MAS ALLA DEL TRAUMA.
Los días transcurrieron rápidamente, más rápido de lo que podríamos haber imaginado. Una semana después, se convocó una conferencia en la que Hawks, el héroe más destacado en la tabla de héroes de Japón, se vio obligado a comparecer y enfrentar la situación. Parecía que no tenía otra opción más que dar la cara, quizás bajo presión o por circunstancias fuera de su control.
*CLIC, CLIC, CLIC*
Una tras otra, las cámaras de los periodistas disparaban ráfagas de fotos, capturando el tumulto de personas apiñadas frente a los tribunales. En medio del bullicio, un vehículo oscuro se abrió paso lentamente, y de él emergió Hawks, el héroe de renombre nacional, con ambas alas plegadas a sus espaldas y una venda envuelta alrededor de su cuello. Vestido con un impecable traje negro, su mirada, característica de él, intentaba proyectar calma a pesar de la tensión palpable en el ambiente.
Las voces se alzaron en un coro estridente mientras los periodistas arremolinados rodeaban a Hawks, cada uno tratando de ser escuchado sobre el otro:
—¿En qué medida estuvo involucrada la comisión de seguridad pública en estos eventos?
—¿Es cierto que Midoriya Izuku estuvo en peligro de ser ejecutado?
—¿Cómo planean compensar los daños masivos sufridos en toda la ciudad de Tokio?
Las preguntas llovían como proyectiles, dirigidas con furia y urgencia hacia el héroe que avanzaba con paso firme hacia las puertas del tribunal. A pesar del aguacero de interrogantes, Hawks mantenía una compostura estoica, manejando cada cuestión con cuidado mientras intentaba abrirse paso a través de la multitud hacia la entrada, donde se esperaba que proporcionara respuestas que muchos ansiaban escuchar.
Durante la tranquila mañana, Hawks se vio rodeado por individuos que, aunque nunca había conocido personalmente, reconocía instantáneamente como figuras clave dentro de la estructura de la Comisión de Seguridad Pública. Eran los engranajes invisibles que movían los hilos del gobierno, y ahora lo dirigían con delicadeza a través de un guion meticulosamente elaborado, diseñado no solo para responder a las cámaras, sino también para proteger la frágil integridad del gobierno.
Desde la difusión del video que capturaba la épica batalla en Osaka, donde Izuku Midoriya y Miruko se enfrentaron desesperadamente para proteger a la ciudadanía, las preguntas no habían cesado:
—¿Por qué se mantuvo en secreto lo que sucedió en Osaka?
—¿Es cierto que la muerte de Hex, el dueño del cuartel de luchas en Osaka, fue el resultado de una acción de la heroína Nagant?
—¿La muerte del presidente Kinoshita fue un crimen planeado o simplemente un ajuste de cuentas?
—¿Quiénes son realmente los cinco miembros de la Comisión?
Las voces de los periodistas y ciudadanos se alzaban como una marea implacable, cada pregunta disparada hacia Hawks mientras avanzaba entre la multitud hacia el imponente edificio del tribunal. Su rostro, habitualmente imperturbable, reflejaba ahora una mezcla de determinación y preocupación ante el desafío de enfrentar estas interrogantes de frente, sabiendo que sus respuestas tendrían un peso crucial en el destino tanto de la verdad como de la confianza pública.
Cuando Hawks finalmente se puso frente al atril, la luz cegadora de los flashes de las cámaras lo recibió de lleno, reflejándose en su rostro mientras se enfrentaba a la imponente sala que se extendía ante él como un vasto anfiteatro. Las miradas de los presentes parecían perforar su ser, cada una esperando respuestas, buscando claridad en medio del caos y la incertidumbre que rodeaba a la Comisión de Seguridad Pública.
En las sombras, Hawks divisaba a los hombres y mujeres que se movían con meticulosidad, los artífices de la estrategia para preservar lo que quedaba de la integridad de la institución. Sabía que él mismo era visto como un peón en este juego político, un instrumento utilizado para mantener el equilibrio precario en la sociedad heroica.
Mientras esperaba el momento de hablar, su mente retrocedió hacia atrás, revisando cada decisión que lo había llevado hasta aquí. Recordó cómo había sido moldeado desde joven para convertirse en un héroe excepcional, pero también en un agente de la sombra, manejando información y compromisos que lo alejaban de la imagen idealizada que la gente tenía de los héroes.
Hawks se sintió abrumado por el peso de su papel: haber llevado sobre sus alas la carga de ocultar la malicia y el conflicto detrás de una fachada de paz y heroísmo. Cada acción, cada sacrificio había sido una piedra más en el camino tortuoso que había recorrido, y ahora se encontraba en una encrucijada crucial.
En ese instante de introspección profunda, una pregunta se elevó sobre las demás, una pregunta que había evadido durante mucho tiempo: ¿Qué es realmente lo correcto?
Para Hawks, esa interrogante no era solo una cuestión de ética o deber, sino una búsqueda personal de sentido y redención. ¿Había estado haciendo lo correcto al seguir las órdenes de la Comisión, incluso cuando esas órdenes implicaban acciones moralmente ambiguas? ¿O debía buscar un camino que lo llevara hacia la verdad y la justicia, aunque eso significara enfrentarse a las consecuencias devastadoras?
En el silencio tenso de la sala, Hawks se preparó para hablar, consciente de que sus palabras no solo determinarían su propio destino, sino también podrían sacudir los cimientos de la confianza pública en los héroes y en el gobierno mismo. Estaba decidido a encontrar una respuesta que resonara con su propia conciencia, una respuesta que marcara el inicio de un camino hacia la integridad y la verdadera redención, tanto para él como para aquellos cuyas vidas había tocado con sus acciones.
El ambiente tenso se hizo palpable en la sala mientras Hawks se enfrentaba a la pregunta que pendía en el aire como una espada. El gesto del anfitrión para comenzar la conferencia marcó el inicio de un momento crucial, donde las cámaras dejaron de captar fotos para enfocarse en la grabación de videos, transmitiendo en vivo a través de múltiples plataformas nacionales en Japón.
Las miradas de expectación se dirigieron hacia Hawks, quien se mantuvo sereno pero consciente de la responsabilidad que cargaba sobre sus hombros. La pregunta, cuidadosamente formulada por una mujer en la audiencia, resonó en toda la sala:
—Durante mucho tiempo, ha habido una cierta falta de transparencia en la era de los héroes, especialmente desde la perspectiva de la justicia. Muchos héroes han optado por revelar abiertamente su identidad, mostrando al mundo quiénes son y qué tipo de héroe representan. La noción de mantener una identidad secreta parece haber quedado en el pasado, junto con la era de los vigilantes. Héroe profesional Hawks, ¿podría decirnos quiénes son esos miembros en las sombras dentro de la Comisión de Seguridad Pública?
El silencio se extendió por un momento mientras Hawks consideraba sus palabras con cuidado. Sabía que la respuesta a esta pregunta no solo afectaría su propia reputación y posición, sino que también tendría implicaciones profundas para la percepción pública de la Comisión y, más ampliamente, para la confianza en las estructuras gubernamentales y heroicas.
Hawks miró el guion que tenía frente a él, consciente de que la pregunta que enfrentaba era directa y buscaba revelar detalles sobre esos miembros en las sombras, personas como Eva, Nacht, Kano y Fobos, quienes operaban sin el reconocimiento público del gobierno japonés, e incluso por encima de él y de Nagant.
Respiró profundamente antes de comenzar a responder, sabiendo que las palabras que elegiría tendrían un impacto significativo. Sin embargo, las líneas escritas en el guion no resonaban con su verdadera convicción. Sentía la presión del control que ejercían sobre él, como si fuera un títere en manos de quienes manejaban los hilos desde las sombras.
Con una voz medida, Hawks comenzó su respuesta, desviándose sutilmente de la verdad:
—Es cierto que en la era de los vigilantes se hablaba mucho de mantener una identidad secreta, pero en la actualidad no existe una obligación legal para revelar quién eres al mundo. Supongo que los miembros a los que te refieres han optado por mantener su anonimato para proteger a sus familias y por razones de seguridad personal.
Internamente, Hawks sabía que estaba mintiendo. Las palabras que pronunciaba eran cuidadosamente seleccionadas según el guion que le habían proporcionado, una versión editada de la verdad diseñada para proteger los intereses de quienes realmente controlaban los hilos del poder. La sensación de ser manipulado como un títere lo frustraba profundamente, pero también entendía las consecuencias devastadoras que podrían surgir si revelaba demasiado.
Mientras continuaba hablando, intentó mantener una compostura profesional, aunque su mente estaba en conflicto interno. Se cuestionaba su lealtad, su papel y el precio que estaba pagando por estar en el centro del escenario, enfrentando las preguntas que podrían desentrañar años de secretos cuidadosamente guardados.
—Con todo el respeto que se merece, señor Hawks, no es eso lo que estoy preguntando. Me refiero a las tres personas encontradas esa misma noche. Una de ellas parece haber estado involucrada en otra tragedia años atrás, relacionada con la heroína "Muerta" High Light —insistió la reportera con tono firme, mientras buscaba captar la atención del héroe proclamado.
—¿Señor? —respondió Hawks con una sonrisa juguetona que desarmó un tanto el serio tono del interrogatorio—. Aún soy bastante joven para que me llamen señor —añadió con un toque de humor, ganándose risas dispersas entre la audiencia presente.
El ambiente se dividía entre los que encontraban la situación divertida y aquellos que mantenían una postura más seria. Algunos observadores, ocultos en las sombras, clavaron sus miradas afiladas en Hawks, como si intentaran perforar su carácter impenetrable.
Sintiendo la presión sobre él, Hawks decidió tomar aire y ajustar su postura antes de continuar.
—En la comisión de seguridad pública, es común que algunos miembros desaparezcan. No todos permanecen de manera constante.
—¿Está sugiriendo que hay alguna irresponsabilidad por parte de la comisión? —inquirió la reportera con ceño fruncido, escudriñando cada palabra que salía de los labios del héroe.
—No, lo que quiero decir es que estas personas podrían no tener relación alguna con la comisión. Conozco a la heroína a la que te refieres, High Light. Pero mezclar a alguien fallecido en una noche de póker con los vivos... no sé, no encaja del todo, ¿no crees?
Hawks se vio obligado a mentir en ese momento, jugando con las cartas que le habían repartido, aunque preferiría no estar involucrado en ese juego. Aunque estaba acostumbrado a las artimañas y los engaños en su carrera, sentía una punzada de incomodidad en su pecho.
Hawks no pudo evitar sentirse insatisfecho consigo mismo.
—Según nuestras investigaciones, una de las tres personas encontradas también estuvo involucrada en un evento ocurrido hace varios años en los pueblos cercanos al monte Fuji, donde un lugar entero desapareció de repente con la manifestación de un quirk. El nombre que manejamos es el de Kano, pero descubrimos que su verdadera identidad es Chieko Nakoano. ¿Qué tiene que decir al respecto?
Hawks se tomó un momento para reflexionar. A pesar de estar preparado para esta pregunta, sintió un nudo en el estómago. No podía revelar toda la verdad, pero tampoco quería mentir descaradamente.
—La comisión de seguridad pública ha sido una institución establecida desde los primeros días de la era de los héroes. Es natural que a lo largo de los años haya integrado a individuos de diversos orígenes y habilidades —respondió con cautela, midiendo cada palabra mientras intentaba mantener una postura neutral.
—El punto central de nuestra preocupación es cómo la comisión trata a sus miembros. Desde que el difunto presidente Ryuji Kinoshita asumió el cargo, hemos sido testigos de numerosos incidentes bajo su administración. La transparencia hacia el público ha sido cuestionada, y nos preocupa profundamente lo que podría estar siendo ocultado.
La reportera miraba fijamente a Hawks, esperando una respuesta más reveladora. Sus ojos brillaban con determinación, decidida a obtener más que respuestas evasivas.
Hawks suspiró internamente, consciente de la delicada línea que debía caminar entre proteger secretos de seguridad y mantener la confianza pública.
—No deberían preocuparse demasiado. Nuestro deber primordial es proteger a todos los ciudadanos —respondió finalmente, forzando una sonrisa que sabía falsa incluso antes de que cruzara sus labios.
Se odió a sí mismo por esa respuesta. Detestaba la sensación de deshonestidad que envolvía sus palabras. Era un hábito incómodo, jugar con las verdades a medias, especialmente cuando sabía que el público merecía conocer la verdad completa.
La atmósfera en la sala se volvió tensa y cargada de expectación mientras la reportera continuaba presionando a Hawks con sus preguntas incisivas y acusaciones directas.
—El deber primordial... ¿Después de todo lo que ocurrió en Tokio hace una semana? ¿Y además lo de Osaka? No veo cómo los héroes están protegiéndonos. ¿Qué más oculta la comisión y por qué?
Hawks sintió cómo la presión aumentaba con cada palabra. Apretó los puños bajo la mesa, intentando mantener la compostura detrás de una sonrisa forzada.
—Nada en realidad... —respondió con sequedad, sabiendo que cada palabra tenía que ser medida cuidadosamente.
La reportera no se conformó con la evasiva y continuó con su interrogatorio incisivo.
—La heroína Miruko y Mount Lady estuvieron involucradas junto con otro miembro de la tabla y un estudiante de la escuela de héroes U.A esa noche. ¿Por qué?
Hawks se mantuvo en silencio por un momento, considerando cómo abordar la pregunta sin comprometer la seguridad ni la confianza pública. Miró hacia el fondo de la sala, donde sabía que los miembros de la comisión observaban cada palabra suya como marionetistas controlando sus movimientos.
Antes de que pudiera responder, una voz inesperada interrumpió desde el fondo de la sala.
—¡Hubo un enfrentamiento esa noche y hay muertos de ambos lados! —exclamó el reportero que se había levantado, atrayendo la atención de todos—. El presidente, uno de los pilotos de emergencia y aparentemente un padre de familia fueron encontrados muertos cerca del edificio de la comisión, donde también fue hallado el hombre conocido como Kano y la heroína Miruko.
Las palabras resonaron en la sala, dejando un silencio incómodo en su estela. La expresión de Hawks se endureció, y la sonrisa forzada desapareció por completo de su rostro. Sabía que esta revelación era grave, demasiado para ser evadida o minimizada con palabras cuidadosamente elegidas.
—Lo siento, pero no puedo comentar sobre detalles específicos de investigaciones en curso —respondió Hawks finalmente, su voz firme pero cautelosa—. Lo que puedo decir es que la seguridad y la estabilidad de la sociedad son nuestras prioridades absolutas. Estamos trabajando diligentemente para esclarecer los eventos recientes y garantizar que se haga justicia.
La reportera pareció insatisfecha con la respuesta, pero sabía que no podría obtener más en ese momento. El ambiente en la sala era tenso, con miradas de expectación y dudas que pesaban sobre Hawks. Se sentía atrapado entre la necesidad de proteger secretos sensibles y la obligación de ser transparente con el público.
La reportera principal no se detuvo y continuó presionando.
—¡Estamos hablando de muertes, Hawks! ¿Cómo puede la comisión asegurar la seguridad pública cuando su propia gente y héroes reconocidos están involucrados en tragedias como esta?
Hawks sintió la presión aumentar aún más. Respiró profundamente antes de responder, consciente de que cada palabra podía tener consecuencias significativas.
—Entiendo la gravedad de la situación. Estamos llevando a cabo una investigación exhaustiva y colaborando estrechamente con las autoridades pertinentes para llegar al fondo de lo sucedido. Todos los involucrados serán responsabilizados conforme a la ley.
El ambiente en la sala seguía siendo tenso, con miradas penetrantes de los reporteros y sus cámaras grabando cada gesto de Hawks. Se sentía como si estuviera en medio de una tormenta, luchando por mantener el equilibrio entre la verdad y la protección de secretos cruciales para la seguridad nacional.
Hawks estaba en su límite.
[La última vez que recordé a mis padres fue en Osaka. Fue una sensación extraña, como si estuviera viviendo un sueño o reviviendo un recuerdo. Estaba parada allí, frente a mi familia que ya se había ido, y en ese momento me dijeron que todo estaba bien, que debía seguir adelante. Aunque tenía la opción de ir con ellos, no me permitieron tomarla. Y ahora, reflexionando, estoy agradecida... Si hubiera tomado esa decisión, no habría podido quedarme a su lado.]
Miruko sintió cómo las lágrimas amenazaban con acumularse bajo sus párpados. Frunció el ceño con determinación, luchando por contenerlas. La oscuridad que la rodeaba era opresiva, y su cuerpo pesaba como si cada músculo estuviera adormecido después de una extenuante carrera.
—¿Dónde...? —murmuró débilmente, intentando abrir los ojos pero cerrándolos de inmediato al encontrarse con una luz cegadora.
Una voz sorprendida resonó desde algún lugar a su lado.
—Finalmente despertaste.
Miruko levantó la vista hacia la figura que estaba a su lado. Al principio todo parecía borroso, pero poco a poco los contornos se definieron y los colores se hicieron más claros. Reconoció el gran matorral de cabello verde y los profundos ojos café que la observaban con preocupación.
Con esfuerzo, separó los labios y pronunció su nombre.
—Kamui...
Su voz sonaba áspera y ronca, como si su garganta hubiera olvidado cómo hablar. Sin embargo, al mencionar el nombre, el rostro sobre ella se enfocó completamente.
—No creí que alguien pudiera dormir tanto. Los médicos decían que estabas terriblemente agotada. Para mí parecía un coma.
Kamui la miraba con una mezcla de alivio y preocupación. Ella quería decir algo más, pero las palabras se atascaban en su garganta, y solo pudo asentir débilmente, dejando que la presencia reconfortante de Kamui la rodeara en ese momento confuso y oscuro de su despertar.
Kamui Woods, o mejor dicho Shinji Nishiya, yacía en una camilla junto a Miruko, separados por un marco metálico cubierto por cortinas.
—Ha sido una semana larga. Y pensar que todas esas veces que Izuku decía que eras una floja eran mentiras... creo que le debo una disculpa —dijo Shinji con un tono ligero, tratando de romper la tensión del momento—. Creo que Yu se encargará de eso...
Antes de que pudiera terminar la frase, notó que lágrimas comenzaban a brotar de los ojos de Miruko. Shinji se quedó sin palabras al verla llorar.
Miruko no pudo contener las lágrimas. Sentía cómo corrían por sus mejillas, y llevó una mano temblorosa hacia ellas. No entendía completamente por qué estaba llorando. No era solo alivio ni tampoco solo cansancio; había algo más, algo profundo que la hacía emocionarse así. ¿Qué era exactamente?
—...Nunca te había visto llorar. ¿Estás bien? —preguntó Kamui con una mezcla de preocupación y curiosidad.
La mente de Rumi estaba en blanco, solo podía sentir las lágrimas y el vacío en su estómago. Parpadeó varias veces y de repente una especie de claridad se formó frente a ella, revelándole una silueta que solo parecía ver ella misma.
Era como un rastro de memoria, mostrándole...
Su familia.
[¡Bien hecho, hija.]
Las palabras resonaron en su corazón como un susurro cuando la imagen del rostro de Izuku apareció en su mente y abrió los ojos de par en par. Un segundo después, la visión desapareció y ella se despertó completamente.
—¡¿Qué pasó con él?! ¡¿Qué pasó con Izuku?!
—¡Whew...! —Kamui entró en pánico al ver el cambio de color en el rostro de Miruko—. ¡Cálmate, te lastimarás!
Rumi ignoró el dolor y se inclinó hacia adelante, agarrando el borde de la cama con determinación para ponerse de pie.
—¡No te levantes! Tus piernas aún no están listas y tu corazón...
Fue interrumpido.
—¡Cabeza de arbusto, dime! ¡¿Él está bien?!
—¡Sí, sí! ¡Él despertó antes que tú!
Ignorando las advertencias de Kamui, Rumi saltó de la cama en cuanto supo que Izuku estaba bien. Pero al poner los pies en el suelo, se dio cuenta de que estaban enyesados, y un dolor punzante se disparó hasta su espalda, haciendo que se inclinara hacia adelante.
—¡Te dije que no te levantaras! —le reprochó Kamui con urgencia—. Tu corazón tampoco ha sanado. Deberías...
Una vez más, fue interrumpido cuando Miruko se lanzó hacia él con una mirada desesperada y llena de angustia en su rostro.
—¡¿DÓNDE ESTÁ?!
Su voz resonó como un grito gutural, desesperada por respuestas sobre Izuku. El miedo y la preocupación ahora brotaban sin control.
Apenas Miruko se inclinó hacia Kamui, su rostro se encendió en un rubor notorio al percibir algo en ella.
—A-A-A-Al f-f-final del pas-s-s-illo... —tartamudeó Kamui, desconcertado por la repentina determinación de Miruko. Sin embargo, antes de que pudiera explicarse más, ella salió disparada de la habitación como un pato en dirección al pasillo.
Con las piernas enyesadas hasta los muslos, a Rumi le resultaba difícil moverse con rapidez. Cada paso era una lucha contra el dolor y la limitación de sus movimientos.
—¡¡ESPERA...!! —gritó Kamui, saliendo de su estupor inicial—. ¡¡NO PUEDES SALIR ASÍ!!
Ignorando los intentos de Kamui por detenerla, Miruko se lanzó por el pasillo blanco con determinación implacable. Ni siquiera el cielo visible a través de las ventanas logró distraerla. Un doctor que se cruzó en su camino la miró perplejo, pero ella apenas notó su presencia.
En su mente resonaba una única preocupación:
[Izuku... ¡Izuku!]
Esa era su prioridad absoluta en ese momento, más allá del dolor o cualquier obstáculo físico.
Tropezó algunas veces, pero se las arregló para mantenerse en pie apoyándose en la pared con una mano envuelta en gasa. Continuó avanzando con determinación hasta alcanzar el final del pasillo, donde se encontraba la intersección con otro corredor que conducía a las salas de cuidados especiales.
—¡Izuku! —exclamó al llegar, su voz resonando con urgencia y alivio.
Miruko buscó desesperadamente entre las habitaciones, ignorando cualquier restricción o advertencia médica. Quería asegurarse de que él estuviera bien, de verlo con sus propios ojos y saber que estaba a salvo.
Golpeó cada puerta con determinación mientras atravesaba el pasillo, ignorando las miradas sorprendidas y los murmullos de asombro que dejaba a su paso. Pacientes, doctores y enfermeras se apartaban apresuradamente para dejarla pasar, conscientes de la urgencia en sus pasos.
Finalmente, llegó a la puerta correcta y la abrió con fuerza.
—¡IZUKU!
La habitación estaba iluminada por la luz suave del atardecer que se filtraba por la ventana. En el centro, Izuku estaba sentado en una cama cerca de la pared, vestido con una bata sin mangas y con ambas piernas y brazos envueltos en yeso. Frente a él, Toshinori Yagi, el hombre delgado con cabello rubio y desgastado, estaba a punto de darle un bocado de pastel con una cuchara.
La cuchara se congeló en el aire cuando Toshinori se giró abruptamente hacia la puerta que se había abierto con ímpetu.
—¿Rumi-San...?
La sonrisa que había comenzado a formarse en el rostro de Izuku se desvaneció rápidamente cuando su rostro se tiñó de un profundo rubor. Toshinori también mostró sorpresa en su expresión, aunque rápidamente intentó ocultarla.
Las miradas directas y sorprendidas de Izuku y Toshinori llamaron la atención de Rumi, quien casi de inmediato bajó la mirada hacia sí misma, consciente de algo fuera de lugar. Llevaba unos pantalones cortos blancos y una pequeña camiseta atada con correas en la parte superior. Las vendas alrededor de sus brazos y cuello apenas lograban ocultar su piel, y notó que una delgada correa que sostenía su camiseta se había deshecho, probablemente por el apresuramiento y la excitación de llegar hasta allí.
Cuando la parte superior de su ropa cayó ligeramente hacia un lado, pareció que algo saltó, capturando la mirada de Izuku y Toshinori.
De arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba.
*BOING*
El sonido juguetón de un elástico liberado llenó un breve momento de silencio en la habitación antes de que todos se dieran cuenta de lo que había sucedido. Rumi sintió cómo el rubor se extendía por sus mejillas mientras sus ojos se encontraban con los de Izuku, cuya sorpresa inicial dio paso a una sonrisa cómplice y una risa nerviosa por parte de Toshinori.
—¡Rumi-san! —exclamó Izuku, tratando de mantener la compostura mientras se ajustaba incómodo en la cama.
Rumi sintió una mezcla de alivio y vergüenza, pero sobre todo una inmensa alegría al ver que Izuku estaba allí, a salvo y recuperándose.
—Lo siento... —murmuró Rumi, intentando cubrir la parte expuesta de su ropa y sonriendo tímidamente—. Solo necesitaba saber que estabas bien.
Toshinori, con su característica calma, puso la cuchara en la mesita de noche y se levantó para acercarse a Rumi.
—Está bien, Rumi-san. Izuku está bien —dijo con voz tranquilizadora—. Gracias por preocuparte por él.
Rumi asintió con gratitud, sintiéndose un poco más tranquila ahora que estaba allí con ambos.
Hubo un momento donde la calma inundo la habitación donde los tres estaban en armonía hasta que Miruko pensó mejor las cosas y miro al hombre delante de ella.
—¿Quién eres tú?
Pregunto con ceja alzada.
[...]
El tiempo transcurrió lentamente en los días posteriores al incidente. Más de ocho días pasaron desde que la tragedia sacudió Tokio. Durante la mayor parte de ese tiempo, Rumi permaneció en un estado casi comatoso, mientras que, tres días después del atentado, Midoriya Izuku finalmente despertó. Sin embargo, algo había cambiado profundamente en él desde entonces.
Aunque las horas se deslizaban en el hospital, fuera de sus paredes, el país entero estaba sumido en un torbellino de noticias y especulaciones. La transmisión desde Osaka no solo reveló detalles impactantes sobre la conspiración, sino que también expuso a los implicados. Las redes sociales estallaron con preguntas y teorías mientras los nombres de los involucrados se propagaban rápidamente.
En Musutafu, los héroes como Yu Takeyama, Shinji Nishiya, Bakugou Katsuki, Rumi Usagiyama, y Midoriya Izuku fueron identificados como parte del enfrentamiento. Del lado de la comisión, figuraban nombres como Kaina Tsutsumi, Chieko Nakoano, Adrien Krűger, Hawks, Hikari Misayama, junto con los lamentables fallecidos Ryuji Kinoshita y... Ozda Majiro.
La revelación de estos nombres no solo desencadenó un debate nacional sobre la seguridad y el papel de los héroes, sino que también dejó a muchos cuestionando sus creencias y lealtades. La sociedad japonesa, conocida por su confianza en los héroes como protectores, ahora se enfrentaba a una crisis de confianza sin precedentes.
En medio del caos y la confusión que siguió al incidente en Tokio, Izuku Midoriya se encontraba perdido en un laberinto de emociones abrumadoras. Desde el momento en que despertó, llevaba consigo una sensación de vacío, como si una parte importante de sí mismo se hubiera perdido en la vorágine de eventos traumáticos. A pesar de las muestras de gratitud y apoyo recibidas en las entrevistas desde Osaka, donde las víctimas expresaban su alivio y reconocimiento por su valentía, Izuku no podía evitar sentirse abrumado por la culpa y la tristeza.
La noticia de la muerte de Ozda Majiro fue un golpe devastador que resonó profundamente en Izuku, lo dejó aturdido y lleno de preguntas sin respuesta. Cada día se convertía en una batalla interna contra sus propios pensamientos tumultuosos, una lucha constante por encontrar sentido y paz en medio del caos que había alterado su vida.
A pesar de la constante presencia de All Might, quien se mantuvo a su lado en el hospital central de Tokio desde el momento en que despertó, las conversaciones entre ambos se volvieron tensas y llenas de silencios incómodos. All Might, consciente de la fragilidad emocional de Izuku, se abstuvo de presionarlo para hablar sobre lo sucedido, pero su silenciosa preocupación era palpable.
Las noticias y el informe de Mount Lady, que detallaba los eventos ocurridos durante y después del enfrentamiento, ofrecieron algo de claridad sobre los eventos catastróficos. Mount Lady, dada de alta dos días después del incidente, regresó a Musutafu para rendir cuentas y proteger tanto su reputación como la de Kamui Woods, quien aún se encontraba recuperándose de sus heridas.
En medio de la confusión y el dolor, Izuku se enfrentaba no solo a su recuperación física, sino también a la difícil tarea de reconciliar sus emociones y su identidad como héroe en un mundo que había sido sacudido hasta los cimientos. Aunque la semana pasada había sido tumultuosa y llena de cambios, lo más difícil aún estaba por venir mientras intentaba encontrar sentido en medio del caos que lo rodeaba.
Durante el día, Toshinori Yagi, consciente de la situación delicada, decidió explicarle a Rumi quién era realmente, aunque prefirió presentarse como un amigo cercano de Izuku para no complicar más las cosas. Después de esta conversación, decidió salir por un rato para atender algunos asuntos pendientes, dejando a Izuku y Miruko a solas en la habitación del hospital.
La atmósfera entre Izuku y Miruko era tensa pero cargada de un silencioso entendimiento. Izuku, con la mirada perdida en sus pensamientos, estaba visiblemente afectado por todo lo que había pasado. Miruko, por su parte, observaba con atención, sintiendo una mezcla de simpatía y preocupación por el joven héroe que había pasado por tanto en tan poco tiempo.
El silencio entre ellos era incómodo al principio, pero gradualmente se convirtió en una especie de paz compartida.
—Parece que vamos en juego —dijo Rumi, tratando de aligerar el ambiente con una sonrisa.
Izuku la miró con curiosidad, sus ojos cansados reflejaban el peso de los días recientes. Rumi notó la seriedad en su expresión y decidió explicarse mejor.
—¿Cómo dices? —preguntó Izuku, ajustando incómodo la posición de su brazo enyesado.
Rumi levantó una mano hacia su propio rostro, señalando la mitad vendada con una expresión irónica.
—Mira nuestras cabezas, Izuku. Ambos parecemos salidos de un juego de vendajes —dijo con una mezcla de ironía y ligereza en su voz.
Izuku observó detenidamente, notando por primera vez la similitud en sus vendajes. Asintió lentamente, una leve sonrisa jugueteando en sus labios cansados.
—Es cierto... Parece que estamos en el mismo equipo después de todo —respondió, dejando escapar un pequeño suspiro.
—¡Lo ves! Aunque a mí me sobresalen las orejas, lo que no es exactamente una moda de la que me sienta orgullosa —añadió Rumi con un destello de humor, intentando mantener el ánimo alto.
La atmósfera en la habitación se relajó un poco más con su intercambio ligero. Izuku apreciaba la forma en que Rumi encontraba una manera de hacer más llevadera la difícil situación.
Parecía que Izuku se animaría a hablar, pero en lugar de eso, dejó su boca entreabierta y la cerró con un suspiro. Era evidente que le faltaba el valor o la fuerza para expresar lo que sentía. Si sus manos no estuvieran atrapadas en yesos, probablemente las habría apretado contra sus muslos con frustración y desesperación.
Rumi captó al instante su desánimo. Un denso silencio se apoderó de la habitación, un silencio cargado de emociones no dichas y pensamientos tumultuosos. Quería hablarle, tenía tantas cosas que decirle, pero se sentía paralizada por la incapacidad de encontrar las palabras adecuadas.
Durante el tiempo que estuvieron separados antes de que ella llegara a Tokio, había prometido a sí misma que, en cuanto lo viera, le revelaría todo lo que sentía. Sin embargo, ahora se encontraba en un callejón sin salida emocional, preguntándose por qué le resultaba tan difícil abrirse a él.
¿Acaso se sentía avergonzada? Podría ser que sintiera vergüenza de la intensidad de sus propios sentimientos. Rumi nunca había sido una persona que se abriera fácilmente a los demás, y desde la pérdida de su madre, había cerrado inadvertidamente las puertas de su corazón a cualquier relación profunda. Conocer a Izuku había sido un catalizador, una chispa que había comenzado a derretir el hielo que había acumulado alrededor de su corazón.
Ella podía admitir eso, pero se torturaba con la pregunta de si había hecho lo suficiente por él. Al observar su rostro, podía ver la misma mirada preocupada y atormentada por los fantasmas del pasado que había visto en el hospital de Osaka. Izuku seguía siendo el mismo chico herido que había conocido en ese oscuro día.
Rumi se sentía abrumada por la certeza de que no había estado a la altura, de que no había sido capaz de brindarle el apoyo y la comprensión que él necesitaba. Esa sensación de impotencia la estaba destrozando por dentro, y sentía cómo su corazón se comprimía dolorosamente en su pecho.
Al ver su sufrimiento reflejado en su rostro, Rumi sintió una punzada profunda en su corazón. Por primera vez en mucho tiempo, se encontró deseando poder aliviar el dolor de alguien más, de Izuku. Quería encontrar las palabras correctas para consolarlo, para demostrarle que estaba allí para él en cada paso del camino.
Se maldijo a sí misma y decidió que sin importar lo que pasara, le diría ahora mismo todo lo que necesitaba decirle.
—¡IZU—
—Recupere mis recuerdos.
Izuku la interrumpió con una declaración directa. Rumi se detuvo en seco, las palabras que había preparado se atascaron en su garganta, convirtiéndose en un nudo difícil de tragar.
Izuku observo a Rumi con una mirada sincera.
—Aunque aún hay detalles que no puedo recordar con exactitud, lo importante está aquí. Recuerdo por qué reí, recuerdo lo que sentí en aquellos días. Puedo recordar mi propio rostro reflejado en el charco de sangre a mis pies.
Sus palabras pesaban tanto en el ambiente que la expresión de Rumi no pudo ocultar su sorpresa y angustia.
Apenas reunió la fuerza para salir del shock, y Rumi habló:
—¿Qué ocurrió?
Izuku agachó la cabeza y desvió la mirada de la cara de Rumi.
—Sufría.
El pecho de Rumi se hundió al escuchar eso. La pesadez de aquella declaración golpeó en un punto clave, donde el corazón de Rumi parecía tintinear de dolor. Quería llorar al escuchar cómo Izuku respondió.
—Día tras día. Quizás la ansia de despertar un quirk alteró mi despertar. El dolor, el miedo, el deseo... todo se acumuló dentro de mí. Durante mucho tiempo sufrí, día tras día. Hasta que comencé a buscar una forma de dejar de sufrir y encontré que las personas que sufren, sonríen —en el fondo del pecho de Izuku no sentía tal dolor como lo reflejaba su tono de voz, quizás porque estaba perdido en sí mismo o tal vez no le importaba, pero su subconsciente parecía luchar contra eso—. Así que decidí sonreír, aun cuando sufría. Pensé que si seguía así, en algún punto el dolor se iría, pero nunca lo hizo.
Mientras más hablaba, Rumi sentía cómo todo el espacio se reducía, borrando el mundo a su alrededor y dejando solo a ella y a Izuku uno al lado del otro en un vacío de confesiones y emociones crudas.
—Cuando desperté mi quirk me sentía tan extraño. Todo en mi cabeza daba vueltas. Mi dolor, mis sueños... todo. Finalmente, todo pasó y cuando me di cuenta, el miedo se había apoderado de mí. Yo tenía tanto miedo. Cuando vi a Kacchan a mis pies y después toda la destrucción a mi alrededor, rápidamente vino a mí el pensamiento de que quizás si sonreía dejaría de temer, dejaría de sentir dolor.
Izuku frunció el ceño y volvió su mirada hacia Rumi, quien estaba conteniendo sus lágrimas.
—Pero no fue así... Entonces comencé a reír. Pensé que, si sonreír no bastaba, quizás si reía todo desaparecería. Reía tan fuerte como si estuviera feliz, intentando convertir mi realidad en un sueño muy extraño... quizás en una pesadilla.
Rumi escuchaba cada palabra como si el mundo se hubiera detenido a su alrededor. La vulnerabilidad de Izuku la envolvía, haciéndola sentir como si pudiera tocar la angustia que él había soportado en silencio todo ese tiempo. Sus propios ojos se humedecieron al comprender la profundidad de su sufrimiento.
Él formó una sonrisa en su rostro, intentando luchar contra la pesadez de su corazón.
—Viéndolo retrospectivamente, no puedo evitar sentirme miserable.
La sonrisa de Izuku parecía frágil, apenas sostenida por el esfuerzo de mantenerse fuerte frente a Rumi. Sus ojos, a pesar del intento por ocultarlo, revelaban una tormenta interna de emociones que había guardado durante tanto tiempo.
Rumi observó con compasión, sintiendo cómo su propio corazón se apretaba al ver el sufrimiento en el rostro de Izuku.
No podía articular palabra; más bien, se encontraba paralizada por la incapacidad de encontrar las adecuadas. Se reprochaba internamente una vez más por su ineptitud emocional. Rumi nunca había sido buena lidiando con sentimientos profundos, y ahora, frente al dolor de Izuku, se sentía completamente desorientada. No sabía cómo abordar su sufrimiento, qué gestos o palabras podrían aliviar las heridas que lo aquejaban.
La frustración y la impotencia se agolpaban en su pecho, haciéndola sentir miserable consigo misma. Se culpaba por no haber podido hacer más por Izuku en momentos anteriores, y ahora, al no poder ofrecerle ni una palabra de aliento, se sentía insignificante. Sus puños apretados temblaban contra los muslos que llevaban yeso, reflejando la tensión interna que la consumía.
Izuku percibió su angustia. Su sonrisa, endeble y forzada para ocultar su propio sufrimiento, se transformó en una expresión de comprensión profunda. Él comprendía a Rumi más de lo que ella misma se comprendía en ese momento. Al verla derramar lágrimas, lágrimas que ni siquiera ella había advertido, se dio cuenta de la magnitud de su propio privilegio al tenerla a su lado.
Pero las lágrimas de Rumi no eran de tristeza, sino de frustración. Ya no pudo contener más su dolor y, al mirar a Izuku, vio reflejada en los ojos del chico una imagen que creía haber dejado atrás hace años: su propio rostro bañado en lágrimas, la vulnerabilidad que tanto había intentado ocultar.
En ese instante, Rumi se sintió como una niña pequeña de nuevo, buscando consuelo en figuras paternas ausentes mientras derramaba sus lágrimas.
INTRODUCIR: LIT- KENSOU USHIO
"La forma en que usaste tu poder en el festival deportivo... Puedes pensar que es un halago, pero créeme, es menos que eso, Estrafalario Midoriya Izuku."
Desde la cima de aquel hogar, observando a aquel chico.
Fue su primer encuentro.
"Vengo por ti... ¡Midoriya Izuku!"
Cara a cara por primera vez.
[No era nada impresionante, solo llamó mi atención.]
Desde que Miruko lo observó desde las gradas en el festival deportivo, fue solo un leve interés, como el picotazo de un insecto molesto.
"No entiendo por qué..."
Pasó horas sentada, esperando este papel que indicaba que, durante un corto tiempo, Miruko sería responsable de Midoriya Izuku. A diferencia de todos los demás que declinaron tenerlo a su lado, Miruko no lo rechazó.
"Tampoco es como si hubiera dicho que sí..."
A pesar de ser una mujer dura, de carácter difícil y con intereses superficiales, como golpear a quienes ella considera escoria, algo en él la intrigaba.
[Tan solo verlo de espaldas me decía lo suficiente. Solo otro niño más, solo una persona cualquiera.]
Con el tiempo, comenzó a notar algo especial en él. Un brillo singular en su determinación, en cómo enfrentaba desafíos que muchos evitarían.
[Quizás no era tan diferente de él después de todo. Tal vez su tenacidad es algo... que respetaba. Alguien que no se rinde fácilmente, a pesar de todo.]
Ella recordaba su propia infancia, los desafíos que había enfrentado para llegar hasta donde estaba. De alguna manera, Midoriya Izuku le recordaba esa versión joven y luchadora de ella misma.
"Las personas que no saben como detenerse, son las personas más peligrosas que hay."
Era como si estuviera de pie frente a un espejo.
Su mundo cambio, pero sin darse cuenta, algo mas habia cambiado en un simple parpadeo.
Aquel chico que estaba delante de ella mientras miraba su espalda, ahora estaba a su lado con una sonrisa enternecedora.
[Viví una vida apartada de las personas después de que mi madre murió. Las personas del pueblo me mostraron que los humanos podrían ser crueles e insignificantes. Crecí manifestando todas mis angustias en forma de quejas, apartando a muchos por creer que no estaban a la altura, pero en realidad... tenía miedo. Ver morir a mi padre, después a mi abuela, y al final a mi madre, cosió en mí una herida terriblemente irreparable que con el tiempo endureció en una pared que impedía sentir algo más que odio. Llegué a pensar que viviría el resto de mi vida de esa forma y concluí que estaría bien. Sin embargo, él apareció. Su sonrisa era igual a la de mi padre, tan amable como mi madre, tan fuerte como mi abuela. Entonces, sin percatarme, él estaba ahí. En ese espacio vacío en mi corazón, él estaba ahí, mirándome con una sonrisa.]
Izuku la miraba amablemente.
[El encuentro con él fue como una chispa en la oscuridad de mi alma. Su presencia se infiltró en mis muros de defensa, desafiando mis creencias arraigadas sobre la gente y el mundo que me rodeaba. Con cada gesto amable y palabra reconfortante, comenzaron a resquebrajarse las barreras que yo misma había erigido.]
Las lagrimas de Rumi estallaban en su rostro mientras sentía su corazón quebrarse.
[No entiendo por qué me afectas de esta manera. Él no se rendía ante mi fría fachada; en cambio, persistía con una paciencia que desconcertaba y conmovía mi corazón endurecido.]
Sin darse cuenta ella se separo de la silla donde estaba sentada, extendiéndose hacia Izuku.
[Con el tiempo, su constante presencia y afecto desinteresado comenzaron a despertar sentimientos que había enterrado profundamente. La ternura que recordaba de mi madre, la fuerza resiliente de mi abuela, y la calidez reconfortante de mi padre, todo parecía converger en él.]
Izuku la recibió plácidamente.
[Me di cuenta de que no solo había llenado un vacío en mi vida, sino que también había iluminado las partes oscuras de mi alma que creía perdidas para siempre. A medida que sus rasgos se grababan más profundamente en mi corazón, me encontré dispuesta a dejar atrás mi amargura y abrirme nuevamente al mundo, guiada por la luz de su sonrisa.]
No sabía como hacerlo... quizás no sepa como lograrlo, pero lo intentara.
[Midoriya Izuku tu eres...]
Cayendo al pecho del chico, sus sollozos se volvieron tan fuertes que tan solo se limito a abrazar a Izuku agradeciendo que el estuviera ahí, agradeciendo al mundo por su bienestar...
Agradeciendo a dios, por él.
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[Tu eres tan preciado para mí.]
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Las cosas no solo fluyen en una sola dirección y para una sola persona. Es la magia del viento, que sin importar a donde mires, o donde estes... el viento soplara hacia ti y hacia las personas en tu alrededor.
Un viento que va más allá, mucho más allá de un simple trauma.
Detrás de la puerta en los pasillos del hospital, All Might estaba de pie escuchando los sollozos de una mujer quien finalmente habia superado un trauma.
...
[Es momento de hablar de la verdad. Rumi Usagiyama entenderá el peso que Midoriya Izuku carga en sus hombros. La reunión de todos los involucrados traerá respuesta a preguntas hechas mientras que Hawks luchará contra las rejas delante de él.]
Próximo capitulo: Over World
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