22. El comando 1.
Claire McCarthy
Me giro y veo al coronel acercarse a mí. Parece algo desconcertado y paciente al mismo tiempo.
Respiro y me recuerdo a mí misma que esta actitud que estoy teniendo no es apropiada. Debo ser consciente de mi posición, soy una capitana, no un soldado novato.
—Coronel. —hablo en voz baja cuando se posiciona a mi lado.
—¿Cómo está?
—Bien, ¿y usted? —ambos llegamos al final de las escaleras.
—Bien también… McCarthy, ¿por qué está enojada conmigo? ¿Hice algo que le molestó?
Frunzo el ceño y niego.
—No. No estoy enojada con usted.
—¿Segura? Es que la forma en que me miró durante la reunión y su actitud seria en la oficina me hizo dudar.
—Segura. Es que creo que hoy no es mi día, estoy un poco estresada. Eventualmente desaparecerá esa sensación. Aún así discúlpeme, sé que esa actitud es irrespetuosa. Perdón por el mal momento que le hice pasar.
El coronel sonríe y mueve la cabeza de manera divertida.
—No se preocupe, no necesita disculparse. Si le soy sincero pensé que estaba enojada conmigo, incluso estaba recordando cada detalle para saber qué hice mal. Pero veo que me equivoqué, a veces se me olvida que todos pasamos por momentos de estrés.
—Por desgracia así es.
De sorpresa toma de mi mano izquierda, lo hace con gentileza, con mucho cuidado, como si no quisiera asustarme.
Sin importar que lo haga de esa manera, me desconcierta, pero por cortesía no le hago soltar mi mano.
—Sé que esto no ayuda mucho, pero si siente que ha tenido un mal día, puede buscarme. En mí tendrá un buen amigo. Si necesita descanso, se lo puedo conseguir. Más que su coronel, también soy humano y sé que nuestro cuerpo y nuestra mente necesitan un descanso de vez en cuando.
Pestañeo. Para ser un coronel, realmente muestra empatía con muchos de nosotros. Nos quitó cuatro horas de trabajo y añadió más horas de descanso. También intenta encontrar una solución a los problemas de las tropas mediante la reorganización e integración de los soldados.
Quizás muchos están siendo demasiado duros con él por ser diferente a otros coroneles. Leclerc no se parece en nada a los otros coroneles que he tenido. La coronel de Realidad era muy estricta y no perdonaba ningún tropiezo o falta, y mucho menos nos comprendía cuando pasábamos por un mal momento. Siempre nos decía: "Los únicos problemas que importan son los de la ciudad, los suyos los dejan en la entrada del comando"
—Lo tendré en cuenta, muchas gracias coronel. —sonrío, devolviéndole la sonrisa.
Ambos giramos la cabeza cuando escuchamos pasos.
Katz se detiene cuando nos ve y levanta una ceja, mirando mi mano, que el coronel sigue sosteniendo. La quito despacio cuando recuerdo este detalle.
Para mi sorpresa, el capitán no dice nada, sino que retoma su caminata y pasa por nuestro lado.
Aunque estoy segura de que luego me dirá cosas al respecto, debe pensar que soy la amante del coronel. No me sorprendería que Katz hablara mal de mí.
—Tengo que irme. Sin embargo, nos vemos mañana, McCarthy. Mañana le explicaré detalladamente lo que está previsto para el evento y el protocolo que le enviaré a su correo.
—Copiado. Nos vemos mañana.
—La estaré esperando con su tropa en la central. Qué descanse.
—Gracias.
•••
De camino al comando 1 reviso el protocolo que me envió anoche el coronel sobre el evento próximo.
La ceremonia será dentro de tres semanas, exactamente el 15 de noviembre. Como las tropas Alpha, Beta y Gamma están sobrecargadas de casos, se decidió utilizar dos tropas disponibles de los comandos que no tienen sobrecargas. Las elegidas acabaron siendo la Delta y la Upsilon del comando 7.
Nuestra prestación de servicios se basará en:
1. Decoración y organización de la sede.
2. Protección exterior.
3. Garantía de actos.
4. Recibimiento y escolta de soldados días antes del evento.
5. Protección del evento, fiesta y despedidas.
Cada punto viene con un texto exuberante que detalla lo que cada uno requiere. Sólo el primer punto especifica lo que se busca desde la decoración y organización con una advertencia de perfección.
<<Esto llevará mucho tiempo>>
Solo he traído una cuarta parte de mi tropa, ya que la otra mitad tiene turno nocturno y no puedo dejar el turno diurno sin patrulleros, por aquello recurrí a traer solo el 25% de los soldados.
—Qué bien se siente dejar el comando 2. Capitana, ¿será que aquí nos darán refrigerio? —Weber habla a mi lado mientras atravesamos el portón de la central. Los soldados se ríen al oír eso—. Lo digo en serio, prácticamente vamos a ser organizadores de fiestas y guardias.
—Un vergón le darán, oficial. —el soldado Ávila, amigo de Weber, se burla y ella se ríe.
—Que sus palabras sean escuchadas, soldado. Hay muchos ejemplares prometedores en este comando. —niego cuando escucho cómo otros soldados coinciden con ella.
Siguen riendo y bromeando, los dejo porque no me interesa interrumpir sus momentos de buen humor, es bueno que los tengan. Sin embargo, cuando estamos cerca del inmenso y extenso edificio, me dirijo a ellos.
—Bueno, pongámonos serios, comencemos nuestro trabajo. Vamos a demostrar profesionalismo y que somos una tropa responsable.
Los soldados asienten, acomodándose firmemente.
—Como usted ordene, capitana —me apoya Weber—. Actúen bien, soldados, porque si no lo hacen todos dirán que la capitana y yo somos unas irresponsables.
Weber es el única soldado con rango que elegí para acompañarme. Ella fue la primera en la que pensé cuando leí "Decoración" ya que parece ser una persona muy detallista y con buen ojo.
—No se preocupe, capitana. No la vamos a defraudar.
Entramos al edificio y un soldado nos dice que el coronel nos espera en el campo de reunión.
Nos acercamos a este y vemos que ya está la otra tropa junto al coronel. El coronel nos mira mientras nos acercamos y sonríe.
—Buenos días, soldados Delta —nos saluda y todos le devolvemos el saludo—. Ahora que están todos aquí, comenzaré con las instrucciones...
El coronel habla durante tanto tiempo que la conversación parece eterna. Da más detalles de lo que se espera, cómo se distribuirán los puntos, las llegadas exactas, las presentaciones de las tropas y de las unidades aéreas y de selva.
—Y con el número “65” en el escenario donde estarán los superiores. —propone la capitana Upsilon, que lleva bastante tiempo dando ideas con Weber.
—En blanco y dorado. —continúa Weber.
—Me gusta. Eso resaltará más el aniversario.
—Exacto. Personalmente no me gustaría utilizar los colores negro, rojo y blanco de la bandera del país. Mejor usamos otro color y así resaltará la bandera cuando esté en el escenario... Debemos implementar un techo provisional para el escenario por si llueve.
Siguen hablando y hablando. No me equivoqué con Weber, ella era la indicada para esto.
En cambio, a mí me aburren estos temas.
—Veo que se entienden bien, confío en ambas. Los demás soldados ayudarán en lo que hay que colocar, organizar y desmontar... En las ocasiones que encuentre, vendré a ver cómo van. Sé que es poco tiempo para organizar un evento tan grande, pero confío en sus talentos. —comenta el coronel.
Weber y la capitana Upsilon asienten y miran más detalles en una tableta electrónica en cuanto el coronel se despide. Muchos soldados se dirigen hacia ellas para opinar. No me acerco porque es poco lo que puedo decir.
Por su parte, el coronel no abandona el lugar, sino que se acerca a mí.
—Veo que no le gusta mucho el tema de decoraciones. —es lo primero que me dice y no se equivoca.
—La verdad es que no. No creo tener ese don, me quedo con la acción.
—Lo noté en su mirada. Pero le aseguro que no vino aquí para eso, la capitana Daza es muy buena en decoración, pero le faltan habilidades en seguridad y movimiento. ¿Por qué cree que quise elegir una tropa del comando 2? Porque sé que sus tropas son buenas en el servicio, especialmente la Zeta y Delta. Ya fuera Vásquez o usted, sabía que iban a hacer bien su trabajo. La necesitaré más que nada en seguridad.
—Gracias, coronel. Es un honor saber qué piensa eso de mi tropa.
—El honor es mío por tenerlos entre mis tropas… Acompañeme al área de oficinas para explicarle el tipo de seguridad que se espera, traiga a dos de sus soldados para que ellos también aprendan.
Sigo sus instrucciones, llamando a dos soldados y siguiéndolo hacia la zona que me indica.
El coronel nos lleva a la zona de oficinas, que es diez veces mejor que la del comando 2. En esta hay una gran sala de espera muy amplia y cómoda que se abre a todas las puertas de las oficinas, aunque no es de extrañar, la central es la que cuenta con todas las comodidades. Su inmenso tamaño le permite tenerlas.
—En estos momentos no se encuentran los capitanes porque están con sus casos, pero sí algunos oficiales y tenientes. Permítanme un segundo y buscaré a alguien que les ayude con las medidas de seguridad. —nos informa y se dirige a una oficina, allí abre la puerta y mira hacia adentro.
Al instante nos llama con la mano y nos dirigimos a esa oficina, donde nos hace entrar.
Dentro de la oficina hay un escritorio, varias sillas y dos soldados; un hombre y una mujer.
—Les presento a la teniente Gamma, Hailey García, y al sargento Alpha, Gael Lavoie, quien tiene otra oficina donde se supone que debería estar trabajando.
—Él me estaba ayudando con unos documentos, coronel. Es su hora libre.
—Solo por eso lo dejaré pasar. Pensé que estaba aquí interrumpiendo su trabajo.
—No, no lo estaba haciendo.
—Bien... Teniente, sargento, les presento a la capitana Delta, Claire McCarthy y a dos de sus soldados, Alan Hal y Mónica Caraz... Ya que están juntos, quiero que les expliquen el tipo de seguridad que maneja la central, el protocolo y medidas de escolta que solo manejamos aquí. Creo recordar que hace unos días les dije que pronto comenzaría a organizar el evento de aniversario, así que esto no es una sorpresa.
—Sí, no hay problema, coronel. Le explicaremos todo lo necesario.
—Eso espero. Ahora debo retirarme para continuar con mis asuntos, así que espero que sean de gran utilidad para los Delta.
Termina marchándose después de despedirse.
—Cómo se nota lo molesto y decepcionado que está —comenta Lavoie, el hombre de cabello castaño oscuro, refiriéndose al coronel—. Pude ver y sentir la ira en sus ojos.
—¡Lavoie! —lo regaña la teniente—. ¿No le da vergüenza con los Delta? Ya los va a asustar... Disculpen al sargento, es un poco paranoico. Mejor tomen asiento y les iré dando la información correspondiente.
Tomamos su palabra y nos sentamos. La teniente nos explica todo detalladamente, nos da referencias y la conversación va de minutos a horas. Escucho atentamente y memorizo todo.
Considero que la cuestión de la organización es muy amplia en acción. Tendremos que crear formaciones para el gran día, colocar cámaras en áreas descubiertas, organizar viajes al aeropuerto para los altos rangos que lleguen y planificar la recepción. Y eso sin contar los temas que Weber y la capitana Upsilon deben estar planificando.
En esta primera semana se debe comenzar con el ensayo de formación y la compra de materiales. En la segunda semana se deben recibir los grupos aéreos y de selva, y así planificar sus actos. Y en la tercera se debe comenzar la decoración, recepción de los altos mandos y máxima seguridad de las áreas porque los ataques pueden incrementarse por estas presencias. Son un gran blanco.
Eso es lo que he calculado en mi mente, así que el tiempo debe rendir.
—Creo que lo mejor es empezar instalando cámaras y sensores en las zonas externas descubiertas de la central y alrededores. —digo al final de esa extensa explicación.
—Sí, eso es lo principal. Tendremos que hablar con el técnico de los soldados informáticos.
—Si la capitana me lo permite —Hal me mira—, me postulo para ayudar en esa instalación. Tengo conocimientos en ese campo y así podría tener experiencia para cuando llegue la postulación a soldados informáticos.
—No hay ningún problema. Confío en que sabrá cómo manejar esa función.
—Entonces vayamos a hablar con el técnico, soldado. Ambos pueden mirar las zonas, hacer cálculos de cableado y elegir el día de inicio. Venga conmigo. —la teniente se levanta con el soldado.
—Volveremos con los demás en caso de que nos necesite, soldado. —informo y él asiente, saliendo de la oficina.
—La alcanzaré en un rato, capitana —mira al sargento—. Disculpe, sargento, ¿dónde están ubicados los baños?
—Camine por el pasillo por donde vinieron, llegue al final y gire a la derecha, pasando por los vestuarios, al lado de este están los baños.
—Muchas gracias.
Sale la soldado. Yo no lo hago porque quiero salir de una duda pendiente que tuve desde el inicio de la conversación.
—Sargento, ¿puedo hacerle una pregunta?
—Por supuesto, capitana.
—Usted dijo algo que me dejó pensando, ¿a qué se refería cuando mencionó la decepción del coronel y la ira en sus ojos?
No noté enojado al coronel cuando me habló, pero el tono que usó con Lavoie sí lo demostró.
Lavoie suspira.
—Cada vez que lo digo me llaman paranoico, pero el coronel siempre parece indiferente con los Alpha. Incluso un poco con los Gamma... Tiene preferencias por los Beta.
Frunzo el ceño, confundida.
—¿En qué sentido tiene preferencias?
—En muchos sentidos, en turnos de descanso, en bonos y para cualquier cosa que necesite apoyo solo llama a las Beta.
—Imagino que lo hace porque busca de la mejor tropa.
Lavoie niega.
—De los Alpha lo entiendo, nos está costando adaptarnos al comando más sobrecargado, pero los Gamma son soldados antiguos y tienen el mismo nivel que los Beta.
—¿De verdad tienen el mismo nivel?
—Sí, sé que soy nuevo aquí y es mi primera vez con un rango, pero no soy tonto y el nivel similar es evidente.
Realmente me cuesta creer que el coronel haga diferencias. Tenía un concepto muy diferente de él. O tal vez se ve así desde la perspectiva del sargento. Él parece que tiene, como mucho, dieciocho años y quizás confunde el ser estricto con indiferencia.
—¿Y si no es indiferencia sino una táctica de rigidez para que suban su nivel y concentración?
Lavoie queda pensativo.
—Si ese fuera el caso, que mala estrategia. Alabar a una tropa entre otras sólo consigue promover el odio —Lavoie me mira y sonríe de lado algo triste—. Usted también cree que estoy paranoico. Lo veo en su expresión.
—No es que... —miro hacia arriba, notando que hay una cámara y él sigue mi mirada.
—El sonido no sirve. Por eso hablo abiertamente.
—Lo que iba a decir es que no creo que tenga paranoia, sino que ve las cosas desde su perspectiva y nota diferencias que siempre estarán ahí. Es como los comandos, todos son diferentes y algunos tienen más privilegios que otros. Con los soldados pasa lo mismo, unos ganan más confianza que otros.
—Lo entiendo, pero si viera cómo los trata a ellos y a nosotros. Es como si ellos fueran sus hijos favoritos y nosotros fuéramos los que sólo le traemos vergüenza.
—Bueno, estaré viniendo aquí durante las próximas tres semanas así que si lo que dice es cierto, podré confirmarlo con mis propios ojos.
—Hecho. Si lo confirma, por fin dejaré de parecer paranoico o… ¿y si descubrimos que lo soy? —hace una mirada dramática y río. Me recordó a Fabien—. Disculpe, debe pensar que estoy loco.
—No. Lo siento, no me estaba riendo de usted. Es que su forma de ser me hizo pensar en mi hermano.
—¿Él también es un militar paranoico?
—No, pero siempre hace preguntas dramáticas sobre sí mismo.
—Él es uno de los míos entonces. —reímos.
—Y vaya que sí... Bueno, debo seguir revisando cómo van las cosas para ese aniversario.
—Ese aniversario llega en un mal momento también. Estos días serán una lluvia de estrés.
—¿Lo dice por el poco tiempo?
—Por eso también, pero más que nada por los secuestros —por un momento había olvidado ese detalle—. Buscan realizar una celebración cuando las familias de las soldados están preocupadas y desean que sus parientes regresen. Todo tan fuera de lugar. Si el coronel no consigue dar con esos secuestros en estas tres semanas, el día de la ceremonia se lo comerán vivo.
Es cierto. Sus palabras tienen tantas verdades.
—Por eso buscó otras tropas… porque él debe encargarse de encontrar a los secuestrados. —digo al aire.
—Exactamente… Las paredes de este comando siempre hablan y dicen verdades, pero esta vez no fue así. Eso es preocupante.
Parpadeo. ¿Qué? ¿Qué cosas dice este sargento?
—¿Qué quiere decir con que las paredes de este comando siempre hablan y dicen verdades?
—Porque así es. Una vez hablaron y dijeron que Gray era el culpable de las muertes de los Alpha cuando apenas habían encontrado los cuerpos. También comentaron que Ladino secuestró a Rivera sin que nadie lo supiera. Lo han hecho muchas veces.
Lo miro con incredulidad.
No está hablando de paredes.
—Los soldados. Ellos son los que hablan y usted los escucha...
El sargento me mira y se lleva el dedo índice a la boca en señal de silencio.
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