───capítulo tres❞


—¡Dami! —un grito lo sacó de sus pensamientos, giró su cabeza viendo como Daniela caminaba vestida con el uniforme hacia ellos.

—Hola, enana ¿Cómo estás? —preguntó Damián una vez estuvo cerca.

—Muy bien, joven príncipe —burlándose sonrió de oreja a oreja hacia el mayor, inevitablemente su mirada cayó sobre el peligris quien se había detenido a mirarlos —Hola, Ross.

Él no sonrió —Hola —sin decir más siguió su camino.

—Las cosas aún no mejoran del todo entre ustedes ¿no? —preguntó Damián siguiendo el paso de su hermano acompañado de la rubia.

—No, solo espero que podamos volver a estar cómodos como antes.

Lo entendía. Daniela y Eros habían sido mejores amigos de toda la vida, el hecho de que el mayor se le declarara semanas atrás había sido el motivo de que Daniela se alejase de él unos días tras rechazarlo y evitaba tener contacto ignorando sus llamadas.

—Dale tiempo ¿si? —pidió para luego sonreírle. La rubia soltó aire por su nariz, pasando un brazo por el antebrazo de Damián caminando levemente cabizbaja. 

—Venga camina rápido, llegaremos tarde.

—Son tacones YSL, con estos no caminas rápido, sino con estilo —corrigió regañándolo con gracia —¿Y tarde? para nosotros eso no existe.

Una vez llegaron a las grandes puertas del instituto se encontraron a Arthur y Dylan quienes conversaban amenamente con Eros. Cuando los vieron no demoraron en llamarlos para entrar juntos como siempre solían hacerlo y acomodándose en el centro, las puertas se abrieron seguidos por ellos quienes caminaban por los pasillos llenos, sus pasos lo único que rompían el silencio.

Los miraban son respeto y admiración después de todo no por nada eran el Élite Club, los mejores de cada clase. Siguieron su camino hacia su salón privado encabezados por Damián quien colocó su huella en el sensor y entraron uno por uno escuchando que el bullicio en los pasillos a sus espaldas volvía a la normalidad.

—¿Ya hicieron su inscripción? —preguntó el pelirrojo sentándose en un mueble de terciopelo azul.

—A mi ya hasta automáticamente me colocan —respondió la rubia soltando su cartera Chanel —Voy a ballet ¿seguirás en escritura y literatura, Arthur?

El rubio se sentó a su lado —No, voy a dibujo artístico este semestre —tomó un dulce de la mesa —Los profesores mejoran cada vez más con los detalles —comentó refiriéndose al dulce luego de probar el chocolate sintiendo un sabor único.

Sabía a prestigio.

—Ya voy a clases —dijo serio Eros quien sin decir o hacer más, salió.

—Yo también me voy —dijo Dylan —Ya que por culpa de alguien —enfatizó mirando fijamente a Damián quien se auto señaló mirándolo inocente —Tengo que hacer un recorrido a la alumna nueva.

—¿Una nueva? —preguntó Daniela —Becada, supongo.

—Si, ganó un concurso que hice en el Royal y es una pintora fantástica —halagó Damián —Yo haré el recorrido, así la conozco más —el azabache iba a salir cuando la menor se plantó frente a él impidiéndole la salida.

—Vamos a clase ya, llegaremos tarde, deja que Dylan haga el recorrido —miró al pelirrojo —Además él ya repitió el año, los profesores no le dicen nada.

—Gracias por ser mi amiga, eh  —giró los ojos el mayor.

—¿Tarde? para nosotros eso no existe —y sin más el azabache salió del salón, dejando una Daniela con mal sabor en la boca.

—Venga cariño, que los celos se te salen por las orejas —se burló Arthur quien en silencio había contemplado toda la escena.

—Incluso me bajó a mí —se quejó ofendido el mayor de todos —Todo por un hombre, que decepción —dramatizó.

—Ya cállense —tomando su cartera salió del salón seguida de los dos chicos quienes aún la molestaban.

Los salones no estaban lejos, les tocaba historia renacentista juntos. Entraron al salón que a pesar de estar casi lleno tenía sus asientos totalmente vacíos a excepción de uno que era donde se ubicaba Eros. Los demás estudiantes estaban parados conversando al final del salón, no siendo capaz de sentarse y escoger un asiento por ellos mismos hasta que los del élite club lo hicieran antes.

Arthur se sentó en la banca frente al profesor, justo alado de Eros, Daniela lo siguió sentándose en el centro del salón, dejando un asiento atrás de Eros, pues Damián solía sentarse ahí siempre. Dylan por otro lado se sentó alado de la rubia, y se hubiese ubicado atrás de su mejor amigo pero realmente no quería ocupar asiento cerca de "la bruja de historia" como le decían.

La maestra entró saludando a todos, y luego de dar los anuncios matutinos de que deben hacer la inscripción a su materia de especialidad, fue que el resto del alumnado tomó asiento, escogiendo estar lo mas lejos del elite club de ser posible.

La hora transcurrió tranquila, entre enseñanza y libros, pero además de una castaña que llegó tarde, Damián nunca entró por la puerta.

¿Donde estaría?


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—Mierda Lilium, ¡ya muévete! —gritó enojado su padre.

—¡Ya voy! —dijo caminando molesta saliendo de la casa viendo a su progenitor parado sosteniendo su bicicleta descuidada para que no cayera.

—Dios, que estrés eres —se quejó.

—Acabo de llegar del trabajo nocturno, papá —reclamó quitándole la bicicleta —¿Tú que hiciste además de beber toda la noche?

—No es de tu incumbencia —soltó sin más enojado buscando adentrarse de nuevo al departamento —Además estas avanzando y eres feliz, lo sé

—Si, claro —mintió. Mintió porque no le diría a su padre lo mal que la pasaba cada vez que regresaba a la casa, y el infierno ardiente que se encendía dentro de ella cuando él la hacía enfurecer por llegar tomado. 

Una presión en su pecho empezó a incrementarse, dando pequeños golpecitos a este negó con la cabeza al mismo tiempo. Eso es lo que le tocó, ahora lo único que tenía que hacer era sobrevivir a eso, a su vida, a esas noches y también a esas mañanas neblinosas.

Pestañeó varias veces intentando que las lágrimas dejen de acumularse en sus ojos. Debería dejar de ser tan sentimental, eso podría deprimirla y si quería seguir viviendo su día a día entonces debía tragarse el nudo en su garganta, porque tiempo para llorar era lo menos que tenía.

Subiendo a su bici manejó hacia la estación intentando no ensuciar su nuevo uniforme durante el camino, dejándola encadenada y a cuidado de un guardia tomó el tren que se dirigía a Kensington. Luego de aquella hora de viaje bajó del tren sujetando su mochila con fuerza.

Caminó por las lujosas calles viendo a personas elegantes y bien vestidas. Buscó con la vista una cafetería pues el hambre se hizo presente recordándole que no había comido desde la noche anterior, leyendo un letrero dorado brillante que decía "Montparnasse cafe" se encaminó hacia este pensando qué pedir y rogando no demorar.

—Buenos días —saludó el portero.

—Buen día —respondió intentando ingresar mas el cuerpo del hombre se interpuso en su camino. Lo miró cuestionando su acción.

—Carnet o Nombre, jovencita —solicitó. Sin entender muy bien a lo que se refería, sacó su cédula y se la entregó sin más —¿Ciudad de Hackney? Niñita, no tienes ni el dinero para comprar aquí.

—¿Disculpa? —dijo ofendida.

—Chiquilla, este es un cafe VIP de lujo, solo personas de Kensington tienen el derecho de comprar aquí —enfatizó —¿Pensaste que por usar esa imitación barata de uniforme ibas a entrar fácilmente? Piérdete. 

Con coraje en su mirada no dijo nada y simplemente se volteó. La ira la consumía ¿Que se creía la gente de este lugar? ¿Solo por vivir en una zona adinerada eran mejor que el resto? Estupidez completa, la situación era una basura.

Y le hubiese gustado no sentirse una basura también.

Acercándose al instituto dejó de ver gente y estudiantes, siendo todos transportados en carros y limusinas caras. Podía sentir la mirada de las personas que iban dentro de dichos vehículos juzgarle o mirarle mal por ir caminando.

Un carro blanco se aparcó a su lado, intentando ignorarlo quiso seguir su camino hasta que una voz femenina le llamó.

—¡Hey, becada! —se giró mirando a una pelinegra hermosa que vestí su mismo uniforme 

—¿Me conoces? —preguntó

—No realmente, pero nadie que asista al Golden Elite Art va caminando —dijo señalando su uniforme —¿Te llevo? —sugirió.

—¿A mi? —preguntó. Tal vez no todos eran unos idiotas en esa ciudad.

—No veo a nadie más —sonrió. Tenía una sonrisa preciosa, que la hacía parecer un ángel.

—¡Muchas gracias! —sonrió igualmente intentando acercarse al auto tomando la manija el auto intentó abrir la puerta hasta que recibió un manotazo en la misma. Retiro su mano adolorida y confundida.

La otra la miró con cinismo —¿Que? ¿De verdad pensaste que te iba a llevar? —dijo con un tono de voz distinto, de repente la chica que se presentó con ella había desaparecido —Ingenua.

Sin más, el carro arrancó dejándola ahí sin más.

Inexpresiva siguió caminando, las lágrimas llenando sus ojos al sentir tanta impotencia y vergüenza cegando su vista sin darse cuenta que ya había entrado al campus del instituto y mucho menos fijándose que se chocaría contra un azabache de sonrisa linda. 

—Perdón, lo siento —se disculpó el chico.

—Tranquilo —apartó su rostro apenada —Lo lamento, adiós —sonrió suavemente tomando su mochila que había soltado sin querer pasó alado del azabache sin mirar caminó directo al despacho de la directora.

Aquel golpe la había sacado de sus pensamientos trayéndola a la realidad. Estaba caminando por el campus del Golden Elite Art, se había ganado su lugar en el instituto y no iba a dejar que aquella gente rica y mimada hiciera o dijera lo que sea con ella solo por pertenecer a una clase económica notablemente inferior.

Tuvo una oportunidad y la iba a aprovechar. Caminó a la oficina directiva y luego de intercambiar palabras e indicaciones con la secretaria agradeció saliendo y buscando su salón olvidándose completamente del recorrido que le comentó la mujer tenía que hacer. Revisó su horario y leyó el número del salón y la materia que se impartiría ahí.

Salón A3, historia renacentista.

Sin más y luego de varios minutos finalmente encontró el dichoso salón, pidiendo permiso a la profesora para entrar y sentándose atrás de un peli grisáceo. Acción que creó una hola de murmullos en el salón, percatándose de eso miró a los demás viendo cómo todo el alumnado la miraba con preocupación y desapruebo.

Supuso que era porque se notaba que era becada, e ignoró todo a su alrededor.

Y tal vez, no debió haberse saltado el recorrido.




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buenaas <3
ahora sí, empecemosss

Charlotte

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