26. Sin juegos.
Claire McCarthy
Voy a la central con Giulio, ya que pasé la noche en casa de sus padres. Los Grimaldi fueron una pareja de militares muy respetada en su época y grandes amigos de mis padres.
Tuve la idea de preguntarles si sabían algo sobre el día del operativo fallido, pero no lo hice para no darle más sospechas a Giulio. Es mejor hacer mis preguntas cuando él no esté, en estos días que quedan debo seguir hablando con él como siempre; hablar sólo de cosas externas para no recordarle mis actitudes.
La noche fue buena. No obstante, algo la hizo confusa y fue una llamada de Villin. Me llamó para preguntarme dónde estaba y si me encontraba bien. Respondí a sus preguntas, pero no recibí ninguna explicación del por qué, simplemente me dijo que mañana el comandante hablaría conmigo en la central y que me cuidara.
Es obvio que algo pasó y, por la forma en que me pidió que tuviera cuidado, puedo apostar cual es la razón. <<Ladino>>
—Qué sadismo —comenta Giulio cuando vamos en el taxi—. Asesinaron a cuatro prisioneros de la principal... Pero, vaya, ellos eran los secuestradores.
—¿Cómo dices? —indago ante esto.
—Mira las noticias. Están difundiendo algunas imágenes por todos los medios.
Me pasa su celular y leo la noticia:
Cuatro por uno: Alias Can manda a asesinar a cuatro presos de la prisión principal por venganza.
El delincuente buscado por diversas fuerzas militares de varios países habría contratado a un asesino para realizar un trabajo, el cuál consistió en degollar a cuatro prisiones que anteriormente lo habrían acusado de ser líder de secuestros militares.
Los presos murieron antes de ser vistos por los guardias penitenciarios y el presunto asesino fue identificado como "Sin Nombre", un preso condenado a cadena perpetua. Esto se sabe gracias a las imágenes difundidas donde aparece como autor principal.
Me salto el resto de datos que facilitan para ver las imágenes. Estas son atroces y me crean dudas sobre el hecho de que no hayan sido censuradas.
En las imágenes se observa que el asesino escribió frases con una especie de arma cortopunzante en la espalda de los secuestradores. Cada uno tiene una frase diferente que deja mucho que pensar:
"Nadie me acusa de algo sin ser responsable"
"Todo hombre acepta su trabajo"
"Serás el próximo cuando te encuentre"
"No es una advertencia, es una amenaza"
Me llevo la mano a la frente cuando veo las otras imágenes. El asesino es tan descarado que se tomó una selfie con los cadáveres. Aunque no es como si le importara ser descubierto, tiene cadena perpetua y ya no puede ser sentenciado más.
La última imagen es la más impactante, ya que se puede ver cómo pintaron las paredes y el piso de la celda con la sangre de los cadáveres.
Si eso les pasó a los cómplices, no quiero ni imaginar lo que Can le hará al autor intelectual. Sea quien sea, se ha ganado un enemigo muy peligroso.
—Qué mente tan perversa la de ese asesino. —digo al aire.
—Concuerdo totalmente. Pero, ¿viste las frases? Están asegurando que Alias Can no fue el causante de los secuestros y amenaza al verdadero culpable... Acaba de dejar una inmensa incógnita.
—Si las vi… no tengo palabras para expresar lo que eso me dejó pensando. Simplemente me dejó en claro que hay un culpable y que todavía está libre.
Llegamos al comando 1, por lo que ingresamos a este para recibir nuestros puestos sin distracciones.
Me pongo el uniforme y me dirijo directamente a la oficina del coronel donde el comandante me citó mientras que Giulio sigue otro camino en busca de sus compañeros.
El asistente del coronel me deja entrar sin preguntar nada. En el interior de la oficina me encuentro con la presencia del coronel, el teniente coronel, el comandante, Katz y Villin.
Ellos se vuelven hacia mí cuando cierro la puerta a mis espaldas.
—Buenos días —saludo y todos me devuelven el saludo—. Usted me citó, comandante, ¿sucedió algo?
—Así es, capitana. Por favor, tome asiento —lo hago—. A medianoche surgió una situación en el comando 2. Un civil callejero llegó al comando para dar un mensaje, el cual fue escuchado por el capitán Katz, la teniente Villin y otros soldados. Este mensaje fue una advertencia para usted, donde se resaltó su reconocimiento por parte del criminal Ladino.
Hago una expresión de sorpresa y nervios, fingiendo que no sabía que en cualquier momento Ladino haría algo así.
—¿Mi reconocimiento? Pero, ¿Ladino no estaba encarcelado? —continuo la actuación.
—Estaba, bien dicho —interviene Katz—. Cuando informé lo sucedido, se le notificó la novedad a los guardias penitenciarios para verificar el estado de Ladino en prisión y descartar su participación. Sin embargo, cuando acudieron a su celda no lo encontraron. Lo que sí encontraron fue a Sin Nombre limpiándose las manos llenas de la sangre de los cómplices del secuestro militar... Los guardias de la principal son unos inútiles.
—¿Eso quiere decir que Ladino escapó y fue directo al comando a amenazarme? —pregunto incrédula. No entiendo por qué aquellos hechos coincidieron, Duperli escapó justo cuando Ladino actuó... Esa es una gran coincidencia que me crea enigmas.
—Así es —ahora habla el coronel—. Al parecer Ladino la reconoció desde el día del fallido operativo y su captura. Él sabe que usted es Claire McCarthy, la capitana Delta.
Me llevo un puño a la boca y sacudo la cabeza.
—No puede ser... ¿Y qué tipo de amenaza hizo? ¿Qué más dijo el civil? ¿Vió a Ladino?
—Dijo que tuviera cuidado —interviene Villin—. El civil es un drogadicto, ni siquiera estaba en sus cinco sentidos, solo declaró que un hombre le ofreció dinero y le dijo todo lo que debía repetir en el comando. Él aceptó el dinero porque le era útil para comprar alucinógenos, pero no recuerda su cara ni nada más.
—En su ropa encontramos un micrófono oculto y afuera del comando encontramos un auricular, por lo que suponemos que Ladino se aseguró de que el civil cumpliera con lo acordado —luce preocupado el comandante—. Una vez más tenemos a ese gusano libre. Anteriormente todos estábamos felices creyendo que no nos volvería a molestar. Justo ahora se libera y, más encima, amenaza a un soldado... ¿Qué quiere ese desgraciado de nosotros?
De la institución no sé si quiere venganza o burlarse. Pero de mí si sé lo que quiere, quiere que me vaya...
—Intentemos calmarnos un poco—el coronel se levanta—. Debemos mantener la mente fría con un evento próximo a realizarse. Debemos tomar medidas de seguridad más severas para ese evento. Por el momento McCarthy no irá hoy a recibir a los invitados importantes. Lo haré yo con los Beta. Usted estará a cargo de la seguridad de la planta junto con sus Delta.
—¿Por qué?
—Porque no voy a arriesgarme a un ataque donde puedan venir tras usted y los invitados. Ya lo decidí. También creo que sería prudente que pasara la noche en los alojamientos.
—¿Pasar la noche en un alojamiento? —inquiere Katz—. ¿No es más fácil asignarle una escolta para que la lleve a casa?
—No —el coronel lo mira serio—. ¿Usted cree que es más seguro tener una escolta a comparación de toda una guardia y edificio vigilado las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana?
Katz se abstiene de responder. Y esta vez estoy de acuerdo con el capitán, hubiera preferido la escolta.
—Ya que tomaron nuestras versiones, ¿tenemos permiso para retirarnos? Hace muchas horas que no duermo. —pregunta Villin.
—Sí, permiso concedido. —informa el coronel y tanto la teniente como el capitán se marchan.
Tras irse, miró a los dos hombres.
—Coronel, no creo que mi situación sea tan extrema como para quedarme en el alojamiento, creo que una escolta es más que suficiente.
—Créame, lo es. Al menos debería quedarse hasta que termine el evento, Ladino puede estar usando su amenaza para distraernos y poder atacar en el evento. Justo como lo está haciendo alias Can.
Parpadeo.
—¿Alias Can? Sí vi las noticias sobre lo que hizo pero no entiendo, ¿es el culpable o no?
—Por supuesto que lo es —es el comandante quien responde—. Él cree que con esas imágenes lo vamos a tomar por inocente. Ese bastardo es culpable, que casualidad que acaba de hacer asesinar a los únicos que pueden testificar en su contra. Debe estar planeando algo y quiere distraernos.
Lo que explica el comandante tiene sentido si lo vemos desde el lado de la institución, pero si lo veo desde mi perspectiva de culpable ajeno, todo cambia.
—No hay más discusión. McCarthy se queda en el alojamiento, los comandos buscarán a Ladino y Can, y se reforzará la seguridad —se impone el coronel—. Regresen a sus puestos. No podemos distraernos ni un poco más.
El comandante y yo nos vemos obligados a abandonar la oficina. Nash se vuelve hacia mí y saca su teléfono celular.
—Como permanecerá aquí y tiene un castigo pendiente, le enviaré más tarde algunos documentos que necesito que suba a la base reflejo. Así se demore muchas horas, los necesito listos para mañana, son las capturas listadas del mes.
—Sí, señor. —había olvidado ese castigo.
Cada uno toma su propio camino y maldigo internamente. Ese castigo no me permitirá escaparme esta noche, ya que, por supuesto, tenía pensado huir esta noche y hablar con Ladino.
Es más que evidente que el peligro sólo existe para los soldados. Realmente no estoy corriendo ningún riesgo, bueno, eso es lo que quiero pensar.
No sé por qué Leclerc tuvo que optar por dejarme en el comando, sé que lo hace por “protección” pero me da rabia. Y el castigo de Nash me enoja aún más.
Lo hizo para asegurarse de tenerme aquí, para entretenerme y evitar que pensara en irme. ¿Parezco el tipo de persona que escapa siguiendo sus reglas?
Sonrío. Quizás un poco, pero no se lo he dejado en evidencia a los militares. Aunque es obvio que el comandante lo hace por descarte.
Ni siquiera puedo salir un momento y traer el comunicador porque Ladino lo tiene programado para no servir en los comandos.
Qué más da. Ya sabía que me mantendrían vigilada tras Ladino comenzar el plan, aunque pensé que sería con escolta y me sería fácil escapar de ellos. <<Mañana veré cómo escapar y hablar con el criminal>> Algunos soldados no me van a detener.
El día pasa y cae la noche, noche donde me dedico a hacer lo que el comandante me ordenó. Lo hago en la sala del comando más alejada y solitaria para no tener distracciones. Es una de las oficinas de archivo de documentos qué está en plena remodelación. Hago esto para no tener que aguantar a los Warren que deben estar en los alojamientos.
Llegan casi las dos de la mañana y por fin termino de subir los documentos. Guardo la laptop sintiendo los ojos pesados y los cierro por un momento.
Unos pasos me levantan. Estoy desorientada. Sigo sentada, con la cabeza en el escritorio; no sé qué hora es, pero puedo ver una luz que se asoma por debajo de la puerta, parece como si alguien estuviera caminando por el pasillo.
Me froto los ojos. Es raro que haya alguien por aquí. Miro mi celular. Son más de las tres y media de la mañana, así que eso es aún más extraño.
Se puede oír cómo se abre y se cierra la puerta de la siguiente habitación.
Todo me parecía normal, ya que pensé que era algún otro soldado que quería silencio. Sin embargo, el sonido de un mueble moviéndose y el abrir y cerrar de una segunda puerta me hace despertar por completo.
¿La siguiente habitación tiene una segunda salida? Según yo, no existe ninguna conexión entre esta zona y la zona de limpieza y pasillos.
Escucho murmullos y noto que provienen del conducto de ventilación. Me acerco sin hacer ruido y trato de escuchar. Son dos voces y suenan parecidas a las que escuché aquella vez con Lavoie.
Pienso en qué hacer y concentro mi atención en los tornillos de la rejilla de ventilación.
¿Me arriesgo? Sí. Voy a ver hasta donde me permite llegar y escuchar ese conducto.
Saco la hebilla del cierre de mi pantalón y con ella giro los tornillos. Quito la rejilla y entro al conducto con mucho cuidado.
Me arrastro, siguiendo los murmullos. Estos me guían a otra rejilla donde las voces se entienden perfectamente. Miro con atención entre los espacios y veo que es una habitación escondida, totalmente blanca y con algunos sillones en círculo.
Hay dos hombres en los sillones. Uno de espaldas y otro de lado que me permite ver su rostro, uniforme y nombre. Es un soldado informático, pelinegro de ojos claros y cuyo apellido es Arevalo.
—Entonces el general Baker planea cambiar la forma de actuar. —la mención del general me hace parpadear. Es el general de ciudad, el segundo al mando después de la general superior y quien es el superior de todos a partir del general inicial.
—Sí. Él piensa que los criminales que usamos como camuflaje fueron las peores opciones. Ladino y Can son muy fuertes y las estrategias impuestas han sido muy ligeras.
Me quedo sin aire ante esto. La mente maestra ha sido la de un superior...
—Entonces ¿qué decidió? ¿Cómo continuamos?
—Él estará al mando y planea continuar con los hombres. Vamos por el hijo del capitán Domínguez, el hijo de la dueña de la fábrica textil Lavoie y el hijo del ex general Dallos.
<<Lavoie>>
—¿Y cómo los tendremos? Los hombres no son tan fáciles como las mujeres.
—Con fuerza bruta. Los tres son Alpha y en cuatro días tienen que asistir a un operativo, ahí los vamos a secuestrar. Pero esta vez no culparemos a un delincuente, será un secuestro anónimo con tortura incluida para no perder el objetivo.
—Me gusta. Ya tuve suficiente con la pérdida monetaria del secuestro anterior.
—Bueno, el dinero dependerá de ti. Tú y los demás soldados de apoyo se encargarán de mantener el secuestro y la tortura. Todo está en tus manos.
—Y tú, como siempre, te quedarás atrás.
—Soy la mente en el sistema que logra acomodar todo y soy quien dice las instrucciones. Si quieres puedo ayudarte y dejar el sistema atrás.
—No, los demás y yo podremos cumplir con el trabajo.
—Bien. Corre la voz sabiamente. Ningún soldado debe sospechar o tener los ojos puestos sobre nosotros.
—Copiado.
Los hombres ahora empiezan a revisar unos documentos sin decir nada más y yo empiezo a retroceder, estupefacta ante tan valiosa información.
General Baker... Secuestro de hombres por dinero... El soldado informático que lo organiza todo... El día y la forma del secuestro.
Tengo que hacer algo al respecto. No puedo permitir que eso suceda.
Vuelvo por el conducto, pero no salgo aún sino que camino por él queriendo comprobar algo. Quiero ver si este conducto conduce al pasillo donde Lavoie suele oír cosas. Y lo confirmo. Está frente a éste, pero algo lejos por lo que se pierde el ruido.
Esos soldados no deben estar al tanto de que los conductos que rodean ese cuarto secreto difunden sus voces.
Regreso a la habitación por donde entré, salgo del conducto, ajusto la rejilla y aprieto los tornillos.
Me aseguro de que mis movimientos sean silenciosos, tomo la laptop y luego repaso el camino que debo tomar. Debo caminar por el mismo camino por el que llegué, justo por los pasillos que carecen de buena seguridad.
Salgo con mucho cuidado y camino por estos pasillos sin hacer ningún ruido.
Llego al alojamiento y busco una litera en la que me acuesto.
Mi corazón se acelera. Me relajo para poder procesar la información.
A esto se refería Ladino. A lo podridas que están las tropas, concretamente los soldados.
No puedo creer que el general Baker esté detrás de los secuestros. Es un superior con una buena posición. El primer día que llegué aquí, él fue quien presentó a los nuevos y no me dió la sensación de ser mala persona... La ambición logra hacer que se vean las dos caras de las personas.
Pienso en que el sargento Lavoie y otros dos hombres serán las nuevas víctimas. No puedo evitar recordar que incluso quieren torturarlos para no perder dinero.
También relaciono el puesto del general y muchas tienen sentido. Él, siendo superior, puede manipular la prisión. Por eso Duperli desapareció cuando Ladino reapareció.
Qué bien calculado está eso. Y sin mencionar que tiene soldados a su lado, por eso logran hacerlo todo de manera acendrada.
Lo curioso de todo es saber, por boca de los propios militares, que fallaron de alguna manera al involucrar nombres de delincuentes en su fechorías. Y tienen razón, si no hubieran involucrado a Ladino nunca le hubiera prestado atención a muchas cosas en este lugar ni relacionado acciones.
Y ni hablar de las amenazas de alias Can. Si él se entera de la culpabilidad del general, nada será bonito.
Sonrío al tener finalmente una respuesta a tantas dudas... Las referencias de Ladino coinciden con los soldados. Las palabras de Lavoie confirman que los culpables siempre estuvieron ahí. Incluso el desinterés de los soldados puede deberse a eso.
Esto me confirma que así como un superior pudo manipular la información sobre los secuestros, alguien más pudo haber manipulado la información del asesinato de mi madre. No voy a descartar esa posibilidad.
Intento dormir un poco para descansar porque en unas horas es el evento y pienso ir a buscar el comunicador que tengo escondido y así hablar con Ladino. Sin embargo, no puedo hacerlo debido a la ansiedad que me invade. No puedo tomarme a la ligera todo lo descubierto.
Ya llegando las cinco de la mañana logro cerrar los ojos y dormir. Aunque solo fueron dos horas.
Tengo que asistir a mi trabajo de vigilancia.
Al levantarme, y ya con mi uniforme puesto, reviso el portátil y noto que el comandante revisó toda la información cargada. <<Un estrés menos>>
Me aseguro de que todo fue revisado y releo la documentación de la captura del secuestro militar. Ver las imágenes de las soldados y pensar en Lavoie me hace venir algo a la mente.
<<Nuevo y primera vez con un rango>> Lavoie alguna vez mencionó eso y, aunque antes no me pareció extraño porque muchos de nosotros somos nuevos trasladados, las soldados secuestradas también lo eran. Ellas eran todas nuevas en la ciudad... ¿Domínguez y Dallos también serán nuevos?
De ser así, el general está empeñado en perjudicar a los nuevos... Por supuesto, son los más fáciles de doblegar. Y... yo... yo también soy nueva, incluso el coronel lo es. ¿Nos trajo aquí buscando dinero? El coronel si parece tener dinero a comparación mía.
Suspiro al razonar sobre un comentario de Lavoie referente a que las paredes hablaron del antiguo coronel Gray y los pasados Alpha... ¿el general tuvo algo que ver con eso también? Podría haber manipulado al coronel Gray o... manipulado la escena. Pero, ¿con qué fin?
Aprieto la mandíbula. Necesito urgentemente buscar al Ladino. Debo obtener información de él. Sólo tengo que dejar que comience el evento y escaparme hasta bien entrada la noche cuando tenga la oportunidad.
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