32. Tan complicado.
Claire McCarthy
—Me da el resumen de lo que descubra.
Eso de "descifrar" lo debería decir yo y no él. El misterio que habita esta zona es él, a quien nunca se le entienden muchas de las referencias que hace y quien no revela su verdadera identidad.
Yo al menos si tengo una identidad.
<<Cínico>>
—¿Ha notado que ya se acerca el fin del año? —cambia de tema. Es cierto, el último mes del año está por llegar—. Época engañosamente feliz y deprimente, donde los sentimientos luchan entre sí.
Miro al comunicador y me pierdo en los recuerdos. "Donde los sentimientos luchan entre sí" No pudo definirlo mejor. La felicidad de las fiestas y al mismo tiempo el sufrimiento por estar lejos o con depresión ante los que ya no están.
—¿Ha tenido sensaciones así por esas fechas?
—Sí, supongo que es normal. ¿Usted las ha tenido?
—Sí… ¿Puedo saber cómo las ha experimentado?
—Solía mirar por una ventana en cada fiesta diciembrina. No miraba nada en particular, sólo al vacío o al cielo nublado, pensando en el dolor y la presión que tenía encima, pero aún así estaba agradecido por tenerla —hace una pausa—. Supongo que solía pensar que tenía suerte por tener un lugar y por vivir sin entender que jamás había vivido realmente, lo cual logré entender con el tiempo y la llegada de las depresiones.
Levanto las cejas. Esa historia es extraña, entendiendo que es algo de su pasado, pero de forma no reveladora.
—¿A qué se refiere con no haber vivido realmente?
—A una verdad, nunca he vivido realmente, solo he sobrevivido. Toda mi vida se basó en ello y no quería aceptarlo —suspiro escuchando sus palabras—. ¿Tú si has vivido, Claire? Ya no estás hablando con un criminal, ni yo con una militar. Vamos a fingir ser extraños por un momento.
Salivo. Eso me tomó por sorpresa.
Él no suele hablarme así. Son pocas las ocasiones en las que lo ha hecho y esta vez es muy directa.
—Supongo que sí. Aunque… ¿cuál es tu concepto de vivir? —odio que con él siempre quiera saber lo que piensa.
—Para mí es tener una vida propia libre y no atada. Pensar por uno mismo y no por órdenes. Querer ser quien eres y no quien esperan que seas. Vivir es tener una personalidad propia.
Pienso por un momento qué respuesta dar.
—Creo que sí... Me gusta creer que sigo mi propia vida y hago lo que quiero aunque me lo prohíban.
Deja de hablar. ¿Ahora por qué lo hace?
—¿Por qué te callas?
—No lo sé.
—Empiezo a creer que estoy loca y que eres un invento de mi cabeza. Espero que sea así, porque no entiendo muchas cosas que estoy viviendo actualmente.
Ríe tranquilamente.
—¿Tu mente me imaginó según lo que quieres, Claire? —dice algo divertido.
Levanto una ceja.
—Por supuesto. Qué soldado no querría imaginar cómo atrapar a un criminal tan complicado como lo es Ladino. Poder tenerlo y poseerlo...
—¿Tenerme y poseerme? —no me deja terminar la frase—. Mi capitana, ¿qué clase de manera de decirme que sea suyo es esa? —bromea.
Libero aire por la boca. <<Este hijo de...>>
—Poder tenerlo y poseerlo tras las rejas de la prisión. —repito y termino mi frase hablando entre dientes.
—¿Y si nos ven los guardias de la prisión? Le gusta la adrenalina. —sigue con el doble sentido, provocando que me cruce de brazos.
—Pues los invitamos. —me rindo, siguiéndole el juego. Busca molestarme, así que yo también lo haré.
—¿Soldados femeninas y masculinos por igual?
—Negativo. Solo masculinos. Aquí quien la pasaría bien debo ser yo, el capturado no tendrá privilegios.
—Uno masculino y una femenina. Dos para dos.
Me muerdo la lengua con poca paciencia.
—Perfecto, ¿usted se va con la soldado y yo con el soldado?
—No, usted viene conmigo.
Entrecierro los ojos. <<Este maldito>>
Aunque… De la nada me imagino una escena así. No con más soldados, sino él y yo en una celda sintiendo el peligro y la adrenalina por todos lados.
<<Quieta, Claire>> Me doy un golpe mental. ¿Qué clase de imaginaciones son esas?
—Cállese —escucho su risa al otro lado—. Muy bonito, ¿no? Siga burlándose y molestándome, pero el día que me canse y lo atrape por diversión seré yo quien lo moleste desde su celda.
—La puse nerviosa.
—¿Eso cree? Al parecer no sabe lo que es poner realmente nervioso a alguien.
—¿Y usted sí?
—Tal vez —miro la hora—. Tengo que volver a mi trabajo, así que adiós. Lo estaré vigilando, criminal.
Cuelgo la llamada y me preparo para regresar a la central.
Esta vez lo hago sin tener que guardar el comunicador. Lo llevaré al comando porque allí de todos modos no funciona.
Ya hablé con Ladino y mantuve la normalidad con él para no hacerlo sospechar. Dudo que descubra que fui yo quien actuó el día del intento de secuestro de los Alpha porque no dejé pistas en el lugar, así que no le daré importancia.
Ante lo demás tendré que seguir con las acciones que ya he implementado: Espiar, escuchar y ver cada detalle. Todo ello centrado en el soldado informático.
Veamos si vuelven a implementar reuniones.
•••
Han pasado los días. Días en los que hubo una reunión en la habitación secreta en la que revelaron un dato que será noticia. Al parecer el general ya tomó una decisión sobre la captura de Ladino.
Les hará saber a todos que Anyel Duperli no es Ladino. No sé cómo lo hará, ya que Arévalo explicó que de eso se encargará el general. Lo que sí sé es que sucederá pronto porque la información se dió con la intención de preparar a los soldados involucrados.
El asunto de Anyel Duperli sigue siendo un interrogante para mí. No entiendo del todo quién es él en todo esto. Ladino alguna vez mencionó que no era un inocente, pero eso no explica su papel. ¿Es cómplice o alguien a quien se le paga? Debe ser una razón de peso porque no cualquiera puede entregarse y hacerse pasar por un criminal de renombre. Me inclino a pensar que es alguien contratado para mantener la fachada... Le dieron dinero para ir a la cárcel, fue liberado y desapareció. Después de todo, no parece tan mala idea.
Hace días también despertaron Lavoie y Dallos, les dieron una especie de tratamiento y tienen días de incapacidad.
Recibo mi turno con la sorpresa de que aún no se ha presentado ninguna novedad sobre el caso Ladino.
La noche la paso realizando el primer control de patrulla y organizando la documentación Alpha en detalle a altas horas de la noche. El sueño está presente en determinados momentos, pero mi subconsciente no deja que amaine. Ya estaba muy acostumbrada a tener sólo turnos de día y volver a hacer turnos de noche cuesta un poco.
"Situación de entrega voluntaria en zona fronteriza. Solicitud de presencia superior en puente fronterizo #1. Guardia soluana presente con sujeto buscado especial"
Ese comunicado llega a las cinco de la mañana y me hace perder el sueño, activando mi mente y mi cuerpo.
¿Entrega voluntaria? Me hago esa pregunta mientras salgo de la central y tomo un vehículo militar para dirigirme al lugar indicado. Debe ser un criminal de talla media, pero no entiendo cómo puede ser una entrega voluntaria si la guardia soluana está presente.
Llego al puente #1 en cuestión de minutos y me sorprende que a pesar de ser una zona poco transitada hay una gran aglomeración de periodistas. Muchos grabando y haciendo transmisiones en vivo. Eso no es algo común en un área de este tipo.
Paso entre ellos, quienes no pueden acercarse al inicio del puente por la presencia de mis soldados.
Además de los delincuentes, los periodistas también son una de las razones por las que usamos casco. Aunque a ellos no les interesa grabarnos a nosotros, sino a quienes capturamos, pero el riesgo de que graben nuestros rostros siempre está presente.
En medio del puente donde se encuentra el río que separa ambos países, se encuentran algunos de mis soldados junto con algunos soldados soluanos y un hombre que reconozco al instante.
Anyel Duperli está retenido por la guardia soluana, que lo tiene esposado.
—Ella es una de nuestras superiores, es nuestra capitana. —comenta una mujer soldado mirando a quien parece ser el superior de los demás soldados.
—¿Es eso cierto? —se dirige a mí el soldado soluano luciendo su distintivo uniforme gris.
—Sí, soy la capitana McCarthy líder de la tropa Alpha —indico mi rango en el uniforme—. Exijo una explicación de la situación.
—Atrapamos a este varón tratando de llegar a uno de los puentes que conduce a su país. No tiene documentos y lo íbamos a llevar al edificio de nuestra unidad, pero él asegura querer entregarse ante ustedes y no ir con nosotros. Requerimos verificación de su identidad y testimonio. —el acento soluano es tan evidente.
—Cualquiera de mis soldados pudo darles esa constatación —me giro para mirarlos—. ¿Por qué no la dieron?
—Eso le quisimos explicar al comandante soluano, pero no quiso escucharnos. Afirmó que sólo hablaría con un superior. —un soldado responde a mi pregunta.
—¿Por qué la insistencia en querer a un superior presente cuando mis soldados están aquí? —le hablo al soldado que al parecer es el comandante.
—Los soldados rasos no tienen el entrenamiento adecuado para afrontar algo tan delicado como esto. —hago una expresión de desaprobación que no se ve por mi casco.
—El hecho de que no tengan rango no les quita su formación y conocimientos. Además, cada uno lleva su dispositivo policial —saco el mío y me acerco a Duperli, a quien le hago colocar su huella dactilar. El dispositivo revela su identidad encontrada en el sistema y se las muestro a los soluanos—. Este hombre es Anyel Duperli, un fugitivo y criminal buscado a nivel nacional —informo—. Nosotros nos ocuparemos de él —le hago una señal a dos de mis soldados y estos toman a Duperli—. Gracias por habernos informado sobre su entrega.
Me doy la vuelta y mis soldados imitan mi acción, en dirección a nuestro lado fronterizo.
—No queremos que criminales de ese nivel pisen nuestras tierras, así que hagan bien su trabajo porque veo que son muy holgazanes —espeta el comandante, haciéndome detener—. Nuestra nación no es una tierra de crimen y ustedes lo saben. Ya estamos cansados de tener que lidiar con sus criminales que intentan entrar a nuestro país.
Y esa es la razón por la que la zona no es muy transitada, ya que las fronteras no están abiertas. Soluth tiene prohibida la entrada, ningún noivano ilegal es bienvenido.
—Entonces construyan muros. Trabajen por cuidar de su país en lugar de estar desmeritando el trabajo de mis soldados, que tienen verdadero entrenamiento y no un puesto comprado, los cuales día a día enfrentan todo tipo peligro con tal de cuidar lo poco que queda de la nación.
Reanudo el paso y mis soldados me siguen. Los soldados soluanos guardan silencio sin saber qué decir. Para nadie es un secreto que los militares de Soluth cuentan con las mejores armas, edificios e influencias que los hacen fuertes. Sin embargo, Noivax es quien tiene los soldados mejor entrenados.
Mis soldados cubren el rostro de Duperli cuando pasamos entre los periodistas, ya que esto no es un evento público.
Llevamos a Duperli al vehículo militar que traje. Dos soldados se suben a sus extremos, en los asientos libres mientras yo conduzco y el soldado Ávila es mi copiloto. Arranco el auto y salgo del lugar seguida por las motos de los patrulleros.
La carretera fue bastante accesible hasta llegar al cruce que nos permite encontrar el camino a la central.
Este cruce, donde hay establecimientos comerciales, está infestado de civiles y periodistas. Por mucho que enciendo la sirena y toco el claxon, estos no abren el paso. Noto que las motos están detrás y no les permiten avanzar al frente para apoyarnos.
—¿Desde cuándo los civiles y los periodistas saben dónde operamos de manera tan rápida? —espeto.
—Los periodistas de la frontera estaban transmitiendo. Me imagino que todos quieren ver al famoso Ladino con sus propios ojos. —expresa Ávila.
—Pues este no es el momento —abro la puerta—. Tan pronto como abra el paso, conduzca hacia la central. Yo luego los alcanzo. —bajo del vehículo y el soldado se pone al volante.
—¿Es cierto que el criminal Ladino se entregó?
—¿Podemos entrevistarlo?
—Puedes darnos detalles.
Los periodistas me invaden con preguntas. Suspiro y levanto mi fusil sin ninguna intención de dispararles. Me estoy viendo obligada a imponer autoridad o no me dejarán abrir el paso.
—¡No se darán declaraciones! ¡Todos a un lado! ¡Ahora! —mantengo mi arma visible y con el codo empujo a las personas que bloquean el paso. Eso funciona, pero me llevará mucho tiempo—. ¡Se quitan o empiezo a repartir multas y a hacer actas de pedido para quitar licencias profesionales! —opto por algo más sencillo.
Eso asusta más que nada a los periodistas y poco a poco se van abriendo paso. Dirijo con mis manos al vehículo donde llevan a Duperli para que avance mientras sigo retirando civiles del camino. El vehículo logra salir de la multitud aunque primero intentó detenerse para que yo pudiera subir, pero si lo hacía los periodistas volverían a estorbar.
El vehículo y las motos toman el camino hacia la central y, en un abrir y cerrar de ojos, los periodistas también salen en autos, haciendo que el cruce se vuelva solitario y solo los comerciantes se queden velando por sus negocios.
Aunque no me preocupo, no podrán llegar a la central porque los militares de guardia los detendrán a unos metros.
—Entonces es cierto que Ladino se entregó. —susurran a mis espaldas cuando estoy en un rincón respirando hondo ante la soledad.
Giro la cabeza después de quitarme el casco, ya que no hay público, para mirar de soslayo a Ladino. Viene con un rostro nuevo: Cabello castaño, ojos azules, cejas no muy finas y rasgos diferentes.
—¿Acaso se está entregando a mí ahora mismo?
—Oh, es verdad. Me corrijo: Entonces es cierto que el falso Ladino se entregó.
—¿Cómo lo supo? —quiero entender cómo tanta gente lo sabía.
—Me gustaría decir que por diversa información, pero esta vez no fue así. El rumor de que Ladino se rendiría hoy a las cinco de la mañana se extendió por muchas calles y por el bajo mundo. Es como si todo estuviera planeado, así que vine aquí para verlo con mis propios ojos.
—¿Y por qué vino aquí y no a la frontera?
—Demasiados ojos militares sobre muy pocos civiles. En este lugar hay más ojos civiles que militares.
—¿El rumor también indicaba los lugares por donde pasaríamos?
—Sí, los periodistas señalaron los lugares de paso y por eso la multitud.
Ladino se posiciona a mi derecha y su presencia cercana me hace sentir extraña. No lo había visto desde... desde que pasó lo que pasó.
<<Deja de pensar en él y en ese desliz>> me repito.
—¿Y por qué cree que Duperli se entregó? —pregunto sin mirarlo.
—No lo sé bien, pero estoy ansioso por saberlo.
—¿Y cómo lo sabrá?
—Estoy en todas partes, mi capitana. Tarde o temprano lo sabré todo. —pongo los ojos en blanco.
—O tiene a alguien que le cuenta todo.
Se ríe. Esta vez no guardó silencio.
—Usted siempre encuentra una posible explicación para todo. Es entretenido escuchar cada una de ellas.
—¿Soy su payaso de entretenimiento o qué? —increpo sin humor—. ¿Sabe algo? —inhalo, dejando caer mi casco al suelo—. Ya tuve suficiente, usted será mi entretenimiento en la cárcel.
Me lanzo sobre él y lo empujo hacia la pared de un edificio donde su espalda golpea con esta. Lo agarro por su chaqueta color vinotinto y lo miro a los ojos.
—Aunque todavía no. Pero a su debido tiempo lo será. El día que lo atrape y lo espose, será inolvidable —me mira confundido. Suelto su chaqueta y pongo mi antebrazo en su cuello—. Mientras tanto, en su vida vuelva a considerarme su payaso de entretenimiento. —lo amenazo.
—Yo no dije eso... Si usted fuera mi payaso de entretenimiento estaría haciendo todo lo que yo quisiera como otros que realmente lo son.
Intensifico mi agarre.
—Qué belleza, así que acepta ser un manipulador —espeto—. El día que lo atrape y lo espose le haré revelar muchas cosas.
—Quiero ver que lo intente. ¿Cree que una simple captura, esposas y unos militares interrogándome me harán hablar?
No le respondo, sino que sonrío y me toco un colmillo con la lengua.
Lo veo pasar saliva mientras me mira.
<<Ay Ladino, no sabes cómo llevo las cosas en mi mente>>
Lo suelto y me alejo de él para recoger mi casco. Empiezo a caminar hacia una concurrida calle donde hay taxis y vehículos particulares. Ladino va a mi lado, pero lo ignoro al igual que él lo hace conmigo.
De la nada Ladino me abraza cuando estamos en plena calle y me besa en la mejilla. Permanezco inmóvil ante esta acción y mi cuerpo no reacciona.
—Hasta luego, mi capitana —susurra cerca de mi oído—. Suerte. —no entiendo la última parte.
—¡¿McCarthy?! —la fuerte voz del coronel me hace explayar los ojos.
Ladino sonríe alejándose de mí. Lo ignoro y miro detrás de él. A varios pasos está el auto del coronel desde donde este nos mira con expresión desconcertada.
Ladino debió verlo de lejos y quiso molestarme. <<Me la pagará>>
—Entonces te veo luego. —le hablo a Ladino fingiendo amabilidad, despidiéndolo con la mano.
Él oculta su risa pasando por mi lado, yéndose y yo sonrío para no pegarle.
Me acerco al auto del coronel.
—Coronel, buenos días. No sabía que llegaría hoy.
—Solo se lo informé a Mena… ¿Qué hace usted aquí? ¿No ha terminado ya su turno?
—Se presentó una situación. Ladino se entregó y tuve que acudir al lugar porque la guardia soluana así lo exigió. —el coronel se sorprende.
—¿Ese criminal se entregó? ¿Guardia soluana? No me han informado de ello. Suba, la llevaré a la central mientras me explica la situación.
Tomo su palabra y me subo al auto. En el camino le cuento los hechos detalladamente y él lo entiende todo, todavía lleno de sorpresa. Me identifico, es increíble que un criminal se entregue voluntariamente y todavía no se sepa el por qué. Aunque no me sorprende como debería porque conozco la realidad y el truco oculto de toda esa acción.
—¿Y quién era ese hombre? —indaga casi llegando al comando—. Sé que usted se quedó allí para ayudar a abrir paso, pero ese hombre con el que hablaba parecía ser un amigo suyo.
—Sí, es más bien un conocido. Es un civil que vive en la zona 2 donde yo antes laboraba. Lo conocí porque yo hacía revisiones en la zona de tiendas y él se la pasaba ahí mucho tiempo así que fue inevitable no hablarnos en ocasiones. —miento.
—Que bien... ¿Y cómo se llama? ¿Confía en él lo suficiente para permitirle ver su cara? En estos tiempos no se puede confiar en nadie.
—Se llama Vikram —el primer nombre que se me viene a la mente es el del caballo de mi hermano—. Y, sí, es de confianza. Él es un buen hombre. —ni yo me creo semejante mentira.
—Ya veo, pero aún así no debería confiar en hombres extraños.
Después de eso no volvió a hablarme hasta llegar al comando. No le di importancia a eso, ya que lo que quiero saber es por qué Duperli se entregó y así entender el plan de Baker o mejor dicho: Su forma de atrapar al verdadero Ladino.
Hay un hilo en todo esto y quiero ver dónde termina.
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