ENTREGATE A TUS CREENCIAS.
"La aceptación es el puente que construimos entre lo que somos y lo que aspiramos a ser. Es el acto de abrazar nuestra verdad sin reservas ni condiciones, comprendiendo que nuestras imperfecciones y diferencias son parte integral de nuestra humanidad. En ese espacio de aceptación, encontramos la libertad para crecer, sanar y amar profundamente, tanto a nosotros mismos como a los demás. Es un viaje de autodescubrimiento y empoderamiento, donde cada paso nos acerca más a la autenticidad y la plenitud de nuestro ser."
INTRODUCIR: INV (II.V) - KENSUKE USHIO
[Querido dios... quizás no nos hemos comunicado mucho. Tal vez la relación que tenemos no me permita pedirte nada. Me parece que no merezco que me concedas ningún deseo, por sencillo que sea. Pero al menos déjame intentarlo.]
Las llamas devoraron los dos pisos superiores. El techo quedó reducido a escombros y se abrió un enorme agujero en la cima del edificio, como si una bestia gigante lo hubiera atacado.
Desde esa abertura, salía un cilindro metálico que se proyectaba fuera del edificio.
Habia algo colgando.
Izuku había doblado su pierna, sujetando la parte posterior de su rodilla. Su pierna derecha presionaba con fuerza el cilindro, mientras que su mano izquierda se extendía hacia el vacío.
Su brazo derecho colgaba como trapo viejo dejando fluir la sangre hacia el rostro de la persona que Izuku mantenía aferrada a su mano izquierda evitando que cayera al vacío.
Yu, la mujer seguía inconsciente.
La enorme caída libre medía más de 70 metros. Fuera quien fuera, en el estado que se encontraban ambos seguramente morirían.
El sudor, la sangre, el temor y más emociones abrumadoras se mezclaban en un remolino de inseguridad en el pecho de Izuku. Consumiendo poco a poco las pocas fuerzas que sin saber cómo, habia logrado sacar para salvar a aquella mujer.
Sus gemidos se convertían en fuerzas que le daban vigor.
[Mi debilidad de carácter ha llevado a que las personas a mi alrededor sufran las consecuencias de mis acciones. Me enfrento a mis defectos y entiendo el daño que causo involuntariamente. Te ruego, esta vez, ayúdame a salvarla. No te pido nada más en la vida, ni siquiera para mí mismo en este momento.]
Apenas podía pensar en lo que realmente quería o deseaba a futuro. Las banalidades que siempre lo indujeron a una vida complicada ahora parecían haber desaparecido. El peso de su culpa parecía estar alcanzándolo.
Su brazo izquierdo estaba acalambrado. La sensación de su pierna funcionando de arnés era extraña. A la vez que sentía el dolor de sus huesos rotos, también sentía una sensacion punzante que calmaba el dolor por instantes.
En su cabeza no habia una idea clara de lo que debía hacer o no. Estaba bastante cansado. Le dolía todo el cuerpo, pero, aun así, él estaba ahí. Casi como un muñeco de trapo que habia sido agitado toda la noche, todo el resultado de esto estaba envolviéndose en una extraña capa de melancolía.
Izuku se habia atrapado nuevamente en ese ensimismamiento que indulgentemente vivía con el día y noche.
Que él pensaba haber borrado de su vida hace tiempo.
Izuku recordó las palabras de Recovery.
INTRODUCIR: FRC-KENSUKE USHIO
"Aferrarte al pasado solo causara más cicatrices en tu corazón..."
Claro...
El fuego rugía furioso, devorando vorazmente los costados de aquel boquete en el edificio, arrojando chispas y brasas incandescentes que parecían caer como una lluvia de fuego hacia las calles abarrotadas de gente atónita. El intenso calor se sentía hasta el primer piso, envolviendo todo en una atmósfera sofocante y asfixiante.
Los oficiales, con sus uniformes brillantes y cascos relucientes, se abalanzaban hacia el edificio, con valentía y determinación en sus rostros. El crujido de las llamas y el estruendo de las estructuras cediendo llenaban el aire, creando una sinfonía infernal de destrucción y peligro inminente.
Las sirenas, las voces de las personas comenzaban a simplemente, saturarse en Izuku.
Cada sonido en su cabeza era como una gran explosión que volcaba en el luces incandescentes.
[Por esta vez, ¿Sí? Préstame tu fuerza... te lo suplico de corazón.]
Trozos de techo restante caían desde el cielo mientras el lugar donde se sostenía el tubo metálico comenzó a crujir. Inclinándose unos pocos grados hacia delante, Izuku sintió cómo la gravedad comenzaba a ganarle terreno. Cada movimiento era una lucha contra el dolor que atravesaba sus huesos, especialmente los de su rodilla, que gritaban de agonía con cada paso.
El estruendo de la estructura cediendo resonaba a su alrededor, recordándole la urgencia de escapar antes de que todo colapsara sobre él. Con cada respiración entrecortada, Izuku se esforzaba por mantenerse en pie, su mente concentrada en cada grieta que aparecía en el concreto y en el retumbar de los escombros que caían.
Sacudió su mirada de lado a lado, observando todo el panorama desolador a su alrededor. Luego, la devolvió hacia Yu, aquella mujer a quien sostenía de la muñeca. Aún seguía inconsciente.
[Por favor...]
—D-Despierta... —con una voz casi totalmente seca y rota pudo suplicar— ...por favor.
El ruido ensordecedor de la estructura que se desmoronaba competía con el latido acelerado de su corazón. Izuku sintió el peso de la responsabilidad sobre sus hombros mientras luchaba por mantener la compostura. Las lágrimas amenazaban con empañar su visión, pero se obligó a mantenerse firme, enfocado en el rostro pálido y sereno de Yu, deseando con todo su ser que despertara y todo aquello fuera solo una pesadilla.
El tiempo pareció detenerse en aquel momento de angustia, mientras Izuku mantenía la esperanza frágilmente sostenida entre sus manos temblorosas.
Izuku trató de hablar una vez más, esta vez con un poco más de fuerza, pero lo único que logró salir de su garganta fue un seco sonido. Estaba deshidratado.
Su boca se sentía como papel áspero y su lengua parecía adherida al paladar. Cada palabra era un esfuerzo agotador, pero no podía rendirse. Miró de nuevo a Yu, sintiendo culpa sobre sus hombros aumentar con cada segundo que pasaba.
Entonces nuevamente la estructura crujió y ambos se inclinaron hacia delante.
[Dios... ¡Te lo suplico!]
El sudor comenzaba a debilitar el agarre entre su mano y la muñeca de la mujer. Sentía cómo se le escapaba de entre los dedos. El pánico empezó a apoderarse de él. Reuniendo todas las fuerzas que pudo encontrar, comenzó a rogar por más fuerza, por más determinación. Empezó a pedirle a Dios que, si no podía salvarse a sí mismo, al menos salvara a ella. No podría soportar la culpa de que otra persona muriera por su culpa.
El corazón de Izuku empezó a latir con tal intensidad que su garganta seca parecía llenarse de sangre, y entonces Izuku gritó:
—¡¡POR FAVOR!!
El grito resonó desesperado en medio del caos que los rodeaba, una súplica lanzada con toda la desesperación y la angustia que sentía.
[¡¡ALGUIEN...!!]
La sangre y el sudor en la muñeca de la mujer hicieron que se le resbalara, hasta que finalmente, Izuku soltó a Yu.
El eco desesperado de su llamado aún reverberaba en el caos que los rodeaba. Sus dedos, ahora incapaces de mantener el agarre, liberaron a Yu hacia el suelo que se desmoronaba bajo ellos. Un torbellino de impotencia y culpa envolvió a Izuku, paralizándolo mientras veía cómo su último intento por sostenerla fallaba.
El sonido de su propio grito resonaba en su mente como un eco de desesperación. Lágrimas ardientes y silenciosas se mezclaron con el polvo y el sudor en su rostro.
Yu habia caído.
INTRODUCIR: INV (II.VI) -KENSUKE USHIO
Algo había estallado. Izuku no sabía si fue detrás de él o dentro de él mismo, pero juró que un estruendo abrumó su mundo. Todos sus sentidos, que yacían atrofiados, se sacudieron violentamente. Juraba haber visto el rostro de Yu cayendo, mientras decenas de luces golpeaban sus pupilas, borrando esa imagen de su mente.
Una grieta se abrió en medio de ese mundo de luces destellantes, como si intentara luchar contra algo imposible de contener. Parpadeó y cuando volvió a abrir sus ojos se encontró ante una visión surrealista.
Estaba sentado en su salón de clases, rodeado de aquellos niños que alguna vez fueron sus compañeros. El sol brillaba con suavidad, iluminando la tranquilidad de una mañana serena. Todos parecían felices, inmersos en un entorno radiante y pacífico.
Izuku se sintió como un espectador en su propia vida, observando desde fuera mientras la normalidad y la armonía llenaban el espacio a su alrededor. Un nudo de emociones encontradas se apoderó de él mientras intentaba comprender qué significaba esta extraña visión después del caos y la tragedia que había experimentado.
Miró a su alrededor, observando a sus compañeros de aquellos días. Entonces, comprendió el sueño que había tenido antes de llegar al techo. No era solo un sueño o una visión; era un recuerdo.
Se preguntaba, ¿por qué ahora? Pensó que había dejado atrás esa etapa. Pero no, no podía ser tan indulgente consigo mismo. No había superado nada. Él era el tipo de persona que nunca superaba nada.
Su vida era simplemente una serie de errores y fracasos, bañada en una tristeza y culpa que lo consumían día tras día. ¿Por qué debería esperar que algo cambiara ahora?
La sensación de desesperanza y resignación lo invadió mientras se sumergía en la realidad inclemente de su existencia. Miró de nuevo a sus antiguos compañeros, sintiéndose separado de ellos por un abismo de dolor y autodesprecio.
Entonces, un pensamiento llegó como un cuchillo a su mente.
[Quizás...]
Si él simplemente dejara de sostenerse en su rodilla ahora mismo... todo podría terminar. El dolor físico y emocional, la culpa abrumadora, la sensación constante de ser una carga para los demás. Podría dejar de luchar, dejar de intentar ser fuerte cuando sentía que no lo era en absoluto.
La idea parpadeó como una sombra oscura en su mente, tentándolo con la promesa de liberación. ¿Sería más fácil así? Dejar ir, dejarse caer hacia la oscuridad y el silencio final. La tentación de escapar de todo lo que lo atormentaba, de liberarse de la carga que llevaba consigo cada día, se volvía cada vez más seductora.
Pero algo dentro de él luchaba contra ese impulso autodestructivo. Un destello de esperanza débil, casi imperceptible, se aferraba a la idea de que tal vez, algún día, podría encontrar la redención. Una voz interna le recordaba que había personas que aún necesitaban de él, incluso en su debilidad y desesperación.
Las lágrimas brotaron nuevamente, pero esta vez no solo de tristeza, sino de una lucha interna intensa y desgarradora. Izuku cerró los ojos con fuerza, tratando de bloquear esos pensamientos oscuros que amenazaban con consumirlo por completo.
Entonces, finalmente, encontró una respuesta.
Parpadeó una vez más y la visión se desvaneció, devolviéndolo a la cruda realidad. En un instante, Izuku flexionó su cuerpo, el cual crujió como una bolsa de plástico. Giró en el tubo usando su brazo izquierdo y una oleada de energía envolvió su cuerpo por un fugaz momento.
Se impulsó hacia Yu, abrazándola en plena caída. Cuando finalmente la alcanzó, giró con ella y la protegió con su propio cuerpo.
[Si voy a morir... al menos intentaré salvarte.]
Pensó con determinación.
Quizás Dios le había concedido fuerzas en ese momento crucial.
Cerro sus ojos y solo espero...
*¡FWOSH!*
No pasó ni un segundo. En el último instante antes de caer al vacío, una figura roja y veloz los alcanzó en plena caída. Izuku sintió el impacto repentino mientras la estructura detrás de ellos se desmoronaba en un estruendo ensordecedor. La mancha roja los envolvió y juntos atravesaron el aire como un proyectil descontrolado, estrellándose dentro del edificio.
El impacto los lanzó directamente a la sala del juicio, donde Izuku fue sentenciado tiempo atrás. Yu rodó hasta chocar con un montón de escombros, su cuerpo quedando protegido por los restos que amortiguaron su caída. Mientras tanto, Izuku aterrizó sobre una cama de escombros con un golpe sordo.
El polvo llenó el aire, mezclándose con la tensión y el miedo que inundaban la habitación. Izuku se levantó con cuidado, sintiendo cada músculo de su cuerpo protestar por el esfuerzo sobrehumano que acababa de realizar. Miró a su alrededor con precaución, asegurándose de que Yu estuviera relativamente ilesa antes de volverse hacia la figura que los había seguido en su caída.
La figura roja yacía en una esquina de la sala, el impacto había causado un pequeño temblor en el lugar.
Apenas apoyado sobre sus brazos y con un ojo cerrado, Izuku comenzó a husmear en la dirección de la figura que se alzaba lentamente entre la nube de polvo. Escuchó los quejidos de dolor del impacto y se percató de que era un hombre.
La sombra detrás del velo de polvo se delineó más claramente. Un par de alas emergieron de su espalda, brillantes y rojas como el fuego, pero manchadas como si estuvieran cubiertas de sangre oscura y sucia.
Era Hawks.
El reconocimiento llenó a Izuku de sorpresa y confusión. Hawks, el héroe conocido por su agilidad y velocidad, yace ahora en frente de él, herido y ensangrentado. Aunque su presencia traía un destello de esperanza, también levantaba interrogantes sobre lo que había sucedido y por qué estaba allí.
Izuku se esforzó por procesar la situación, luchando contra el mareo y el dolor persistente en su rodilla. Hawks, con sus alas dañadas, intentaba incorporarse, mostrando su determinación a pesar de las heridas.
El ambiente tenso y cargado de la sala del juicio parecía intensificarse con la presencia de este héroe caído. Izuku miró a Hawks con una mezcla de gratitud por haber intervenido y preocupación por lo que podría significar su presencia en este lugar vinculado a su pasado tumultuoso.
—Hawks... —murmuró Izuku, escupiendo sangre.
El rostro de Hawks estaba cubierto de polvo y sangre, con la mitad de su cara mostrando quemaduras y el resto de su atuendo hecho jirones. Se tambaleaba ligeramente al caminar, mostrando signos evidentes de agotamiento y heridas. Aunque no estaba tan mal como Izuku, la fatiga se reflejaba en cada movimiento.
Izuku, apoyado en un montón de escombros, observaba con asombro y gratitud cómo Hawks se acercaba hacia él, a pesar de su propio estado vulnerable. El ambiente alrededor seguía cargado de polvo suspendido en el aire y el eco sordo de los escombros cayendo ocasionalmente.
—No esperaba encontrarte aquí, Izuku... —continuó Hawks con voz ronca, su respiración agitada resonando en la sala vacía.
El joven héroe se arrodilló junto a Izuku, compartiendo un momento de complicidad en medio del caos que los rodeaba. Izuku notó la determinación en los ojos de Hawks, mezclada con una ligera preocupación por su bienestar. La cercanía física de Hawks y su presencia reconfortante eran un recordatorio tangible de que no estaban solos en esta lucha contra las adversidades.
—Estoy aquí para ayudar, Izuku. Vamos a sacarte de aquí —dijo Hawks con firmeza, extendiendo una mano con cuidado hacia él.
Izuku asintió débilmente, sintiendo cómo la presencia de Hawks le daba una renovada sensación de esperanza en medio de la desolación.
Sin embargo, enseguida vino la preocupación.
Entre toses dolorosas, Izuku balbuceó:
—¿¡M-Miruko...?! ¿¡Kacchan...!?
Sus palabras apenas fueron audibles antes de que una nueva oleada de tos lo sacudiera, robándole las fuerzas que usaba para mantenerse en pie. Se desplomó sobre los escombros, su cuerpo temblando mientras luchaba por recuperar el aliento en medio del polvo y la desesperación.
Hawks se inclinó con cuidado hacia él, apoyando su espalda contra un muro sólido mientras observaba con preocupación cómo Izuku luchaba contra su propio cuerpo debilitado.
Hawks se arrodilló junto a Izuku, sintiendo la pesadez de sus propias heridas mientras intentaba mantener la compostura frente a la situación desesperada. El aire estaba cargado de polvo y el sonido distante de estructuras desmoronándose resonaba a su alrededor. Izuku, con los ojos entrecerrados por el dolor, buscaba respuestas entre jadeos entrecortados.
—Están a salvo, Izuku. Lo prometo. Pero ahora debemos concentrarnos en ti. Necesitamos salir de aquí lo antes posible —dijo Hawks con urgencia, su voz resonando con determinación y preocupación.
Izuku asintió débilmente, consciente de que cada segundo contaba en ese laberinto de escombros y peligro. Sus pensamientos se dispersaban entre la angustia por sus amigos y la incertidumbre sobre lo que había sucedido exactamente.
—¿Cómo es que tú...? —jadeó, interrumpido por toses que sacudían su cuerpo.
Hawks lo miró con comprensión, recordando cómo había quedado aturdido y herido tras la explosión. El recuerdo del helicóptero impactando cerca de él le devolvió a la realidad, una realidad llena de incertidumbre y caos.
—Estoy aquí, Izuku. Eso es lo que importa ahora, así que tranquilízate —respondió Hawks, tratando de infundir calma mientras ayudaba a Izuku a incorporarse lentamente.
Los escombros crujían bajo sus pies conforme intentaban encontrar un camino seguro hacia la salida. Hawks evaluaba rápidamente las opciones, manteniendo un ojo en los posibles peligros que aún podían acechar.
—Vamos, Izuku. Necesitamos moverte a un lugar seguro —insistió Hawks con firmeza, extendiendo su mano para ofrecerle apoyo físico y emocional.
Izuku se apoyó en Hawks, sintiendo el peso de sus propias limitaciones físicas, pero también la determinación de sobrevivir. Cada movimiento era un recordatorio tangible de la fragilidad de la vida y la importancia de mantenerse unidos en medio del desastre.
—Gracias... Hawks —musitó Izuku entre dientes, sus palabras cargadas de gratitud y frustración por no poder hacer más.
Al momento de que Izuku se apoyó en el sintió el calor que lo abrumaba. Izuku aún seguía ardiendo. Su cuerpo estaba tan caliente debido a la fiebre que Hawks solo pudo asombrarse de que el chico si quiera estuviera consciente. Sumado a esto, también fue participe de aquella sensación de cargar un cadáver destrozado.
Hawks podía sentir los huesos rotos de las piernas de Izuku, podía sentir la cintura del chico llena de moretones y su espalda con los huesos fuera de lugar.
Sus costillas estaban mal.
Pero lo que mas asustaba a Hawks era lo que le colgaba del hombro derecho.
Solo era carne negra llena de sangre y cicatrices junto con cientos de heridas.
¿Se supone que ese era su brazo?
En ese momento, Hawks se sintió abrumado por la ira. Estaba furioso con alguien, quizás con la comisión y todos sus miembros, quizás consigo mismo... tal vez con Miruko. La injusticia de la situación lo consumía. ¿Cómo era posible que un chico tan joven estuviera en un estado tan deplorable? La visión de Izuku, tan maltrecho y vulnerable, le partía el alma. No era justo. Ningún héroe debería sufrir así, y mucho menos un joven con tanto potencial y valentía. Hawks apretó los puños, su corazón pesado con la mezcla de rabia y dolor, decidido a proteger a Izuku a cualquier costo.
Hawks se encontraba en un dilema profundo. A pesar de su papel como héroe, ¿no era acaso hipócrita sentir enojo hacia las injusticias que presenciaba? Después de todo, él mismo estaba muchas veces involucrado en dichas injusticias por las órdenes que recibía de la comisión.
Mientras miraba a Izuku a su lado, su mente divagaba entre pensamientos confusos. ¿En qué debía creer ahora? Sus ojos se posaron en la figura de Yu Takeyama, la mujer heroína desplomada en el suelo. La visión de ella le recordó a Miruko, y también al chico que los acompañaba, ¿Cómo se llamaba? Bakugou Katsuki. Además, estaba Kamui Woods, el otro héroe de la tabla.
Tantas personas se habían involucrado en este embrollo. Tantas vidas se veían afectadas. ¿Cuánta responsabilidad recaía sobre él? ¿Hasta qué punto era culpable de lo que estaba ocurriendo?
El viento agitaba los pensamientos de Hawks mientras luchaba por reconciliar sus acciones con sus convicciones. En su interior, la semilla de la duda había germinado, y ahora debía encontrar respuestas, incluso si eso significaba cuestionar todo en lo que había creído hasta ahora.
Hawks cerró sus ojos un instante y respiró profundamente, como si buscara encontrar valor y fuerza en medio del caos que los rodeaba. Con paso decidido, comenzó a caminar lentamente hacia Yu, quien yacía todavía en el suelo.
—Deberíamos intentar ayudarla a levantarse. No creo tener la fuerza para llevarlos a ambos —dijo Hawks, mirando a Izuku en busca de colaboración.
Izuku desvió su mirada hacia la mujer y luego recorrió la sala del penúltimo piso del edificio con preocupación. El enorme boquete cubierto de llamas dejaba caer chispas hacia los alrededores, y era evidente que el edificio se estaba consumiendo rápidamente. Tarde o temprano, estarían envueltos en llamas si no salían pronto de allí.
Sin embargo, estando en el decimotercer piso, escapar no sería tan sencillo como abrir una puerta y salir.
—Siéntate aquí, chico, no tardaré —dijo Hawks con tono calmado, empujando suavemente a Izuku hacia un montón de rocas cercanas. Con cuidado, aseguró que Izuku se apoyara cómodamente para evitar cualquier daño adicional.
Con pasos decididos, Hawks se acercó a Yu, cuyo cuerpo yacía inerte en el suelo. Arrodillándose junto a ella, comenzó a sacudirla suavemente mientras pronunciaba su nombre con voz preocupada.
—Takeyama-San... Takeyama-San despierta —murmuró, buscando signos de respuesta en su rostro pálido y en sus ojos cerrados. La sala a su alrededor se iluminaba intermitentemente por las llamas que se filtraban desde el agujero en el techo, recordándole la urgencia de la situación.
El corazón de Hawks latía con ansiedad mientras esperaba cualquier señal de que Yu comenzara a recobrar el conocimiento
Mientras tanto, Izuku apoyó su espalda contra la roca, sintiendo cómo crujía nuevamente bajo su peso. Aunque el fuego rugía a su alrededor, su mente estaba más preocupada por algo más profundo, algo que hizo surcar sus mejillas. De un lado, sangre; del otro, lágrimas.
—Takeyama-San... tenemos que salir de aquí, despierta por favor —suplicó Hawks con desesperación.
La voz de Hawks se volvía cada vez más apresurada, mientras la ansiedad y el fuego parecían pisarles los talones. En ese momento, pudo escuchar el balbuceo de Izuku.
[No pude hacer nada...]
—¿...? —preguntó Hawks, girándose hacia Izuku, solo para verlo sollozando con la mirada fija en el techo, o lo que quedaba de él.
Cerca, demasiado cerca, un trozo de la turbina del helicóptero atravesaba el techo destrozado, con chispas saltando de un lado a otro en la sala del juicio.
—Majiro-San... —murmuró Izuku con dolor—. N-No pude...
Recordando el rostro de Majiro en los últimos instantes antes del impacto del helicóptero, Izuku se mordió el labio inferior, lleno de culpa.
La desesperación llenaba el aire mientras el tiempo se agotaba y las llamas devoraban el espacio que los rodeaba, recordándoles la urgencia de escapar antes de que fuera demasiado tarde.
Hawks sostuvo la mirada firme hacia Izuku y luego, con un tono que intentaba ser comprensivo pero firme, preguntó:
—¿Qué pasó?
Aunque procuraba no abrumarlo, su curiosidad era palpable. Izuku giró la cabeza lentamente hacia adelante, con evidente cansancio en sus movimientos. Sus ojos se posaron en sus propios muslos, como si buscaran las palabras correctas en el silencio que siguió.
—Nagant... ella disparó —susurró Izuku, mientras Hawks se concentraba en cada palabra.
—¿Qué...?
—Nagant mató al presidente de la comisión y entonces el helicóptero cayó... —explicó Izuku, su voz llena de pesar—. ¡Majiro-San...!
El dolor en su pecho se agudizó al recordar el momento en que el helicóptero se precipitó hacia el hombre, justo en los instantes finales antes de que saltara hacia Yu. Hawks captó la angustia en sus palabras y el peso de la culpabilidad que cargaba.
Aunque había escuchado la confesión de Izuku sobre Nagant y el presidente, Hawks no podía creerlo completamente. ¿Nagant había asesinado al presidente? Nagant, alguien en quien confiaba y que había disparado hacia él.
Se sintió abrumado por la revelación. Era como si un cubo de agua fría hubiera caído sobre él, pero también experimentó una extraña sensación, una mezcla de emociones confusas. ¿Esperanza? No exactamente. Era más bien como si tratara de encontrar consuelo en la traición de otros, como si buscara justificar su propia traición a la comisión encontrando un paralelismo en las acciones de Nagant.
Hawks luchaba por entenderlo todo mientras el fuego rugía a su alrededor y la urgencia por escapar seguía creciendo. La situación se tornaba cada vez más complicada, con las decisiones difíciles y las lealtades cuestionadas en medio del caos que los envolvía.
Bajando la mirada, Hawks volvió su atención hacia Yu y se sintió abrumado por la confusión. No sabía qué hacer realmente en medio de todo esto.
Pensó en lo complicada que era toda la situación. Había deseado simplemente vivir una vida tranquila, sin tanto trabajo ni complicaciones, pero ahora se encontraba envuelto en un gran problema. Quizás sus dudas internas o su propia moral lo habían llevado hasta aquí. Sin embargo, en parte, Hawks no buscaba la aprobación de nadie ni que le dijeran que estaba bien. Simplemente buscaba encontrar paz en sus decisiones, reconciliarse con lo que había hecho y enfrentar las consecuencias, cualesquiera que fueran.
El crepitar de las llamas y el peso de las circunstancias le recordaban que el tiempo seguía corriendo. Tenía que tomar decisiones rápidamente si quería sobrevivir y enfrentar lo que venía después.
Hawks reunió valor y levantó la mirada, decidido a dejar de lado sus propios problemas y cumplir con su deber como héroe para ayudar a Izuku.
—Izuku, tenemos que... —comenzó Hawks, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta cuando una sensación helada recorrió su espina dorsal.
Su sangre pareció congelarse al ver detrás de Izuku, donde un velo de fuego danzante formaba un macabro mural de llamas y sombras. Una figura estaba de pie, envuelta en una danza mortal de sangre y fuego. La silueta era borrosa entre las llamas, pero la oscuridad de su forma contrastaba violentamente con el resplandor naranja del incendio.
Hawks sintió un nudo en el estómago. Era como si el tiempo se hubiera detenido en ese momento, mientras su mente intentaba procesar lo que veían sus ojos. La presencia amenazante detrás de Izuku emanaba un aura de peligro y malevolencia, y Hawks no pudo evitar sentir un escalofrío de temor profundo que lo paralizaba en su lugar.
Izuku sintió cómo el cambio en el ambiente le afectaba intensamente. Su único ojo sano se abrió de par en par, la adrenalina recorriendo su cuerpo mientras el sentido del peligro lo golpeaba como una tormenta de relámpagos directamente en el cerebro.
*¡ZONK! ¡ZONK! ¡ZONK!*
Cada latido acelerado de su corazón resonaba en sus oídos, aumentando la urgencia de la situación. Levantó la mirada hacia Hawks, buscando una respuesta en su expresión. La sorpresa y preocupación en el rostro del hombre lo instaron a girarse hacia la misma dirección que Hawks estaba observando.
El corazón de Izuku dio un vuelco al reconocer lo que veía. A través del velo de fuego y sombras, emergía una figura familiar y temida: Nagant. Estaba de pie, su silueta destacándose contra el resplandor rojizo del incendio. El terror se apoderó de Izuku mientras observaba a la mujer responsable de tanto caos y dolor.
Su mente trabajaba a toda velocidad, intentando comprender las implicaciones de su presencia allí. La situación se tornaba aún más desesperada con la reaparición de Nagant, y Izuku se encontraba paralizado por la incertidumbre y el miedo ante lo que podría suceder a continuación.
Hawks se puso de pie lentamente, levantando ambas manos como un gesto de calma hacia el ambiente tenso que los rodeaba.
La figura de Nagant emergía entre las sombras y el fuego, sosteniendo con firmeza un arma en su mano izquierda. Era una pistola pequeña pero letalmente eficiente en sus manos expertas.
Su larga cabellera, antes impecable, ahora estaba chamuscada por las llamas que la rodeaban. El brazo derecho de Nagant, aquel que podía transformarse en un rifle mortal, estaba destrozado y colgaba inútilmente a su lado. El rostro de Nagant estaba cubierto de sangre, una mezcla de heridas frescas y el reflejo oscuro del incendio que bailaba detrás de ella.
Hawks mantuvo su postura firme pero cautelosa, consciente del peligro inminente que representaba la mujer frente a ellos. Sus sentidos estaban agudizados mientras evaluaba la situación, buscando una salida o una estrategia para enfrentar a Nagant sin poner en mayor peligro a Izuku ni a él mismo.
—N-N-Nagant...
Hawks levantó lentamente sus manos desnudas hacia la mujer, quien movía la cabeza de lado a lado como si luchara por mantener su equilibrio. Aunque parecía distante y distraída, Hawks podía sentir la misma sensación de peligro que Izuku. No era tan agudo como el sentido de peligro de Izuku, pero comprendía la amenaza que representaba esa mujer de pie frente a ellos.
Mientras reflexionaba, Hawks consideró sus alas. Se maldijo a sí mismo al recordar que no tenía muchas plumas en ese momento. Al salvar a Izuku y Yu, había usado la fuerza de sus alas para lanzarse hacia ellos, dejando algunas plumas atrás en un velo de fuego que las había consumido.
Por esa razón, no podía bajar con Yu e Izuku en brazos en ese momento. Incluso las pocas plumas que tenía en la espalda no eran lo suficientemente rápidas como para esquivar una bala disparada por Nagant. Sabía que cualquier movimiento en falso podría desencadenar un disparo hacia él, Izuku o Yu. No podía permitirse ese riesgo.
La tensión en la habitación era palpable mientras Hawks calculaba sus opciones. Estaba atrapado en una situación crítica, enfrentándose a una adversaria formidable sin poder confiar en su habilidad característica para volar y proteger a los demás.
Mientras el encuentro tenso entre Hawks, Izuku y Nagant se desarrollaba en el edificio envuelto en llamas, en el resto de la ciudad de Tokio, una serie de pantallas promocionales y otros dispositivos comenzaron a transmitir un video. Este video capturó la atención de los transeúntes y espectadores alrededor del distrito, atrayendo miradas hacia las imágenes y el sonido que emergían de las pantallas urbanas.
Simultáneamente, en las radios de los vehículos y en las frecuencias de radio dispersas por la ciudad, una entrevista resonó en los oídos de quienes estaban sintonizados. La voz y las palabras de los entrevistadores y entrevistados llenaron el aire, brindando un contrapunto al caos que se estaba desarrollando en el edificio donde Hawks, Izuku y Nagant enfrentaban su propia crisis.
Mientras los eventos se entrelazaban en la ciudad, las miradas y las orejas de Tokio se dividieron entre el drama que se desarrollaba en las alturas y las noticias y entretenimiento que fluían a través de los medios de comunicación dispersos por la metrópolis.
La voz de Nagant resonó con una intensidad inesperada en el silencioso caos del edificio en llamas, llegando claramente a los oídos de Izuku y Hawks:
[Tu brazo nos ayudará a salvar vidas...]
Las palabras de Nagant, cargadas de significado y pesar, parecían llenar el espacio entre ellos con una solemnidad palpable. Izuku y Hawks, ambos en medio de la urgencia de la situación, se encontraron momentáneamente absorbidos por las reflexiones de la mujer.
—Creía que sería así. Cuando ese hombre me extendió la mano, cuando tomó mi mano, pensé que me guiaría hacia un lugar cercano a mis sueños. Pensé que quizás podría hacer realidad todos mis anhelos —continuó Nagant, su voz resonando con una mezcla de nostalgia y resignación.
Mientras Nagant hablaba, las transmisiones se extendieron más allá de Tokio, alcanzando las ciudades vecinas y luego, gradualmente, a lo largo de todo Japón. Las pantallas de televisión, computadoras y teléfonos celulares en todo el país se conectaron a una transmisión en común, capturando la atención de millones de espectadores con imágenes y sonidos que resonaban profundamente en sus emociones.
En las radios, la voz de varias personas entrevistadas por una joven comenzó a relatar un suceso ocurrido en Osaka. Sus testimonios proporcionaban detalles intrigantes que capturaban la atención de los oyentes, mientras la narradora guiaba la conversación hacia eventos desconocidos para muchos.
En las transmisiones de video, simultáneamente, se desplegaba una imagen sombría y tormentosa de Osaka. Destellos de energía y caos dominaban las calles, remontando a meses atrás. En medio del tumulto, una figura destacaba: Miruko, la mujer de cabello blanco, libraba una batalla feroz contra una amenaza monstruosa. Detrás de ella, un relámpago verdoso parecía emerger, acompañado de una cabellera abultada que identificaba a Izuku Midoriya.
Las imágenes capturadas en esos videos transmitían la intensidad del conflicto, mostrando el heroísmo y la valentía de los involucrados en la lucha contra el caos desatado en Osaka. La narrativa se tejía entre la desesperación y la determinación de quienes enfrentaban adversidades sobrehumanas en medio de la devastación.
—Después de matar a muchas personas por un bien "Mayor", comienzas a nublar tu juicio sobre lo que realmente es correcto o no —expresó Nagant con una voz cargada de pesar y reflexión.
Sus palabras resonaban en el aire tenso del edificio en llamas, llenando el espacio con una melancolía profunda. Nagant continuó, su tono revelando la carga emocional de sus recuerdos:
Las balas caídas en sus recuerdos narraban cómo sus manos se habían manchado repetidamente de sangre. Bala tras bala, muerte tras muerte, Nagant revivía los momentos en los que había tomado vidas por órdenes de alguien que consideraba que era lo mejor para el mundo.
En la mente de Nagant, los rostros de aquellos que habían caído a sus pies se volvían vívidos una vez más. Cada memoria traía consigo el peso de las decisiones tomadas en nombre de un propósito superior, un bien que ahora parecía más difuso y ambiguo en retrospectiva.
—Manipulada como un títere, utilizada como un simple trapo para limpiar la suciedad. Aun así, llena de miseria. ¿Cómo puede una persona vivir de esta manera? —expresó Nagant con amargura, su voz resonando en el espacio cargado de tensión y fuego, dirigida ahora a Izuku como si buscara comprensión en sus palabras—. ¿Un nuevo horizonte, como lo llamaste... Midoriya Izuku?
Las palabras de Nagant narraban una historia de dolor y deshumanización mientras avanzaba. Los cuerpos caían detrás de ella, marcando un sendero rojo de pasado oscuro que influía en su presente. Olvidó la culpa, se distanció del dolor, y se enfocó únicamente en lo que creía que era su deber, su responsabilidad como miembro de la Comisión de Seguridad Pública.
Ella olvida las súplicas de las personas que ruegan por sus vidas y solo es capaz de escuchar el sonido de la bala saliendo. Más que sentir algo, tan solo el retroceso del arma es lo que parece comprender.
En medio del caos y la desesperación, Nagant se encontraba envuelta en una frialdad desconectada de las emociones humanas. Las voces suplicantes y los rostros angustiados que la rodeaban parecían desvanecerse ante la determinación implacable de cumplir con su deber. El sonido metálico de su arma disparando resonaba como un eco frío en su conciencia, recordándole su papel como ejecutora de decisiones que afectaban vidas.
Atrapada en su propia narrativa de sacrificio y responsabilidad, Nagant se perdía en la ejecución de acciones que, aunque justificadas por una causa mayor, la alejaban cada vez más de su humanidad y de la capacidad de empatizar con aquellos que caían bajo su poder de decisión.
Las personas en las calles quedaron asombradas, mientras aquellos en sus hogares observaban con incredulidad. ¿Qué era lo que presenciaban? Una escena de lucha cargada de poder, justicia y posiblemente sacrificio. La sangre salpicaba de los cuerpos exhaustos de dos individuos: Miruko y Izuku, luchando codo a codo.
En medio de la devastación y el caos, los espectadores eran testigos de una batalla intensa y desgarradora entre dos figuras destacadas. Miruko, con su cabellera blanca ondeando y su determinación palpable, se enfrentaba junto a Izuku, cuya presencia irradiaba una energía eléctrica verdosa, símbolo de su poder. Cada golpe, cada movimiento resonaba con la fuerza de dos héroes decididos a proteger lo que consideraban justo y necesario, incluso a costa de sus propias vidas.
Las imágenes transmitidas por las pantallas, desde las calles hasta los hogares de todo Japón, capturaban la intensidad y el drama de la confrontación, dejando a los espectadores con el corazón en un puño mientras presenciaban la epopeya de dos guerreros enfrentándose a desafíos insuperables en nombre de la justicia y la supervivencia.
En la tranquila casa de los Shimura, el estruendo de unos platos que caían resonó abruptamente, haciendo que Tenko, con expresión preocupada, bajara rápidamente las escaleras. Al llegar al salón, encontró a su madre y a su padre de pie frente al televisor, ambos con los ojos fijos en la pantalla, absorbidos por lo que veían.
Mientras tanto, en el sereno jardín de la casa, Hanna contemplaba la luna con serenidad, sumergida en sus propios pensamientos. El silencio fue interrumpido por el sonido insistente de su celular, que le notificaba una transmisión importante.
En la U.A, el director Nezu y Toshinori Yagi (también conocido como All Might) se encontraban reunidos en la sala de maestros. Sentados en cómodos sillones, tenían la radio encendida mientras observaban una pantalla de televisión en una esquina de la habitación, captando cada detalle de lo que estaba ocurriendo en la transmisión.
Por otro lado, varios estudiantes de la Clase A estaban dispersos en sus hogares, algunos mirando atentamente sus televisores, otros con laptops abiertas y algunos más revisando la notificación en sus celulares. Todos ellos quedaron cautivados por lo que veían, impactados por la intensidad de los eventos desplegados ante ellos.
En las bulliciosas calles de Musutafu, un hombre se destacaba entre la multitud frente a un enorme escaparate. Con ceño fruncido y mirada penetrante, Aizawa observaba la pantalla gigante con una mezcla de preocupación y determinación, analizando cada detalle del video que se transmitía.
En cada escena y en cada persona, el impacto de la transmisión resonaba profundamente, conectando a individuos diversos en una experiencia compartida de incredulidad, asombro y, en algunos casos, una creciente sensación de urgencia y responsabilidad.
—Nagant... ¿cómo has llegado a esto? —Hawks preguntó con una mezcla de sorpresa y pesar en su voz, mientras observaba a la mujer frente a él, herida pero aún firme.
Nagant levantó la mirada hacia Hawks, sus ojos cansados reflejando años de conflicto y desilusión.
—Hawks, tú más que nadie deberías entenderlo. En nuestro mundo, las líneas entre lo correcto y lo necesario a veces se vuelven borrosas —respondió con un tono cargado de resignación.
Hawks frunció el ceño, luchando por asimilar las palabras de Nagant.
—Pero ¿asesinar al presidente de la comisión? ¿Dejar que el caos se desate de esta manera?
La mujer soltó un suspiro pesado.
—No lo hice por caos, Hawks. Lo hice porque creí que era la única forma de exponer la verdad oculta, de romper las cadenas que nos atan a decisiones que solo perpetúan el sufrimiento.
Hawks miró a su alrededor, la sala envuelta en llamas, recordando los eventos que los habían llevado hasta allí.
—Pero ¿y las vidas perdidas en el proceso? ¿Acaso no importan?
Nagant lo miró con determinación.
—Cada decisión tiene un precio. A veces, ese precio es más alto de lo que uno puede soportar. Pero si no actuamos, si no arriesgamos todo por un cambio real, ¿qué nos queda? —ella tercio su gesto— Además, ¿Las vidas importan? Realmente es algo que nos haya motivado alguna vez, ¿Hawks?
El héroe sintió una punzada de conflicto interior. Sabía que debía detenerla, pero las palabras de Nagant resonaban en su mente, cuestionando sus propios ideales y la naturaleza de su papel como "protector" de la sociedad.
El diálogo entre ellos continuó, cada uno defendiendo su perspectiva, mientras el fuego consumía el entorno a su alrededor, simbolizando el choque de ideologías en un mundo donde la justicia y la moralidad no siempre están claramente definidas.
—Nada justificará el asesinato del presidente... —Hawks sostuvo su mirada con intensidad, con gesto firme, aunque su rostro reflejaba una mezcla de confusión y tristeza. Las llamas que consumían la sala proyectaban sombras inquietantes sobre su rostro, destacando la gravedad del momento.
Nagant apretó los labios con fuerza, sus ojos oscuros mostrando una vaga sombra de dolor. A pesar de su aspecto desafiante, había algo de humanidad que se filtraba entre sus facciones endurecidas por años de conflicto y desilusión.
—No creas que eres un moralista. —Su voz resonó con un tono cansado pero firme, como si las palabras fueran un eco de sus propios dilemas internos. —Eres igual que yo, Hawks. Ambos cometemos actos que la mayoría condenaría, en nombre de lo que "es correcto". No te hagas ilusiones de superioridad moral. Somos iguales en este juego retorcido. Y al igual que tú... yo también me cansé de esto.
Las palabras de Nagant se perdieron en el crepitar del fuego y el crujir de los escombros, creando un ambiente cargado de tensión y resignación. Hawks se encontraba atrapado entre la convicción de sus principios y la comprensión dolorosa de las palabras de su adversaria.
—No puedo aceptar eso, Nagant. —Hawks respondió con voz firme, aunque su expresión revelaba una profunda tristeza. —Incluso si nuestros métodos han sido cuestionables, el asesinato nunca puede ser justificado como un "bien mayor". Hay líneas que no podemos cruzar sin perder lo que nos hace héroes.
Nagant soltó un suspiro pesado, sus ojos buscando los de Hawks con intensidad.
—¿Y quién decide dónde están esas líneas, Hawks? ¿Quién decide qué sacrificios son aceptables y cuáles no? —Su tono era desafiante, pero también había un deje de agotamiento en él. —Durante años, he servido a una causa que me enseñaron a creer justa. Pero ahora veo que la justicia es más compleja de lo que pensaba.
Hawks se acercó un paso hacia Nagant, su mirada encontrándose con la suya con determinación.
—La justicia no es solo una cuestión de resultados, Nagant. Es también cómo alcanzamos esos resultados. Si sacrificamos nuestra humanidad en el camino, ¿qué nos queda al final?
Nagant apartó la mirada, como si las palabras de Hawks hubieran encontrado un eco en su interior.
—Quizás... quizás hay otra manera. —Su voz era apenas un susurro, casi perdido en el ruido del fuego. —Pero ya es demasiado tarde para mí. Debo enfrentar las consecuencias de mis acciones, como todos los demás.
Hawks asintió lentamente, sintiendo el peso de la situación sobre sus hombros. Ambos se encontraban atrapados en un conflicto moral profundo, cada uno luchando con sus propios demonios internos y las decisiones que los habían llevado hasta ese punto. La sala seguía envuelta en llamas, testigo silencioso de su confrontación y las sombras de sus decisiones.
[Pero...]
Hawks se había acercado cautelosamente, manteniendo un ojo en la pistola que Nagant aún sostenía a su lado. Una de las plumas de sus alas tembló ligeramente, una señal de tensión palpable en el aire cargado de peligro. Izuku, con su agudo sentido del peligro, intentaba advertir a Hawks sin palabras, sabiendo que cualquier movimiento imprudente podría desatar un desastre.
Mientras tanto, Nagant apartó la mirada de Hawks y se contempló en los cristales rotos a sus pies. La sangre manchaba su rostro, una marcada división entre el lado chamuscado de su cabello que ahora apenas rozaba sus hombros. Un suspiro pesado escapó de sus labios mientras levantaba lentamente la mirada.
*¡ZONK!*
El repentino sonido hizo que el corazón de Izuku se acelerara y Yu comenzara a despertar, confundida por la situación tensa que se desarrollaba ante ella.
—Hoy no será el día en que pague por esas consecuencias. —Las palabras de Nagant resonaron firmes y decididas en la sala envuelta en llamas, mientras sus ojos seguían cada movimiento de Hawks—. Ni tampoco serán las únicas que pagaré.
Hawks se quedó inmóvil por un momento, evaluando rápidamente las opciones mientras el tiempo parecía detenerse alrededor de ellos. La amenaza implícita en el gesto de Nagant con el arma tensaba aún más el ambiente, llenando la habitación con la anticipación de un desenlace inminente y peligroso.
Izuku luchó por ponerse de pie, su determinación palpable en medio del caos creciente. Sin embargo, antes de lograrlo, el arma de Nagant estaba lista para disparar. Hawks, con los hombros tensos y la mente enfocada, anticipó el estruendo inminente.
*¡Bang!*
El estruendo del disparo llenó la habitación, sacudiendo el aire con su violencia. Hawks, con una rapidez sorprendente, se inclinó hacia un lado en un intento por esquivar la bala. Al mismo tiempo, extendió su mano hacia Nagant con determinación, lanzando una de sus plumas afiladas hacia ella.
La pluma, brillante y mortal, cortó el aire con precisión, dejando una estela visual en su trayectoria hacia su objetivo. Izuku, observando la escena con angustia, gritó mientras Nagant y Hawks reaccionaban simultáneamente al caos repentino que se desataba en la sala.
Izuku soltó un grito desgarrador, cargado de preocupación y miedo, su voz resonando intensamente en la sala llena de tensión. Nagant y Hawks respondieron de inmediato con exclamaciones de sorpresa y tensión palpable.
La bala y la pluma se acercaron al límite, casi rozándose en su trayectoria. El estruendo del disparo resonó en el aire tenso, seguido por el silbido agudo de la pluma cortando el espacio. Chispas fugaces brotaron cuando ambos proyectiles desviaron su curso ligeramente, creando destellos efímeros que iluminaron brevemente la escena envuelta en caos.
La bala de Nagant cortó el aire con un estruendo, atravesando el costado de Hawks con precisión letal. Un gruñido de dolor escapó de los labios del héroe mientras su cuerpo se sacudía hacia un lado por el impacto.
Al mismo tiempo, la pluma de Hawks, lanzada con velocidad y precisión quirúrgica, encontró su blanco en el hombro de Nagant. La mujer dejó escapar un grito ahogado al sentir el agudo dolor de la pluma atravesando su carne, lo que la hizo tambalearse hacia atrás.
Un nuevo disparo de Nagant cortó el aire con un estruendo, alcanzando una de las turbinas del helicóptero destrozado. La bala impactó directamente en un tanque que aún permanecía intacto dentro de la aeronave, desencadenando una poderosa explosión que sacudió violentamente el entorno.
INTRODUCIR: TRAITOR- OST
*¡KABANG!*
El rugido ensordecedor del estallido resonó por toda la sala del juicio, sacudiendo las estructuras ya debilitadas por el fuego y los enfrentamientos previos. Escombros ardientes y fragmentos del helicóptero salieron despedidos en todas direcciones, mientras las llamas se avivaban con renovadas.
Hawks fue arrojado violentamente al suelo por la fuerza de la explosión, mientras Nagant caía hacia atrás, impactada por el efecto del disparo y la onda expansiva. Izuku se lanzó hacia Hawks para protegerlo, mientras Yu abría los ojos con sorpresa al sentir el inicio del temblor que precedía un derrumbe inminente.
El edificio de quince pisos empezó a sacudirse como gelatina, haciendo crujir las estructuras y provocando que cascotes y escombros cayeran desde lo alto. El estruendo del colapso resonaba por todo el lugar, mezclándose con el sonido persistente de las llamas y los gritos de quienes se encontraban dentro, ahora en una carrera desesperada por escapar antes de que fuera demasiado tarde.
Lo que nadie anticipó fue que la explosión inicial desataría un incendio que se propagó velozmente a través de uno de los conductos eléctricos que conectaban el ascensor con todo el edificio. Las llamas consumieron los cables, alimentándose de la electricidad y creando un infernal espectáculo de chispas y fuego que serpentearon hacia arriba a través de las conexiones.
El fuego se extendió con una voracidad imprevista, multiplicando las explosiones en cada piso del edificio. Desde el decimoquinto hasta el primer nivel, cada sección del edificio fue impactada por las detonaciones simultáneas, sacudiendo violentamente la estructura de concreto y acero.
*¡CRUNCH!*
En las calles circundantes, la población que observaba el edificio en llamas se vio repentinamente en medio de una pesadilla. Las explosiones provocaron ondas expansivas que barrieron las calles, lanzando escombros y fragmentos de vidrio por los aires. Los oficiales de policía y los bomberos, que intentaban establecer un perímetro de seguridad y evacuar a las personas cercanas al edificio, se vieron obligados a arrojarse al suelo para protegerse de los estallidos y de los objetos voladores que amenazaban con causar más daño.
La escena se volvió un caos frenético de sirenas ensordecedoras, gritos de pánico y el rugido creciente de las llamas y las explosiones. Cada explosión subsecuente agitaba el suelo y arrojaba más escombros hacia el cielo nocturno, iluminado ahora por el brillo infernal de un edificio en colapso.
Un túnel ardiente se extendió como una serpiente voraz por la sala, envolviendo a Nagant, Hawks, Yu e Izuku en una danza mortal de llamas que pronto devoraría todo a su paso. El fuego rugía con voracidad, iluminando cada rincón con su resplandor infernal mientras el entorno comenzaba a desmoronarse sin piedad.
El suelo temblaba bajo sus pies, cada sacudida anunciando la caída inminente de la estructura que alguna vez fue un bastión de seguridad. El techo, una masa amenazadora sobre sus cabezas, crujía y se desplomaba en fragmentos ardientes que llovían como meteoros destructores. Los muros, testigos mudos de historias pasadas, se resquebrajaban y colapsaban en cascadas de escombros incandescentes.
—¡Izuku! —el grito desgarrador de Hawks resonó sobre el estruendo del fuego y los estallidos de los escombros.
—¡EH! —Yu se levantó de rodillas, desorientada por el repentino caos que los envolvía, sus ojos buscando desesperadamente una salida en medio de la desolación.
Nagant yacía en el suelo, su figura envuelta en sangre luchaba por sacar la pluma en su hombro.
Entonces...
*¡WRAHMMM!*
El suelo cedió con un estruendo ensordecedor. Un temblor descomunal sacudió el edificio, advirtiendo a quienes estaban fuera que todo estaba a punto de colapsar. Yu y Hawks fueron arrastrados hacia las profundidades por las grietas que se abrieron de repente, mientras una cascada de escombros y cenizas caía a su alrededor. Izuku se aferró desesperadamente a las rocas donde estaba sentado, pero no pudo evitar ser arrastrado junto con ellas hacia el abismo que se abría.
Antes de caer, Izuku giró la cabeza y vio a Nagant, quien finalmente logró arrancar la pluma de su hombro, clavándola con fuerza en el muro más cercano. La mujer se aferró a la pared, luchando tenazmente contra la gravedad y la furia del colapso inminente.
La escena se desvaneció en un caos tumultuoso de ruido y movimiento, mientras el edificio se desmoronaba sin piedad sobre sí mismo.
Hawks se aferró desesperadamente a las rocas y escombros que caían a su alrededor. La explosión y el colapso del edificio habían creado un caos indescriptible, pero su instinto de héroe no le permitía rendirse. Con sus plumas restantes agitándose como si fueran una extensión de su voluntad, se lanzó hacia los cumulonimbos de escombros que caían en picada.
—¡Agárrate de mí! —gritó Hawks, extendiendo una mano hacia Yu, que aún estaba aturdida, pero reaccionaba rápidamente a su llamado.
Una pluma brillante y afilada se lanzó desde sus alas, impactando contra un muro cercano con precisión quirúrgica. La mano de Yu se aferró a la pluma con fuerza, sintiendo cómo Hawks la levantaba del suelo en medio del tumulto.
Su atención se desvió hacia Izuku, que parecía deslizarse lentamente entre los escombros en su camino hacia abajo. La mirada de Hawks se llenó de determinación mientras calculaba la mejor manera de alcanzar al joven héroe antes de que fuera demasiado tarde.
El rugido ensordecedor de la destrucción seguía resonando en sus oídos, pero Hawks sabía que no podía permitirse fallar ahora.
Hawks se apresuró a levantar a Yu hacia arriba, guiándola con movimientos rápidos para que pudiera alcanzar la pluma con sus propias manos. Mientras se ocupaba de asegurar la seguridad de Yu, su mirada se desvió hacia Izuku, quien parecía no estar tan preocupado por su propia caída como por algo más que capturó su atención.
Los ojos de Izuku no estaban fijos en Nagant, sino más allá de ella, hacia una enorme grieta que se extendía ominosamente a lo largo del muro donde Nagant se aferraba desesperadamente. La estructura ya debilitada del edificio se desmoronaba rápidamente a su alrededor, con escombros cayendo en cascada y el sonido ensordecedor de la destrucción llenando el aire.
El helicóptero destrozado yacía entrelazado con los escombros cercanos, y desde esa posición elevada, Izuku pudo divisar varias explosiones que estallaban casi simultáneamente a lo largo de la grieta en expansión. Cada estallido enviaba ondas de choque a través de los muros, haciendo que la estructura se tambaleara y se desintegrara aún más.
Mientras los segundos pasaban, Izuku saltaba ágilmente de un montón de escombros a otro, con la mirada fija en la grieta que se ampliaba rápidamente, abriéndose paso a través de los muros que aún quedaban en pie. El caos era palpable, con el edificio colapsando y la amenaza de nuevas explosiones inminentes acechando en cada esquina.
Fue entonces, en un instante crítico, cuando la enorme grieta se expandió con un estruendo ensordecedor y el edificio se fracturó en dos. Desde el lado derecho del edificio, hacia el este, una sección masiva del muro se desprendió, amenazando con desplomarse junto con...
—¡Nagant! —gritó Izuku, su voz cargada de angustia mientras observaba horrorizado cómo la parte del edificio donde Nagant se aferraba con desesperación comenzaba a desmoronarse hacia atrás.
La mujer, todavía luchando por mantenerse agarrada al muro, se encontraba en el borde de la caída, con escombros cayendo a su alrededor y el suelo temblando bajo sus pies. La expresión en su rostro reflejaba una mezcla de determinación y miedo, mientras el espacio entre ella y la seguridad se reducía rápidamente.
Izuku, sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia adelante, corriendo tan rápido como pudo sobre los escombros inestables. Extendió la mano hacia Nagant, con la esperanza de alcanzarla a tiempo antes de que fuera arrastrada por la caída inevitable del edificio. El ruido ensordecedor de la destrucción y el calor del fuego que aún rugía a su alrededor creaban un ambiente caótico y peligroso.
Akihabara, el bullicioso distrito conocido por su cultura otaku y electrónica, se vio sacudido por un evento catastrófico. Cerca del imponente edificio de la Comisión de Seguridad Pública, los residentes y transeúntes fueron testigos horrorizados cuando más de cuatro pisos del edificio se desprendieron en un estruendo ensordecedor.
Los gritos angustiados de las personas atrapadas resonaban en la atmósfera cargada de humo y polvo. Los evacuados, que miraban hacia el lugar del desastre desde las calles y las azoteas cercanas, presenciaron cómo una enorme columna de humo negro se elevaba hacia el cielo, acompañada de llamas que iluminaban la tarde con un resplandor infernal.
El estruendo inicial fue seguido por un silencio tenso, roto solo por los sonidos lejanos de los servicios de emergencia que se aproximaban rápidamente. El caos reinó en las calles circundantes mientras las autoridades intentaban contener la situación y asegurar la zona afectada.
*¡CRAAAK!*
INTRODUCIR: BLACK SWAN (ORCHESTRA ver.) INSTRUMENTAL.
El trozo del muro al que Nagant se aferraba se fracturó abruptamente bajo su peso, y ella cayó entre una lluvia de escombros que se desprendían en cantidades masivas. Izuku logró alcanzar un pilar que se extendía desde el quinto hasta el noveno piso y se aferró desesperadamente a él.
Detrás de él, la voz de Hawks gritando su nombre llegó entre el caos ensordecedor, mientras Yu observaba con preocupación al chico que permanecía de pie en medio de la tormenta de destrucción a su alrededor. Sin embargo, Izuku apenas les prestó atención, completamente concentrado en la situación frente a él.
Observó con horror cómo otro de los pilares empezaba a resquebrajarse, con los cuatro pisos superiores desmoronándose sobre sí mismos. Se dio cuenta de que aquel pilar era un soporte crucial que atravesaba todos los quince pisos del edificio.
El soporte que sostenía quince pisos era imponente, pero ante el peso y el caos circundante, parecía ceder lentamente. Los cuatro pisos superiores, junto con Nagant, estaban en peligro inminente de colapso.
—¡IZUKU, RÁPIDO, ¡VEN AQUÍ! —gritó Hawks, aferrándose a su pluma junto a Yu.
El edificio se inclinaba en dirección a Izuku mientras él observaba frenéticamente su entorno. Sus ojos pasaron de Hawks a Yu, y luego a Nagant... y más allá. Recuerdos dolorosos de las palabras de su padre resonaron en su mente.
"Será muy doloroso. Querrás escapar, incluso morirte. Tienes que tomar una decisión, Izuku."
Las lágrimas en los ojos de su padre cuando era niño ahora se volvían una memoria triste, agitada por el estruendo de la estructura desmoronándose a su alrededor.
No sabía hacia dónde dirigir su mirada en ese momento. Todo lo que alcanzaba a ver era una luz deslumbrante que parecía desdibujar los contornos del entorno. De repente, se encontró transportado de vuelta a aquel pasillo interminable que había habitado en sus recuerdos más profundos. Era la escuela, pero no como la recordaba en la realidad, sino como la recreaba su mente en sueños vívidos.
Las puertas al final del pasillo estaban abiertas de par en par, como si invitaran a adentrarse en lo desconocido. A ambos lados del camino, niños desconocidos y sombríos apuntaban hacia él con dedos acusadores. Sus rostros estaban impregnados de una mezcla de miedo y hostilidad, repitiendo una y otra vez la misma frase de manera unísona y ominosa:
"Te vas a morir"
Izuku miro hacia el suelo.
"Todos los días das lo mejor de ti para estar tranquilo y no meterte en el camino de nadie, molestarlos o no comenzar peleas innecesarias. Usas como pretexto tu miseria para convertirte en el culpable predilecto y vivir cruelmente como los demás te tratan por la única razón de estar vivo. Es por lo que le temes a morir. Aunque lo desees, aunque lo anheles, tu no quieres morir, tu tan solo no quieres vivir. No tienes sentido de aprecio propio y no tienes un camino que seguir, tienes el miedo dentro de tu cuerpo campante como una mosca en una mierda. No quieres vivir por que otros te dicen que mueras, pero no quieres morir por que algo dentro tuyo te dice que quiere que vivas. Un mar de contradicción eres tu y no esta mal, porque así somos los seres humanos. Nacemos del error y vivimos tratando de reparar en ello. ¡TODOS SOLO DEBERIAMOS REIR!"
Toga estaba detrás de él.
"No puedo entender por qué sigues disculpándote cuanto no tienes la culpa de nada."
Tenko estaba en la fila de los niños.
"Quiero ver el florecimiento de tus flores."
Hanna estaba mirándolo a través de las ventanas de los salones de clases.
Poco a poco por detrás de los niños las voces de ellos fueron remplazadas por las voces de demás personas.
Personas que Izuku conocía.
"¡OLVIDALO, EL PASADO TIENES QUE OLVIDAR!"
Bakugou Katsuki estaba detrás de un ventanal.
"Deku-Kun, ahora mismo existe algo que quiero. Y eso es algo que posiblemente signifique mucho para mí. De esta manera solo me puedo preguntar... ¿Cómo puedo expresarlo?"
Uraraka Ochako también lo estaba observando.
"Todo en ti esta bien. La forma en la que eres está bien y no hay problema en ello. Tu color favorito esta bien, el amor que das esta bien. Incluso la música que escuchas esta bien. Tu forma de vestir esta bien, descansar esta bien, llorar cuando lo necesites de igual forma esta bien. Querer estar triste todo el día esta bien, si no quieres hablar con alguien esta bien, tu voz esta bien, tu cuerpo esta bien. No hay de malo en ti, y todo lo que crees que esta mal es lo que te hace ser tu y eso está bien."
Las palabras resonaban en el corazón de Izuku como un suave eco de comprensión y aceptación. Cada voz llevaba consigo un mensaje de amor y apoyo, reconociendo su singularidad y fortaleza interior. En ese momento de introspección, Izuku sintió una calidez reconfortante, como si cada palabra fuera un abrazo que lo envolvía, permitiéndole respirar más libremente y aceptarse plenamente tal como era.
El celeste cabello de Nejire Hado se sacudia con una sonrisa radiante.
Una decena de figuras comenzaron a reemplazar a los niños en el pasillo, y la luz brillante que iluminaba el final del camino comenzó a ceder ante la oscuridad que se extendía detrás de Izuku. Frente a él, aparecían uno a uno rostros familiares y significativos: Toga, con su expresión enigmática; All Might, con su imponente presencia heroica; Bakugou, con su mirada desafiante; Tenko, Uraraka, Hanna, Nejire, Kamui, Yu, los padres Shimura y muchos otros, todos ellos se materializaban en la escena.
Sin embargo, entre todas esas figuras, destacaba Miruko, quien se encontraba mirándolo con una sonrisa tranquilizadora. Su presencia irradiaba confianza y determinación.
"El poder lo controlas con el corazón, Midoriya Izuku."
*DOKUN*
Su corazón latía con fuerza en medio de la escena iluminada por ocho figuras sombrías que se acercaban. Entre ellas, una destacaba: un hombre de cabello erizado que lo miraba con un desdén palpable. Sin embargo, fue él quien tomó la iniciativa de hablar:
—Has sufrido tanto, lleno de dudas y confundido hasta los dientes. No sabes quién eres, pero intentas descubrir qué quieres hacer. Buscas razones y responsabilidades que den sentido a tu vida, formando una carga que te impulse hacia adelante.
Era un hombre de cabello rojo.
Las voces resonaron al unísono:
[¿Qué eliges?]
Las luces parpadeaban intensamente a su alrededor. En su mano izquierda, las marcas oscuras que le habían marcado durante la batalla en Osaka comenzaron a arder y a retraerse lentamente.
El poder del One For All resurgió alrededor de Izuku. Hawks observó cómo los relámpagos comenzaban a brotar de él.
En su interior, Izuku se volvió hacia la luz y escuchó de nuevo la pregunta:
[¡¿Qué vas a elegir?!]
Algo profundo dentro de él gritó, una voz que actuó como la chispa que enciende un montón de carbón.
Finalmente, Izuku llegó al umbral de la luz resplandeciente y se giró hacia la oscuridad que se extendía detrás de él. La voz que había resonado en su interior tomó forma ante sus ojos: era él mismo, pero proyectado de una manera que parecía tangible y vívida.
En lugar de dejarse atraer por la brillante congregación de figuras que esperaban en la luz, Izuku decidió correr hacia la oscuridad. Era un lugar solitario y silencioso, donde solo uno aguardaba su llegada.
El grito con tal fuerza que los vestigios de luz sonrieron.
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[¡¡¡¡ELIJO CREER!!!!!]
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Todo desapareció en un estallido de luces deslumbrantes. En ese instante, la energía oscura inundó el cuerpo de Izuku, brotando de él en oleadas tumultuosas. Se extendió hacia los escombros que yacían dispersos, envolviéndolos con una fuerza que los atrajo hacia sí mismo. La masa oscura comenzó a tomar forma lentamente, manifestándose en largos y sinuosos látigos negros que se retorcían con una intensidad casi palpable.
Para Izuku, cada látigo era como un eco de su voluntad interior, una manifestación de la determinación y el poder que había descubierto en sí mismo. La energía fluía a través de él con una sensación de urgencia y propósito, como si estuviera respondiendo a un llamado antiguo y profundo que resonaba en lo más íntimo de su ser.
En medio del caos y la destrucción que lo rodeaba, Izuku se encontraba en el epicentro de esta tormenta de energía, sintiendo cómo cada látigo oscuro se aferraba al entorno con una fuerza renovada. Era un momento de conexión entre su espíritu y el mundo que lo rodeaba, donde sus emociones y su determinación se entrelazaban con la manifestación física de su poder.
En medio del tumulto y la destrucción que rodeaba a Izuku, la energía oscura se desbordaba de su ser con una intensidad desgarradora. Los látigos negros, como tentáculos de sombra, se extendían con una determinación implacable. Uno de ellos se lanzó hacia Nagant, atrayéndola hacia Izuku con una fuerza irresistible que la arrastró a través de los escombros y el caos.
Hawks y Yu también fueron capturados por los látigos oscuros, acercándolos a Izuku con una mezcla de sorpresa y cautela. En el epicentro de esta manifestación de poder, Izuku se encontraba en un estado de trance emocional.
Su grito resonaba en la atmósfera cargada, una mezcla de furia y desesperación, mientras más y más látigos negros brotaban de él como una marea oscura.
El edificio, ya tambaleante y a punto de colapsar, parecía ser absorbido por esta red de energía oscura que rodeaba a Izuku. Las telarañas de sombra se aferraban a cada grieta y estructura, como si el propio poder de Izuku intentara contener y transformar la destrucción a su alrededor. Desde el exterior, los testigos observaban con asombro y temor, incapaces de comprender completamente la magnitud de lo que presenciaban.
Abrió sus manos hacia los costados y más látigos brotaron de él, como si fueran extensiones de su propia voluntad. Cada uno surgió con una fuerza que transformó el espacio a su alrededor en un umbral de remolinos oscuros. La energía oscura danzaba y se retorcía en el aire, como si respondiera a un llamado antiguo y poderoso. Los látigos se extendían hacia todas direcciones, serpenteando y envolviendo el entorno con una presencia imponente y sobrecogedora.
Izuku se encontraba en el centro de esta manifestación de poder, sus ojos brillaban con determinación mientras canalizaba la energía oscura. Cada remolino era una representación física de su fuerza interna, un reflejo de su crecimiento y aceptación de sí mismo. En medio del caos de látigos oscuros, Izuku se sentía conectado con una parte de sí mismo que había estado buscando, como si finalmente hubiera encontrado la clave para controlar y dirigir su propio destino.
Era momento de aceptar lo que habia en la oscuridad.
Era el momento de entregarse a sus creencias.
...
[La verdad ha sido expuesta finalmente. Ahora todos sabrán quien es Midoriya Izuku y finalmente podrá aceptar. Su crecimiento personal, así como su aceptación y su decisión de enfrentar su destino con valentía y determinación desembocan en todos una reacción única...]
Próximo capitulo: Gratitud.
...
El comienzo de algo nuevo.
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