LA MASCARA NO SOLO OCULTA EL ROSTRO...
El profesor Snipe caminaba con paso firme a través del laberinto subterráneo, manteniendo sus ojos bien abiertos y su mano derecha cerca de su cinturón, listo para desenfundar en cualquier momento.
Nezu había sido claro: Todoroki había roto las reglas del entrenamiento y ahora era su responsabilidad sacarlo de ahí. Sin embargo, mientras recorría el sinuoso corredor, no podía evitar preguntarse por qué no había aceptado el mapa que Power Loader le ofreció antes de entrar.
"Quizás debería haberlo traído," pensó mientras tomaba una curva. "¿O será que estoy subestimando cuán grande es este lugar?"
El laberinto parecía interminable.
Cada vez que creía estar acercándose a su objetivo, el camino se bifurcaba, forzándolo a tomar decisiones rápidas sobre qué dirección seguir.
Las paredes, hechas de diferentes materiales, desde piedra hasta metal y cristales frágiles, le recordaban lo vasto y diverso que podía ser el diseño de Nezu. Snipe no estaba ajeno a las excentricidades del director, pero no dejaba de preguntarse si todo esto era realmente necesario.
Aceleró el paso al recordar las instrucciones de Nezu: sacar a Todoroki antes de que las cosas se salieran de control. "No tengo mucho tiempo para pasear por aquí," murmuró para sí mismo, consciente de que cada minuto que pasaba, la situación podía empeorar.
Al dar vuelta en otra esquina, un silbido agudo atravesó el aire, y Snipe, con reflejos precisos, se lanzó hacia un lado justo a tiempo para evitar una flecha disparada desde una de las paredes.
Se detuvo y observó el dispositivo, una trampa diseñada para evaluar reflejos y velocidad. "Bien, esa fue fácil de esquivar," pensó con calma, pero no pudo evitar preguntarse qué tan peligrosas serían estas trampas para alguien menos experimentado. "¿Realmente son necesarias todas estas pruebas para los chicos? ¿Qué es lo que Nezu espera sacar de todo esto?"
La verdad es que el laberinto estaba lleno de desafíos que podrían ser mortales si no se abordaban con la experiencia adecuada.
Mientras Snipe avanzaba, recordaba algunas de las trampas con las que ya estaba familiarizado: el suelo falso que se desplomaba en un pozo lleno de agua, la sección donde los muros de cristal se movían a gran velocidad para empujar a los incautos, o las pequeñas plataformas que, al ser activadas, lanzaban una descarga eléctrica.
Había visto a un par de estudiantes enfrentarse a estos retos, y siempre admiraba cómo lograban salir adelante.
Pero hoy no era un entrenamiento ordinario.
"Nezu siempre empuja los límites," pensó mientras sorteaba una serie de pinchos que se levantaban del suelo. "Pero, ¿será que está yendo demasiado lejos esta vez?"
La idea lo rondaba mientras caminaba, sus botas resonando contra el suelo metálico.
No era que dudara de las habilidades de los estudiantes, especialmente de alguien como Todoroki, pero las reglas existían por una razón. Y Todoroki, al romperlas, había desencadenado una cadena de eventos que ahora lo habían puesto en una situación difícil.
Un leve zumbido atrajo su atención, y cuando levantó la mirada, vio cómo las paredes a su alrededor comenzaban a cerrarse lentamente. "Esta es nueva," pensó, mientras daba unos pasos rápidos para salir de esa sección antes de quedar atrapado. "Tal vez debería haber preguntado a Power Loader sobre todas las actualizaciones del laberinto antes de entrar."
El tiempo apremiaba, y aunque sus pensamientos vagaban entre la logística del laberinto y las decisiones de Nezu, sabía que debía enfocarse en su misión principal.
Al cruzar un pasillo lleno de pequeñas plataformas flotantes, vio cómo algunas chispeaban, recordándole las trampas de electricidad. "Ciertamente, esto no es un lugar en el que me gustaría perderme."
Con cada paso, Snipe avanzaba con más cuidado, anticipando lo que podría venir.
Pero en el fondo, la duda seguía latente. ¿Hasta qué punto eran estos métodos los adecuados? Nezu siempre había sido un genio, pero también era impredecible. ¿Era realmente necesario someter a los estudiantes a estas pruebas tan extremas? Los héroes necesitaban ser fuertes, eso lo sabía, pero a veces se preguntaba si los estaba preparando para la vida real o simplemente para sobrevivir a uno de los juegos mentales de Nezu.
Esquivó una última trampa, un lanzador de esferas que emitían un gas denso, y respiró profundo al notar que la sección que seguía parecía más estable. "Espero estar cerca de Todoroki," pensó.
Snipe caminaba con una mirada fija hacia el frente, pero su mente vagaba entre los eventos recientes.
¿Por qué Todoroki había roto el muro? ¿Por qué, de todas las cosas, había decidido pelear contra Izuku Midoriya, sin importar nada más?
Mientras avanzaba por el laberinto, esas preguntas seguían repiqueteando en su cabeza. Todoroki no era alguien que actuara sin pensar, y romper las reglas del entrenamiento no era su estilo.
"¿Qué lo hizo perder el control?" se preguntó en voz baja, sintiendo la vibración leve del suelo bajo sus pies. El laberinto comenzaba a temblar, aunque de manera casi imperceptible. Algo se estaba acercando, o más bien, él se estaba acercando a algo. "¿Qué demonios está pasando allá adelante?"
Aceleró el paso, sintiendo cómo la inquietud crecía en su interior.
Durante los meses que había pasado observando a la Clase A, había notado que Todoroki Shoto era alguien que, más que nada, destacaba por su Quirk. Su carácter, en cambio, era difícil de descifrar.
A menudo, el chico parecía estar en conflicto consigo mismo, como si algo más profundo lo estuviera consumiendo. Sin embargo, ese "algo" nunca había salido a la superficie de una manera tan violenta.
"Es como si de repente no le importara nada más que esta pelea." Snipe sabía que los entrenamientos podían desatar tensiones y rivalidades, pero esto parecía distinto, más intenso. No era simplemente una batalla entre compañeros. "¿Será que hay algo que no estamos viendo?"
Mientras sus pensamientos lo consumían, el temblor del laberinto se hizo más evidente. El profesor se detuvo por un segundo, frunciendo el ceño. "Me estoy acercando..."
Sabía que Todoroki tenía poder.
El hijo de Endeavor no era alguien con quien tomar a la ligera en términos de habilidades. Pero, ¿qué era lo que realmente impulsaba al chico? Mientras pensaba en Endeavor, una comparación inevitable surgió en su mente. "En algunos aspectos, Todoroki y su padre tienen el mismo gesto en el rostro: esa mirada seria, determinada... pero algo no encaja."
El chico no parecía tener la misma crueldad oculta bajo la superficie que había visto en el héroe número dos. Y, sin embargo, aquí estaba, aparentemente desatado, peleando con Izuku como si fuera una cuestión de vida o muerte. "¿Qué demonios habrá pasado por su cabeza para que llegara a este punto?"
A medida que Snipe avanzaba, los temblores crecieron en intensidad, y algo más comenzó a llamarle la atención.
La temperatura en el laberinto estaba subiendo. "¿Está usando su fuego?" Eso lo sorprendió. Durante todos estos meses, Todoroki nunca habia usado su lado de fuego en el entrenamiento.
El chico siempre había sido reacio a aprovechar completamente ambas mitades de su poder.
Antes de que pudiera formular una respuesta a esa pregunta, un temblor violento sacudió el laberinto con fuerza. Snipe se tambaleó, apoyándose contra una pared, y de repente se dio cuenta de algo que había perdido en su concentración. "¡Los veinte minutos se acabaron!"
El laberinto rugió como una bestia viviente.
Los muros comenzaron a moverse de un lado a otro, cerrándose y abriéndose con velocidad, formando pasajes y trampas nuevas. El suelo se fragmentó en plataformas que flotaban y se movían erráticamente. El techo se abrió, dejando entrar un resplandor cegador de luces blancas que iluminaban el caos a su alrededor.
Snipe miró alrededor rápidamente, sabiendo que las cosas estaban a punto de volverse mucho más complicadas. "Maldita sea," murmuró, mientras el laberinto continuaba moviéndose, cada vez más rápido, más impredecible.
Snipe sintió el aire hacerse más denso y caliente mientras sus ojos recorrieron el caos alrededor.
No había tiempo que perder, el laberinto estaba cambiando a una velocidad alarmante. Con una inhalación rápida, se lanzó hacia adelante, esquivando un muro que se cerraba justo a su derecha.
Sus botas resonaron con fuerza sobre las plataformas de metal mientras saltaba de una a otra, cada movimiento preciso, como si fuera parte de un ballet en medio del caos.
Una pared de ladrillos que se levantaba lo obligó a agacharse, rodando sobre su hombro para evadirla por poco. Al reincorporarse, esquivó un rayo de luz blanca que apareció de la nada, y justo antes de que una trampa oculta se activara debajo de él, Snipe saltó, lanzándose al vacío.
Un rápido disparo de su pistola de gancho lo enganchó a una plataforma que se elevaba, permitiéndole balancearse por encima del peligro con la precisión de un francotirador. El viento cortaba su rostro, pero él apenas lo notaba, enfocado en avanzar a través del laberinto traicionero.
Cada segundo contaba, cada paso que daba lo acercaba más a su objetivo. Mientras caía al suelo rodando para esquivar otro obstáculo, el temblor aumentó, y el aire se volvió más caliente. "¿Realmente está usando su fuego?", pensó, con una mezcla de sorpresa e inquietud. Todoroki rara vez usaba ese lado de su poder. "Si es así... algo anda realmente mal."
El rechinar de los muros era ensordecedor, y las luces parpadeaban a su alrededor, como si el laberinto mismo estuviera a punto de colapsar. "Debo alcanzarlos rápido," pensó con preocupación, sabiendo que si las cosas continuaban así, la pelea entre Todoroki e Izuku podría terminar en tragedia.
De repente, algo lo sacó de sus pensamientos. A lo lejos, los rieles que salían de las paredes comenzaron a extenderse rápidamente, formando un camino que serpenteaba hacia él. "¿Qué demonios...?" Snipe apenas tuvo tiempo de procesarlo cuando escuchó un ruido ensordecedor detrás de él. Volteó justo a tiempo para ver un carrito de mina viniendo hacia él a toda velocidad. "¡Oh, maldita sea...!"
El impacto fue brutal.
El carrito lo golpeó de lleno, haciéndolo caer dentro del carril con un quejido doloroso. Mientras se reincorporaba, una figura familiar se materializó a su lado: el clon de Ectoplasm, con una expresión de preocupación bajo su apariencia usualmente imperturbable.
—Snipe, ¿qué estás haciendo aquí abajo? —preguntó Ectoplasm, con su tono bajo y seco, mientras extendía una mano para ayudarlo a levantarse.
Snipe gruñó, masajeando su espalda mientras aceptaba la ayuda.
—¡Todoroki rompió las reglas! —respondió, aun intentando recuperar el aliento—. Está peleando con Midoriya... y algo no está bien con él.
Ectoplasm arqueó una ceja, claramente sorprendido.
—Eso no suena nada bien. —Ambos se subieron al carrito, que ahora se deslizaba por los rieles con una velocidad creciente.
El viento soplaba a su alrededor mientras avanzaban por los túneles del laberinto. Las paredes zumbaban con el sonido de los motores y mecanismos en movimiento, pero dentro del carrito, Snipe se permitió un momento de respiro.
El carrito continuó moviéndose a través de los túneles, y por un momento ambos héroes quedaron en silencio, reflexionando sobre la situación. Entonces, de repente, los gritos y estruendos comenzaron a hacerse más claros, más cercanos. Snipe levantó la vista, su cuerpo tensándose. "¿Será Todoroki e Izuku?"
El carrito se deslizó suavemente fuera del túnel, y lo que Snipe vio primero lo dejó boquiabierto. Delante de él, una enorme espalda mecánica oscura dominaba la escena, bloqueando su vista. "¿Qué...?"
Los gritos se hicieron claros entonces, y Snipe soltó un grito ahogado al ver lo que estaba justo delante de él.
—¡¿Eso es...! —gritó, casi perdiendo el control del carrito por la impresión.
A lo lejos, varios estudiantes de la Clase A estaban corriendo asustados, esquivando al monstruo mientras se movía pesadamente por el centro del laberinto.
Shoji corría como un loco por el laberinto, con Jirou agarrada a su espalda como una mochila demasiado ruidosa y malhumorada.
El sudor le caía por la frente mientras esquivaba un montón de trampas que salían del suelo como si el laberinto estuviera completamente harto de ellos.
—¡¿Shoji, de verdad?! —gritaba Jirou mientras uno de sus auriculares flotaba por encima de su cabeza—. ¡¿Qué demonios está pasando con este entrenamiento?! ¡No soy fan del cardio extremo, maldita sea!
Shoji jadeaba, tratando de mantener su tono sereno aunque se notaba que también estaba perdiendo la paciencia.
—¡Podrías quejarte menos! ¡Estoy literalmente llevándote en la espalda! —dijo con su voz tranquila, esquivando un nuevo par de pinchos que aparecieron sin avisar del suelo.
Jirou no pudo evitar lanzar una carcajada amarga.
—¡Si tuviéramos tiempo, te haría una lista de las cosas que me molestan ahora mismo!
A unos metros de distancia, Iida corría en círculos alrededor del enorme Minotauro metálico, esquivando los brutales hachazos que parecían más un intento de remodelar el laberinto que de aplastar estudiantes.
El Minotauro, una máquina de diez metros de altura, con enormes cuernos y brazos gigantescos, hacía temblar el suelo cada vez que levantaba una de sus armas.
Kirishima, que iba cargado en el hombro de Iida, reía con nerviosismo, con su típico entusiasmo un poco fuera de lugar.
—¡Iida, esto es la locura máxima! ¡No puedo esperar para contárselo a los demás! ¡Mira cómo esas hachas destruyen el suelo! ¡Son geniales!
Iida no podía estar más en desacuerdo, aunque mantenía su tono robótico y serio.
—Kirishima, ¡esto no es algo para celebrar! ¡Este entrenamiento se ha salido completamente de control! ¡¿Cómo podemos superar algo así?!
—¡¿Superarlo?! —rió Kirishima—. ¡Nos está persiguiendo un Minotauro gigante, hombre! ¡Lo único que podemos hacer es sobrevivir, y con estilo!
Jirou no pudo evitar meterse en la conversación desde la espalda de Shoji.
—¡Estilo mis ******! ¡¿Nezu se ha vuelto completamente loco?! ¡Estamos a un maldito paso de morir aplastados por esa cosa!
Shoji intentó calmar las cosas, aunque también se lo veía al borde del colapso.
—Quizá deberíamos centrarnos en escapar antes de hacer teorías sobre la salud mental de Nezu...
De repente, Snipe y Ectoplasm aparecieron en la escena de una forma tan desafortunada. Snipe salió volando por los aires, directo hacia el campo de batalla, aterrizando justo frente al gigantesco Minotauro con una caída más humillante que heroica.
Los estudiantes, al verlo, soltaron gritos de alivio.
—¡Snipe-Sensei! ¡Qué bueno que viniste a salvarnos! —gritó Jirou con una mezcla de sarcasmo y genuino alivio.
Kirishima, todavía colgado de Iida, empezó a llorar dramáticamente.
—¡Snipe-Sensei, eres nuestro héroe!
Pero Snipe, todavía medio atontado, apenas pudo levantarse. Su vista nublada enfocó lentamente la colosal sombra que se cernía sobre él, y su estómago dio un vuelco.
El Minotauro lo había visto.
"Oh no...", pensó, con el pánico apoderándose de su rostro. "Debería haberme quedado en el carrito."
El Minotauro levantó una de sus gigantescas hachas, listo para lanzarle un golpe que lo partiría en dos. En ese momento, Ectoplasm, salto delante de Snipe.
—¡No te preocupes, Snipe! ¡Te cubro! —gritó su clon, justo antes de ser literalmente borrado de la existencia por el hacha que atravesó su cuerpo como si no fuera más que una niebla.
Snipe, tirado en el suelo, observó con los ojos abiertos como platos la escena. El enorme hacha metálica se quedó incrustada en el concreto justo delante de él, la fuerza del impacto haciendo que el suelo temblara.
"Este maldito laberinto...", pensó con amargura. "Nezu es definitivamente un psicópata.
En el salón de clases, el verdadero Ectoplasm, sentado tranquilamente, sintió la desaparición de su segundo clon. Suspiró, resignado, mientras sus ojos se entrecerraban en una mezcla de cansancio y desaprobación.
—Mis clones van a desaparecer antes de que la Clase A aprenda a seguir las reglas... —dijo para sí mismo, sacudiendo la cabeza—. Esto va a requerir mucho más que una charla disciplinaria.
De vuelta en el laberinto, Snipe seguía en el suelo, observando el enorme hacha metálica a solo centímetros de él. Shoji, que todavía llevaba a Jirou en la espalda, corría como alma que lleva el diablo.
—¡Shoji, si me vuelvo loca, es tu culpa! —gritaba Jirou, mientras veía el hacha casi partir en dos a su profesor.
Shoji, resoplando de agotamiento, solo podía pensar en una cosa.
—¡Definitivamente quiero irme!
—¡Y yo! —gritó Jirou, mientras el caos continuaba, con el Minotauro girándose hacia los estudiantes que ahora parecían ratones escapando de un gato gigante y metálico.
El Minotauro lanzó otro ataque devastador, su hacha cortando el aire como si fuera mantequilla. Snipe, todavía en el suelo, miró la hacha pasar por encima de su cabeza y quedarse incrustada en una de las paredes del laberinto.
"¿De verdad era necesario hacer esto tan extremo?", pensó mientras se levantaba con esfuerzo. "Este ejercicio no puede ser legal..."
Los temblores del laberinto crecían, y justo cuando Snipe pensaba que la situación no podía empeorar, el suelo empezó a resquebrajarse. El Minotauro giró su enorme cabeza metálica hacia él nuevamente, como si supiera exactamente a quién culpar por todo este desastre.
—Oh, mierda.
Fue lo último que alcanzó a decir antes de ver el enorme pie del Minotauro levantarse sobre él.
Momo jadeaba, apoyada contra una de las paredes del laberinto, mientras observaba el paisaje destrozado que los rodeaba. Bakugou estaba junto a ella, igual de agotado pero tratando de mantener su usual actitud, aunque en el fondo tampoco tenía idea de qué hacer a continuación.
Ambos miraban en la distancia cómo el laberinto, con mucho esfuerzo, comenzaba a reacomodarse. Las paredes se deslizaban torpemente, los pisos trataban de nivelarse, y las estelas de fuego y hielo que habían sido esparcidas por el combate comenzaban a disiparse lentamente en el aire, dejando atrás un rastro de destrucción.
—¡Tch! —Bakugou chasqueó la lengua con frustración—. Esto es un maldito desastre.
Momo lo miró de reojo, intentando recuperar el aliento, mientras veía cómo los restos de la batalla entre Todoroki e Izuku dejaban el laberinto en ruinas.
—¿Dónde están? —preguntó ella en voz baja, intentando no mostrar el nerviosismo que sentía.
Bakugou observó a su alrededor, su mirada escaneando los destrozos sin encontrar rastro de ellos.
El silencio tras el caos era ensordecedor.
—Se largaron, maldita sea. —Su voz era amarga—. No tengo ni idea de a dónde.
Ambos quedaron en silencio, las brasas que Todoroki había dejado atrás aún brillaban débilmente en algunas partes del suelo, mezclándose con el olor a metal quemado. El laberinto intentaba reparar el daño, pero el esfuerzo era inútil.
Momo cruzó los brazos, pensativa.
—Esto... no es normal, ¿verdad? —preguntó, sabiendo de antemano la respuesta.
—¡Claro que no es normal! —gritó Bakugou con exasperación—. ¡Pero qué demonios se supone que hagamos! ¿Seguir esperando?
Momo no respondió, solo observó cómo las paredes aún trataban de moverse, sus pensamientos entremezclándose con la incertidumbre de lo que vendría después.
[...]
Izuku avanzaba por un pasillo oscuro y destrozado.
El eco de sus propios pasos resonaba mientras la poca luz de las lámparas rotas apenas iluminaba su camino. Cada movimiento era un recordatorio del dolor que sentía. Su cuerpo estaba entumecido, las extremidades temblaban, y cada vez que intentaba flexionar un músculo, un calambre punzante le recorría como una descarga eléctrica.
"¿Qué fue eso?", pensaba, recordando el momento de la pelea con Todoroki. Por un segundo había jurado ver la silueta del vestigio de All Might a su lado. Era una imagen fugaz, pero increíblemente real. "¿Era realmente él?". Pero antes de que pudiera continuar su reflexión, un dolor agudo atravesó su pecho, y su cuerpo entero protestó.
El "Látigo Negro". Usarlo de esa manera en la pelea había dejado su cuerpo completamente paralizado de dolor. Las cuerdas negras habían tensado cada músculo, y ahora estaba pagando el precio. Sentía como si su cuerpo fuera una máquina a punto de fallar, cada parte de él adolorida y rígida.
El pasillo a su alrededor no era muy diferente.
Destrozado, como si la misma pelea con Todoroki hubiera influido en la infraestructura del laberinto. Los mecanismos crujían de forma inquietante, las chispas eléctricas saltaban de cables rotos, y algunas paredes se veían atoradas, sin poder deslizarse correctamente. El suelo estaba cubierto de escombros, y el aire olía a metal quemado y ozono.
Izuku se detuvo por un momento, apoyándose contra una pared para tomar aliento, y observó todo el caos que los rodeaba.
No podía evitar pensar en lo desastroso que había sido todo.
"Nezu nos va a castigar, seguro." Pensó, con una media sonrisa que contrastaba con el dolor que sentía. No podía evitar imaginar la cara de Nezu al ver cómo todo el sistema del laberinto había quedado prácticamente inservible.
Tomó una respiración profunda y se forzó a avanzar, sus piernas temblando por el esfuerzo. Todoroki había desaparecido en algún punto del caos, y aunque Izuku sabía que no podía dejar las cosas así, también sabía que su cuerpo debía descansar.
Cada paso que daba era una lucha contra su propio cuerpo, pero no podía detenerse.
Izuku caminaba lentamente a través de los pasillos destruidos del laberinto, su cuerpo aun protestando por cada movimiento.
Las luces parpadeaban a través de las grietas en las paredes, lanzando destellos breves que iluminaban las sombras del caos que los rodeaba. A su alrededor, los restos de lo que alguna vez fue una estructura ordenada ahora parecían retorcidos y dañados por la intensidad de la batalla.
El silencio lo envolvía, roto solo por el crujido de los mecanismos fallando a su alrededor. Pero lo que realmente lo perturbaba no era el estado del laberinto, sino la furia que había visto en los ojos de Todoroki.
Izuku sabía que Todoroki siempre había sido alguien reservado, difícil de leer, pero esta vez fue diferente. Había algo más profundo, algo que Todoroki llevaba guardado, y en ese enfrentamiento, todo había salido a la superficie de una manera violenta.
"¿Cómo pude influir en eso?", pensaba Izuku mientras avanzaba. "¿Qué fue lo que hice?"
Sus pensamientos lo llevaron de vuelta a fragmentos de información que había leído hace años.
Había visto en las redes sociales rumores sobre un incidente en la familia Todoroki. Algo había ocurrido en el Pico de Sekoto, un lugar que había sido noticia por un gran desastre. En su momento, Izuku no había prestado mucha atención a los detalles.
"Era fanático de los quirks. El quirk de Endeavor me llamo la atención, lo investigué y aprendí mucho te él. Entonces ocurrió eso pero... en esos días tenía tantos problemas que resolver por mí mismo que ni si quiera me importo." La idea de investigar algo más allá de sus propios límites le parecía imposible entonces.
Años después, sin embargo, algo le quedaba claro: lo que fuera que hubiera pasado en esa montaña, había dejado una marca indeleble en Todoroki.
El pasillo se estrechaba, y a medida que caminaba, Izuku se encontraba rodeado de más y más signos del colapso del laberinto.
Los muros de metal a su alrededor estaban cubiertos de grietas, dejando ver el entramado eléctrico que chisporroteaba de vez en cuando. Algunas luces colgaban torcidas, titilando de manera errática. "Todo esto... no tiene sentido.", pensaba, mirando las chispas volar al azar.
Pero el tema principal seguía resonando en su cabeza, más fuerte que todo el ruido a su alrededor: Todoroki necesitaba ayuda.
Izuku lo sabía.
Había visto la lucha interna en sus ojos, el dolor mezclado con una furia profunda. ¿Pero cómo podía ayudarlo? ¿Era suficiente luchar contra él para liberar ese dolor? ¿Qué más podía hacer?
"¿Es este el camino correcto?", se preguntaba mientras avanzaba entre los escombros. El mismo pensamiento se repetía en su mente, cada vez más insistente. "¿Realmente lo estoy ayudando? ¿O solo estoy empeorando las cosas?". Se sentía abrumado por la incertidumbre.
Y luego estaba esa otra pregunta, más inquietante, más sombría, que había estado tratando de ignorar desde el inicio del combate: ¿Qué ocurrió con su hermano?
Izuku había escuchado rumores vagos y comentarios sueltos sobre el hermano mayor de Todoroki, pero nunca había prestado demasiada atención. "¿Por qué Todoroki me culpa por algo que ni siquiera entiendo?". Esa idea lo golpeó con fuerza. "¿Cómo murió su hermano?", se preguntaba ahora, más enfocado. "¿Qué fue lo que pasó realmente?"
"¿Debería haber investigado más? ¿Debí prestar atención a los problemas de los demás antes?" Ahora, esas dudas lo carcomían. Sabía que había estado demasiado centrado en sí mismo y en sus propios retos, pero, ¿hasta qué punto eso lo hacía ciego al dolor de los demás?
Se detuvo por un momento, apoyando su mano en la pared fría y metálica del pasillo. "¿Y si nunca entiendo qué es lo que Todoroki realmente está pasando?". La idea lo dejó helado.
Sentía una mezcla de impotencia y confusión. Porque, aunque quisiera ayudar, no sabía cómo hacerlo, no sabía si tenía el derecho de interferir en algo tan personal.
"No soy solo un héroe por mis poderes...", se recordó, intentando calmarse. "También tengo que saber cuándo intervenir y cuándo escuchar."
Pero, ¿cómo podría encontrar el equilibrio entre esas dos cosas?
Izuku se detuvo por un segundo.
[Ya no soy ese niño asustadizo. No puedo temer de las cosas que no conozco, tampoco escapar de ellas. Es suficiente de ignorar los problemas del mundo exterior. Yo tengo que hacer algo. Después de todo este es el resultado de avanzar sin un camino fijo, ¿No?]
Levanto su mirada.
El dolor de las quemaduras se hacía más intenso, quemaduras que abarcaban su cuerpo de manera irregular. "De primer grado... de segundo grado...", intentaba racionalizar el dolor, pero en ciertos puntos—donde las quemaduras eran de tercer grado—la sensación era más desconcertante, más profunda, casi ausente, como si su piel hubiera dejado de existir en esos lugares.
Izuku sintió un escalofrío, no por el dolor, sino por la posibilidad de que algo más grave estuviera ocurriendo bajo la superficie.
"¿Cómo pude soportar tanto fuego...?", se preguntaba, recordando el momento en que el calor lo envolvió por completo.
Sin el Látigo Negro cubriéndolo, probablemente habría quedado mucho peor. La protección que le ofrecía era como un manto de energía que lo envolvía en el momento justo. "No creí que pudiera usarlo de esa manera...", pensaba mientras su mente volvía una y otra vez a ese instante. "Pero funcionó, el Látigo Negro me cubrió lo suficiente para soportar lo peor. No es completamente infalible, pero... vaya que es un quirk increíble."
Se imaginaba a sí mismo con más control sobre el Látigo Negro.
En su mente, las posibilidades eran infinitas. "¿Qué más podría hacer con él? Tal vez usarlo como una especie de barrera dinámica... no una simple defensa estática, sino algo que pudiera moverse, como una red de protección flexible...", comenzó a teorizar.
La idea de tener una barrera que pudiera adaptarse en tiempo real lo emocionaba. "Si puedo controlar mejor su longitud y el grosor, podría extenderlo para proteger a otros. Podría ser mucho más que solo una herramienta ofensiva."
Su cerebro seguía trabajando a toda máquina, explorando cada aplicación potencial del Látigo Negro. "¿Y si logro combinarlo con fuerza física? Si logro que trabaje en conjunto con mi cuerpo en lugar de depender únicamente de su capacidad ofensiva, tal vez podría usarlo para desviar ataques o incluso absorber parte del impacto... como una extensión natural de mi propio cuerpo."
"Rumi estaría sorprendida," pensó de repente, esbozando una ligera sonrisa. "Me encantaría ver su cara si supiera que logré controlar el Látigo Negro de esta forma." Imaginaba la reacción de la heroína, probablemente levantando una ceja con su típico aire de desafío. Aunque por otro lado, no estaba completamente seguro de haberlo controlado correctamente.
"¿Lo hice bien?", se preguntaba, perdido en sus pensamientos. "Quizá solo lo forcé a funcionar... no lo controlé como debería. Hay tanto que aún tengo que aprender..."
Su cuerpo, a pesar de todo, seguía funcionando.
"De todos modos, fue increíble. Este quirk es mucho más versátil de lo que jamás imaginé. Puedo usarlo para tantas cosas... si perfecciono su manejo, las posibilidades son ilimitadas."
Miro un momento frente a uno de los muros destrozados. Parte de las paredes del laberinto habían colapsado, dejando ver el entramado eléctrico detrás, donde las luces parpadeaban erráticamente. "El laberinto está dañado," pensó mientras observaba los cables expuestos chispear. "Todoroki y yo... causamos esto. Todo este lugar está empezando a desmoronarse por lo que hicimos."
Volvió al meollo del problema. Ese pensamiento.
"Necesita ayuda..."*, pensó, casi en un murmullo, pero no estaba seguro de cómo. "¿Cómo puedo ayudar a alguien que está tan roto por dentro? ¿Es suficiente solo luchar con él, intentar aliviar su dolor mediante la pelea?".
Por primera vez, Izuku comenzó a cuestionar su propio enfoque. Tal vez había algo más que debería estar haciendo.
Tal vez simplemente luchar no era la respuesta correcta.
Su cuerpo ardía con el dolor de las quemaduras, pero su mente estaba sumida en la preocupación. "Si pudiera... si pudiera hacer más...", pero la verdad era que no sabía cómo. "¿Qué haría All Might en mi lugar?".
All Might siempre había sido un faro de esperanza, pero este conflicto parecía estar más allá de los golpes y las victorias.
"Todoroki necesita más que un rival en combate...", pensó Izuku.
Y fue en ese momento cuando algo cambió.
De nuevo, el sensor de peligro.
*ZONK*
Esta vez, el sensor de peligro fue suave.
El tiempo se congeló, solo por un segundo, y en ese breve instante, Izuku lo sintió: la ira del fuego que se aproximaba. Su cuerpo se tensó, los músculos listos para reaccionar, pero en ese momento, el sonido lo golpeó como un rugido.
INTRODUCIR: POWER OF ESPECIAL GRADE CURSE
*FWOOOOSH*
El ruido de las llamas retumbó por todo el pasillo, como una explosión de calor que se abalanzaba hacia él.
El tiempo se descongeló, y la realidad volvió a caer sobre él con la fuerza de un torbellino infernal.
El fuego lo cubrió.
En el instante en que las llamas lo envolvieron, el mundo pareció ralentizarse para Izuku.
Sintió el calor brutal elevarse alrededor de su cuerpo como si cada partícula de aire a su alrededor se hubiera vuelto un horno incandescente.
La primera sensación fue de asfixia; el calor se infiltró por su nariz, quemando su garganta al respirar, como si inhalara una tormenta de brasas. "Esto... esto es más de lo que esperaba", pensó, mientras su piel ardía bajo el impacto del fuego.
El Látigo Negro reaccionó casi por reflejo, envolviéndose a su alrededor, creando una barrera que absorbía parte de la intensidad, pero no todo. Aun así, el calor perforaba los huecos, encontrando su camino hacia él.
El fuego lamía su rostro, sus brazos, sus piernas, mientras él trataba de mantenerse en pie. "Puedo sentir cómo el calor atraviesa la barrera...", pensó, como si pudiera identificar cada centímetro en el que su defensa era insuficiente.
Las zonas donde las quemaduras más profundas ya se habían formado eran ahora casi insensibles al dolor, pero los lugares donde el fuego recién lo tocaba eran una tormenta de sensaciones abrasadoras. Cada respiración era un esfuerzo; el aire ardía, cargado de cenizas y partículas de humo que lo hacían toser violentamente. "Está entrando...", pensó, "el calor... el humo... dentro de mí".
Por un momento, el fuego no solo lo rodeaba, sino que lo invadía. "¿Cuánto tiempo podré aguantar?", se preguntaba, mientras sentía que el límite de su cuerpo estaba cerca. "No puedo dejar que esto me detenga... Todoroki...".
El crujido de sus botas quemadas bajo sus pies fue la señal de que estaba en movimiento nuevamente.
Las llamas rugían, y con un estallido ensordecedor, el suelo bajo él tembló. *¡BOOOOM!*
Su cuerpo fue lanzado hacia atrás por la fuerza del fuego acumulado, directo contra una pared.
"No puedo dejar que me consuma." Las luces se apagaron por un segundo.
El muro del laberinto cedió al impacto.
*CRASH*
Y la pared se derrumbó a su paso.
El calor lo envolvía como un sudario ardiente mientras se precipitaba al otro lado, chocando con el suelo con el peso de su propio cuerpo arrastrado por la fuerza de las llamas. Su mente luchaba por organizar los pensamientos entre el caos del fuego. "Esto es... es demasiado...".
Se deslizó por el suelo hasta detenerse en un pasillo contiguo, envuelto en humo negro, su cuerpo aún en tensión extrema.
Mientras el humo se disipaba lentamente, Izuku se levantó con dificultad.
Su uniforme deportivo estaba chamuscado, gran parte de las mangas y los pantalones carbonizados, dejando su piel expuesta en varias partes, donde aún se percibían las cicatrices recientes. "Lo logré...", pensó con un atisbo de alivio, aunque el dolor aún lo recorría.
Había salido del fuego, pero las secuelas estaban ahí.
"Todavía puedo moverme...", su cuerpo temblaba, pero había algo más dentro de él que lo mantenía en pie: una mezcla de miedo, adrenalina, y determinación. Sabía que aún no había terminado. "Todoroki..."
Antes de que pudiera procesar más pensamientos, escuchó su nombre.
—¡MIDORIYA!
La voz de Todoroki resonó en el laberinto como un trueno en medio de la tormenta.
Era un grito lleno de rabia, como si cada palabra estuviera envuelta en llamas. Izuku pudo imaginar la expresión en su rostro, la mezcla de frustración y furia que lo empujaba a seguir atacando. "Todoroki... está fuera de control." Las piezas comenzaban a encajar en su mente, pero aún faltaban partes del rompecabezas.
El eco del nombre de Izuku se perdió entre los pasillos rotos del laberinto, pero las llamas seguían latentes, amenazando con volver a surgir en cualquier momento.
Izuku sacudió la cabeza, intentando despejar la niebla en su mente. "No puedo quedarme aquí pensando en esto ahora." Todoroki seguía ahí, persiguiéndolo, llamándolo con una furia incontrolable.
Las preguntas podían esperar, pero la pelea seguía en curso.
Izuku estaba de cuclillas, con el humo negro envolviéndolo como una manta espesa. El aire estaba viciado, saturado de ceniza y un calor creciente que lo hacía arder desde dentro.
"Puedo sentir el fuego aún cerca", pensó mientras levantaba lentamente la mirada hacia el agujero en la pared, por donde había irrumpido minutos antes.
Las llamas comenzaban a extenderse hacia el pasillo, infiltrándose en cada grieta como un río de fuego, avanzando con lentitud pero sin detenerse, subiendo por las paredes y alcanzando el techo con un hambre implacable.
El calor envolvía todo.
Las chispas crepitaban en el aire, y el oxígeno se volvía más y más escaso. Cada respiración le costaba más, como si sus pulmones fueran aplastados por una fuerza invisible que los estrujaba.
"¿Cómo ha llegado Todoroki a este punto?", pensaba Izuku, la cabeza llena de preguntas sin respuestas mientras sentía su cuerpo pesarse más con cada segundo. El rugido de las llamas era ensordecedor, pero por encima del fuego, algo más comenzó a llenar el espacio.
—¡¡MIDORIYA!!
La voz de Todoroki resonó con una intensidad desquiciada.
Izuku escuchaba su nombre repetido, una y otra vez, como si Todoroki hubiera perdido el control de su propia voz. El grito reverberaba en las paredes, chocando con la estructura del laberinto y volviendo a él desde diferentes direcciones.
—¡¡MIDORIYA!! ¡¡MIDORIYA!!"
Era una voz que no pertenecía al Todoroki que conocía.
No era la voz tranquila y controlada que siempre había admirado por su calma, su lógica. Esto era algo más, algo roto. Y luego, la risa. Una carcajada salvaje, grotesca, se arrastró por el aire, como si estuviera siendo devorada por el fuego mismo.
*HAHAHAHAH*
Esa risa envolvió a Izuku, sus sentidos ya aturdidos por el calor y el dolor ahora se enfrentaban a algo que no podía procesar completamente.
"Está... está completamente fuera de sí...", pensó, sin poder apartar los ojos del fuego que se extendía cada vez más.
Cada grito, cada carcajada, aumentaba el ritmo de su respiración, como si Todoroki estuviera desgarrando el aire mismo con su voz. "Su fuego... está más caliente", notó con preocupación, sintiendo el aumento gradual de la temperatura a su alrededor. "El calor es más intenso que antes... me cuesta respirar...".
Sus pulmones se llenaban de aire abrasador, y cada intento de inspirar era una batalla contra el sofoco. "El traje... necesito el traje", pensó. "¡Necesito el bozal!". Se levantó lentamente, apoyándose en las paredes del pasillo con esfuerzo, pero justo cuando sus piernas le respondieron, un dolor agudo, punzante, atravesó su cuerpo como un rayo.
—¡Aaagh!
Un grito de dolor se ahogó en su garganta cuando todo su cuerpo se detuvo en seco. El Látigo Negro, tan útil y versátil hasta ese momento, había cobrado un precio demasiado alto en sus músculos.
"Mi cuerpo... no... no se está moviendo", pensó en pánico. "¿Qué está pasando?". Las extremidades se sentían como si pesaran una tonelada, completamente entumecidas y doloridas. Cada fibra de su ser gritaba por detenerse, pero su mente no podía aceptar la realidad que su cuerpo le imponía.
Su respiración se volvió aún más entrecortada, los pensamientos amontonándose en su mente, mientras un pensamiento sombrío lo atravesaba como un cuchillo: "¿Es este... mi límite?".
A pesar de su fuerza de voluntad, el agotamiento se infiltraba en su conciencia. Pero no había tiempo para rendirse. Tenía que seguir, tenía que moverse, aunque su cuerpo se resistiera.
Y entonces, un rugido más fuerte que cualquier otro sonido lo sacó de sus pensamientos.
Otro grito de Todoroki, pero esta vez acompañado de algo más, algo tangible. Entre el humo negro y el polvo que flotaba en el aire, Izuku vio una acumulación de llamas en un solo punto.
La energía era tan intensa que el aire parecía vibrar, y por un instante, Izuku supo exactamente lo que estaba viendo. "Eso es...".
*¡ZONK!*
Sus ojos se abrieron de par en par.
Lo reconoció de inmediato.
Lo había visto antes, en combates, en transmisiones, y, sobre todo, en las lecciones de héroes profesionales. "¡Es... un ataque de Endeavor!", su mente gritó mientras los recuerdos de aquellas imágenes aparecían con claridad.
El patrón, la energía condensada, la intensidad desbordante. Todo era inconfundible.
"No puede ser...", pensó con desesperación, "¿Todoroki va a...?".
El rugido de las llamas se hizo aún más fuerte, más imponente, y en un segundo de claridad, vio cómo el fuego en ese punto comenzó a expandirse, hinchándose como una ola apocalíptica lista para devorar todo a su paso.
—————¡FLASHFIRE FIST!—————
La voz de Todoroki resonó como el trueno, una declaración de guerra que llenó el pasillo y más allá.
Y con esas palabras, la ola de fuego se liberó, surgiendo hacia Izuku como una bestia desatada, consumiendo todo a su alrededor con una velocidad y ferocidad incontenibles. El calor era sofocante, el fuego se extendía por el suelo, las paredes, el techo, devorándolo todo.
En ese momento, Izuku solo pudo pensar en una cosa: "Debo... debo hacer algo... ¡ahora!". El tiempo parecía ralentizarse mientras veía cómo el fuego venía hacia él, pero su cuerpo seguía sin responder completamente.
El sudor resbalaba por su rostro, su visión se nublaba, y el sonido de las llamas lo envolvía por completo.
El calor se arremolinaba a su alrededor, denso y aplastante.
Justo cuando Izuku creyó que las llamas lo consumirían por completo, algo se alzó entre él y la marea ardiente. Un muro se materializó del suelo, sólido y firme, creando un respiro en el caos, un espacio claro en medio del mar de fuego. "¿Qué...?", fue lo único que pudo articular Izuku, jadeando mientras sus pulmones trataban de absorber el poco oxígeno que quedaba en el ambiente abrasador.
Antes de que pudiera levantarse, una voz se alzó, resonando con una autoridad que cortaba el aire tanto como las llamas.
—¡Shoto Todoroki! —la voz del director Nezu rugió por todo el laberinto—. ¡Detente de inmediato!
Izuku, sorprendido, giró la cabeza hacia el frente, buscando el origen de esa voz. "Nezu...", pensó.
La sensación de alivio fue inmediata, pero la tensión seguía presente en el ambiente. El director de la U.A. rara vez perdía la compostura, y esta vez, su tono de voz estaba cargado de algo que Izuku no había escuchado antes: ira.
—Si no paras ahora mismo —continuó Nezu, su tono creciendo en intensidad—, ¡no habrá vuelta atrás para ti como estudiante de la U.A!
El eco de sus palabras resonaba en los pasillos, empapados de calor y fuego.
Izuku sintió una punzada en el estómago al escuchar la advertencia. "¿Nezu realmente expulsaría a Todoroki...?", pensó, sus ojos agrandándose por la incredulidad. Nezu rara vez lanzaba amenazas sin fundamento, y saber que estaba dispuesto a llegar a tal extremo indicaba lo crítico de la situación.
Un silencio incómodo se extendió por un breve momento, roto solo por el crepitar del fuego. El muro que había protegido a Izuku comenzaba a mostrar grietas bajo la presión del calor.
—¡Lastimar a Midoriya no es el camino para alcanzar lo que sea que estés buscando! —gritó Nezu con firmeza—. ¡Todoroki, esto no te llevará a ninguna parte! ¡Escucha la razón!
Hubo un silencio, tan denso que Izuku podía sentir cómo el aire vibraba con la tensión.
Sus oídos zumbaban mientras su respiración se volvía más irregular, incapaz de escapar de la opresión del calor y la confusión. "Todoroki... ¿Por qué...?" La pregunta se repetía en su mente, pero antes de que pudiera profundizar más en sus pensamientos, una voz baja y rasgada emergió de entre las llamas.
—No importa —La voz de Todoroki era casi un susurro, pero cada palabra parecía cargada con el peso de una vida entera de sufrimiento—. Al final, nada importa.
Izuku sintió una punzada en el pecho.
Levantó la vista para ver a Todoroki, apenas visible entre el humo y el fuego, pero sus palabras lo atravesaban más que cualquier otra cosa.
—Son las llamas —Todoroki hablaba despacio, con una calma casi inquietante—. Las llamas lo consumen todo. No importa lo que haga, no puedo escapar de ellas.
Izuku trató de levantarse, pero sus piernas temblaban.
"¿Qué está diciendo?" La desesperación en la voz de Todoroki era palpable, pero había algo más, algo más profundo.
Era como si estuviera a punto de caer en un abismo del que no podría regresar.
—Mi vida... está maldita —continuó Todoroki, su voz quebrándose ligeramente—. No importa qué haga, el fuego siempre me encuentra. Me rodea, me quema. Es una maldición. Todo lo que toco, todo lo que intento proteger, lo arruina.
Izuku sintió un nudo formarse en su garganta.
—El fuego mató a mi hermano —El silencio que siguió a esas palabras fue ensordecedor. Izuku sintió cómo su corazón se detenía por un segundo—. Y ahora... también me está matando a mí.
Izuku no pudo contener su sorpresa. "¿Su hermano...? ¿Está hablando de Touya?"
En ese instante, la escena cambió. En la sala de transmisiones, varios alumnos de la Clase B observaban la situación con creciente desconcierto.
—¿Qué está diciendo Todoroki? —preguntó Ibara, su voz llena de incertidumbre.
—¿Que su padre mató a su hermano...? —Sen se inclinó hacia la pantalla, perplejo.
—¿De qué está hablando? —otra voz se unió al coro, claramente confundida—. ¿Cómo puede ser el fuego una maldición?
Las miradas de los estudiantes se cruzaban, llenas de preguntas sin respuesta. Todos intentaban asimilar lo que Todoroki estaba revelando, pero las palabras parecían demasiado oscuras y dolorosas para comprender de inmediato.
Nezu, de pie frente a las pantallas, se mantenía en silencio.
Su pequeña figura no se movió ni un milímetro, y aunque no podían ver su rostro, los profesores presentes podían sentir la tensión en su postura. El silencio en la sala era ensordecedor, como si cada persona allí estuviera conteniendo la respiración, esperando lo inevitable.
—Ese fuego... —volvió a gritar Todoroki desde el corazón del laberinto—, ¡es el infierno mismo! ¡El poder de mi padre me está destruyendo!**
Izuku, ahora de pie con esfuerzo, sintió cómo algo dentro de él comenzaba a encajar.
"Todoroki..." El sufrimiento que había estado oculto tras esos ojos fríos, la frustración reprimida durante tanto tiempo, ahora salía a la luz en medio de las llamas. Pero antes de que pudiera procesar completamente lo que estaba ocurriendo, un grito ensordecedor resonó una vez más.
—¡No importa! —Todoroki gritó, su voz más desgarrada que antes—. ¡Nada importa ya!
El aire en el pasillo pareció vibrar mientras Todoroki se lanzaba hacia Izuku con una fuerza brutal, destruyendo el muro que lo separaba con facilidad abrumadora.
El sonido del muro derritiéndose fue acompañado por el rugido ensordecedor del fuego que lo consumía todo.
—¡Shoto, para! —Nezu gritó desesperadamente—, ¡Detente!
Pero Todoroki ya no escuchaba.
Sus ojos estaban fijos en Izuku, y el calor que lo rodeaba era insoportable. El aire se hizo espeso, sofocante, y el cuerpo de Izuku, comenzó a sentir la oleada de calor con una fuerza abrumadora.
Su piel se tornó roja, y cada aliento que tomaba parecía quemar sus pulmones.
Izuku intentó moverse, pero su cuerpo no respondía.
"Mi cuerpo... no se está moviendo", pensó alarmado, con el corazón palpitando en su pecho como un tambor desesperado. El poder de Todoroki era abrumador, y todo lo que podía hacer era mirar, mientras las llamas seguían consumiendo todo a su alrededor.
—¡Todoroki! —intentó llamarlo, pero su voz se ahogó en el rugido del fuego.
Todoroki levantó su brazo, el fuego acumulándose en su mano como si fuera una extensión de su propio dolor.
Izuku estaba allí, atrapado entre el fuego que lo rodeaba y la presión que sentía en su mente. "Látigo Negro... lo necesito", pensaba con desesperación, tratando de invocar nuevamente el poder que siempre había sido su salvación.
Cerró los ojos, respirando profundamente, intentando controlar el caos que latía en su interior.
"¡Solo un poco más!", se rogaba a sí mismo, canalizando la misma intensidad de emoción que le había permitido acceder a ese poder antes. Pero, en lugar de sentir el familiar tirón de energía manifestándose en su cuerpo, lo que escuchó fue un ¡NO! profundo, resonando dentro de su ser.
El grito en su mente lo sacudió, obligándolo a abrir los ojos de golpe.
Ante él, la figura de Banjo Daigoro apareció, con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
Izuku se congeló, incapaz de procesar lo que estaba ocurriendo. "¿Por qué? ¿Por qué me niegas el poder ahora?", quería gritar, pero las palabras se atoraban en su garganta. El pánico se apoderó de él cuando se dio cuenta de que el fuego de Todoroki lo estaba alcanzando. "Si no puedo usar Látigo Negro... ¿Qué haré?".
"¡Es el fin!", pensó, sintiendo el calor envolverlo. Pero justo cuando el fuego estuvo a punto de devorarlo, un sonido mecánico y electrizante irrumpió en el aire.
De repente, un tubo metálico surgió del techo del pasillo. El tiempo pareció ralentizarse cuando un proyectil fue disparado con un silbido agudo, directo hacia Todoroki.
*¡PUM!*
El impacto lo sacudió, haciéndolo tambalearse mientras las llamas a su alrededor se desvanecían.
Shoto, desconcertado por el ataque inesperado, retrocedió unos pasos. Pero antes de que pudiera recuperarse, un segundo proyectil salió disparado, esta vez hacia Izuku. La explosión no fue violenta, sino controlada. Sintió cómo una fuerza lo envolvía, protegiéndolo del fuego y arrastrándolo al final del pasillo.
Izuku rodó por el suelo, sintiendo el peso del calor abandonarlo lentamente. El proyectil lo había lanzado cerca de una gran puerta, que ahora se abría ante él.
—¿Qué demonios fue eso?*—murmuró Izuku, con la respiración entrecortada. Se tambaleó al ponerse de pie, aún sin comprender del todo lo que acababa de suceder.
El encontró algo en el suelo, aquel proyectil que lo golpeo.
[Esto...]
*CLINK*
Un maletín.
Mientras tanto, en la sala de transmisión, los profesores y alumnos observaban la escena en silencio.
El sonido del tubo mecánico había llamado la atención de Power Loader, quien había estado siguiendo el combate con una mezcla de tensión y profesionalismo. Pero cuando vio ese disparo, sus ojos se entrecerraron, reconociendo inmediatamente el estilo y la precisión.
—Mei... —murmuró Power Loader para sí mismo, sus pensamientos corriendo a una conclusión. Giró su cabeza hacia el fondo de la sala, donde los estudiantes observaban la transmisión en una mezcla de asombro y preocupación.
Sus ojos buscaron a Mei Hatsume, la prodigiosa inventora. Pero no estaba allí.
Power Loader frunció el ceño. "Eso solo significa una cosa...".
—¿Qué está pasando, Sensei? —preguntó uno de los alumnos de la Clase B, viendo la expresión del profesor.
—Nada... que no me esperaba. —Power Loader murmuró, su mirada aún fija en la pantalla.
De vuelta en el laberinto, Todoroki dio un paso hacia adelante, pero sus piernas fallaron por un momento. "¿Qué...?". Algo no estaba bien.
El calor que había liberado lo envolvía de una manera diferente, y el hielo que solía usar para contrarrestarlo ya no respondía con la misma velocidad. Su respiración se aceleraba, no solo por el esfuerzo, sino por algo más profundo.
"El fuego... está empezando a quemarme", pensó, sintiendo el sudor recorrer su rostro. La imagen de su madre apareció en su mente, pero fue reemplazada rápidamente por la de su hermano, "Touya...". Las palabras de su madre resonaron en su cabeza, aquellas que había dicho a su padre en el pasado:
"Convertiste a Touya en un fracaso."
El fuego se avivó más fuerte con ese recuerdo, consumiendo esa memoria como si fuera combustible. Shoto gritó, lanzando todo su dolor y frustración en un solo nombre:
—¡Midoriya!
Corrió hacia adelante, su cuerpo envuelto en una tormenta de llamas descontroladas, sus pasos dejando un rastro de destrucción. El pasillo crujía bajo sus pies, derritiéndose mientras avanzaba.
No le importaba. Nada importaba. Su única idea era llegar hasta Izuku, acabar con todo esto de una vez por todas.
Llegó hasta el final del pasillo, donde la gran puerta se había abierto, revelando una sala amplia y vacía. El calor era casi insoportable, y las paredes comenzaban a deformarse por la intensidad del fuego. Shoto avanzó, su mente un caos, cuando lo vio.
Una silueta.
Izuku, de pie en medio de la sala, rodeado por el brillo de las llamas que lo habían dejado sin aire.
Shoto apretó los dientes, sonrió.
[Se termino...]
El fuego estaba consumiendo a Izuku.
Shoto estaba alcanzándolo. Su catar...
—————"Las mascaras no son solo para ocultar el rostro..."—————
INTRODUCIR: MIGHT U - INSTRUMENTAL.
[Al principio, no sabía cómo sentirme respecto a Mei. Era tan... intensa. Cada vez que hablaba, parecía como si todo el mundo a su alrededor desapareciera, excepto sus ideas y la chispa de creatividad que la movía. Esa energía me desconcertaba al principio. Siempre he sido más callado, más analítico. Pero Mei... Mei es todo lo contrario. No duda, no titubea. Ve algo que quiere hacer y simplemente lo hace. Ese tipo de confianza y seguridad era algo que me intimidaba, especialmente cuando apenas estaba empezando a entender mi propio poder.]
——————————
El laboratorio de apoyo de U.A. siempre había sido un lugar lleno de energía, pero para Midoriya Izuku, esa energía tenía un rostro: Hatsume Mei.
——————————
[Con el tiempo, me di cuenta de que esa intensidad no era solo ruido. Era su pasión, su forma de ver el mundo. Cada tornillo, cada pieza de metal que tocaba, cada idea que dibujaba en esos bocetos caóticos... todo tenía un propósito, una razón de ser. Al principio me costaba seguirle el ritmo, pero poco a poco, algo cambió. Empecé a entender su lenguaje, no solo el técnico, sino el emocional. Y, de alguna forma, nuestras diferencias se complementaban.]
——————————
Aquella primera vez que se conocieron, Izuku estaba nervioso, sin saber muy bien qué esperar. All Might le había asegurado que ella sería la persona indicada para ayudarle a desarrollar su traje, pero el caos organizado en el taller, lleno de chispas, metal y bocetos garabateados, lo hacía dudar.
—Ella es Hatsume Mei. Será quien te ayudará en poder desarrollar tu traje. —dijo All Might con su característica sonrisa, mientras señalaba a la joven que trabajaba frenéticamente en una mesa llena de partes de tecnología.
Izuku observó con cautela. Mei, con una gran sonrisa en su rostro manchado de grasa, se giró con una velocidad asombrosa. Extendió su mano hacia él sin dudarlo ni un segundo, su entusiasmo evidente.
—¡Mucho gusto, chico problemas! —exclamó entre risas, su voz tan llena de vida que parecía capaz de llenar todo el taller.
Izuku parpadeó, desconcertado por la efusividad, y luego desvió su mirada hacia All Might, buscando alguna señal de aprobación. All Might, simplemente, asintió.
Con un nudo en la garganta, Izuku tragó saliva y, aunque con timidez, extendió su mano hacia Mei. El apretón de manos fue firme, lleno de una energía que lo hizo estremecerse. Así, de esa manera poco ortodoxa y llena de chispa, Midoriya Izuku y Hatsume Mei se conocieron.
——————————
[A medida que pasaron los días, comencé a admirar a Mei más y más. Su capacidad para visualizar algo en su mente y luego convertirlo en realidad era asombrosa. Mientras yo me esforzaba por controlar el One For All, ella siempre parecía tener todo bajo control, como si el mundo fuera una máquina que solo necesitaba ser ajustada. Y, en ese proceso, comencé a aprender de ella. No solo sobre tecnología o trajes, sino sobre algo más profundo: cómo creer en mis propias ideas y darles forma, cómo no tener miedo de fallar.]
——————————
En el interior del mismo taller, la relación entre ambos había comenzado a forjarse con la misma velocidad que los aparatos que Mei creaba.
——————————
[Incluso cuando algo salía mal, cuando una de sus invenciones fallaba o explotaba (lo cual, para ser honesto, sucedía más veces de las que esperaba), nunca perdía esa sonrisa. Nunca se detenía a lamentarse. Simplemente tomaba las piezas rotas y volvía a empezar. Esa resiliencia... era algo que yo también quería para mí. Y, sin darme cuenta, empecé a absorber ese espíritu.]
——————————
Izuku estaba de pie en una especie de plataforma de vidrio, rodeado por tecnología avanzada, mientras Mei se movía frenéticamente de un lado a otro, impulsada por las ruedas de su silla.
——————————
[Nuestra relación no fue inmediata, no como esas amistades donde de inmediato sientes una conexión. Pero con Mei, cada interacción fue construyendo un lazo que no sabía que necesitaba. Cuando trabajo con ella, siento que puedo soltar parte de la presión que llevo. Ella me ve tal como soy, y eso me da una libertad que rara vez experimento. En su taller, entre todos esos aparatos y herramientas, no siento que tenga que cargar con el peso de todo. Solo soy Izuku, el chico que intenta mejorar.]
——————————
—¡¿Sabías que ellos evalúan y registran los quirks de todos durante los primeros años de primaria y escuela media?! —comentó Mei con su típico entusiasmo, sin detenerse ni un segundo.
Izuku, por su parte, seguía de pie, tratando de procesar toda la información que la chica lanzaba a la velocidad de un proyectil. Mei, sin inmutarse, continuaba hablando mientras ajustaba un par de engranajes y revisaba los datos en una pantalla.
——————————
[Quizás eso es lo que más valoro de Mei. Para ella, soy simplemente una pieza más en su mundo lleno de mecanismos y engranajes. Y eso, de alguna manera, me da un sentido de normalidad que, a veces, olvido que necesito.]
——————————
—¡De vez en cuando, aceptan actualizaciones de los registros! —continuó ella—. Toma el ejemplo de un quirk que originalmente era disparar agua desde el cuerpo, pero que en realidad se descubrió que era un 'Aprovechador de la humedad del aire circundante'. ¡Eso cambió por completo su funcionalidad!
——————————
[Me di cuenta de que Mei nunca ha intentado ajustarse a lo que la gente espera de ella. Siempre ha seguido su propio camino, y en cierto modo, eso me inspira. Nunca ha tratado de ser la alumna ejemplar o encajar en lo que la sociedad espera de una inventora. Y sin embargo, su autenticidad la convierte en alguien genuinamente admirable. No tiene miedo de fallar, y cuando lo hace, se ríe y lo intenta de nuevo. Es algo que he estado tratando de aprender desde que obtuve el One For All, pero ella lo ha vivido siempre, sin siquiera darse cuenta de lo impresionante que es.]
——————————
Mei giró su silla y se detuvo justo frente a Izuku, mirándolo con intensidad.
——————————
[He pasado tanto tiempo preocupándome por controlar mi poder, por no fallar, que a veces olvido que el fracaso también es parte del proceso de crecimiento. Mei me lo recuerda sin siquiera intentarlo, simplemente siendo ella misma. Y eso es algo por lo que siempre le estaré agradecido.]
——————————
—Y ya que tú apareces en todas las plataformas como 'Destructivo', dudo que podamos pedir algo tan simple como 'Resistencia a la superfuerza'.** —exclamó, sonriendo con entusiasmo. **¡¿Entiendes, entiendes?!
Izuku, tembloroso y con los ojos muy abiertos, no sabía qué responder. Mei era un torbellino de energía inagotable, y él apenas podía seguir el ritmo. Trató de decir algo, pero las palabras no salían con claridad.
—No... —murmuró tímidamente.
Mei no lo dejó terminar, explotando de emoción mientras hablaba de su verdadera pasión.
—¡Lo que trato de decir es que al no tener que respetar normas de una compañía estúpida, podemos ser libres en todo aspecto que queramos! —gritó con una risa contagiosa, levantándose de su silla de golpe. El escritorio tembló bajo su energía y algunos papeles cayeron al suelo.
Entre ellos, uno en particular llamó la atención de Izuku: un boceto de un traje. Sus ojos se fijaron en él por un momento, absorbiendo los detalles.
—¡Diseño, funcionalidad, y todo lo que se nos ocurra! —exclamó Mei mientras recogía los papeles, sin perder su ritmo. Su pasión desbordaba el lugar, llenando el aire con una sensación de libertad.
Izuku se quedó mirando el boceto mientras Mei continuaba hablando, su voz cada vez más cercana. Había algo en ese dibujo que lo hizo sentir... conectado. "Esto no es solo un traje", pensó. "Es una representación de lo que soy, de lo que puedo llegar a ser."
Mei, todavía riendo, levantó un brazo en alto, como si declarara una gran victoria.
—¡¡HAREMOS LO QUE QUERAMOS!!
Sus palabras resonaron en el taller, llenando a Izuku de una mezcla de emociones. Por primera vez, sintió que había encontrado a alguien que no solo quería crear algo práctico, sino algo que reflejara la esencia de lo que él era.
Mei no veía limitaciones; para ella, el único límite era la creatividad.
Y fue en ese momento, en medio del caos organizado, de la risa desenfrenada de Mei y del brillo de los inventos sin terminar, que Izuku comprendió algo profundo: este no sería solo el primer traje que Hatsume Mei diseñaría para él.
Sería el primero de muchos, y cada uno llevaría consigo la pasión inagotable de Mei y la determinación de Izuku para convertirse en el héroe que siempre soñó ser.
El taller de Mei, con su desorden y sus chispas de inspiración, se convirtió en el lugar donde se gestaban las primeras verdaderas piezas de lo que sería su futuro.
Y ese futuro... empezaba ahora.
——————————
[Mei es una soñadora, pero no del tipo que solo se queda en las nubes. Ella sueña y luego construye, da vida a esos sueños con sus manos, y eso es algo increíble. Me hace querer ser mejor, no solo para poder usar sus invenciones de la mejor manera posible, sino para no defraudar la fe que pone en mí, aunque nunca lo diga en voz alta.]
——————————
INTRODUCIR: I'LL BE YOUR HERO - YUKI HAYASHI
*¡FWOOOOSH!*
El fuego alrededor de Izuku se disipaba, dejando un claro entre las llamas que había convertido el campo de batalla en un infierno ardiente.
El calor y las brasas llenaban el aire, pero en ese instante, cuando el humo comenzó a despejarse, el rostro de Izuku ya no era visible. En su lugar, una máscara cubría su expresión.
Un brillo en sus ojos verdes traspasaba las aberturas de la máscara, y un sonido metálico resonaba con cada leve movimiento que hacía.
El proyectil que lo había alcanzado antes no había sido solo un golpe al azar.
Aquel impacto, que en un principio parecía un simple ataque, había sido mucho más. Era su maletín, el que contenía su traje. Mei, desde la distancia, había intervenido justo a tiempo.
El traje estaba completamente desplegado sobre su cuerpo, ajustado, como si se hubiera preparado para este momento exacto. Cada pieza parecía encajar perfectamente, no solo en su físico, sino en el ambiente lleno de tensión.
"¿Qué...?" Todoroki, jadeando y con la mirada fija en Izuku, vio como las llamas que él mismo había desatado se disipaban a su alrededor.
Ambos estaban frente a frente ahora. Cara a cara... o más bien, cara a máscara. Los ojos de Todoroki se entrecerraron con incredulidad y frustración. El fuego aún danzaba a su alrededor, pero por alguna razón, el simple hecho de ver a Izuku con su traje le provocaba una rabia sorda.
En la sala de transmisiones, Power Loader observaba la escena con una sonrisa en el rostro.
"Tch, testaruda como siempre..." murmuró entre risas.
Mei no estaba en la sala, y eso lo confirmaba.
Sabía exactamente dónde estaba. Allí, en el bosque, frente a sus sistemas tecnológicos, ella estaba conectada con cada fibra del laberinto.
Su mirada concentrada y sus manos veloces tocaban el teclado de un lado a otro, como si estuviera jugando a ensamblar el futuro del héroe con una precisión milimétrica. El sudor goteaba por su frente, pero nunca perdió el foco.
Para ella, este era solo otro día normal.
De vuelta al campo de batalla, Izuku susurró tras su máscara, "Gracias...", pero su voz ahora sonaba diferente.
La tecnología incorporada en su traje hacía que su tono fuera más grave, resonante, como si el propio metal amplificara su determinación.
Todoroki frunció el ceño.
—¿Qué importa que ahora tengas tu traje, Midoriya? —gritó Todoroki, su furia reflejada en cada palabra—. ¡El resultado será el mismo! No importa cuántas veces lo intentes, ¡no vas a ganar!
El suelo bajo ellos crujía por el calor.
El hielo que había usado antes comenzaba a derretirse lentamente, y el vapor ascendía como una neblina. Pero Izuku, en lugar de retroceder, dio un paso hacia adelante. La energía del One For All comenzaba a destellar alrededor de su cuerpo. Pequeños relámpagos verdes se deslizaban por su traje como serpientes eléctricas, preparándose para liberar su poder.
—No —respondió Izuku con calma, su voz resonante cortando el aire—. Esta vez, no será lo mismo, Todoroki.
Todoroki lo miró, confuso y molesto, pero Izuku continuó.
—Esta vez finalmente entendí lo que debía hacer... contigo. Lo que siempre debí hacer desde el principio.
El rostro de Todoroki se endureció, su frustración se mezclaba con el calor que emanaba de su propio fuego.
—¿De qué estás hablando? —demandó, su voz firme, pero la duda empezaba a asomar—. ¿Qué demonios crees que tienes que hacer conmigo?
Izuku sonrió, aunque esa sonrisa estaba oculta bajo la máscara, pero Todoroki pudo sentirla.
—Es porque tú y yo somos iguales.
—¡¿Qué?! ¡No somos nada iguales! —gritó Todoroki, dando un paso hacia adelante, su furia a punto de desbordarse. Las llamas de su lado izquierdo se intensificaron, mientras el hielo en su lado derecho parecía tambalearse bajo la presión del calor—. ¡No te atrevas a compararte conmigo, Midoriya! ¡No tienes idea de lo que he pasado!
—Lo sé —la respuesta de Izuku fue firme, cargada de convicción—. No se por lo que has pasado. Llego un momento en que creí que al intentar medirte con la misma regla que yo era injusto para ti, peros solo estaba siendo indiferente. No, no importa. Ya lo entendí.
Todoroki apretó los puños, el conflicto interno comenzaba a rasgar su mente. Pero antes de que pudiera replicar, la voz de Nezu resonó por las bocinas en todo el campo.
—Esto termina ahora —la voz del director era calmada, pero su autoridad cortaba como un cuchillo—. Todoroki Shoto, si no detienes esto, serás expulsado. Midoriya Izuku, si continúas, enfrentarás un castigo severo.
Todos los que observaban desde la sala de transmisiones quedaron en silencio. Era una advertencia seria. Nezu rara vez tomaba decisiones tan drásticas, pero la pelea había llegado a un punto donde la destrucción y el peligro no podían ser ignorados.
Sin embargo, algo cambió en ese instante. Ya no era Todoroki quien ignoraba las palabras de la autoridad.
Izuku fue quien dio un paso hacia adelante.
—Todoroki.
Las llamas rojas ardientes de aquel infernal poder dentro de Todoroki flaquearon ante el brillante esmeralda que se encendía en aquellas rendijas en los ojos de Izuku.
Finalmente lo habia entendido.
—Este poder...
Apuntando su dedo índice hacia Todoroki, Izuku pronuncio:
—————[Es tuyo y solo tuyo.]—————
El fuego infernal los rodeaba.
El segundo round estaba por comenzar.
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