15. Frente a tus ojos.
Claire McCarthy
"Finalmente tenemos a Ladino"
Esa frase se repite una y otra vez en mi mente mientras voy hacia el comando 1. No puedo dejar de mirar su foto. ¿Realmente eres Ladino? El hombre de esa foto no me resulta familiar, por alguna extraña razón no se me hace parecido al criminal.
Llego a la central y voy directo a la oficina del coronel. Toda mi atención está puesta en el descubrimiento de la identidad de Ladino, por ahora el resto de los problemas que me rodean dejan de ser importantes.
—Estoy buscando al coronel. —hablo con su asistente.
—Siga, capitana, el coronel ya me dijo que usted vendría.
—Gracias.
Entro y lo encuentro mirando fotografías y documentos en su escritorio. Él nota mi presencia y sonríe.
—McCarthy, vino rápido. ¿Está tan entusiasmada con este caso como yo? Sé que tanto usted como yo queremos ver a ese criminal tras las rejas.
—Como no tiene idea —tomo asiento, ya que él me lo indica—. Aunque hay algo que no entiendo, coronel, ¿cómo lo encontró?
El coronel me da un informe.
—En la casa Labrador apareció una huella que resulta ajena a quienes visitan la casa. Apareció en el sótano junto con botellas y otras cosas bien escondidas entre el desorden, motivo por el cual Labrador nos volvió a llamar para investigar esa escena y allí encontramos varias huellas de la misma persona.
Leo el informe y analizo más cosas, al parecer esas huellas tienen de hechas el mismo tiempo en que ocurrió el robo. Se supone que fue un descuido del delincuente en una zona que pensó no sería registrada.
—¿Anyel Duperli? —hablo en voz alta al leer ese nombre.
—Sí, ese es el verdadero nombre de Ladino —levanto la mirada y me encuentro con la del rubio—. Tiene veinticinco años, se hace pasar por ayudante de obra y viaja mucho por eso, vive en la zona 3. Realmente es muy astuto, lo teníamos delante de nosotros y supo escabullirse.
¿De la zona 3? Mi mente está a punto de colapsar.
—¿Cómo sabe todo eso?
—Hoy ingresamos su huella al sistema y lo encontramos. Debo armar un grupo de búsqueda para ir tras él lo más pronto posible, si es posible debemos actuar hoy. Sé que los Beta me ayudarán, pero quería saber si usted también se unirá, sé que es quien más lo quiere tras las rejas por su misión fallida.
Respiro y me llevo el puño a la boca de manera pensativa.
—Coronel, ¿está seguro de que es él? A lo mejor esas huellas se deben a que Duperli trabajó en esa casa. ¿Y si lo capturamos siendo inocente?
El coronel asiente.
—Sí es él, lo sé porque Labrador nos aseguró que nunca había visto a ese hombre en su vida. Y, bueno, por supuesto debemos interrogarlo y confirmar su identidad. Ya sabe cuál es el protocolo. Lo importante ahora es tenerlo antes de que se escape.
—Sí, lo sé. Tiene razón... me uniré al grupo de búsqueda. ¿Qué tengo que hacer?
—Prepararse, voy a buscar más voluntarios e inmediatamente iremos tras ese criminal. Tengo la orden lista.
—Pues ya lo estoy. Tengo mi uniforme y arma.
—Entonces espere aquí a que yo vuelva...
Se va, dejándome sola y aprovecho esto para detallar las demás fotos que tiene en su escritorio.
—Anyel Duperli… ¿Así te llamas? —miro las fotos y niego—. Sí tienes cara de Anyel, pero no de Ladino. Realmente eres un genio del disfraz, no podría haberte reconocido o relacionado.
Me cuesta creer que prácticamente lo tengamos. Pensé que Ladino sería más difícil de atrapar, incluso había pensado un plan a mi manera y ahora ya no es necesario seguirlo.
<<No puedo creer que seas tan idiota, bueno, sí lo eres, pero no pensé que cometerías un error tan mediocre>> Lo pienso, pero no lo digo por precaución. Un error de huellas dactilares es lo que menos esperaba de él, pensé que su error sería revelar cosas que no debería o algo más interesante.
Qué decepción, Ladino.
•••
El coronel reúne un buen grupo de hombres y mujeres soldados para esta captura. Estamos en el comando 3, justo en un barrio de muy bajo nivel. Todos permanecemos escondidos esperando instrucciones de nuestro superior.
—Desplazamiento por la zona, rodeando la casa azul, nadie sale y nadie entra desde la calle.
Obedecemos. Algunos soldados cierran la calle mientras el resto de nosotros rodeamos la pequeña y vieja casa azul que ha sido señalada anteriormente.
Nuestras armas le apuntan y nos acercamos con el coronel al frente. Este derriba la puerta con ayuda de un sargento, permitiéndonos la entrada. Tomamos posesión del lugar entrando rápidamente y sin peros.
El interior de la casa es todo lo contrario a su fachada, está muy bien cuidada y tiene cosas de valor. <<Qué sospechoso>>
—¡No se mueva, manos donde pueda verlas! —el grito de un soldado me hace concentrar.
—¡No lo dejes ir, atrapa a ese criminal!
—¡Intenta escapar!
Escucho movimientos de un lado al otro, pero no me muevo de la sala porque mi orden es vigilancia y no captura.
Un fuerte golpe me sobresalta y confunde.
—Anyel Duperli, está detenido por robo, secuestro, falta de identidad, posible complot en asesinato y evasión de autoridad. —la voz del coronel cerca me calma. Viene con sus hombres y traen al criminal a sus espaldas con un golpe en la cara.
—¿De qué están hablando? No soy nada de eso, oficiales. No sé de qué están hablando.
Mi alma cae a mis pies. <<Esa no es su voz. Esa no es la voz de Ladino>>
Me muevo en busca de una mejor visión del detenido. Este mira a todos con desconfianza y odio. Ni siquiera me detalla. No da señales de conocerme.
Este hombre no es Ladino, incluso lo puedo jurar. No lo es.
Ladino no tiene esa mirada opaca, ni tiene ese nerviosismo que demuestra el detenido.
El coronel le informa al sospechoso de sus derechos y ordena que lo lleven al comando 1.
—¡Déjenme! ¡Soy inocente! ¡No sé de qué están hablando! ¡Nunca he hecho esas cosas de las que me acusan!
Observo como lo suben a un vehículo sin prestarle atención a sus gritos. Suspiro y siento que alguien se posiciona a mi lado. <<Es el coronel>>
—Todos dicen ser inocentes, pero durante el interrogatorio tendrá que aceptar la verdad.
Tiene razón sobre aquello. El detalle es que yo tuve encuentros con Ladino y no puedo relacionarlo con ese tal Anyel Duperli.
—Sí… ¿y si no es él?
—¿Por qué lo duda? ¿No cree que sea él? Las huellas son contundentes, McCarthy.
—Porque he visto casos en los que el primer sospechoso resulta no ser el culpable. —trato de justificarme.
—Es correcto, pero por eso tenemos el interrogatorio. La presión le hará ceder. ¿Quiere verlo? Usted puede estar del otro lado en ese momento y dar su opinión sobre su posible culpa.
Noto que sonríe a mi lado y sonrío un poco por cordialidad.
—Sí. Si confiesa todo quiero escucharlo en vivo y en directo.
—Entonces venga conmigo al interrogatorio. Los demás soldados se encargarán del registro de la propiedad.
—Me parece bien.
Las siguientes dos horas fueron de mucho movimiento, especialmente cuando llegamos al comando 1. La noticia de la captura de Ladino resonó por todas partes. Todos querían verlo y eso retrasó la situación.
El capturado permanece en la sala de interrogatorios, y yo lo miro a través del cristal que parece un espejo. No dejo de analizarlo, confirmando cada vez más que no es Ladino.
El coronel y la encargada de los interrogatorios son quienes lo acompañan. La pelirroja comienza con preguntas rutinarias, tratando de ganarse su confianza, luego sube de nivel y le pregunta qué estaba haciendo en tal día específico, recibiendo respuestas sencillas y negaciones por parte del sospechoso al ser acusado de delitos.
—Señor Duperli, le voy a mostrar algo que tal vez le refresque la memoria... —ella saca unos documentos—. Estos documentos son copias de sus registros de viajes, transacciones monetarias medianas pero repetitivas y cuentas fantasma relacionadas con la suya. ¿Quiere que le muestre más evidencias o tienes algo que contarme?
Las manos de Duperli se tornan temblorosas y mira a un punto fijo, hacia la pared.
—Señor Duperli, todas las pruebas están en su contra. Pero como no quiere decir nada, tendré que irme, que quede claro que intenté ayudarlo...
—Una mujer y un hombre... Para ellos.
El coronel frunce el ceño.
—¿Una mujer y un hombre qué? —interviene.
—Me depositaron el dinero. Trabajé para ellos.
—¿Qué tipo de trabajos hacía?
—No. No puedo. No puedo. —mira al suelo y permanece en silencio durante el resto del interrogatorio. No responde ninguna de las preguntas que le hacen, pero por su revelación se delató como cómplice. Nada puede salvarlo.
<<Una mujer y un hombre>> Ese hombre debe ser el verdadero Ladino. Pero ¿y la mujer? Hay alguien más en esto. Ladino no es independiente, ya estoy comprobando lo verdaderamente mentiroso que es.
Termina el interrogatorio, llevan al criminal a su celda y el coronel llega hasta donde estoy.
—Después de todo, Ladino es sólo un trabajador. Esas dos personas que mencionó deben ser sus jefes. Quizás los años de su condena le hagan traicionarlos.
Asiento sin poder decirle que no es Ladino.
—Me alegra saber que aunque no tengamos a sus jefes, atrapamos al dolor de cabeza de la PMIN. Pero no debemos descansar, ese hombre y esa mujer deben aparecer. Será una doble victoria.
El coronel sonríe.
—Así es. Los generales están contentos con la captura y la Élite lo está aún más.
—Me lo imagino. Coronel, permiso para retirarme, debo descansar porque mañana recibo doble tropa.... Pero si puede me avisa si hay alguna novedad sobre el caso, soy la más interesada.
—Lo sé, y supongo que con esta captura descansará feliz. Permiso concedido.
Claro que no, coronel, no voy a ser feliz, ni siquiera voy a descansar. Voy tras ese infeliz mentiroso.
"No tengo cómplices" "Soy un ladrón independiente" "¿Yo secuestrador?"
Maldito mentiroso. Hoy descubrí que todo de lo que se le acusa es real y está muy bien confirmado.
•••
Tan pronto como llego a mi departamento busco el comunicador y llamo al criminal. Hago llamada tras llamada hasta que contesta.
—Mi capitana, ¿cómo está? ¿A qué debo su misteriosa llamada?
Y sí, no me equivoqué, a quien capturamos no es Ladino. Era obvio, al menos para mí.
—Estaré mejor cuando me diga el lugar de encuentro. Necesito discutir ciertas cositas con usted.
—¿De qué me perdí? ¿Y ese cambio de actitud a qué se debe?
—Milagros que no ocurren dos veces en la vida. No escucho el nombre del lugar, dígalo rápido.
—El que sea, diga un lugar y yo llegaré a este.
Era más fácil para mí llegar a un lugar que él eligiera porque puedo revisar el área primero. Pero veo que él pensó lo mismo, no quiere sorprenderse. Por eso pienso en un lugar donde me sea más fácil escapar, uno solitario y amplio para ver todo movimiento.
<<Lo tengo>>
—La iglesia de la calle diagonal. Nos vemos allí en una hora.
—Perfecto. Allá nos veremos.
La llamada termina y no pierdo el tiempo. Me visto apropiadamente y voy directo al punto de encuentro.
La iglesia no es muy grande y tiene muchas salidas, lo cual me resulta útil. Además, como es simplemente una habitación grande, me permite verlo todo. Por las noches no tiene seguridad, queda en absoluta soledad. Asimismo, no es que los delincuentes estén interesados en robar cualquier cosa de este lugar, que no tiene nada de valor.
Calculo y recorro todo el lugar, planificando cualquier ruta de escape que me sea útil en caso de ser necesario.
Espero cerca de una ventana, pasan los minutos hasta que veo a un hombre encapuchado acercándose a lo lejos. Camina tranquilamente, aunque se detiene a una distancia prudente y analiza toda la zona.
<<Debe pensar que es una trampa>>
Luego se atreve a entrar a la estructura. Desde donde estoy lo veo ingresar y mirar en todas direcciones. Ve mi figura en la oscuridad y hace ese gesto familiar con la cabeza.
—Mi capitana, es un gusto verla.
—Me gustaría decir lo mismo, pero con usted es imposible. —salgo de donde estoy y me paro frente a él.
Ladino ríe.
—Cada día me rompe más el corazón... Si no quiere verme, ¿por qué me llamó?
—Voy a hablar sin rodeos. Quiero que deje una señal de que usted sigue delinquiendo con su misma forma de actuar —Ladino revela su rostro, bajando la capucha y frunce el ceño—. No necesito que su caso sea aburrido. Necesito que reviva.
—Creo que estoy escuchando mal, ¿puede repetirmelo?
—Lo que escuchó.
Me mira de manera juzgadora y lo veo sacar un celular. Él se distrae mirando este y yo me impaciento.
—Ah, ya entiendo —dice divertido—. ¿Cómo diablos me atraparon si todavía estoy aquí? ¿Me atraparon por telepatía? —no borra su sonrisa—. ¿Es por eso que quiere que me muestre otra vez? Supongo que atraparon a un hombre inocente.
¿Cómo diablos sabe esa información? Alguien le está pasando información. Eso o está en el sistema.
—Ladino, ¿por qué no deja de ser tan falso? Me molesta que no pueda llevar una conversión.
—Tiene razón, di información falsa —levanta la mirada del celular—. Anyel Duperli... ese no es inocente. Es una ficha del bajo mundo. Lo que no entiendo es cómo llegaron sus huellas a la casa Labrador.
—Entonces si conoce a Duperli…
—Claro. Su trabajo en el bajo mundo es la extorsión. Dicen que es un profesional del secuestro.
<<Que casualidad>>
—Entonces ese fue su cómplice en el secuestro Rivera. Es bueno saberlo, supuesto ladrón independiente.
El criminal se cruza de brazos.
—No entiendo el enredo que tienen conmigo, pero me ofende, mi capitana.
—¿Usted cree que yo si lo entiendo? Se le acusa de asesinato, hurto, secuestro, tortura, extorsión, evasión de autoridad y falta de identidad. No entiendo su cinismo.
—Ya me estoy cansando de tantas acusaciones. Me provoca hacerles creer que Duperli soy yo y mandar todo al carajo.
Su tono serio es el mismo que usó cuando atacaron a la tropa Nu.
No voy a dejar que haga eso. No puedo dejar morir el caso Ladino. No cuando está tan incompleto y con tantas inconsistencias.
Me acerco al hombre y me quedo a unos centímetros de él. Me mira de arriba abajo algo confundido.
—¿Tiene miedo o qué, criminal? Aprenda a defenderse y demuestre que no pudieron atraparlo. —lo provoco.
—¿Miedo? —suelta una carcajada—. Yo no le tengo miedo a los suyos.
Sonrío y pongo mi mano en su hombro.
—Pues no lo parece. Por eso evita decir muchas cosas. Sea más inteligente y hágase dar su lugar si jura tanto ser independiente. Todos creen que tiene cómplices, incluso yo.
Ladino aprieta la mandíbula.
—Entonces usted también hágase dar su lugar y váyase de esta ciudad.
—¿Por qué lo haría?
—Porque este lugar sólo es habitable para aquellos que están dispuestos a verlo arder. —dejo de tocarlo y levanto una ceja.
—Estoy dispuesta a verlo arder.
—Y yo estoy dispuesto a hacerlo arder, quemando a cualquiera que quiera ver crecer las llamas.
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Jelou....
Pero qué está pasando aquí con Claire y Ladino JAJAJAJA
*inserte audio de uy kieto*
¿Qué creen ustedes? *los lee desde las sombras*
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