EL CHICO QUE NACIO PARA AYUDAR.

La niña fija sus ojos en el espejo, y el reflejo le devuelve una versión desdibujada de sí misma, como si el vidrio quisiera revelar algo que estaba más allá de la superficie.

Su cuarto está inmóvil, sin sombras naturales, aunque los muros parecen temblar sutilmente, cubiertos de palabras grabadas en tonos oscuros de bermellón.

Las palabras son extrañas, casi jeroglíficas, imposibles de entender, pero transmiten una inquietud que se filtra en cada rincón, como si al observarlas por demasiado tiempo pudieran comenzar a susurrar en un idioma desconocido.

El rostro de la niña está manchado en un carmesí seco, una mezcla de lágrimas y algo más antiguo, algo que parece haberse adherido como una segunda piel.

Ella parpadea una vez, dejando que el peso de sus párpados caiga lentamente, y en ese instante el dolor arde en su interior, propagándose desde su pecho hasta el último de sus huesos. "Es solo mi imaginación", se dice a sí misma, pero cuando abre los ojos, el reflejo no le devuelve la misma mirada: en el espejo, sus ojos parecen dilatarse, deformarse, y sus facciones se retuercen en una mueca extraña que no recuerda haber hecho nunca.

Parpadea de nuevo, queriendo deshacerse de esa imagen distorsionada, pero el reflejo persiste, inquebrantable y burlón, como si de algún modo aquel rostro del espejo tuviera su propia voluntad.

Un sabor metálico se asienta en su boca mientras el cuarto parece cerrarse sobre ella, y las paredes, cubiertas de aquellos símbolos inexplicables, empiezan a moverse, sus bordes vibrando como si escondieran vida propia, como si se estuvieran preparando para susurrarle secretos que solo podría entender en sueños.

El reflejo parece respirar, con una frecuencia discordante, como si todo el cuarto estuviera respirando en una especie de pulso macabro.

La niña extiende una mano hacia el espejo, hipnotizada, pero al acercarse, su reflejo imita el movimiento con una lentitud monstruosa, como si fuera otra persona en su propio cuerpo. "¿Qué soy?", murmura, apenas un hilo de voz que se quiebra en la quietud.

Entonces, sus dedos tocan el vidrio.

Frío, tan frío que quema, como si el espejo hubiera estado sumergido en la negrura absoluta durante una eternidad.

El cuarto a su alrededor se oscurece; el bermellón de las paredes se desvanece en sombras, como si el color fuera tragado por el espejo, succionado hacia algún lugar al otro lado de aquel cristal.

De repente, el reflejo se inclina hacia ella, su boca deformándose en una sonrisa vacía, y en la penumbra, la voz del reflejo murmura algo inaudible, pero ella no necesita escucharlo para saber que las palabras no le pertenecen.

Los símbolos en las paredes se retuercen en las sombras, moviéndose como parásitos que emergen de las grietas, y la niña, con el pulso acelerado, siente que sus propios pensamientos empiezan a deformarse.

"Aléjate", susurra, casi sin voz, mientras la presión en su pecho crece, pero su cuerpo no responde; está atrapada, su mirada clavada en la figura que, en el espejo, ya no parece ser su reflejo, sino algo que vive detrás de sus propios ojos.

Y en ese instante, comprende algo aterrador: lo que ve en el espejo no es ella... sino aquello en lo que se está convirtiendo.

Ella solo tenía siete cuando sucedió.

Himiko Toga solo tenía siete...









——————[Aléjate...]—————













[Desde el incidente en el laberinto... han sido unos días intensos.]

Izuku suspiró, recordando el regaño que había recibido toda la Clase A.

A pesar de que muchos no participaron directamente en la "explosión de caos", como algunos profesores decidieron llamarlo, el castigo cayó igual sobre todos.

[Quizás no medimos las consecuencias en su momento. Pero, honestamente... ¿quién se iba a imaginar que las cosas llegarían tan lejos?]

Todo el lugar había sido consumido en llamas después de aquella última pelea contra el minotauro.

La gran estructura del laberinto, diseñada para resistir los combates y entrenamientos más duros, no fue suficiente contra el impacto de Todoroki y el resto de los ataques.

El fuego se extendió desde el centro hasta el bosque circundante, y aunque se había construido a una distancia prudente, el laberinto estaba en la misma colina que la U.A., lo cual hizo que los temblores y el calor se sintieran hasta en los edificios principales de la academia.

[Fue... peor de lo que imaginé. La mitad de la academia tuvo que ser evacuada temporalmente. Y para cuando el fuego finalmente se extinguió, todo parecía... casi como un campo de batalla abandonado.]

Miró hacia el pasillo por donde caminaba, notando la cantidad de alumnos que aún no volvían.

Desde el incidente, habían limitado el acceso a ciertas áreas para asegurarse de que toda la infraestructura estuviera segura.

[Algunos de mis compañeros ni siquiera hicieron nada, pero igual tuvieron que aguantar el sermón.]

Para él, sin embargo, el que más se había llevado la reprimenda fue Todoroki.

[Claro, traté de intervenir en su defensa, pero... creo que ni siquiera me prestaron atención.]

La magnitud de lo que había hecho Todoroki era imposible de ignorar.

La destrucción del laberinto y el riesgo que representó para todos, tanto por los derrumbes como por la amenaza del fuego extendiéndose, fue algo que ningún profesor pudo ignorar.

Izuku suspiró, perdido en sus pensamientos, cuando, de repente, lo vio a lo lejos, en el pasillo: el héroe número dos, Endeavor.

Su silueta imponente se acercaba, con el fuego en su rostro ardiendo como si fuera una extensión de su piel misma.

Izuku se detuvo en seco.

[Es... la primera vez que lo veo en persona. Es realmente... aterrador.]

Los pasos de Endeavor resonaban en el pasillo vacío mientras avanzaba, cada paso marcando el suelo con un eco que, aunque solo era perceptible para Izuku, parecía hacer temblar el lugar.

Por un instante, sus miradas se cruzaron, y el héroe le sostuvo la mirada por un segundo que le pareció eterno.

Luego, siguió avanzando sin más, como si Izuku no fuera más que una sombra en su camino.

Izuku sintió que apenas respiraba cuando Endeavor desapareció por la esquina del pasillo.

[Quizás... ahora entiendo un poco más del por qué Todoroki...]

Los días posteriores al incidente fueron una mezcla de arreglos, reuniones y prácticas restringidas.

Los alumnos aún podían entrenar, pero bajo vigilancia estricta y con limitaciones claras.

Aquella era una U.A. tensa, una U.A. que parecía haberse replegado sobre sí misma tras el desastre.

Finalmente, en uno de esos días, Izuku fue llamado a la oficina del director Nezu.

Ya estaba acostumbrado a esos encuentros, aunque esta vez algo era diferente.

Cuando cruzó la puerta, lo primero que notó fue una presencia familiar, un aura cálida y firme a su lado: All Might.

—Joven Midoriya —lo saludó All Might con una leve sonrisa, aunque sus ojos reflejaban algo de preocupación—. Tienes una reunión importante hoy.

Izuku tragó saliva, observando el ambiente en la oficina del director, la seriedad que flotaba en el aire.

[Hah...]

Izuku se dejó caer en la silla, todavía abrumado por el remolino de pensamientos que le recorrían la mente.

"¿Cómo se supone que debo llevar esto ahora...? Le prometí a Nezu que iba a dejar de causar problemas, pero..." Sentía un peso en su pecho cada vez que recordaba esa promesa, especialmente cuando el incidente en el laberinto había terminado tan desastroso como nunca imaginó.

Miró de reojo a All Might, quien estaba sentado junto a él en una actitud inusualmente seria.

Aun así, Izuku forzó una sonrisa, intentando calmar la incomodidad que le punzaba por dentro.

—A-All Might... ¿por qué estás aquí? —preguntó, casi en un murmullo.

All Might soltó una carcajada que resonó en la pequeña sala de reuniones, rompiendo un poco la tensión.

—¿No lo adivinas, joven Midoriya? Estoy aquí para acompañarte en tu regaño —bromeó, con su típica sonrisa aunque algo más contenida que de costumbre.

Izuku suspiró, agotado pero resignado. "Sabía que esto llegaría... No podía librarme de esto para siempre."

Habían pasado unos días "tranquilos", pero era una tranquilidad más aparente que real.

Aunque se había salvado hasta ahora del juicio directo de Nezu, otros profesores no habían sido tan indulgentes, y él sabía que no faltaba mucho para enfrentar a quien realmente tenía la última palabra.

En un intento por calmarse, Izuku miró de reojo al director Nezu, que estaba justo frente a él, observándolo con esa expresión analítica que nunca parecía relajar.

Izuku dudó en sostenerle la mirada y, en cambio, dejó que sus ojos se desviaran casi de inmediato hacia el suelo.

Sin embargo, Nezu rompió el silencio, con su tono afilado y preciso.

—Para ser un chico que parece contar con muchos momentos al borde de la muerte, debo decir que eres algo... cobarde —observó Nezu, con un matiz que mezclaba seriedad y algo de ironía.

Izuku se tensó, y en un impulso, finalmente levantó la cabeza para ver a su director, aunque todavía se sentía nervioso.

Nezu sonrió levemente, como si supiera exactamente lo que pasaba por la mente del chico.

—O tal vez... —continuó Nezu, mirándolo directamente—, ¿se trata de culpa o vergüenza?

A su lado, All Might dejó escapar una risita baja, tratando de aliviar la tensión que había caído sobre Izuku.

El joven sintió cómo las palabras se le enredaban en la garganta, fuera de lugar, buscando una forma de explicar sin tener una respuesta clara.

Nezu lo observó por un momento, luego se acomodó en la silla, cruzando las patas y entrelazando los dedos con la calma de quien ya había decidido qué decir.

—Antes de entrar en detalles —dijo con voz tranquila—, quiero que sepas que ni tú ni Todoroki serán expulsados.

Izuku no pudo contener el alivio que lo recorrió como un río de calma, dejándose caer en la silla, su tensión disipándose por completo.

Soltó un suspiro profundo y miró hacia el techo como si acabara de librarse de una carga monumental. A su lado, All Might le palmeó el hombro con una sonrisa ligera.

—¿Lo ves, joven Midoriya? Aún puedes respirar tranquilo... al menos por ahora.

Pero Nezu se aclaró la garganta y levantó una de sus pequeñas patas, volviendo a atraer la atención de Izuku con un aire serio.

—¡Pero! —exclamó, enfatizando la palabra con precisión—. Aún así, será necesario un castigo, al igual que para Todoroki.

Izuku frunció el ceño, intentando procesar la noticia.

—¿Van a... suspenderme? —preguntó con cautela, sintiendo la ansiedad de nuevo apretándole el pecho.

Nezu suspiró, con un gesto pensativo.

—Eso me gustaría hacer, sinceramente, pero no tendría mucho sentido en este momento —respondió el director, con una leve inclinación de cabeza—. Tal vez lo consideraría si aún estuvieras patrullando con Mirko... eso sí sería un buen castigo para ti.

Izuku miró al director, sorprendido. No esperaba que Nezu mencionara a Mirko tan de repente, y mucho menos en ese contexto.

—P-pero... Rumi-san no ha vuelto a sus labores heroicas... —murmuró, con una pizca de vergüenza en la voz.

Nezu alzó las cejas, asintiendo.

—Así es. Me enteré de que, desde lo ocurrido en Tokio, Rumi se ha tomado un tiempo de ocio bastante largo —comentó el director, con una expresión serena.

Izuku asintió, sintiéndose un poco incómodo.

Mirko, o mejor dicho, Rumi, había estado a su lado en situaciones de peligro extremo. Pero después de Tokio, después de la intensidad de aquel enfrentamiento, la heroína parecía haberse detenido de golpe, dejando el mundo del heroísmo temporalmente.

—Desde... bueno, desde lo de Tokio —explicó Izuku, rascándose la nuca—, Rumi ha estado... bueno, tomándose un descanso.

Nezu suspiró, con una expresión que combinaba comprensión y cierta nostalgia.

—Era algo de esperarse, Midoriya. Héroes como ella, que han dedicado toda su vida a esta labor, tienen límites, como todos. De hecho, creo que Rumi ha soportado más que muchos, y es admirable. Así que está bien que alguien como ella tome un descanso, ¿no crees?

El comentario del director resonó en Izuku, quien dejó que sus palabras llenaran la sala en un breve momento de silencio.

Parecía que la situación finalmente se calmaba, pero Nezu volvió a centrar la conversación en él, su mirada recuperando la firmeza de antes.

—Ahora, Midoriya —retomó Nezu, con un tono más serio—. Volviendo al tema que nos trae aquí hoy... Quisiera saber algo, y necesito que seas completamente honesto. ¿Qué fue exactamente lo que pasó allá adentro?

Izuku sintió cómo cada detalle del caos que había ocurrido en el laberinto volvía a su mente, tan vívido como en el instante en que sucedió.

Izuku se tomó un segundo antes de hablar, lanzando una mirada de reojo a All Might, quien le devolvió una sonrisa que le transmitía una calma ligera y constante.

Fue ese gesto lo que lo impulsó a finalmente romper el silencio.

—... Todo empezó... en medio de aquel laberinto —comenzó, con un tono bajo, pero claro—. Todoroki y yo comenzamos a... pelear. O más bien, él comenzó a atacarme. No lo entendía al principio, pero él estaba decidido a enfrentarse conmigo... Fue allí donde todo se complicó.

Izuku continuó describiendo los eventos.

Desde los primeros ataques de hielo de Todoroki, hasta las llamaradas que estallaban a su alrededor, todo parecía que había sucedido apenas ayer.

Contó cada detalle, cómo sus compañeros quedaron atrapados en medio de la pelea, el sonido de las paredes derrumbándose bajo el fuego y el hielo, y el momento exacto en que él y Todoroki finalmente llegaron al centro del laberinto.

Después de unos minutos, Nezu inclinó levemente la cabeza, pensativo, mientras murmuraba algo para sí mismo.

—Así que todo esto ocurrió porque Todoroki... te considera el culpable de la muerte de su hermano.

Izuku asintió con un gesto vacilante, pero sin dudar.

—Sí... aunque no creo que todo sea solo por eso.

Nezu alzó una ceja, intrigado.

—¿A qué te refieres?

Izuku inhaló profundamente, como si tomara fuerzas de las palabras que iba a decir.

—Creo que todo tiene raíces más profundas... Quizás, en su padre.

Al oír esto, All Might intervino, interesado.

—¿Endeavor?

Izuku asintió.

—No quiero culparlo de todo... pero debido a la forma en que crecí, entiendo bien lo que puede hacer que una persona se sienta miserable. Todoroki estaba lleno de odio, no solo hacia mí... sino hacia sí mismo. Se despreciaba... odiaba el poder que heredó de su padre, el fuego que tanto intenta evitar. Aunque ese poder realmente es suyo, y de nadie más.

Nezu, que había estado escuchando en silencio, interrumpió de pronto.

—¿Así que lo dejaste continuar porque no quisiste detenerlo? —preguntó con una frialdad en su tono que hizo que Izuku sintiera un escalofrío—. Podrías haberlo hecho en un segundo, ¿no es así?

Izuku bajó la mirada, sintiendo el peso de esa verdad.

Con una sola maniobra, él podría haber terminado el enfrentamiento.

Asintió en silencio, sintiendo un nudo de culpa en el pecho.

All Might se tensó ante la afirmación de Nezu, reflexionando sobre la fuerza de Izuku.

Sabía que Izuku se había vuelto increíblemente poderoso, pero Todoroki era también alguien formidable. Con el fuego de Endeavor y su quirk de hielo, Todoroki tenía una combinación letal que incluso All Might, en sus días de gloria, consideraría un desafío.

Sin embargo, si Izuku afirmaba que había sido capaz de contener a Todoroki en cualquier momento... eso hacía que All Might se preguntara cuánto había cambiado su estudiante en estos últimos meses.

—¿Por qué no lo hiciste entonces? —preguntó Nezu finalmente, con la misma seriedad.

Izuku alzó la vista, mostrando una expresión decidida.

—Porque no era lo correcto.

Nezu lo miró detenidamente, con una ceja alzada.

—¿De qué manera?

Izuku respiró hondo antes de responder, ordenando sus pensamientos.

—Todoroki... necesitaba ayuda. Tenía un odio acumulado desde hace años, algo que no podía dejar salir. Si no era conmigo... lo hubiera sacado con alguien más. Sabía que, si se reprimía más, terminaría estallando en una situación donde no habría nadie que pudiera ayudarlo.

Nezu cruzó los brazos, su expresión tornándose aún más severa.

—Entonces... estás diciendo que asumiste la responsabilidad de dejar que esto sucediera para ayudar a Todoroki —resumió con voz firme—. Pero... ¿consideraste en algún momento el caos que podría provocar?

—No... no era por los demás —replicó Izuku, algo desesperado—. Lo hice solo por Todoroki. No quería que él... que él continuara sufriendo de esa forma.

Nezu suspiró, mirándolo con un toque de ironía en sus ojos.

—¿Acaso pensaste en el riesgo que suponía? En un lugar tan cerrado como el laberinto, donde el quirk de Todoroki era prácticamente un arma letal... —la mirada de Nezu se volvió penetrante—. Podrías haber lastimado a tus compañeros, Midoriya. Estabas siendo contradictorio.

Izuku asintió, inclinando la cabeza en una mezcla de aceptación y arrepentimiento.

—Lo pensé... pero no me importó —confesó, sorprendiendo tanto a All Might como a Nezu.

Ambos lo miraron, incrédulos, ante lo directo de su respuesta. Izuku entonces levantó la vista y los miró con una determinación que no había mostrado en toda la conversación.

—No me importó porque sabía que yo aún estaba allí. Podía ayudarlo a él, y al mismo tiempo proteger a los demás. Sabía que, si alguno de mis compañeros corría riesgo... terminaría el combate en un instante.

Nezu lo observó por un momento, evaluando cada palabra con la precisión de alguien que sabía ver más allá de las apariencias.

—Entonces... ¿tenías claro cada detalle de lo que sucedía? —preguntó, sus ojos oscuros fijos en los de Izuku.

Izuku asintió lentamente, seguro de su respuesta.

—Siempre supe que tenía la opción de acabarlo si las cosas iban demasiado lejos... pero confié en que podía manejarlo para que nadie saliera herido.

Nezu entornó los ojos, clavando su mirada en Izuku. Su expresión, siempre tan calculada, mostraba ahora un toque de desaprobación.

—Eso suena bastante arrogante viniendo de alguien como tú, Midoriya —comentó con tono neutro, aunque sus palabras resonaron pesadas en el aire.

Izuku sintió un pequeño pinchazo de nervios, pero apretó los labios y respiró hondo antes de responder, decidido a no dejar que su voz vacilara.

—Lo sé... pero es porque soy yo que puedo decir tales cosas. —Izuku levantó la mirada, intentando expresar con firmeza la convicción que había crecido en su interior—. No es algo que diga porque me crea mejor o más fuerte que nadie. Es porque sé lo que puedo hacer. Sé hasta dónde puedo llegar para protegerlos.

All Might, que había estado observando con cautela, miró a Izuku con una mezcla de orgullo y cierta sorpresa. "¿Hasta dónde has llegado, joven Midoriya?" pensó, mientras el eco de aquellas palabras quedaba en la sala.

Nezu se quedó en silencio unos instantes, observando a Izuku con renovado interés. Al final, inclinó ligeramente la cabeza, como si considerara algo que todavía no estaba del todo claro.

—Interesante perspectiva, Midoriya... Pero, si bien confías en ti mismo, ¿qué te hace pensar que esa confianza es suficiente para cargar con una responsabilidad tan grande?

Izuku sonrió de esa manera tan característica, una sonrisa que parecía cruzar la línea entre la torpeza y la genuina determinación.

—Bueno... ya he sobrevivido a varios intentos de asesinato, así que creo que puedo con el odio de mi amigo, ¿no? —dijo con una risa suave, intentando aliviar la tensión.

Nezu y All Might se miraron, perplejos, mientras un silencio desconcertado caía sobre la sala.

Izuku, sin darse cuenta del impacto de su comentario, seguía sonriendo.

Era como si de repente la conversación hubiese cambiado de tono, volviéndose tan ridícula. Pero entonces, Izuku cambió su expresión, y con la misma sonrisa se tornó un poco más serio.

—Tenía que hacerlo —dijo con voz calmada—. Todoroki me veía como la raíz de su dolor, la razón de toda su culpa.

—No era tu culpa, Midoriya —dijo All Might, frunciendo el ceño, cada palabra impregnada de esa calidez que siempre ofrecía en sus momentos más serios.

Izuku asintió.

—Lo sé, pero... el símbolo que creé, el que representaba mi lucha, el "Laughing Boy"... afectó a muchas personas. Hanna, por ejemplo... a ella también la afectó. Y no puedo... no puedo quedarme viendo cómo ese odio, ese dolor, consume a los que me rodean. Quiero ayudarles, quiero que dejen de sentir que el pasado los encierra. Sé lo que es vivir con algo así

Nezu lo observaba en silencio, sus ojos oscuros analizándolo con una mezcla de admiración y cautela.

—Es una carga admirable, Midoriya, sí, pero... eres joven. Y muy inexperto todavía. No es algo que debas asumir en este momento, cuando aún te quedan tantas cosas que vivir.

Izuku le dio la razón, bajando ligeramente la mirada.

—Lo sé, director Nezu. Sé que es así, pero... no me queda otro camino. Todo lo que he vivido me ha llevado a esto. Lo que he visto... y lo que soy ahora... —Izuku levantó la vista, su mirada llena de resolución—. Si me castigan, lo aceptaré. Sería lo justo, y me aseguraré de tomarlo como merezco. Pero si me dieran otra oportunidad para decidir, lo haría de nuevo, una y otra vez... hasta que Todoroki encontrara paz.

All Might lo miraba, sus ojos llenos de orgullo y cariño. "Cuánto has crecido, joven Midoriya", pensó, recordando al muchacho que apenas podía controlar su poder el día en que se conocieron.

Nezu suspiró, cansado pero impresionado.

—Entonces... realmente lograste ayudarlo, ¿no? —preguntó Nezu.

Izuku parpadeó, ligeramente confundido, antes de responder con una expresión entre seria y un poco despistada:

—¿Creo que sí?

Hubo una pausa en la que Nezu y All Might intercambiaron una mirada, sacudiendo la cabeza con resignación. Izuku tenía un largo camino por delante, pero era un camino que recorrería con valentía y corazón.

—Sí... definitivamente eres un idiota, Midoriya —murmuró Nezu, aunque en el fondo su tono se suavizaba—. Pero... eres un idiota con un gran corazón.



[...]



All Might y Izuku caminaban por los amplios pasillos de la U.A., avanzando sin prisa, rodeados del silencio que se cernía una vez terminadas las clases del día.

All Might, en su forma delgada, tenía las manos en los bolsillos, y aunque su aspecto era algo desgarbado, la mirada en sus ojos transmitía la misma fortaleza de siempre.

—¿Sabes, joven Midoriya? —All Might rompió el silencio con una sonrisa, mirando a Izuku de reojo—. Has cambiado mucho desde aquellos días en los que parecías tan sombrío. Ahora parece que eres el ejemplo de todos los de tu generación.

Izuku rió, rascándose la nuca.

—Eso es exagerado, All Might. Solo intento... bueno, intento no quedar demasiado mal —respondió modestamente.

—¡Oh, por favor! Si lo que tú haces es quedar "no tan mal", entonces yo debí de hacerme polvo en cada hace tiempo —All Might bromeó, soltando una risa tan relajada que contagiaba hasta el último rincón del pasillo.

Izuku sonrió, disfrutando de esos breves momentos de normalidad junto a su mentor. Sin embargo, justo cuando iba a responder con otra broma, notó cómo el tono de All Might se tornaba más serio, casi de forma imperceptible.

—Oye, joven Midoriya, en realidad... hay algo de lo que quería hablar contigo —All Might hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Se trata de cómo están las cosas actualmente... contigo y en la U.A.

Izuku ladeó la cabeza, curioso.

—¿A qué se refiere, All Might? Todo ha estado bastante bien... digo, al menos desde que me dejaron continuar aquí —rió, algo nervioso, aunque sabía que su último "incidente" había hecho tambalear su permanencia.

—Sí, sí, eso lo entiendo. Y gracias a Nezu, bueno, las cosas se mantuvieron calmadas. —All Might se detuvo de repente en medio del pasillo, señalándole con un gesto que hiciera lo mismo.

Izuku notó el peso en su expresión, el brillo apagado en sus ojos, como si aquel asunto llevara ya un tiempo molestándolo.

—Mira, aunque el director Nezu no es quien debería encargarse de esto, debió habértelo dicho ya —All Might empezó, con una seriedad inusual en él—. Desde el festival deportivo, la responsabilidad de cuidar de ti ha recaído en la U.A.

Izuku parpadeó, sorprendido.

—¿Qué quiere decir?

All Might suspiró, inclinándose hacia Izuku para explicarle con más claridad.

—La situación con tu "tutela" se ha complicado bastante. Aunque técnicamente tienes un padre... bueno, ya sabes que, al estar en coma profundo, es como si no contara como tu tutor legal. Todo este tiempo, la Comisión de Seguridad Pública decidió pasarlo por alto, porque Kamui Woods te vigilaba, pero...

All Might no necesitó terminar la frase para que Izuku entendiera. Desde el incidente en Tokio, la Comisión casi entera se había desmoronado, dejando a Izuku desprotegido en términos legales.

Izuku frunció el ceño, empezando a entender el porqué de esa conversación.

—Entonces, ¿qué significa eso...?

All Might bajó la mirada un segundo, y luego la alzó, con determinación.

—Significa que necesitas un tutor legal, joven Midoriya. Algo de lo que quería hablarte hace semanas, pero que gracias a Nezu pudimos postergar. Ahora... ahora el gobierno está exigiendo tomar acción.

—¿Acción? —preguntó Izuku, su voz temblando ligeramente ante la incertidumbre.

All Might asintió, su expresión grave.

—Sí. Nos han notificado las últimas semanas sobre este tema, y ya no podemos postergarlo más. —Se pasó la mano por el cabello, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. Yo realmente quería que tuvieras un poco más de tiempo. Sé que han pasado más de dos meses desde lo de Tokio, pero siento que, al menos, deberías haber estado tranquilo un poco más.

Izuku movió la cabeza, un gesto que denotaba la confusión que empezaba a generar en él aquella conversación.

—Aprecio el gesto, All Might, pero... si había problemas, debieron decírmelo antes. —Su voz sonaba firme, aunque un poco entrecortada por la frustración.

—No sabía cómo iba a manejarlo... —All Might se disculpó, su tono lleno de pesar.

—¿Cómo debería manejarlo? —Izuku respondió con ironía, alzando una ceja. Era difícil contener el descontento en su interior.

All Might hizo una mueca, sintiéndose culpable.

—Lo siento, realmente.

—No soy un niño, All Might. —Izuku continuó, su voz aumentando en intensidad—. Las cosas han sido difíciles hasta este punto. Entiendo muchas cosas ahora. Seguir ocultándome la verdad porque creen que me hará daño solo postergará el dolor. No quiero eso.

El silencio que se estableció fue pesado. All Might pareció tomar en cuenta las palabras de Izuku, asintiendo lentamente.

—Lo entiendo —dijo finalmente—. La próxima vez consideraré más tus sentimientos.

Izuku, un poco más relajado, cambió el rumbo de la conversación, volviendo a centrarse en el tema que realmente importaba.

—Entonces, ¿qué hay de este tutor?

All Might respiró hondo, enderezando la espalda antes de continuar.

—Nezu hizo todo lo posible por usar a la U.A. como medio para protegerte. También abogó por el hecho de lo que te hizo la Comisión de Seguridad Pública al ponerte en tanto riesgo. Pero al parecer, no es tan fácil. Logró mover algunos hilos, sí, pero solo ganó tiempo y una condición.

—¿Qué condición? —preguntó Izuku, frunciendo el ceño.

—Alguien necesita acogerte.

La revelación se instaló en el aire entre ellos como una sombra inquietante. Izuku se quedó en silencio, intentando procesar la información. La idea de depender de alguien más, de buscar un tutor, no solo le parecía abrumadora, sino que también desataba un torbellino de inseguridades en su mente.

—¿Y quién... quién podría ser? —logró preguntar al final, sintiendo cómo su corazón se aceleraba un poco.—¿No puedes ser tú mi tutor?

All Might bajó la mirada, su expresión tornándose seria.

—Lo intenté, pero... debido a mi posición y a todas las cosas que me rodean, no me dejaron hacerlo.

Izuku sintió cómo su corazón se hundía al escuchar eso, su mirada se desvió hacia el suelo. La idea de no poder tener a All Might a su lado en este momento crucial le resultaba desalentadora.

—Como las cosas ya son bastante públicas con la situación que has estado viviendo —continuó All Might—, el momento en que alguien se convierta en tu tutor, esa persona también se convertirá en parte de tu figura pública.

—Lo entiendo —suspiró Izuku—. Poner al símbolo de la paz como tutor de Laughing Boy sería una locura.

All Might asintió, pero luego hizo una pausa, como si ponderara sus siguientes palabras con cuidado.

—Ese no es tanto el problema, joven Midoriya. No deberías pensar así. Después de todo, una parte de Japón ya ha dejado de verte como Laughing Boy. No deberías preocuparte por eso.

Izuku levantó la mirada, intrigado por el cambio en la conversación.

—¿Qué quieres decir?

All Might se movió hacia una de las ventanas, señalando hacia el exterior.

—Mira allá, en la ciudad que te vio nacer, donde te convertiste en quién eres ahora. Está cambiando. —Su voz era un susurro grave, casi reverente—. No sé si es exactamente bueno o malo, pero Midoriya Izuku está alcanzando un nuevo lugar en el mundo.

Las palabras de All Might resonaron en la mente de Izuku. Se quedó en silencio, analizando todo lo que acababa de escuchar.

—Es duro —admitió al final—. Se siente pesado. Es una responsabilidad diferente.

All Might se volvió hacia él, su mirada serena y firme.

—No importa lo que pase. Las cosas que hiciste en el pasado y lo que estás haciendo hoy te están definiendo no como Laughing Boy, sino como Decay, el héroe.

La declaración dejó a Izuku sin palabras. "Decay". Sonaba tan distinto, tan poderoso, y al mismo tiempo tan ajeno a lo que había sido hasta ahora.

Sentía el peso de las expectativas, el calor de la responsabilidad que le otorgaban esas palabras.

—¿Decay? Creo que es la primera vez que te escucho decirlo —repitió, probando el sonido en su boca como si fuera un nuevo nombre, uno que se sentía tanto extraño como emocionante.

All Might sonrió, una chispa de orgullo iluminando su rostro.

—Sí, exactamente. Has hecho cosas increíbles, joven Midoriya. Has crecido de maneras que ni siquiera imaginas. Te has enfrentado a desafíos que muchos no podrían soportar, y has hecho lo correcto, incluso cuando era difícil. Esa es la esencia de un verdadero héroe.

Izuku asintió, sintiendo cómo una mezcla de ansiedad y determinación se apoderaba de él.

—Gracias, All Might. —Las palabras salieron de su boca como un susurro sincero.

—Recuerda que siempre estaré aquí para apoyarte —dijo All Might, dándole una palmada en la espalda—. Y ahora, con esta nueva etapa, lo más importante es que sigas siendo tú mismo. No dejes que la presión te cambie.

—¿Entonces qué sucederá con lo del tutor? —preguntó Izuku, su mirada cruzándose con la de All Might.

En un instante, ambos pensaron al unísono:

[¿Acaso...?]



[...]



Rumi estaba con un rotundo ¡NO! resonando con fuerza, lo que hizo que ambos, All Might e Izuku, que habían estado apoyando sus frentes contra el piso, cayeran de lado como si fueran marionetas sin hilos.

Rumi, con un gran bote de helado entre las manos y vestida con una ropa ligera que dejaba entrever que no había salido de casa en mucho tiempo, observaba la escena con un aire de indiferencia.

—¡No quiero ser su tutor! —reiteró con firmeza, pero también con un toque de pereza en su voz.

All Might e Izuku se miraron mutuamente, un aire de preocupación mezclado con la risa contenida en sus miradas. All Might, inclinándose hacia Izuku, susurró:

—¿Es cosa mía, o la señorita Usagiyama ha engordado?

Rumi, como si hubiera escuchado cada palabra, frunció el ceño, y la tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo. Izuku, nervioso, intentó cambiar de tema.

—E-eh... ¿Por qué no quieres ser mi tutor? —se levantó de un salto, intentando darle un giro a la conversación—. Ya vivimos juntos desde hace tiempo y, de todas formas, ¡tú misma lo has dicho! ¡¿No somos familia?!

Rumi se sonrojó levemente y, en un movimiento rápido, le lanzó el bote de helado a la cara de Izuku. Este cayó hacia atrás, sorprendido, mientras All Might aprovechaba la oportunidad para intervenir.

—Señorita Usagiyama, por favor, piénselo. Necesitamos que Izuku obtenga un tutor legal.

Rumi, aún con un aire de molestia en su rostro, desvió la mirada.

—¿Y por qué no lo hace "Él"? —preguntó con una mezcla de desafío y sarcasmo—. Digo, si es el famoso símbolo de la paz y todo eso, seguro puede hacerlo.

All Might, haciendo una mueca, respondió:

—Lo intenté, pero no me dejaron hacerlo.

—¿Por qué no? ¿Quién no lo deja? ¿Su título como símbolo de la paz? ¿Su estatus? —Rumi cuestionó, cruzando los brazos en un gesto que no dejaba lugar a dudas sobre su incredulidad.

All Might negó con la cabeza.

—No es así. —Dio un paso al frente, tratando de hacer que la situación sonara más seria—. Es que sería poner mucho peso sobre los hombros de Izuku si se anuncia públicamente que el símbolo de la paz lo acogió.

—¿Y eso qué? —Rumi se encogió de hombros—. Si no le gusta, ¡pues que se aguante! No es mi culpa que tengan que hacer malabares con su reputación.

Izuku, que estaba recuperando el aliento después de la sorpresa, se metió en la conversación.

—Pero, Rumi, la verdad es que necesito un tutor. Alguien que me ayude a enfrentar las cosas que vienen.

Ella lo miró fijamente, y su expresión cambió de frustración a un leve asombro. Por un momento, la seriedad de la situación se filtró en el aire pesado del departamento.

—¿Te das cuenta de que lo que estás pidiendo es un poco... raro? —Rumi finalmente dijo, dejando el helado a un lado y rascándose la cabeza—. Quiero decir, no es como si estuviéramos preparados para ser una familia legalmente. Aún no hemos completado la decoración del lugar.

Izuku miró a su alrededor, notando el caos que era su hogar compartido.

Sin embargo, la idea de tenerla como su tutor, en medio de toda la confusión, le sonaba...

—¡Es un buen punto! —exclamó, haciendo que Rumi lo mirara con curiosidad—. Quizás deberíamos comenzar a ordenar un poco, ¡y entonces podrías ser mi tutora!

All Might se rió, mientras Rumi ponía los ojos en blanco, pero en su interior no podía evitar sentir un pequeño destello de emoción ante la perspectiva de ayudar a Izuku.

—Tú eres un caso perdido, Izuku. —Rumi dijo, intentando mantener una fachada seria, pero la sonrisa que asomaba en sus labios la traicionaba.

Izuku frunció el ceño, recordando la promesa de Rumi.

—Pero tú dijiste que me apoyarías en cualquier situación, incluso si el mundo estaba en mi contra.

Rumi se sonrojó de inmediato, lanzándole la cuchara con precisión quirúrgica.

—¡Para de repetir todo lo que te he dicho! ¡Eso me da vergüenza!

Con un giro dramático, Rumi se acomodó en el sofá, tomó el control del juego y se sumergió en su mundo virtual, como si todo lo anterior no hubiera pasado.

—Me niego a ser tu tutora. Es mucho trabajo y, sinceramente, no creo que debamos hacerlo.

All Might, que se había levantado del suelo, no podía resistirse a preguntar.

—¿Y eso por qué?

—Porque, Izuku, es una persona muy querida por muchos —respondió, su voz más seria de lo que esperaba. Se detuvo un instante, como si estuviera sopesando sus palabras. Luego, con un tono más ligero, añadió—: Y no quiero ser yo la que arruine su vida.

―P-Pero...

—Es cierto que yo te considero familia —continuó, sintiéndose un poco más segura—. Todo lo que hemos vivido juntos nos ha conectado más que nunca. Pero ser tu tutora no es mi trabajo, no es mi deber, no es mi rol.

Se detuvo un momento, elucubrando en silencio.

[No soy digna.]

Pensó.

A Izuku le pareció que estaba sopesando sus palabras con mucho cuidado.

Finalmente, ella añadió:

—Además, he estado manteniendo esta casa durante un tiempo, y eso debería contar como un trabajo a tiempo completo.

Izuku, alzando una ceja, se comenzó a levantar del suelo mientras murmuraba.

—Lo único que haces es poner dinero...

—¿Qué has dicho? —giro Rumi su cabeza hacia él, sus ojos se agrandaron de sorpresa. La forma en que Izuku sonrió nerviosamente solo hizo que se preguntara si había dicho algo que no debería.

—Nada, nada —respondió Izuku rápidamente, levantando las manos como si intentara detener un ataque inminente—. Solo pensaba en lo impresionante que es que estés manejando todo esto, ya sabes, la casa, el helado, la vida.

—¿Impresionante? —Rumi soltó una risa sarcástica, levantando una ceja—. Estás hablando de una experta en el arte de evadir responsabilidades.

—Pero eso significa que tienes experiencia —insistió Izuku, tratando de no sonar demasiado desesperado—. Y claro, también deberías recibir una medalla por sobrevivir a la convivencia conmigo.

—O tal vez solo un pase para escapar a una isla desierta —replicó Rumi, guiñándole un ojo.

All Might intervino, divertido por el intercambio.

—Como sea, búsquense a otro. Yo no seré su tutora y es un rotundo no—. Rumi siguió jugando con el mando, casi ignorando a All Might e Izuku mientras se acomodaba en el sofá. Sin embargo, no pudo evitar pedirle a Izuku un poco de helado, al que se lanzó como una ardilla hambrienta.

Izuku se acercó a la mesa del comedor, un poco resignado, mientras All Might se mantenía a su lado, con un leve suspiro de complicidad.

—¿Alguna otra opción?— preguntó Izuku, observando a su mentor con un aire de esperanza.

All Might se rascó la cabeza, buscando las palabras adecuadas.

—Bueno, hay algunos nombres que podríamos considerar. Pero, la verdad, son un poco... fuera de lo común.

—¿Fuera de lo común cómo?— inquirió Izuku, frunciendo el ceño.

—Digamos que uno de ellos es un poco... exótico en su enfoque. Su metodología de enseñanza podría incluir una serie de ejercicios prácticos que no necesariamente involucran libros de texto

Izuku levantó una ceja, sintiéndose intrigado y a la vez algo inquieto.

—¿Y el otro?— se atrevió a preguntar.

All Might dudó un momento.

—El otro es un experto en el uso de estrategias inusuales para enseñar, pero tiene un enfoque más... físico. Podría hacer que te entrenes hasta la extenuación. No es exactamente lo que llamaría un método tradicional.

―Aizawa-Sensei jamás.

All Might sonrió derrotado, pero también se podía ver la preocupación en sus ojos.

—Mira, la verdad es que necesitas un tutor que te apoye, alguien que esté dispuesto a involucrarse de manera seria. No se trata solo de la figura pública, sino de tu bienestar.

Izuku asintió lentamente, sabiendo que había más en juego que solo su formación como héroe.

Ambos se quedaron pensativos, cada uno con una expresión de incertidumbre en sus rostros.

Sus mentes trataban de deslizarse por el laberinto de posibilidades, pero por más que pensaban, no parecían aparecer opciones viables. La atmósfera se tornó densa, y el sonido de los videojuegos de Rumi parecía hacerse eco de su silencio.

Finalmente, después de un rato que se sintió como una eternidad, sus miradas se encontraron.

En ese instante, ambos pensaron al unísono:

"¿Acaso...?"

La palabra no dicha flotó entre ellos, como si estuvieran al borde de un descubrimiento monumental.

Pero antes de que pudieran ahondar en la idea, Izuku decidió despejar una vez mas la incógnita.

—¿Podría ser...— comenzó a preguntar, su voz llena de esperanza.

—¡No!— interrumpió Rumi, girándose bruscamente hacia él, como si hubiera captado la idea en el aire.

Su tono era rotundo y concluyente, y no dejaba espacio para discusiones.

Izuku dejó escapar un suspiro, resignado, pero también divertido por la inquebrantable negativa de Rumi.

Tal vez era una señal de que el universo simplemente no quería que ella asumiera ese rol.



[...]



La escena cambió, y ahora Izuku y All Might se encontraban en la entrada de los departamentos, justo en el estacionamiento.

La luz del sol comenzaba a ocultarse tras los edificios, creando un ambiente cálido pero melancólico.

—Bueno, eso fue... poco productivo— comentó Izuku, mirando al suelo mientras se ajustaba la mochila sobre un hombro.

—Al menos ahora sabemos que la señorita Usagiyama es decidida— respondió All Might, cruzando los brazos con una sonrisa, tratando de darle un giro positivo a la situación.

—Sí, decidida a evitar responsabilidades.

All Might rió suavemente.

—La verdad es que puede que necesitemos un enfoque diferente. Después de todo, no es fácil convencer a alguien que ya ha hecho tanto.

Izuku asintió, sintiéndose un poco más ligero.

—Supongo que sí. Es solo que... no me gusta la idea de estar solo en esto. Quiero sentir que hay alguien que me respalda, no solo en las batallas, sino también en la vida.

—Y eso es completamente comprensible. Pero no olvides que tienes a muchos amigos y aliados, incluido yo— dijo All Might, mirando a Izuku con seriedad, pero también con un brillo de confianza. —Sin embargo, la decisión final sobre tu tutoría no es solo sobre tener apoyo. Necesitas alguien que realmente sepa guiarte.

Izuku reflexionó sobre sus palabras.

—Lo sé.

—A veces, las mejores decisiones no vienen de buscar en el lugar obvio— sugirió All Might, guiándolo hacia el coche. —Quizás sea momento de pensar fuera de la caja, o, en este caso, del departamento.

Izuku miró hacia el cielo, donde el sol comenzaba a esconderse.

—Quizás... Pero ¿qué significa eso exactamente?

―No lo se. ¿Tal vez obtengas la respuesta mirando el cielo?

Izuku levantó la vista hacia el cielo, observando las nubes teñidas de un naranja profundo que empezaban a oscurecerse.

El día terminaba, y aunque esa búsqueda de tutor no había dado los frutos esperados, algo en la tranquilidad del atardecer lo hacía sentir un poco más en paz.

—¿Entonces... miro al cielo y espero una revelación? —murmuró con una ligera sonrisa irónica, mirando de reojo a All Might.

—Bueno, no soy exactamente un experto en métodos filosóficos, pero sí, puede que el cielo te inspire, joven Midoriya. —All Might se rascó la nuca, claramente esforzándose por mantener el tono de mentor sabio mientras trataba de no reírse.

Izuku suspiró, dejando que el peso de su cuerpo recayera en la puerta del coche por un segundo antes de abrirla y entrar.

—All Might, creo que mi vida ya tiene suficiente de esa inspiración "dramática". Hoy ya fui rechazado por quien estaba seguro que me daría el sí.

—Y sin embargo, aquí sigues. Eso demuestra tu perseverancia —respondió All Might, subiendo al asiento del conductor y encendiendo el coche.

Izuku rodó los ojos, aunque sin perder la sonrisa.

—¿Perseverancia? Más bien te diría "acumulación de rechazos". De todos modos, gracias por todo lo de hoy, All Might —dijo Izuku con una sonrisa sincera mientras All Might, ya dentro de su auto, lo miraba desde la ventanilla.

—No es nada, joven Midoriya. Llevábamos tiempo sin tener una charla como esta. La verdad... —All Might bajó un poco la voz, como si estuviera compartiendo un secreto— realmente lo necesitaba.

Izuku sonrió, dándose cuenta de lo cierto que era.

—Tienes razón. Deberíamos hablar más seguido, ¿no crees?

All Might lo miró con detenimiento, sin decir nada por un momento. Entonces, un leve suspiro escapó de sus labios, y sus ojos, que siempre brillaban con una fuerza inquebrantable, parecían ahora más oscuros, cargados de una emoción contenida.

—Lo siento, Izuku —dijo, de repente.

Izuku parpadeó, sorprendido.

—¿Eh? ¿Por qué?

All Might desvió la mirada, fijándola en el volante con una expresión seria y algo triste.

—Te han pasado tantas cosas... en tan poco tiempo... —empezó a decir, eligiendo sus palabras cuidadosamente, como si temiera que cualquier sílaba pudiera romper algo frágil dentro de él—. Has sufrido, has llorado, has sentido frustración y rabia... y yo... yo no he estado ahí contigo. Prometí que te apoyaría, que estaría a tu lado, pero cuando realmente lo necesitaste... no pude hacerlo. Ni siquiera fui capaz de cumplir con esa promesa.

Izuku se quedó en silencio, sintiendo el peso de las palabras de su mentor. All Might, que había sido su inspiración y guía, ahora parecía sumido en un remordimiento que ni siquiera él podía ignorar. Al ver que el hombre no tenía el valor de mirarlo a la cara, Izuku decidió ser quien rompiera el momento de tensión.

—Hoy... hoy me siento feliz, All Might.

All Might alzó la vista, confundido.

—¿Feliz?

Izuku asintió y continuó suavemente, su voz apenas un susurro.

—Esperaba un gran castigo por todo lo que pasó. Pensaba que este día sería pesado, que tendría que enfrentar muchas cosas difíciles... pero en lugar de eso, lo he pasado contigo. Como hace más de un año. —Izuku sonrió, mirando al hombre que había sido su héroe desde niño—. Eso es algo que no tiene precio. De verdad, ahora mismo lo único que siento es satisfacción por poder estar aquí contigo, en paz, en un momento tranquilo como este. No hace falta que estés conmigo en cada momento doloroso. Más bien... quiero que siempre seas alguien que me traiga alegría, como hoy.

All Might lo miró, visiblemente conmovido. La intensidad en sus ojos, el orgullo y la emoción, se reflejaban claramente en su rostro.

—Izuku... —susurró.

Izuku tomó un respiro profundo y, después de una pausa, su expresión se volvió más seria, casi solemne.

—Ya no soy el mismo de antes. Lo sé. Pasaron muchas cosas en Osaka, en Tokio, con los de la Comisión... cosas difíciles que me hicieron sentir como si estuviera al borde. Pero también, gracias a todo eso, conocí a personas increíbles. Personas amables, con quienes he podido formar lazos que nunca imaginé. —Sonrió brevemente, recordando a Rumi, y sintió un calor en su pecho—. Sin importar cuántos momentos duros enfrente, sé que voy a salir adelante. Y puedo hacerlo... porque tú me diste una oportunidad. Porque aquel día me tendiste tu mano, sin dudar.

Izuku entonces se inclinó con respeto, tan formal como agradecido.

—Muchas gracias, Toshinori Yagi, por abrirme el camino hacia mi sueño.

La emoción en el rostro de All Might era indescriptible.

Sintió su pecho lleno de orgullo y ternura, su garganta apretada por las palabras que quería decir y no encontraba.

All Might quedó en silencio mientras observaba a Izuku, quien permanecía inclinado en un gesto de respeto profundo.

La cálida luz de la tarde se filtraba a través de las hojas de los árboles, iluminando el rostro de Izuku con un brillo suave, casi etéreo.

Durante unos segundos, All Might simplemente lo miró, intentando procesar las palabras de agradecimiento que acababa de recibir.

Era como si, en ese instante, todo el peso de las inseguridades y remordimientos que había estado acumulando se diluyera en el aire.

—Izuku... —murmuró con voz ronca, intentando mantener la compostura mientras sentía que su corazón latía con fuerza en el pecho—. No tienes idea de lo que significa para mí escuchar eso.

Izuku se enderezó, y sus ojos verdes brillaban con una determinación serena, como si estuviera en paz consigo mismo.

—Lo sé, All Might. Por eso quise decírtelo. Durante mucho tiempo pensé que siempre tenía que ser fuerte, para proteger a todos sin fallar... —miró a un lado, recordando los momentos de debilidad que había escondido de todos—. Pero aprendí que no pasa nada si a veces uno se siente débil, o si necesita que otros le ayuden a encontrar el camino. A veces, los héroes también necesitan a otros héroes para recordarles por qué hacen lo que hacen.

All Might sintió cómo sus ojos se humedecían ligeramente.

Sabía que Izuku había recorrido un camino difícil, más de lo que un chico de su edad debería enfrentar, y, aun así, ahí estaba, con la misma nobleza en su corazón que había visto aquel primer día.

—Eres un joven admirable, Izuku Midoriya. Más de lo que alguna vez yo fui, y eso es algo que nunca dejará de asombrarme.

Izuku sonrió tímidamente, bajando un poco la mirada, como si aún no se acostumbrara a recibir halagos de su mentor.

—Bueno, todo empezó contigo. Fuiste el primero en decirme que podía ser un héroe.

All Might suspiró, soltando una risa suave.

—Es verdad. Y, ahora, al verte, siento que el mundo está en buenas manos. Que, pase lo que pase, siempre habrá alguien dispuesto a luchar, a creer en algo mejor... y a inspirar a otros a hacer lo mismo. Pues lo que hiciste por Todoroki, lo que has hecho por todos nosotros... créeme, nada de eso será olvidado. Nezu lo sabe, y yo lo sé también —dijo All Might, con una intensidad que pocas veces mostraba—. Como dije en la academia... el mundo está cambiando. Y tú, más que nadie, eres una prueba de ese cambio.

Izuku lo miró, sin dejar de sonreír, pero ahora sus ojos tenían una chispa de emoción profunda.

Era como si cada palabra de All Might cargara el peso de sus propios sacrificios, de todo el viaje que había recorrido hasta llegar a ese punto.

—No hay duda alguna en mi mente... tomar la decisión de darte el One For All fue lo mejor que pude haber hecho. No pudo haber sido nadie más —continuó All Might, respirando profundamente, dejando que cada palabra resonara en la tarde que lentamente se teñía con los colores del ocaso—. Tú eres la persona más fuerte que he conocido, Izuku. Y sé que serás el héroe más grande que este mundo verá jamás.

El cielo estaba pintado en tonos cálidos, y el sol, en su descenso, parecía iluminar sólo a ellos dos, como si quisiera capturar ese momento, inmortalizarlo. Izuku, inspirado, sonrió de oreja a oreja, su corazón latiendo con una fuerza renovada.

—Claro que lo soy, All Might. Después de todo...


INTRODUCIR: THE STORY HOW WE ALL BECAME HEROES - YUKI HAYASHI.








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[Yo nací para ayudar a las personas.]

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All Might quedó sin palabras, y en su mente se dibujó con claridad el recuerdo de aquel primer encuentro: el joven Izuku, de rodillas en el suelo, sollozando y temblando mientras le suplicaba que le dijera si podría convertirse en un héroe.

"¡Naciste para ayudar a las personas!"

Recordó sus propias palabras, las dudas y el peso de la responsabilidad que había sentido en ese momento, dudando si realmente este chico, tan pequeño y asustado, podría cargar el poder de generaciones.

Pero ahora, el panorama era completamente distinto.

Izuku ya no era aquel niño inseguro. 

Ahora estaba de pie, erguido, y esas palabras, las mismas palabras que All Might le había dicho aquel día, eran ahora su promesa.

—Gracias, Izuku... gracias por hacerme recordar —susurró All Might, apenas audiblemente, mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa llena de gratitud.

Ambos se quedaron en silencio, observando el ocaso, cada uno con sus pensamientos y con el mismo sentimiento en el corazón: la certeza de que ese momento sería una promesa silenciosa.

Un pacto entre el héroe que fue, y el héroe que ahora se erguía frente a él, listo para proteger un mundo que poco a poco había empezado a transformar.





[...]































































La lluvia caía con una persistencia casi melancólica, cada gota golpeando el suelo como un tambor lejano que resonaba en el vacío de la noche.

Era un espectáculo hermoso y a la vez cruel, con los fragmentos de luz que se filtraban entre las nubes, plateados como espejos rotos que se deslizaban por el cielo, iluminando el mundo con una luminosidad sombría.

El viento arrastraba el aroma de la sal del mar, mezclándose con la humedad del ambiente, creando una sinfonía de sensaciones.

Ella caminaba sola en la playa, con la arena empapada salpicando sus pantorrillas, dejando un rastro de huellas que pronto se desvanecerían con cada ola que llegaba a la orilla.

Sus pensamientos se sumergían en la tumultuosa corriente de su corazón, un caos interno que reflejaba el clima exterior.

La oscuridad de la noche se cernía sobre ella, envolviéndola en un manto de incertidumbre, mientras los ecos de su vida resonaban en su mente, cada paso una lucha entre el deseo de seguir adelante y el peso del pasado que la ataba.

El sonido del mar era un susurro lejano, como un canto de sirena que la llamaba.

Miró hacia el horizonte, donde las olas rompían en la playa, su fuerza implacable recordándole que el mundo continuaba girando, sin importar su lucha interna.

Pero ella se sentía atrapada en una tormenta emocional, el agua cayendo sobre su rostro como si el cielo llorara por ella, cada lágrima confundida con la lluvia.




*¡RUMBLE!*




Finalmente un relámpago cayo y al girar su mirada hacia el costado estaba él, ahí, de pie.

Midoriya Izuku viendo aquel profundo abismo... un abismo de amantes.

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