera vez que le vetaban de algún lado. Él pensó por qué.
Restándole importancia irguió su espalda, con gran determinación en su mirada.
[Solo debería disculparme apropiadamente... como las otras veces.]
Nuevamente se le fueron los ánimos de golpe.
[Ah... Creo que antes de pedirle algo debiera comenzar con una disculpa. ¡Si, eso hare! Las disculpas solucionan todo y yo soy experto en disculparme. Creo...]
Agito su cabeza y se puso manos a la obra decidido a hablar con Mei. Abrió su mano izquierda hacia la pequeña apertura metálica de la puerta.
—¡Hatsume! Soy yo, ¡Midoriya Izuku! Se que no quieres hablar conmigo... supongo —Izuku apretó sus dedos en la apertura buscando empujarla hacia un lado—. Quisiera disculpa...
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*¡ZOOOOONK!*
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Como un trueno que cae directo a su cerebro. El sensor de peligro se activo a tal grado que, al mismo tiempo que sus ojos se iluminaban de aquel rojizo color de fuego, su cuerpo se tornaba brillante esmeralda con el One For All rodeándolo.
El tiempo parecía congelarse en un segundo mientras la explosión se aproximaba. Pero... Izuku pensó.
[¿Debería esquivarla? Puedo hacerlo. De hecho, gracias a sensor de peligro ahora me percato de las cosas con suma de facilidad que antes. Dios, si que me salvo tantas veces este don. Aunque... ¿Si lo esquivo se molestara? ¿Podría funcionarme como una manera de demostrarle que estoy realmente arrepentido? Creo que sería la mejor manera.]
Poco a poco el One For All estaba apagándose en su cuerpo mientras este sonreía, cerrando sus ojos y esperando la explosión de cara.
[¡ESPERA!]
Abrió sus ojos de golpe.
[¿Y si su plan es probarme? Habia hablado con ella tiempo atrás y le mencione que sensor de peligro era muy útil para estas situaciones a lo cual ella dijo que le gustaría probarlo con algunos inventos de ella. ¿Quizás se refería a ahora?]
Comenzó a imbuirse nuevamente con el OFA cuando la explosión ya estaba empujando la puerta hacia un lado.
[¡No! Ella podría molestarse. ¿O quizás no? A ver, ¿Si sus experimentos fallan ella se molesta?]
Izuku pensó.
"¡MIS BEBÉS!"
[Siempre parece tan triste cuando algo que ella hace falla...]
Izuku volvió a pensar.
"Bueno... ¡Hare uno mejor!"
[Aunque parece que los errores siempre le dan ideas.]
Tomando su mentón pensativo la onda expansiva de la explosión estaba enviando olas de viento hacia la ropa de Izuku sacudiéndola poco a poco como olas de mar. Su cabello verdoso estaba lanzándose hacia atrás mientras sus pestañas estaban quemándose.
[No se lo que ella querría... ¿Quizás seria mejor preguntárselo directamente no?]
Izuku sin darse cuenta miro hacia un lado del pasillo observando a Mei quien venia con una botella de agua en su mano derecha y un bocadillo en su izquierda. Estaba a dos salones del taller por lo cual fue capaz de ver la expresión de la chica.
[Oh, ahí está.]
Cuando Izuku intentó abrir la boca para hablar, la sorpresa llegó de manera explosiva.
—¡Hatsu—
*¡KA-BOOOM!*
Un estruendoso estallido sacudió el tercer piso del primer edificio, proveniente de dos cuartos más allá del salón de clases. El temblor hizo que los escritorios y sillas se movieran como si fueran juguetes en una tormenta. El polvo se elevó en una nube espesa, y el salón de clases de tercer año se llenó de una mezcla de preocupación y resignación.
—¡NOS BOMBARDEAN! —gritó Mirio, haciendo uso de su poder con rapidez. Se lanzó al suelo con una habilidad perfeccionada, desapareciendo de la vista mientras su ropa permanecía en el suelo, abandonada y esparcida como una señal de su repentina desaparición. Las piezas de tela, ahora cubiertas de polvo, eran un espectáculo familiar para sus compañeros.
Uno de los estudiantes, ya habituado a los frecuentes imprevistos provocados por Mei, comentó con una sonrisa irónica:
—Ah, seguro que es otra de las explosiones de Mei. ¡Como si necesitáramos un recordatorio diario de su entusiasmo por la pirotecnia!
—Isao-Kun... ¿Podrías...? —Midnight-Sensei, con una mezcla de cansancio y diversión, observó a Isao mientras el edificio continuaba temblando suavemente.
—Sí, Midnight-Sensei, en seguida —respondió Isao, lanzando una mirada a la ropa dispersa de Mirio con una expresión que decía claramente: "No es la primera vez". Caminó hacia la ropa de Mirio, recogiendo las piezas desordenadas con una eficiencia que denotaba experiencia en lidiar con el caos habitual de la academia.
El salón, aunque aún vibrante por el reciente estallido, comenzaba a recuperar su tranquilidad. Los murmullos de los estudiantes se mezclaban con risas nerviosas y comentarios jocosos sobre la última "gran creación" de Mei. El ambiente, a pesar del temblor y el polvo, era un curioso contraste de alarma y diversión.
Por su parte, Izuku no tuvo mucha suerte en todo este caos.
—¿Hmm? —murmuró Recovery Girl, levantando la vista con una expresión distraída mientras trataba de lidiar con los efectos del estallido. La explosión había sacudido la ventana de la enfermería, pero ella parecía más preocupada por ajustar los vendajes y preparar medicamentos.
De repente, una sombra rápida y borrosa pasó volando al costado de la ventana, justo al lado del escritorio de Recovery Girl. La figura fugaz parecía tan desorientada como el resto de los estudiantes.
—¿Qué fue eso? —se preguntó Recovery Girl en voz alta, sin poder identificar qué había sido esa sombra que cruzó a la velocidad del rayo. Su atención pronto volvió a los asuntos que tenía entre manos, ajena a la escena peculiar que se desarrollaba justo fuera de su vista.
Lo que ella no había notado es que Izuku había sido esa sombra. Deslizándose por el aire como un héroe en caída libre, Izuku descendía desde el tercer piso hacia los jardines traseros del primer edificio. Su habilidad para aterrizar con gracia no estaba precisamente en su repertorio, y la caída no iba a ser precisamente elegante.
Con un estrépito algo menos dramático pero igualmente notable, Izuku aterrizó en el jardín, rodando por el césped con una mezcla de torpeza y resignación. Entre el polvo y los escombros, Izuku se incorporó con la dignidad que le quedaba, mirando a su alrededor con una mezcla de vergüenza y alivio.
En el jardín, el sol brillaba tranquilamente, ignorante del caos que había tenido lugar en el edificio. Izuku, un poco desorientado pero sorprendentemente ileso, se levantó del suelo, sacudiéndose el polvo de la ropa con un gesto de resignación.
[No dolió...]
Pensó Izuku, mientras evaluaba su estado. Era natural, concluyó, considerando todo lo que había sucedido en tan poco tiempo. Después de las intensas pruebas que había enfrentado, el hecho de no estar deshaciéndose en el suelo parecía una ironía bienvenida.
Había adquirido una fortaleza inesperada. Aunque su ropa mostraba leves roces de fuego y estaba cubierta de una capa gruesa de polvo, y su cabello se veía desordenado como si hubiera pasado por un vendaval, Izuku parecía prácticamente ileso. La caída desde el tercer piso, el estruendo de la explosión y el golpe contundente contra el suelo no habían dejado más marca en él que una mezcla de tierra y ceniza en su ropa.
Izuku con una mezcla de sorpresa y alivio miró a su alrededor, el jardín ahora era un pequeño remanso de paz en medio del caos que había dejado atrás. Su cuerpo, endurecido por las constantes pruebas, había soportado el impacto con una resistencia que ya no le sorprendía tanto.
Sacudió el polvo de sus hombros y pasó una mano por su cabello, intentando devolverle algo de orden a su apariencia. A pesar de la torpeza del momento, no podía evitar una ligera sonrisa de triunfo.
Sonrisa que rápidamente se borraría al darse cuenta de que su objetivo se le habia ido de las manos.
[¿Um...?]
Enseguida salió como flecha que corta el viento.
¿Qué debería hacer ahora? Quizás si cortaba camino por el segundo piso y sube hasta el segundo edificio quizás podría llegar por el puente que conecta con el primero al tercer piso.
Ese fue su plan al comienzo pero en cuanto llego al segundo piso se topo con cementos quien parecía bloquearle el camino. De rodillas estaba reparando un par de lozas conectadas a los escalones.
—¿Midoriya? —Cementos se percato de la sombra a su espalda—. ¿Llevas prisa? Lo siento tendrás que ir por otro lado. Un grupo de segundo año tuvieron un encuentro poco casual y las escaleras estarán bloqueadas un rato.
Apuntando hacia atrás se hallaba un clon de ectoplasm con un gorro de construcción y una bandera anaranjada la cual se movía de lado a lado.
[¿Enserio?]
Algo agitado se dio la vuelta y tuvo que regresar por donde vino yendo en dirección hacia el primer piso del primer edificio lo cual le quito varios minutos valiosos.
Corrió tan rápido como podía y saltaba de escalón en escalón.
*¡ZONK!*
Izuku se detuvo de golpe haciendo chillar las zuelas de sus zapatos cuando una sombra apareció en una esquina justo en la entrada.
—¿Midoriya? —era el profesor Vlad—. ¿Qué haces aquí?
Mirando su reloj se dio cuenta de que aun estaban en horas de clases por lo cual no debería estar en los pasillos tan libremente.
—Lo siento profesor, tengo algo de prisa.
—¿Perdón?
Izuku camino con una sonrisa nerviosa al lado de su profesor mientras lo dejaba atrás.
—¡Mi brazo de fibras necesita ayuda!
Dijo en voz alta antes de desaparecer de la vista del profesor.
—Brazo... ¿Fibras?
Dejando atrás el pequeño encuentro infortunio avanzo libremente por el resto del pasillo a toda velocidad mientras que algunos alumnos de otras clases que estaban en horas de ejercicio básico impartido por Snipe, vieron a un arbusto sacudirse por las ventanas interiores del recinto.
Cuando finalmente llego a las escaleras del primer edificio observo que otro par de clones de ectoplasm estaban parados al comienzo de la escalera con el mismo gorro de construcción y banderas junto a conos anaranjados.
[¡¿AH?!]
—Supongo que escuchaste la explosión de recién. Así que no debería explicarte que parte del tercer causo estragos suficientes para derrumbar las lozas de las escaleras. Si quieres subir tendrás que ir al tercer edificio.
A esto Izuku ya le pareció una broma de mal gusto. Su gesto se le torció a tal grado que Ectoplasm pensó que le estaba dando un derrame al chico. Caso que si hubiera visto la cara que puso mas adelante cuando llego al tercer edificio, posiblemente el profesor lo estuviera llevando a enfermería.
Los de la clase B de primer año estaban lavando gran mayoría de los escalones.
Y tal como si la historia se repitiera, Kendo estaba parada al inicio del pasillo con una bandera blanca que bloqueaba el paso.
—Lo siento Midoriya, tendrás que buscar otra ruta. El idiota de Monoma volvió a hacer sus estúpidas bromas y ahora tenemos que limpiar su desastre —dijo disgustada mientras sacudia el palo y bandera a su hombro.
"¡ESTUPIDES HUBIERA SIDO NO HACERLO!" una voz al fondo parecía gritar con tanta fuerza que segundos después de que terminara su frase un gran golpe provino.
—¡CALLATE! —grito Kendo con una furia encarnada que asusto a Izuku incluso activando levemente el sensor de peligro.
Al segundo, otro golpe, más como una caída hizo que el cuerpo de Monoma se resbalara por las escaleras hasta el pasillo.
—Pensó que era gracioso copiar el quirk de esa chica de tercer año. Ya sabes, ¿La de la baba en la cabeza? —dijo con gestos sobre su cabello—. No pensó que fuera tan difícil y termino ensuciando todo el primer y segundo piso. Como sea, creo que el edificio D esta libre.
Con una sonrisa, Kendo despidió a Izuku mientras que este pudo ver al final del pasillo como el cuerpo de Monoma era arrastrado por los vines de ibara.
Aunque el cuarto edificio, el D estaba libre, Izuku sospecho algo. Quizás era mas una idea de que su suerte realmente no parecía sonreírle el día de hoy por lo cual se asomo levemente al inicio de la escalera para echar un vistazo hacia arriba suya.
[Sospechoso...]
Dio un paso hacia el primero escalón. Tercio su gesto en una mueca rara.
[Aún más sospechoso...]
Dio el segundo paso al segundo escalón. Mas y mas sus ojos se cerraban mientras admiraba y mas bien vigilaba las escaleras vacías sin creer que realmente seria así de fácil... ¿O sí?
Izuku dio un paso mas y sus dudas se disiparon.
Alcanzo el tercer escalón y sonrió pensando en Mei. Finalmente la iba a alcanzar.
[Al fin...]
—¡Deku-Kun!
—¡Ah!
Detrás de Izuku, sin previo aviso la dulce voz de una colegiala le asusto lo suficiente para que tropezara y cayera con la espinilla en un filo de escalón causando que se derrumbara hacia delante.
Uraraka habia llegado sin malicia con sus manos cruzadas detrás de su espalda.
—¡¿Deku-Kun?! —alarmada salió disparada hacia delante cuando vio a Izuku derrumbarse en la escalera—. ¡¿E-Estas bien...?! ¡No quise asus—
*THROAW*
Ella también dio un mal paso y segundos después a pie de escalera, Uraraka estaba sosteniendo su espinilla tal cual Izuku lo hacía, justo en la misma posición.
[H-Hatsume...]
"Lo siento..." murmuro Uraraka a lo cual Izuku simplemente respondería con un: "No te preocupes..." ambos se quedaron durante un buen rato ahí.
Para mala suerte del peliverde no fue capaz de contactar con Mei el resto del día debido a que apenas se recuperó, Iida habia sido enviado por Uraraka quien no habia regresado con Izuku quien también fue enviada por Aizawa a buscarlo.
—¿Qué hacen...? —les pregunto al par de chicos que aun estaban llorando en el suelo.
Cuando finalmente fue la hora del almuerzo Izuku trato decenas de veces llegar al taller en el tercer piso pero siempre que estaba cerca el sensor de peligro le avisaba de ciertas trampas que sospechosamente aparecieron después del receso. Una y otra vez, luchando por poder llegar al taller jamás pudo hacerlo.
Aprendió varias lecciones ese día. Una de ellas era que las escaleras pueden ser fatales. Otra que los sucesos importunos son los más problemáticos y una de las más importantes...
Sensor de peligro no funciona con ángeles.
O es así como lo describió Izuku después de admirar a Uraraka durante un buen rato, mas de lo que debería o tendría que ser moralmente correcto.
[...]
Cuando Izuku volvió a casa esa tarde estaba devastado, devastado por la idea de no poder zanjar sus problemas que en primer instancia no debieron desarrollarse como tal. Pero era gracias a su falta de tacto que el muy sonso de este niño no podía comprender que si no presta atención a sus relaciones interpersonales podría crear un gran malentendido.
[Hmm...]
Parecía que Izuku no habia dejado de refunfuñar ni si quiera estando en la cocina. Mientras lavaba los platos su cara no cambiaba. Estaba decepcionado consigo mismo a tal punto que las gotas de jabón que le salpicaba a los ojos los consideraba un castigo justo... o así fue hasta que no pudo soportarlo más.
—¡M-Mis... —apretó su cara con sus manos—¡...Ojos!
Grito Izuku.
*¡JAJAJAJA!*
Rumi parecía estar deshaciéndose de la risa en el sofá mientras veía una de esas comedias coreanas que últimamente habia comenzado a ver. Mientras tanto, Izuku solamente podía retorcerse en la cocina que estaba al lado.
—Jajaja~ —rumi seguía riendo como ella sola—. Izuku... pásame algunos bocadillos de la despensera.
El chico habia optado que una mejor opción era hundir su rostro en el cumulo de agua en el fregador antes de seguir sufriendo por ardor en los ojos. Se quedo lo suficiente como para reflexionar acerca de lo que tenía que hacer para poder llegar a Mei por que a pesar de que sea bastante ¡Estupido!, Midoriya Izuku puede comprender, al menos eso hace.
Mei estaba evitándolo.
Así que Izuku se propuso que mañana fuese un día diferente. Esta vez podría hablar con ella.
O al menos eso espera.
—¡Mis bocadillos Izuku!
*¡JAJAJAJA!*
Izuku saco su cabeza mojada del fregadero. Ahora que la veía bien, en efecto, rumi habia subido algunos kilos de más. ¿Era muy exagerado hablar de la panza que le sobresalía del camisón?
—Rumi... ¿No deberías salir un poco más? Digo, creo que ya estas mejor, ¿No? —Izuku extendió su mano hacia la despensera abriéndola y sacando una bolsa de frituras de una de las decenas de cajas vacías que yacían acumuladas ahí—. Seria bueno para tu salud... además, creo que has engordado un poco.
Apenas se dio la vuelta para extenderle la bolsita se dio cuenta que Rumi le miraba con una expresión de muerte segura.
[Muérete.]
*¡ZONK!*
[a...]
Un recordatorio de nunca hablar del peso de una mujer.
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