113.NO OLVIDES TUS RAICES.

—¡Juro que voy a salvarte!

La voz de Izuku Midoriya atravesó el aire como un rayo cayendo en la cima de una montaña.

Un grito desde lo más profundo de su alma, desgarrado, cargado de furia y esperanza en igual medida. Incluso mientras el Nomu, esa monstruosidad mitad hombre y mitad máquina, lo sujetaba con sus garras metálicas, ese grito parecía resonar más allá de su prisión de acero.

Las gigantescas garras de Wolfram crujieron al cerrarse más alrededor de Izuku, como si intentaran silenciarlo, aplastar esa luz incandescente.

Pero la fuerza del grito no solo se abrió paso entre las bestiales extremidades, sino que llegó a cada rincón del parque, a cada corazón que latía en su entorno.

En el caos del parque, la Clase A seguía luchando para guiar a los civiles hacia un lugar seguro.

Las explosiones y los escombros los mantenían ocupados, pero cuando las palabras de Izuku alcanzaron sus oídos, el mundo pareció detenerse por un instante.

—¿Midoriya? —preguntó Iida, quien estaba al frente de un grupo de evacuados.

Sus piernas, tan rápidas y seguras hasta hace un momento, vacilaron brevemente.

Momo, con la respiración agitada mientras ayudaba a estabilizar una anciana herida, alzó la cabeza como si el grito hubiera atravesado directamente su corazón.

—¿Qué está diciendo....?

Jirou, cubierta de polvo, miró hacia el lugar del combate, sintiendo cómo la vibración de ese grito resonaba a través del suelo.

Su corazón latía más rápido.

—¿Salvar...?

Wolfram, ese ser que había sido consumido por la deformidad y el dolor, titubeó.

Sus ojos, un caos de cicatrices y cables, se fijaron en Izuku.

Las garras que lo aprisionaban crujieron, pero no se cerraron del todo.

Por un instante, la monstruosidad pareció dudar.

Había algo en esa voz, algo que perforaba el muro de tormento y rabia que All For One había construido a su alrededor.

INTRODUCIR: Armonía – DAVID EMAN

Era un eco de humanidad, de una promesa que, en otro tiempo, él mismo pudo haber hecho.

Izuku alzó la mirada, sus ojos verdes brillando con una mezcla de lágrimas y determinación.

Las fibras eléctricas a su alrededor rugían como relámpagos mientras Izuku acercaba aun mas su rostro a Vincent.

—No importa cuánto daño hayan hecho, no importa cuánto te hayan destrozado... ¡Voy a salvarte, Vincent! —Su voz tembló, pero no se rompió, como si la fuerza de su promesa le diera un aliento más.

Dentro del monstruo, algo se agitó.

Los tubos negros que recorrían su espalda emitieron un sonido irregular, como si su flujo de energía comenzara a titubear.

La garra que aprisionaba a Izuku tembló, no de fuerza, sino de una lucha interna que comenzaba a despertarse.

El hombre fragmentado detrás del monstruo Vincent Turner había sido enterrado bajo capas de metal y desesperación.

Pero esas palabras... esas palabras trajeron una chispa.

Una memoria lejana, apenas un susurro:

"Mi mayor deseo es que encuentres paz..."

El monstruo soltó un rugido ensordecedor, pero en lugar de ser el grito de una bestia enfurecida, era un lamento, un grito desgarrador que resonaba con todo el sufrimiento acumulado.

Izuku forcejeaba, sintiendo cómo las garras crujían más cerca de su cuerpo.

Pero no era el dolor lo que llenaba su corazón en ese momento, sino una ira ardiente dirigida hacia la verdadera fuente de ese sufrimiento.

—¡Te lo hicieron! ¡Te destrozaron y usaron! —gritó, su voz temblando de rabia—. ¡No te voy a dejar en sus manos! ¡Ni a ti, ni a nadie más! ¡Yo no voy a perdonárselo!

El llanto brotaba de sus ojos sin vergüenza, porque no era debilidad.

Era una carga que llevaba, el peso de cada vida destrozada por ese hombre.

—Ese monstruo... ese bastardo... ¡All For One! ¡Voy a detenerlo! ¡Voy a destruir todo lo que te hizo! —Sus palabras eran como un látigo, azotando con furia al aire.

A lo lejos, sus compañeros escucharon no solo el grito, sino el dolor y la furia detrás de esas palabras.

Todos se detuvieron por un instante. Iida, Momo, Jirou... incluso Tenko, que había permanecido distante, sintió el impacto en su pecho.

—Izuku... —murmuró Tenko, apretando los puños.

Sus ojos, normalmente llenos de una calma burlona, mostraban un destello de algo más profundo.

―¿All For One...? ¿De quien esta hablando? ―pregunto Kirishima al lado de Tenko quien se percato de esto. El miro a su hermana, Hanna y ella le regreso la mirada.

―¿All For One? ―pregunto Tokoyami.

Izuku, aún atrapado entre las garras de Wolfram, gritó con toda su fuerza:

—¡Vincent Turner! ¡Te lo prometo, voy a sacarte de esta oscuridad! ¡No importa qué pase, no importa cuánto cueste!

El Nomu lo miró, y por un instante, la fuerza aplastante de su garra pareció aflojarse.

—¡Vincent Turner! —gritó Izuku con todo el aire que sus pulmones pudieron almacenar, su voz reverberando como un trueno en la tormenta.

Las palabras sacudieron no solo a la bestia frente a él, sino también a los corazones de quienes lo escuchaban.

Desde la distancia, Tokoyami, Mina, Sero, Toru, Asui, Jirou y Momo intercambiaron miradas, sus mentes inundadas de preguntas.

—¿Salvarlo? —repitió Mina, incrédula—. ¿A quién? ¿Quién demonios es Vincent Turner?

—Y más importante... —añadió Jirou, con los auriculares temblando levemente—. ¿Quién es All For One?

Lejos de ellos, Tenko Shimura, con el ceño profundamente fruncido, observaba la escena junto a su hermana Hanna.

Los dos sentían cómo las palabras de Izuku eran como un torrente imparable que comenzaba a inundar lo que hasta ahora habían intentado contener.

—Esto... está mal —murmuró Tenko, su voz apenas un susurro para Hanna—. Si siguen escuchándolo, si alguien conecta los puntos...

Hanna, sin apartar los ojos de la lucha, respondió con una calma peligrosa:

—Es Izuku. Ya debería saber que no puede contenerse.

—¡Eso no lo justifica! —espetó Tenko, apretando los puños—. Si todos se enteran del One For All... del All For One...

—... Será un desastre —terminó Hanna, su tono inmutable pero sus ojos fijos en Izuku—. Pero él está haciendo lo que siempre hace.

Tenko tragó saliva, viendo cómo Izuku, atrapado en la garra del monstruo, comenzaba a moverse.

Con un esfuerzo titánico, Izuku agarró uno de los dedos metálicos que lo presionaban contra su costado y lo apartó.

—¡No dejaré que sigas atrapado en este infierno, Vincent! —rugió, inclinándose hacia adelante.

Los ojos de Wolfram, llenos de furia y sufrimiento, se fijaron en él.

Sus tubos espinales comenzaron a burbujear, y un sonido similar a un metal derritiéndose se expandió por el aire.

Su cuerpo comenzó a crecer, y el calor que emanaba se hizo casi insoportable.

La piel de Izuku empezó a resentir el calor que envolvía la garra, su traje desgarrado ofrecía poca protección.

Su mente, sin embargo, estaba en otro lugar, trabajando a una velocidad vertiginosa. Conclusión tras conclusión, como un caleidoscopio de ideas superpuestas.

"Este calor... es como el de Todoroki" pensó, su respiración acelerándose.

Sus ojos buscaron desesperadamente algo, cualquier cosa. Y entonces lo vio: un cartel del parque indicando una zona acuática.

"Un estanque. Eso podría frenar el calor." Llego a su mente la idea como un regalo.

"¿Qué eliges?"

La pregunta resonó como un eco en su alma.

Fue la voz del Segundo Usuario.

Izuku tragó saliva, los latidos de su corazón golpeando como tambores.

Pum. Pum. Pum.

Cada golpe resonaba con las palabras de Miruko:

"Sostén tu corazón."

—¿Qué harás Izuku...? —susurró para sí mismo, sintiendo cómo su piel se tornaba roja por el calor creciente.

Daigoro Banjo, dentro del espacio del One For All, lo miraba con un pánico tangible.

—¡No lo hagas, chico!

—Ya lo escuchaste, Banjo —gruñó el Segundo Usuario, cruzando los brazos—. Él va a hacerlo.

—¡Y tú deberías detenerlo!

—¿Cómo? —El Segundo lo miró con severidad—. Ese mocoso ya tomó su decisión.

Dentro del espacio, los predecesores podían sentirlo.

La voluntad de Izuku había cruzado un límite que incluso ellos temían.

Una vez mas...

De vuelta a la realidad, Izuku alzó la voz con más fuerza que antes.

—¡CLASE A! —gritó, su voz más fuerte que cualquier explosión alrededor—. ¡GUÍEN A TODOS HACIA EL FRENTE Y HACIA ATRÁS! ¡EVACÚEN EL CAMINO!

Sus compañeros se detuvieron en seco, sintiendo cómo sus palabras atravesaban sus pensamientos.

—¡¿QUÉ ESTÁS PLANEANDO, IDIOTA?! —gritó Jirou, pero incluso mientras lo hacía, sus piernas ya estaban en movimiento, siguiendo la orden.

Momo tomó aire, apretando los dientes.

—¡Entendido! ¡Todos, despejen el camino hacia el estanque!

Tenko observó cómo, sin siquiera cuestionarlo, los demás obedecían.

Gruñó para sí mismo, frustrado.

—Izuku... siempre haciendo las cosas a su manera.

Izuku volvió la mirada hacia Vincent, su rostro cubierto de sudor y su piel al rojo vivo.

—¡Vincent, esta vez... no te dejaré caer!

Con un rugido, comenzó a moverse, empujando su cuerpo al límite mientras el calor se hacía insoportable.

Sus compañeros despejaban el camino hacia el estanque, sin saber exactamente qué estaba planeando, pero confiando en él con cada fibra de su ser.

Y el rugido de Wolfram llenó el aire, como si supiera que el momento decisivo estaba a punto de llegar.

INTRODUCIR: I'LL BE YOUR HERO

"Una vez más..." pensó Izuku mientras un calor abrasador parecía derretir todo a su alrededor, incluso sus pensamientos.

El verde resplandeciente del One For All, normalmente vibrante como un faro de esperanza, comenzó a desvanecerse.

En su lugar, una oscuridad densa y pesada empezó a surgir, envolviendo cada fibra de su ser.

Cerca de la escena, Shoto Todoroki fue el primero en darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.

Observó con ojos entrecerrados cómo los látigos negros brotaban del cuerpo de Izuku, como serpientes que se entrelazaban y serpenteaban, rodeándolo en un abrazo siniestro.

"Es esa técnica..." pensó Shoto, recordando el caos del Laberinto de Dédalo.

Su corazón se aceleró al comprender que Izuku estaba a punto de forzar su cuerpo más allá de cualquier límite razonable.

—¡Midoriya, detente! —gritó Shoto, extendiendo su mano hacia él.

Pero era demasiado tarde. Izuku no escuchaba.

Los látigos negros crecían y se expandían, envolviendo a Izuku como una segunda piel.

No eran suaves ni fluidos; sus movimientos eran erráticos, como si estuvieran vivos, cargados de una energía casi hostil.

Las fibras se fusionaron alrededor de su torso, cubriendo su pecho con una gruesa capa que parecía palpitar como si tuviera vida propia.

La transformación continuó mientras más de esos látigos se enroscaban en sus brazos, piernas y espalda.

Una especie de armadura negra, similar a un tejido vivo, tomó forma, ajustándose a su cuerpo con una precisión casi orgánica.

A medida que se completaba, la figura de Izuku comenzó a parecer más una sombra viviente que un héroe.

—Esto no está bien —murmuró Todoroki, apretando los dientes.

El calor que emanaba de Wolfram seguía aumentando, pero Izuku no retrocedió.

En su lugar, sus movimientos se hicieron más firmes, más seguros, mientras aquella armadura absorbía parte de la energía que amenazaba con quemarlo vivo.

Dentro del espacio del One For All, las voces de los predecesores eran un tumulto. Daigoro Banjo rugía, golpeando el suelo con furia.

—¡Te dije que no lo hicieras, mocoso! ¡Esto no es un juego!

El Segundo Usuario permanecía en silencio, con los brazos cruzados y una mirada severa.

Finalmente, habló:

—No va a escuchar..

De vuelta en la realidad, los gritos de advertencia de Shoto, y hasta los de sus propios predecesores, se desvanecieron en el fondo de su mente.

La respiración de Izuku se hizo más pesada, su pecho subiendo y bajando bajo la presión de aquella oscuridad envolvente.

Alzó la mirada, y en sus ojos brillaba una mezcla de determinación y desesperación.

—¡Quinto...! —gritó con una voz que resonó como un trueno en el aire denso. Una voz completamente distorsionada—. ¡One For All: Full Dark Mode!

La energía oscura a su alrededor rugió como un torrente indomable, y la armadura de sombras cobró vida, con látigos negros extendiéndose desde su espalda y brazos.

La temperatura seguía aumentando, pero Izuku avanzó hacia Wolfram, cada paso cargado con una intensidad que hacía temblar el suelo.

—¡Tú no vas a perderte en esto, Vincent! —rugió, sus palabras perforando el rugido del calor y el metal fundido.

Y mientras la oscuridad lo envolvía por completo, el Izuku Midoriya que todos conocían parecía desvanecerse, reemplazado por una fuerza que sus amigos apenas podían reconocer.

El espacio del One For All, usualmente un lugar de reflexión y calma, estaba ahora sumido en una mezcla de incredulidad y frustración.

Los ecos de la declaración de Izuku "One For All: Full Dark Mode retumbaban en el aire etéreo como un gong resonante, dejando a los predecesores en un silencio incómodo... al menos, por unos segundos.

Daigoro Banjo fue el primero en reaccionar.

Con un movimiento brusco, cayó de espaldas al suelo nebuloso, dejando escapar un sonido ahogado.

—¡Dime que no escuché eso! —exclamó, llevándose las manos al rostro—. ¡¿De dónde sacó tiempo para ponerle nombre a esa locura?!

En la esquina, Yoichi, siempre sereno, simplemente suspiró, aunque sus ojos se desviaron hacia un lado, como si ni él pudiera justificar aquello.

Nana Shimura, por su parte, estaba lejos de ser tan contenida.

Dio un paso al frente, cerrando un puño frente a su rostro mientras una vena palpitante se marcaba claramente en su sien.

Su expresión era una mezcla entre incredulidad y furia.

—¡Ese niño arrogante! —gritó, su voz reverberando con fuerza—. ¡¿Qué demonios cree que está haciendo ahora?!

El Segundo Usuario, que normalmente guardaba una postura de líder frío e impasible, alzó una ceja mientras cruzaba los brazos.

Mientras tanto, la energía del One For All se agitaba como si respondiera al conflicto en el exterior.

Las sombras que rodeaban a Izuku en el mundo real parecían tener un eco dentro del espacio de los predecesores.

Incluso el suelo bajo sus pies temblaba ligeramente.

Nana finalmente dejó escapar un resoplido, su rostro endureciéndose aún más.

—¡Es hora de que ese mocoso escuche de una vez por todas! —dijo, girándose hacia el Primer Usuario—. ¿Podemos hacer algo para detenerlo?

El Primer Usuario negó con la cabeza lentamente.

—Él ya tomó su decisión. Ahora, todo lo que podemos hacer es confiar en él.

—¡¿Confiar en él?! —gritó Banjo, levantándose de un salto—. ¡Ese chico va a freírse vivo ahí fuera!

Nana asintió vehementemente, señalando hacia el remolino de energía oscura que representaba el conflicto en el mundo exterior.

—¡No hay manera de que esto termine bien!

Sin embargo, a pesar de la indignación colectiva, una voz calmada pero firme resonó entre ellos.

—Tal vez... pero él es el sucesor —dijo el Yoichi, su tono grave—. Y si algo hemos aprendido es que no hay forma de detener su voluntad.

Todos se quedaron en silencio, observando cómo las fibras negras de energía seguían agitándose en el espacio etéreo.

Era una visión aterradora, pero también había algo inspirador en ello.

—Tonto —murmuró Nana, aunque su tono era más suave ahora, casi... resignado—. Arrogante, pero tonto.

Daigoro suspiró profundamente.

—Bueno, al menos el nombre suena genial...

De vuelta a la realidad...

El rugido del Nomu rasgó el aire, un sonido que no solo estremeció el parque, sino también a los estudiantes que corrían en todas direcciones.

El suelo se sacudió como si algo gigantesco hubiera caído desde el cielo, y la onda de viento que siguió golpeó con fuerza sus espaldas, casi haciéndolos perder el equilibrio.

Shoji frenó en seco, alzando sus brazos para protegerse del polvo que se levantaba. Giró la cabeza hacia el origen del estruendo, sus múltiples ojos buscando respuestas.

—¿Qué demonios fue eso?

A su lado, Sero frunció el ceño, intentando cubrirse el rostro con una mano. Su voz salió más nerviosa de lo que pretendía.

—No me digas que es ese Nomu otra vez...

Más adelante, Iida corría junto a Tokoyami, pero incluso él, con su habitual disciplina, no pudo evitar detenerse y mirar hacia atrás. Tokoyami señaló con un gesto rápido hacia la distancia.

—¿Ese es...? —murmuró con su tono profundo.

Fue entonces cuando Momo, que estaba un poco más atrás con Jirou y Mina, captó lo que estaba ocurriendo. Sus ojos se abrieron como platos al reconocer aquella figura rodeada de sombras en el horizonte.

El corazón se le encogió al instante.

—Esa forma... —susurró con voz quebrada.

Mina, notando su reacción, intentó comprender qué estaba pasando.

—¿Qué forma? ¿Qué es eso? —preguntó con urgencia.

Momo tragó saliva, recordando el último enfrentamiento donde había visto aquella transformación.

Su voz salió tensa, casi como si hablara consigo misma.

—Lo usó en el laberinto de Dédalo... cuando peleó contra Todoroki-san.

Mina entrecerró los ojos, tratando de procesar lo que decía Momo mientras observaba a la distancia.

La oscura figura de Izuku parecía una sombra viviente, las fibras negras retorciéndose como si tuvieran voluntad propia.

—No entiendo su quirk... —empezó a decir, su tono mezclado entre frustración y confusión—. ¿Decay? Esa fuerza de impacto... Battery, ¿lo había llamado? Es como si...

Jirou la interrumpió de inmediato, con una expresión que delataba tanto su preocupación como su incredulidad.

—Es como si tuviera más quirks.

El silencio entre ellas fue casi tan ensordecedor como el rugido del Nomu.

Momo giró su cabeza hacia Jirou, cruzando miradas por un segundo.

Sin decir nada más, volvió su atención a Izuku, apretando los labios mientras sus piernas comenzaban a moverse otra vez.

—Vamos con los demás —dijo, su voz cargada de una determinación que apenas escondía su preocupación.

Desde detrás, Aoyama, con su usual aire melodramático, lanzó un comentario que rompió el tenso ambiente.

—¡Oh là là! Esa forma no tiene nada de brillo ni elegancia... ¡C'est terrible!

Kirishima, que corría unos metros más adelante, no pudo evitar reír entre dientes mientras giraba hacia él.

—¡No importa! ¡Se ve genial, como todo un hombre duro!

En ese momento, Asui, que saltaba ágilmente entre los escombros, miraba hacia todos lados, sus grandes ojos atentos.

—¿Nadie ha visto a Ochako-chan? —preguntó, su tono cargado de preocupación.

La pregunta pareció quedar suspendida en el aire.

No hubo respuesta.

La mayoría evitó mirarla directamente, demasiado ocupados tratando de procesar lo que estaba ocurriendo.

Hanna, por su parte, corría con paso firme, sus ojos fijos en el suelo mientras su mente vagaba.

Al frente, Tenko volaba con agilidad, sus movimientos fluidos mientras buscaban a los demás desde el aire.

Hanna no dijo nada, pero apretó los puños con fuerza, sus pensamientos atrapados en una imagen.

Aquella sangre, aquella chica... aquel baño.

Uraraka Ochako.

Desde arriba, Tenko notó el rostro sombrío de Hanna y descendió ligeramente, quedando a su altura.
—¡Oye, Hanna! —gritó, tratando de captar su atención—. ¡No pongas esa cara, no es como si se hubiera ido para siempre!

Hanna levantó la vista, su mirada seria chocando con la sonrisa despreocupada de Tenko.

—Deja de hablar y mantente atento —le respondió, con un tono más cortante de lo habitual.

Tenko hizo una mueca, pero luego rió suavemente, elevándose de nuevo.

—¡Vale, vale! Pero relájate un poco, chica hielo.

Hanna volvió a bajar la mirada, ignorándolo mientras aceleraba el paso.

Mientras tanto, el parque seguía temblando con cada rugido del Nomu, y la energía oscura que rodeaba a Izuku parecía expandirse cada vez más, como si el mundo entero estuviera a punto de ser devorado.

Las fibras negras se movían como bestias indómitas, aferrándose con fuerza a los bordes deformes del metal que cubría el cuerpo de Vincent.

Al momento de tocar el suelo, los látigos restantes se enterraron en la tierra como raíces de un árbol maldito, inmovilizando parcialmente a su oponente.

A través de las sombras que cubrían su rostro, sus ojos brillaban como relámpagos esmeralda, ardientes, pero llenos de una mezcla de dolor y concentración inhumana.

Cada fibra oscura que lo rodeaba vibraba y se tensaba, casi como si intentara resistirse a su control.

El esfuerzo de mantener todo en su lugar era un tormento, un peso que lo hacía tambalearse mientras el dolor desgarraba su cuerpo desde adentro.

Sus dientes chocaban entre sí, resonando en su mente como martillos sobre metal.

Apretó la mandíbula con fuerza, forzando a las fibras negras que cubrían su rostro a sujetarla.

Era la única forma de evitar que el temblor lo quebrara por completo. A pesar de su aparente control, sentía que todo pendía de un hilo. "¿Realmente puedo manejar esto?" La pregunta era un eco constante en su mente, cada vez más fuerte con cada latigazo que parecía tomar vida propia.

—Si me desconcentro un segundo... —murmuró entre dientes, apenas audible, mientras las fibras se agitaban peligrosamente, retorciéndose como si intentaran liberarse.

Los movimientos de Vincent eran violentos, bestiales.

Sacudía su enorme cuerpo intentando deshacerse de los látigos, el metal de su piel chirriando contra ellos.

Cada vez que lograba arrancar uno, otro se aferraba a él, como si estuvieran en un constante juego de resistencia.

Pero la fuerza de Vincent no era lo único que preocupaba a Izuku.

"No puedo acercarlo al centro del parque... Todo ese metal sería como darle un arma masiva." El pensamiento era claro, pero una sombra de duda se filtraba entre sus ideas.

Sacarlo del parque no era mejor opción; más allá estaba la ciudad, un espacio aún más peligroso.

Cada posibilidad parecía un callejón sin salida.

Los pies de Izuku se hundieron en la tierra mientras los látigos continuaban expandiéndose desde todos los extremos de su cuerpo.

Se movían como extensiones malditas de una sombra que se negaba a quedarse en un solo lugar.

Era como si cada una tuviera voluntad propia, y mantenerlas bajo control era una lucha constante.

En medio de todo, sus pensamientos comenzaron a aclararse. "He podido distinguir algunos de sus quirks hasta ahora. El de nacimiento es obvio: manipulación de metales. Eso lo vi en sus recuerdos. Después... resistencia sobrehumana, como el Nomu del USJ. Y el último... ese que mencionó All For One... 'Kairos'. ¿Qué demonios significa?"

Izuku respiraba con dificultad, su mente analizando cada detalle. "'Momento oportuno'... 'punto crítico'... ¿Qué significa eso en términos prácticos?"

Entonces, lo entendió.

Un recuerdo atravesó su mente como un destello: los primeros golpes que él y Tenko le habían dado.

Recordó la onda blanca que rodeó a Vincent en ese instante, seguida de un calor sofocante que terminó estallando.

Todo encajó.

"¡Es eso! Kairos... transforma fuerza cinética en temperatura. ¡El calor viene de ahí! Cuando recibe daño directo, acumula esa energía y la convierte en... ¿temperatura? Sí, debe ser eso. Pero, ¿cómo demonios la libera así? ¿Qué tan lejos puede llevarlo? ¿Qué tan controlado lo tiene?"

Mientras el Nomu seguía sacudiéndose, intentando liberarse, Izuku apretó los puños y trazó un plan mental. "El agua... si logro sumergirlo en el estanque... Todoroki podría congelarlo por completo. Si eso funciona, habremos ganado."

El calor del cuerpo de Vincent comenzaba a sentirse incluso a la distancia, y los látigos negros que lo sujetaban parecían arder con cada sacudida.

Izuku inhaló profundamente, preparándose para el siguiente movimiento, pero el peso del dolor seguía apuñalándolo desde adentro.

Un rugido metálico retumbó en el aire, arrastrando consigo el crujir de los látigos negros que giraban alrededor de Izuku como serpientes descontroladas.

Sus músculos parecían estar al borde de desgarrarse con cada movimiento, y el dolor que ardía en sus tendones le recordaba que su cuerpo estaba resistiendo más de lo que debía.

"Tengo que aguantar... solo un poco más." El pensamiento cruzó su mente como una súplica desesperada, casi una orden a su propio ser.

Sentía cómo el peso del combate lo aplastaba, pero no podía ceder, no ahora.

El acuario estaba al este, lo sabía.

Podía verlo más allá del caos. "Si logro impulsarme hacia allá y lo arrastro antes de que pueda reaccionar... antes de que manipule más metal... tal vez tenga una oportunidad." Pero incluso mientras trataba de planear su siguiente movimiento, algo dentro de él se resistía, un tirón interno que no era físico, sino casi como una advertencia.

Entonces, los látigos negros temblaron.

No, vibraron como cuerdas tensas a punto de romperse, y por un instante, pareció que gritaban.

Fue un sonido mudo, solo en su mente, pero lo sintió tan real como el impacto del suelo bajo sus pies.

Una presión sofocante lo envolvió, y de pronto, su visión se tiñó de rojo. "¿Qué... qué es esto?"

El mundo a su alrededor pareció tambalearse.

Una de sus rodillas golpeó el suelo, y aunque intentó levantarse, sus músculos simplemente no respondieron.

El calor abrasador que corría por su cuerpo era insoportable, como si su sangre estuviera a punto de hervir. "Es como... como si algo dentro de mí se estuviera derramando..." La comparación llegó a su mente de manera involuntaria, un pensamiento desconectado pero visceral.

Los látigos comenzaron a adelgazar, perdiendo consistencia.

Cada intento de moverlos era como empujar contra un muro invisible.

El dolor se intensificó, y la confusión se mezcló con el miedo. "¿Qué me está pasando? ¿Por qué ahora? ¡No puede ser ahora!"

La sangre comenzó a brotar de su nariz en gruesas gotas que manchaban su mentón y caían al suelo.

Sus ojos, inyectados de rojo, escocían terriblemente, y una sensación de mareo lo invadió.

"¿Me estoy...?" La palabra no se completó en su mente cuando todo a su alrededor empezó a desvanecerse en sombras y ecos distorsionados. "...¿desmayando?"

Con un esfuerzo titánico, Izuku logró enterrar su mano izquierda en el suelo.

Su puño temblaba, pero se aferraba con fuerza a la única idea que lo mantenía consciente.

"¡No! ¡No puedo caer aquí! Apenas esto ha empezado... ¡no puede ser mi límite! ¡No ahora!" Sus pensamientos giraban en espirales de desesperación, recordándole las innumerables batallas que había enfrentado.

Cada obstáculo superado, cada instante en el que había rozado la muerte y había sobrevivido. "¡Me he vuelto fuerte! ¡Más fuerte que nunca! ¡No importa lo que digan, yo he cambiado! ¡¿Entonces por qué ahora...?!"

El terror lo embargó.

Era como si su cuerpo estuviera traicionándolo, negándose a seguir adelante. "¡No puedo rendirme! ¡No quiero rendirme!" Pero incluso mientras gritaba en su mente, su cuerpo seguía sin responder.

Un torbellino de frustración, ira y miedo lo consumía desde dentro.

Cada pensamiento lo empujaba más cerca del abismo, y justo cuando estaba a punto de caer en la desesperación total, una voz retumbó en su mente, clara y firme.

"¡Tranquilízate ahora mismo!"

La voz lo sacudió como un rayo.

Levantó la mirada, parpadeando entre el sudor y la sangre que manchaban su rostro.

Frente a él, como una figura salida de un sueño, estaba el cuarto portador, Hikage Shinomori.

―¿S-Shinomori... san?

El hombre de cabello blanco y rostro marcado por cicatrices lo observaba con una mezcla de severidad y preocupación.

Su presencia era imponente, pero también tenía un aire de calma que contrastaba con el caos en la mente de Izuku.

"No creas que esas restricciones que sientes, o los gritos en tu mente, son locura, niño. Somos nosotros impidiéndote hacer locuras."

Izuku parpadeó, confundido.

"Pero, como siempre, haces lo que quieres."

Shinomori cruzó los brazos, inclinándose ligeramente hacia él.

"Una y otra vez pones tu vida en riesgo, sin pensar en que si mueres tú, todo esto se acaba, cabeza hueca."

"¿Cabeza hueca?" Pensó, casi indignado, aunque no podía negar que la frase lo sacó brevemente de su espiral de pensamientos oscuros.

"¿Me estás escuchando?"

Shinomori extendió dos dedos y le dio un ligero golpe en la frente, un gesto casi paternal pero cargado de frustración.

"Escucha bien, niño. Te lo advertimos. No porque te odien—bueno, en parte sí—pero no puedes andar usando nuestros quirks como si fueran juguetes. El hecho de que puedas usar el mío ya de por sí va en contra de toda lógica."

Izuku sintió un escalofrío.

Shinomori hablaba con una gravedad que rara vez había escuchado antes.

"De hecho, sigo sin entender cómo no te has desmoronado aún."

La confesión hizo que el aire se volviera más pesado.

"Como sea."

Shinomori suspiró.

"Tienes que dejar de usar el látigo negro ahora mismo si no quieres morir. Quizás no te hayas dado cuenta, pero allá dentro es un caos por tu culpa. Estás colapsando demasiado rápido."

―¿Qué... qué quieres decir con eso?

"Decay no está logrando erradicar la sobredosis de energía del One For All a tiempo."

Esas palabras lo golpearon como un martillo.

Shinomori guardó silencio, como si hubiera dicho algo que no debía.

Izuku sintió que sus pensamientos se detenían abruptamente, como si alguien hubiera apagado un interruptor dentro de su cabeza.

El dolor, la confusión y el desconcierto se entremezclaban mientras el eco de las palabras de Shinomori resonaba en su mente:

[Decay no está logrando erradicar la sobredosis de energía del One For All a tiempo.]

—¿Qué...? —murmuró Izuku con la voz apenas audible, mientras el sabor metálico de la sangre se mezclaba en su boca.

Sus ojos, enrojecidos y desenfocados, buscaron al cuarto portador con una mezcla de incredulidad y alarma.

Sentía que su respiración era un eco lejano, casi imperceptible frente al estruendo de su propio corazón.

Shinomori desvió la mirada por un instante, como si estuviera evaluando las posibles consecuencias de sus palabras.

Finalmente, exhaló con resignación.

"Él se va a enojar... Supongo que ya no importa ocultártelo, ¿verdad?"

Agachándose hasta quedar a la altura de Izuku. Su voz se volvió más grave, casi paternal

"El One For All es un poder que crece, Izuku. Una llama que se expande y consume todo a su paso si no se controla. Y tú Decay..."

Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas.

"No solo es tu quirk. Es el único contrapeso que mantiene esa llama bajo control."

Izuku sintió un escalofrío recorrerle la columna, como si una verdad demasiado grande para procesar se deslizara por su mente.

—¿Quieres decir que...? —Intentó hablar, pero su garganta estaba seca, las palabras parecían atorarse en su lengua—. ¿Decay está... deteniendo al One For All? ¿Desde dentro?

Shinomori asintió lentamente, con una expresión solemne.

"No es algo que todos los portadores hayamos entendido al principio. Pero es evidente que tu quirk no solo destruye, Izuku. También limpia, purga... equilibra. Es la razón por la que has podido soportar tanto"

Lo señaló con el índice, como un maestro reprendiendo a un estudiante testarudo.

"Pero tu cuerpo está al borde del colapso porque estás forzando todo más allá de lo que podemos manejar. Tu Decay está luchando contra el One For All dentro de ti, y si sigues exigiéndole tanto, ambos te consumirán por completo."

La mente de Izuku corría a toda velocidad, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar.

Era como si una pieza del rompecabezas que nunca supo que faltaba encajara de repente.

Pero también implicaba una terrible realidad: cada vez que usaba el One For All, no solo estaba forzando su cuerpo, sino que estaba enfrentando una batalla invisible que podría destruirlo desde dentro.

—Pero... si detengo los látigos ahora... Vincent—. Su voz se quebró, llena de desesperación—. No puedo controlarlo sin ellos. ¡No tengo tiempo para descansar!

Shinomori apretó los labios, su rostro endurecido por la urgencia de la situación.

"Es una decisión que solo tú puedes tomar. Pero escucha bien: si sigues usándolos, no será Vincent quien te mate. Serás tú mismo"

Las palabras pesaron en su pecho como una losa.

Izuku apretó los puños, sintiendo cómo los látigos negros, delgados y temblorosos, comenzaban a desvanecerse lentamente de su cuerpo, como si reflejaran su estado mental.

Frente a él, Vincent seguía forcejeando contra los fragmentos que lo retenían, sus movimientos cada vez más violentos, casi animales.

"¿Qué hago? Si los suelto, destruirá todo. Si los mantengo... puedo morir." La mirada de Shinomori pareció atravesarlo como una flecha.

"Recuerda algo, Izuku. El One For All no es solo fuerza. Es también estrategia, convicción, y sobre todo, confianza. Confía en los demás. No estás solo en esta pelea. Nunca lo has estado"

Las palabras calaron hondo en Izuku, haciéndolo pensar en sus compañeros, en Todoroki, en Tenko, Momo... en todos los que estaban contando con él para protegerlos.

Respiró hondo, sintiendo cómo su cuerpo temblaba bajo el peso del esfuerzo y de la decisión que debía tomar.

"Confía... no estás solo."

Sus labios se curvaron en una sonrisa débil, llena de determinación.

—Entonces... si voy a caer... será dejando todo aquí. —Susurró para sí mismo antes de clavar sus ojos esmeralda en Vincent, quien rugió como una bestia enloquecida.

Izuku inhaló profundamente.

Era momento de apostar todo.

"Es ahora o nunca." El pensamiento llegó con una claridad que lo sobresaltó. Si desactivaba el látigo negro, quedaría completamente expuesto.

Pero, al mismo tiempo, algo más resonaba en el fondo de su mente, como un eco lejano que tomaba forma: confía en ellos.

Por un instante, su respiración se detuvo.

La imagen de sus compañeros cruzó fugazmente su mente: rostros familiares, algunos tensos, otros decididos, pero todos firmes. "Mis compañeros..."

Fue entonces cuando un detalle enterrado en el caos del momento le golpeó de lleno.

Él les había gritado que corrieran, que se alejaran del campo de batalla.

"Les dije que huyeran para abrirme camino..." Sus ojos se entrecerraron mientras intentaba procesar lo que acababa de darse cuenta.

Shinomori, quien permanecía con los brazos cruzados y una expresión que oscilaba entre la paciencia y el hastío, inclinó la cabeza hacia un lado.

"¿Y bien?"

Preguntó con un deje de impaciencia.

Izuku se quedó completamente en silencio, su rostro inmutable.

Las cejas apenas se movieron, y su mirada perdida no revelaba absolutamente nada.

Había quedado atrapado en un bucle mental que solo él podía entender, con una expresión que cualquier jugador de póker habría envidiado. "Soy un completo idiota."

Finalmente, tras un largo momento de silencio, Izuku soltó un pesado suspiro y levantó la mirada hacia Shinomori.

—Soy un cabeza hueca.

—Ya lo se.

La reacción de Shinomori fue inmediata y sin un ápice de sorpresa.

Una sonrisa sardónica apareció en su rostro mientras hacía un gesto teatral con la mano, como si quisiera señalar algo evidente.

Izuku no pudo evitar sentir una mezcla de vergüenza y un toque de alivio.

Había algo reconfortante en la manera directa y algo burlona de Shinomori para tratarlo, como si toda su existencia pudiera resumirse en simples verdades.

Mientras el eco de las palabras del cuarto portador resonaba en su mente, Izuku apretó los dientes.

Era cierto.

Había subestimado a sus compañeros al asumir que no podían hacer más que huir y abrirle camino, y ahora entendía que su idea de protegerlos los había dejado fuera del tablero de juego. "Confiar en ellos... eso es lo que debía haber hecho desde el principio."

Apretó su puño izquierdo, el único con fuerza suficiente para responder.

El dolor le recordaba lo frágil que era su situación, pero también lo empujaba hacia adelante.

Sin más dudas, Izuku desactivó el látigo negro.

Las sombras que lo rodeaban se desvanecieron como humo, y aunque su cuerpo sintió de inmediato el alivio de no tener que soportar esa carga, también sintió el peso de lo que significaba: ahora estaba completamente vulnerable.

"Es hora de apostar todo."

Con un último vistazo a Shinomori, Izuku se puso de pie, tambaleándose, pero decidido.

Aferró la idea de que confiar en sus compañeros era la única forma de salir adelante, y esta vez, no iba a permitir que su orgullo o su miedo lo hicieran olvidar lo que realmente significaba ser un héroe.

Ser un héroe...

El ideal brilla en la mente como un faro en la distancia, siempre visible, pero difícil de alcanzar.

¿Qué es lo que define a alguien como un héroe? ¿Es el sacrificio? ¿El coraje? ¿La fuerza para enfrentarse al mal sin titubear?

Quizá, sea la voluntad de proteger incluso cuando el mundo entero parece desmoronarse.

O tal vez, ser un héroe sea algo tan sencillo como estar dispuesto a dar un paso al frente, aun cuando las piernas tiemblan.

Pero al final, la verdadera pregunta permanece:

"¿Qué significa ser un héroe?"

La respuesta es—




—¡¡¡AAAAAAAAAAAH!!! —Izuku gritó como si toda su vida dependiera de ello, y probablemente así era.

Lo siguiente que se vio fue a Izuku corriendo por el parque de diversiones, los brazos agitados a los lados como si fueran aspas descontroladas, mientras el sudor le escurría por la frente y su rostro mostraba una mezcla inconfundible de terror puro.

Al girar en una esquina, un túnel de luces neón colapsó tras él, los cables chisporroteando y enviando destellos eléctricos que iluminaban el desastre.

Vincent apareció de entre las ruinas, su brazo metálico, deformado por placas irregulares, barría el aire como si quisiera aplastar todo lo que encontraba a su paso.

Detrás de Izuku, una lluvia de acero comenzó a caer, trozos puntiagudos de metal desgarrando el suelo con cada impacto.

"¡ZONK!"

El sensor de peligro activó una alarma en su cabeza, haciéndolo reaccionar por puro instinto.

Izuku empezó a dar pequeños saltos laterales, esquivando de manera torpe pero efectiva.

—¡Oh, no, no, no, no! —jadeó mientras rodaba hacia un lado para evitar que un fragmento del tamaño de un refrigerador le aplastara.

Se puso de pie rápidamente, pero tropezó con un carrito de hot dogs volcado, cayendo de bruces contra el suelo.

Un segundo después ya estaba corriendo de nuevo, sus piernas quemando por el esfuerzo.

"No tengo tiempo para esto. Piensa, Izuku, piensa. Usa lo que tienes a tu alrededor, ¡eso es lo que Rumi siempre dice!" Intentó un movimiento más complicado, una pirueta para esquivar otro proyectil, pero aterrizó mal, su cuerpo pesado lo hizo caer de lado.

—¡Auch! —se quejó, levantándose como pudo mientras sentía el ardor en sus brazos.

"Maldición, el cuerpo me pesa demasiado. Esto no es como cuando lo hago con el One For All. Sin él, no puedo moverme con tanta libertad. ¿Qué hago ahora?" A lo lejos, un enorme carrusel giraba a medias, todavía funcionando pero inclinándose peligrosamente hacia un lado.

Izuku corrió hacia él, zigzagueando entre los restos de caballitos de madera rotos.

Una de las figuras, un unicornio, se tambaleó y cayó justo frente a él.

—¡Perdón, unicornio-san! —murmuró, saltando sobre él para continuar.

Vincent estaba más cerca ahora.

El rugido que emitió resonó por todo el parque, y Izuku pudo sentir el calor que emanaba de su cuerpo incluso desde esa distancia. "Esto es ridículo. No puedo simplemente correr para siempre. Necesito un plan, algo que me dé ventaja. Pero ¿qué puedo hacer sin el One For All? ¡Es como si estuviera luchando con una mano atada a la espalda!"

La imagen de Rumi apareció en su mente, como un recuerdo claro.

"La Danza Lunar no es solo técnica, chico. Es instinto, es adaptarte al entorno y usarlo a tu favor. Pero tú no eres como yo. Necesitas ese poder tuyo para siquiera intentarlo."

"Exacto, no puedo hacerlo. Sin ese poder, soy... inútil." Mientras se castigaba mentalmente, tropezó de nuevo, esta vez con una montaña de peluches de una máquina destrozada.

Una lluvia de figuras blandas cayó sobre él: osos, pandas, incluso un pulpo color rosa.

—¡Esto no está pasando! —se quejó, quitándose el pulpo de la cara.

De repente, un enorme fragmento de metal se clavó en el suelo justo a su lado, haciendo que Izuku saltara hacia atrás por puro reflejo.

Vincent ya estaba allí, arrancando otra pieza del suelo con su fuerza descomunal.

Izuku giró y vio un puesto de helados aún intacto.

Una idea fugaz cruzó su mente. "¡Si no puedo enfrentarlo directamente, puedo al menos usar el entorno para ralentizarlo!"

Corrió hacia el puesto, esquivando trozos de metal y cables sueltos en el camino.

Una vez allí, se lanzó contra el carrito, empujándolo con todas sus fuerzas hacia Vincent.

El carrito chocó con el enorme cuerpo del Nomu, pero apenas lo hizo tambalearse. Sin embargo, el contenido, una avalancha de conos de helado derretidos, se derramó sobre el suelo, creando una trampa resbalosa.

Vincent pisó el charco y perdió el equilibrio por un momento, rugiendo furioso mientras intentaba estabilizarse.

Izuku aprovechó la oportunidad para ganar distancia. "Un segundo de ventaja es todo lo que necesito."

El parque era un caos a su alrededor, pero Izuku no podía detenerse.

No con Vincent pisándole los talones.

Izuku maldijo una y otra vez, sus pensamientos corriendo a una velocidad desesperada mientras intentaba idear un plan.

Se había ocurrido mandar a sus compañeros a cubrir más terreno, pero ahora, atrapado en la persecución, empezaba a arrepentirse de la idea.

Giró la cabeza por un momento al escuchar el ruido ensordecedor del carrusel siendo destrozado tras de sí.

Vincent avanzaba como un torbellino de destrucción, lanzando enormes caballos de madera por los aires, sus pisadas haciendo eco como tambores de guerra. Izuku tragó saliva al ver el caos.

"¿Cuánto costará reparar eso...? Espero que no me hagan pagarlo..." Pensó, mientras volvía la vista al frente.

Un cartel partido por la mitad le indicaba dos direcciones: derecha o izquierda. Pero la señal estaba destrozada, y no podía descifrar el camino correcto.

—¡Olvidé dónde estaba el acuario! —gritó, mirando frenético de un lado a otro.

Sus pensamientos le gritaban que decidiera ya.

Apoyó una mano sobre su pecho, cerró los ojos por un segundo y gritó:

—¡Derecha!

Corrió con la decisión firme... hasta que el enorme techo del carrusel cayó frente al camino derecho, bloqueándolo por completo.

Izuku se quedó helado, su dedo índice aun apuntando en esa dirección.

Parpadeó una vez, luego dos, y finalmente gritó con toda la fuerza de sus pulmones:

—¡Izquierda! ¡Dije izquierda desde el principio!

Volvió a correr, pero un rugido monstruoso le heló la sangre.

Vincent había aparecido detrás de él, avanzando a una velocidad que no parecía posible para alguien de su tamaño.

La expresión de furia de aquel Nomu ardía con una intensidad inhumana, sus ojos clavados en Izuku como los de un depredador.

—¡Estoy harto! —exclamó Izuku mientras esquivaba un proyectil de metal que pasó rozando su rostro—. ¡Voy a usar el One For All!

En ese instante, una sombra apareció junto a él y, sin previo aviso, sintió un golpe certero en la cabeza.

—¡¿Qué fue eso?! —jadeó, llevándose una mano al lugar donde le habían golpeado.

"¡Te dolió porque aún estás vivo, idiota! ¡No puedes usar el One For All ahora! Si lo haces, tu cerebro podría literalmente calcinarse."

Gruñó Shinomori mientras flotaba a su lado, su expresión severa.

—¡Pero si no lo uso, Vincent va a cortarme en pedazos! —rebatió Izuku, desesperado—. ¡Y tú solo me dijiste que no usara el Látigo Negro, Shinomori-san! ¡No mencionaste nada sobre el One For All!

Shinomori resopló, antes de comenzar a picotearle la cabeza con dos dedos.

"¡Eres un cabeza hueca! ¿Cómo esperas que el One For All funcione si ni siquiera piensas en lo que haces? ¡Por eso cabemos tantas personas dentro de tu mente!"

Izuku se quedó callado un instante, irritado y sin ganas de discutir.

—Si solo saliste para insultarme, podrías volver a tu lugar.

"¡Ni lo sueñes!"

Contestó Shinomori, mirando hacia atrás y evaluando la situación.

"Además, no es por molestarte, pero esa lluvia de metal tarde o temprano va a acertar. La suerte no es infinita, y tú la gastas como si creciera en los árboles."

—¡No es como que me guste estar en esta situación! —protestó Izuku, esquivando otro trozo de metal—. Pero de algún modo tengo que llegar al acuario para...

"¿Enfriar a ese tipo?"

Izuku asintió rápidamente, apretando los dientes mientras pensaba en Todoroki.

"El chico de la cicatriz en la cara, Todoroki Shoto, ¿él no congela?"

—¡Exacto! —respondió Izuku, viendo una pequeña esperanza—. Mi plan es llevar a Vincent al acuario. Allí, Todoroki puede congelarlo en un solo movimiento, convirtiéndolo en un enorme cubo de hielo.

"Ajá. ¿Y por qué no se lo pediste antes?"

Izuku negó con la cabeza.

—Si intentamos congelarlo aquí, Vincent aumentará su temperatura antes de que Todoroki logre enfriar siquiera la mitad de su cuerpo. Pero en el acuario...

Izuku respiró profundo antes de continuar.

—El agua tiene un calor específico más alto que el aire, lo que significa que puede absorber mucho más calor antes de cambiar su temperatura. En un lugar así, la temperatura de Vincent se disipará más rápido. Además, con la humedad del ambiente, Todoroki tendrá un entorno más propicio para crear una capa de hielo instantánea, atrapándolo antes de que pueda reaccionar.

Shinomori asintió lentamente, sorprendido por la precisión del razonamiento.

"Veo que aún queda algo más que serrín en tu cabeza, Izuku."

—¡No tengo tiempo para tus burlas! —gritó Izuku, mientras esquivaba una nueva ráfaga de metal y se dirigía hacia su destino con toda la velocidad que podía reunir.

¡ZONK!

Ambos giraron hacia atrás. Izuku logro esquivarlo mientras cortaba un costado de su muslo.

"Aún tengo una duda..."

Izuku, mientras corría con el aliento a punto de escaparse de su pecho, intentaba explicarse en voz alta, tanto para sí mismo como para apaciguar a Shinomori, que seguía picoteándole mentalmente como si estuviera empeñado en perforarle el cráneo.

—¡Escucha! En el acuario usan sistemas de enfriamiento extremo para simular el hábitat de algunas especies árticas... ¡Eso significa que tienen nitrógeno líquido o algún tipo de sistema criogénico! —Izuku esquivó un pedazo de metal que se clavó en el suelo justo delante de él, resbalando mientras intentaba recuperar el equilibrio.

"Entiendo la parte de congelarlo... ¿Y eso cómo va a detenerlo?"

Izuku jadeó, sintiendo cómo su corazón martillaba en sus costillas.

—¡El nitrógeno líquido tiene un punto de ebullición de -196 grados Celsius! Si Todoroki usa su quirk para enfriar aún más el ambiente, creará un entorno donde el calor que Vincent genere será neutralizado casi al instante.

"Hmm..."

Shinomori se cruzó de brazos, caminando casualmente en la mente de Izuku mientras este seguía corriendo como alma que lleva el diablo.

"Y si falla, ¿qué harás?"

—¡No va a fallar! —Izuku giró hacia la izquierda, saltando por encima de un banco volcado mientras otro proyectil metálico pasaba zumbando junto a su oreja. —¡Vincent depende de su quirk de calor para mantener su cuerpo funcional! Si reducimos drásticamente su temperatura corporal, su quirk se desestabilizará. ¡Incluso con su resistencia anormal, no puede ignorar la termodinámica!

"La termodinámica"... claro..."

Shinomori chasqueó la lengua.

"A veces eres demasiado nerd, chico."

Izuku frunció el ceño, esquivando otra lluvia de fragmentos metálicos.

—¡Y tú eres demasiado molesto!

Shinomori soltó una carcajada breve, señalando hacia atrás con su pulgar.

"Dime lo que quieras, pero más te vale acelerar. Ese Nomu ya está casi a tu sombra, y si la suerte no te abandona, te doy dos segundos antes de que te parta como un tronco seco."

—¡Lo sé, lo sé! —Izuku apretó los dientes, empujando sus piernas al límite mientras se acercaba al próximo giro.

"No puedo seguir así mucho tiempo. Mi cuerpo está al límite, y el OFA sigue siendo un riesgo enorme con estos reflejos de Shinomori diciéndome que me freiré el cerebro... Pero tengo que llegar al acuario. Todoroki y los demás cuentan conmigo. Es ahora o nunca."

Izuku tomó una bocanada profunda de aire, su vista fija en un enorme edificio cubierto con paneles que reflejaban luces azules, el acuario.

Su último y único refugio.

Izuku seguía corriendo, sintiendo cómo el aire le raspaba el rostro.

Los músculos de sus piernas gritaban en cada paso, y sabía que, a este ritmo, era imposible llegar al acuario antes de ser reducido a trocitos de carne.

Su mente barajaba posibilidades a toda velocidad, hasta que una idea fugaz cruzó como un rayo.

Se detuvo de golpe.

"¡¿Qué demonios haces?!"

Shinomori, que flotaba a su lado observando a Vincent con tensión, le reclamó de inmediato.

"¡¿Por fin estás tirando la toalla?! ¡¿Ahora?! ¡¿Por qué ahora?!"

Izuku giró en sus talones, fijando la mirada en Vincent, que venía a toda velocidad como un torbellino metálico.

—Cállate. —Izuku tenía los ojos entrecerrados, pero había un destello de decisión en ellos—. No me estoy rindiendo. Solo que ahora mismo me siento como un completo idiota.

"En eso tienes toda la razón."

Shinomori asintió, sin dudarlo.

—¡¿Quieres callarte ya?! —Izuku chasqueó la lengua con frustración antes de respirar hondo—. Escucha, he estado demasiado centrado en el One For All durante todo este tiempo. Preocupándome por las opiniones de ustedes... por qué siempre termino rodeado de problemas con este poder y la responsabilidad que conlleva.

Hizo una pausa breve, apretando los puños.

—Me he esforzado tanto en usarlo correctamente, en crecer con él, en hacerlo parte de mí... pero lo que dijiste antes...

Shinomori levantó una ceja.

"¿Lo de que Decay contrarresta el One For All?"

Izuku asintió, alzando la mirada.

—Exacto. Me dio una nueva perspectiva.

"¿Ahora te interesa escucharme? ¿Es en serio?"

—¡La próxima vez que esté dentro del OFA, haré que el cabello de betabel me diga todo! —Izuku señaló hacia Shinomori con impaciencia, su voz llena de determinación—. Pero por ahora...

Se giró hacia Vincent, quien seguía avanzando como una fuerza imparable.

—... parece que incluso yo he olvidado mis raíces.

"¿De qué estás hablando ahora?"

Shinomori lo miró como si estuviera loco.

Izuku alzó la voz, dirigiéndose directamente a Vincent:

—¡Está bien que me persigas! ¡Que persigas a Midoriya Izuku! Pero no olvides quién es Midoriya Izuku.

Adoptó una postura agachada, colocando la mano izquierda contra el suelo.

——————————

BA-DUMP

——————————


INTRODUCIR:  REALIZE - KONOMI SUZUKI

Shinomori abrió los ojos de par en par, adivinando lo que planeaba.

"¿No irás a...?"

—Escucha bien. —Izuku lo interrumpió sin apartar la mirada de Vincent—. Te equivocabas antes. No es que no confíe en mis compañeros. Lo que estoy por hacer, lo puedo hacer porque confío plenamente en ellos.

El suelo comenzó a crujir bajo la mano de Izuku, como si respondiera a su convicción.

BA-DUMP

—Solo que los aprecio tanto que no quiero que se mezclen en toda esta basura de la pelea del One For All y All For One. No soportaría verlos lastimados por mi mano.

Hizo una pausa y cerró los ojos un instante.

—Yo confío plenamente en mis compañeros. Y es por eso que puedo hacer esto.

El crujido bajo sus pies se intensificó.

"¿Vas a...?"

—¡Claro que no! —Izuku lo calló de nuevo, esta vez con una voz cargada de furia.

No iba matarlo.

BA-DUMP

Pero no estaba enojado con Shinomori, ni con Vincent.

Su enojo era con All For One por lo que había hecho a ese hombre.

Inspiró profundamente, con un nuevo fuego en su mirada:

—Las cosas se han complicado continuamente desde que recibí el One For All, pero estoy agradecido. He sobrevivido gracias a él, he crecido con él... —Hizo una pausa breve, apretando los puños—. Pero ahora es momento de regresar un poco a mis raíces y recordar quién soy.

Extendió los dedos, activando Decay.

—¡Por quien es por quien viene All For One!

¡BA-DUMP!

El corazón de Izuku palpitaba con fuerza, como si quisiera escapar de su pecho. Respiraba rápido, pero no era por el esfuerzo físico.

Era la adrenalina, la intensidad del momento, el peso de lo que estaba a punto de decir.

Casi en un susurro, pero lo suficientemente alto para que Shinomori —y quizás alguien más— lo escuchara, comenzó a hablar:

—Desde pequeño... siempre odié este poder. —Su voz era baja, cargada de sinceridad—. Tanto, que no podía aceptarlo... no podía aceptarme a mí mismo. Era como si llevara una sombra constante, como si todo lo que tocara se desmoronara, y no solo por Decay.

Hizo una pausa, su mirada fija en el suelo que empezaba a resquebrajarse bajo su mano.

—Pero cuando recibí el One For All, las cosas cambiaron tanto... que ni siquiera puedo reconocer quién soy ahora.

Shinomori lo observaba en silencio, su expresión serena, como si supiera que esas palabras no eran solo para él, sino también para Izuku mismo.

—Durante mucho tiempo pensé que nada importaba realmente, que no importaba cuánto lo intentara. Nada iba a cambiar.

Izuku apretó los dientes, su respiración se tornó más profunda, más controlada.

—Pero tal vez... la respuesta a ese pensamiento es esta: no, nada está obligado a cambiar. Nada va a moverse por sí solo... a menos que decidas moverte tú primero.

Alzó la cabeza, su mirada estaba encendida.

—Aceptarte.

Izuku titubeó un momento.

Las palabras que quería decir quemaban en su pecho, luchaban por salir.

Pero no era el momento.

No todavía.

Quería gritarlo.

Decirlo al mundo entero: "Ya no tengo miedo."

Pero la verdad era otra, y no tenía sentido mentirse.

—Sí, todavía tengo miedo. —Sus palabras eran un hilo de voz, pero firmes—. Pero no voy a dejar que ese miedo me detenga. No voy a usarlo como excusa para huir, para esconderme.

Una pausa breve, y luego, su tono se endureció:

—El viejo yo... habría dejado que ese miedo lo consumiera. Habría corrido, habría buscado cualquier pretexto para no actuar. Pero ese Izuku ya no existe.

Shinomori lo miraba con atención, pero no dijo nada.

—Pase lo que pase... sé lo que significa Laughing Boy. —La voz de Izuku era grave, casi solemne—. Dolor y muerte. Eso es claro, y no voy a negarlo. Es quien soy.

Una sombra cruzó su rostro, pero no duró más que un instante.

—Pero también sé que, al aceptar esa parte de mí, puedo usar este poder libremente, sin remordimientos. Sin dudas.

Las palabras comenzaron a fluir más rápido, con más fuerza.

—Incluso cuando este poder cobró tantas vidas... Porque este poder no es solo una carga. Es mío. Es parte de mí. Y con él, puedo salvar muchas más vidas de las que jamás podría contar.

Su mano izquierda presionó con más fuerza contra el suelo, y los crujidos se hicieron más profundos, como si la tierra respondiera a su determinación.

—¡Este es mi poder! ¡Porque Decay es mío! ¡Porque yo soy Decay!

Los ojos de Izuku brillaban con una intensidad feroz, como si estuviera desafiando al propio destino.

—Y si eso significa que debo cargar con todo lo que eso implica, entonces lo haré. Porque no importa qué tan oscuro sea el camino, siempre habrá una forma de usar este poder para algo más grande.

Su mirada se fijó en Vincent, un desafío silencioso en cada palabra que había pronunciado.

—Laughing Boy no es solo un símbolo de destrucción. Es una prueba de que, incluso en medio de las ruinas, algo puede renacer. Y no importa cuántas veces lo intentes, All For One... no voy a dejar que tomes eso de mí.

¡¡BA-DUMP!!

[Así que...]

El rugido de la destrucción resonó en todo el parque, una advertencia inevitable de lo que estaba por suceder.

Izuku extendió su mano izquierda con determinación, dejando que sus dedos se hundieran en la tierra suelta y fría. Un chasquido seco recorrió el aire, como si un gigantesco cristal se estuviera fracturando desde el núcleo mismo.

—¡VEN POR MÍ, ALL FOR ONE! —gritó con todo el aire de sus pulmones, sus palabras retumbando como un trueno. Su voz se quebraba entre desafío y dolor—. ¡VEN POR LAUGHING BOY!

A lo lejos, gritos de pánico comenzaron a alzarse, ecos dispersos de quienes habían advertido la inminente catástrofe.

Entonces ocurrió.

El suelo tembló bajo los pies de Vincent Turner, el Nomu.

Su cuerpo, endurecido y reforzado con capas de metal y acero, resonaba con un eco hueco mientras avanzaba a toda velocidad hacia Izuku.

Pero antes de que pudiera dar otro paso, una grieta del tamaño de un río desgarró la tierra entre ellos.

La fisura se expandió como si tuviera vida propia, ramas de destrucción avanzando con furia.

Desde la mano de Izuku, la energía corrosiva de Decay fluía como un torrente, descomponiendo no solo el suelo, sino todo lo que estaba en contacto con él.

Cada centímetro de terreno bajo el Nomu comenzó a ceder.

Las baldosas del parque temático se pulverizaban instantáneamente al contacto, dejando tras de sí nubes de polvo y una densa neblina que cubría el área.

Los escombros de estructuras cercanas, bancas, postes de luz, e incluso una pequeña tienda de recuerdos, eran devorados por la fuerza implacable de Decay, desintegrándose hasta volverse nada más que partículas flotando en el aire.

El sonido era ensordecedor.

Era como si miles de montañas se estuvieran desmoronando al unísono.

Un rugido grave y continuo que hacía vibrar los vidrios de las atracciones cercanas, muchas de las cuales estallaron en pedazos, esparciendo cristales por todas partes.

Vincent intentó mantener el equilibrio mientras el suelo bajo sus pies se desmoronaba.

Su tamaño colosal y su cuerpo reforzado parecían resistir el avance del colapso por un instante, pero fue inútil.

La gravedad, combinada con la ferocidad de Decay, lo empujó hacia abajo.

—¡RAAAAHHH! —rugió el Nomu, intentando aferrarse a algo, cualquier cosa.

Sus brazos recubiertos de metal golpearon desesperadamente las paredes del hoyo que se formaba a su alrededor, pero estas se deshacían tan pronto como sus dedos las tocaban.

El agujero no se detuvo.

La destrucción avanzaba como un depredador insaciable, devorando tierra y roca a una velocidad alarmante.

Lo que había comenzado como una simple grieta se transformó en un cráter gigantesco que parecía no tener fondo.

Las capas inferiores del terreno, expuestas por la desintegración, se derrumbaban una tras otra, formando un ciclo interminable de colapso.

Vincent, ahora completamente hundido hasta la cintura, forcejeaba con una furia animal.

Sus movimientos creaban ondas de polvo y tierra suelta que se esparcían en todas direcciones, pero cada intento de escapar era inútil.

Las paredes del cráter seguían cediendo bajo él, engulléndolo más y más.

Izuku mantuvo su mano presionada contra el suelo.

Podía sentir Decay fluyendo desde su palma hacia las profundidades de la tierra, como si se tratara de una extensión de sí mismo.

Cada partícula de suelo, cada fragmento de roca que tocaba, se descomponía en polvo fino que se alzaba en espirales a su alrededor.

Sus ojos, encendidos con una mezcla de concentración y rabia, no se apartaban de Vincent.

El cráter finalmente comenzó a estabilizarse.

Las capas de tierra y escombros se habían acumulado alrededor de Vincent, cubriendo su cuerpo metálico hasta los hombros.

Intentó moverse una vez más, pero los residuos y la tierra suelta lo mantenían atrapado como un ancla inamovible.

Sus rugidos reverberaban por el parque, pero el único sonido que realmente llenaba el aire era el continuo crujir del terreno bajo la influencia de Decay.

De repente, todo quedó en un silencio momentáneo, roto solo por el eco distante de estructuras que aún colapsaban.

La nube de polvo flotaba como una cortina espesa, cubriendo el parque temático y ocultando los colores brillantes que antes habían sido su característica.

Izuku levantó su mano lentamente del suelo, con los dedos temblando.

Respiraba con dificultad, pero su mirada seguía fija en el cráter.

—Vincent... Quédate ahí.—apretó el puño, su expresión endureciéndose—. No voy a permitir que sigas el camino que él te impuso.

Shinomori, quien había observado todo desde atrás, miró a Izuku con asombro.

"Eso fue..."

Izuku no respondió.

Su respiración era pesada, su cuerpo exhausto, pero sus ojos seguían enfocados en lo que tenía que hacer a continuación.

Izuku apenas alcanzó a dar un paso antes de que su cuerpo se tambaleara.

El cansancio lo golpeó como una ola invisible, quitándole toda la fuerza de golpe.

Su sonrisa, aún triunfante, se desvaneció en el instante en que sus piernas dejaron de sostenerlo.

—¡Ah! —murmuró, pero no tuvo tiempo de decir nada más.

THUD

Su cuerpo cayó directo contra el pavimento agrietado, provocando un sonido sordo que hizo eco entre los escombros.

"¿Qué demonios...?"

Murmuró Shinomori, con los ojos muy abiertos.

Por un segundo, su mente no pudo procesar lo que acababa de ver.

Izuku yacía boca abajo, inconsciente, con una expresión de tranquilidad absurda para alguien que acababa de caer de esa forma.

Shinomori dejó escapar un largo suspiro y se pasó una mano por el rostro, apretándose el puente de la nariz como si aquello pudiera calmar su frustración.

"No cabe duda... Este tipo es, sin lugar a duda, el cabeza más hueca que he conocido en mi vida."

Shinomori se acercó, agachándose junto a Izuku.

No había heridas nuevas visibles, pero su estado general dejaba claro que estaba agotado más allá de cualquier límite razonable.

A lo lejos, los gritos y el caos comenzaban a disiparse.

Algunos compañeros de Izuku empezaron a aparecer entre los escombros, sus voces llenas de preocupación al ver a su amigo inconsciente.

Shinomori se levantó con resignación, girándose hacia los demás.

La brisa fría de Hokkaido sopló entre ellos, mientras el parque se sumía en un incómodo silencio.

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