CRECIMIENTO PERSONAL.




"¡QUEREMOS SER AMIGOS DE MIDORIYA IZUKU!"







El aula de 1-A estaba tan ruidosa como un festival en pleno apogeo.

Algunos alumnos conversaban animadamente en grupo, otros lanzaban bromas desde el fondo del salón, y algunos simplemente intentaban recuperar la calma después de un día de clases intensas.

Izuku estaba charlando con Tenko, intercambiando impresiones sobre el último combate de entrenamiento, cuando Kirishima se unió a la conversación de al lado.

—¡Te lo digo, Bakugo, no hay forma de que hayas logrado vencer al minotauro sin ayuda! —exclamó Kirishima, golpeando su puño contra su mano abierta con energía—. ¡Ese bicho era resistente hasta para ti!

—Cállate, es solo que no tienes idea de lo que estás hablando, —respondió Bakugo, cruzando los brazos y levantando la barbilla —. Ese entrenamiento fue pan comido para alguien como yo.

Por otro lado, Sero y Kaminari hacían apuestas sobre quién podía hacer el mejor movimiento en la siguiente clase práctica.

—¡Oye! ¡Yo nunca he arruinado nada! —protestó Kaminari, aunque en seguida bajó la voz—. Bueno... excepto esa vez que usé mi electricidad en el agua... pero ya aprendí la lección. ¿Verdad, Sero?

—Eh... no sé si una vez fue suficiente, Kaminari —respondió Sero, soltando una carcajada.

Mientras tanto, Izuku le explicaba a Tenko algunas técnicas que había estado estudiando, pero sus palabras se vieron interrumpidas cuando una presencia silenciosa y familiar cruzó la puerta.

La voz de Aizawa resonó en el salón con su tono severo e inconfundible, de inmediato apagando el bullicio.

—Silencio —ordenó, lanzando una mirada despectiva hacia el grupo de estudiantes que hablaban con tanto entusiasmo. Todos se quedaron quietos, aunque Bakugo y Kirishima continuaron en un murmullo antes de que Aizawa los mirara con más intensidad, logrando que finalmente se callaran—. Parece que han olvidado que este es un lugar de formación de héroes, no una feria de pueblo.

Izuku sintió un nudo en el estómago al notar cómo la mirada del profesor pasaba por él, y no precisamente de manera casual.

Algo en su expresión le recordaba la primera vez que Aizawa lo miró en la clase de bienvenida: una mezcla de desaprobación, cansancio, y quizás hasta un toque de desprecio.

—Hoy les informo que la próxima clase será una sesión de entrenamiento de combate. Sí, otra de esas, ya que es evidente que varios de ustedes necesitan refuerzo... especialmente aquellos que creen que tener varias habilidades las hace brillantes sin ningún esfuerzo adicional —dijo Aizawa, dejando que sus ojos se posaran, aunque brevemente, en Izuku.

Izuku apretó los labios, sintiendo que el comentario iba dirigido específicamente a él. Sus compañeros no parecieron notar el tono, o si lo hicieron, prefirieron no decir nada.

Mina, sin embargo, alzó la mano con su típica energía.

—¿Entrenaremos en el gimnasio beta, entonces, sensei? —preguntó, su entusiasmo evidente.

Aizawa suspiró, con una leve expresión de resignación.

—Claro que lo haremos ahí o acaso ¿Quieres entrenar en el laberinto que destruyeron? ¿Por qué sería necesario recordarles que destruyeron completamente la última instalación? ¿Quizás creen que el dinero de los contribuyentes está ahí solo para reparar sus imprudencias? —comentó, dirigiendo una mirada fugaz a Izuku, aunque el joven no había sido el único responsable del daño en aquella ocasión.

Mina bajó la mano, visiblemente apenada, murmurando algo sobre la intensidad de la prueba.

Aizawa siguió hablando, como si no hubiera notado la incomodidad de sus estudiantes... o quizás precisamente porque sí lo notaba.

—Esta vez, el entrenamiento será... básico. Algo simple, al nivel de alguien que apenas está aprendiendo a controlar sus habilidades —añadió, con un tono de ligera burla que, nuevamente, parecía dirigirse a Izuku—. Ya que no voy a estar supervisando personalmente, no puedo darme el lujo de dejarlos en una prueba avanzada. No quiero encontrarme con reportes de alumnos heridos, ni con equipos rotos... o peor, con un estudiante que decidió hacer todo el trabajo en lugar de aprender a trabajar en equipo.

Izuku sintió cómo un pequeño calor subía a sus mejillas.

Sabía que Aizawa tenía razones para hacer ese comentario, ya que en varias ocasiones había tomado la iniciativa de resolver situaciones en solitario.

Sin embargo, el tono del profesor le resultaba tan directo que no sabía cómo responder. Miró hacia abajo, tratando de ocultar su incomodidad.

Mina, todavía un poco avergonzada, intentó levantar el ánimo del grupo.

—Bueno, al menos podremos practicar... ¿no? Algo de combate nunca está de más.

—Ashido, si te entrenaras en el autocontrol tanto como en el combate, quizás este comentario no te parecería tan reconfortante —respondió Aizawa, con un suspiro—. No todos tienen el lujo de depender de una fuerza explosiva o una "simpatía natural" para resolver las cosas.

Izuku alzó una ceja, sorprendido de que el profesor pudiera lanzar un comentario tan indirecto y aun así parecer perfectamente serio.

Y aunque Aizawa no miraba específicamente hacia él, era difícil no notar la diferencia con el resto de los comentarios: parecía tener una paciencia especialmente corta cuando se trataba de él.

—Midoriya —dijo Aizawa, dirigiéndose al joven de manera directa esta vez—. No necesito recordarte que este no es el momento de probar cuántas técnicas puedes implementar en una sola pelea, ¿cierto? Ya tienes suficiente con tratar de aprender a colaborar. ¿O es que la idea de depender de tus compañeros te resulta tan incómoda como parece?

Izuku asintió rápidamente, intentando no mostrar el nerviosismo que la pregunta le causaba.

—No... no, sensei. Entiendo.

Aizawa solo asintió brevemente antes de volver a dirigirse al resto de la clase.

—Bien. Ya que la mayoría de ustedes sigue bajo la impresión de que las batallas consisten en ver quién puede lanzar el ataque más grande, intenten recordar que su próximo entrenamiento será sobre técnica y precisión. Y no me interesa escuchar excusas sobre cómo "perdieron el control por la emoción del combate" —murmuró, mientras su mirada recorría la sala, pasando nuevamente sobre Izuku, como si esperara que algo estuviera a punto de salir mal solo porque él estaba allí.

Kaminari se rió entre dientes, murmurando hacia Sero.

—¿Te das cuenta? Hasta cuando lo hace bien, Midoriya no se salva.

—¿Estás hablando? —Aizawa lo fulminó con la mirada, logrando que Kaminari retrocediera—. Porque si tienes tiempo para comentar trivialidades, tal vez puedo asignarte algo adicional para mejorar tu control... ¿o prefieres recordarme lo que pasó en el último examen?

El aula se quedó en silencio una vez más, y Aizawa, satisfecho, se dirigió hacia la puerta con la misma calma habitual.

—Intenten no decepcionar demasiado en esta práctica. No voy a estar allí para cubrir sus errores. Y tú, Midoriya... espero que finalmente demuestres que puedes escuchar instrucciones sin desviarte —dijo en tono cortante, dejándolo claro para todos—. Eso será todo.

El hombre comenzó a caminar hacia la puerta.

Aizawa se detuvo a medio paso antes de salir del salón y, sin necesidad de elevar la voz, llamó la atención de todos con una sola palabra.

—Todoroki.

El nombre resonó en el aula, y todos se giraron hacia Shoto, quien permanecía en su lugar, impasible, mirando a Aizawa con una calma calculada. Aizawa lo observó unos segundos, como si estuviera evaluando algo en silencio antes de hablar.

—Eres el único que no participará en el próximo entrenamiento práctico —anunció con firmeza, su mirada fija en el rostro de Todoroki.

Una oleada de murmullos se elevó en el salón, los alumnos claramente sorprendidos.

—¿Pero por qué, sensei? —preguntó Kirishima, frunciendo el ceño con preocupación.

—¡Eso no es justo! —exclamó Mina desde su lugar, mirando a Todoroki con una mezcla de confusión y compasión.

Aizawa, sin embargo, levantó una mano y los hizo callar con una sola mirada, severa y paciente.

—Bajo las órdenes del director Nezu, se te prohíbe usar tu quirk por al menos dos semanas más en la academia —continuó Aizawa, sin apartar la mirada de Shoto—. Algo que, considerando tu posición, no debería ser necesario recordarte.

Izuku, en el fondo del salón, observó la reacción de Todoroki. Pero Shoto no hizo ningún gesto de sorpresa ni de descontento. Simplemente asintió, aceptando la decisión sin cuestionarla, con una expresión imperturbable. "Siempre tan estoico", pensó Izuku.

Aun así, no podía evitar sentir una punzada de preocupación.

"Después de todo lo que ha pasado... Todoroki debe estar llevando una carga tan pesada como la de cualquiera de nosotros. ¿Qué estará pensando ahora? ¿Le afectará esta decisión más de lo que deja ver?" Se mordió el labio, intentando no dejar que su inquietud se notara en su rostro.

Aizawa, tras la breve interacción con Todoroki, pareció satisfecho y giró finalmente hacia la puerta.

—Es todo. No olviden sus instrucciones, y asegúrense de hacer un uso efectivo de esta práctica —declaró antes de salir.

Cuando la puerta se cerró, los murmullos volvieron a llenar el salón.

Bakugo chasqueó la lengua en desaprobación, y Mina miró a Todoroki con cierta tristeza.

Sin embargo, Todoroki continuaba en silencio, su expresión tan serena como siempre.

Izuku, aun observándolo desde el fondo, sintió una mezcla de admiración y empatía. Sabía, mejor que nadie, cuánto esfuerzo le había tomado a Todoroki llegar a este punto, y cómo esta nueva restricción debía de pesarle, aunque él no lo demostrara.

"Lo que hiciste en el laberinto... no fue solo un accidente," pensó Izuku, recordando cómo Todoroki había luchado intensamente, empujando los límites de su poder. "Estabas intentando algo más grande. Estas con las consecuencias de tus acciones pero no puedo dejar de pensar que es injusto".

El ambiente en el salón de la Clase 1-A se tornó rápidamente caótico después de la salida de Aizawa.

Los murmullos llenaron la habitación, y algunos se rieron entre ellos mientras recogían sus trajes de héroe de los maletines que aparecieron en la pared. A pesar de todo el alboroto, Izuku miraba hacia el fondo de la sala, su atención fija en Todoroki.

Justo cuando decidió acercarse a él, sintió un ligero golpe en el hombro.

Era Tenko, quien, sin decir palabra, le dio un gesto de aliento y una sonrisa leve. Izuku asintió y caminó hacia Todoroki.

—¿Cómo estás, Todoroki? —le preguntó en un tono amigable, tratando de iniciar una conversación sin presionar demasiado.

Todoroki levantó la mirada, sus ojos tranquilos aunque serios.

—Estoy bien, Midoriya —respondió con voz firme, como si quisiera dejar claro que no necesitaba la preocupación de nadie.

Izuku, algo sorprendido, trató de decir algo para aligerar la situación, pero Todoroki continuó hablando antes de que él pudiera abrir la boca.

—Sé que mis acciones tienen consecuencias. No soy un niño. No estoy molesto ni triste. Me castigaron, y cumpliré con la sanción —explicó Todoroki con serenidad.

Su actitud tan resuelta dejó a Izuku sin palabras, pero lo reconfortó ver a su amigo tan seguro de sí mismo.

Sin embargo, para sorpresa de Izuku, Todoroki le sonrió un poco, una expresión tan breve que casi parecía un espejismo.

—¿Vendrás a vernos entrenar, entonces? —preguntó Izuku, sintiendo el ánimo subir de a poco.

—Al menos podré apoyarlos desde las gradas —asintió Todoroki, y su tono sonaba despreocupado, como si la idea de quedarse en el banquillo no le molestara en absoluto.



[...]



Momentos después, la Clase A se encontraba en el gimnasio beta, alineados frente a la entrada con expresiones de confusión. Varios tenían las cejas arqueadas mientras intentaban descifrar la escena extraña que veían frente a ellos.

En el suelo, con la cara semienterrada en el concreto, Mirio Togata se sacudía la cabeza y trataba de incorporarse.

A su lado, Tamaki Amajiki estaba de pie, visiblemente incómodo y mirando al suelo. Y, junto a ellos, Nejire Hado saludaba enérgicamente a todos con una gran sonrisa.

—Esto... ¿qué está pasando aquí? —preguntó Mina en voz baja, siendo la primera en expresar la confusión que todos sentían.

Sin perder ni un segundo, Nejire corrió hacia las chicas, saludándolas efusivamente y lanzando comentarios dulces que las dejaban un poco atónitas.

—¡Mina-chan, Momo-chan, Jirou-chan! ¡Todas se ven tan lindas hoy! —dijo Nejire, radiante de emoción, y sin esperar respuesta, sus ojos se posaron en Izuku. Sin previo aviso, corrió hacia él y lo envolvió en un abrazo.

Izuku sintió un calor subiéndole al rostro y quedó congelado, incapaz de procesar la situación.

Mientras Nejire reía y lo abrazaba, su mente entró en pánico.

"¡H-h-huele a chica! ¡Huele a chica! ¡HUELE A CHICA!", gritaba mentalmente, su cara cada vez más roja y su mente completamente colapsada.

Mineta y Kaminari, observando la escena desde un poco más atrás, miraban con algo entre envidia y desesperación.

—¿¡Cómo siempre le pasan estas cosas a Midoriya!? —exclamó Mineta con lágrimas de frustración en los ojos.

—¡Sí! ¡Ese nivel de suerte debería ser ilegal! —añadió Kaminari, indignado, mientras algunas de las chicas miraban a Nejire con una mezcla de sorpresa y diversión.

Nejire se separó un poco, todavía tomada de las manos de Izuku, y le sonrió con afecto.

—¡Lo hiciste increíble el otro día, Midoriya! Estoy tan orgullosa de ti —dijo con una voz alegre que hacía que Izuku, aún enrojecido, asintiera torpemente, sin saber cómo reaccionar.

Varios de sus compañeros comenzaron a lanzar comentarios jocosos, unos bromeando sobre la situación, mientras otros, como Iida, simplemente se mantenían en silencio, claramente no sabiendo cómo interpretar lo que acababa de suceder.

De repente, Mirio emergió del suelo justo al lado de Jirou, quien, en un acto reflejo, dio un pequeño salto de susto.

—¿Qué sucede? —preguntó Mirio, mirando a Jirou con una sonrisa despreocupada.

—¡Casi me da un ataque al corazón, Mirio-senpai! —exclamó Jirou, llevándose una mano al pecho mientras intentaba calmarse.

Iida se adelantó con seriedad y miró a Mirio con una inclinación respetuosa de la cabeza.

—Mirio-senpai, ¿qué hacen ustedes aquí? —preguntó, en un tono tan solemne que parecía una investigación formal.

Mirio se enderezó y adoptó una pose orgullosa antes de responder.

—Bueno, como la Clase A está llena de "irresponsables que solo saben destruir la estructura de la academia," ¡nosotros seremos sus tutores hoy! —anunció Mirio con entusiasmo, causando una reacción de asombro en toda la Clase A.

El comentario dejó a la Clase A con la boca abierta, cada uno de ellos sintiendo un golpe en el orgullo. Sin embargo, antes de que pudieran quejarse, Mirio soltó una risa contagiosa.

—Perdón, perdón. Solo cité las palabras exactas de Aizawa-sensei cuando vino a pedirnos el favor.

El comentario provocó una mezcla de risas incómodas y algunos murmullos entre los estudiantes, claramente sintiendo el peso de las palabras de Aizawa en sus hombros.

—¿De verdad dijo eso? —preguntó Mina, con una sonrisa a medio camino entre la resignación y la diversión.

—¡Así mismo! —afirmó Mirio, sonriendo ampliamente—. ¡Dijo que tenía que vigilar a un grupo de "destructores crónicos de instalaciones"!

Kaminari suspiró con ironía.

—Bueno, supongo que no está tan equivocado... especialmente después de lo que pasó con el laberinto...

—¡Eso fue una "experiencia educativa"! —exclamó Kirishima, levantando un puño en el aire con orgullo, mientras todos rodaban los ojos.

Nejire aprovechó el momento y comenzó a caminar entre los estudiantes, dándoles palmadas en la espalda y deseándoles suerte.

—¡Vamos, chicos! ¡Hoy será divertido! —dijo, con una energía tan contagiosa que la mayoría de los estudiantes comenzaron a sonreír, a pesar de las palabras de Aizawa.

Tamaki, sin embargo, estaba un poco más atrás, murmurando para sí mismo y mirando a su alrededor con incomodidad.

—¿Por qué... por qué tenía que ser un grupo tan grande...? —susurró, aunque Nejire rápidamente lo tomó del brazo y lo acercó al resto del grupo, animándolo a unirse a la conversación.

Finalmente, Mirio dio una palmada en la espalda de Izuku y, con una gran sonrisa, miró a todos.

—Bueno, chicos, ¡listos para el entrenamiento de hoy! ¿Quiénes se van a romper las expectativas?

Izuku, lleno de energía después de toda la extraña bienvenida, asintió con determinación.

—¡Vamos a darlo todo!

Mirio sonrió ampliamente, su entusiasmo contagiando a todos a su alrededor.

Sin previo aviso, alzó un dedo señalando directamente a Izuku, con su capa ondeando dramáticamente a sus espaldas.

—¡Quiero pelear contigo, Midoriya Izuku! —exclamó, su voz resonando en todo el gimnasio, dejando a todos boquiabiertos.

Un suspiro escapó de Nejire, quien sonrió con una mezcla de resignación y diversión ante la arrolladora energía de su amigo.



[...]



Ahora toda la Clase 1-A se encontraba alineada contra las paredes del gimnasio, observando expectantes cómo Izuku y Mirio se enfrentaban en el centro de la sala. Mirio miró a Izuku de arriba abajo, evaluando su traje con curiosidad.

—Tienes un traje bastante... interesante —comentó, acercándose un poco para inspeccionarlo mejor—. Parece tener mucho soporte. ¿Es porque tienes el cuerpo lastimado?

Izuku asintió, algo avergonzado.

—Sí. Todavía no soy muy hábil controlando mi fuerza, así que he terminado en situaciones... difíciles —admitió, rascándose la nuca—. Pero gracias al esfuerzo de Mei, ahora puedo pelear libremente. Ella hizo un gran trabajo con esto.

Mirio sonrió, comprendiendo perfectamente.

—Yo también agradezco a las personas que hicieron mi traje. Sin ellos, no sería un héroe completo —respondió, asintiendo con respeto—. Me alegra que veas a quienes te apoyan de las sombras de esa manera, Midoriya. Es algo importante.

Izuku negó rápidamente.

—Mei no está en las sombras. Ella es... como una luz para mí —dijo, sus palabras impregnadas de una sinceridad que hizo a Mirio parpadear, un poco sorprendido, aunque sin perder la sonrisa.

Mirio soltó una pequeña risa, maravillado por la personalidad de Izuku.

—Eres un chico impresionante, Midoriya. ¡Ya me moría de ganas de pelear contigo! Se corre el rumor de que tienes un montón de poderes, "chico problema" —dijo, con un guiño en tono de broma.

Izuku sintió un pequeño escalofrío, y, sin saber qué decir, giró hacia sus compañeros. Varios de ellos miraban hacia otro lado, silbando despreocupadamente, tratando de actuar como si no tuvieran nada que ver. Kaminari miraba al techo con excesivo interés, mientras que Kirishima se rascaba la barbilla con una expresión "inocente".

"¿Es en serio?" pensó Izuku, sintiendo un sudor frío.

Mirio, sin embargo, no pareció prestarles mucha atención y volvió a hablar, esta vez con un brillo en los ojos.

—Es interesante tener un quirk como el tuyo, ¿eh? Superfuerza, deterioro, y.... si no me equivoco, ¿látigos negros? —comentó con un tono que revelaba su genuina curiosidad.

Izuku giró la cabeza otra vez, esta vez buscando la mirada de Tenko, quien estaba mirando fijamente la pared, demasiado entretenido con la textura del concreto. Izuku casi podía escuchar el grito en su mente.

"¡Tenko!"

Suspirando con resignación, Izuku se volvió de nuevo hacia Mirio, tratando de pensar en cómo responder, pero Mirio le interrumpió con una sonrisa tranquilizadora.

—No te preocupes, no tienes que explicarlo —le dijo con comprensión—. Debe ser... una especie de responsabilidad heredada, ¿verdad?

Izuku abrió la boca, sorprendido.

"¿Responsabilidad heredada?" No estaba seguro de cómo Mirio había llegado a esa conclusión, pero al girarse hacia Nejire para confirmar si ella le había contado algo, Nejire negó con la cabeza rápidamente.

Mirio alzó la voz, llamando la atención de Izuku otra vez.

—¡¿Estás preparado, chico problemas?! —gritó con un entusiasmo desbordante.

De repente, Izuku sintió un zumbido en su cabeza:

*¡ZONK!*

El sensor de peligro se activaba.

Su cuerpo reaccionó por reflejo, girando hacia donde estaba Mirio... solo para darse cuenta de que había desaparecido.

"¿Dónde...?" pensó, su mente procesando frenéticamente la situación.

En el último segundo, sintió una presencia justo a su lado, y sin pensarlo, se lanzó hacia un costado, esquivando un ataque que venía del suelo. Mirio emergió justo detrás de él, apenas rozándolo con su puño.

La velocidad y la precisión de su ataque dejaron a Izuku impresionado.

—¡Impresionante, Midoriya! —exclamó Mirio, con una risa genuina, mientras se preparaba para el siguiente movimiento.

La Clase 1-A observaba fascinada, y algunos empezaron a animar a Izuku.

—¡Vamos, Deku! ¡No dejes que te atrape! —gritó Kirishima, con el puño en alto.

—Sí, ¡haz algo espectacular! —añadió Mina, saltando emocionada.

Nejire miraba con ojos brillantes mientras Murmuraba cosas como: "¡Eso, Midoriya-kun, esquiva, esquiva!"

Izuku respiró hondo, sus ojos fijos en Mirio mientras recordaba el movimiento sorpresa que casi lo descoloca.

"Ese fue... un muy buen ataque sorpresa", pensó, murmurando para sí mientras analizaba las peculiaridades del combate.

A su alrededor, todo el mundo empezó a verse en tonos grises, como si alguien hubiera bosquejado el gimnasio entero a lápiz.

Frente a él, Mirio permanecía suspendido a un par de metros del suelo, observándolo con una sonrisa que lo retaba.

De inmediato, junto a la figura de Mirio, aparecieron en la mente de Izuku una serie de anotaciones, pequeños fragmentos de su libreta, llenos de detalles sobre el Quirk de Mirio.

"Permeable... ¿o era Permeación?", murmuró, repasando lo que había escrito previamente: Intangibilidad completa, capacidad de atravesar sólidos, desaparición momentánea de obstáculos físicos...

Notando la sonrisa de Izuku, Mirio alzó una ceja.

—¿Seguro que estás en la pelea, Midoriya? —preguntó, divertido—. ¿O acaso no soy un reto tan grande para ti?

Izuku se sobresaltó, rápidamente negando con las manos.

—¡No, no se trata de eso! —dijo, sintiéndose un tanto avergonzado—. Solo... estoy analizando tu Quirk.

Mirio rió, y se encogió de hombros con un tono despreocupado.

—No tiene nada del otro mundo, de verdad. Solo puedo volverme intangible, ¿sabes? No es como... bueno, lanzar látigos negros de los brazos, o algo así.

Izuku sintió sus mejillas arder de vergüenza.

"Claro, ¿cómo no iba a saberlo...?" pensó, incomodado por el hecho de que su Quirk no pasaba precisamente desapercibido.

Mirio lo observó un momento más y luego inclinó la cabeza.

—Aunque te voy a ser sincero. Me encantaría ver toda tu fuerza en acción, Midoriya. Así que, ¿por qué no me la muestras?

Izuku miró a Mirio, sorprendido. No esperaba esa petición, y rápidamente se rascó la nuca.

—Eh... bueno... no creo que sea posible, Mirio-senpai —dijo, un poco apenado.

—¿Por qué no? —preguntó Mirio, realmente interesado.

Izuku suspiró, rascándose la cabeza.

—Es que... no quiero meterme en problemas con Nezu. Si uso toda mi fuerza, podría... bueno, destruir un par de cosas aquí.

Mirio asintió, golpeando su palma con el puño como si de repente entendiera algo muy profundo.

—Así que lo que te falta es... ¿control? —preguntó, examinando a Izuku con intensidad.

Izuku asintió con seriedad.

—Sí, exactamente. Pero aun así, creo que puedo mostrarte una fracción de mi poder, algo suficiente para no ser descortés contigo —explicó, esforzándose por sonar confiado.

Sin embargo, Mirio sonrió, y enarcó una ceja con una expresión de ligera desaprobación.

—¿No ser descortés, eh? Pues yo creo que ya lo estás siendo, Midoriya —dijo, y el tono amistoso de su voz pareció volverse un poco más serio.

—¿Eh? —Izuku parpadeó, confundido—. ¿A qué te refieres?

—Sin importar cuánta fuerza yo use contra ti, ya decidiste que no harás lo mismo —dijo Mirio, señalándolo con una mirada firme—. ¿No es eso... subestimarme un poco?

Izuku se apresuró a negar con la cabeza, agitando las manos.

—¡No, no, no es eso! No quiero lastimarte, Mirio-senpai. Sería... irresponsable.

Mirio dejó escapar una pequeña risa, pero sus ojos mantenían una especie de dureza que Izuku no esperaba.

—¿Así que crees que me lastimarías? —preguntó, y aunque su tono seguía siendo amistoso, había algo afilado en sus palabras.

Izuku tragó saliva, sintiéndose de repente como si estuviera en un examen muy difícil.

—Es... no es eso. No se trata de subestimarte, Mirio-senpai, es solo que...

Pero Mirio levantó la mano para interrumpirlo, y sus palabras adquirieron un tono reflexivo.

—Cuando entré en la academia, siempre sentía que estaba detrás de todos. Siempre llegaba tarde en cuanto a habilidades y experiencia. Me preguntaba si podría alcanzarlos algún día.

Izuku lo miró, comprendiendo, pues sabía perfectamente cómo se sentía.

Pero antes de que pudiera responder, Mirio desapareció en el suelo, su cuerpo atravesando el concreto sin dejar rastro. De repente, su voz surgió desde distintas direcciones, como si proviniera de las sombras mismas.

—Pero con el tiempo... logré controlar mi Quirk —continuó Mirio, apareciendo detrás de Izuku con un movimiento rápido y lanzando un puño directo hacia su espalda.

Izuku apenas logró esquivarlo, girando para ver a Mirio desaparecer una vez más en el suelo, solo para reaparecer justo a su izquierda. Izuku se inclinó rápidamente, evitando otro golpe.

—Y poco a poco... terminé superando a mis compañeros —dijo Mirio, su voz resonando mientras lanzaba otro ataque que Izuku apenas esquivó—. En cada combate que tenía con ellos, me contenía, pensando que era por su bien.

Izuku asintió, comprendiendo la lógica.

—Es cierto... —murmuró, pero su voz temblaba, porque Mirio hizo una pausa intencionada, enfatizando la palabra.

—¡Pero! —Mirio reapareció de repente frente a Izuku, y su tono se volvió serio—. La verdad era que estaba siendo arrogante con ellos. Mis amigos también se esforzaban, quizás más de lo que yo podía ver, mientras yo me conformaba con hacer lo mínimo.

Izuku sintió un golpe en el pecho, como si las palabras de Mirio lo alcanzaran más allá del nivel físico. Sus pensamientos comenzaron a divagar. ¿Acaso él también...?

Ese instante de duda fue todo lo que Mirio necesitó.

Con una velocidad sorprendente, reapareció frente a Izuku y le propinó un puñetazo limpio en el mentón.

*¡GOPOW!*



INTRODUCIR: HEROIC DUAL BATTLE VER. 



El impacto resonó como un trueno en el gimnasio, haciendo eco en las paredes. Izuku sintió el golpe reverberar en su mandíbula y quedó paralizado, con la vista fija en el techo.

La fuerza del ataque fue tan repentina que todos los demás alumnos soltaron exclamaciones sorprendidas, llevándose las manos a la boca.

—¡Woah! —murmuró Kaminari, con los ojos como platos.

—¡Vaya golpe! —exclamó Kirishima, claramente impresionado.

Mina se tapó la boca, impresionada, mientras que Uraraka observaba la escena sin la típica chispa de emoción en sus ojos, aunque nadie parecía notarlo.

En medio del murmullo, Mirio se levantó, quedando de pie a varios metros del otro lado del gimnasio.

Izuku aún estaba en su lugar, sus ojos mirando hacia el techo, paralizado por el golpe y por las palabras de Mirio, que resonaban en su mente.

—Entonces, Midoriya —dijo Mirio, su voz tranquila pero con una intensidad que captaba la atención de todos—, ¿realmente te has esforzado lo suficiente como para estar de ese lado de la barca? ¿O solo crees que puedes permitirte contenerte... sin darte cuenta de que eso es arrogancia hacia tus compañeros?

La pregunta quedó flotando en el aire, cada palabra clavándose en Izuku como una espina.

El verde de sus ojos titilaba, su mente procesando esas palabras con un peso que no esperaba. ¿Estaba... realmente haciendo lo suficiente? ¿Había bajado la guardia sin darse cuenta?

Izuku sintió cómo el murmullo a su alrededor desaparecía lentamente, quedando solo con el eco de la pregunta de Mirio.

Izuku mantenía la mirada en el techo, todavía procesando la palabra que Mirio había lanzado con tanta facilidad.

"¿Arrogante? ¿Yo... arrogante?" Sintió un nudo en el estómago, y un dejo de incomodidad se le cruzó por la mente.

Esa palabra le resultaba demasiado áspera, como si estuviera mal ubicada, como si no encajara en su identidad.

Definitivamente, no le gustaba que lo llamaran así. No tenía derecho a creer que él, de todas las personas, pudiera mirar hacia abajo a sus amigos.

Mientras tanto, la Clase A había empezado a comentar la escena, cada uno observando con asombro el impacto del golpe.

Ojiro alzó la voz, genuinamente impresionado.

—Es increíble que le haya dado un golpe directo a Midoriya —comentó, sacudiendo la cabeza.

—¿Por qué lo dices? —preguntó Iida, ajustándose las gafas con curiosidad.

—Porque es casi imposible darle un buen golpe cuando entreno con él. Se mueve demasiado rápido... y no se distrae tan fácilmente —respondió Ojiro.

Kirishima arqueó una ceja, sorprendido.

—¿Se habrá dejado golpear entonces?

Pero antes de que alguien pudiera contestar, Bakugou soltó un comentario desde su lugar, su voz cortó la conversación.

—No es así —dijo con firmeza, manteniendo su expresión seria—. Deku bajó la guardia. El golpe de Mirio fue limpio, pero solo entró porque Midoriya estaba distraído.

Kirishima intentó preguntar algo más, pero Bakugou lo interrumpió antes de que pudiera abrir la boca.

—Pero... no significa que haya sido suficiente —añadió, alzando ligeramente el mentón hacia el ring de combate—. Mira. Deku ni siquiera se movió un centímetro. Ese golpe tenía suficiente potencia para mandar a dormir a cualquiera, pero a él apenas le hizo girar la cabeza.

La Clase A observó atentamente.

Izuku seguía ahí, inmóvil, aunque ahora su mirada se dirigía a Mirio con una seriedad que pocos le habían visto.

Los murmullos se extinguieron al ver el cambio en su expresión.

—¿Estás... enojado? —preguntó Mirio, arqueando una ceja con una mezcla de sorpresa y curiosidad.

Su puño temblaba ligeramente; el golpe que le había dado a Izuku había sido de su máxima fuerza, y aun así no había logrado moverlo.

"Este chico es... realmente resistente", pensó Mirio, pero lo que más le llamaba la atención era la ausencia de aquella energía verde que usualmente envolvía a Izuku.

—¿Y esa energía verde? —preguntó Mirio, con sincero interés—. No está rodeándote ahora mismo. ¿Por qué?

Izuku respiró hondo, soltando un leve suspiro antes de responder.

—No he activado mi poder —dijo con calma.

Los ojos de Mirio se abrieron un poco más, incrédulos.

Había estado usando sus técnicas más refinadas, atacando con precisión y control a alguien que, literalmente, no había estado usando su Quirk.

En su pecho empezó a crecer una sensación extraña, difícil de describir: ¿molestia? ¿frustración? No estaba seguro, pero se dio cuenta de que ese leve hormigueo lo impulsaba a seguir presionando a Izuku.

Con una sonrisa desafiante, Mirio volvió a la carga.

—¿Ah, sí? Entonces... —Mirio se cruzó de brazos, mirando a Izuku de arriba abajo—. ¿Qué tal si me muestras de qué estás hecho, Midoriya?

Izuku cerró los ojos un momento, tomando otra respiración profunda.

Las palabras de Mirio, la acusación de arrogancia y la invitación a demostrar su verdadero poder, todas le daban vueltas en la cabeza. "Tiene razón... me he descuidado. No quiero ser arrogante".

—Bien —dijo al fin, abriendo los ojos con una renovada resolución—. Lo haré.

Los ojos de la Clase A se agrandaron cuando un leve destello verde comenzó a surgir de su cuerpo, rodeándolo en una tenue aura.

De pronto, sus músculos se tensaron y un leve zumbido eléctrico chisporroteó a su alrededor.

La energía de One For All se manifestaba, pero de manera controlada, cada partícula de poder cuidadosamente equilibrada para que no dañara el lugar.

Mirio sonrió al verlo.

—Eso es, Midoriya —dijo, con una chispa de emoción en su voz—. Ahora sí, vamos a hacer esto como se debe.

La tensión en el gimnasio se hizo palpable. Izuku dio un paso al frente, sus ojos fijos en Mirio.

La energía verde rodeaba su cuerpo en un halo suave pero firme. Mirio, con una sonrisa de oreja a oreja, se preparó para el siguiente asalto.

Todoroki fijó la mirada en Izuku, quien había dado un paso adelante con una resolución inesperada.

Nejire, desde el otro lado del gimnasio, inclinó la cabeza hacia Tamaki, susurrando con fascinación.

—Su aura... es diferente —comentó, sorprendida, aunque rápidamente una sonrisa de entusiasmo iluminó su rostro.

Ojiro, quien observaba con el mismo asombro, dio un paso adelante y señaló la postura de Izuku, reconociéndola al instante.

—¡La Danza Lunar! —exclamó, sus palabras atrajeron la atención de todos los presentes.

—¿Danza Lunar? —preguntaron algunos en coro, confundidos.

Fue Momo quien se unió a la conversación, con su expresión serena y siempre dispuesta a compartir sus conocimientos.

—Es el estilo de pelea que Midoriya obtuvo después de entrenar con Miruko —explicó, ganándose un par de murmullos de sorpresa y admiración de sus compañeros.

Izuku, por su parte, murmuró para sí mismo: "Nox Lunar", y en un instante, la electricidad chispeante fue reemplazada por un aura serena pero intensa, como llamas verdes ardiendo suavemente en torno a su cuerpo.

Los movimientos erráticos de los relámpagos se disiparon, dejando paso a un halo que parecía emanar una luz estable, profunda.

Mirio, desde su lugar, lo observaba con la misma curiosidad de siempre, aunque esta vez con un brillo de respeto en sus ojos.

—Eso es... diferente a lo que vi en el festival deportivo, Midoriya —comentó, su tono amigable pero cargado de interés genuino.

Izuku respiró hondo, consciente de que le debía una explicación a su oponente.

—Antes gastaba demasiada energía cada vez que usaba mi poder—explicó—. Como no tengo un control total, la energía extra fluía como relámpagos a mi alrededor. Esa era la razón de la apariencia que viste en el festival. Pero... después de que Rumi se convirtió en mi maestra, encontré un método para usar el poder de una forma más limpia.

Mientras hablaba, los ojos de Mirio mostraban una mezcla de sorpresa y orgullo hacia su compañero más joven.

Parecía entender cada palabra con una atención impecable, asimilando la evolución que había tenido Izuku en tan poco tiempo.

—Llamo a este estado Nox Lunar, es un momento en el que soy totalmente consciente de la energía que envuelve mi cuerpo... pero en lugar de mantenerla en la superficie, ahora la imbuyo dentro de mí. En mis músculos, en mis células... dejo que la energía viaje en mi interior en lugar de dispersarse por fuera. Esto reduce el desgaste y aumenta la eficiencia de mi poder.

Un silencio de admiración cayó sobre la Clase A.

Cada palabra de Izuku resonaba con una mezcla de disciplina y dedicación, y hasta Bakugou, desde su rincón, frunció el ceño en un gesto que parecía respeto, aunque no iba a admitirlo tan fácilmente.

—Por eso es que mi energía se ve como llamas verdes ahora, no como relámpagos. Es el resultado de un entrenamiento donde no solo aprendí a controlar la potencia, sino a mezclar las técnicas de Rumi con mi propio estilo —Izuku miró a Mirio, su determinación más firme que nunca—. Por eso lo llamo... ¡Nox Lunar!

Mirio sonrió, aunque esta vez era una sonrisa distinta.

La última vez que había visto a Midoriya, este aún era un chico que sobresalía por su energía inagotable y determinación, pero que apenas podía contener el poder de su Quirk.

Ahora, ante él, estaba alguien completamente distinto. Aquel "niño problema" del festival deportivo se había transformado en una figura intimidante, alguien que, con su presencia, inspiraba a quienes lo rodeaban.

Tenko no apartaba la vista del enfrentamiento, observando cada movimiento de Izuku con una concentración profunda.

Era evidente que el chico había cambiado, y no solo en la forma de manejar el One For All.

La forma en que se movía, el control de los Quirks de los antecesores, su postura firme, su voz... todo en él era diferente a aquel día en el que se conocieron, medio año atrás.

Sentía una mezcla de intriga y admiración, deseando enfrentarse a él, probarse una vez más.

Pero ahora mismo, no era su turno.

Justo delante de Tenko, Mirio se lanzó hacia adelante, al igual que Izuku, quien había adoptado una postura seria y decidida.

Tenko, en ese momento, vio todo a través de un filtro casi translúcido, como si estuviera observando el crecimiento de su mejor amigo desde un ángulo privilegiado.

Antes de darse cuenta, una luz blanca cubrió toda su visión, y las palabras surgieron en su mente.





——————————

[Eres verdaderamente increíble, Midoriya Izuku.]

——————————





Tenko admiraba tan enormemente a Izuku.



[...]



Y en el salón de clases, los estudiantes de la Clase A comenzaban a despedirse, algunos recogiendo sus cosas y otros lanzando comentarios entre risas. Izuku, de pie en el centro del aula, estaba pasando un trapeador como parte de su castigo por el caos en el laberinto.

Era el precio que pagaba: quedarse todas las tardes a limpiar los salones de primer año, incluyendo los del departamento de estudios.

Tenko ya se había despedido, lanzándole una sonrisa amistosa.

Al final, fue Uraraka quien cruzó miradas con Izuku antes de salir.

Él le sonrió, despidiéndose con un gesto amable, y ella asintió tímidamente.

—Adiós... Izuku —murmuró, un poco titubeante.

Izuku se quedó pensativo un segundo, sin darle mucha importancia, hasta que sus demás compañeros empezaron a despedirse de él también, lanzándole bromas y palabras de ánimo.

A los pocos minutos, el salón quedó vacío y en silencio... o casi vacío.

La puerta se abrió de nuevo, interrumpiendo sus pensamientos.

—Por favor, tengan cuidado, que el suelo está mojado —dijo sin girarse, esperando que alguien hubiese olvidado algo.

Fue entonces cuando escuchó una voz tranquila y conocida.

—Traje la cubeta con el limpiador de pisos —dijo Todoroki desde la puerta.

Izuku giró, sorprendido de verlo ahí.

—¿Todoroki? —preguntó, visiblemente confundido—. ¿Qué haces aquí?

Todoroki lo miró con su expresión imperturbable.

—¿Qué hago aquí? Limpiar, supongo.

Ambos se quedaron en silencio, mirándose un segundo. Izuku parpadeó, desconcertado.

—¿Cómo? —preguntó.

Todoroki avanzó un paso, con la misma serenidad.

—Midnight-Sensei me pidió que ayudara a limpiar el último salón del tercer piso... —No pudo terminar la frase. De repente, sus pies resbalaron en el suelo húmedo, soltando un leve "¡Ah!" mientras perdía el equilibrio.

Izuku, sin pensarlo, activó instintivamente sus látigos negros, uno en la cintura de Todoroki para estabilizarlo y otro atrapando la cubeta antes de que cayera. Izuku suspiró aliviado. "Fiu", pensó.

Sin embargo, justo en ese momento, una punzada de dolor recorrió su cabeza y una voz resonó en su interior: "¡NO!"

—Parece que los controlas mejor —comentó Todoroki con calma, observando los látigos negros que se retraían.

Izuku esbozó una pequeña sonrisa, rascándose la nuca.

—Fue puro instinto... no creo que sea buena idea usarlos tan libremente —respondió.

Todoroki asintió, agradeciendo el gesto, y caminó hasta el fondo del salón para tomar un segundo trapeador. Izuku lo observó con curiosidad, finalmente rompiendo el silencio.

—Entonces... ¿qué haces aquí realmente, Todoroki?

—Te voy a ayudar —respondió con su habitual simpleza, sin siquiera girarse.

—No hace falta. Yo fui el que se metió en problemas. —Izuku intentaba entender las intenciones de su compañero.

Todoroki finalmente se volvió hacia él, con una expresión seria pero cálida.

—Yo fui el culpable de lo del laberinto. No debería castigarte a ti —respondió.

—Pero también desobedecí las órdenes del director Nezu—replicó Izuku, recordando cómo había decidido ayudar a Todoroki en lugar de acatar las ordenes de Nezu.

Todoroki negó con la cabeza, decidido.

—Lo hiciste por mí. Si no hubieras querido ayudarme, nada habría terminado así. —Hizo una pausa, mirándolo con una intensidad inusitada—. Al final, tuviste la oportunidad de acabar todo rápido, como lo hiciste hoy con Mirio. Pero no lo hiciste porque decidiste ayudarme... sin siquiera preguntar.

Izuku se quedó en silencio, procesando las palabras de Todoroki. Era cierto que había tomado esa decisión sin esperar nada a cambio, porque había visto que su amigo necesitaba ese empujón.

—Por eso, yo haré lo mismo. Te ayudaré sin preguntarte —dijo Todoroki, esbozando una pequeña sonrisa, casi imperceptible.

El ambiente en el salón era tranquilo, casi solemne, cuando un estruendo rompió la calma.

Izuku y Todoroki se voltearon rápidamente hacia el origen del ruido, solo para ver una escena inesperada: Yaoyorozu estaba en el suelo, con una cubeta en la cabeza y otra atrapada en su pierna.

—¡Yaoyorozu-san! —exclamó Izuku, corriendo hacia ella con una expresión de alarma.

Izuku se apresuró a sostener la cubeta de su cabeza mientras Todoroki, en silencio y con su usual calma, se puso de cuclillas a su lado para ayudarla a ponerse de pie.

Con esfuerzo, lograron estabilizarla, y Momo, todavía sonrojada por el accidente, sacudió su cabello con dignidad... aunque sus mejillas seguían rojas.

—Gra... gracias... —dijo, tratando de recuperar su compostura—. ¿Qué hace Todoroki-San aquí?

—¿Tu que haces aquí, Yaoyorozu-san? —dijo Izuku, sorprendido—. Pensé que ya todos se habían ido.

Ella miró hacia otro lado, tratando de justificar su presencia.

—En realidad... yo también quiero ayudar —dijo con determinación.

Izuku parpadeó, confundido.

—¿Pero por qué?

Ella frunció el ceño, molesta, y lo calló al instante.

—Porque yo también debería ser castigada, Midoriya-san. Soy la vicepresidenta de la Clase A, y no intenté detenerlos a ninguno de los dos en el laberinto.

Izuku abrió la boca para decirle que no era necesario, pero Momo lo interrumpió.

—Además —añadió, cruzándose de brazos—, me molesta que por estar castigado, ¡no hemos podido organizar tu fiesta de cumpleaños!

—¿Fiesta de cumpleaños? —repitió Todoroki, arqueando una ceja.

Momo asintió vigorosamente, cruzando los brazos con indignación.

—Midoriya-san me prometió que celebraríamos su cumpleaños... pero estos días no hemos tenido tiempo ni de hablar de eso.

Izuku, nervioso, miró hacia Todoroki, quien lo observaba con una expresión de curiosidad.

—¿Así que tu cumpleaños fue hace poco, Midoriya? —preguntó Todoroki, en su tono tranquilo de siempre.

Izuku asintió, apenado.

—Bueno, sí, ya pasó, pero Yaoyorozu-san insistió en que debíamos celebrarlo... Así que le dije que podríamos hacerlo si todos estaban de acuerdo.

Todoroki se quedó en silencio un segundo, asintiendo pensativo.

—Ya veo... Entonces estoy dentro —dijo de pronto, con una pequeña sonrisa—. También quiero celebrar tu cumpleaños.

Izuku empezó a agitar las manos, incómodo.

—¡Esperen! No es necesario que hagan esto... De verdad, ¡no quiero causar molestias!

Momo lo miró, decidida, y tomó otro trapeador del rincón.

—¡Hagamos esto rápido y luego hablamos de tu cumpleaños, Midoriya-san! —exclamó con entusiasmo.

Izuku asintió, un poco apenado, mientras Todoroki observaba a Momo con una mirada crítica.

—Yaoyorozu-san... estás tomando el trapeador al revés.

Momo parpadeó, bajando la mirada, y soltó un leve jadeo de sorpresa.

Su rostro se tornó de un rojo profundo cuando, efectivamente, notó que estaba sosteniendo el trapeador por la parte del cepillo, y no por el mango.

—Ah... esto... —balbuceó, torpemente.

Todoroki la miró con una expresión completamente seria.

—¿Alguna vez has limpiado algo antes?

Momo abrió la boca para responder con convicción.

—¡Claro que sí! —exclamó, aunque su tono era algo inseguro—. He limpiado... algunas veces.

Izuku, tratando de ser amable, le sonrió.

—¿De verdad?

Ella desvió la mirada, tratando de mantener su compostura.

—Bueno... tal vez no con trapeadores exactamente. Pero he limpiado... mis estanterías, mis libros... —dijo, mirando al suelo.

Todoroki asintió.

—Entiendo. Entonces, si necesitas ayuda con el trapeador, solo dilo.

Momo levantó la cabeza, con una expresión de orgullo.

—¡No es necesario! ¡Yo puedo manejar esto! —dijo, reafirmando su agarre en el trapeador... aún al revés.

Izuku, sin querer reírse, simplemente se aclaró la garganta.

—Yaoyorozu-san... ¿quizá deberías darle la vuelta al trapeador?

Ella, dándose cuenta al fin, lo giró con rapidez y asintió, tratando de disimular su vergüenza.

—Oh, claro... eso era lo que quería hacer desde el principio —respondió, tosiendo para ocultar su incomodidad.

Los tres comenzaron a limpiar en un silencio cómodo, aunque no pasó mucho antes de que el trapeador de Momo empezara a deslizarse con movimientos torpes y poco efectivos. Todoroki la observó un segundo, antes de extender una mano hacia ella.

—Déjame mostrarte —dijo, tomando el trapeador y haciendo un movimiento de vaivén preciso y eficiente.

Momo observó con atención, asintiendo rápidamente, y luego intentó imitar sus movimientos.

Sin embargo, al intentarlo de nuevo, el trapeador se le escapó de las manos, cayendo estrepitosamente y haciendo que el agua salpicara hacia todos lados, incluyendo a Todoroki, quien ahora tenía algunas gotas en el rostro.

Izuku trató de contener la risa, mientras Momo se tapaba la boca, horrorizada.

—¡Lo siento muchísimo, Todoroki-San! —se disculpó, mirando las manchas de agua en su uniforme.

Todoroki, calmado como siempre, tomó una toalla de la esquina y se secó la cara sin perder la compostura.

—No te preocupes. Solo... intenta agarrarlo con más firmeza —dijo, sin rastro de irritación.

Izuku dio un paso adelante, dispuesto a ayudar.

—Puedo ayudarte, Yaoyorozu-san. Es cuestión de usar un poco de fuerza en los brazos y girar la muñeca al final del movimiento.

Ella intentó seguir sus instrucciones, aunque el trapeador seguía deslizándose de un lado a otro con poca precisión.

Finalmente, después de varios intentos, logró un movimiento aceptable, y levantó la cabeza, orgullosa.

—¡Creo que... lo logré! —exclamó, con una sonrisa de satisfacción.

Izuku y Todoroki asintieron, satisfechos, mientras continuaban limpiando en un ritmo más constante. Momo, decidida a recuperar el tiempo perdido, comenzó a trabajar con entusiasmo, aunque su energía desbordante hizo que accidentalmente dejara un charco enorme a su alrededor.

—Cuidado, Yaoyorozu-san, si haces demasiada agua, será difícil secarlo todo luego —advirtió Izuku, con una risa contenida.

Ella asintió, sonrojada, y trató de controlar su entusiasmo.

Izuku observaba a Momo y Todoroki, moviéndose en silencio por el salón mientras intentaban limpiar de manera torpe pero decidida.

Todoroki pasaba el trapeador de un lado a otro con lentitud, y Momo trataba de imitarlo, aunque parecía tener alguna clase de batalla personal con el palo del trapeador, que se negaba a mantenerse en la dirección correcta.

Era... algo adorable.

Una leve sonrisa apareció en el rostro de Izuku, quien, por alguna razón, decidió detenerse un momento y dirigirse hacia la ventana.

Apoyó la mano en el marco de la ventana y respiró profundamente, dejando que el aire fresco de la tarde llenara sus pulmones.

La vista desde el salón de clases era serena, casi mágica bajo la cálida luz dorada del ocaso.

La ciudad brillaba en tonos ámbar, como si la misma naturaleza celebrara la llegada del atardecer.

Los edificios y las calles estaban bañados en esa luz que solo aparece al final de cada día, y el cielo, mezclado en tonos anaranjados y violetas, parecía dibujado especialmente para esa escena.

Era una vista tan simple... pero a la vez tan perfecta.

Izuku cerró los ojos un instante, dejando que los últimos rayos de sol acariciaran su rostro, y, como si alguien en su interior susurrara desde el fondo de su corazón, las palabras comenzaron a fluir.


INTRODUCIR: DISCOVERING THE PAST-EVAN CALL



[Es curioso cómo momentos como este pasan desapercibidos para tantos. Una ciudad al atardecer, amigos limpiando un salón de clases... cosas cotidianas, insignificantes quizás. Pero para mí, cada uno de estos momentos tiene un valor único. A veces siento que estos pequeños detalles, estas cosas que otros considerarían sin sentido, están ahí para recordarnos algo importante...]



Abrió los ojos lentamente, y su mirada se perdió en la inmensidad del cielo. Una pequeña brisa hizo que las hojas de los árboles cercanos se movieran en un suave susurro, como si el viento también quisiera escucharlo.



[Hay algo especial en cada segundo que vivimos. Momentos que vienen y se van sin hacer ruido, que se quedan en nuestros recuerdos como una fotografía borrosa... pero que, en realidad, son los que más pesan en el corazón. No sé cómo explicarlo. Es como si la vida misma nos regalara estos instantes para recordarnos lo valioso que es estar aquí, vivir en paz por un segundo, respirar y sentir que no estamos solos.]



Observó a Momo y Todoroki, quienes seguían concentrados en su torpe misión de limpieza.

Momo había comenzado a reír, disculpándose en voz baja porque el trapeador se le había vuelto a voltear, y Todoroki intentaba ayudarla, aunque su rostro estaba serio como siempre.

Era un momento tan simple, tan normal, pero para Izuku... era perfecto.



[Y luego están los lazos que construimos. Lazos que parecen ser nada más que palabras y gestos comunes, pero que poco a poco se van volviendo parte de nosotros. Como una red invisible que une a las personas, que nos conecta. Cada vez que estamos juntos, cada conversación, cada pequeña acción, va creando una red de experiencias, de memorias... de momentos que se quedarán con nosotros para siempre.]



Izuku miró sus propias manos, sintiendo una extraña mezcla de emociones. Recordaba tantos momentos junto a sus amigos: el esfuerzo compartido, las risas, los tropiezos, los momentos difíciles y las victorias.

Cada uno de esos recuerdos estaba atesorado en su corazón, formando una historia que aún seguía escribiéndose, día tras día, segundo tras segundo.



[Por eso... estoy agradecido. Porque aunque sean cosas pequeñas, cada segundo que vivo al lado de ustedes se convierte en un recuerdo precioso para mí. Un recuerdo que guardaré siempre.]



El viento sopló una vez más, acariciando su rostro con suavidad. Con los ojos entrecerrados, dejó que esa brisa le llevara sus pensamientos, sus palabras y sus sentimientos hacia el vasto cielo.





—————[Gracias...]—————





El susurro se perdió en el aire, y un momento de paz total lo envolvió, dejándolo sumido en una calma profunda y sincera.



[...]



Al día siguiente, Izuku caminaba hacia el salón de clases junto a Tenko, quien parecía absorto en sus propios pensamientos, pero de vez en cuando lanzaba alguna pregunta casual para romper el silencio.

Ambos hablaban de cosas triviales, charlas ligeras que se deslizaban sin esfuerzo, aunque por alguna razón ambos notaban que el día parecía especialmente tranquilo.

Después de un rato, Tenko frunció el ceño, recordando algo que había estado en su mente desde hacía un tiempo.

—Oye, Izuku, ¿te has dado cuenta de que últimamente Chako-Chan no ha venido con nosotros? —preguntó, con un tono de curiosidad que delataba cierta preocupación—. Es como si estuviera evitando estar cerca.

Izuku se quedó pensativo.

Ahora que lo mencionaba, sí que había notado un cambio en ella. Su mente viajó de inmediato a la conversación que habían tenido la noche antes del entrenamiento en el laberinto, aquella charla en el parque.

Justo cuando Izuku estaba a punto de perderse en esos pensamientos, llegaron al salón de clases.

Al abrir la puerta, se encontraron con una escena inesperada.

Frente a ellos, Momo estaba de pie junto al pizarrón, luciendo una sonrisa tan amplia y entusiasta que sus ojos parecían brillar de emoción.

Izuku parpadeó, intentando comprender el motivo de su alegría, hasta que su mirada se posó en las grandes letras escritas en el pizarrón, decoradas con colores y dibujos que parecían hechos especialmente para captar su atención.






—————————

[¡VIAJE DE CUMPLEAÑOS!]

——————————








Izuku sintió cómo su corazón daba un brinco.

La sorpresa y la alegría luchaban en su rostro, y por un momento se quedó sin palabras.

Tenko lo miraba de reojo, sonriendo también al ver la expresión de su amigo, quien parecía completamente asombrado.

La sonrisa de Momo reflejaba una felicidad contagiosa y sincera.

Había puesto tanto esfuerzo y dedicación en cada trazo de esas palabras que no cabía duda de que este sería solo el comienzo de una aventura nueva e inolvidable, una más para guardar en ese rincón de recuerdos preciosos que Izuku atesoraba en su corazón.

Yaoyorozu Momo cumpliría su palabra.

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